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jueves, 11 de julio de 2019

El Drama de Época y la Memoria Histórica: Cuéntame Como Pasó



A pesar de que se asocia el término con La Ley de Memoria Histórica del 2007, ya desde la muerte del Caudillo que aparece un interés en España y en el extranjero de disputar la “verdad oficial” del Régimen y de revisar los sucesos del pasado desde una perspectiva del bando perdedor. Aunque esto más se reflejará en la literatura y el cine, la televisión del Siglo XXI ha abrazado esa cruzada con resultados desiguales, siendo uno de los casos más emblemáticos la aclamada serie “Cuéntame cómo pasó”.

Mencioné en el post anterior como “La forja de un rebelde” fuera el primer intento de poner la Guerra Civil en pantalla chica. La siguió la adaptación de Los Jinetes del Alba, pero no había todavía una serie que muestre lo que Don Pio Moa llama “Los Años de Hierro” y Eslava Galán “Los Años del Miedo”, ósea la vida de la posguerra, ni tampoco las últimas décadas de la dictadura de Francisco Franco.

La primera en hacerlo es también la mejor de ese grupo y debutó en televisión en la era pre-Zapatero, en abril del 2001. Hay quien ha comparado “Cuéntame cómo pasó” con la serie estadounidense “The Wonder Years”. Son parecidas puesto que ambas son una mirada retroactiva al pasado del narrador, ahora un adulto, a su infancia, y a la evolución de su sociedad. Pero “The Wonder Yers”es nada más que una observación nostálgica. En cambio “Cuéntame”, a pesar de su humor, describe el peligro y la angustia de vivir en una sociedad represiva, bajo un estado policial (por eso me gustaría ver una versión rusa de este relato).

La serie inicia en 1968, en lo que se conoce como tardofranquismo. A pesar de que para entonces había cierta apertura, la represión se manifiesta de las maneras más sutiles hasta las más crudas. Nos queda claro que, sin ser simpatizantes del régimen, los Alcántara pueden llevar una vida normal, aunque de vez en cuando la realidad política los golpee.

Los Alcántara son una familia nuclear de clase media que viven en un piso pequeño en el barrio obrero de San Jenaro. Hago hincapié en el término “clase media” porque a través de tres décadas los Alcántara han luchado por salir de pobres. Su vida económica ha sido una montaña rusa de auges y caídas que reflejan lo difícil que es la movilidad social en la España moderna.

Antonio Acantara (Imanol Arias) es el páter familiae (¡y como le gusta ejercer ese rol!), un empleadito en una oficina de gobierno, el hombre que en Chile la oligarquía llamaría “un tonto útil”, y que en un español más universal viene a ser un “poquita cosa”. Es casi un personaje galdosiano sino fuera por su mal entendida hombría que lo asemeja a muchos hombres latinos.

En vez de aprender, oculta su ignorancia a punta de pretender saberlo todo. Para nuestros estándares, es prepotente y avasallador con su esposa y sus hijos. No es un mal hombre, pero sus defectos lo superan y el no reconocerlos lo obliga a no evolucionar.

 Curiosamente, Toni (Pablo Rivero) su hijo segundo es muy parecido y ahora caigo que nunca los tragué por eso, por su incapacidad de reconocer sus fallas, por su falta de humildad. Su falta de auto-introspección lleva a Antonio a constantes enfrentamientos con sus hijos y   a caer una y otra vez en las trampas (léase negocios chuecos) de su eterno jefe el macabramente divertido Don Pablo Ramírez Sañudo (Pepe Sancho).

Quien vale en esa casa es Mercedes (Ana Duato) la madre, una mujer cuarentona, sencilla, que no ha terminado la escuela, pero posee intuición y compasión natas. Aparte que se apoya en la guía de su madre, la sabia Herminia (María Galiana), con la que tiene una relación no de autoridad como la que pretende entablar Antonio con sus hijos, sino de amistad y respeto mutuo.

A lo largo de las primeras temporadas, Mercedes va viviendo muchas experiencias y evolucionando, lo que le permite entender a sus hijos y aconsejar a sus amigos. La vida de Mercedes va desde ser madre a los 40 hasta sobrevivir el cáncer del seno; desde sostener una profunda amistad con un homosexual hasta coquetear con la idea de la infidelidad; desde montar un negocio de modas propio hasta acabar con el bachillerato: desde ser empresaria y maestra de costura hasta sacar un título universitario.

 Aun así, vemos una Merche chapada a la antigua que pone un hasta aquí a algunas cosas que le son inaceptables. Como cuando se echa a llorar al ver a su hija bañándose desnuda con un hombre o como cuando le cae a golpes a su amiga Clara (Silvia Espigado) al saberla amante de su hijo.



Aunque Antonio y Merche eran niños para lo de la Guerra Civil, el conflicto los ha marcado. Los hermanastros de Antonio murieron peleando por el Bando Republicano, su padre, empleado de ferrocarriles fue fusilado. Se cree que la ejecución fue por motivos políticos, pero más tarde Antonio se entera por boca de Don Mauro (Pep Ferrer), el cacique del pueblo, que la muerte del padre fue por rencillas personales.

El moribundo Mauro revela que él lo delató por celos ya que estaba encaprichado con Doña Pura (Terele Pávez), la madre de Antonio. Mas adelante, tras descubrir el cadáver del padre en una fosa común, se sabrá también que Pura y Mauro fueron amantes y que él es el padre de Miguelón (Juan Echanove), hermano de Antonio.

Casi tan complejo es el secreto de Herminia. En un viaje a Sagrillas, el pueblo murciano de donde son originarios Antonio y su mujer, Mercedes conoce a Samuel (juan Díaz) un exiliado en México. Este le cuenta que fue maestro republicano y que Herminia lo ocultó en su casa y lo ayudó a huir. En pago, él le ensenó a leer. Pero esta última temporada, Herminia ha sido narradora de un episodio en el que recuerda que, para salvar a Samuel, tuvo que matar a su propio marido, el padre de Merche.


La Guerra Civil es un referente en las primeras temporadas desde el viaje a Rusia de Antonio y Don Pablo, donde el primero se encuentra con un intérprete que es uno de los huerfanitos que acogió la Unión Soviética, hasta la aparición de Faustino Arias Forneiro interpretado magistralmente por el desaparecido José Luis López Vásquez.

En un episodio navideño, Doña Pura que pasa una temporada con los Alcántara en Madrid se encuentra con Faustino, una especie de homeless. Resulta que se trata del comandante del batallón donde peleó uno de los hijos de Doña Pura, y que recién el gobierno ha puesto en libertad. Tantos años en presidio han privado a Faustino de todo y a pesar de los esfuerzos de Los Alcántara por ayudarlo, el anciano muere. Antes, comparte la mesa navideña con los Alcántara, y relata sus recuerdos.

Lo extraordinario de esa cena es lo poco que los jóvenes saben de la guerra y de sus postrimerías, casi tan poco como generaciones de alemanes saben de lo que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Y eso es lo principal de esa primera etapa. Ver el mundo del tardofranquismo a través de los ojos de Carlos (Ricardo Gómez), un niño inocente e ir desenrollando el ovillo de memorias de sus mayores, pero también viendo como sus hermanos se adentran en el presente político no en recuerdo de una guerra antigua, sino porque quieren más libertad y derechos.



Inés (Irene Visedo) y Toni, los hermanos mayores de Carlos, aunque importante, nunca se ganaron mi cariño o mi respeto como lo hicieron Merche, su madre y Carlos. Inés es la mayor. “La Chica” Como es mujer nadie piensa que tiene derecho a estudiar una carrera. Como es mujer se espera que se case, entretanto trabaja en la peluquería del barrio y contribuye económicamente al hogar. Las cosas cambian cuando, Nieves (Rosario Pardo), jefa de Inés, se la lleva a Inglaterra. Inés se despercude, deja a su antiguo novio y comienza a labrarse una identidad. Tristemente la identidad de Inés se ha visto ligada a sus ligues.

Después de plantar a su novio formal, Inés se enamora de un hippie inglés, Mike (William Miller). Hay otros hombres como el gitano Manuel o un director de teatro. Finalmente, Inés vuelve con Mike y se van a Las Baleares a vivir en comuna hippie. 

Lo importante es que Inés, cuando se zafa de la vida de Flower Girl, descubre y gracias a su amistad con Eugenio (Pere Ponce), el párroco, que lo importante en su vida es el teatro. Ahí encuentra una identidad política y afianza su relación con el sacerdote hasta que ambos deben confesarse que se aman. Finalmente, Eugenio cuelga los hábitos y se casa con Inés.

Pero el matrimonio no acaba bien. Inés, cada vez más involucrada en la lucha política clandestina, va a parar a la cárcel. Al salir, y embarazada le avisan que está en la mira de la policía. Se exilia en Francia donde nace su hijo Oriol. Solo regresa después de la muerte de Franco, pero pasa algo que yo veo como la única falla en la serie.

El haberla alargado tanto crea una situación similar a la de las soap operas americanas. Las grandes historias de amor acaban porque se necesita de un conflicto nuevo. No hay manera de hacerles creer a los guionistas y productores que una pareja se quiera por tantos años. Al final todas las parejas se decantan por otras relaciones amorosas.

Así ocurre con Inés y Eugenio. El comienza una relación con una colega. Inés se marcha a la Argentina e incluso se mete en líos políticos allá. Cuando regresa se mete de lleno en el mundo nocturno madrileño. Se enreda con un drogadicto y cae en la droga. El pobre Eugenio, que sigue pendiente de ella, muere en un accidente. Me cuentan que desde entonces Inés se ha casado dos veces. Una con un viejo y ahora con un bipolar. Como personaje se la define más por sus amores que por otra cosa. Y su hermano Toni es muy parecido.

Ya mencioné que Toni ha heredado las peores costumbres del padre, además es un mujeriego empedernido. A pesar de que nos lo venden como un baluarte de la lucha política y que como periodista está siempre presente en hechos históricos, son sus romances los que ocupan la primera plana.

Antonio ha hecho todo tipo de sacrificios para que Toni sea el primer Alcántara universitario. Es en la Facultad de Leyes que Toni conoce a Marta Altamira (Anna Allen) que lo concientiza. La feminista y revolucionaria Marta resulta ser hija de un funcionario del Régimen. Esto se descubre cuando ella queda embarazada. Marta no quiere casarse, la expulsan de casa, Los Alcántara la reciben, arrestan a Toni, Marta pierde el bebé y se separan.

Ahí Toni comienza un romance clandestino y prohibido con su vecina Clara. Prohibido porque Clara es mayor, amiga de Mercedes, y ya carga el estigma de ser madre soltera. Es un romance que acabará Mercedes y a golpes.

Mas tarde, Toni consigue trabajo en una revista, tiene una relación con la fotógrafa Mila, se rencuentra con Marta y a pesar de estar ella casada, reanudan sus amores. Yo por ahí dejé de ver los capítulos continuados. Y un domingo cuando prendo la tele me encuentro que Toni está casado con una tal Juana. ¿Quién es esa Juana? Y ahora me dicen que Toni está casado con una judía inglesa que se llama Deborah. Lo dicho, la identidad de Toni está en sus pantalones.

Yo comencé a ver esta serie por consejo de mi querido Dr. Ernesto Medalla. A comienzos de este siglo estuve muy enferma, casi invalida. Como trabajaba en casa, casi no salía y él venía a cuidarme. Apenas terminaba sus clases, venía a casa y se quedaba conmigo casi todo el día. Su única exigencia era tener la tele prendida siempre en RTVE. Estaba obsesionado con España, con la Guerra Civil con el momento histórico y con “Cuéntame”.  Gracias a él me volví una adicta. Incluso aproveché reposiciones para ponerme al día.

Al comienzo mi personaje favorito era Carlos, el pequeño narrador. Yo la veía más por el niño que por otra razón. La primera temporada el humor lo ponía Carlos con sus inocentadas como robarle la dentadura postiza al abuelo de su amigo Josete para rifarla diciendo que era la del Caudillo, o cuando él y sus amigos planeaban secuestrar a Doña Carmen Polo para conseguir la libertad de Toni. Peor aun cuando la pobre Herminia le dio, creyéndolas pastillas para el resfriado, las anticonceptivas de Inés. Como olvidar sus primeros amores o su primera vez con Karina (Elena Rivera) en el camión de mudanza.


Yo dejé de ver la serie cuando Carlos se volvió hombre. No quise verlo cometer errores graves, yo lo quería siempre niño. Saber que Carlos acabó en la cárcel (y no por motivos políticos) y luego se metió en la droga, me convencen de que hice bien.

Hay algo curioso en “Cuéntame”. Cuando comenzó, era obviamente antifranquista, pero no era partisana. Aunque los “buenos” siempre eran de izquierda, no todos los del otro bando eran perversos totales. Tuvimos al Padre Froilán que a pesar de que su hermana monja fue fusilada por los Rojos, dio refugio a Toni cuando a este lo perseguía la policía. Tuvimos a Genaro, amigo de Antonio, al pobre Matamulas padre de Paquita y suegro de Miguelon. Y hasta el oportunista Don Pablo consiguió los documentos para que Inés huyese a Paris.

Un personaje interesante es el primer jefe de Carlos, el dueño de un teatro de barrio, quien le presta dinero y lo lleva a hablar con “una experta” para despejar sus dudas sexuales. En un momento le revela que siempre ha sido falangista y como Franco traicionó a la Falange, un hecho que Carlos y yo ignorábamos.

Al comienzo la serie, aunque franca en su descripción del estado policial del tardofranquismo, exhibía cierta nostalgia por esa época, por la unidad familiar, por la solidaridad entre vecinos, por el respeto que se sentía por la gente de la tercera edad. A medida que la serie avanzaba hacia la Transición, fue perdiéndose esa nostalgia. Hoy todos los hijos de Antonio son de izquierda. Al comienzo Los Alcántara eran de misa dominical. Hoy todos sus hijos son ateos. Era como un reflejo de la sociedad que deseaba Zapatero, bajo cuyo mandato se rodó gran parte de la serie que ya va en su vigésima temporada.

En España se vio el famoso “Destape”, y la onda de libertad sexual que siguió al fin de la censura franquista, como un resultado de la libertad política, pero no sé si a propósito, la serie ha mostrado esa época como conducente a todo tipo de caos. Es en ese ambiente donde Inés y Carlos caen en la droga, donde acaban los matrimonios de Inés y Toni, donde Antonio comete adulterio. ¿Cuál es el mensaje?  ¿Qué tanta libertad mata los lazos familiares?  ¿Que, si no hubiera habido represión, todas estas cosas hubieran ocurrido antes?

El matrimonio de Antonio y Mercedes ha sobrevivido todos los baches, pero hace un par de temporadas, Merche dijo “Basta”. Se arrepintió luego, Antonio hizo promesa de enmienda, renovaron sus votos matrimoniales, pero me cuentan que este año se han separado para siempre.

No culpo a Merche. Me sorprende, me sorprende que haya aguantado a ese patán tanto tiempo, pero no me sorprende que el quiebre tenga lugar en una época en que la cultura española baila la jota al son del zeitgeist Mitutero. No me sorprende que ocurra en un momento en que familia y matrimonio son instituciones bajo fuego; en que la mujer que le aguanta una infidelidad a un hombre es considerada una sumisa indigna de ser parte del universo MeToo, y donde se alaba a la que prefiere estar sola que mal acompañada.

Siento que “Cuéntame” ha durado demasiado, reitero ya parece soap opera gringa, y un defecto en ese género es que el romance más bonito, ya se sabe de antemano, está condenado a no resistir los embates del tiempo. Una lástima porque si de algo se puede apreciar “Cuéntame” es de haber sido propulsora de los últimos grandes romances de la televisión española. A mí me encantaron los amores de Toni con Marta y con Clara, Inés con Eugenio, Carlos y Karina, Paquita y Miguelon.

Hago hincapié en lo romántico porque la otra muestra de la Memoria Histórica fue “Amar en Tiempos Revueltos” donde a pesar del título, el amor no pasaba de ser un cliché a lo Corín Tellado.

¿Has sido seguidor de” Cuéntame”? ¿Cuáles han sido tus personajes favoritos? ¿Crees que ha durado demasiado? ¿Crees que en su visión retroactiva sea una serie objetiva? "Cuentame como pasó"ha generado imitaciones desde Italia (Raccontami") hasta Chile ("Los 80"). ¿Has visto algunas de esas versiones? ¿Puedes compararlas?