George se puso los
pantalones, pero quien en su casa tiene donde sujetarlos es su mujercita. Los
Scott son humillados y no por blancos, y
Marian podría ser la próxima víctima de su suegrita. Veamos que ocurrió en “Love
is Never Easy”.
George vs El
Duque
Después de una
cena incomoda, no hay tiempo para oporto y cigarros. George se lleva de un ala
al duquecito a su estudio a hablar de negocios. Buckingham exige una cantidad
excesiva para poder reparar su castillo de Sidmouth. George se da cuenta―no sería
un Robber Baron si le faltase sagacidad― que el duque quiere dote y no ama a la
novia. Le dice dos cosas: a) el duque
malinterpretó a Bertha. Mrs. Russell no puede hacer promesas
sin consentimiento del marido y b) a él le importa un rábano que su hija no
vaya ser duquesa.
Héctor y su
abogado se van a sus cuartos casi de madrugada. Gladys escucha tras la puerta
como su padre regaña a Bertha por haberse metido en sus negocios.
Semi histérica, Bertha le recuerda su marido que el que no haya compromiso, los
dejará como tontos ante la prensa y la alta sociedad. George le dice que la
única tonta ahí es ella.
Marian ha estado acompañado a Gladys, pero se
le ha pasado la hora. A solas en el salón, Larry cierra la puerta y la besa. La
escena apasionada tiene un testigo, Andree, la doncella francesa. Tal como Marian
teme , Andree le cuenta a su patrona.
Preocupada por su
reputación, Marian busca consejo con tía Ada. Marian ya se ha dado cuenta de
que Bertha no va a ser una suegra fácil y teme que la desprecie por besuquearse
con su hijo de madrugada y a solas. Tía Ada la tranquiliza, es solo un beso y a
lo mejor eso ayuda a Marian a decidir si quiere casarse con Larry. En ese caso
nadie vería mal que se besaran.
Marian entonces
saca a la luz una nueva preocupación. Se ha enterado que Larry tuvo amores con
una mujer mayor. No sé si Mariancita sigue buscando una excusa para tronar con
el joven Russell o se trata de un revolver de Chejov y Mrs. Blanes está por
regresar.
Hermanas y
Rivales
Ada quiere saber cuántos
criados han apoyado su causa. Solo Mrs. Armstrong ha firmado la declaración
anti-alcohol. Agnes chilla ante la traición de su doncella. Siente que ha perdido
autoridad en su casa y en su medio social. Gime que se irá a Newport a vivir con Aurora,
con las parias y las mujerzuelas. “Al menos ahí beben vino” declama.
El problema de
Ada es diferente. Siente que nunca tendrá ni el control ni la autoridad que
ejercía su hermana. Le explica a la Señora Bauer que no solo se siente
abandonada por su servicio sino también siente que ha fracasado en una empresa
que le hubiese gustado a su difunto esposo. Cuando confía en Mrs. Bauer que
extraña a su difunto marido, a la cocinera se le ocurre que La Viuda Forte podría
entrarle al espiritismo.
Una Familia
Racista
Peggy y su
familia viajan a Newport a visitar a una parienta, la prima Athena. Estando
allá, Miss Scott recibe un mensaje del Dr. Kirkland. Se ha enterado que su
paciente está en Newport y pide permiso para visitarla. Las parientas de la
escritora se alborozan. Dorothy está segura que el médico está prendado de su
hija y Athena habla de lo importantes que son el Reverendo Kirkland y su
familia en la comunidad afroamericana de Rhode Island.
Peggy acepta dar
un paseo con su médico. Es obvio que se llevan maravillosamente bien y Peggy
acepta conocer a los padres de William. Mala idea. Los Scott y su hija se presentan
en la casa del afable Reverendo Kirkland, pero su estirada esposa no recibe
bien a los amigos de su hijo.
Phylicia Rashad está
estupenda en el rol de una mujer tan altiva y esnob como Lina Astor. Elizabeth Kirkland
está orgullosa de descender de un corneta que participó en la Guerra de Independencia,
de tener un hijo graduado de Yale, de ser de una clase que está por encima del
arquetipo de negros como Mr. Scott. (Léase esclavos de piel oscura). Incluso le
molesta que William se haya graduado de la excelente Universidad Howard, porque
es una escuela para gente de color.
La gota que colma
el vaso es cuando los Scott escuchan a Mrs. Kirkland regañando a la institutriz de
sus nietos por exponerlos al sol ya que eso les oscurecerá más la piel. Mr.
Scott dice que gente como la madre de William siempre despreciarán a Peggy
por ser hija de un esclavo y por ser una diosa de ébano. Ahí nos enteramos de
que los Hoag, la familia de Dorothy, también se opusieron, por las mismas
razones, al matrimonio de ella. Es ahí cuando Athena dice “El amor nunca es fácil”.
Me enteró que a
la gente como Elizabeth Kirkland se les llama “coloristas” y existen hoy en día. Sonja Walker, quien coescribe los guiones
junto con Julian Fellowes, ha compartido
su propia experiencia Hija de una madre mixta y de un padre con sangre nativa,
sus parientas también evitaban que tomara mucho sol que la “oscureciera más”.
Lo que dijo Mr.
Scott sobre que Peggy seria confundida con la nana de sus hijos me recordó una
anécdota que contaba la Duquesa de Sussex sobre su propia infancia y como
creían que su madre era su baby-sitter. El colorismo no es único de USA. Los
cubanos tienen un dicho “no te pongas mucho al sol que se te sale tu
abuela”. ¿Existe el colorismo o un
prejuicio parecido en otras etnias?
Bertha No se
da por Vencida
A la mañana
siguiente, George le hace una última oferta al duque. Le dará la dote que el
cree conveniente para que repare su castillo, pero el extra que Buckingham
exige lo invertirá. Lo que se recaude de esa inversión será exclusivamente de
Gladys para usarla en lo que ella quiere. El codicioso de Héctor se niega a
aceptar y se marcha de la mansión cargando maletas y abogado.
George se lava
las manos del asunto. A Bertha le da una pataleta y se va a tomar desayuno a su
cuarto. George usa ese dinerito extra que Buckingham despreció para apuntalar
su compra de tierras en Arizona. La pobre Gladys sigue de rogona con Billy.
Cree que ya no está comprometida y ahora pueden volver a hacer planes. Envía a
su hermano de intermediario pero Billy no quiere meterse entre las patas de los
caballos.
Entretanto,
Bertha se ha convertido en la stalker del Duque de Buckingham. En la ópera se
horroriza al verlo acercarse a otra familia de knickerbockers que tiene una
hija casadera. Se trata de Martha
Delancey, hija única de un banquero. Larry recuerda haber bailado con ella.
Bertha no puede
dormir. Esa noche, espera despierta a George, pero ni sus lloriqueos ni la
oferta de su entrepierna convencen al marido. Con un “estoy muy cansado” George
se va a dormir solo. Ahh, pero Bertha se enteró de un detalle importante. El
banquero Delancey está experimentando problemas con su banco.
Hay que admirar
la desesperada astucia de la irlandesa. Convoca a Mr. Delancey . Creyendo que
la convocatoria viene de George, el banquero se presenta en la Mansión Russell.
Bertha no es tímida con sus palabras y de sopetón le recuerda que no tiene el
dinero para comprarse un yerno, pero Delancey no es tonto.
Informa a su impertinente
interlocutora que él también tiene prósperos intereses en la minería y otros
negocios, pero la tranquiliza. Ellos no permitirían que su hija se fuese a otro
país con un extraño. Quieren tenerla cerca y conocer a sus nietos. Tampoco
quiere inmiscuirse en las decisiones matrimoniales de Martha.
Es que eso es lo normal,
aun entre ricos. Me pasé el fin de semana revisando las bodas de las princesas del dólar. Se dividen entre dos tipos a) bodas por
amor y b) bodas en que la chica quiere marido con título y convence a papi que
se lo compre. El caso de Consuelo Vanderbilt fue el único matrimonio obligado
de esa clase.
Siguiendo con las
artimañas de Bertha. Se despide de Franklin Delancey pidiéndole su tarjeta, a la
vez le recuerda que su Larry ya conoce a Martha. El viejo zorro se da cuenta de
por donde camina la Russell y dice admirarla y considerarla más interesante que
el duque. Mm, ya Bertha está planeando otra boda y de paso, sacar a Marian del
medio.
Antes hay que
arreglar lo de Gladys. Bertha invita al Duque de Buckingham y con carantoñas lo
convence de que lo de la esposa es del marido. Vamos, que le da permiso de
despojar a Gladys de lo poco que ha hecho George por proteger a su hija. Vengan
a decirme que Bertha solo tiene en mente el bienestar de su hija.
Perlas en el
Suelo…
La pobre Gladys
se muere de susto cuando ve a Hector aparecer escoltado por Mamá y Papá
Russell. Gladys acepta tener una conversación a solas con el Duque. Es breve
pero me da esperanzas. Hector repite lo que oímos decir al Conde de Grantham en
seis temporadas de Downton Abbey. Él se casa por dinero, pero no por
codicia. Necesita de la dote de Gladys para mantener las propiedades de las
cuales es custodio.
Solo espera que
Gladys llegue a comprender y compartir su devoción por su patrimonio. “¿No te
importa que no te ame?” pregunta la niña. “¿Cómo podrías?” responde el
Duque “si no me conoces”.
La pareja sale
del salón y le anuncia a Los Russell que están comprometidos. Vamos a ver.
Todavía no confío en Buckingham y Gladys ha aceptado bajo coerción. Se siente
traicionada por Billy y por George, ha desarrollado dudas que su madre le ha
impuesto, como que no sabe lo que es el amor, que no tiene criterio para
decidir por su vida, etc. Podríamos hablar de un trauma momentáneo y recelar totalmente
de sus decisiones.
El caso es que
los planes de Bertha siguen viento en popa. El día de la develación del retrato
de Gladys, George anuncia el compromiso de su hija. Para entonces Gladys se
debate entre el terror y la inseguridad. Nerviosamente manosea su choker
de perlas provocando una rotura del collar que da con las perlas rodando por el
suelo. A mí me pasó eso con unas perlas japonesas y ya se sabe: “perlas en el
suelo, señal de duelo” A esperar al domingo.
Factor Modas: Este episodio vio una mejora en el
guardarropa de Bertha Russell. Aunque no soy parcial al color rojo, encontré
elegante la túnica que llevó para el compromiso de su hija. Es un rojo granada
atenuado por lo sedosa de la tela, el detalle de los pliegues y el
cummerbund de encaje negro que disimula el asalto visual del carmín.
Esta combinación
de satén marfil y encaje negro también es elogiable. Ay pero esos rosetones,
uno en el hombro y otro en la falda. Too much, Bertha! También quejas de sus
joyas. Ese collar parece el cable de un celular.
Muy diferente al sencillo satén marfil que Marian lució en la ópera y que parecía diseñado por Givenchy para Audrey Hepburn si hubieran vivido en 1984.
Aunque el
estampado parezca excesivo, las margaritas dan un tono primaveral al traje que
Marian lleva a la desvelación del Singer Sargent.
Ha dado que
hablar este hermoso diseño que vistió Gladys y que los conocedores de la
historia del vestuario han llamado “el vestido Worth” por recordar un diseño de
la famosa casa de modas francesa.
Y su inspiracion
Where does Peggy find monies for all these super expensive outfits when she is poor as a church mouse? I mean she is literally a working class pauper but gets these heute couture gowns and hats from expensive silks from China. Meanwhile, Gladys looks constantly like a Muppet. That last fugliness looks like grannys curtain and makes her even more drab than she already is.
ResponderEliminarThank you for coming to gossip about fashion, my favorite subject. As in many other subjects, we disagree, but that is ok.
EliminarLet’s start with Peggy. Her poverty days are gone. She has two paid jobs, and since she has made up with her family, probably gets clothing gifts from her parents.
Going back to our different tastes in clothing. You favor Bertha’s style that I consider flamboyant, extravagant and garish. On the other hand, it has surprised me to find many TGA pages that like Gladys’ wardrobe (since Season One), and I happen to agree. I will put my foot down on the Worth dress, because it is a copy of a dress by a very famous designer ( I put a link to an article I wrote on Worth as designer and perfume making)and is quite lovely. That sort of print (ramee was called in French) was very fashionable during La Belle Epoque.