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martes, 11 de abril de 2023

La Era de los Peplos Religiosos :Cuando abril era el mes de las miniseries cristianas

 



Algo que noté en USAy descubrí tras mi retorno que también existía en Chile es que abril es un mes en que la televisión despliega filmes sobre temas religiosos. La oferta televisiva incluye las grandes épicas bíblicas hollywoodenses, clásicos sobe temas evangélicos , y relatos de las primeras eras del cristianismo, inclusive peplos que poco tienen que ver con el universo judeocristiano como Gladiador y Espartaco. Este año me puse a ver algunos antiguos tal como la mejor versión de Los últimos días de Pompeya (1984). Me hizo recordar que en la Era Dorada de las Miniseries (1977-1989) se hicieron muchas historias adecuadas para este mes en que los cristianos celebran su Semana Santa y los judíos la semana de Pesaj. Cómo eran esas series y cómo se diferencian de las que siguen haciendo es el tema de esta entrada.

El Holocausto en Passover

Mis primeros años de televidente en USA fueron determinados por dos factores: el no saber bien inglés y los gustos de mi padres. Había solo un televisor en casa y para mi madre era más cómodo ver programas en español. Conclusión, no tenía yo mucho conocimiento de lo que era la televisión en inglés, pero ya para 1977, podía seguir programas en ese idioma y me daba cuenta de que los canales hispanos y angloparlantes ofrecían una programación especial en la primavera,  especialmente en abril,  que combinaba programas relacionados con la Pascua cristiana y la judía.

Por ejemplo, los dos canales en español (cadena SIN y Telemundo) ofrecían filmes de tema religioso como Marcelino Pan y Vino, uno dedicado a la aparición de La Virgen de Guadalupe,  y algunos peplos traducidos y ultra editados de Los 50 como Quo Vadis, El Manto y La Biblia de John Huston.



Las grandes cadenas estadounidenses,  ABC, CBS y NBC,  ofrecían especiales de música en vivo a cargo de artistas de la Era del Swing como Perry Como y Lawrence Welk. También caricaturas infantiles centradas en el Conejito de Pascua (Easter Bunny) casi siempre interpretado por Bugs Bunny. Por supuesto había aluvión de peplos en los espacios de sobremesa y madrugada dedicados al cine clásico.



La diferencia con los canales hispanos era que la televisión angloparlante   traía algo para recordarnos que la comunidad judía también estaba de fiesta. Junto con las reposiciones de épicas de Cecil B. de Mille como Los 10 mandamientos, y otros grandes filmes de tema bíblico como Ester y el Rey y Salomón y la Reina de Saba,  se presentó un nuevo tipo de entretenimiento , la miniserie. Desde su inicio, este producto llegó encadenado al tema del Holocausto.

Dicen que la primera miniserie estadounidense de la historia fue QBVII basada en el bestseller de León Uris. No es coincidencia que trate el tema del Holocausto y que su debut fuese en abril de 1974. Todavía nosotros no llegábamos a estas tierras por lo que no la vimos. En cambio, tuvimos reposición en abril de 1976 y pudimos seguirla en la ABC.

Dos años más tarde, QBVII tendría una rival en la extraordinaria Holocausto (NBC)que abriría las puertas a un tema hasta entonces semi tabú en Hollywood:  la descripción de Auschwitz y otros campos de exterminio. Miniseries limitadas sobre el tema seguirían decorando la programación primaveral, aunque fuese con relatos de rescatistas como Wallenberg e Irena Sendler, a los que se les uniría Varían Fry ya en este siglo. De hecho, Netflix ha hecho su versión de la saga de Fry,   llamada Trasatlántico,  que se ha estrenado,  como corresponde, este abril.





Aunque concuerdo en que el Holocausto ha sido un parteaguas en la historia judía sorprende que estos filmes no fuesen ofrecidos en febrero que es cuando recordamos a los masacrados en la Shoah.  Además, ponían una nota triste en la primavera,  una etapa de festividades alegres (poco común entre nosotros) del calendario judío,

Se esperaría que hubiera más programas que celebrasen el espíritu de liberación y redención de fiestas como Purim y Pesaj. El único intento fue una combinación del Holocausto y del seder de Pesaj. Basada en la novela de Jane Yolen, La aritmética del diablo (Showtime, 2003) narra la historia de una rebelde nena judía (Kirnst Dunst) que asiste a regañadientes a un seder familiar durante el cual sufre una caída que la hace viajar en el tiempo a la Polonia invadida por los nazis.



Hay pocas series y filmes que traten a fondo el judaísmo sino es para criticar o burlarse de mi religión. Como me temo que esos ejemplos han sido hechos por judíos,  no puedo hablar de antisemitismo. ¿Encontramos eso en filmes sobre el cristianismo?  ¿Sobre todo, en este siglo donde ya sabemos que el ateísmo y la guerra contra las religiones monoteístas son parte de la agenda woke?

Si la respuesta es afirmativa, mayor mérito tienen entonces estas miniseries de hace medio siglo que no se ruborizaban al describir la inmensa fe de los primeros seguidores de Cristo, pero a su vez creaban guiones sofisticados y fascinantes que podían atraer a espectadores no religiosos a seguir esas historias.

El Evangelio Según Zefirelli

Esta racha de exitosos relatos de fe comenzó con una joya por la cual ningún crítico, por ateo que sea, escatima elogios. Dirigida por el gran Franco Zefirelli, Jesús de Nazareth fue un esfuerzo ítalo-estadounidense que sigue siendo tan relevante y vistosa como siempre.





Su génesis es impresionante y merece una nota aparte.  En resumen, Sir Lew Grade, un productor británico ya conocido por su excelente miniserie Moses: The Lawgiver con Burt Lancaster, quería seguir coproduciendo,  con elementos y dinero italianos,  épicas bíblicas. Grave deseaba hacer algo sobre los Evangelios, pero como judío se sentía limitado para tal empresa. En su búsqueda por subvención llegó hasta el Santo Padre. El Papa Pablo VI era amigo de Franco Zefirelli desde sus días de Arzobispo de Milán, y él le pidió al legendario director que se acoplase a este proyecto.

La mancuerna Grade-Zefirelli se embarcó en crear una visión,  no solo fastuosa y emotiva del Nuevo Testamento,  sino también de situarla en un marco histórico. Para eso se buscó asesoría en el Vaticano, y se trajo del Seminario Leo Baeck de Londres al Rabino Albert Friedlander para servir de consejero en temas judaicos. En eso difiere de las grandes épicas que en el Hollywood del pasado habían querido cubrir la historia de Jesús. Me refiero a Rey de Reyes (1928, 1961) y The Greatest Story Ever Told.



La teleserie ofrece un retrato completo de la vida de Jesús, desde la Anunciación hasta la Resurrección. A diferencia de The Greatest Story Ever Told, el peso de la primera hora recae en el personaje de María, ofreciendo posiblemente la mejor actuación de Olivia Hussey.  En TGSET, aunque interpretada por la famosa actriz Dorothy McGuire, María es un personaje incidental puesto que la historia comienza con la adoración de pastores y magos y con una Virgen en pie (aunque recién parida) mostrando a Jesús en el pesebre.

En cambio, la producción de Zefirelli inicia con algo cotidiano, que es parte del esfuerzo de la producción de presentar un retazo de la vida en la Galilea de entonces: el arreglo de un compromiso entre María y José, el carpintero. Luego tenemos la Anunciación que empuja a la jovencita a viajar (me encanta esa canasta sobre el burro donde meten a la Virgen) a visitar a su prima Isabel. Tras la Visitacion tenemos las dudas de José, su encuentro con el ángel, la boda y el viaje a Belén, el refugio en el establo , el nacimiento de Jesús, la Adoración de Los Magos y La Huida a Egipto.

Creo que es la primera vez (sino la única) en mostrarnos a la Madonna con dolores de parto. Hay un intento de humanizar a Maria y a la vez de elevarla por sobre sus congéneres. Aun antes de la Anunciación, se habla de que es diferente a las demás jóvenes de su comunidad. Los amigos de José le aconsejan paciencia, porque su novia es un poco extraña,  pero eminente.



Filmada en Túnez y en Marruecos, el paisaje logra acercarnos a lo que eran Judea y Galilea en el Siglo I. La boda de José y Maria fue filmada en la isla de Djerba en la costa tunecina y los miembros de la hoy extinta comunidad judía del lugar sirvieron de extras.  Esa boda, tal como la circuncisión de Jesús y su Bar MItzvah,  fueron parte de un esfuerzo de la serie de mostrarnos a Cristo como miembro de un grupo étnico y practicante del judaísmo. Una anécdota es que el Rabino Friedland le hizo ver a Zefirelli que la ceremonia de Bar Mitzvah había sido creada en el siglo XVI, pero el director insistió en incluirla.

Otras épicas habían tenido desfiles de rostros reconocidos en el elenco, y esta coproducción combinó actores ingleses, estadounidenses e italianos incluyendo a símbolo sexual Claudia Cardinale que dio vida a la mujer acusada de adulterio. Sin embargo, para mí lo más impresionante (la vi en abril del 79 cuando yo ya tenía mi propio televisor) fue la cantidad de galanes que daban vida a santos y pecadores. Tuvimos a Christopher Plummer como Herodes Antipas,  Sir Michael York como San Juan Bautista, James Farentino como un gruñón y desarrapado San Pedro,  y a un Ian McShane paralizantemente bello como Judas Iscariote.



El Jesús de Mirada Penetrante

Aunque a Jesús lo han encarnado guapérrimos desde Jeffrey Hunter hasta Jim Caviezel, Robert Powell hizo historia como el Jesús de los ojos más impresionantes. Yo ya lo había visto en Malher, pero nunca lo he visto tan bello. Se cuenta que fue la esposa de Sir Lew Grade quien le aconsejó al marido contratarlo. Tras verlo en Judas el Oscuro, Lady Grade quedó impresionada con esa mirada penetrante y magnética. Ya habrá quien gritará que ningún evangelio habla de que Jesús tuviese ojos azules, pero toda esta miniserie se caracterizó por actores de ojos claros,  comenzando por James Earl Jones que dio vida al Rey Mago Baltazar.

Volviendo al pobre Robert Powell, otro motivo de critica fue su vida privada. Desde el cine silente que el público cristiano ha demostrado preocupación por quien va a interpretar a Jesús. A pesar de que en el Hollywood Sesentero el Maestro fue interpretado por un divorciado ( Jeffrey Hunter) y por Max von Sydow, actor fetiche de los filmes de Ingmar Bergmanconsiderados en esa época como escandalosos hubo quejas de que Robert Powell “vivía en pecado” con Babs Lord.

Jeff, Max y Robert: Tres pecadores interpretando a Cristo
        Robert Powell y Babs Lord cuando vivían ën pecado"
                           Casi medio siglo más tarde, todavía felizmente casados

Se solucionó el asunto con Powell y Lords casándose un poco antes del abril, fecha estreno de la serie. No he vuelto a oír críticas sobre los actores elegidos para interpretar al Mesías cristiano, pero… ¿Será esa la razón por la cual el argentino Juan Pablo  Di Pace eligió salir del closet después de haber encarnado a Jesús en la penosa “A.D. La historia continua”(2013)?

Lo importante es que Robert Powell hizo historia con un Jesús bastante humano que, entre exorcismos, resurrecciones y sermones,  come granadas y sirve shish kebabs. Es incluso capaz de sutil ironía como una de mis escenas favoritas cuando lo vemos cenando en casa de Pedro (a quien le conocemos esposa e hijos). Aparece Mateo (todavía no Evangelista),el recaudador de impuestos , a cobrarle al pescador. Se arma una gresca entre deudor y recolector que zanja el Maestro (en la versión en inglés siempre lo llaman “rabino”)  ¡“invitándose” a comer a casa de Mateo! Zefirelli dijo en una entrevista para Modern Screen que su objetivo era mostrar un Jesús “gentil, frágil y simple”




.Jesús de Nazareth fue un exitazo en su debut. Se la repuso en 1979, 1980, 1984, 1987 y 1990. Recibió nominaciones a Baftas y a Emmy. Mas importante dejó la puerta abierta para más de estas épicas primaverales.

Judas, El Zelote

Aunque como he dicho , las épicas cristianas alternaban (desde 1978) con crónicas del Holocausto, hubo un cambio en abril 1981. En ese mes debutó Masada en la ABC. Por cuatro noches,  el público pudo conocer los detalles del asedio y caída de Masada, la ciudad-fortaleza (hoy monumento nacional en Israel) donde se efectuó la más famosa batalla de la Guerra Judeo-Romana (66-73 DC) . La miniserie que dio a Peter O’Toole (como el comandante romano Lucius Silva,) su primer rol televisivo,  ingresaba a los zelotes a la cultura popular. Sin embargo, uno de ellos ya había aparecido en Jesús de Nazareth.



Este movimiento político del primer siglo de la Era Cristiana tenía fascinados a los historiadores de Los Setenta quienes andaban hurgando en el Nuevo Testamento para encontrar una vinculación entre zelotes y cristianos, incluso con la misma figura de Jesús Cristo. Por largo tiempo existiría la teoría de que Judas Iscariote era un guerrillero anti-romano. Su apellido Iscariote se creía indicaba que era un sicario o sicarii que es como los romanos definían al brazo armado de los zelotes.

Fiel a esta teoría, uno de los grandes cambios o licencias históricas de Jesús de Nazaret fue convertir a Judas en un zelote y mostrarlo como dominado por estos fanáticos. Judas se acerca a Jesús esperando que se convierta en un líder de una gran revuelta, pero el mensaje de paz del Maestro lo exaspera hasta el punto de traicionarlo. Aunque los zelotes han sido vistosincluso por el Talmud como un grupo desaforado e inútil,  las series épicas describirán a simpatizantes o miembros de ese grupo nacionalista como gente empujada a la violencia debido a la brutal ocupación romana.



A la Sombra del Volcán

En 1984, coincidiendo con la reposición de Jesús de Nazaret en la NBC ABC,  nos trajo una adaptación de la novela de Lord Edward Bulwer Lytton sobre como la erupción de un volcán afecta la vida de romanos acaudalados . Junto con Fabiola y Quo Vadis, Los últimos días de Pompeya habían conformado un triángulo de novelas piadosas que habían sido mis favoritas de mi infancia.



Los últimos días de Pompeya fue un bestseller de la era victoriana, adaptada al teatro y. como Quo Vadis,  filmada varias veces por el cine silente italiano. Tal como la obra de Sienkiewicz,  Pompeya no había tenido una adaptación fidedigna al original. De hecho, la primera versión hablada hecha en Hollywood en 1934 no tenía nada que ver con la novela, tal como versiones recientes,  la rancia miniserie italiana y un filme (2014) que ya solo por tener a Juan Nieve de protagonista es poco recomendable.

Tal como el Jesús de Zefirelli, Pompeya era una coproducción con la RAI tachonada de estrellas comenzando por Sir Laurence Olivier y abarcando a un trio de actrices que disputaban a Jane Seymour el  puesto de reina de telenovelas, la americana Linda Purl, la argentina Olivia Hussey y la británica Lesley-Ane Down. Su otra virtud era que desde las versiones silentes no se veía un dramatizado tan apegado a la novela de Lord Edward.



Por si no la han leído, les doy un resumen. En la Pompeya,  circa 79 DC, vive el millonario hedonista Glauco. De origen griego, Glauco es parrandero y mujeriego, pero anuncia a sus amigos que ha encontrado a la mujer de su vida. La elegida es la huérfana también millonaria Ione. El problema es que Ione y su hermano (en la serie le pusieron Antonious porque en el libro tiene un nombre impronunciable) han quedado bajo la tutela de Arbaces, el sumo sacerdote de Isis.

Este corrupto egipcio quiere que Antonious se haga sacerdote y done parte de su fortuna al templo. Para Ione tiene planes más nefastos, impedir que se case, quedarse on su fortuna y también con el cuerpecito de la griega. Muchos griegos en este cuento: Glauco es griego, Ione es griega también Nydia , una esclava ciega viene de Tesalia.

A Arbaces le sale cómplice, la patricia Julia que ya se creía novia de lauco. Ambos convencen a Nydia de darle a Glauco (del que la cieguita está enamorada) una poción de amor. Entretanto,  Antonius tiene una crisis de fe azuzada por sus charlas con el cristiano Olinto, y reniega de Isis y de Arbaces. Viéndolo huir de él, Arbaces lo hace matar. Por efecto del filtro, Glauco anda vagando por los bosques enloquecido como una bacante. Lo encuentran al lado del cadáver de Antonius.



Glauco, que no recuerda nada, es llevado a prisión. Olinto también por andar predicando blasfemias. El destino de ambos es acabar en la arena en las fauces de los leones, pero la tierra tiene la última palabra. El Vesubio entra en erupción. Pompeya queda bajo lava y cenizas. Solo se salvan Glauco, Ione y Olinto, Nydia se suicida (no en la miniserie). Tiempo más tarde nos enteramos por una carta que Glauco e Ione,  ya casados,  se han vuelto cristianos.

Aprovechando el fad de las películas de desastres y el auge de las miniseries, se creó esta versión bastante fiel al libro, pero aprovechando la moda de las épicas cristianas se expandió el rol de la nueva fe en la trama. Brian Blessed,  que se había hecho famoso por el rol del Emperador Augusto en Yo Claudio,  daba vida a Olinto. De hecho, la serie no comienza con Glauco que es el protagonista sino con Olinto organizando un tur clandestino para los cristianos de Pompeya que se congregan en las afueras de la ciudad a oír a un recién llegado de Judea que conoció a Jesús.

                             OLinto y Nidya

Petro, un esclavo cristiano, convence a la prostituta Chloe de que lo acompañe a la reunión. Allá los sorprende una patrulla de soldados que mata a algunos y encarcela a otros. A Petro lo arrestan ya en la ciudad, pero es rescatado por Glauco que ha intercedido gracias a las suplicas de Nydia (Linda Purl) y Chloe. Este rol de la cortesana fue inventado para la serie y le quedó tan bien a Lesley-Anne Down que casi eclipsó a Olivia Hussey quien daba vida a Ione.



La serie con esta inclusión y la del tema del cristianismo toma otro cariz. Tras ser expuesto a una orgia en la que participan los sacerdotes de Isis,  Antonious reniega de esa secta y está más que abierto a las enseñanzas de Olinto. Muchos recordarán la serie por los efectos especiales de la erupción volcánica, pero para otros es un reflejo de la propagación del cristianismo más allá de Roma. Esto convierte a Los últimos días de Pompeya en un peplo cristiano y lo separa de otras sword and sandal movies como las llaman en inglés como Espartaco y la serie Roma.

El Ocaso de la Obra de Sir Lew Grade

Al año siguiente, Sir Lew Grade cerró su trilogía bíblica con un peplo épico. Anno Domini. Comúnmente conocida como “A.D.” (no confundir con la bazofia del 2015), prometía ser igual o más impresionante que sus predecesoras Moises y Jesús de Nazareth. Como ellas se trataba de una coproducción con la RAI, con un elenco de lujo (Ava Gardner como Agripina, Susan Sarandon como Livilla) que incluía actores de Jesús de Nazareth. James Mason,  quien había sido Jesús de Arimatea en esa miniserie,  ahora era un agotado y decadente Tiberio (no tan decadente como Peter O’Toole en Calígula) e Ian McShane era un repulsivo Sejano. Su actuación y encanto físico estaban muy alejados de su Judas de Jesús de Nazareth y era notablemente inferior a Sir Patrick Stewart en Yo Claudio.

El problema de A.D. es que quería ser Yo Claudio y fracasó. Mas suerte tuvo en su intento de convertir las Actas de los Apóstoles en soap-opera. Ahí triunfaron, pero el desequilibrio entre ambas narrativas disminuyo la calidad de la historia. Mas encima en ese carnaval de excesos se embutieron unos personajes ficticios cuyas historias no interesaban a nadie.



Como testigos de la historia sagrada y profana ( inspirada por las crónicas de Suetonio y Tácito) tenemos a Caleb, un zelote, su hermana Sarah y los romanos que los enamoran:  Valerio,  un soldado de la Guardia Pretoriana,  y Corinna, una patricia metida a gladiadora. Para contar su historia,  Anthony Burgess y Vincenzo Labella echaron mano de cuanta novela hubiese sido escrita sobre ese periodo: Ben Hur de Lew Wallace, Yo Claudio de Robert Graves, Quo Vadis de Henryk Sienkiewicz y hasta Espartaco de Howard Fast.

La historia comienza con Jesús apareciéndose en el camino a Emaús. Escena muy poderosa y muy buen retrato del Nazareno por parte de Michael Wilding Jr., hijo de Dame Liz Taylor. Luego nos van presentando a Los Apóstoles y al Rabino Saulo que anda con su amigo Esteban tratando de librar de la cárcel romana a otro amigo,  el afiebrado Caleb. Pronto Saulo lapidará a Esteban y tendrá su visión en el camino a Damasco que lo convertirá en Pablo de Tarso.



Michael Wilding Jr.
Aunque la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés en casa del Virgen (interpretada por Millie Perkins , la primera Ana Frank del cine) acaba en una danza Bollywood por las calles de Jerusalén, son las Actas de los Apóstoles la parte más interesante de la miniserie. Los vemos desperdigarse por el mundo para repartir la Buena Nueva , sufrir persecución y martirio. Particularmente me impresionó ver a San Lucas en Antioquia, atendiendo en calidad de médico (y convirtiendo) a una cortesana. También la aparición de Simón, el Mago.

El problema es la inserción de las dos parejas principales, pesadas y tediosas, y el ponerles de trasfondo a una ristra de Cesares , cual peor de todos.  Esta serie tiene el mismo problema de Roma y de Espartaco, no hay romano bueno, solo Valerio que se convierte al cristianismo rápidamente y Corinna, mujer victima que busca empoderamiento en un trabajo de hombres, en la arena. Y esa es una rareza de una serie de 1985, intenta abarcar una diversidad que para la época sorprende y no gratamente.

                                   Sarah y Valerius

Al comienzo se habla de samaritanos , zelotes, fariseos (siempre los malos del cuento) y Caleb se refugia un tiempo con los esenios. Aunque se agradece su visión de lo diversa y dividida que era la sociedad judía de la Primera Era, la serie es menos ecuménica cuando llega a Roma. Sus habitantes,  desde Calígula hasta el pueblo que goza viendo como las fieras se comen a niñitos cristianos en el Coliseo,  son despreciables. Cuando llegamos a los emperadores estos no son descritos con la objetividad y compasión que les aportó Robert Graves. Para colmo hay casos de miscasting.

¿Nerón Flaco y Actea Negra?

Después de Brideshead Revisited, Anthony Andrews iba camino de ser el nuevo rey de las miniseries con roles celebres como Ivanhoe y Pimpinela Escarlata. Aquí hacía del que  apodaban “Aenobarbus”(barbas de bronce). Aun quienes no habían visto a Nerón interpretado por Sir Charles Laughton, Sir Peter Ustinov o Dom de Louise,  tenían en su imaginación una imagen de un emperador obeso. Si se creyó que se había puesto a Tony Andrews como un Nerón esbelto para hacerlo atractivo, pronto demostraron su error.



Aparte de verse feísimo con una barbota que parecía falsa, Nerón era el monstruo que la cultura popular siempre nos ha transmitido: celebrando el incendio de Roma, masacrando cristianos y asesinando a su embarazada emperatriz Popea propinándole puntapiés en el vientre. Para colmo,  Tony dejó atrás cualquier talento histriónico que hubiese desplegado en el pasado y dio una interpretación que parecía parodia de Sebastián Flyte borracho. Pero falta la guinda del pastel.

                       Fernando Rey como Seneca y Anthony Andrews como Nerón

Tanto Tácito como Suetonio nos cuentan que en su juventud,  Nerón mantuvo un intenso romance con una esclava liberta de origen sirio llamada Claudia Actea. Para los devotos de Quo Vadis, Actea es una mujer madura,  abandonada como amante, pero todavía tratada con aprecio y respeto por el César. En la novela de Sienkiewicz, Actea se convierte en protectora de Ligia y denota simpatía por el cristianismo.

Pues en A.D. no solo la tenemos jovencísima al igual que Nerón,  compartiendo con su amante una vida licenciosa que incluye aplaudir el incendio de Roma, además la interpreta…¡una actriz negra! La misma Actea que Sienkiwicz describe como griega y que los historiadores llaman de Asia Menor,  posiblemente Anatolia. Este primer y temprano ejemplo de colour blindness acabó por hacerme despreciar la serie.

                               Nerón repoza en el regazo de una Actea de ébano

Desde entonces, y coincidiendo con el triunfo del ateísmo en nuestra sociedad, ha disminuido este tipo de programas. Sin embargo, no ha desaparecido del todo, el problema es que las nuevas series han perdido calidad y caído,  como todo,  víctimas de la wok-diversidad. Lo vemos en la penosa miniserie Ben Hur del 2011 que pasó sin pena ni gloria;  en las bochornosas producciones de la irlandesa Roma Downey con su culto a la diversidad (¿María Magdalena negra?) ; y  esas risibles pero populares,  producciones brasileñas con sus decorados que parecen hechos de cartón y ropajes hechos con toallas y sabanas viejas.

Barrabas, la Ultima Épica Cristiana

Solo encuentro una rescatable en todo ese lote. Me refiero a la versión de Barrabas del 2012.  Producida por la RAI, tiene un elenco totalmente italiano, con la excepción del protagonista Billy Zane que se luce en esta segunda adaptación del bestseller de Par Lagerkvist. A mí no me gustó la épica de Hollywood, tal vez porque Anthony Quinn me pareció un poco viejo para interpretar al bandido indultado en cuya cruz es crucificado Jesús y que acaba de gladiador en Roma.

Billy, más joven y atractivo que Tony Quinn, ofrece una actuación intensa y dinámica que contrasta con su problema existencial: ¿porque él ha sido perdonado en lugar de un hombre bueno como El Nazareno?  Lo vemos buscar respuesta en San Pedro, Lázaro, el resucitado y hasta con la Virgen Maria. Al no encontrarla,  Barrabas comienza una relación de admiración y rechazo con el cristianismo que le ha quitado a su mujer.



Aquí esa mujer es llamada Esther,  y no Raquel como el origina. Interpretada por Cristiana Capotondi entonces la reina de los period drama italianos, al hacerse seguidora de Cristo,   Esther pierde a su hijo, pierde a su pareja ya que desea dedicarse al cuidado de los pobres, y finalmente pierde la vida cuando es lapidada por los fariseos.



Esta miniserie de seis capítulos aporta algunas sorpresas como la idea , compartida por algunos historiadores,  de que Barrabas era un sicario zelote. Otra novedad es la inclusión de Claudia Prócula, esposa de Pilatos.

Este personaje apenas mencionado (y sin nombre) por San Mateo, se ha vuelto parte de la leyenda cristiana. Aparece en evangelios apócrifos y hasta ha sido canonizada por las iglesias Ortodoxa,  Copta y Etíope. Grandes actrices como Viveca Lindfords y Dame Angela Lansbury la han interpretado en el cine, pero no aparece ni en Jesús de Nazareth ni en A.D. (aunque si en la A.D. de Roma Downey donde la interpretó Joanne Whalley).

En Barrabas es encarnada por la ex Miss Italia Anna Valle.  Para este personaje de  Claudia Prócula, Hollywood ha agregado mucho de su pecunio haciéndola , en ocasiones, hija de Tiberio y hasta medio judía. El factor constante son sus intentos por salvar a Jesús y su acercamiento al colectivo cristiano. Algo que reaparece en Barrabas donde la muestran perdiendo la razón por los remordimientos de no haber podido evitar la Crucifixión.



¿Cuáles de estas miniseries has visto? ¿En tu país también el tema religioso domina la televisión en Semana Santa? ¿Crees que este tipo de historia debe seguirse haciendo?

lunes, 19 de abril de 2021

Recuerdos de Guerra: ¿Por qué fue inferior a su precuela? (Televisión del Ayer)

 


Una duda que tuve por años fue como “War and Remembrace”, con un elenco de lujo y un presupuesto el triple de lo que se había invertido en su precuela, pudo tener tan bajos ratings. Ahora, viéndola subjetivamente, con tres décadas de distancia, creo entender las razones que la hicieron inferior al menos en el corazón de teleaudiencia a “The Winds of War”.

Los mejores Cambios: Nuevo reparto y filmación en Auschwitz

Aunque fue chocante que “Vientos de Guerra” acabase de esa manera tan abierta, no lo fue para los lectores de War and Remembrace, la monumental secuela publicada en 1978. Los Niños de Verano tenían la opción de ir a comprar ese mamotreto y enterarse de las aventuras y desventuras de Henrys y Jastrows entre 1941 y 1945, incluyendo el saber quiénes sobrevivían al conflicto. Cuatro personajes importantes perecen, además de Hitler quien en la secuela será interpretado por Steven Berkoff. Primer actor judío que (antes de Taika Waititi) se atrevió a dar vida al Fuhrer.

A pesar de que la teleaudiencia ya conocía el desenlace de la saga de Herman Wouk, era impresionante ver un cuento en pantalla y no se escatimaron recursos para darle al público un gran espectáculo. Dan Curtis tenía dudas sobre esta secuela. No creía que existiesen suficientes navíos o aviones antiguos para recrear la Batalla de Midway. Fue su esposa quien lo empujó a aceptar el proyecto. “Enloquecerá si otro lo hace y no tú” fueron sus palabras.



El presupuesto fue entonces el más grande nunca empleado en una serie limitada, 140.000 millones de dólares (unos 200.000 millones de hoy en día). Con eso se pagaron sueldos de actores, se adquirieron implementos, se contrataron extras y se costearon viajes de locación. La filmación tuvo lugar nuevamente en los países anteriores a los que se agregó Francia y la ciudad suiza de Berna. Se llegó a filmar en Pearl Harbor y otros sitios de Hawái, y en las afueras de Montreal se recreó el invierno moscovita.

El mayor logró fílmico fue el rodaje en Polonia, siendo “Recuerdos de Guerra” el primer dramatizado en ser filmado en el campo de Auschwitz. Branko Lustig, sobreviviente del lager y quien ya había fungido de productor, volvería a hacerlo. Docenas de sobrevivientes del Holocausto solicitaron trabajo como extras en las escenas de Auschwitz. Tal vez como catarsis, tal vez como una forma de presentar testimonio. El gobierno polaco dio los permisos necesarios para la filmación exigiendo a cambio que en el libreto no se hiciese mención del antisemitismo polaco.

Una de las grandes sorpresa de esta prolongación de La Saga Henry fueron los cambios de reparto.  Curtis debe haberse sentido aliviado cuando Jan Michael Vincent anunció que estaba ocupado con su serie “Airwolf” y que no iba a arrastrar sus botellita al set de “War and Remembrace”. Lo reemplazó Hart Bochner. Todos los hijos de Pug fueron reemplazados, hasta Janice a quien ahora le daría vida una desconocida llamada Sharon Stone.




John Houseman estaba muy delicado de salud y fue reemplazado por el más que apto Sir John Gielgud, y Robert Morley se convirtió en “Talkey” Tudbury.  El cambio más espectacular fue el de la protagonista. Ya ni Curtis podía rebatir que una semi cincuentona como Ali McGraw no podía hacer creíble a la esplendorosa Natalie Jastrow-Henry. Se trajo a la esplendorosa Jane Seymour que con este papel volvía a coronarse como reina de las miniseries.



Se mantuvo a lo mejor del reparto. Un poco más viejos retornaron Polly Bergen, Peter Graves, la exquisita Victoria Tennant y Topol cuyo personaje de Berel Jastrow adquiere importancia en la serie gracias a que es capturado como soldado ruso por los alemanes. Es llevado a un campo de prisioneros rusos y polacos que Berel reconoce como el pueblo de su infancia, Oswiecim, ahora llamado Auschwitz.

A pesar de una conspiración demente para reemplazarlo por James Coburn, Robert Mitchum permaneció al timón de la Northampton y de La Familia Henry. Realmente no me imagino a otro en ese papel. por la misma razón por la que si realmente van a refritear este espinoso (en estos tiempo) material quisiera solo a Brad o a Clooney en ese rol.



Los Errores: Desde los horarios hasta “La pornografía del Holocausto”

Aunque se esperaba que el estreno fuese en 1989, se la adelantó un año antes.  Había conciencia de que quienes habían amado la serie ya habían esperado demasiado (¿Oíste Ser George R.R. Martin?). El hecho es que el primer episodio, de casi tres horas de duración, no tuvo la sintonía esperada. Histéricos, los productores se pusieron a tijeretear el producto con el resultado de que algunos capítulos quedaron más largos que los otros.

Para colmo después del primer episodio, la cadena ABC se tomó libre el lunes 14, reanudando la serie el martes15 y continuando hasta el jueves. Luego de una inexplicable puente que cubrió el viernes y el sábado, volvió la serie el domingo 20. Se saltaron el lunes, regresó martes y miércoles. De ahí vino un hiatos hasta mayo del ‘89. Es un milagro que algunos espectadores la hayamos visto completa

Aunque este desorden cronológico afectó el sentido de continuidad de todo amante de miniseries (algo desconocido hoy en el universo del binging), no fue la única razón para que los espectadores se alejasen de tan cara y prometedora historia. Muchos, como mi madre le tiraron la cadena en el segundo episodio. Las razones tienen que ver con contenido más que con detalles técnicos, y eso que también había problemas de audio. Muchos episodios no fueron grabados en sonido estéreo.



Herman Wouk se encargó de escribir un libreto para las escenas tipo documental y para las reuniones de alto mando. Dan Curtis, con la ayuda de Earl Wallace, se dedicó a la ficción, a lo dramático, a lo romántico. Todos exageraron la nota.

En el primer episodio, donde si cortamos los comerciales igual tenemos un espectador pegado casi dos horas a la pantalla, dedican media hora a una batalla en las costas filipinas, y otra media hora en reuniones de Hitler y sus generales. Media hora para ver a los machos Henry reunirse en Pearl Harbor y luego cada uno partir a pelear su guerra.

Pug recibe una carta de su esposa. Alterada por la noticia del bombardeo japones, Rhoda le suplica que olvide y perdone su infidelidad. El bobo de Pug le escribe una carta de despedida a Pamela que por suerte nunca llega a su destino. Entremedio, Berel es capturado y llevado a Auschwitz. Araron y Natalie, a quienes dejamos en un buque en Nápoles, están en espera a que zarpe rumbo a Palestina.



Aparece de la nada, Werner Beck, un ex alumno del Profesor Jastrow que les ofrece que retornen bajo su protección a Siena a la espera de una repatriación con otros estadounidenses. Aaron, que no tiene ni pizca de deseo de ir a Palestina, cae bajo el hechizo del adulador Beck y parte para Toscana. En otra de sus malas decisiones, Natalie lo acompaña, a pesar de las suplicas de sus compañeros de viajes y de Avram Rabinovitz (Sami Frey) el agente de la Aliyah (inmigración ilegal a Palestina) con quien ha hecho amistad.

El segundo capítulo es aún más rocambolesco. La primera hora es ocupada por un excelente filme de espionaje en Berna donde Leslie Slote se convierte en el protagonista de su propio cuento, y la segunda por una muy descriptiva visita de Himmler a Auschwitz en la cual Rudolf Hoess (Gunther Maria Helmer) debe probar la eficacia de su campo con la ejecución de un tren cargado de prisioneros holandeses.




Mi madre estaba casi roncando, aburrida de las estrategias de Hoess para quedar bien con su superior, pero cuando los perros nazis comenzaron a ladrarle a una niñita holandesa que se pone a aullar se tuvo que despertar. Lo próximo es que vemos a las mujeres, entre ellas a la niñita, correr desnudas y en pleno día por un prado ante los ojos de Himmler y s SS, rumbo a “las duchas”. Lo último es tener que ver como retiran los cadáveres y los arrojan (todavía no había crematorio) a unas zanjas.




En ese entonces (y hoy) la televisión abierta estadounidense no mostraba gente sin ropa. Ver desnudos frontales, pilas de cadáveres entre ellos varones fue muy chocante para mí. Mas para mi madre que dijo “hasta aquí llegue”. No fue la única, a la mañana siguiente, Sir Elie Wiesel escribió un airado editorial en The New York Times denunciando lo que calificó como “La Pornografía del Holocausto”.  

Aunque concuerdo con su shock, a más de 30 años de distancia y tras conocer la evolución del cine del Holocausto desde entonces, encuentro el episodio audaz y efectivo. Sabe manejar lo visual sin caer en dramatismos innecesarios y sin restar el pathos de la escena que incluso en un momento incomoda a Hoess quien al notar la fría mirada de Himmler se compone.

El haber creado la escena desde la perspectiva de los verdugos aumenta la sensación de crueldad de parte de estos. Ayuda también la estética. Todo ocurre en un día primaveral, los prisioneros llegan a un espacio verde, soleado, con árboles cargados de flores. Es comprensible que los holandeses no sospechen lo que les espera y obedezcan las ordenes tanto de los amables guardias nazis como la de otros prisioneros que por una vez andan en uniformes limpios y no en andrajos.



El problema es que estos episodio van seguidos, en la serie, por alguna reunión en la Casa Blanca o una batalla naval en el Pacifico obligando al espectador a cambiar su perspectiva y dejar atrás temas que merecen su reflexión.” War and Remembrace” nunca supo si quería ser lección de historia, documental didáctico o saga familiar y eso incomodó a más un televidente, que, como mi madre, apagó el televisor.

Oda la Infidelidad Femenina

Incluso los que habían invertido emocionalmente en la historia de los Henry, su dinámica familiar y sus romances, sufrieron una desilusión. Entre el libro y el guion pasaron a ser una familia disfuncional mantenida a flote por falsas expectativas. Yo lo resumo con un “la serie se convierte en una oda a la infidelidad femenina”.

Como dije ante, Víctor después de Pearl Harbor decide romper con Pamela y perdonar a su esposa adúltera. Pamela no recibe la carta y comienza un largo peregrinaje por el sur de Asia que espera la lleve a Hawái y a su Capitán Henry. En New York vemos a Rhoda celebrar las fiestas decembrinas en compañía de Palmer que continúa siendo su amante. Victor en babia.



En su obsesión de tener ojos en todos los escenarios del conflicto, Wouk convierte a Pamela en testigo de la caída de Singapur. Con eso le hace un flaco favor a Pam, no añade nada al libreto y realmente no debieron incluir este episodio en una serie que pide recortes a gritos.

En The Winds of War, el autor nos contó que ante de conocer a Víctor, Pam había tenido un largo y tormentoso affaire con un periodista ingles llamado Philip Rule. Comunista, infiel, bisexual y golpeador, Rule había abandonado a Pam por una bailarina soviética. Eso explica que ella se enamore de Víctor porque es lo opuesto a Rule.



Interpretado por Ian Shane, Rule aparece en la serie en Singapur. Los no-Lectores no están ya advertidos de sus grandes defectos. Mas encima, Pam hace creer que lo que la alejó de su amante fue la bisexualidad de este, no sus palizas. Rule incluso adquiere una dimensión heroica al ser uno de los pocos ingleses conscientes de que esa fortaleza inexpugnable está a punto de caer y por culpa de las torpezas del alto mando.

Talky parte a Australia dejando a su hija en la isla bajo bombas japonesas. Asustada y atrapada, Pamela se dedica a cuidar de Rule que ha sido mordido por un escorpión. En la noche de Año Nuevo, más por miedo y depresión que lujuria, Pam se mete en la cama con su ex. Un momento sin importancia que sin embargo la disminuye sin necesidad.  Es parte del leitmotiv de que la guerra crea tal caos mental que afecta las relaciones sentimentales. Pero aquí se llega al acabose.

Rhoda se entera que Pug y Pam están enamorados, termina con Palmer y exige que Pam no vuelva a ver a su marido. Acto seguido se enreda con un tal Coronel Harrison (Mike Connors). Pug y Pam saben que Rhoda sigue con sus escapadas. Pam se harta y se compromete con un tal Lord Berne-Wilkes. Pug le suplica que no se case, que algún día Rhoda le dará el divorcio y así se la llevan de Pearl Harbor a Moscú, de Hollywood a Londres. Sin embargo, las únicas fanfiction que he encontrado de esta serie son sobre Pam y Pug. Supongo que por ser la gran historia de amor creada por Wouk.



La situación llega a tener ribetes de farsa como cuando Rhoda borracha confiesa sus cuitas de amor al pobre y aburrido Pug. O cuando este debe compartir un coche dormitorio en un viaje en tren con el Coronel Harrison que no lo deja dormir, también lamentándose de no poder confiar en el amor de Rhoda

Es que el autor intenta abarcar todas las experiencias humanas que se viven durante un conflicto de esa magnitud. En el caso de Rhoda, el de las esposas frustradas, que no pueden estar sin un hombre. En el caso de su hija Madeleine, las jovencitas que amparadas por la falsa libertad que ofrece una guerra meten la pata y luego no saben cómo explicarle su error al verdadero amor de sus vidas.

El caso de Janice Henry es el de muchas esposas jóvenes que pierden al marido y se encuentran viudas y madres solteras antes de tiempo. Janice comete el error de involucrare sexualmente con el mayor rufián de la marina estadounidense “Lady” Aster (Barry Bostwick), el comandante del submarino de Byron. Un par de capítulos más adelante, Lady se da cuenta de que Janice está enamorada de su cuñado. Byron, por soledad y frustración, le planta un par de besos a la viuda de su hermano. Por suerte, Janice reacciona y se aleja de estos hombres tóxicos.



Los Jastrow en Theresienstad

Es muy difícil saltar de estos problemas domésticos y hasta cierto punto románticos a las espeluznantes escenas de campos de concentración, o la existencia llena de horror y zozobra que llevarán Aaron y Natalie en el “ghetto modelo” de Theresienstad. Otra grandeza de ‘War and Remembrance” es que es el único dramatizado que retrata la existencia en este lugar tan singularmente diabólico. Es en Theresienstad donde hay una reunión familiar de los Jastrow con Berel (ahora parte de la resistencia checa), es donde Natalie se separa de su hijo, donde Aaron encuentra una nueva identidad en la religión de su infancia mientras que su sobrina la haya en el sionismo.

Ver la serie de nuevo me hizo darme cuenta de las razones por las cuales se casó Natalie con Byron y por qué ese matrimonio no está construido sobre una base sólida. Byron es el único personaje que no evoluciona. A lo más, se vuelve moralista, criticando el comportamiento de su cuñada y de Pug (cuando finalmente se divorcia).

En su breve interludio marsellés sigue exigiendo de su esposa que sea la mujer audaz y despreocupada que fue antes de casarse. Llorando, Natalie le responde “pero entonces no teníamos a Louis”. Byron no nota que Natalie ha evolucionado, sobrevivido traumas que han modificado sus prioridades. Por eso el final abierto que les da el autor, adquiere otra connotación en la serie. No sabemos si Natalie quiere seguir siendo Mrs. Byron Henry o irse a Israel con Avram Rabinovitz.



En “The Winds of War”, Rabinovitz fue interpretado por el actor italiano Leonardo Brucetto, que lo representó como un judío bajito, canoso, mal trajeado. Fue con motivos ulteriores que lo reemplazaron por Samy Frey, ex galán del cine francés (y uno de la famosa lista de amantes de Brigitte Bardot).

Ayer volví a ver el final de la serie y me di cuenta en que difiere del libro. En el libro es un final abierto, al menos en lo que se refiere a Byron y Natalie. Por largo tiempo Wouk no supo qué hacer con la chica Jastrow. Cuando, todavía sin terminar War and Remembrace, alguien le pregunto: “¿qué va a pasar con Natalie?”, Wouk respondió “recen por ella”.



Wouk planeaba matar al personaje tal como lo había hecho con Aaron. Ambos eran culpables por sus malas decisiones, por su falta de visión, pero por sobre todo por su arrogancia de judíos seglares de ufanarse de estar por encima de su condición racial, cultural y religiosa. El autor solo pudo redimir al Profesor Jastrow enviándolo a la cámara de gas. ¿Como podía redimir a Natalie?  Solo haciéndola sionista, solo empacándola a Israel. La pregunta es quién sería su compañero en ese futuro.



Entre Byron y Rabinovitz

La novela comienza con los Jastrow a bordo de un navío que pretende romper el bloqueo británico y llevar su cargo de refugiados a Palestina. Es 1942 y la primera aliyah ilegal está en auge, pero también en su etapa más peligrosa. Los hombres que la manejan deben ser mitad agente secreto, mitad marineros, mitad contrabandistas.

Los lectores del Exodus de Leon Uris recordarán esta etapa en la vida de su protagonista Ari Ben Canaán. Avram Rabinovitz es su equivalente, aunque más simpático. En los día que faltan para que el barco zarpe de la bahía de Nápoles, Natalie y Rabinovitz llegan a un punto de amistad que les permite intercambiar confidencias.

Natalie admite su incomodidad ante el tener que ir a Palestina. Abandonó toda vida religiosa los 12 años, no tiene ningún interés en la creación de un estado judío. Reconoce que no le atrajeron nunca los pretendientes judíos que tuvo, abogados y médicos que la aburrían con sus vidas grises. No eran “hombres de acción” como Byron.



Ahí nos damos cuenta del motivo que empujó a Natalie a los brazos de Byron. Toda su vida adulta ha sido una búsqueda de aventura y de lo exótico, y a la vez una necesidad de vivir respetablemente sin estigmas que la separen del resto de la población. El matrimonio con Slote ofrecía eso, pero en su momento de mayor necesidad, el diplomático se acobardó y Byron dio la talla. Eso bastó para hacerle a Byron atractivo. Natalie no ha reparado en que Byron es inmaduro, muy diferente a ella y que la amable Familia Henry la ha recibido con menos alegría que los Windsor recibieron a Meghan Markle.



Avram le muestra a Natalie una fotografía de su esposa que fue asesinada por los árabes. Le dice que si lleva a Louis a Palestina “tu hijo será un hombre de acción”. Lo que nota Mrs. Henry es que Rabinovitz es un hombre de acción. No solo arriesga su vida en una empresa peligrosa también es el único que sabe acabar con las convulsiones de un afiebrado Louis. Avram Rabinovitz es lo que en ese momento necesita Natalie.



Aun así, cuando Aaron petulantemente anuncia que se acogerá al amparo del nazi Beck, Natalie lo sigue como borrego. A punto de subirse al automóvil de Beck, Natalie le pregunta a Avram “¿Hago lo correcto?”. “Ya está hecho” le responde él y ella se despide besándolo en los labios.




Unas semanas más adelante, Beck revela sus oscuras intenciones, quiere que Jastrow haga una emisión radial tipo Ezra Pound en beneficio de los alemanes. Natalie se pone de acuerdo con los Castelnuovo, la familia del pediatra de Louis, para abandonar Italia. Mandan aviso a Avram quien ya ha regresado de dejar su nave y su cargo en Tierra Santa.

Así se organiza una huida que lleva a los Jastrow de Italia a Elba, y de ahí a Córcega. En el viaje, la belleza de Natalie atrae a un joven pescador que es hijo de los Gaffori la familia con la cual se hospedan. Llega Rabinovitz y toda su visita está repleta de detalles decidores sobre el cambio de la relación de Natalie con el rescatista, desde que se niegue a que la vea en fachas toda mojada por estar bañando a Louis hasta que le muestre que su bebé ya puede caminar y que Louis salude al judío con un “Daddyyy”.

El punto culminante es cuando, con la excusa de mostrarle el paisaje, Natalie se lleva a Avram a un paseo solitario. Con mucha coquetería le cuenta de los acosos del joven pescador. “Temo una noche encontrármelo en mi cuarto” dice haciendo ojitos. Para Rabinovitz esto es un contratiempo. Los Gaffori son fundamentales en su red de rescate, no puede pelear con ellos.

Desaprensiva como siempre, Nathalie sigue suplicando y lanzándole miradas incendiarias que el judío reprocha. “Pero es que no temo encontrarte a ti en mi cuarto una noche” contesta la audaz señora Henry. Es en estas escenas donde más nos alegramos de que Ali haya sido reemplazada por una Jane Seymour que pone belleza y sensualidad al servicio de su personaje (sin mencionar que es mejor actriz que su predecesora).



Rabinovitz encuentra una solución y se lleva a Los Jastrow a Marsella donde los hospedan los Mendelson. Es en ese entono judío que Natalie recuerda que habla yiddish, cocina patillos tradicionales y enciende las velas del Shabbath. Parte de ese encuentro con sus orígenes es una alteración en su amistad con Avram.

En el libro, Wouk que es un tremendo puritano se apresura a decirnos que, aunque Rabinovitz gusta de la americana no tiene designios oscuros respecto de ella. Natalie también en miradas retrospectivas se hace la inocente, pero cuando le pide que busquen un sitio para estar a solas, se dice a si misma que no sabe por qué lo hizo. La serie no hace caso de remilgos y para cuando Rabinovitz y Natalie deciden encontrarse a solas en el cuarto que él renta, tenemos claro qué tipo de cita va a ser esa

Entonces, Wouk provoca el twist argumental más inconcebible posible. ¡Hace que aparezca Byron! ¿O sea, como se explica que Byron que está peleando en el Pacifico cruce océanos y continentes para aparecerse en Marsella como mensajero trayéndole unos documentos al cónsul estadounidense? A Natalie no le importa, se lanza a los brazos de su marido y a Rabinovitz que lo parta un rayo.



Byron, el “hombre de acción”, quiere llevarse a Natalie y al niño. El cónsul estadunidense le recuerda que los Jastrow no tienen documentos, si los detienen los alemanes será su fin. Natalie antepone su amor de madre a la loca idea del marido. Byron está decepcionado. esta no es la mujer que se casó con él.

El cónsul intenta tranquilizarlos con el viejo cuento que venimos oyendo desde “Winds of War”: “esto se arreglará en unos días”. Efectivamente, Byron se marcha, los Aliados desembarcan en Casablanca y los alemanes invaden la Francia de Vichy. Los Jastrow quedan atrapados y comienzan a dar tumbos por Europa lo que los lleva primero a Theresienstad y luego a Auschwitz.

En 1945, los soldados de Patton encuentran a Natalie calva, andrajosa y desnutrida bajo un vagón de tren en la estación de Buchenwald. Será Avram Rabinovitz quien les confirmará las autoridades que se trata efectivamente de Natalie Henry, neoyorquina, esposa de un oficial de la marina de los Estados Unidos. Y cuando Byron consigue regresar a Europa, es Rabinovitz quien le relata la ordalía de la mujer y las intenciones de Natalie de irse a Palestina.



Cuanto más recuerdo el texto y veo la serie, más me queda la impresión de que Byron no entiende ni lo vivido por su mujer ni la transformación que ella ha sufrido. Lo único que él ha sacado en claro de la guerra, es que no le gusta ser oficial. En sus encuentros con Natalie no hablan de lo vivido por ella (el libro es más grafico sobre sus sufrimientos incluyendo torturas que sufrió en Auschwitz). Natalie habla de otros haciendo hincapié en lo religioso que se puso Aaron antes de ser ejecutado, o del cambio increíble experimentado por Leslie Slote. Es como si hablase con un extraño no con un amigo o esposo.

Por supuesto, Byron se anota un gol al encontrar a Louis. La escena final del libro tiene ese encuentro entre madre e hijo en presencia de Byron y Rabinovitz. El libro nos cuenta que el catatónico Louis despierta de su mutismo reconoce a su madre y junto a ella entona la nana “Pasas con almendras” En ese momento, describe el autor una luz que ciega a los hombres presentes. Se ha reconocido esa luz como una metáfora para el poder del amor maternal. Pero para mí lo interesante es que Wouk deja el final abierto. ¿A quién escoge Natalie?  ¿Qué camino tomarán ella y su hijo?

Dan Curtis, en la serie, nos da un final diferente. Byron se sienta al lado de su esposa e hijo y Natalie lo besa en los labios ante la mirada de Avram Rabinovitz. Sin embargo, yo no apostaría mucho a esa reconciliación.



Los Verdaderos Héroes de War and Remembrance

Quiero acabar hablando del tema del heroísmo. No hay narrativa bélica que no tenga inesperados héroes y actos de heroísmo y “War and Remembrance”no es excepción. Tenemos ejemplos del sacrificio máximo con la muerte del aviador Warren y del capitán de submarinos “Lady” Áster. Byron se desempeña bien en su guerra del Pacifico, pero Victor está apagado. No es el mismo hombre que sobrevoló Berlín en un bombardero, ni el que recorrió un frente ruso con pamela al costado y tanques alemanes en frente, ni el que envió al mismísimo Mariscal Göring a meterse su soborno en el trasero.

Aunque veamos a Victor ascender hasta almirante, perder otro navío en servicio activo y seguir gravitando hacia frentes de guerra, su heroicidad desaparece. Tal vez sus dramas domésticos lo han convertido en un personaje de farsa, tal vez su incapacidad de tomar decisiones sobre su vida romántica y dejar que sean sus mujeres las que lo hagan, le den una dimensión bufonesca. O tal vez es que Pug no llega nunca al espacio donde realmente se forjan los héroes de esta miniserie: la guerra en contra de los judíos que nos proporciona tres grandes héroes.



Aunque admiramos a Aaron Jastrow quien al final de sus días recobra dignidad y coraje gracias a su fe o a Sammy Mutterperl John (Rhys-Davies) quien harto de ver nazis matando judíos, agarra una metralleta y mata cinco SS antes de ser ultimado, el verdadero heroísmo es el que abarca a otros seres humanos, el que nace del rescate, de la defensa de los más débiles.

 Uno de ellos es Berel Jastrow. Vemos al humilde panadero construir crematorios, decir un kaddish por Mutterperl, huir de los campos, unirse a los partisanos, contrabandear filmes de atrocidades y hasta contrabandear a Louis fuera del ghetto-modelo. La muerte de Berel protegiendo a Louis de las balas alemanas es un acto insuperable de heroísmo.




Sin tener que morir en el ejercicio de su heroicidad, Avram Rabinovitz representa otro aspecto del coraje desempeñado en el Holocausto. Los contrabandistas de refugiados debían tener nervios de acero, reflejos rápidos y mucha astucia para lidiar con el bloqueo inglés, con los nazi, con las autoridades de países neutrales y con mares turbulentos y navíos que se caían a pedazos.

Como nos muestra la serie, Rabinovitz debe saber recolectar colaboradores, judíos y gentiles, crear redes para contrabandear su preciosa carga, y lidiar con los caprichos y miedos de esta. Sus vidas estaban en constante peligro y sin embargo sabemos tan poco sobre ellos. Es un mérito de la novela y serie que nos hagan conocer este capítulo olvidado del heroísmo judío.

El ultimo personaje ni siquiera es judío, pero da su vida por ellos. Al comienzo de “The Winds of War”, Leslie Slote es un personaje irritante, un ejemplo del entitlement. Diplomático de carrera, graduado de la Ivy League, hijo de familia prominente, ama a Natalie, pero no lo suficiente para arriesgar su futuro cargando con una esposa judía. Slote representa el antisemitismo solapado de la clase alta estadounidense de fines de los 30.



En la Campaña de Polonia pierde toda esa seguridad condescendiente con la que busca apabullar a Byron, cuando pierde el coraje bajo las bombas alemanas. Aunque se redime en el episodio de las salida de diplomáticos de la Varsovia, Slote ha perdido atractivo para Natalie. No es el “hombre de acción” que ella busca.

Al final de “The Winds of War”, Slote está en Moscú y recibe la visita de Berel Jastrow quien le proporciona fotografías de las atrocidades nazis. El Departamento de Estado estadounidense no se interesa por las fotos. Slote toma una decisión audaz y envía el material al New York Times. El periódico lo publica en algún lugar perdido de su inmenso caudal de páginas.

Quienes si lo leen son los superiores de Leslie Slote quien es degradado y enviado a un oscuro puesto en el consulado de Berna. Es en Suiza donde Slote comienza a vivir su propio cuento al ser contactado por el millonario judío Samuel Ascher, su enigmática hija Selma y su invitado el Padre Martin, un sacerdote germano, miembro de la resistencia alemana.



Es el Padre Martin quien proporciona al diplomático documentos sobre la Conferencia de Wansee y la Solución Final. Los jefes de Slote no creen en ellos y exigen mayores pruebas. En camino a dárselas a Slote, el sacerdote es asesinado. Los Ascher deciden abandonar Europa y refugiarse en USA.



Entretanto, Slote ha seguido entrevistándose con Selma. Al comienzo, se acerca ella porque le recuerda a Natalie, pero pronto se da cuenta que son muy diferentes. Intercambian besos, parecen estar enamorados, pero Selma le explica que va camino a Nueva York a casarse. Siguiendo las antiguas tradiciones ha permitido que su padre le arregle un matrimonio con un joven ortodoxo. No es lo que su corazón le dicta, pero si su conciencia. Es lo que debe hacer una buena judía en ese momento.




Será la influencia de estas dos mujeres las que establezcan el camino de Leslie Slote en el futuro. Es convocado por Washington para colaborar con un “departamento” que supuestamente se ocupará de la ‘cuestión judía”. Slote se da cuenta que se trata de una operación decorativa y los que están a cargo son tan antisemitas como los nazis. Renuncia a su empleo y se enrola en la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos) donde es entrenado para operaciones de comandos. Es lanzado en paracaídas sobre Bretaña en 1944 y muere en una escaramuza en contra de los alemanes.

En mi repaso por “Recuerdos de guerra” encuentro que son los arcos de estos héroes los que más hacen atractiva la serie. A diferencia de lo que me ocurrió con mi vistazo “moderno” de “Vientos de Guerra”, no me enganchan ni los romances ni los relaciones personales. En su afán de ganar una guerra y recorrer el mundo para lograrlo, los personajes se han vuelto acartonados e incomprensibles como en el caso de Rhoda.

Obvio que esto no se aplica a la saga/ordalía de los Jastrow, pero reitero su historia no sería tan pasmosa si no se entrecruzara con la de Berel, Rabinovitz y hasta con la de Slote. Mi conclusión es que tal vez la trama funcionaria mejor si solo se enfocara en los aspectos europeos. Aun así, para quien no la haya visto, es un espectáculo fascinante y para los lectores de la obra de Wouk es un homenaje al texto en su recreación total, lo que paradójicamente es la gran falla de la serie y también su mayor mérito.

La pregunta del millón sigue siendo cómo se la puede refritear. ¿Qué solución ofrecen ustedes y que actores les gustaría que interpretaran a los protagonistas de esta obra?