martes, 29 de abril de 2014

Fantasías de violación: Un extraño fenómeno de la televisión de fin de siglo (I Parte)



La violación es un concepto tan delicado y tan poco entendido que no debería usarse en la ficción. La decisión de integrarla a “Downton Abbey” enturbió la atmosfera serena y sentimental de esa serie inglesa. Más alboroto ha causado recientemente el mal uso de la violación en la trama “Juego de Tronos”. Sin embargo, nada alcanza el paroxismo de la ficción literaria y televisiva de los 70’s y 80’s donde el ultraje sexual se convertía en un recurso romántico y se idealizaba al el agresor. ¿Se ha realmente superado esa imagente distorsionada de un  delito? ¿O acaso en días de 50 Sombras de Grey todavía hay quien ve el coito forzado como algo excitante y sin mayor trascendencia?

Fue una curiosa coincidencia que Mayra Alejandra falleciese la misma semana en que “Juego de Tronos” decidía deformar fatalmente  a su antihéroe Jaime Lannister convirtiéndolo en violador. Sucede que la telenovela más famosa de Mayra, “Leonela”, glorifica al agresor sexual y sus actos. “Leonela” fue uno más de los ejemplos de ficción que se adhirieron al culto del “héroe-violador”, una presencia persistente en el material de entretenimiento femenino.

El auge de la novela a fines del Siglo XVIII trae dos fábulas morales que buscan prevenir a las jovencitas burguesas. Rebelarse contra los dictados de sus mayores puede acabar con ellas en la cama de un violador. En Clarissa de Samuel Richardson, la protagonista, huyendo de un matrimonio impuesto por su familia, pone vida, cuerpo, y reputación en las manos del calavera Lovelace. Cuando Clarissa Harlowe se rehúsa a casarse con él, Lovelace la viola y degrada. Choderlos de Laclos en su Les Liaisons Dangereuses presenta  a otro noble libertino, El Vizconde de Valmont que, por una venganza absurda, abusa de una jovencita recién salida del convento.
Clarissa violada


El problema es que innumerables adolescentes, por casi dos siglos, al leer estas novelas cierran los oídos a los alertas de los autores y acaban enamoradas de estos seductores criminales. Cuando estos cautionary tales pasan a la pantalla subliman a los protagonistas a pesar de lo censurable de sus actos. Aunque en la adaptación de la BBC, la violación de Clarisa Harlow es terriblemente gráfica, pocas espectadoras sentían rabia contra Lovelace interpretado por un joven, pero sexy desconocido (entonces) llamado Sean Bean.


Lo mismo ha ocurrido con las innumerables versiones de Las Relaciones Peligrosas. Por empezar está el hecho de que a Valmont siempre lo han interpretado símbolos sexuales de todas las épocas como Gerard Philipe, Colin Firth y Ryan Phillippe. Aun mas reprensible es que se esmeran los productores en hacer pasar la desfloración de Cecile como seducción cuando el libro explícitamente demuestra que Valmont utiliza el chantaje y la fuerza para poseer a a niña.



Casi doscientos años después de la publicación de estas novelas, la cultura de masas todavía exhibía una actitud ambigua hacia la agresión sexual. Como los códigos legales occidentales se tomaron su tiempo antes de aceptar que la violación marital era un delito, no es de sorprender que Margaret Mitchell asumiera que su primer marido no había hecho nada censurable al golpearla y forzarla. Pero como toda victima, la escritora llevaba un drama interior el cual solo podía exorcizar  a través de su pluma.

Amo Lo que el viento se llevó, es mi novela favorita, amo a Rhett Butler, pero no puedo negar que él viola a Scarlett. Es cierto que ella lo humilla, le niega sus derechos, pero también es cierto que  esa noche, ebrio y en un arrebato de celos, la carga hasta el dormitorio y la ataca sexualmente. Lo curioso es que ni Scarlett ni la autora tienen reproches para Rhett. Scarlett está gratamente sorprendida puesto que la agresión ha dado como resultado su primer orgasmo. Para Peggy Mitchell una violación se vuelve un recurso para hacer aflorar el deseo reprimido de su heroína.


Scarlett es una mujer que ha roto muchos tabúes, vive más allá de los límites que su sociedad impone a las mujeres, pero tiene una restricción: el amor carnal. Rechaza el aspecto físico del amor y a pesar de haber estado tres veces casada, su imagen de la pasión no llega mas allá de los castos besos que ha intercambiado con su gran amor, Ashley Wilkes. Solo por la fuerza llega a descubrir el lado positivo del sexo.

En su escandaloso (para la época) bestseller Peyton Place, Grace Metalious describe el martirio de Selena Cross, una humilde habitante de un pueblecito de Nueva Inglaterra que desde los 14 años es abusada por su padrastro. Esto acaba cuando el medico del pueblo ahuyenta a Lucas Cross. Años más tarde, Lucas regresa a la vida de su hijastra, intenta violentarla y ella lo mata. Selina es llevada juicio. Incapaz de contar su verdad,  enfrenta la amenaza de la horca, pero el Dr. Swain declara a su favor, cuenta su tragedia e incluso revela como le practicó un aborto ilegal a la chica. El conservador y puritano pueblo de Peyton Place toma una decisión asombrosa: declaran inocente a Selina y permiten que el Dr. Swain siga practicando la medicina. Esa es su manera de hacer justicia y demostrar su solidaridad con una mujer violada.

Lloyd Nolan como el Dr. Swain y Hope Lange como Selena

Lo curioso es que Metalious incluye otra violación en el mismo libro, pero la presenta de una manera  totalmente diferente. Constance es la madre de la protagonista. Todo Peyton Place la cree una viuda irreprochable únicamente dedicada a sacar adelante a su hija Allison. En realidad, Connie fue amante de su jefe casado en Nueva York y Alison es el fruto de esa relación ilícita. Ella vive con dos temores: que alguien revele su secreto y que Allison repita su historia.

Atraída por Mike Rossi, maestro de su hija, Connie acepta salir con él. La cita acaba con Rossi golpeándola y violándola. Mike ha notado que Connie es una hipócrita que reprime sus deseos carnales bajo una apariencia puritana. La fuerza es su manera de conseguir que Connie se manifieste como  la mujer apasionada que es. Como Peggy Mitchell, Grace Metalious convierte el sexo no consentido en un medio para despertar la pasión y destruir inhibiciones. Es que en la literatura “rosa” o femenina, la violación puede  ser un instrumento de múltiples propósitos.

Lana Turner como Connie Mackenzie


En 1971, Dame Catherine Cookson, reconocida autora de novelas sentimentales, publica The Dwelling Place, un romance histórico donde la heroína Cissie pasa de mendiga a señora de la región gracias a... ¡Sii, una violación!


A sus quince años Cissie pierde a nueve de sus hermanos y a sus padres, todos victimas del cólera. Pierde su casa cuando la embargan sus acreedores y a su novio Matthew, cuando éste se casa con la hija del molinero. Cissie se lleva a sus ocho hermanos restantes a vivir a una cueva que queda en las tierras de los Fichdel. Cuando Cissi araña a Isabella Fichdel, ésta obliga a su hermano Clive a vengarla. ¿Que mejor venganza que violar a la cavernícola?


Lord Fichdel al enterarse de la última travesura de su hijo, lo mete en la Marina, encierra a Isabella y le quita el hijo a Cissie. Años más tarde, Clive regresa reformado y deseoso de enmendar sus errores, le devuelve el hijo a Cissie, y terminan casados. Aunque la historia nos parezca aberrante, lo que hace la autora es elevar socialmente a Cissie gracias a una violación. Su recompensa es convertirse en Lady Fichdel aunque el precio sea un ataque sexual.


Un año después de la publicación de The Dwelling Place, Kathleen Woodside revolucionaría la novela rosa con la publicación de The Flame and the Flower. Aparte de incluir sexo grafico en el romance histórico y ser la pionera del subgénero bodice-ripper (rompe-corpiños), Mrs. Woodside populariza al héroe violador.


La trama tiene lugar en Londres a inicios de Siglo XIX. Heather Simmons es una huerfanita que mata a un hombre que intenta forzarla. En su huida, termina ocultándose en un barco anclado en el muelle. Brandon Birmingham, el capitán, la descubre y creyéndola una prostituta la viola.  A descubrir que era virgen, le ofrece hacerla su amante. Cuando ella se niega, intenta abusarla de nuevo. Heather logra huir  y encuentra refugio con sus tíos. Al enterarse que está embarazada, ellos obligan al Capitán Birmingham a casarse con Heather. La infeliz pareja se embarca hacia las propiedades de Brandon en Charleston. Ocurren mil peripecias, hasta que finamente después que Brandon rescata a Heather de otro intento de violación, ambos se confiesan su amor. Esta novela hizo historia, y por las próximas dos décadas fue la influencia mayor en las escritoras de romances históricos.

Confieso haber sido adicta a los bodice-ripper y ser dueña una colección de como doscientos volúmenes, escritos entre 1974 y 1990. Puedo aventurar que casi la mitad de ellos inicia con la heroina (siempre virgen) violada por el héroe. Este tipo de literatura, escrita por mujeres y para mujeres, exalta la fantasía de la violación, siempre y cuando cuatro reglas estén presentes: el violador de ser atractivo y millonario (muchas veces se trata de un aristócrata); la agresión no incluye violencia extrema; el 90% de las veces la violada llega al orgasmo; y al final del cuento victima y violador se casan, son felices y  están muy enamorados.

(deviantart.com)


¿Por qué la agresión sexual se volvió un cliché del romance histórico? En su momento, Kathleen Woodside dijo que le resultaba inconcebible que una tímida virgen decimonónica se entregase a un desconocido, por  lo tanto la entrega debía ser contra la voluntad de la victima. ¿Era esa la única razón?  ¿No había algo en la cultura de entonces que hacía excitante el sexo forzoso?

La fantasía de la violación es muy común en mujeres que temen entregar el control de su cuerpo o se sienten incomodas ante la exigencia de ser sexualmente activas. Después de la Revolución Sexual de los 60s, del advenimiento de la píldora y del culto al amor libre, muchas mujeres se asustaron ante una libertad impensada que las obligaba a asumir riesgos y  deberes. Los mensajes cruzados del feminismo también nos confundían, principalmente a las jóvenes. El auge de enfermedades venéreas como el herpes y  el Sida en los 80’s terminó por otorgarle a sexo una aura excitante, pero peligrosa. De alguna manera, la fantasía de violación conllevaba una evasión de responsabilidades y  sentimientos de culpa.

(tumblr.com)


Los 80’s (lo que hoy se conoce como La Era de Reagan) trajo un retorno de valores antiguos a la sociedad estadunidense, entre ellos una renovada admiración por la castidad. Muchas adolescentes y jóvenes de entonces idolatrábamos a Brooke Shields que juraba no perder su virginidad hasta estar casada, y a Diana de Gales que supuestamente había llegado virgen a su noche de bodas. En ese contexto, era difícil dar un paso hacia perder a virginidad fuera del matrimonio. Las heroínas violadas en los romances históricos telenovelas y soap operas eran afortunadas. Disfrutaban del sexo, pero sin responsabilidad ni estigma. Este caía sobre el violador que se veía obligado a casarse con ellas.



No creo que ninguna de nosotras creyera que esos encuentros sexuales eran realmente violaciones. Teníamos claro que “violación” era un delito, un acto brutal que destruía la victima y que era perpetrado por  psicópatas asquerosos. Eso nos lo dejaba claro un subgénero fílmico también de moda. Las “Rape and Revenge Movies” (Películas de violación  y venganza).  En ellas la protagonista era ultrajada brutalmente, a menudo por una pandilla. Tras sobrevivir a la agresión, la mujer buscaba a cada uno de sus agresores y los mataba con lujo de crueldad. Aunque ese tipo de cine fingía enpoderecer a la victima, ninguna de las espectadoras deseaba parecerse a ella. La tesis era que la violada se convertía en un monstruo, igual o peor que sus atacantes, más o menos lo que había retratado Rómulo Gallegos en su clásico Doña Bárbara.

Yo vine a caer en cuenta que vivía una cultura de violación en mis años universitarios gracias a un debate en una clase de literatura provocado por una de Las Novelas Ejemplares, “La fuerza de la sangre” de Miguel de Cervantes. En el relato cervantino, Leocadia una adolescente toledana es raptada y violada por el noble Rodolfo. Embarazada y abandonada, Leocadia recibe el apoyo de sus abuelos, pero más adelante, reconoce a su atacante. La misma familia de Rodolfo lo obliga a reparar su falta casándose con la chica. Colorín, Colorado, todos contentos menos yo.

Se me ocurrió argumentar que mal premio era para Leocadia ser obligada a casarse con un criminal con conductas psicópatas. Lo extraordinario es que tanto el profesor como mis compañeros (incluso las mujeres) me miraban como si fuera un bicho raro. ¿Cómo no? Si estábamos en 1985, y la cultura de masas femenina enaltecía a los violadores. La cultura de masas latina y también la angloparlante.

En el mundo de la ficción rosa latina, sea novela, radioteatro  teleserie, la violación siempre es una pesadilla que acecha a la heroína, con determinadas variantes. Los villanos suelen ser violadores, es parte de su imagen. Un castigo que casi siempre espera a la villana es ser ultrajada. La heroína muchas veces cree haber sido violada, por lo tanto es indigna del héroe, pero al final se descubre que es pura y casta. La ultima y peor variación es cuando  el héroe utiliza la violación como un modo de conseguir el amor de la heroína.

Todos estos ejemplos deben sonar familiares a los conocedores de las telenovelas de Delia Fiallo, una autora icónica que  fue quien mejor desarrolló el tema de la heroína violada y su heroico agresor. En 1975, Doña Delia presagia ya la telenovela didáctica con su “Una Muchacha llamada Milagros”. El Dr. Juan Miguel Saldivar (José Bardina) es un eminente siquiatra. Su prestigio profesional le ha conseguido un puesto importante en la alta sociedad caraqueña. Todos admiran su profesionalismo, sapiencia y dedicación a rehabilitar a jóvenes delincuentes, a pesar de que tanto trabajo lo aleja de su familia. Su esposa y conocidos se sorprenden ante el cambio del médico,  puesto que en su juventud Juan Miguel era un tarambanas, parrandero, mujeriego y casi un alcohólico.



 Un día el Dr. Saldivar se encuentra ante un caso difícil. Milagros (Rebeca González)es una chica semi delincuente, hosca, agresiva y que detesta los hombres y su contacto. Bajo hipnosis, Milagros revela su secreto. A los catorce años, acabada de fugarse de un orfanato, fue violada por un desconocido en un oscuro callejón. El siquiatra muy alterado busca a un amigo y colega y se confiesa con él. Hace años, Juan Miguel atacó a Milagros. Ese fue el punto de quiebre en su ida cuesta abajo. Desde entonces ha tratado de enmendar su vida. Pero tal enmienda no existe si Milagros no es feliz.

Aprovechando que su esposa convenientemente se ha ahogado en un crucero, Juan Miguel decide casarse con Milagros. Como la chica está enamorada de su protector, acepta feliz, pero antes se comprometen a que su matrimonio nunca será consumado puesto que Milagros rechaza el amor físico. La noche de bodas, cuando Saldivar se prepara para dormir en el sofá de la sala, Milagros lo llama y terminan haciendo el amor. La experiencia aunque placentera, despierta los recuerdos de la novia. En sueños revive su tragedia y reconoce el rostro de su atacante. ¡Ahí arde Troya! Casi cinco meses les toma a la pareja reconciliarse y perdonarse.

Como nunca realmente vemos la agresión, como conocemos a los protagonistas casi una década después de ocurrido el delito y como solo observamos el lado bueno de Saldivar, nos es mas fácil perdonarlo. Es tan evidente su arrepentimiento, su necesidad de auto castigarse, su propósito de enmienda, que incluso sentimos que Milagros es injusta con su violador. UMLM fue un éxito tremendo como lo fue también su refrito de 1987, “Mi Amada Beatriz”, el primer protagónico de Catherine Fullop.

En el 2008, Televisa hizo una versión mexicana de esta historia y la protagonizó una de las súper parejas telenovelera: Wiliam Levy y Maite Perroni. Pero los tiempos habían cambiado y en esta versión Marichuy cree haber sido violada, pero todo lo que lo hizo el siquiatra fue “robarle” un beso. Como conservaron casi enteros los diálogos originales este cambio a veces resulta confuso para los televidentes y lúdico para quienes conocíamos a historia.

Después de “Milagros”, Doña Delia siguió experimentando con el tema de la violación. En “Emilia” el héroe, creyéndola amante de su padre, exige de la protagonista que le “pruebe” que es virgen. Emilia se niega y Alejandro la viola. A todos nos parece increíble cuando ella lo perdona y se casan. Pero la apoteosis del héroe violador”fiallesco”  llega con la escandalosa Leonela.





Desde el primer capitulo que la audiencia estaba al borde de una silla, porque nunca se había visto una telenovela tan bizarra. Todo lo rosa de Delia Fiallo se teñía de negro o rojo vivo en a historia de la Dra. Leonela Ferrari, abogado, niña bien, millonaria y a punto de casarse con otro nene del jet set. Solo que como dice el inolvidable tema de Gualberto Ibarreto: “Aquella noche un vagabundo cambió tu risa en amargura”. Paseando por su playa privada Leonela es atacada, golpeada y despojada de su virginidad por el marginal y semi analfabeto Pedro Luis.


Tras saber el calvario que debe pasar una mujer que quiere denunciar un abuso sexual, Leonela decide ocultar su vergüenza, solo sus íntimos se enteran. Pero el violador, que realmente parece un poco tarado, comienza a perseguirla y acosarla. No se da cuenta que ha cometido un delito, cree que Leonela es ahora su mujer y quiere casarse con ella. Otto, el novio de Leonela, también quiere casarse con ella, pero exige que aborte el fruto de su violación. Leonela y su tía van a una clínica clandestina. Allá las sigue Pedro Luis, pelean y él termina arrojándola por una escalera. Leonela no aborta, pero su familia decide cortar por lo sano, y mandan matar a Pedro Luis. El violador, que tiene más vidas que un gato, mata al asesino. Leonela exasperada denuncia a Pedro Luis.

Hay un juicio, Leonela representa a la parte acusadora y el acusado es condenado a diez años de prisión. No se detiene ahí la venganza de los Ferrari. Acosan a la familia de Pedro Luis, los hunden en mayor miseria. El padre muere de un infarto, su hermano de un coma diabético. Un día, Pedro Luis recibe una visita en la cárcel. Es Nieves María, su cuñada viuda (que está enamorada de el). Le muestra a su hijo Pedrito. Leonela rechazó al niño y los Ferrari lo enviaron a un orfelinato de donde Nieves lo rescató. Pedro Luis se llena de odio contra los Ferrari y contra la mujer que no tuvo piedad de un inocente.

Pasan diez años, Leonela es una mujer apagada, dedicada totalmente a su profesión. Aunque tiene un pretendiente, es incapaz de tener relaciones íntimas. La vida ha sido generosa con su atacante. En la cárcel, Pedro Luis estudia Leyes y recibe una herencia de un compañero de celda. Sale de prisión convertido en millonario y flamante abogado. Su propósito ahora es vengarse de Leonela  y su familia. Arruina las empresas del padre de Leonela y provoca su muerte. Pero la Da. Ferrari está demasiado deslumbrada por quien ahora es su colega e igual socialmente,  y no le hace muchos reproches. Además le ha bajado el amor maternal y quiere recuperar a Pedrito. Se casa con Pedro Luís, pero en la noche de bodas ya sabemos lo que pasa.



Pedro Luis se sulfura. Cree que la frigidez de Leonela es una manera de castigarlo. Se busca varias amantes. Leonela va al psiquiatra. El psiquiatra se enamora de Leonela. Una de las amantes de Pedro Luis trata de matar a Leonela. En medio de todo este atado de chorizos, Leonela y su marido tienen una de sus famosas peleas. Están ahí escupiéndose y lanzándose platos a la cabeza cuando a Pedro se le ocurre recrear su magna escena de violación. ¡Y voila! Leonela queda curada y tiene un mágico orgasmo.

Vi esta historia desde el inicio hasta la palabra “Fin”. La seguía con mis padres. Aunque mi padre siempre le daba la razón a Pedro Luis, Mi Ma y yo  odiábamos al violador. Lo extraordinario es que el público de ambos sexos parecía solidarizar con el protagonista. Nosotras estábamos en minoría, pero creo que rechazábamos la historia por la razón equivocada. Por empezar no se seguían las reglas de la fantasía de violación. Más encima no soportábamos a Carlos Olivier. Lo encontrábamos feo, pesado y mal actor.
(pipes.yahoo. com)


Diecisiete años mas tarde, en Perú hicieron un excelente refrito de Leonela protagonizado por la desaparecida Mariana Levy y (¡Slurp!) Diego Bertie. Ver a Bertie en el rol del violador me hizo mas apetecible la historia, pero con mi mirada  enfocada al Tercer Milenio traté de encontrar alguna moraleja a una fabula que denigraba e incluso culpaba a la violada.

Primero la percibí como una historia de “perdón” Demostraba que el amor podía nacer de las circunstancias mas viles. Cuando ese postulado no me convenció, pasé a creer que Leonela siempre rechaza al violador, pero se enamora del nuevo Pedro Luis, rehabilitado y bañadito. Solo en su noche de bodas se atreve a asociarlo con el mugroso que la ultrajó.

Finalmente di con la tesis de tan  desacertado drama. Leonela, más que la historia de una violación, es un relato de lucha de clases. La agresión sexual es un castigo karmico que le cae a Leonela por sentirse la reina del “entitlement”. El primer siquiatra al que visita le dice que le será mas difícil  supera su trauma “¡porque lo ha tenido todo!!!”. Se supone que es culpable de los pecados de su familia y de su novio porque en vez de denunciar sus conductas prepotentes las apaña. En cambio, Pedro Luis tiene la excusa de venir de la miseria y de la ignorancia. El salda su deuda con la sociedad, peo Leonela debe pagarla eternamente.

La originalidad de Leonela es que por primera vez se usa la violación para castigar a una “chica buena”. La violación como medio de redimir a una villana es un lugar común de telenovelas, soap operas y hasta series modernas como “Sons of Anachy” donde el personaje negativo de Gemma se humaniza tras ser agredida sexualmente. ¿Qué tipo de mensaje se transmite ahí?

A favor de Delia Fiallo, debo decir que no fue ella la única en describir heroínas violadas  o redimir a violadores. En una ocasión hice una lista que abarca 30 años de violación en las telenovelas. Alguien tuvo la cortesía de guardarla y aquí se las dejo.


En la próxima entrega, hablaremos del héroe violador en la televisión angloparlante, que también los hay ahí.

viernes, 25 de abril de 2014

La decisión de Edith: Downton Abbey 04X07


Fue una noche de altibajos en que se pasaba de la risa al llanto. Vimos a Mary jugar con lodo, a Branson ganar una silla, y la Condesa estuvo más delirante que nunca, pero también fue el episodio en que Edith casi se hace un aborto y el violador regresa a Downton Abbey.

Un viaje que saca verdades a la luz
Harold (Paul Giamatti), hermano de la Condesa de Grantham, ha tenido un percance (un lio político) y se exige la presencia de Lord Grantham en los Estados Unidos. ¡Cómo se nota que el pobre Robert fue comprado or los Levinson! Cuando la matriarca chasquea los dedos en New York, Milord tiene que cruzar el charco y prestar presencia  para que el cuñado se vea menos canallita. A Robert no le hace ni pizca de gracia viajar, pero menos le hace a Bates el tener que dejar a su mujer en estos momentos.

Como siempre, le toca a Mrs. Hughes salvar la situación. Va donde Lady May y le confiesa la tragedia de Anna. Mary convence a su padre (sin contarle lo de Anna) de que se lleve a Barrow para que lo vista. Incluso alega que Thomas estará en la gloria en el barco con tanto marinero buenmozo. El buen Conde se escandaliza. ¿De  dónde aprende esas cosas su casta hija? Mary le responde con vaga petulancia que es una mujer casada.

Muy refinado el modo en que la serie pasa de este momento chusco a la seriedad, cuando entra Bates y se entera que ya no viaja. Al salir Lady Mary, el ayuda de cámara la detiene. ¿Cuánto sabe? Es un momento incomodo para ambos, pero muy intimo. Mary intenta calmar el ánimo de Bates. Ni él ni Anna son culpables de lo ocurrido. Pero Bates no lo cree así. La culpa lo consume y lo mismo ocurre con su mujer.

A pesar de los esfuerzos de su ama, Anna no quiere desahogarse. Se alegra de compartir el secreto con Mary, pero no quiere habla del tema. Mary le recuerda cuantas veces la doncella la ha apoyado. No se necesita decirlo para saber que este par ya no son ama  y criada, sino amigas.

La suspicacia de Moseley y La Dowager necesita de una enfermera
Barrow feliz se alista para seguir a su amo al Nuevo Mundo. Antes de dejar Downton Abbey le recuerda a Baxter que debe seguir investigando. Por una vez, Moseley sale de su estupor habitual y escucha. Mas tarde interroga a la doncella. Baxter evade una respuesta.

Siempre tan consciente de los buenos modales, La Condesa Viuda espera que su hijo se embarque para desplomarse.  Lo que parecía una simple bronquitis se convierte en algo peor que amenaza volverse pulmonía. Será Isobel Crawley quien se encargue de su némesis. Convence a Cora y a Mary, que como enfermera profesional tiene mas dotes para hacerse cargo de la enferma.



Como era de esperarse, Lady  Violet resulta una paciente problemática, hecho que se agrava cuando la fiebre la lleva a delirar. Sin reconocer a nadie, se queja por todo en especial de la comida. Su enfermera no se salva. La acusa de ser más parlanchina “que párroco borracho”. Cuando, por fin, se recupera, la anciana no recuerda nada y solo quiere alejar a Isobel de su cabecera. Es el Dr. Clarkson, eterno arbitro de ese par, quien la informa de lo que le debe a la Sra. Crawley. Muy a regañadientes, Lady Violet encuentra maneras discretas de agradecer los servicios de su enfermera.

Tom vuelve a la política y Alfred vuelve a Downton
Debido a sus deberes de enfermera, Isobel no puede acompañar a Branson a un meeting político en Ripon. El ex chofer debe ir solo, llega tarde y la única silla vacante está custodiada por una joven que aguarda un amigo. A mitad del discurso del candidato, la chica le hace seas a Tom de que se siente a su lado. El candidato aprovecha de hacer una broma a costa de ambos con connotaciones románticas. Aunque simpática a escena, no me pareció ni bonita la chica ni la candidata idónea para reemplazar a Sibyl.



Alfred vuelve a la región a visitar a su familia y escribe anunciando que vendrá de visita a la Abadía. Mrs. Patmore se alarma. El retorno del aspirante a chef alborotará al personal de su cocina. Por ayudarla, Mr. Carson encuentra a Alfred en el pueblo, le inventa que hay una enfermedad contagiosa en La Abadía, e incurriendo en gran gasto, paga el hospedaje del ex lacayo en la posada de Downton y lo invita a cenar. Igual, Alfred se presenta en Downton Abey. Ivy lo recibe tan cariñosa que a Alfred no le importa que no haya virus en la cocina. Pero Daisy si de da cuenta de la estratagema de Carson  y se molesta.
Estas fueron las escenas más débiles de un excelente capitulo

Mary Had a Little Pig

El match entre Mary y Charles Blake continua. Napier comienza a darse cuenta que la viuda no  lo ve con ojos románticos, or lo que aprovecha de visitar a unos  amigos. Sola con Blake, Mary no sabe como entretenerlo y lo invita a ver los nuevos cerdos que han comprado para sus granjas. Es un largo camino.  Llegan casi al anochecer y  descubren a los cerditos  deshidratados puesto que un de ellos volcó la batea de agua de la porqueriza. Les toca a Blake y a Lady Mary ir por agua al pozo. En una de esas vueltas, ella resbala en el lodo y tiene una caída bastante aparatosa. Aun así el momento sirve para crear confianza entre Mary y su huésped socialista. Acaban lanzándose barro a las caras. Regresan casi de madrugada a La Abadía  y es Mary la encargada de dar de cenar a su invitado, preparando su única receta, huevos 
revueltos.



Tres mujeres en Londres

Edith se marcha a Londres, pero Rose se le pega. Obviamente va a encontrarse con Jack Ross. Se van a remar por el Támesis. Ross, más maduro y mundano, le advierte a la chica que esa relación les traerá problemas. Pero Rose insiste en “vivir el momento”.


Una que “vivió el momento” y ahora debe pagar la cuenta es Edith. Le confiesa a su Tía que está embarazada y ha decidido abortar. Adoré la reacción de la Tía Rosemund. Nada de sermones, un gran abrazo y mucho sentido común. Su gentileza hacia la sobrina, me hizo comprender que es la única parienta de Edith que realmente la quiere y la comprende. Y eso que los cambios hormonales y la angustia tienen a Lady Edith convertida en un cactus. Pincha a todo el que se le acerca.

Rosemund le recuerda a su sobrina que lo que planea hacer es ilegal, peligroso para su salud. ¿Además qué pasa si Michael reaparece? ¿Qué le dirá? Edith admite que nunca le diría a verdad aunque eso signifique que su amor estará basado en una mentira. Al ver tan decidida a la chica, Rosemund toma su propia decisión. La acompañará a la clínica y estará con ella durante el proceso.



Esa noche, Rose regresa tardísimo. Edith la manda a dormir y le pide que se porte mejor. Hubiera sido una excelente oportunidad para confiar en Rose y mostrarle el lado turbio de una relación pasajera. Pero, para Edith, su secreto no es algo que  compartir con una mocosa.

Al día siguiente, Rosemund y Edith se presentan en la clínica clandestina que es todo lo siniestra que uno esperaría. En la antesala, Edith llora, dice que aunque no desea abortar, tampoco quiere convertirse en una paria olvidada por su propia familia. No tiene el valor de su difunta hermana.

A pesar de que creo que en ese caso, Sybil hubiese enfrentado al mundo, es un poco injusto conjeturar sobre hechos que no ocurrieron. Sybil quedó embarazada dentro de la respetabilidad del matrimonio. Su hija nació en Downton Abbey, Sybil siempre tuvo el apoyo de familia y sociedad. El caso de Edith es muy diferente.

Finalmente Edith renuncia a abortar. Rosemund aliviada y contenta, se lleva a su sobrina del lugar.
SPOILER: A pesar de que Edith no aborta, va a dar a su hija en adopción y al menos hasta la quinta temporada, no les dirá nada a sus padres. ¿Fue la decisión acertada? ¿O fue cobarde?

El regreso del violador
La noticia de que Tony Illingham viene a pernoctar en la Abadía, llena a Mary de felicidad y evidencia que se siente atraída por el ahora novio de Mabel Lane-Fox. Mary se sorprende al saber que Charles Blake conoce a Tony, que sirvieron juntos en La Marina durante la guerra, y que participaron en La Batalla de Jutlandia.

Lamentablemente, Lord Illingham no puede vestirse solo y el repulsivo Green regresa a la cocina de Downton. A pesar de que Mrs. Hughes lo advierte que debe mantener un perfil bajo y no dejar que Bates sospeche de él, el violador se muestra cínico y altanero. Acusa a Anna de haber tenido sexo con él voluntariamente. “Habíamos bebido demasiado”. Luego en la mesa comienza a alardear que harto de los “gritos” de La Melba, bajó a la cocina esa noche. Bates para las orejas. Es la confirmación de sus sospechas de que Green atacó a su mujer.

El modelito de la semana


Rose me exaspera por irresponsable, pero saca cada vestidito. Me encanta este camisero estampado con ribetes azules que usa para ir de excursión con su músico favorito.

domingo, 20 de abril de 2014

In Memoriam: Mayra Alejandra (1958-2014)


Con inmensa tristeza he recibido la noticia de que ha muerto la actriz venezolana Mayra Alejandra. Tristeza y nostalgia por toda una era de la telenovela venezolana, importantísima en el género. Recordemos juntos a Mayra  y sus tiempos.

La telenovela en Venezuela tiene un historial largo que se remonta a unitarios y dramatizados de los 50’s. De eso ya queda poco material para informar a los historiadores del género. Para todos los efectos, Latinoamérica da la bienvenida a la telenovela venezolana a comienzos de los 70’s. El producto venezolano que se internacionaliza va vinculado a tres factores: la compañía Venevision, la escritora Delia Fiallo y la pareja icónica conformada por José Bardina y Lupita Ferrer.

José Bardina y Lupita Ferrer


Pero no solo Venevision hacía telenovelas en Venezuela. Radio Caracas Televisión ya intentaba competir con libretos de Inés Rodena que anteriormente habían hecho furor en las radios cubanas pre-Fidel Castro,  y con un galán, Raúl Amundaray, que alternaba con primeras damas de la televisión como Marina Baura y Doris Wells. Fue en “Valentina” (1975), protagonizada por la dupla Baura-Amundaray, donde debuta en un pequeño papel, una liceana llamada Mayra Alejandra.

Hija del comediante Charles Barry y la escritora Ligia Lezama, la adolescente impresiona a los productores. Un año más tarde, le dan su primer rol estelar en “Angélica” de Manuel Muñoz Rico. A sus dieciocho años, Mayra hace pareja con el cantante de moda, José Luis Rodríguez “El Puma” que ya viene con glamur telenovelero gracias a su trabajo en Venevision en famosas historias de Doña Delia como “La Señorita Elena” y “Una Muchacha llamada Milagros”.


Mayra se convierte en el rostro joven de RCTV. Junto al Puma protagoniza “Tormento”. Basada en la novela de Benito Pérez Galdós, es parte de la tendencia de RCTV de trasladar novelas clásicas al marco de una Caracas de los 70’s. De ese mismo estilo es “Piel de Zapa” (basada en el relato de Balzac) que Mayra coprotagoniza junto a Raúl Amundaray y Pierina España. En “Tormento” Mayra comparte créditos con José Luis Rodríguez y Jean Carlos Simancas que interpreta al sacerdote que la seduce. Seguirán siendo triangulo en sus próximos trabajos: “Carolina” y “La Hija de Juana Crespo”.


La primera es una adaptación del radioteatro de Olga Ruiz López, “Yo Compro Esa Mujer”. Acababa  yo de ver la versión argentina por Telemundo, cuando comenzaba “Carolina” por Univisión (entonces “Cadena SIN”). Manuel Muñoz Rico adapta la historia situándola en una Venezuela moderna lo que sirve para que las actrices principales, Mayra y Pierina España, luzcan la moda del momento. Yo copié muchos de los modelos de Mayra, e incluso mi vestido de graduación era uno parecido al que usaba la actriz en una salida con Simancas en la novela.

Mayra y El Puma


Un corte muy diferente tendría “La hija de Juana Crespo”, una de la mas aplaudidas interpretaciones de Mayra. Escrita por Salvador Garmendia, Ibsen Martínez y el fabuloso José Ignacio Cabrujas, LHDJC es punto de inicio  en RCTV para lo que se conocería  como “telenovela cultural”, y que en décadas posteriores pasaría a llamarse “telenovela de ruptura”: una fusión del “culebrón” con drama social, salpicada de mensajes didácticos y de denuncia.


Esta historia ofrece parecidos con la posterior “Rafaela” de Delia Fiallo, pero es en muchos sentidos más cruda. Hilda Vera interpreta a Juana: sirvienta, madre soltera que ha rodado por la vida, siempre yéndole mal en las finanzas y en el amor por lo que acaba con cuatro hijos de diferentes padres. Su única ilusión es que Diana (Mayra Alejandra) la mayor de sus hijos, vaya a la universidad y se supere. Pero una noche, Diana es atacada por un grupo de maleantes y rescatada por Gustavo (José Luis Rodríguez).

Se enamoran, pero Gustavo es un “hijo de Papi” sin oficio ni beneficio. Para colmo, se enreda con su madrastra (Pierina España). Diana entonces inicia una relación con el policía David (JC Simancas) que es subordinado de su verdadero padre. Casi se casan, pero Diana regresa con Gustavo y queda embarazada, demostrando que su destino es revivir la trágica experiencia de su madre.



LHDJC aportó muchas novedades al género, cambiando la fisonomía de la telenovela venezolana con su inclusión de  lenguaje coloquial y su exposición de problemas sociales que los caraqueños vivían día a día como la criminalidad en las calles, y la lucha por salir adelante de millones de madres solteras como Juana y su hija. También sirvió para demostrar la calidad histriónica de Mayra.



Un problema al rememorar a Mayra Alejandra es que destaca en la memoria su imagen de símbolo sexual de la cual no podía escaparse ya que tenía un “cuerpazo”. A pesar de que mi mamá y yo (ya hablaron las envidiosas) la tildábamos de “gorda”, Mayra era un “mujeron” con curvas de actriz italiana de los 50’s. Quizás por eso era difícil pensar en ella como talentosa. Sin embargo roles como el de Diana Crespo atestiguan su capacidad actoral.


Mayra también hará cine. Román Chalbaud, que ha dirigido a la actriz en “La Hija de Juana Crespo", la pone ante cámaras cinematográficas para adaptar a un escenario contemporáneo la Carmen de Merimee. “Carmen la que Contaba 16 Años” (1978) no será la única cinta fílmica de la diva. El mismo Chalbaud la dirigirá en una adaptación de la novela dieciochesca “Manon” (1986). Ahí Mayra comparte créditos con uno de mis grandes amores de telenovela, el colombiano Víctor Mallarino.

Mayra y Victor en "Manon"


Pero el universo de Mayra Alejandra es la telenovela. A fines de los 70’s no le faltaba trabajo, la emparejaban con todos los actores conocidos de RCTV. Con Franklin Virguez filma “Amada Mía”. Con Jean Carlos Simancas hará “Mariela, Mariela” y “Barbarita”, drama de época que debe ser cancelado cuando se suicida la esposa del actor.

Mayra con Miguel Angel Landa



En “El Ángel Rebelde” Mayra da vida a una revoltosa de barrio que se enamora de un medico de pobres  y ex presidiario interpretado por Miguel Ángel Landa con quien había protagonizado “Carmen, la que contaba 16 años”. Landa  y Mayra repetirán pareja en “El Esposo de Anaïs” de la autoría de Ligia Lezama, madre de la actriz Ese mismo año (1981), La Señora Lezama escribe para su hija la telenovela cultural “Luisiana Mía”. Mayra vuelve a emparejarse con Jean Carlos Simancas en la historia de una joven que se rehúsa a ser solamente esposa y madre.


A partir de 1982, Mayra Alejandra hará pareja con Carlos Olivier en una serie de telenovelas bastante olvidables: “Jugando a Vivir”, “Marta y Javier”, y “Bienvenida Esperanza”. Aún así, será con el desaparecido actor que protagonizará su mayor éxito, “Leonela”.

Cn Carlos Olivier en "Marta y Javier"


RCTV se atreve a producir en 1983, la obra maestra y la más polémica de las telenovelas escritas por Delia Fiallo. Doña Delia quiere que Leonela sea, la entonces reina de Venevision, Hilda Carrero. Pero la actriz está atada por lazos contractuales a su empresa. RCTV pone a su pareja estrella (Mayra-Olivier) de protagonistas de la atrevida historia de una mujer que se enamora de su violador.


"Leonela" altera para siempre el concepto de la sumisa y noble heroína al presentarnos a  Leonela Ferrari, abogada, hija única de una familia de millonarios, pero tan virtuosa que guarda su virginidad para su noche de bodas. Todo  cambia cuando Leonela es violada por un marginal y queda embarazada. Traumatizada, Leonela permite que su familia se vengue de su atacante, intenta abortar el fruto de su agresión y termina regalando a su hijo. Pasan los años, Leonela vive amagada y presa de remordimientos. Un día se reencuentra con su agresor, ahora convertido en flamante abogado. Se enamora de él, pero la violación ha dejado secuelas y Leonela es totalmente frígida.



Tan novedosa es la historia que se vuelve un fenómeno televisivo y por supuesto provoca una controversia gigante. Contra ella se lanzan tanto el gobierno, como la Iglesia venezolanos. El Colegio de Abogados protesta por mostrar a una abogada a punto de hacerse un aborto (el aborto es ilegal  en Venezuela). La misma Delia Fiallo debe venir de Miami a hacer declaraciones sobre una telenovela que casi es sacada del aire. Por suerte, el mismo éxito de la teleserie permite que continúe, incluso que se le haga una secuela “Miedo de Amar”. Leonela traspasa las fronteras y triunfa donde va. Recuerdo que fue la primera telenovela de Mayra Alejandra que Univision pasó en horario estelar.


Muchas veces he tratado de imaginarme a Hilda Carrero interpretando a Leonela Ferrari y  me es imposible, y eso que La Carrero era buena actriz.  Pero para mi solo hay dos Leonelas: Mayra y la prematuramente desaparecida Mariana Levy que retrató el calvario de una mujer violada en una excelente versión peruana en 1997.
Hilda Carrero
Mariana Levy en la versión peruana de "Leonela"
Después de “Leonela”, Mayra Alejandra  y su madre se mudan a  Buenos Aires. En  Argentina, la diva protagonizará otra novela polémica ”Mujer Comprada". De la pluma de Ligia Lezama es esta historia (recientemente refriteada por TVAzteca) de una chica que, por necesidades económicas, acepta servir de madre sustituta para una pareja de millonarios y termina enamorándose del marido de la madre adoptiva de su hijo. Arturo Puig interpreta a la pareja de Mayra y ella lució "look" rubio. En 1988, la actriz graba su segunda telenovela argentina, “Valeria” junto a Juan Vitali. También trabaja junto a Arnaldo André en el unitario “Juegos Prohibidos” encarnando a una prostituta de lujo.


Mayra con Juan Vitali


Encarnará a mujeres audaces  en la pantalla, pero en la vida real la diva es discreta. Pasados sus treinta años no ha dado que hablar, pero en tierras gauchas inicia un tórrido romance con el actor mexicano Salvador Pineda. Se habla de matrimonio, pero el michoacano la deja vestida y embarazada. La prensa amarillista goza con este escándalo. Chava Pineda afirmará siempre que ella intentó atarlo con un hijo, que nunca la quiso,  y que él solo reconoció a Aaron-Salvador por consejo de su amigo Andrés García.



En el 2001, en Miami, Mayra Alejandra hará fuertes declaraciones en el programa del “Gordo y la Flaca” en contra del actor acusándolo de jamás haberse interesado en el niño que, en aquel entonces había sido diagnosticado con epifisiliosis en la cadena derecha. Salvador Pineda se defiende hasta poniendo en duda su paternidad. A pesar de las declaraciones ofensivas de Pineda, nadie nunca dudó de la decencia y  la calidad de buena madre de la actriz quien hasta su fallecimiento estuvo al lado de su hijo.

Mayra con su hijo Aarón


Ya nacido Aaron, y de regreso en su patria, Mayra Alejandra protagoniza “La Mujer Prohibida” donde interpreta a una mujer casada con un hombre mayor (Andrés García) que se enreda con su hijastro (Femando Carillo). En 1993, Venevision intenta recuperar el éxito de “Leonela”, emparejando nuevamente a Mayra con Carlos Oliver en  “Amor de Papel”. Este será el último protagónico de la actriz quien se aleja de las cámaras por siete años, regresando ya como actriz de carácter en varias telenovelas de RCTV.
Mayra con Andrés García

Mayra con Fernando Carrillo(ven-cor.ru)


Su último trabajo fue en “Harina de Otro Costal” en el 2010. Ese mismo año se le diagnósticó cáncer pulmonar. Mayra Alejandra sucumbió al mal este jueves 17 de marzo del 2014, pero su presencia y recuerdo vivirán en los anales de las telenovelas y en nuestra imaginación telenovelera.