Tras dos
capítulos de esta segunda entrega, no sabía qué era más laborioso, si engancharme
con una trama caótica o impedir que mi hermano se quedara dormido de
aburrimiento. Con excelente reparto y una respetable atmosfera de época, Perry
Mason sufre de un mal contagioso: libreto chapucero. Al menos ya para el
segundo episodio, se sabe de qué se va a tratar este caso que el bufete Mason-Street
ha tomado: el asesinato de un importante empresario del que acusan a los
Hermanos Gallardo, un par de mexicanos marginales. El error es que el argumento
se enfoca más en las vivencias personales de los personajes principales, que en lo que ocurre en tribunales, llegando a olvidarse que este es un noir
legal.
Gato Rafa decía
que tal vez el problema con esta serie, lenta e inconexa, es que se demoraron mucho en traernos una
segunda parte y se perdió el hype que suscitara la Primera Temporada. Yo prefiero
culpar a un libreto mediocre en donde se privilegia la diversidad antes que un cuento
bien narrado.
Ya vemos eso en
el primer episodio. Un Paul Drake desempleado celebra su fiesta de cumpleaños
en la casa de su cuñado donde están de allegados Los Drake. Aparece Perry Mason
que, cortésmente, se queda en la calle
como temeroso de acercarse a una festividad donde sería el único blanco. Clara
le pregunta al marido porque no ha invitado a su ex jefe, pero Paul Drake es un
personaje que representa los ideales de la nueva militancia BLM: no se Junta con
los blancos, no recibe nada de los blancos, los deprecia. Finalmente, va a la acera e interpela al abogado. Aquejado
de lo que en wokismo se conoce como White Guilt (sentimiento blanco de culpa),
el abogado intenta hacerle un préstamo que el ex policía rechaza.
Perry entonces le
consigue un trabajo como espía y fotógrafo de Pete que ahora trabaja para el
fiscal Hamilton Burger. Pete sigue
siendo mi personaje favorito porque, aunque oscuro, es genuino. Necesita que Paul ingrese en un
hotel de Perkins, un importante empresario afroamericano, y documente con fotografías las actividades
irregulares de este señor . Pues Drake descube que el empresario es un
prestamista y traficante de licor (estamos en el último año de La Prohibición),
pero agrega que es buena persona ya que
su dinero es empleado para ayudar a la gente de su comunidad.
Esto no impide
que la Fiscalía arreste al empresario. Paul Drake monta en colera : acusa a
Pete, acusa a Perry (que ni sabia en qué consistía el trabajo) acusa al Establishment blanco de haberlo
traicionado forzándolo a delatar a “uno de los míos”. . ¿A ver, Paul Drake tiene ocho años?
Cuando aceptó el
trabajo conocía las posibles consecuencias. ¿Acaso creyó que convencería a
Petede no arrestar al empresario por
ser este un pilar de la sociedad afroamericana? ¿Acaso se tomó en cuenta todo
lo que Bill Cosby había hecho por su comunidad cuando lo declararon culpable?
Si Perkins fuera una blanca paloma nadie lo hubiese arrestado. Por supuesto que
era/es más fácil arrestar a una persona de color que a un blanco prominente y
poderoso, pero eso no lo exonera de sus actividades delictivas.
Cuando Mason y
Della solicitan los servicios de Drake este dice que no puede confiar en ellos
y Perry humildemente concuerda en que no son dignos de confianza. Esto es tan
estúpido como increíble. En medio de esa terrible Depresión, nadie iba rechazar
un empleo legal y regular por militancias que desaparecen cuando no hay comida
en la mesa familiar.
No sé qué sea más
irritante si la acusaciones de Drake o los remordimientos de Mason. No solo es
lo que ha hecho con Drake loque lo atormenta. Emily , su clienta de la primera
temporada, se ha suicidado y Perry carga esa culpa innecesaria sobre sus
hombros. El primer episodio lo trae borracho cayéndose de una motocicleta y
yendo a llorarle a Lupe porque ha convertido la casa de sus padres en un bar. No puedo tenerle lástima.Le remuerde la conciencia debido a culpas que
no le corresponden, pero no tiene empacho para envenenar innecesariamente a un
inocente perro.
El
detective-abogado llega sucio y sin afeitar a la corte y gana un caso de la
manera más truculenta y aplastante, irritando a Della quien se ha pasado noches
enteras preparando un alegato menos implacable, pero que no hubiese beneficiado
a su cliente. Y es que, durante este periodo, que trae a Mason en un purgatorio personal, es
Della quien se ha hecho cargo del bufete. Ella es quien ha contratado una
secretaria (china, por supuesto) quien
consigue clientes y los entrevista. Para ser francos, Della Street es la
protagonista esta temporada, y posiblemente el personaje más interesante y
mejor logrado.
Sabemos que es
importante, porque se cambia cuatro veces de vestuario en cada episodio. La humilde
secretaria del comienzo se ha vuelto una experta diplomática y mujer de
sociedad porque consigue clientes, e información sin dejar de ser una dama. Es
refinada tanto en una velada musical a la que acompaña a Hamilton Burger, como
en un match de boxeo donde la lleva Anita, su nueva conquista. Increíblemente elegante
es su primer encuentro con este espíritu libre inspirado por Anita Loos y eso
que tiene lugar en un tocador de señoras. Aunque un estándar de la ficción gay son
estos encuentros clandestinos en baños, aquí se la arreglan para hacerlo
glamoroso y sensual sin que intercambien ni un apretón de manos.
Si me detengo en
esta descripción porque es lo más claro en una oscurísima trama y tal vez lo
único agradable,. A pesar de que hay comentarios del público que desaprueban
que la recta Della le ponga los cuernos a Hazel. La famosa escena resultó un
reverso del cliché, no solo porque la tensión sexual fue intensa haciendo
innecesario un contacto físico, pero también porque como todo con el personaje de
Juliet Rylance, fue elegante. La ropa, la conversación llena de doublé
entendres y hasta la iluminación de las lamparitas del tocador con sus
pantallas rosadas.
Eso aporta másatmosfera de época que la banda sonora de
jazz callejero o las visiones de una Los Ángeles poco atractiva y oscura aun a
la luz del día. El problema de iluminación nos recuerda aCity of Àngels con la que también comparte otra similitud:
el mal uso del tema latino.
Curioso porque
Tim van Patten se ha desligado de la dirección que ha caído en manos latinas:
la Latinx Nina López Corrado, productora de El Mentalista, el brasileño
Fernando Coímbra y mi compatriota Marily Rivas. Sin embargo, uno de los grandes
problemas de esta temporada está en el libreto que ha caído en manos de Jack
Amiel, autor de la infame The Knick.
Amiel y su equipo
han llevado a la pantalla latinos miserables, incapaces de hablar el idioma y
victimas del sistema. Aunque si bien es cierto que California tiene, hasta hoy,
un récord de abusos en contra de la población hispanoparlante (que estaba ahí
antes que los Anglos) cansa esta imagen de vagabundos siempre al borde de la
delincuencia. Si hasta en Wednesday se describe a la Abuela Addams como una
estafadora y a Tío Fester como un forajido fuera de la ley.
No soy la única
descontenta con el rumbo que ha tomado la serie. Gato Rafa anunció que, si no
se ponía mejor, más clara y específica, para el cuarto capitulo, la dejaba de ver. Mi hermano señaló que el
gran problema está en un argumento incoherente cuya primera misión parece ser
el espacio que ocupa cada actor en pantalla. Eso convierte a Perry Mason en una serie de viñetas, muchas
totalmente innecesarias que nos presentan personajes nuevos sin explicarnos su
importancia.
Para el tercer episodio sigo sin saber quién es Miss
Lawson o porque le reventaron la cabeza a Harry Goldstein. Lo único invariable de
este narración es que los ricos son sádicos perversos, que uno de ellos puede
haber matado a McCutcheon, y que los pobres son oprimidos y patéticos, el más
patético es , como siempre Perry Mason.
Contenido
Violento o Gory: Un factor
constante de la serie es que en cada episodio tendremos gore, sea un cadáver
con un balazo en el ojo al final del primero; Harry Goldstein con la cabeza prensada como
una uva en el siguiente; y en el
tercero, Lidell McCutcheon le rebana la cara a un imprudente que vino a
cobrarle una deuda .
Contenido
Sexual y Desnudos: Curiosamente
la woke Perry Mason tiene algo en común con las conservadoras series del
Oeste de Taylor Sheridan. No hay sexo gráfico y muy pocos desnudos. Cuando Catherine
Waterston, la nueva pareja de Perry va a su departamento por primera vez no los
vemos ni besarse. Tenemos que adivinar (como en una novela victoriana) que han
tenido un match en el ring de cuatro patas. En el próximo episodio los vemos en
paños menores, escena muy poco atractiva. A Della y Anita las vemos besarse—vestidas— con
las colinas angelinas de fondo y luego Juliet Rylance se levanta totalmente
desnuda de una cama para ir a encontrarse con su amante (ambas en bata) que
hace Huevos Rancheros en la cocina.
Factor
Feminista:Toda la serie se centra en Della, en su sentido común, su sentido de justicia,
su lado practico y el diplomático que le permite conseguir clientes y tratar
con ellos. Vemos también mujeres que surgen de la nada. Lupe que maneja su
propio negocio y que es la contraparte de las vulnerables mujeres Gallardo.
Anita, espíritu libre que supera convencionalismos
y tabúes para dedicarse a lo que le gusta, y la millonaria Camilla Nyrgard que ha llegado
alto sin necesidad de los hombres y que le señala a Della que no debería cargar
a un lastre como lo es el temperamental Perry Mason.
Factor
Diversidad: Mexicanos,
negros, lesbianas, sus historias ocupan mucho tiempo en pantalla ¿pero avanzan
realmente la trama? Hay una secretaria china que está ahí nada más que para
llenar la cuota de asiáticos en la serie.
Me cansé, me
jarté, ya no espero más a Netflix. Sobre todo, cuando ya hace un mes que la
Cuarta Temporada puede verse hasta en Chile. He notado que mis Gatos Seriefilos
andan desenterrando viejas notas de la serie, por lo que me fui a uno de esos sitios
legales —pero donde hay que ser cuidadosos— y que solo pueden accederse online para
verme el primer episodio. Esta es mi opinión sobre esa entrega.
Gereon en el
País de los Nazis
Comenzamos con el
Dr. Schmidt en su laboratorio torturando a su hermano. Gereon está metido en
una bañera mientras Schmidt le aplica electroshocks, le suministra drogas y le endilga una
cantilena de que lo está preparando para ser un super hombre que prevalezca en
la gran lucha que se avecina.Ya parece
El Maestre Qyburn creando a Sir Robert Strong, hasta parece Anton Lesser en 1899. No sé
ustedes, pero este cuento del Científico Loco ya aburre.
Por suerte cortan
esa escena con los créditos. Pasamos a Charlotte en una disquería comprando un
disco para Gereon con quien se encuentra en el elevador de La Fortaleza Roja.
Ahí descubrimos que estamos en el 31 de diciembre de 1931. Ha pasado un año
desde el fin de la Tercera Temporada y no sabemos cuánto ha avanzado este par
desde el beso intercambiado en el cumpleaños de Herr Graff. Charlotte regala el
disco al inspector y conciertan una cita para la Noche Vieja. Una cita que ya
trae obstáculos.
El Buda ha decido
que la Inspectora Ritter, o Fraulein
Charlotte, como la llama, sea la primera en montar guardia en 1931. Debe
quedarse toda la noche en la comisaria en la pésima compañía del pesado Boehm. ¿Hey cómo es que Bohm sigue ahí? La última vez
que lo vimos había secuestrado a la Bolsa de Berlín a punta de pistola. Deben
estar muy necesitados en la policía alemana, pero Boehm no es lo peor del rubro.
Vemos al
Inspector Rath concertando otra cita con la policía uniformada. Parece que la S.
A. quiere celebrar a su manera la Noche
Vieja y tras previo arreglo, la policía no intervendrá. Esta es la primera gran
sorpresa de la noche. Gereon Rath es miembro de la S. A. y lo vemos de uniforme
confiándole a su superior Stenne que está un poco nervioso ya que es la primera
vez que hará pública su afiliación a ese grupo paramilitar.
Vale recordar que
la S.A. liderada por Ernst Rohm (el único en Alemania que podía tutear al
Fuhrer), fue la primera avanzada militar
del Partido Nazi. El surgimiento de las SS de Heinrich Himmler creo una
rivalidad que se zanjó en 1934, cuando Hitler dio carta blanca a las SS de
acabar con Rohm y su gente en lo que se conoce como La Noche de los Cuchillos Largos.
Faltan más de tres años para eso y en este momento la S. A. quiere despedir el
1930 a su manera: asaltando las tiendas judías (y a sus dueños) en la exclusiva
Ku’Damm.
A Stenne le recuerdan que esta fiestecita no está
sancionada ni por el jefe Rohm ni por el Fuhrer. Stenne responde despectivo que
no le hace caso “ni a austriacos ni a maricas” y parte con sus secuaces a hacer
lo único que saben hacer: dar palos y
romper escaparates.
Zafiros y
Cohetes
Al otro lado de
la ciudad, en el Grunewald, en el palacete de los Nyssen, Alfred y Helga se preparan
para ser los anfitriones de una fiesta a la que está invitada Le Tout Berlín.Ahí está Heinrich Bruning, el nuevo canciller de la República de Weimar.
Ahí está el General McFarland que no sé por qué razón viste uniforme
estadounidense cuando el verdadero McFarland era ataché militar de la Embajada
de Su Majestad Jorge V.
Ahí llega Anne
Marie Nyssen, que ahora parece invitada en su propia casa, escoltada por el
(¿fiel? ) abogado Wegener. Madre Nyssen no puede ni ver a Helga y más cuando ve
que del pescuezo de la amante de su hijo pende un inmenso zafiro, el “Rothschild
Azul”. Anne Marie exige a su hijo que le quite “a esa persona esa joya
:robada”.Nyssen se ríe y la acusa de
estar celosa.
Otro invitado es Gunther
Wendt que parece que sigue siendo importante en la sociedad berlinesa y en la
policía. Nyssen se le acerca y le cuchichea que ahora se dedica a construir
cohetes. Wendt no le hace caso. Ha visto algo más explosivo. Malú Seeger
aparece vestida de smoking y sin trenzas que parece que se las cortaron a
hachazos. Wendt la invita bailar . Al verlos dando brincos en la pista, Anne
Marie comenta burlona que Wendt no es el primer bobo que enloquece por una
jovencita.
Mientras Tío
Gereon marca con tiza los escaparates que la SA debe destrozar, su sobrino
Moritz y sus amiguitos de la Hitlerjugend se han encaramado a la azotea del
edificio más alto de la zona, una tienda de departamentos (Tietze, pero en
realidad fue la Wertheim) y han colgado un estandarte con consignas antijudías.
Los SA corean esas consignas, pero también gritan: “devuélvanos nuestra ciudad”,
“queremos empleo”, ”queremos comer”.
La policía está amodorrada
esperando pase el tiempo convenido cuando reciben un sonido de alarma de la
tienda. Un dúo de ladrones de tiendas a los que quieren echarle el guante se ha
aparecido justamente en el edificio donde están los HItlerjugend parten para
allá. Resulta que los ladrones son Toni Ritter y Benny, su novio. La parejita
pasa de la juguetería a la dulcería donde se atiborran de bombones y champaña; luego van a la joyería y antes de irse pasan
por la sección abrigos y Benny envuelve a su amiguita en un tapado de lana
verde .
Llega la
autoridad, pero antes que todo saquea la joyería. Son corruptos en todos los
sentidos. Toni y Benny suben a la azotea donde se encuentran con los HItlerjugend.
Moritz intenta huir con Toni, pero ella regresa en busca de Benny y alcanza a
ser testigo de cómo un policía desvalija a su novio del botín y lo arroja al vacío.
Por fin , la
comisaria de Charlotte recibe una llamada de que están robando una tienda y que
hay un cadáver. La Inspectora Ritter parte para allá en compañía de Bohm quien
acepta el cuento de que el ladrón “se resbalo”:. Charlotte está tomando
fotografías cuando ve a su hermana en la multitud.
Toni huye y se interna
en el otro lado de la Ku’damm donde los S.A. siguen divirtiéndose. Charlotte
corre tras Toni llamándola, pero esta corre más rápido. un S. A .empuja a Fraulein
Ritter y la derriba. La mujer policía lo reconoce. Es Gereon Rath.
En el baile de
los Nyssen, Wendt ve interrumpido su romance con Fraulein Seeger cuando su
asistente le avisa de los disturbios. Wendt alcanza a llegar al sitio de los
hechos justo cuando un cohete cruza el cielo. Lo ha enviado Nyssen como parte
de la cúspide de la noche.
Una Noche de
Oro
El anfitrión se
aparece ante sus invitados ataviado en un frac de lamé dorado en el que parece Liberace
imitando a Sir Elton John o viceversa, anuncia que Helga y él se han casado,
que va a lanzar uno de sus cohetes y tras un discurso nacionalista sobre la
grandeza de Alemania, que será el primer
hombre en la luna. ¿Ya quiere ser Jeff Bezos, millonario y astronauta?
Por suerte no
todos son anuncios de orates, Nyssen baja el podio para darle paso a un Max
Raabe envejecido que entona el himno de la noche, la misma canción que
Charlotte compró en la disquería Ün Dia de Oro”.
Cortamos a una
escena inconexa pero que describirá un tema importante esta temporada. En un
restaurant de Berlín, un gánster de pelo cano y ojos vidriosos celebra el fin
de año en compañía de sus molls. Entra un desfile de gánsteres menores
que le dejan sobres con sus contribuciones. Entre ellos venos a Weintraub, pero
no al Armenio.
Wendt no se anda
en chiquitas, hace que arresten a Stenne y a toda su plana mayor incluyendo al
Inspector Rath. Pasaran una triste Noche Vieja en la cárcel. Otra triste es
Charlotte que bebe en el bar que regenta el individuo con cara de roedor que
duerme en su cama de día. “¿Te dejaron plantada?” pregunta. Ella asiente con la
cabeza.
Me cuesta
recordar que toda la primera temporada shipeé a Charlotte y Gereon a rabiar,
pero tres temporadas más tarde se han vuelto tan torpes y repetitivos que no
hay química entre ellos. Les ganan Los Nyssen y eso es bochornoso, pero si voy
a shipear a alguien es a …
Llega Malú a una
casa que no parece la suya a pesar de que el ama de llaves la reconoce. La
chica entra a la sala donde la espera Wendt en bata de levantarse y nada más. Malú
se despoja de su ropaje masculino y se le encarama encima. Tal como Gereon
puede estar de agente encubierto en la SA, la hija del General Seeger puede
estar actuando bajo órdenes de los comunistas, pero se ve sospechosamente
contenta con lo que hace.
Y finalizamos en
lo más curioso de la noche. Al son de la voz de Max Raabe, los invitados de los
Nyssen liderados por sus anfitriones bailan desenfrenadamente. Uno que no lo
hace es el más conspicuo, un viejito de cabello cano cubierto con un kipá. ¿Qué
hace un judío en una mansión llena de antisemitas? Solo sabemos que mira
indignado a Helga y a su dije de zafiros. Le pide a Wegener que lo lleve a un
teléfono. Ahí solicita una llamada trasatlántica que tendrá que pagar Nyssen.
Le responde
alguien que está en un rascacielos de Brooklyn con vistas a La Gran Manzana. El
viejito (se llama Jakub) se refiere a la voz al otro lado del Atlántico como “Avramu”
y le dice que la joya que le robaron a su familia está en Berlín. Wegener
escucha tras la puerta…
Contenido
Violento o Gory: La mitad
de la entrega estuvo ocupada por tropas de asalto nazis asaltando judíos y sus
tiendas. Un policía arroja a Benny desde los altos de una tienda.
Contenido Sexual
y Desnudos: Babylon
Berlin se está adecentado solo ese encuentro entre Wendt y Malu en que ella
muestra pechugas.
Contenido Feminista: No vi mujeres empoderadas. Anne Marie
Thyssen ha perdido negocio y familia. Helga no es más que una esposa trofeo.
Charlotte será inspectora, pero siguen tratándola como si fuese la mujer de la
limpieza. Toni creyó encontrar poder e identidad en el mundo de la delincuencia
y de milagro salió con vida.Mientras no
sepa cuál es el juego de Malú tampoco la veo muy empoderada.
Factor
Diversidad: judíos
apaleados, un judío en fiesta de antisemitas. Un compañerito de Moritz como que
anda muy cariñoso con el chico y uno de los gánsteres que trajeron contribución
era una mujer vestida de hombre.
NOTA HISTORICA:
Esta temporada está muy levemente inspirada en Goldstein, la cuarta
novela de la serie de Los Misterios deGereon Rath.
Walther Stennes
organizó una revuelta contra el alto mando del Partido Nazi cuya central estaba
en Múnich. Sus quejas iban desde que sus hombres ni eran bien pagados ni tenían
uniformes apropiados, hasta que la SA fuese dirigida por un notorio homosexual.
En uno de sus actos rebeldes, él y sus muchachos tomaron por asalto la tienda
de departamentos Wertheim, pero no fue en Año Nuevo. En la primavera del ’31,
Stennes había organizado un putsch que fracasó y fue expulsado del Partido.
Se le ordenó marchar al exilio. Stennes y su familia se instalaron en la China
donde se convirtió en consejero de Chiang-Kai-Chek. En 1949 retornó a Alemania
y tuvo el descaro de solicitar una compensación gubernamental por ser “Victima
del Nacional Socialismo”.
Antes que todo
pido disculpas si vuelvo a las andadas con los artículos largos. Es que hay
mucho que decir de Krol. La semana pasada les hablaba de la adaptación
televisiva de este bestseller polaco( Krol/King of Warsaw
en inglés) . Una queja de los amigos del libro es que el productor Jan Matuszynsky
ha metido demasiada política en su adaptación. Por algo será.Otros, en cambio, critican al silesiano Sczezpan Twardoch
por mostrar una historia deformada.
Las acusaciones
varían: enaltecimiento de los judíos o imágenes negativas de este grupo (depende
de quien se queje). Donde sí hay un consenso es que, políticamente hablando, Polonia
estaba al borde del caos en 1937. Era como un desborde de siglos de
desmembramientos y guerras. Los desmembramientos son endémicos en la región y ,
como vemos, tienen repercusiones hasta hoy en día.
La Segunda República
Polaca
Tras medio
milenio de ser un reino poderoso,Polonia es fragmentada en días de Catalina la Grande. Se la divide entre
el Imperio Ruso y el Imperio Austrohúngaro. Por casi doscientos años, los
polacos sueñan con su libertad y sufren desilusiones tras varios intentos por
rebelarse. La libertad les llega al final de la Primera Guerra Mundial cuando
se declara la Segunda República Polaca.
Desde el primer
momento, la nueva nación tiene problemas fronterizos tanto con Lituania como
con Checoeslovaquia. ¡Hasta los silesianos
se alzan en contra del gobierno en 1922! El mayor conflicto fue con la Unión
Soviética, una guerra que frena el avance soviético en Europa y que dura más de
tres años. Esa guerra, en la que peleó Jakub Szapiro, es mencionada
constantemente en Krol.
Socialistas,
Nacionalistas y Judíos
Al final de la
guerra , Polonia obtuvo un cuarto del territorio ucraniano, lo que aumentó la
población multicultural de Polonia. En Polonia existían grande minorías de
ucranianos que eran rusos ortodoxos, lituanos católicos (Polonia se anexó Vilna,
la mayor ciudad de Lituania); y los famosos volkdeutsch de origen
alemán que Hitler usaría como excusa para la invasión del ‘39. Pero la mayor
minoría étnica de la república eran los judíos. Un millón antes de la anexión
de territorios ucranianos, tres millones después de esta.
Los judíos
componían una gran parte de la población varsoviana, pero también de su sector más
pobre, el que se mantenía a base de caridades judías y estatales. Esa era la
razón por la cual había mucho antisemitismo. Más allá del racismo de los grupos
nacionalistas, se veía con recelo una
minoría que con su pobreza podía llegar a ser un foco de vagancia, miseria y
delincuencia. Era el lumpen que en libro/serie produce grandes criminales y
también las víctimas de estos.
Ni Moyshe ni sus compañeros tienen dinero, lo que los empuja al crimen
La Polonia de
entre guerras tuvo asimismo problemas internos entre los socialistas y los
nacionalistas. Tanto enredo e intentos de golpes de estado finalizaron a la
subida del poder del Mariscal Josef Pilsudsky, segundo presidente de Polonia.
Por nueve año, Plsudsky logró dominar a las facciones en conflicto y gobernar
un estado con tendencias socialistas. A su fallecimiento en 1935, el país quedó
en las condiciones que nos muestra Krol, Aunque no aparezca en la serie
(si en la novela) Ignazy Moscicky intentó hasta la ocupación alemana mantener
tanto un sitial en el gobierno como un estilo de gobernar izquierdista. En eso
fue secundado por su Primer Ministro, Felicjan Slawoj Skladkowsky, el amigo de Kum Kaplica.
Tal como nos
muestra Krol , la mayor oposición a los planes gubernamentales venía de
una claque de militares nacionalistas reunidos alrededor del Mariscal Smigly-Rydz.
La segunda facción anti-gobierno la conformaban grupúsculos fascistoides como La
Falanga, un miembro menor de las ONR, y
que solo llegó a contar cinco mil miembros (hoy tiene el triple). Otro factor histórico que nos muestran serie
y novela es que los militares decidieron unirse a los fascistas y que el enlace
lo consiguió, el del collarín, el tieso Coronel
Koc.
Aunque es cierto
que Koc estableció campos de entrenamiento para los miembros de la Falanga,
nunca hubo un intento serio de coup d’etat. Esa es una licencia que se toma el
autor para poder acabar el libro con un triunfo del gobierno socialista y de sus
amigotes delincuentes. ¿Existieron realmente lideres políticos que se dedicaban
a actividades criminales? Pues tanto Kum
Kaplica como el Dr. Radziwillek están más que inspirados en personajes reales.
Tata Tasiemka
y el Verdadero Dr. Radzilliwek
El primero se
basa en Lukasz Siemiatkowski, apodado Tata Tasiemka (Papa Cinta, por haber
trabajado en una fábrica de cintas). Como Kaplica, Tamienka había nacido en un
hogar católico y humilde de clase obrera. Desde joven mostró fervor
revolucionario, militando en el Partido Socialista. Fue arrestado un par de
veces, sirvió en el Ejercito Austrohúngaro y tras la proclamación de la República,
peleó en contra de los bolcheviques.
Tata Tamienka
En los Años 20,
hizo carrera, primero en sindicatos,
luego en política mayor, llegando a ser concejal. Iba camino al Congreso cuando
estalló el escándalo. En 1932, fue acusado por la Unión de Porteros Judíos de
Varsovia de intimidación y extorsión. Al parecer el devoto comunista,
respetable padre de familia (lo de la pedofilia es invento de Twardoch), el
generoso concejal, el amigo de políticos, era un vulgar gánster.
En el juicio se
le probaron 40 casos de extorsión acompañada de intimidación y apremios físicos
a los que no pagaban los prestamos o “protección”.Se descubrió que la banda de Tata Tasiemka
cobraba por “proteger” burdeles y pequeños negocios de los judíos del barrio de
Kercelak donde quedaba el mercado. Aunque se le consideraba un cobrador brutal,
nunca se le probó un asesinato.
Juicio de Tata Tamienka
Fue condenado a
tres años de prisión sentencia que luego fue acortada a dos años. Nunca la
cumplió. Aunque se alejó de la política, para el 1937, el gobierno de Moscicky
le otorgaba una de los más grandes condecoraciones de la Republica Polaca, la Cruz
de Oro.
Mas curiosa es la
historia tras la creación de Radziwillek. Nacido en una familia judía de Lodz, Judel Dan
Lokiet (tal como muestra la serie) comenzó— siendo un pequeño bajur— a
auxiliar a revolucionarios. Tras demostrar que su interés no estaba en ser
rabino sino devoto socialista, se le puso a estudiar en una escuela seglar.
Acabados sus estudios, el Partido Socialista lo envió a Suiza y le pagó los
estudios universitarios.
Lokiet llegó a
obtener un doctorado en química de la Universidad de Ginebra (de ahí el apodo
de “doctor”). Para entonces se había desligado del mundo judío, cambió su
nombre por Josef Lokietek, y se casó con la hija de uno de sus maestros. Se
hizo ciudadano suizo y enseñó a nivel universitario en calidad de profesor
asistente. Durante esta época, Lokietek siguió colaborando con los socialistas
polacos sirviéndoles de correo y uniéndose a organizaciones paramilitares
creadas por Pilsudsky (de ahí su uniforme).
Retornó a Polonia
apenas formada la república. Su currículo le permitió obtener un puesto en el Ministerio
de Relaciones Exteriores. Estallada la guerra contra los bolcheviques, se unió
al ejército desempeñándose heroicamente. Su experiencia militar lo colocó en la
mira del partido como peso fuerte en las luchas internas polacas entre
socialistas, nacionalistas y comunistas.Se convirtió en jefe de la Milicia de Varsovia. Simultáneamente, comenzó
a ascender en la política sindical.
Sin embargo, para
1930, era obvio que Lokietek era un peligro político. Se le acusaba de robar
fondos del partido, de por lo menos un asesinato político, de extremada
brutalidad, de usar tortura y hasta violación entre sus métodos represivos, y de conducta desordenada. Para entonces, Lokietek era un alcohólico, posiblemente
morfinómano, y se sabía que le gustaba apalear a sus esposas. Aunque en la
serie se insinúa que es amante del loco Eduardo, en la vida real , se casó dos
veces.
El Dr. Lokietec
En 1932, la Unión de Porteros Judíos, lo acusó de
extorsión y golpizas. Se le condenó a un año de prisión, del cual solo sirvió
seis meses. En la cárcel conoció a Tata Tasiemka. Al salir, se dedicó
totalmente a actividades criminales y llego a ser famoso tanto por su sadismo
como por sus borracheras públicas.
Ahora viene la
pregunta del millón. ¿Existió un Jakub Szapiro? ¿Un boxeador estrella que
además era sicario de mafiosos? La
respuesta es negativa, aunque si hubo un Szapsel Rotholc, quien en 1933 se
convertiría en el primer campeón judío de boxeo de Polonia. Aunque era muy famoso
y admirado, Rotholc nunca fue gánster y era más joven que Szapiro.
Curiosamente, es
durante la guerra que aparecen similitudes entre el boxeador y su émulo
ficticio. Ambos fueron policías en el Ghetto de Varsovia. Debido a ese pasado, después
de la guerra, el boxeador fue acusado de colaboración y expulsado de la
comunidad judía. Tuvo que exiliarse en Canadá. Se cambió el nombre, se dedicó a
la peletería y murió en Montreal. Contrasta su historia con el final de los
gánsteres reales. Tata Tasiemka se unió a la resistencia apenas su patria fue
ocupada. Arrestado por la Gestapo fue enviado al campo de exterminio de Madjanek
donde pereció en 1944.
Aún más heroico
es el final del Dr. Lokietet. Como ciudadano suizo, estuvo exento a la
persecución de los judíos. Estableció un café en Varsovia desde donde se dedicó
a conseguir papeles falsos para judíos y a contrabandear comida al Ghetto. Fue
arrestado en 1940 y cruelmente torturado, hasta el punto de que envió mensajes
fuera de la prisión suplicando le suministraran veneno. Fue liberado , pero
continuó con sus actividades clandestinas. Arrestado por segunda vez, se cree
que murió en la prisión de Pawiak en 1941, a consecuencia de la tortura.
Moyshe: un
Narrador Poco Confiable
Son estos
personajes a los que Twardoch inmortaliza en su obra y que la serie recrea con
cambios leves, pero certeros. Después de
la publicación de la novela, los críticos se lanzaron contra los aspectos “falocéntricos”
de la obra . léase un mundo que enaltece un machismo a lo Hemingway, de hombres
recios, violentos, pero también de sus “juguetes” ropa masculina, autos y sobre
todo mujeres trofeo.
Szapiro ve en Anna un trofeo que agregar a su colección
La serie le ha bajado
un poco el tono a ese mundo de machos sobre todo en la admiración/lujuria que Jakub
Szapiro provoca en hombres y mujeres. Yo diría que la en la serie Szapiro no es
digno de admiración sino de desprecio y lástima. Eso se nota en el cambio más
grande en la traslación de las aventuras del boxeador a la pantalla pequeña.
El libro es
narrado por el Brigadier Moyshe Imber, veterano del Ejercito Israelí que ahora,
en retiro en Tel Aviv, escribe sus memorias. Pero no se trata de sus
aventuras bélicas sino de su incursión en el bajo mundo varsoviano cuando era
casi un niño. Moyshe Imber es Moyshe Bernstein. ¿O no? Porque se trata de un
narrador poco confiable que muchas veces no recuerda los hechos. Nos hace creer
que sufre de demencia senil, pero al final nos da una sorpresa, tipo Sophie’s
Choice que tiene menos propósito que la que nos regalara la novela de
William Styron.
En el libro de Twardoch,
la sorpresa puede ser olvidada por el lector. Lo que importan son todas estas
fabulosas imágenes de Jakub Szapiro que, en el reino del antisemitismo que era la Polonia
de entre guerras, se convierte en un rey
judío. En la serie, Matuszynsky no le da ese respiro. Como en el segundo capítulo
nos encontramos con Moyshe, un viejito que se pasa los días mirando hacia la
calle desde su piso en Tel Aviv. Junto a él, está Magda, la noviecita de su juventud que ha cumplido el
sueño inconcluso de Emilia Szapiro, llevar a su hombre a la Tierra Prometida.
Un día en que Moyshe
está solo aparece un extraño que finge haber sido enviado por Yad Vashem.
Pronto descubrimos que es mentira. Su propósito es más siniestro, quiere
desenmascarar al anciano obligándolo a recordar. Para el antepenúltimo capitulo,
sabemos la terrible verdad y me siento tan trampeada que ya no me interesa la
historia. Me han matado a uno de los pocos personajes que me inspiran cariño.
Ya solo espero la
muerte de Szapiro culpable de todos los crímenes que lo rodean, un cobarde
indolente que al final se vuelve un llorón casi desvergonzado en su despliegue de
autocompasión. La serie busca desglamorizarlo y lo consigue. Al hacerlo rescata
algo que los críticos han visto en la obra. Lo que distingue a Krol de otras
novelas noir es su “religiosidad”. La serie la manifiesta de diferentes maneras
convirtiéndola en una épica bíblica.
Una Épica Bíblica
Aunque la novela
inicia con el match Szapiro-Ziembinski, la serie elige comenzar con Moyshe escuchando
el relato bíblico de Jonás y la ballena. Ese episodio se convierte en una visión alegórica
del universo de Krol Varsovia es una Nínive impenitente, y el boxeador, un profeta ateo que no cree ni en redenciones
ni en juicios divinos.Otros personajes también
actúan como rebeldes bíblicos. Cuando Radziwillek viola a Krisyia es una
imitación de Absalón cohabitando públicamente con las concubinas de su padre.
Antes de matar a
Naum Bernstein, hay una discusión teológica entre los asesinos. La serie ha dulcificado
a Pantaleón, arrebatándole su aura de asesino feroz de la vida real y de marido
golpeador del libro. La serie lo convierte en católico practicante que siempre está
rezando el Rosario. La devoción de Pantaleón choca con el socialismo de Munja
que cita a Marx “la religión es el opio del pueblo”.La discusión es zanjada por Jakub: “D-s no existe”.
Sin embargo, para
Szapiro, D-s es Kum Kaplica. La muerte
de este(no se si es ironía) es vista
casi como el calvario de Cristo. Tras su tortura en Bereza, el gánster es
cargado en brazos por Pantaleón como una Pietá masculina hasta el burdel de Rifka,
donde esta, Magdalena arrepentida, llora abrazada al cuerpo de su pedófilo
violador y donde lo velan Radzilliwek, el discípulo traidor y Szapiro el discípulo
leal. Sin embargo, la arrogancia y desatino del boxeador lo eximen de ser como
su maestro.
Cuando Kaplica
entrega el poder al boxeador, Radziwillek dice que para dar órdenes se necesita
de dos cosas : cerebro y sentido de responsabilidad. Jakub carece de ambos. La serie
nos lo muestra cometiendo actos innobles que desearía evitar, pero su altanería
que raya en la estupidez lo hace inoperante, al memos nubla su capacidad
intelectual y se convierte en lo más bajo, el incapaz de proteger a los que ama
y acaba colaborando en su destrucción.
Aunque escribo
esta nota con la esperanza de que puedan leer la novela en algún idioma al que
haya sido traducida, aquí les traigo un gran spoiler. Con la excepción de un hijo,
Jakub será culpable de la muerte de toda su familia. Moryc antes de la guerra, Emilia y Daniel en Auschwitz. En la serie, Jakub es culpable hasta del asesinato de Anna,
primero delatándola innecesariamente con el padre, luego dejándola en manos de
un hermano brutal e incestuoso.
Como la serie nos
da una Anna frágil, pero valiente, que solo quiere protegerse, vengar la muerte
de su madre y salvar al hermano, nos sentimos más compenetrados con su
personaje que con la Anna del libro. Por eso, es casi incomprensible que Szapiro
la acuse con el padre. Solo su estúpida soberbia provee un motivo para un acto irresponsable,
porque se esmeran en decirnos que el boxeador ama a la Ziembinska.
La serie nos
muestra que todos a los que ama Jakub Szapiro tendrán un mal final y esos
finales estarán vinculados a su narcisismo. Al menos en la serie, es un
personaje toxico, sus llantinas y accesos de autocompasión no nos lo hacen más simpático
ni más humano. Mis personajes favoritos son Anna, Moyshe, Pantaleón y Moryc.
Con la excepción de Pantaleón, los demás
tienen mal fin. Es como si la serie nos dijera que los sensibles, los devotos,
los idealistas y justicieros no tienen cabida en esta Varsovia-Nínive que no se
arrepiente y merece ser destruida.
Los críticos
nacionalistas han lapidado a Twardoch acusándolo de odiar a Polonia al
describirla de manera tan negativa. Unos se quejan de que pone a los polacos a
la altura del unto, otros dicen que lo hace para enaltecer a los judíos. Eso ha
sacado a relucir a algunos críticos que ya se parecen a los antisemitas de la
serie. Por último, los judíos dicen que
el silesiano nos ha puesto por los suelos, al menos los judíos polacos.
La visión que
tiene el autor de Polonia la ha traducido Matuszynsky en una escena que no está
en el libro. Antes del match Szapiro-Ziembinski, Kum Kaplica nota la presencia
de una elegantísima joven. Ignorando que se trata de Anna, hermana de uno de
los pugilistas, se le acerca coquetón y le muestra al público que está dividido
en dos grupos. A la derecha se sienta la Polonia fascista: débiles, poco
hombres. Al otro lado están los socialistas. Anna mira con desprecio a los mafiosos
gánsteres , mal trajeados y mal agestados, que componen la facción de Kaplica y donde él
le ofrece un asiento.
“¿Y dónde se
sienta la gente decente? “pregunta Anna. Kum se ríe . En Varsovia no hay “gente
decente”. y le recita una máxima de PIlsudski: “Polonia es una nación
maravillosa, habitada solo por putas”. Podemos quedarnos con esa cita y pensar
que la Polonia de entreguerras estaba dividida entre polacos fascistas con
ideas hitlerianas, ricos degenerados y militares traidores, por un lado. En el
otro socialistas (tanto en gobierno como el hampa) en los que prevalecían más
la ambición y el oportunismo que la lucha por mejorar las condiciones del
pueblo. Sobre ellos estaba el “compañero” Kaplica cuya pedofilia me lo hace tan
repugnante que creo que lo que le hacen en el campo Bereza es poco para purgar
sus crímenes.
Bereza es una
mancha vergonzosa en la historia polaca de entreguerras. Un campo de
concentración estilo Dachau que impuso un gobierno socialista para la retención
y tortura de enemigos del régimen, entre ellos fascistas, comunistas, y separatistas, tanto ucranianos como bielorrusos. Hoy el
gobierno polaco me impondría una multa por llamar a Bereza (que ahora está en Bielorrusia)
“campo de concentración”. ¿Pero de que otro modo se denomina un sitio donde los
presos son encerrados sin juicio, sometidos a un brutal régimen de trabajos
forzado, falta de comida y atención médica, y torturas sistemáticas que empujan al
desequilibrio mental, suicidio o muerte de muchos de ellos?
En suma, no hay
polacos decentes. Al menos en esta novela . Están divididos en campos opuestos
ideológicamente. Lo único que los une es su repugnancia por los judíos. Vemos
al gobierno intentando comprar Madagascar para “exportar” a la población judía
allá. Luego vemos al Primer Ministro tratando de convencer a los porfiados
sionistas de embarcarse a la isla de los lémures. Vemos a Kum Kaplica obligar a
bailar a un par de jasídicos solo porque han osado criticar su violencia.
Cuando Radziwillek lo traiciona, Kum lo
llama “Dzhid”. El mismo epíteto que el doctor lanza sobre Szapiro. Conclusión,
ni los judíos se querían a sí mismos en Polonia.
Y, sin embargo,
sabemos que ni libro ni serie nos ofrece todo el espectro de la sociedad
polaca. ¿En qué espectro caben San Maximilien Kolbe, asesinado en Auschwitz, y
Karol Wojtyla? Ellos vivían en Polonia entonces. ¿Dónde caben Irena Sendlar y
los más de siete mil polacos cuyos nombres son honrados con árboles en la Avenida
de los Justos por haber salvado judíos de los nazis?
Los judíos en el
libro siguen una pauta establecida, se perciben homogéneos. El narrador nos
dice que los judíos pobres admiran a Szapiro porque él nunca ha dejado de
sentirse uno de ellos. Habla yiddish, vive en un barrio judío, conoció a su
mujer en el Macabí, etc.. En la serie, han buscado lo contrario, una imagen de
Szapiro desligada de su comunidad. Él es el Rey de Varsovia, no siente ninguna identificación
ni con los pobres comerciantes a los que extorsiona ni con los sionistas en
cuyas filas milita su hermano. Y ciertamente está en contra del judaísmo, por
lo que no se entiende que en el capítulo final haya un flashback al Brit Mila
de uno de los hijos de Szapiro.
Tenemos su
incesante confesión de ateísmo y su desprecio por las fiestas y tradiciones
judías que aflora cuando Moyshe insiste en ir al servicio de Yom Kippur. Szapiro
lo lleva, pero irrumpe con su automóvil en el patio de la sinagoga y cuando la
esposa del asesinado Nahum lo agrede, intenta atropellarla. Esta escena que fue construida
para la serie hace hincapié en el desprecio que el boxeador siente por todo lo
judío, pero también el desprecio que los productores sienten por los que practican
el judaísmo. Un ejemplo es que Naum se pone sus filacterias, mientras espera
que vengan a masacrarlo, y ordena a su hijo que rece. Esto es visto como un acto
de irresponsable cobardía.
Se ha acusado a Krol
(ya se imaginará quienes) que tanto serie como novela hacen un panegírico de
los judíos. Si te muestran a los judíos de entonces como religiosos inoperantes
o crueles maleantes, no veo el panegírico. Por supuesto, la serie nos muestra
un tercer grupo, los sionistas que son como los menos malos. ¿Será porque
quieren abandonar Polonia?
Moryc Szapiro
aparece a raíz del incidente de los jasídicos obligados a bailar por Kaplica.
En el libro viene de la calle, viene armado y apostrofa a Kaplica que deja en
paz a los judío, pero solo como un favor a Jakub, sino mataría al insolente. Moryc
en esa escena no se ve muy diferente de los otros bullies de la novela.
Muy diferente es
en la serie. Cuando Szapiro y Kaplica llegan al café en busca del periodista al
que van a golpear, el boxeador nota que en una salita apartada cenan Moryc, su
novia Zozia, y camaradas de la asociación sionista estudiantil (Kadima). Ninguno
de los hermanos se saluda. No sabemos que son parientes.
Luego que Jakub
golpea al periodista, un par de jasídicos lituanos presentes se quejan de la impunidad
del acto. Kum los oye y obliga a bailar un tango. Muchos clientes huyen, otros
miran aterrorizados, el boxeador con indiferencia. Solo Moryc, y eso que
compañeros intentan detenerlo, se levanta y armado únicamente de su conciencia
del Bien y del Mal le lanza un “Basta” a Kaplica, torturador de judíos. Kum
sonríe, pero obedece.
Ahí descubrimos
que lo hace para no molestar a Jakub, pero para los demás es un recordatorio
que hay un punto en que la sumisión se acaba, que hay que levantarse y levantar
la voz. A mí me encantó el personaje. Aquí habla por fin un judío decente. Lástima
que en la próxima escena Moryc no sea tan heroico.
Ziembinski se
apuesta como perro guardián en la puerta de la universidad. Judío que llega le planta
un mamporro. Ya saben, puños de boxeador son considerados armas. Cuando le toca
el turno a Moryc este adopta una actitud entre indiferente/estoica y sale con
un “apúrate que tengo clases”.Ziembinski
le rompe la nariz de un golpe.
Moryc llega a su
clase golpeado y sangrando. El catedrático se burla de él. Jakub Szapiro se entera.
Entra al aula, pone en jaque a todos, hasta al maestro y apalea a Ziembinsky.
Moryc, muy abochornado, no solo no agradece, sino que increpa al hermano.
Estas ridículas escenas sirven para enfatizar la impunidad de Szapiro y la sumisión
cobarde de Moryc. Como Twardoch ha fungido de asesor en la serie, no podemos
apuntar el dedo acusador únicamente hacia Matuszynsky.
Aparte de que
hubiese sido imposible que Szapiro hubiese entrado como Pedro por su casa en la
Universidad de Varsovia,tampoco es muy
posible que Ziembinsky y sus secuaces de La Falanga se hubiesen apostado en el
portón a noquear judíos como en las ordalías medievales de Semana Santa. En Los
30s el apalear universitarios judíos era tragedia acostumbrada en Polonia, pero
no se hacía a la luz del día ni en un lugar público. Para 1937, La Falanga había
sido prohibida y sus miembros estaban fuera de la ley. No iban a arriesgarse
haciendo un circo en un lugar tan visible como la universidad.
Es triste que,
habiendo existido tan terrible discriminación en contra del estudiantado judío,
ni libro ni serie se enfoquen con veracidad en los hechos. Me toca a mi
hacerlo. En el Siglo XIX, Rusia impuso la numerus clausus que impedía un
“exceso” de estudiantes de origen hebreo en las universidades polacas. La
Republica mantuvo esa ley que fue adoptada por otros países como Hungría y
Rumania (Harvard la mantuvo hasta los 60). Fue por esa razón que los
estudiantes judíos inmigraron a centros universitarios de Italia y Francia. Es por
lo que las hermanas de mi abuela triestina se casaron con judíos de la Europa
Oriental.
Nota: Me acabo de enterar que, en Polonia, la numerus clausus servía
también para mantener fuera de las aulas a los ucranianos.
En 1937, el año
en que transcurren los hechos de Krol, se impuso una nueva vejación para los
universitarios judíos: Los Bancos del Ghetto. Por ley, los judíos eran segregados en las aulas y
obligados a sentarse solo en un rincón. Una ley inútil que únicamente servía
para humillar e incomodar a los que afectaba. A diferencia de la serie, los
estudiantes judíos, en la realidad, reaccionaron con energía contra esta ley. Hubo
estallidos de violencia, dos estudiantes de origen hebreo murieron, y un profesor antisemita casi fue asesinado
por la Kadima.
En el libro, Twardoch
hace que los hermanos Szapiro (que no se llevan tan mal como en la serie) se
coludan para que el primer día en que entran en vigor los bancos, Moryc se niegue
a sentarse en ellos. Un condiscípulo intenta obligarlo y el sionista lo golpea.
Entran Jakub y Pantaleón. Se arma una batalla campal en la que los estudiantes
judíos atacan, se defienden, y demuestran abiertamente su repudio por la
arbitraria ley. Ziembinski no está presente. Aparece al final, persigue el auto
de Jakub y es la primera vez que Szapiro ve a Anna
Bien diferente a lo que nos muestra la serie,
pero también vale recordar a los 70 catedráticos católicos que firmaron una
carta protestando las medidas segregadoras (sus nombres están en la Wikipedia).
Recordemos a los profesores que se negaron a imponer la orden, como en el área
de pediatría de La Facultad de Medicina de Varsovia; a los maestros que en
solidaridad con los estudiantes judíos dictaron la clase de pie; y a los
estudiantes que siguieron ese ejemplo. Muchos (entre ellos Irena Sendler)
fueron salvajemente golpeados por los nacionalistas.
En Tablet, Dara Horn, al reseñar la novela, ha dicho que tal vez los no judíos no deberían
escribir sobre temas judíos, pero acaba diciendo que en un país donde no
existen los judíos, quizás se necesario que los gentiles nos recuerden. Estoy
totalmente de acuerdo. Aplaudo la decisión de Twardoch de enfocarse en el
estado caótico de la Polonia en vísperas de la invasión, pero desearía hubiese demostrado
un poco más de equilibrio humanista para tratar tanto a los polacos como a los
judíos.
La imagen de los
judíos varsovianos es incompleta, no incluye
a los judíos pudientes (un miembro de la Falanga menciona las muchas fábricas
manejadas por judíos); a los profesionales (Bobinski dice que, si envían a
todos los abogados judíos a Madagascar, Polonia se quedará sin abogados). ¿Dónde cabe
en ese submundo hebreo que describe Krol alguien como el eminente
pediatra Janusz Korczak que murió en Auschwitz porque se negó a abandonar a sus
pequeños pacientes? ¿Donde entra un historiador como Emanuel Ringelblum tan
famoso que la Armia Krajowa decidió hacer un operativo para sacarlo de una
cárcel nazi? Ringelblum se rehusó puesto que la operación de rescate no incluía
ni a su mujer ni a su hijo.
Nos muestran a maestras
sionistas como Emilia y Zozia, y los Heder de donde huyen Moyshe y el Dr.
Radziwillek, pero no nos muestran las 200 escuelas Bais Yakov fundadas en los
Años 20 por Sara Schenirer para la educación seglar y religiosa de niñas judías,
o los seminarios para entrenar maestras
para esas escuelas. ¿Dónde están las actrices del Teatro Yiddish, o Elizabeth
Belliak apodada “La Shirley Temple Polaca”? . ¿Dónde están las cantantes como
Wiera Grand? No todas las judías eran sionistas liberadas (en el libro nos dice
Twardoch además que Emilia y Magda son deportistas) ni dementes sumisas como la
madre de Moyshe.
La novela de Twardoch
me ha impresionado, y me ha encantado la
adaptación, pero su visión de Polonia está incompleta tanto en su retrato de la
Varsovia judía como la católica (¿Dónde están los altos prelados de la Iglesia?
¿Dónde están los grandes aristócratas como los Radziwill, Los Zamoyski y los
Czartorysky?. Curiosamente, Emilia Czartoryska ha diseñado el vestuario de la
serie
Como lecturas complementarias
recomiendo dos libros del Conde Adam Zamoyski Poland: A History y Warsaw
1920 (una lástima que no estén en castellano). El Gato Steven Zorn nos
recomienda que, si queremos ver el mosaico de la Polonia judía de los 30s desde
los mafiosos hasta los millonarios, leamos La Familia Moskat/The Family Moskat
del Premio Nobel Isaac Bashevis Singer.