Aunque el título
en inglés significa una persona cuya herejía ha llevado a que la Iglesia Católica
le niegue la comunión, he preferido usar otra acepción, Según el Diccionario
Collins “excomunicated” también se refiere a quienes son excluidos de un grupo
como la alta sociedad neoyorquina que excluye a Ward Mcallister, o Marian que
incluso hace que impidan la entrada de Larry de casa de sus tías. ¿Qué
pasó en este penúltimo episodio? Falta solo un capítulo y vemos que a Lord
Fellowes le están gustando los finales violentos.
Peggy a Punto
de Ser Excluida
Provoca tristeza
ver a Peggy tan ocupada y contenta y saber que ese estado de cosas no va a
durar. Todo parece salirle bien. Después de un picnic con su Dr. Kirkland, y
una invitación para acompañarlo a un baile, tiene la felicidad de recibir a
Frances Ellen Watkins Harper en la Mansión van Rhijn que Ada le ha prestado
para un mitin sufragista.
No sabe que una
amiga chismosa ha informado a su suegrita de que Miss Scott parece que estuvo
casada, tuvo un hijo al que dio en adopción y asistió , junto a sus padres, al
funeral del niño. A Mrs. Kirkland se le hacen pocos los pies para correr al
consultorio de su hijo y despellejar a la nuera que no desea.
William está
alterado. Cuando dijo que no quería saber del pasado de su casi novia no
esperaba esto. Su madre empeora el chisme, como suele ocurrir con los chismes.
Le dice que tal vez Peggy sigue casada o nunca estuvo casada. Lo importante es
que regaló a su hijo. El Dr. Kirkland no aguanta más y parte a la Mansión van
Rhijn ,a pesar de que ya es noche, y pide al sorprendido Bannister que llame a
Peggy.
Ward Mcallister,
Predecesor de Truman Capote
En la vida real,
Ward Mcallister protegé de Mrs. Astor, y gran arbitro social de
Nueva York cometió un gafe fatal. En 1890 publicó un libro titulado Society as I Have Found It. En ese
volumen el sureño sacaba los trapitos al sol de quienes él había bautizado como
los “400”, la creme de la creme
de la sociedad neoyorquina.
Ese acto―que más
de medio siglo después emulara Truman Capote― le ameritó a Mcallister ser excluido y exiliado de ese entorno social
tan amado. También fue excomulgado, convertido en un paria criminal que no
merecía la gracia de un conglomerado que se consideraba tan sagrado como la
iglesia.
Lord Fellowes eligió
adelantar la caída de Mcallister―una caída de la que nunca se recuperaría―unos
seis años. Comenzamos el episodio, con los personajes, incluyendo a Miss Armstrong,
leyendo el famoso libro. Lo próximo es que en el salón de la Mansión van Rhijn,
Lina Astor, flanqueada por Mrs. Fish y Mrs. Russell, da las ordenes: Ward Mcallister
debe ser excluido, nadie debe recibirlo, nadie debe dirigirle la palabra. Son órdenes
fáciles de seguir porque no hay familia importante en la ciudad cuyos secretos
no hayan sido ventilados en el escandaloso librito.
Mc Callister
actúa como si nada. ¿Realmente fue tan ingenuo? Pronto cae en que ha
pisado el rabo del león. Las puertas se le cierran, hasta Bertha no le responde
el saludo, finalmente irrumpe en la Mansión Astor y se enfrenta a Lina.
En vez de reparar
en su error, o darse cuenta del daño que le ha hecho a quien se consideraba su
amiga, se vuelve osado. Grita que él inventó esa sociedad, que sin él no
existirían, que tenía todo el derecho a exponerlos como lo que eran, codiciosos
y arrogantes. Termina ofendiendo a Lina quien no aguanta más y hace que el
mayordomo lo escolte hasta la puerta con ordenes de no volver a dejar entrar a Mr.
Mcallister de nuevo.
¿Podría Oscar Ser Excluido?
Ada está
preocupada por su sobrino que parece no sentir la muerte de su amigo, John Adams.
Agnes le dice que a los hombres no los afectan las mismas cosas que a las
mujeres. Nosotros sabemos lo que sufre Oscar.
Mrs. Bell, hermana del difunto, invita a Oscar su casa. La reconozco, es una de las amigas de Aurora Fane. A solas, la mujer enlutada confiesa haber sido muy unida a su hermano, saber lo que fue y reconocer la importancia de Oscar en la vida de John. Le dice que John, para evitar escándalo, no pudo incluirlo en su testamento, pero, en secreto, le pidió a la hermana que le cediera a Oscar su casa de veraneo.
Muy conmovido y
alterado, Oscar retorna a su hogar y cuando es cuestionado por su madre, tía y
prima les cuenta con amargo sarcasmo que John Adams le ha sido más útil muerto
que vivo. Agnes se escandaliza, no entiende porque Adams le legó a su
hijo una propiedad. Esto es demasiado para Oscar que estalla recordando como se
sentó en la parte trasera de la iglesia como si fuese un extraño guareciéndose
de la lluvia. Een vez de sentarme al frente, como…”
El llanto gana a Oscar
y es su prima quien toma el control de la situación. Explica a las presentes
que John Adams rescató a Oscar de la pobreza, resucitó su carrera y por eso su
primo le estaba profundamente agradecido. La cámara se enfoca en el rostro de
las mujeres, principalmente Agnes, y nos damos cuenta de que saben lo que
ocurre, pero Oscar Wilde bien lo explicó cuando acuñó el término “el amor que
no puede ser nombrado”.
Marian acompaña a
su primo a su cuarto. Le dice que sabe lo que le pasa. Oscar dice que si en
verdadsupiera lo rechazaría. Marian dice que, aunque la sorprende, entiende lo
que había entre él y John. Que jamás lo rechazaría y que solo quiere ayudar.
Oscar la abraza y agrega que ya lo está ayudando.
Para todos los
que he visto en redes sociales aborreciendo a Oscar por cobarde y no salir del
closet parece que ignoran que hasta 1965, la homosexualidad, sodomía o “crímenes
contra natura” eran eso un crimen penado por la ley estadounidense. Gatos Seriéfilos
desde el Siglo XVII, ese tipo de felonía era castigado con la pena de muerte. En 1873, la pena capital fue abolida en
Carolina del Sur, ultimo sitio donde todavía se empleaba para los sodomitas. En
la Nueva York de 1884, la época de la serie, el castigo eran 20 años de cárcel
y trabajos forzados. Por eso, Oscar no anda. enarbolando banderas de Orgullo
Gay por la calle.
Marian y Larry
Increíble que Marian sea tan comprensiva con Oscar y tan tajante con su novio. Larry ha retornado de Arizona para encontrarse con una carta criptica. Cuando va a la Mansión van Rhijn Ada lo recibe en la puerta. Viene a devolverle el anillo. ¡Qué vergüenza, hasta para eso Marian usa a la tía! El pobre Larry no entiende nada. “No soy tu enemiga” dice la avergonzada Mrs. Forte, pero no le puede explicar porque Marian cambió de opinión.
A solas con su tía,
Marian se queja dramáticamente de que todos los hombres de su vida le han
fallado y que prefiere quedarse solterona y así no sufrir. Ante tal burrada,
Ada pierde la paciencia. Le dice que ni se imagina la soledad de una solterona,
que ella agradece el poquito de amor que tuvo y espera que su sobrina nunca
sienta esa soledad.
Como no lo dejan
entrar a la Mansión van Rhijn, Larry va a buscar a Marian a su trabajo. Ahí por
fin se entera del motivo de la ruptura. Pide perdón y dice que no hizo nada
malo y si mintió fue para evitar justamente lo que está pasando.
Marian, burlesca,
dice que si acaso en el futuro deberá esperar
más mentiras cada vez que Larry quiera evitar un tema desagradable y que
solo se disculpa porque lo han descubierto. Llegan las alumnas de Marian y
Larry debe marcharse.
Marian sigue en
onda generosa y lleva a Jack a ver una casa para rentar. El ex lacayo aprovecha
para narrarle lo que realmente hicieron en el Haymarket. Así Marian se entera
que Jack nunca dejó solo a su ex prometido y que solo se bebieron unas copas.
Pone cara contrita. A ver si aprende a no ser tan rápida en sacar conclusiones
erradas…
Bertha
Excluida por su Propia Familia
Bertha y Andree
han regresado de Europa. El trio de la cocina le pone una trampa a la francesa.
Le dan una falsa noticia. Un día después ese chisme circula en los periódicos.
Al ser enfrentada por Church y Co. la doncella responde con cinismo que le caen
bien los criados y la patrona, pero $40 ($400 de hoy en día) por chisme fueron más
importantes.
Unos días después
de su regreso, Bertha se encuentra con su marido que ha venido a recoger unos
papeles. Corre a contarle las ultimas noticias (el libro de Mcallister). Casi
grosero, George le dice que no tiene tiempo para chismes. Bertha insiste. Lo
que pasa en la alta sociedad los afecta. George ahora alza la voz y le anuncia
que están al borde de la ruina. Asustada, Bertha indaga sobre la situación,
pero Mr. Russell ha llegado a despreciarla tanto que ni siquiera quiere
compartir su información con ella.
Todo parece
arreglarse con la llegada de Larry y sus buenas nuevas de Morenci. Ha comprado las
minas. George está encantado, planea usar la promesa millonaria de esas minas
para convencer a los Merrick que le vendan las acciones. Sin embargo, Larry no ha podido ver a Marian.
Vuelve muy confundido a su casa y le cuenta sus padres que su novia rompió con
el y desconoce la razón. Por una vez estoy de acuerdo con Bertha en que esa actitud
habla más mal de Marian que de Larry.
Su hijo estalla y
le acusa de haber intervenido en su romance. Bertha se escandaliza como la cree
capaz... Su esposo la interrumpe “sabemos de lo que eres capaz”. Larry acusa su
madre de no importarle nadie. Para ella los humanos son meros peones que la
ayudan en sus planes de dominar el mundo. Se niega a vivir bajo el mismo techo
y también se marcha al club. Bertha queda sola en una inmensa mansión. Pero
Bertha siempre cae parada.
Lina Astor ha
decidido que con tanto escandalo debe cancelar el Baile de Newport, pero es
imposible hacerlo, casi tan imposible como para Mrs. Astor ser la anfitriona.
Le cede el puesto a Bertha. Mrs. Russell vuelve a su casa y se encuentra a su
hijo y a su esposo hablando de negocios.
Les cuenta que ha
sido elegida para conducir el baile de Newport y que Gladys y su marido vendrán
a Rhode Island para ese evento. “Vuelves a tener tus peones en el tablero” le
dice su hijo en tono sarcástico. Bertha, un poco perpleja ante la falta de
interes, les cuenta que la espía era
Andree. “Siempre sospeché de ella” comenta George sin levantar la cabeza de los
papeles que examina. Acto seguido, los hombres le dan vuelta la espalda, la
ignoran, la excluyen
En un acto de
generosidad, Bertha se digna a recibir a Ward Mcallister. Le cuenta la buena
nueva y anuncia que a cargo del baile abolirá la prohibición de recibir divorciadas.
Mcallister pregunta si su magnanimidad lo alcanza a él. Sabiamente, Bertha le
recuerda que el escritor actuó por iniciativa propia, consciente de las
consecuencias de sus actos. En cambio Aurora y Charlotte son victimas de un
sistema patriarcal. Mcallister le pregunta si puede ayudarlo, pero Bertha, con
tristeza, dice que ha aprendido a no sobrestimar su propio poder.
Lady Sarah Pasa
a Ser Excluida
George le escribe a su yerno contándole sus problemas financieros. Hector le dice a su hermana que no cuenten con dinero Russell ese mes y tal vez nunca más. Lady Sarah exige que devuelva a Gladys (como si fuera un vestido que le quedara grande) y se altera cuando su hermano se niega a devolver a su esposa.
Hector saca a
pasear a su duquesa por un jardín en su propiedad. Le señala los irises y le
dice que el color le recuerda el vestido que Gladys usó en la ópera. Su mujer
se conmueve de que él la recuerde. El Duque le cuenta de la carta recibida de
su padre. Gladys se preocupa. ¿Qué sucederá si ya no llegan remesas? .”Cruzaremos
ese puente cuando lleguemos a el”, le dice Hector.
Esa noche, antes
de la cena, el duque va al cuarto de su esposa y la tranquiliza. Nada cambiará
aunque ya no tengan dote que esperar. Gladys se atreve a decirle que hay un
hombre dentro de Hector mejor que su exterior y debe dejarlo aflorar.
Casi al final del
episodio, Los Buckingham reciben buenas noticias de América. La fortuna
familiar está intacta, Mami Bertha va a ser la chambelana del Baile Anual en
Newport y los quiere a los Duques de Buckingham ahí. Hector y Gladys lo
anuncian a Sarah. Como Lady Sarah no está invitada, esperan que vaya a
divertirse a Londres en vez de seguir esclavizada al cuidado de Sidmouth.
Sarah pregunta si
deberá abrir la casona familiar en Londres, pero Hector suavemente le dice que
ya es hora que se compre su propia casa. Sarah observa las manos de su hermano
cogidas a las de su cuñada. Se da cuenta que Hector se ha enamorado de la
“heredera yanqui” y ella ha quedado excluida.
Un Disparo en
La Noche
George convence a
los Merrick (off camera) de venderle sus acciones poniendo como colateral las
minas de cobre. Se da el gusto de llamar a Sage y humillar a Clay ante el
ferrocarrilero. No supo investigar y se le pasó el verdadero valor de las
minas. El indignado Sage se marcha, pero antes despide a Clay. Este queda ahí,
sibilante lleno de veneno, y le dice a George que no crea que no se enfrentarán
de nuevo. “Soy como las cucarachas” dice Clay, no es fácil destruirlo.
Esa misma noche,
en su oficina, George discute negocios con sus secretarios. Alguien golpea la
puerta. Es un mensajero su mensaje está dentro de un revolver, les dispara a
los secretarios y luego a George…
Factor Moda; El vestuario no estuvo tan feo porque
Bertha y Marian usaron trajes ya vistos. El peor traje fue este de Mrs. Astor, una tela pesada y un color que uno asocia con pañales
usados.
Quien estuvo de
estreno fue la Duquesa de Buckingham. No está mal este vestido, pero lo afean
estas charreteras de plumas que parecen ligas de corista.
En cambio este si me gusto. Muselina y tul blancos con un toque de color de parte de un bustier en terciopelo verde almendra.