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martes, 20 de septiembre de 2022

Whodunnit Históricos: ¿La salvación del drama de época?



Hace medio siglo que el género de detectives del pasado ha existido y florecido en la industria literaria. Hace una década y un poco más que ha tomado por asalto la televisión y los servicios de streaming y no solo los angloparlante. En este momento representan el period drama más apreciado. ¿Es esa la garantía de vida de un género siempre en vías de extinción?

Budapest Noir

Hace unos días tuve el gusto de ver una de esas gemas de la Europa del Este que trae Tubi. Budapest Noir  (2017) describe como Zsigmund Gordon un cínico veterano de la crónica roja es llamado a cubrir el vulgar asesinato de una prostituta. Al reconocer el cadáver, el periodista sabe que no se trata de una cualquiera. Es una muchacha que lo estafó un día antes obligándolo a pagar su cena, pero luego le escribió una nota pidiéndole perdón, explicándole que lo hizo forzada por el hambre. Ha sido el hambre lo que la ha llevado a vender su cuerpo y sacarse fotos desnuda, pero su ropa y su aspecto demuestran que es una dama.

No hay modo de identificarla, su bolso solo contenía un libro de oraciones en hebreo. La autopsia revela que estaba embarazada y que murió de una hemorragia interna producto de una paliza. No se sabe más porque el cadáver es robado de la morgue. Gordon se obsesiona con el caso y comienza una investigación que le muestra el lado oculto de la Budapest de 1936, con un gobierno que se acerca a la Alemania Nazi empujado por miedo al comunismo (yo ni sabía que en esa época tenían una plaza que se llamaba Adolf Hitler ) ; con un auge del fascismo y del antisemitismo entre los jóvenes,  y con una creciente aprehensión en la comunidad judía que los hace tomar decisiones trágicas.



Interesada en saber más, me metí en la Wikipedia y descubrí que la película está basada en un libro, el primero de una serie de novelas policiacas que llevan a Gordon desde ese otoño del 36, a través de la Segunda Guerra Mundial, hasta su exilio en 1956 en Viena. Aún más interesante, Vilmos Kondor, el autor, un maestro de matemáticas en una secundaria húngara, ha sido el primero en el país magyar en internarse en el género detectivesco. Que lo haya hecho precisamente con un whodunnit histórico es muy decidor. Una lástima que los húngaros no tengan los medios para convertir todos esos libros en una serie que les quedaría preciosa.



Definición y Modelos

Para quien no sepa que son los whodunnit históricos se trata de una fusión de géneros literarios: la novela de misterio y la ficción histórica. En simples palabras,  un personaje debe esclarecer un crimen en un trasfondo del pasado. A diferencia de los misterios modernos donde el/la protagonista suelen ser policías o investigadores privados, en los WH se puede escoger un amateur de entre colectivos que generalmente no tenían voz o no asociamos con labores policiacas tales como mujeres, clérigos, o personajes inclusivos como la serie de Lord John. En un spinoff de su exitosa Outlander, Diana Gabaldon involucra a Lord John Gray, aristócrata dieciochesco, oficial del ejército,  y gay enclosetado , en varios asesinatos que debe resolver.



El esquema contempla tres modelos: una comisaría del pasado (Endeavour, Paris 1900) incluso en un espacio rural,  hasta en una reservación Navajo como en Dark Winds. La segunda tiene un policía trabajando con un ayudante que puede ser periodista (Tokyo Vice), psiquiatra (Vienna Blood) o una intrépida dama detective (Phryne Fischer, Miss Scarlett). El tercero corresponde a un personaje histórico o literario que se ve obligado a resolver un asesinato o incluso es sospechoso del crimen (Leonardo).



A pesar de que no hay una fecha exacta del nacimiento de este tipo de narrativa, se sabe que se puso de moda en Los Cuarenta. El pionero fue Robert van Gulik con su soberbia saga del Juez Dee, un magistrado chino del Siglo VI que investiga crímenes acompañado de unos secuaces ex bandoleros. Lo interesante es que Gulik descubrió a este singular caballero en un manuscrito en Tokio. El relato en japones hablaba de Di Renjie, un magistrado de la China medieval. De ahí nacería este fascinante detective.



La primera obra fue una colección de cuentos que apareció en 1949 y todavía no ha sido traducida al castellano. Esto cambió en 1958 con Los Asesinatos del Campanario. Aunque la saga acabó tras la muerte del autor en los 60, el francés Frederic Lenomard la resucitó en este siglo y sus obras ya pueden leerse en castellano.



Para fines de la década de Los Cuarenta, el subgénero estaba tan de moda que hasta sus maestros le daban una probadita . Así tuvimos a John Dickson Carr con su The Bride of Newgate (1950) que tiene lugar en las guerras napoleónicas y Dame Agatha Christie trasladó su olfato policiaco al Egipto de los Faraones en La venganza de Nofret (o Death comes to All, su título original) . Hace unos años que la ITV viene barajando el proyecto de llevarla a la pantalla.



Detectives con Sotana y Alza Cuello

Por supuesto todas estas novelas fueron opacadas por el talento de Ellis Peters quien en esa época creó toda clase de misterios que le cortan el camino a Fray Cadfael un ex marino mercante, ahora monje benedictino,  experto en homeopatía y botánica,  que debe usar sus conocimientos para solucionar crímenes en una Inglaterra del Siglo XIII que lucha por encontrar un rey. En los 90s, cuando la BBC era LA BBC,  convirtió esta saga en serie con Cadfael en manos del mega competente Sir Derek Jacobi. Puede verse en USA totalmente gratis por Tubi ( Está en YT con subtítulos en español).


A un nivel más sofisticado tenemos el clásico El nombre de la rosa de Umberto Eco. Este bestseller fue llevado a pantalla grande con escaso éxito. Tristemente, esa adaptación palidece ante el horror perpetrado por la RAI en una miniserie del 2020 apestosa a wokismo.



Para cuando el subgénero llegó a la televisión todos los detectives literarios se habían vuelto cosa del pasado. Eso lo hemos visto en la evolución televisiva de Sherlock Holmes, hasta que en este siglo vino ese cambio que no me cuadra de traer a Sherlock a vivir en el Tercer Milenio. Sir Arthur Conan Doyle y Dame Agatha, han sido los más usados en la formula del drama de época detectivesco. BritBox y Apple se han dado el trabajo de reversionar todo lo de Poirot y Miss Marple llegando a ejemplos risibles como la última versión de The ABC Murders en que John Malkovich nos revelaba que Poirot era un cura renegado (WTF?)



Otros cambios extraordinarios fueron los hechos en las últimas andanzas de Perry Mason, el abogado creado por Earl Stanley Gardner.  Interpretado por el insuperable Matthew Rhys, Mason es ahora un veterano de guerra, medio alcohólico, andrajoso y cargando traumas bélicos,  que a lo largo de una temporada pasa de detective a abogado en la Los Angeles de 1932. Mas curiosos son los cambios woke hechos por la HBO. Della Rees es lesbiana, Paul Drake, un patrullero negro,  y Perry comparte cama con una feísima aviadora mexicana. A pesar de todo fue muy buena serie y aquí estoy esperando la próxima temporada.



Otro famoso detective es el Padre Brown de G. K. Cheterton que, como el Hermano Cadfael,  utiliza una combinación de saber seglar, psicología y fe para solucionar crímenes en la campiña británica. En el 2014, Mark Williams,  más conocido como Papa Weasley de la saga de Harry Potter,  se encargó de ponerse la sotana en una versión que tiene lugar en un espacio rural ingles a mediados de Los Cincuenta y que ya lleva nueve temporadas.



Aprovechando el éxito del sacerdote católico, la BBC se encargó de producir Grantchester que describe los quehaceres de un pastor anglicano (James Norton) en el pueblecito del título en los 50.  Quehaceres que incluyen un par de crímenes que involucran tanto al inspector como al pastor.



El éxito del Padre Brown le ameritó un spinoff,  Sister Boniface Mysteries. La Hermana Boniface que posee un doctorado en ciencias forenses, sirve de consejera de la policía local en Los Costwold donde está el convento de la sagaz monjita. La acción tiene lugar en Los Sesenta.



El whodunnit histórico cubre todas las eras. Esa versatilidad lo hace difícil y caro de adaptar.  Tal vez por eso nunca se materializo la adaptación prometida por Showtime de la serie de Lindsay Davies sobre un detective,  Marcus Didius Falco, en la antigua Roma.



Tal vez por eso nunca se materializó la también prometida sobre Shardlake, el jorobado. Sir Kenneth Branagh estaba listo para protagonizar una serie basada en la saga de C.J. Samson sobre el abogado y fixer del Siglo XVI. A través de ocho novelas, Shardlake ofrece sus servicios sucesivamente a Cromwell, al Arzobispo Crammer, a la Reina Catalina Parr,  y a la Princesa Isabel, pero Branagh prefirió meterse en pellejo primero de Wallander y luego de Poirot antes que en terreno Tudor.



En cambio, a comienzos de siglo la televisión francesa hizo una estupenda adaptación de las novelas de Nicholas Le Floch. La saga de Jean Francois Parort sigue la pista de un policía que también es marqués y miembro de la corte de Luis XV. En la década pasada, los franceses dejaron de un lado el tema con la excepción de la ridícula adaptación de novelas de Agatha Christie o la antipática Mysteries of Paris que puede verse en Walter Presents.



Psiquiatras, Lizzie Bennett y hasta Agatha Christie Resuelven Crímenes

El modelo que sigue el género en esta década es emparejar a un policía veterano con algún joven imberbe que no es parte del aparato policial. Están de moda los psiquiatras que aportan una ciencia nueva, ridiculizada por muchos.  Así TNT adaptó dos novelas de Caleb Carr que son parte de la saga The Alienist.



Ambas giran en torno al psiquiatra vienes Lazlo Keisler (Daniel Bruhl) que investiga crímenes escabrosos en la Nueva York de fines del Siglo XIX. Sus ayudantes son John Schuyler Moore (Luke Evans) dibujante, periodista y playboy de sociedad,  y Sarah Howard (Dakota Fanning) “niña bien”,  que se ha atrevido a meterse en la cueva de los machos, una comisaría de Manhattan, no como policía sino como taquígrafa lo que no le evita bromas pesadas y comentarios soeces de parte de sus machistas compañeros de trabajo.



En vez de llevar al psiquiatra europeo a la urbe del Nuevo Mundo, Frank Tallis escogió hacer lo contrario en su series que la BBC ha convertido en Vienna Blood. En la capital del imperio, en el fin-de-siecle,  un veterano inspector de policía debe aceptar la ayuda y sapiencia de un joven psiquiatra judío. Dos temporadas ya nos han hecho tomarle cariño a esta desigual mancuerna.



Lamentablemente la televisión austriaca no contenta con coproducir Vienna Blood se lanzó a hacer una imitación bajo la guía de Netflix, lo que ya en si es desaconsejable. Freud fue una vergüenza pública. lo que iba a tener al joven Sigmund navegando por la alta y baja sociedad del reinado de Francisco José, acompañado de un gruñón policía más psicópata que los villanos que persigue y una hermosa médium que es utilizada por conspiradores húngaros,  se tornó en una orgia de sangre, violencia y sexo, que por suerte ya ha sido olvidada.



Freud es otra ejemplo de cómo el género recluta figuras reales o de clásicos literarios para labores detectivescas. Orgullo y Prejuicio,  que se ha convertido en un referente del fanfiction literario, motivando desde erótica hasta parodias de zombies, tuvo su instante de misterio con Death Comes to Pemberly. La creadora del inspector Dalgliesh, la baronesa P. D.  James tuvo al Matrimonio Darcy de cabeza tratando de descubrir quién de sus invitados en uno de esos weekends tan británicos no tenía motivos para matar al irreprensible Wickham.



En cuanto a figuras reales tenemos a Arthur Conan Doyle haciendo dupla con el gran Houdini en la serie de ITV Doyle and Houdini que los tiene investigando misterios. Tal como en Agatha Christie and the Truth of Murder la novelista intenta esclarecer la desaparición de la ahijada de Florence Nightingale. Dame, Agatha es un personaje que gusta aparecer en los misterios históricos incluso extranjeros como en la serie turca Midnight at the Pera Palace y en la española Gran Hotel. Si el creador de Sherlock Homes intervenía en The Murdoch Mysteries, la madre de Poirot y Miss Marple visitaba a Frankie Drake en la Toronto de los Locos 20 para darle algunos consejos a la novel investigadora.

La Influencia de Phryne Fisher

Murdoch y Frankie Drake son ejemplos de cómo el HW ha cruzado el charco y se ha establecido en territorios de la Commonwealth y no solo Canadá. En Australia los misterios de; Dr. Blake ya llevan varias temporadas. Pero si vamos a hablar de OZ tenemos que mencionar a un fenómeno que ha inspirado secuelas, imitaciones y hasta filmes. Obvio que hablo de Miss Fisher’s Murder Mysteries.





Basada en las novelas de Kerry Greenwood, la serie conserva ese fascinante y desconocido setting de la Melbourne de Los 20, con una aristócrata que,  tras servir de enfermera durante la Gran Guerra y de pasar un periodo en la bohemia parisina, retorna a Australia para descubrir que la alta sociedad de Las Antípodas la aburre y que le interesa más ser una “dama detective”.

Lo que los productores hicieron fue agregarle cambios fantásticos de los que ya he hablado en otra entrada. El mayor de ellos trocar al bonachón, pero soso,  Inspector Jack Robinson,  en un socio e interés romántico de la protagonista. Interpretado por el mega bombón Nathan Page, es él quien,  en conjunto con su increíble química con Essie Davies,  provee el mayor atractivo de la serie.



Entre otros logros, Phryne Fisher ha pasado a la historia por ser la primera (antes que Sanditon) serie que tras ser cancelada ha sido revivida en una tercera temporada por exigencias desde todo el planeta de parte de devotos fans. El público no puede quejarse. Tras una tercera temporada, Phryne se despidió (apropiadamente con tremendo beso con Jack) para renacer en dos filmes e inclusive motivar una secuela:  Miss Fisher Modern Mysteries en la que una supuesta sobrina de la honorable detective investiga crímenes en la Melbourne de Los 60.



Es innegable que la glamorosa Miss Fisher también ha servido de inspiración para las aventuras de Frankie Drake y de Miss Scarlett and the Duke, cuya segunda temporada abre este otoño en la PBS. Como Phryne, Eliza Scarlett es una refinada damita. Solo que opera en una sociedad menos liberal que la Australia de los locos 20. Eliza vive en el Londres victoriano, pero la muerte de su padre la ha dejado poco menos que en la calle. Su única salida es trabajar y el único trabajo que se siente capacitada para desempeñar es el de detective. La serie hace hincapié en los esfuerzos de Miss Scarlett por conseguir clientes, por convencerlos de que una mujer tiene mente y recursos para resolver crímenes y lograr lo último a veces con ayuda de un policía medio alcohólico y huraño que es apodado “el Duque”.



Y si hablamos de damitas victorianas resuelve-misterios no debemos dejar atrás al género juvenil con la serie de Enola Holmes, en la cual la hermana-de-ya-saben-quien (interpretado por Henry “derríteme” Cavill) decide demostrarles a sus machistas hermanos que Sherlock no es el único detective de la familia. Interpretada por Millie Bobby Brown, Enola ya ha protagonizado un filme y Netflix la tiene para este otoño resolviendo otras fechorías.



El año pasado en Europa tuvimos kilos de thrillers policiales en ambientes contemporáneos, pero solo dos de época, Leonardo de la RAI y Voskresenskiy/El Profesor hecha en Rusia. Aunque una tiene lugar en la Milán del Renacimiento y la rusa transcurre en San Petersburgo en vísperas de la Gran Guerra, ambas tuvieron algo en común ser malas con mayúscula lo que no ha impedido que la RAI solicite una segunda temporada para esclarecer los misterios del Gran Da Vinci.



Noirs Totalitarios

No puedo acabar sin hablar de mis temas fetiches. ¿Existen misterios que tengan lugar en mis espacios favoritos: Guerra Civil, Segunda Guerra Mundial, y gobiernos totalitario?  Pues sí y muchos, pero pocos han sido llevados a la pantalla.

Aunque hay mucha ficción sobre el estalinismo totalitario, no he podido encontrar historias de detectives en ese periodo. La respuesta es tragicómica. Se debe a que en esa visión ilusoria del perfecto mudo comunista no había cabida para crímenes “burgueses”. Eso lo descubrimos en la menospreciada Niño 44 basada en la trilogía de Tom Rob Smith que fue adaptada para el cine. Leo Demidov (Tom Hardy) héroe de la Gran Guerra Patriótica y agente de la MGB (el ala militar de la KGB) descubre la existencia de un asesino en serie que se especializa en matar niños. En la Rusia estalinista de los 50, ese tipo de crimen es inexistente, por lo que Demidov y su mujer son exiliados a la tundra siberiana desde donde la pareja seguirá investigando.



El tema me recordó la excelente Gorki Park de Martin Cruz Smith llevada al cine en 1983. Como Los 80 hoy son nostalgia se la podría readaptar como serie de época. En general, aun los programas y filmes más críticos del estalinismo se abstienen de tratar el tema de crímenes y detectives.



No ocurre lo mismo con la Guerra Civil y el franquismo. Aquí en Queens , una señora judía , maestra de castellano  ( no soy yo) llamada Rebecca Pawels ha escrito una serie de misterios en torno a Carlos Tejada, un sargento de la Guardia Civil que investiga asesinatos en la España de Los Años del Hambre.   Solo el primer libro La muerte de un nacional ameritó traducción al castellano en el 2005.



Aunque los libros de Ignacio del Valle no son necesariamente novelas de misterio, le juega al género en El País de los Emperadores Extraños donde Arturo Andrade se ve obligado a encontrar, en el frente ruso, a un asesino en serie que es miembro de la División Azul. Este libro fue filmado bajo el título de Silencio en la nieve. 




Mas suerte han tenido los detectives al servicio de la Alemania Nazi. Recordemos la excelente La Noche de los Generales, llevada al cine en 1966. Bajo la dirección de Anatole Litvak y con un elenco encabezado por Peter O’Toole y Omar Sharif describía las esfuerzos de un policía alemán y su contraparte francés por esclarecer crímenes de prostitutas en Varsovia y Paris durante la Segunda Guerra Mundial de los cuales era sospechoso un general de la Wehrmacht.



Tal vez inspirado por esa original mancuerna de investigadores,  el canadiense J. Robert Janes creó la dupla Kohler-St. Cyr. Un policía francés y un oficial de la Gestapo resuelven asesinatos en el Paris Ocupado. Esta celebre serie de novelas (se perdió con mi biblioteca snif) nunca ha sido adaptada y lo merecería,



Otra famosa incursión detectivesca en la Europa Ocupada es la serie de la autora italiana Ben (Verbena) Pastor que gira alrededor del oficial de la Wehrmacht,  Martin Bora. Comenzando con Lumen que inicia en los primeros días de la invasión a Polonia, Bora debe encontrar al asesino de una madre superiora polaca, conocida por sus profecías y su olor a santidad. En siete novelas, Bora esclarecerá crímenes en Ucrania,  la isla de Creta e Italia mientras va desilusionándose tanto con el triunfo de Alemania como el gobierno de esta.




Sin embargo, el gran detective de la Alemania nazi es el Bernie Gunther de Philip Kerr que en muchas de las catorce novelas que componen la serie navega en un Berlín de Los Treinta donde los verdaderos criminales están en el gobierno. Eventualmente, lo atrapan y obligan a ingresar a las SS lo que le permitirá resolver misterios en ciudades exóticas como Zagreb y Praga. Lo fascinante de estos relatos es que Kerr juega con el tiempo y muchas veces nos llevará a la posguerra donde Gunther busca esconder su pasado en parajes tan lejanos como Buenos Aires y La Habana.



Traducidas a más de una docena de idiomas, las novelas de Kerr han atraído fans de todo el mundo, incluyendo a Tom Hanks. En el 2018, el intérprete de Forrest Gump compró los derechos de autor y se dispuso a convertir la saga de Bernie Gunther en una serie de televisión en colaboración con la HBO, pero la pandemia detuvo la posible filmación. Hoy Hanks anda en otros proyectos y la HBO anda baja de recursos económicos. ¡Qué lástima!



Entretanto en Alemania, Tom Twyker y la ZDF se pusieron las pilas con la serie de Gereon Rath de Volker Kutscher. Babylon Berlin (a la espera de su cuarta temporada) ha sido un éxito que ha traspasado las fronteras germanas con su mixtura de crónica de gánsteres, drama de comisaria y noir histórico. La serie de libros cubre los últimos años de la República de Weimar y acaba en 1934,  segundo año del gobierno de Hitler.



La Italia de Mussolini no ha estado exenta de policías que trabajan al margen de leyes fascistas. El cuarteto de Carlo Lucarelli que sigue las investigaciones del poliziotto Di Luca fue llevado a la pantalla en la primera década de este siglo. En esta década, la RAI ha comprado las aventuras policiacas y metafísicas del Comisario Ricciardi . El éxito de la primera temporada de las novelas de Maurizio De Giovanni ha ameritado la filmación de una segunda que esperamos ver en el 2023.



En este momento el drama de época angloparlante está estancado en dos modelos. El primero es el Regency Romance con Bridgerton,  Sanditon y las innumerables adaptaciones de Jane Austen que este verano nos trajo una Persuasión donde vimos a Anne Elliott orinar en público. Mas dignos son los misterios históricos. La Cuarta Temporada de Babylon Berlin llega a Europa este octubre. La tercera de Vienna Blood, ha sido aprobada. Después del estreno de Miss Scarlett and the Duke en la PBS este octubre, estamos seguros de que habrá luz verde para una tercera entrega.



Este otoño, Amazon nos trae una miniserie española con otra dama detective que en Un asunto privado persigue a un asesino en serie en la Galicia Franquista. Los investigadores hispanoparlantes están de moda puesto que Netflix en octubre estrena Belascoaran, la adaptación de las novelas de misterio de Paco Ignacio Taibó que nos llevan al psicodélico México de los Setenta a conocer a Belascoaran Shayne, un detective que resuelve lo que a policía del DF no puede. ¿No es esa suficiente evidencia de la popularidad del subgénero? ¿Por qué crees que un misterio interesa más en un marco de época?

lunes, 17 de mayo de 2021

La Francia de los 60: Drama de época continental (I)

 


Desde que Ruhami llegó a mi vida, el hastío que me perseguía debido a las condiciones del drama de época actual se evaporó. A través de diversas plataformas y servicios de streaming he descubierto que en la Vieja Europa se siguen haciendo cosas de calidad y mérito artístico y que no están obligadas a sujetarse a las fórmulas establecidas por la cultura angloparlante. Hora es de hablar de ello y comenzamos como siempre por la capital de la cultura europea: Francia.

En la primera década del Tercer Milenio, Francia se anotó dos goles en el área del custom drama. La primera fue la adaptación de las andanzas de Nicholas Le Floch, un detective aristócrata en la Francia de Louis XIV. La siguió, la extraordinaria” Un Village Français” un descarnado retrato de la vida cotidiana bajo la Ocupación alemana de un pueblito del Franco Condado.



A pesar de la fama cosechada con ambos seriados, la televisión francesa no ha probado suerte en ninguna de esas áreas. De historia antigua tenemos el dramatizado “El cardenal y la reina” que he encontrado en Vudu: una visión de los amores de Ana de Austria con el Cardenal Mazarino. Es como una precuela a “Versalles”, pero esta última serie tuvo un definitivo sello anglo.

Lo mismo ocurre con el proyecto actual de Isabelle Adjani, “Diana de Poitiers”, que será un dramatizado en dos partes. La mejor parte del cuento de la amante de Enrique II quedará en manos de Starz que ya tiene contratada a Samantha Morton para dar vida a la rival de Diane, Catalina de Médicis en “The Serpent Queen”.

                                             Adjani como Diane de Poitiers



La televisión francesa no muestra interés por el drama de época y lo deja en manos de Netflix que crea proyectos de escaso mérito y nula historicidad como “Le Bazar de la Charite” y la fantasía histórica ‘La Revolution”.  Sin embargo, hay en las productoras galas un espacio de tiempo que los vuelve nostálgicos. Son el comienzo de Los 60.

Agatha Christie a la Francesa

En mi sondeo del drama de época continental he visto que abundan los whodunnit históricos. Francia no ha sido la excepción. Aparte de Nicholas Floch y el más moderno Maigret, la televisión gala se embarcó en unas series de adaptaciones de Agatha Christie conocidas como “Les Peites Meurtres” (los pequeños asesinatos). Para no chocar con la sensibilidad purista de los fans de Dame Agatha, se han reversionado sus mejores misterios y se ha trasladado la acción a la Francia antigua, prescindiendo de los geniales detectives Poirot y Miss Marple.



La primera temporada tuvo lugar en os Años 30 y su única notabilidad fue que uno de los detectives era gay. Mas éxito tuvo la segunda ola con siete temporadas que van desde el 2013 hasta el 2019. El largo de la serie es clara evidencia de que el público la apoya. No sé por qué. La acción tiene lugar en Lille y trata de crímenes locales que debe resolver el insoportable inspector Swan Laurence cuyo mayor mérito parece ser el desprecio con el que trata a sus principales colaboradoras su secretaria Marlene, y Abril, una joven periodista.

El vestuario es glamoroso, las actuaciones pasables. Aparte de eso no veo el motivo que haya gustado tanto una serie donde su protagonista es antipático, soberbio y casi misógino en el trato de sus ayudantes. Marlene andará disfrazada de rubia tonta, pero es obvio que está enamorada del Laurence y por eso le es devota y sumisa, aunque ya solo falta que el policía la use de alfombra.

El caso de Abril es más triste. A sus veinticinco años ha acumulado desdichas causadas por su condición femenina. Ahora intenta salir adelante en el mundo de periodismo, a pesar del acoso de un editor y las pullas hirientes y desubicadas de Laurence. Debido a la naturaleza inquisitiva de Abril y a un hábito de meterse en sitios peligrosos, los caminos de la periodista y del comisario se entrecruzan constantemente.





Laurence no pierde oportunidad de humillarla y amedrentarla, usualmente usando como base de su ataque la desesperada necesidad de Abril de superar un género que la debilita ante los hombres. Así hay burlas por su vestuario (jeans que entonces no eran vistos como prendas de trabajo para la mujer) o su puritanismo a pesar de ser mujer divorciada.

Esta serie que puede verse en Amazon, Acorn Tv, y creo que hasta estuvo en Netflix, me provocó sorpresa puesto que ha sido confeccionada antes y después del MeToo, pero entiendo que a pesar del eslogan de las mituteras francesas Chacun son Porc (un puerco por cada una) todavía se considere atractivo un porc como Swan Laurence. Tal vez el que la acción tenga lugar a fines de los 50/comienzos de los 60, permita esa actitud tan reprensiblemente sexista que supera en creces el machismo del Don Draper de “Mad Men”.



El Cuento del Stalker

Otra serie que glamuriza los 60, es “Romance”en inglés “Wonderland”una fantasía romántica hecha justo antes de la pandemia.  En el 2019, Jeremie, un ex estudiante de medicina se ha convertido en un loser total. Vive de arrimado en casa de una hermana divorciada a cambio de ser baby sitter de los sobrinos, mal se gana la vida con un empleo de vendedor de vinilos en una tienda de música y cuando se tropieza con una ex novia, descubrimos que es mitómano y que ella lo dejó por su costumbre de andar con cuentos nacidos de una imaginación tan fértil como la de Walter Mitty.

La noche de Año Nuevo, unos amigos llevan a Jeremie a una disco muy original. Se trata del Wonderland, un antro dedicado al rock de comienzos de los 60. Jeremie tiene un encontronazo con el dueño, pero lo atrapa una fotografía que ve en la pared. La foto representa una mujer, de espaldas a la cámara, entrando en el mar. Aun sin ver su rostro, Jeremie enloquece por ella.



 Indaga con las camareras y descubre que el Wonderland original estaba en Biarritz en 1959. Era propiedad del padre del actual dueño. Tony ha revivido el Wonderland como una manera de conectarse.  con el padre que murió en un accidente cuando él era muy pequeño.

Totalmente obsesionado, Jeremie abandona su empleo y consigue otro como camarero del Wonderland. Incluso comienza a stalkear a   Tony. Se le, mete en la suite del hotel donde vive en un esfuerzo por descubrir la identidad de la desconocida que lo ha hecho perder la cabeza.

Finalmente, una tarde a solas en el bar, Jeremie coloca un disco de Odetta. Al final de la canción el ensimismado Jeremie nota que su entorno ha cambiado, sale del bar y descubre que está en Biarritz en 1960. Desorientado deambula hacia una playa donde un grupo de jóvenes están reunidos. Ahí ve a la mujer de sus sueños. Ella se vuelve hacia él…un solo vistazo a la bella Olga Kyrylenlo y Jeremie se obsesiona más.



Valeria, la hermanita de Chris Desforges, novio de Alice (Kurylenko), casi se ahoga. Jeremie anuncia que es médico cardiólogo, le da respiración boca a boca y cae tan bien en la familia de los Desforges que se lo llevan a su villa. Jeremie les hace un cuento chino de que es Pierre Foucher (el maestro que más odió en la facultad) y que le robaron el auto y los documentos.

Aunque el cuento tiene muchos agujeros, los Desforges son tan despreocupados como hedonistas, Jeremie/Pierre se ve envuelto en un torbellino de fiestas y asiste a la apertura del “Wonderland” original. Ahí conoce al padre de Tony y a Margaret, su amor imposible, una escritora canadiense atada sentimentalmente al novio que murió en la guerra.

Aunque existe un Papa Desforges, que es el del dinero, su presencia no se materializa y los Desforges se acostumbran al “médico”. Jeremie descubre un modo de volver al presente, pero prefiere seguir cerca de la enigmática Alice. La historia se vuelve un noir, tipo novela de Patricia Highsmith, con Jeremie convertido en un Tom Ripley. Solo que su obsesión es una femme fatale que ya le ha costado la vida la ex prometida de su novio y que según Chris miente sobre su pasado.

                          Alice, Chris Desforges y El Talentoso Dr. Foucher

Jeremie sigue a Alice hasta una granja en la campiña vasca. Además de espiarla desnuda en el baño, registra sus maletas y encuentra un cartucho de municiones. Jeremie sigue con su fisgoneo rastreando a Alice hasta Paris donde terminan haciendo el amor. Allá, gracias a un casillero privado y el diario que encuentra adentro, se entera que Alice es judía. Sus padres murieron en los campos nazis y quien los delató (para quedarse con su apartamento) fue Desforges Pere.  No es casualidad que Alice y Chris sean novios, es parte de un plan de venganza.

Lo que en papel suena muy interesante, un maridaje de misterio y viaje en el tiempo no funciona en pantalla. Wonderland se apega a formulas añejas sin renovarlas. La historia de un desadaptado que solo es feliz en el pasado tiene ecos del “Midnight in Paris” de Woody Allen. La obsesión del protagonista con una mujer de otra época evoca a la romántica “Somewhere in Time”, pero la falta de química de los protagonistas evita las similitudes positivas.  

A Jeremie/Pierre le falta la determinación y ambición de un Tom Ripley. Su única motivación es poseer a una mujer a la que nunca llega comprender del todo. Los temas de venganza, drama familiar y mentiras pasadas y presentes son demasiado serios para un protagonista que parece estar jugando a ser héroe de comedia romántica, pero que se comporta peor que el Joe Goldberg de” You”. El ritmo de la serie también es forzado con momentos de dudoso humor dando paso a otros de increíble violencia, y el final es un sinsentido total



En su loca aventura, Jeremie roba dinero, llaves y autos. Se infiltra en casas ajenas, rompe pisos, fisgonea mujeres denudas y hasta secuestra a un niño. A diferencia de Penn Badgley en “You” se supone que debemos admirarlo y comprenderlo. Digamos que la combinación de musical de Jaques Demy y “Au Plein Soleil” no le cuadra. Le falta el carisma actoral y la belleza física de Alain Delon para hacernos olvidar que es un Stalker/delincuente/posiblemente un enfermo mental. Eso según los estándares del Tercer Milenio, pero “Wonderland” nos deja saber que las reglas mituteras podrán controlar Hollywood, pero no la televisión francesa.

La Mujer en la Televisión Gala de los 60

Mi última selección es mi favorita, “Speakerine” del 2017. La historia tiene lugar en Paris en 1962. Christine Beauval es el rostro más admirado de Francia, y eso que no es ni actriz, ni cantante, ni modelo, solo una humilde speakerine, (la persona que anuncia el siguiente programa en televisión). Parece una tarea tan humilde, pero casi no hay mujeres en el rubro. La otra spkearine del canal no es tan atractiva como Madame Beauval y está ahí solo por ser la “amiguita” de un ministro.

A sus 42 años, Christine es una estrella, la esperan sus admiradores a la puerta del canal, recibe kilos de cartas elogiándola y una cantidad de Hate mail que Michelle, su fiel asistente, procura ocultar. Algunas cartas vienen de gente que cree que Christie debería estar en casa cuidando de sus hijos, pero otras parecen venir de un desquiciado que las acompaña con imágenes amenazadoras y finalmente con una estatua de cera de la speakerine cubierta de sangre.



Michelle debe contarles a los Beauval (Christine y su esposo Pierre) de la existencia de esta persona y la lista de enemigos de la pareja es larga. Incluye a la “amiguita” que fue enviada a su casa y culpa a su colega; a un utilero al que Christine hizo despedir; y sobre ellos al envidioso Darnet, director del canal. Sucede que una revista popular ha entrevistado a Christine y a su familia. Durante la entrevista, la anunciadora ha revelado que pronto conducirá un programa dirigido a la población femenina.

Este anuncio de un proyecto nunca discutido con Darnet, pone lívido al director. Su ira es fustigada aún más cuando Pierre Beauval es puesto a cargo de Mundovisión, un proyecto en conjunto con televisoras norteamericanas. Según Darnet-que ansiaba ese puestoBeauval solo lo ha conseguido por Eric Jauffret, Ministro del Interior, amigo de la infancia de Christine y compañero de armas de Pierre en Las Fuerzas Francesas Libres.

Charles de Gaulle está de regreso en el Eliseo y Eric y Pierre, sus antiguos soldados, son sus protegidos. Eric le asegura a Pierre que es cuestión de meses antes que reemplace a Darnet como director del canal. Pierre le pide a su mujer que posponga su proyecto hasta entonces. A Christine no le parece y comienza a sospechar que debe poner al padre de sus hijos en su lista de enemigos.

                              Los Exitosos Beauval

En la Francia de la OAS

Hora es de hablar de los hijos de los Beauval que pondrán los peores escollos en el camino de las ambiciones de sus padres. Antes debo mencionar un poco del contexto histórico que también es importante y ni es explicado en la serie. Tal vez los niños franceses lo aprenderán en la escuela.

A mediados de los 50, el imperio colonial francés comenzó a desintegrarse. Junto con la Guerra de Indochina hubo levantamientos de la población autóctona en Argelia, la colonia más grande del país galo.  En Argelia se creó un movimiento llamado FLN (Frente de Liberación Nacional) que comenzó una campaña en contra del poder colonial.

Aunque esto fue lo acostumbrado en todas las colonias, el escenario aquí cambió debido a que los ataques iban dirigidos a dos grupos completamente asentados en el territorio argelino. Los ataques que devinieron en masacres estaban marcados por una barbarie brutal de violaciones, mutilaciones y torturas que precedían las muertes de víctimas fueran mujeres, niños o ancianos.



Los principales blancos del FLN no eran las fuerzas militares ni las autoridades coloniales sino los colonos franceses que residían en Argelia desde hacía cien años, y la comunidad judeo-sefardí que llevaba en esa tierra desde su expulsión de España em el Siglo XV. Las peores torturas y brutalidad (hay casos tan fuertes que ni puedo describir) se las reservaba para los judíos.

Es posible que hubiese ahí un elemento de envidia. La Ley Cremieux de 1874 les había otorgado a los judíos argelinos, la ciudadanía francesa. Aunque el gobierno de Vichy derogó esa ley durante la Segunda Guerra Mundial, De Gaulle se la devolvió tras la liberación, pero los argelinos de origen árabe nunca la tuvieron.

Es cierto que, en el momento de su creación, el FLN se aproximó a la población judía ofreciéndoles que luchasen juntos contra el opresor galo, pero los judíos se sentían franceses y escogieron unirse a los Pied-Noir (pies negros) que así se apodaba a los colonos franceses. Para ser francos, la verdadera razón detrás de la actitud judía es que no había confianza en los árabes argelinos quienes habían organizado ataques y matanzas recientes en contra de la población sefardita.

                                   Niños judíos aregelinos en 1962

El caso es que la violencia en contra de colonos, judíos, y hasta árabes moderados, escaló de tal manera que el ejército francés respondió con la misma moneda, con torturas brutales y llegando a ejecutar sospechosos sin previo juicio.  Como solución, Francia sacó del retiro al General De Gaulle en 1959, pero la situación era desesperada.

La opinión mundial estaba en contra de la presencia militar francesa en el Norte de África. Los intelectuales de izquierda encabezados por Sartre y su De Beauvoir azuzaron a la opinión pública a repudiar lo que ocurría en Argelia. Una excepción fue Albert Camus, que, nacido en Argelia, apoyó a los PIed-Noir.

                              Camus el Pied-Noir

En 1960, las Naciones Unidas reconocía la independencia argelina. Dos años más tarde De Gaulle se rindió, Francia abandonó el país y las fuerzas francesas se retiraron dejando atrás casi 200.000 Harkis, auxiliares de origen argelino. El nuevo gobierno había jurado perdonarles la vida, pero pronto comenzó a masacrarlos.

Se cree que 60.000 fueron asesinados con muertes horribles acompañadas de torturas. 90.000 lograron refugiarse en Francia, ayudados por oficiales franceses que desobedecieron órdenes para hacerlo. A esta inmigración forzada se agregaron los 900.000 Pied Noirs entre los que vino la comunidad judía. Esto creó un problema inmenso de inmigración del que Francia todavía no se recupera.

                             Familia de Pied Noirs abandonando Argelia

Muchos se sentían defraudados y traicionados por el gobierno galo. Eso dio paso a la creación en Madrid, en 1962, de la OAS, una organización terrorista fundada y compuesta por ex oficiales. Su mayor actividad consistió en poner bombas que estallaban en diferentes partes de Paris y atentar en contra de simpatizantes del FLN como lo era Sartre. Aunque su mayor blanco era De Gaulle a quien se intentó asesinar en varias ocasiones, siendo la más recordada la retratada por Frederick Forsyth en El Dia del Chacal.

Es en este marco histórico donde se desarrollan los hechos marrados en “Speakerine”. Jean Claude, el hijo mayor de los Beauval estaba para hacer el servicio militar obligatorio. Sabiendo que lo enviarían a Argelia, Christine suplicó a Pierre que usase de sus influencias para impedirlo. Jean Claude se quedó en Francia, mientras sus amigos partían a África. Dos de ellos no regresaron. Se les dio por “desaparecidos” (algo que hacia el ejercito cuando los cadáveres estaban muy mutilados).



En pos de la verdad, Jean Claude cae en una célula de la OAS. Por luchar contra el gaullismo, que el joven asocia con un padre al que odia, Jean Claude se une a los terroristas sin que su familia jamás se entere de un episodio que marcará su vida. Uno de los cabos sueltos del final de Speakerine.

Colette y un Romance Políticamente Incorrecto

Mas compleja es la historia de Colette, la menor de los Beauval. A sus 18 años, Madeimoselle Colette cursa el tercer año de secundaria en un colegio de monjas. La razón de que todavía esté en la escuela es que en la Francia de entonces (y Chile también) un mal estudiante era obligado a repetir cursos las veces que fuese necesario.

Colette es pésima estudiante lo que desespera a su madre quien la sueña una profesional autovalente. Para eso le consigue trabajo, gracias a su amigo Eric, en el Ministerio de informaciones. Tan bien se desempeña Colette que acaba en la cama con su jefe.



La mejor amiga de Colette es la despercudida Marilou quien a sus 16 años ya tiene su proyecto de vida, ser actriz famosa. Eric les consigue a las chicas entradas para el debut de “Cartouche”. Junto a Belmondo y Lollobrigida, las niñas conocen a un productor que le pronostica un brillante futuro a Marilou.

El productor invita a Marilou a una fiesta privada, y ofrece pagarle por si asistencia. Con reparos, Colette se emperifolla y acompaña a su amiga a un palacete en Saint Cloud. Ahí está feliz sacando fotografías, cuando nota que no hay nadie conocido y que las parejas andan manoseándose por los rincones.

Colette quiere marcharse, pero Marilou, medio borracha, lo está pasando bien, le alcanza dinero para el taxi. A la salida, Colette se tropieza con su amante. Eric le asegura (y es cierto) que ha caído en una trampa y que no sabía que era ese tipo de fiesta. El ministro le pide a Colette que lo espere mientras convence a Marilou de que deben salir de ahí. No lo consigue y cuando vuelve a buscar a Colette esta ha huido después de ser acosada por un par de invitados.

                                   Colette y Eric en una fiesta peligrosa

 Al día siguiente, un joven argelino en Nanterre (donde se han instalado los refugiados de África) descubre en una zanja el cadáver de Marilou. Antes de ser asesinada, fue violada. La asustada Colette revela la verdad a su madre (sin contar lo de Eric). Colette va al Ministerio a buscar consejo de su amante, pero la pareja es descubierta por Christine.

La reacción de Madame Beauval es la esperada. Acusa a su amigo de ser un degenerado. “La conoces desde que era una nena. ¡Estuviste en su bautizo!” Exige que no se vuelvan a ver, so pena de hacer públicas las fotos que Colette tomó de Eric en la fiesta. A solas, Christine recrimina a su hija. Después de todo lo que ha hecho para que Colette estudie y se prepare. Todo lo que ha querido es hacerla un ser autovalente que no dependa de un hombre.

                                 Christine enfrenta al seductor de su nena

Sabemos que Christine siempre se ha arrepentido de haber dejado la universidad para criar a sus hijos. ¿Acaso no está obligando a Colette a llevar la vida que ella no vivió? Esa parece ser la opinión de Colette quien tiene otras metas. Y ahí es donde vemos el tema de las opciones femeninas tratado de una manera que sería inconcebible en una serie americana. Colette se niega a cumplir los sueños de su madre. Ama a Eric y está segura de que él le corresponde, van a casarse y tendrán muchos bebés.

Aunque sus palabras nos horroricen a las sofisticadas hembras del Tercer Milenio, ¿era un sueño tan descabellado en 1962? ¿Por qué el objetivo de Colette es menos legítimo que el de su madre?  Christine no se plantea esta interrogante. Barre a Eric y Colette debajo de la alfombra y sigue intentando reparar todas las grietas que se han abierto en su vida.



Eric va a ver al Ministro del Interior y le revela la existencia de estas fiestas tipo Jeffrey Epstein, y de los políticos importantes que avistó la noche que fue a Saint Cloud. El cree que el asesino de Marilou estaba en la fiesta. ¡Pobre Eric,! A veces es tan ingenuo como su joven amante. El Ministro está metido hasta la nariz en el asunto y también Darnet. Este aprieta las tuercas de un inspector de policía corrupto para que le cuelguen el asesinato al jovencito que encontró el cadáver.

Mohamed “Momo” Attoun es un adolescente autista, argelino obligado a refugiarse en Francia (su padre fue asesinado por el FLN, su madre es judía). A pesar de ser golpeado bárbaramente por la policía, Momo insiste en que vio a los conductores de un Renault rojo (propiedad de Darnet) arrojar el cadáver a una zanja. Nadie lo escucha, es enjuiciado y condenado a la guillotina. Lucette Attoun, su desesperada madre, suplica a Christine que la ayude, y Madame Beauval, como si no tuviera suficientes problemas, se embarca en esa cruzada acompañada del periodista Philippe Lefevre que se convierte en su amante. Muy encomiable todo, pero tal vez a Christine le conviniese velar un poco por sus hijos.

                             Christine y Philippe su colaborador-amante

El Aborto como Opción y No Solución Obligatoria

Tal vez el sueño de Colette de casarse sea una quimera, pero lo de los bebés…Christine, ocupada con sus cosas, no nota que su hija se la pasa vomitando en el baño. Colette llama a Eric y este no le devuelve las llamadas, le escribe una carta que el ministro rompe, visita su departamento, pero ‘él no le abre la puerta. Es en esa escena con Colette llorando apoyada en la puerta y la pantalla dividida que nos muestra a Eric también llorando apoyado en la misma puerta, que nos hace caer en cuenta que la quiere y no es un mero pasatiempo.

Es Jean Claude, cada vez más involucrado con la OAS, quien reconoce los síntomas de su hermana y le consigue una cita para un aborto (hasta 1975 el procedimiento fue ilegal en Francia) pero Colette se arrepiente en la sala de espera. Entretanto, Christine comete la imprudencia de advertir a Darnet de que tiene pruebas que lo vinculan al asesinato de Marilou. Esto provoca un descalabro en el gobierno y la cabeza que rueda es la de Eric Jauffret.



                           Jean Claude aconseja a su hermana

El ex Ministro de Comunicaciones, al ver su carrera política acabada, decide que no va a perder a Collete también. Va a buscarla, le dice que la ama y quiere casarse con ella. El anuncio del embarazo añade urgencia al asunto. Eric llama a Christine y la cita en un cervecería. Quiere convencerla de dar su permiso para la boda, pero ignora que ese sitio, frecuentado por políticos, es blanco de la OAS. Precisamente, es Jean Claude quien coloca una bomba que mata a Eric y casi alcanza a Christine.

                                    Ultimo abrazo de Eric y Colette

Colette esta desolada y confiesa su embarazo a su madre. Ya Christine no puede seguir ocultando la verdad a su marido. Los Beauval celebran una reunión de emergencia en la que la más interesada, Colette, no está presente, no tiene voz ni voto. Su padre insiste en que debe ser enviada un convento para madres solteras y regresar sin él bebé. Christine es más drástica, quiere un aborto. Ambos cónyuges desean una solución express que les permita zanjar el asunto y volver a cosas más importantes.





Pierre se niega a lo que considera “un asesinato”, pero insiste en referirse a su nieto como “el bastardo” Colette se da cuenta de que no puede contar con sus padres. No les importan sus sentimientos, ni siquiera recuerdan que Eric fue un amigo que ambos quisieron y que, por su memoria, deberían velar por su único hijo. Nadie repara que desde el momento en que Eric planeó casarse con Colette legitimó su relación. Que la pareja compartía un proyecto en común y que lo único que le queda a la joven de ese proyecto es ese hijo

Christine lleva a su hija al médico de la familia quien, antes de examinar a la joven, ya les está pasando la tarjeta con el nombre de alguien que le puede ayudar a abortar. Horrorizada, Colette se marcha de su casa. Es extraordinario como en un país donde el aborto es ilegal, todos estén tan dispuestos a aconsejar a la chica a deshacerse de su hijo.

El caso más chocante es el de Michelle, amiga de confianza y asistente de Christine. Cuando se entera de la situación de la joven se sorprende que Christine tenga dudas de cómo actuar. Como madre tiene el deber de obligar a su hija a interrumpir el embarazo. Colette es menor de edad, no tiene poder de decidir sobre su vida.

                            Christine y Michelle

No debería escandalizarme. Así se vivía el feminismo francés de los 60. Ese es el mundo donde Simone de Beauvoir predicaba que no debía ser una opción femenina el ser amas de casa, que había que forzar a las mujeres a ser independientes y no planear ser madres de familia.

Colette tiene 18 años. Sin ser la más madura del mundo, hoy día ella tendría el poder de votar, beber alcohol y casarse sin permiso de los padres. No es como si fuera una niña, o enferma mental que necesite que su madre decida por ella. No hay razón médica para que aborte. Su embarazo no es ni producto de una violación ni de una relación tan poco trascendente que pueda considerarse accidental. Tampoco es como si Colette tuviese objetivos que lograr que estorbase un hijo.  Al no existir una causa de fuerza mayor, el aborto deja de ser una única opción.

Para las mujeres sudamericanas de países donde el aborto legal es algo nuevo, e incluso donde todavía no está legalizado, el mensaje de “Speakerine” resulta peligroso, pero en Francia donde es un procedimiento generalizado y aceptado se pueden examinar otras opciones para la madre soltera y eso hace a la serie interesante. Aunque el capítulo final es rocambolesco y deja muchas subtramas inconclusas, la de Colette tiene un final feliz precisamente porque los Beauval comprenden que tener una madre soltera en la familia no acarrea un estigma tan grande.



Termino este repaso por la visión de los 60 en la televisión francesa recalcando que “Emily in Paris” tenía razón, los franceses no se adhieren a la visión progresista angloparlante. Al menos en su ficción de los 60 aprovechan de crear personajes que serían imposibles aun en el drama de época de la BBC.

¿Se imaginan como cancelarían en Twitter el lenguaje y actitudes machistas del Comisario Laurence? ¿O la glorificación del Stalker en “Wonderland”? Aunque tengo sentimientos encontrados con los stalkers como Jeremie/Pierre de “Wonderland”, el público “woke” está clarísimo de que alguien como Joe Goldberg de “You” puede ser fascinante, pero que se trata un psicópata y ninguna mujer se podría sentir segura con quien tenga tan poco respeto por su privacidad.

Sin embargo, “Speakerine” es el caso más significativo, porque si tal historia fuese hecha por la televisión estadounidense no tendría final feliz (veamos el descarnado retrato de una madre soltera adolescente en “Mare of Easttown”) porque las adolescentes con críos no solo arruinan sus vidas sino también al estado que debe mantenerlas a ellas y a los hijos. En cuanto al romance Eric-Colette…les llegarían más piedras progres que al de Woody Allen y Soon Yi.



Aun así, me encanta saber que en Francia todavía se pueden tocar temas que en su contexto histórico no eran chocantes como lo ha hecho” Speakerine”. Después de todo, es el país con una Primera Dama que en sus días de maestra sedujo a un alumno adolescente que hasta hoy es su marido.

¿Les parecen atrevidos o inapropiados estos resabios de culturas patriarcales en series modernas?  ¿O el hecho de que solo ocurran en period dramas los hacen más aceptables?

Les Petites Meurtes” pueden verse (en USA) por Amazon Prime y MHZ Choice y en AcornTv (USA y America Latina). Wonderland” creo que ya apareció en TV5 y está en USA en MHz Choice. “Speakerine” está en USA en MHz y ha sido vista en el 2018 en la señal internacional de TV5, pero en octubre del 2020 fue parte de la programación de Europa Europa. Así que atentos Gatos Latinos que ese canal puede repetirla.