Mostrando entradas con la etiqueta series francesas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta series francesas. Mostrar todas las entradas

martes, 26 de agosto de 2025

María Antonieta: Primera y Segunda Temporada

 


La primera temporada me dio urticaria y le hice la cruz, pero necesitando algo que llenase mi espacio de series de los martes, me puse a ver la segunda etapa. Aunque no carente de falsedades históricas, es menos sexualizada y menos estrambótica que los primeros episodios. Incluso me hizo retroceder y descubrir que a partir del quinto episodio, la serie se vuelve coherente y digestible. Marie Antoinette puede verse en EStados Unidos via PBS Amazon y en América Latina por Disney+

De Delfina a Reina

Los primeros episodios daban grima con una creación de escenarios imposibles. ¿Cómo Luis XV (¡qué repugnante estuvo James Purefoy en ese papel!), por mucho que le gustasen las muchachitas,  iba a poner en peligro su alianza con Austria abusando de la esposa de su nieto? ¿Como en Austria iban a mandar a Francia una princesa impúber? ¿Como María Antonieta no iba a saber lo que era menstruar e iba a manchar las escaleras de Versalles con la sangre de su primera regla? ¿Acaso no usaba calzones? ¿Y cómo la famosa enemistad entre la Delfina y Madame Du Barry aquí la convierten en una relación con ribetes lésbicos?

                          Luis XV y Du Barry, par de cochinos

Con esa presentación,  yo me alejé de la serie anglo-francesa (combinación de la BBC y de Banijay), pero por falta de material de esparcimiento, se me ocurrió entrar en el episodio 6, justamente el que describe la provechosa visita del Emperador Jose, hermano de la reina. A mí siempre me ha caído bien este emperador liberal y sesudo y siento mucha lastima por la trágica vida personal que le tocó.



Jonas Bloquet lo interpreta magistralmente, opacando a Danny Huston en la versión de Sofia Coppola. El modo en que enfrenta los problemas conyugales de los monarcas y las intrigas cortesanas es sabio y divertido a la vez. Al final del episodio, los reyes están camino de escribirle a la cigüeña. Al final de la temporada ya tienen dos hijos, uno de ellos el anhelado Delfín.

Antes de esto, hemos tenido varios altibajos emocionales de nuestra heroína. Finalmente le cayó el veinte que primo Chartres no era su aliado incondicional, sino un hombre obsesionado con hacerla su amante. El Duque de Chartres, envidioso y libidinoso,  inspira un poco de lastima, pero el libreto escogió una manera simplista de explicar la traición del futuro Philippe-Egalitė.



En la vida real, el Duque siempre sintió envidia de su primo. Luis XVI y su consorte le tenían tirria por intrigante y sinvergüenza. Lo que pasa es que por alguna razón la producción decidió prescindir del Conde de Artois, hermano del rey concentrándose solo en el man-child de Provenza. Artois (futuro Carlos X) si se llevó bien con Toinette, desde la llegada de la austriaca a Francia. Tanto que se les imputaron los amores que en la serie achacan a Chartres y a la reina.

Hablando del Conde de Provence, me divierte este niñato con ínfulas de rey que no sabe ni como preñar a su mujer. Me ha gustado más su retrato en Careme donde, quien se ha autonombrado Luis XVIII (que lo seria después del exilio de Napoleón) aparece como un hombre taciturno, desilusionado con la vida, pero dotado de la suficiente sabiduría para saber lo importante que es la buena mesa y el talento de Careme para llenarla.

               Provence con exceso de rouge en las mejillas

Quien me inspira lastima, aunque es amargada e intrigante, es su mujer María Josefina de Saboya. Debe haber sido casi imposible vivir con un marido que le expresaba el desprecio hasta con la mirada. Por suerte, la italiana se consiguió una amiga y compañera de cama en su lectora Madame de Grebillon que aparece en el episodio final de la primera temporada.



Lamballe vs Polignac

Otra razón por la cual me alejé de esta serie fue la caricaturización de María Teresa de Saboya-Carignano, Princesa de Lamballe, personaje histórico que siempre ha capturado mi imaginación. Después que Anita Louise y Mary Nighy me la habían presentado de manera atractiva y grata, la pobre Jasmine Blackborow ha sido convertida en un ser insignificante con su ridícula virtud y con el estigma de hacernos creer que estaba enamorada de su real patrona. Eso me resultó una ofensa a una mujer que es considerada casi mártir.



Pues la serie a partir del episodio siete nos muestra que la villana de este cuento es Yolanda de Polastron, personaje muy diferente al interpretado por Rose Byrne en la versión Coppola. No he podido encontrar antecedentes familiares que la hagan parienta del Conde de Maurepas ni históricos que la describan como espía del ministro. Lo que si es cierto es que era ambiciosa y oportunista. Se aprovechaba del cariño de la reina para conseguir puestos para su familia, honores para ellacomo el recibir el título de Duquesa de Polignac—y amasar una fortuna propia.

                      Toinette cambia de amiga

Obvio que esta preferencia de María Antonieta por la alegre y audaz Duquesa postergó a la seria y piadosa Lamballe, lo que puede haber hecho mella en un espíritu sensible y frágil como el de la Princesa. Por eso aplaudimos cuando Lamballe ya no aguanta más y se marcha de la Corte, pero regresa cuando recibe noticia de la muerte de la Emperatriz María Teresa para consolar a su amiga. Es un momento enternecedor cuando María Antonieta la abraza. Ahí se siente la devoción de Lamballe, una devoción que la llevará a la muerte.



La serie además es importante porque nos trae temas históricos como el perpetuo dilema de si la ruina económica de Francia (mayor factor para la Revolución) fue provocada por la ayuda de la nación gala a la independencia de los Estados Unidos. También conocemos personajes que la historia ha olvidado.

Me dio un poco de lata que pasaran tan rápido por encima de Rose Bertin, la primera gran modista de la historia y ni una mención de Madame Vigee-Lebrun. De hecho el retrato que Toinette envía a su moribunda madre no corresponde al suyo pero si es un cuadro de Yolanda de Polastron que Vigee-Lebrun pintó.



Es interesante que pongan que Anton Mesmer mesmerizó a Lamballe y que la Princesa aconsejó a su reina que se pusiese en manos del genial germano. En realidad, Lamballe utilizó los servicios de un discípulo de Mesmer llamado Charles D’Eslon que había sido médico de cabecera del Conde de Artois.

No hay constancia de que Toinette haya sido mesmerizada, pero como toda la Francia importante, ella tenía conciencia del magnetismo animal y su influencia. La Reina le ofreció a Mesmer un sueldo y pensión, pero el científico se negó a aceptarlos ya que, a cambio, debía dejarse vigilar por colegas.

Así llegamos a 1783 en la Segunda Parte. La serie le baja el tono al sexo y a las escapadas de la reina. María Antonieta se ha vuelto una mujer seria, dedicada a ayudar a su pueblo en un invierno crudísimo, uno de los peores de la historia, pero su ayuda no es suficiente.

            Los soldados protegen a su reina y a Lamballe de una turba de mendigos

Luis, Toinette y Fersen: Un Triángulo Trágico

Esta segunda temporada nos permite conocer un Luis XVI que es la persona más decente de la Corte. Ya no lo asaltan las dudas de antaño, pero su tarea ,a la que le dedica casi todo el día, es titánica e imposible. El tesoro de la nación ya les llegó a las manos malgastado por los excesos del abuelo; los cofres han quedado vacíos por el esfuerzo de mantener una guerra con Inglaterra y de apoyar la independencia de los Estados Unidos.

Los americanos no están muy apurados en pagar la deuda y Luis necesita desesperadamente de un mago de las finanzas que saque al reino del atolladero. En cambio, la siempre entrometida Yolanda le encaja a su amiguito Calonne.

Históricamente se sabe que Calonne era cercano a la Duquesa de Polignac, pero no fue más inepto que otros ministros de finanza. La nación estaba empobrecida, el mal clima había acabado con las cosechas. Había hambre en la ciudad y en el campo, encima de eso se vino el escándalo por el famoso collar.

Vemos a Luis en su faceta de padre y esposo, labores que desempeña bien. Lo vemos atender al viejo e invalido Conde de Maurepas y hasta sofocar sus hormonas cuando está cerca de Polignac. Nos es difícil comprender porque María Antonieta no lo ama cuando es tan bueno. La reina sigue enamorada del Conde Fersen, al que no ha visto en años y al que le escribe cartas con tinta invisible que nunca envía.



Cuando las cartas desaparecen, Toinette sospecha de Yolanda y es que la reina está cobrando conciencia de que su mejor amiga es también su enemiga. Esto ocurre a raíz del mal parto de Toinette cuando Polignac no está su lado. Nosotros (y Lamballe) sabemos que Polignac la abandonó consciente que su soberana estaba mal, más preocupada de meterle a Calonne por los ojos al rey. Aun ignorando esto María Antonieta sabe que sus enemigos están muy cerca, en la corte.

Una Corte de Enemigos

Es cierto. El Cardenal de Rohan, mujeriego y libidinoso, será motivo de la destrucción de María Antonieta. En el palacio se ha introducido una alimaña que se unirá al repulsivo prelado. Jeanne de La Motta Valois era efectivamente una condesa, pero también ratera y estafadora. Una criminal ambiciosa muy alejada de la  interpretada por Hilary Swank en La intriga del collar. Cuando Jeanne se une a Rohan están claveteando juntos el ataúd de sus soberanos y de la monarquía francesa.



Otro enemigo es Chartres, que nunca le ha perdonado a la esposa de su primo su rechazo, Ahora vive semi exiliado bajo prohibición de acercarse a Versalles. Su palacio es lugar de reunión para intelectuales con ideas revolucionarias como Beaumarchais que como nos mostrase Franklin era un maestro del espionaje, pero también de la propaganda política. Su pieza de teatro Las Bodas de Fígaro seria instrumental para sembrar la idea de que los poderosos pueden ser derrotados por sus propios sirvientes.

Una aclaración. Vemos a Chartres, que, siempre fue mujeriego, cohabitando con la Condesa de Genlis. Efectivamente, Felicite era una escritora de ideas progresistas. Tuvo un affaire con su empleador, cuando fue gobernanta de los hijos del Duque de Chartres, Incluso tuvieron una hija, Pamela, pero para 1783, época en que inicia la Segunda Temporada, estaban ya separados.



1783, como vemos, fue una época difícil para María Antonieta quien estaba a mediados de su cuarto embarazo. Aparte de sus hijos mayores que vimos nacer en la Primera Temporada, Toinette había perdido un bebe en 1781. La serie no miente al describir el mal fin de este cuarto embarazo, aunque no fue culpa de Polignac.



Ese es el argumento, aparte de eso la serie no tiene mucho que ofrecer. Carece de vestuario esplendoroso, de hermosos paisajes y de buena cinematografía. En todo es inferior a la visión de Sofia Coppola de María Antonieta. A lo mejor la Toinette de Kirnst Dunst era menos mezquina, frívola, tonta que la de la vida real, pero caía mejor.

Contenido Violento o Gory: Increíble que un país que iba a presenciar el primer régimen sangriento de la historia moderna, parezca tan tranquilo. Hay muchos gritos, pero no vemos peleas. se oyen rumores de guerras lejanas, y una turba de mendigos acosa a María Antonieta cuando va a socorrerlos. ¿Lo más violento? El cierre de Las Bodas de Fígaro por la policía y un derechazo que el rey le propina a su hermano por andar calumniando a su mujer.


                      Los Reyes se disponen a ver Las Bodas de Figaro

Contenido Sexual y Desnudos: La primera temporada fue una orgia constante. A pesar de escenas grotescas como Toinette ensuciando las escaleras con sangre menstrual o bañándose con Dubarry o Luis XV (pobre Purefoy que papel tan degradante) manoseando a la mujer del nieto, casi no recuerdo desnudos. La segunda temporada le baja el tono a lo sexual, a pesar del adulterio de la reina y del romance lésbico (un detalle histórico) de la Condesa de Provenza con Marguerite de Grebillon.

Quien me ha incomodado es Fersen. No soy puritana ni pertenezco al gremio de los historiadores revisionistas que insisten en creer que la reina y el conde sueco solo sostuvieron una amistad platónica. Es que el actor no me entra. Prefiero pensar en Axel Fersen con el rostro de Tyrone Power o Jamie Dornan.

                                   Elijan a su Fersen preferido


Factor Feminista: Como buena obra woke nos cuentan constantemente como la pobrecita Toinette es víctima de reglas patriarcales que la sofocan. Me resulta difícil tenerle lástima a una shopaholica que ejerce su poder consumista a diestra y siniestra. Como en  la mayoría de estas series, las mujeres son víctimas de su propia inutilidad y quienes realmente fueron poderosas como la Emperatriz Maria Teresa, son vistas como las villanas del cuento por obligar a su hija a casarse con el rey de Francia, un destino que todas las nobles envidiaban.

Para evidenciar la debilidad de estas mujeres veamos como acabaron en la vida real. Toinette sufrió escarnio público, prisión, y finalmente perdió la cabeza literalmente. Lamballe fue despedazada por una turba luego que se negó a repudiar a sus soberanos. 

      Los muchos rostros de María Teresa de Lamballe




Polignac es vista como la gran perra manipuladora, pero trabaja para otros hombres, sus parientes y sus amantes. Consiguió huir de la guillotina, pero sucumbió a un cáncer uterino.


                              Polignac por Vigee-Lebrun

Parecería que Jeanne de La Motte es muy poderosa, pero terminó en el cadalso, azotada y marcada con un hierro candente. Escapó a Inglaterra donde recibió una muerte macabra al ser arrojada desde una ventana de hotel.

                      Muy condesa, pero una zorra delincuente

Las grandes sobrevivientes fueron las tías del rey. Victoire y Elizabeth lograron escapar del Terror y morir de viejas en el extranjero donde encontraron refugio con parientes que tuvieron que soportarlas. Llevaron vidas vacías y sus muertes no fueron recordadas.

María Giuseppina también sobrevivió al Terror. Acabó sus días viviendo en Alemania en compañía de su amante y del alcohol. La vimos en Careme, pero no vimos la subida al trono de Provenza quien volvió a Paris a reinar, pero no se molestó en llevarse a su odiada mujer consigo. Quien fungió como primera dama del reino, fue su sobrina, la pequeña “Mousseline” convertida en Duquesa de Angulema.

                        Los Delfines y Los Provenza en familia

En una velada del Duque de Chartres, Cagliostro predice que o su anfitrión o el Conde de Provenza reinarán después de Luis XVI. Sabemos que fue Provenza. En cuanto a Felipe Igualdad, ser un traidor a su estirpe y jugar a ser revolucionario le valió de poco. Fue guillotinado. Su esposa (que no aparece en la serie) logró huir. Felicite también huyó perdiendo toda su fortuna. Rebotó de corte en corte, a través de Europa, para regresar a Francia donde obtuvo pequeñas pensiones por parte de Napoleón y de su antiguo pupilo, Luis-Felipe, una vez que él reinó Francia.

Sin embargo, Madame de Genlis nos llega envuelta en brumas del tiempo por otro motivo. Era escritora fecunda y en vida publicó varios libros infantiles, dirigidos principalmente para niñas. Llenos de moralismos pero también de ideas liberales, hoy nos parecerán anticuados, pero en su día fueron traducidos a varios idiomas ya que su obra es mencionada por Balzac y Tolstoi y como escritora influyó en autoras inglesas de su época como Jane Austen. Lástima que la serie haga más hincapié en su faceta de amante que de literata. En resumen, Marie Antoinette no es una serie feminista.



Factor Diversidad: Es un gusto que incluyan en la trama a Chevalier de Saint- George, que fue importante en la corte de Luis XVI, amistó con la reina y era negro e hijo de esclavos, pero aparte de su interprete (Yoli Fuller) l no hay actores de color en la serie. Todos son europeos y caucásicos.



jueves, 19 de junio de 2025

Un Casanova Cocinero: La historia alternativa que nos presenta Careme

 


En una entrevista, Benjamin Voisin, el intérprete del famoso cocinero, dijo que la intención de la producción de Apple tv era convertir a Careme en un ídolo de masas, tipo estrella de rock. Aparte, la producción eligió involucrarlo con los hechos políticos de su tiempo y lo dotaron de un apetito sexual desmedido más un gancho de seducción que atrapa a criadas y reinas. Mas allá de que nada de esto corresponde a la biografía conocida de Careme, el gran signo de interrogación es . ¿Funciona? ¿Es creíble?





El Look Voisin

Pues ya el primer capítulo me tenía atrapada, aunque me era obvio que esta ensalada de episodios históricos, sacados de contexto y cronología, no correspondía a la realidad. Mi gran reparo era que el protagonista fuese un mocoso insufrible. O sea, Voisin tiene su encanto, aunque es demasiado joven para alborotar mis vetustas hormonas, pero su personaje es antipatiquísimo.

En la entrevista, él dijo que lo habían tratado de convertir en un Mick Jagger napoleónico para acercarlo a los jóvenes. Me dio risa, Los Z ni saben quién es Sir Mick, algo parecido ocurre con los Millenial que a lo más dirán: “Es el dude que canta el tema de Slow Horses

Pues en esa onda han caracterizado a Voisin como un rockero de la New Wave ochentera con pintura de ojos, arete en una sola oreja y un peinado cruce del de Simon Le Bon y el de los nenes de Tears for Fear. Su vestuario es característico semi punk, semi chef de programa de cocina, y a veces, anda disfrazado de Pirata del Caribe. Toque maestro del efecto es que se droga con un combinado propio de alcohol, opio y azafrán que debe saber a rayos.



Careme y Napoleón

Estamos en 1801, Napoleón Bonaparte es quien manda en Francia y Marie Antoine Careme de 18 años está teniendo sexo con Henriette en su cuarto. Llega su padre adoptivo, el pastelero Sylvestre Bailly, a pedirle que lo ayude a preparar un banquete para los soldados de Bonaparte. A Careme no le parece que deban cocinar para un tirano que además es culpable de la muerte de hija del pastelero. Esta aseveración que nunca es corroborada y no tiene equivalente en la vida real de Bailly es una de las muchas pistas falsas ( red herrings) del libreto.

Esa noche llega a la cocina un moro con turbante que exige que Careme lo siga. Atraviesan calles ribeteadas de tiendas en cuyos escaparates las prostitutas ofrecen “sus mercancías” . ¿Qué es eso?  ¿Hamburgo en la Era de Weimar? En un burdel, el pastelero se encuentra con una prostituta llorosa y un cliente con un ataque de epilepsia que Antonín cura con una cataplasma de tilo y espino.  Parece que nuestro futuro chef es un experto en herbolaria.

A ver, como yerbatera, yo diría que mejor le hubiese quedado esa mezcla convertida en tisana. Agregaría que aunque la prostitución fue legalizada por la Revolución Francesa, no era tan descaradamente abierta, que en su juventud Napo habría visitado más de un lupanar, pero ahora se había vuelto un señor muy circunspecto que si le pintaba el cuerno a su Josefina, lo hacía con alguna dama respetable, no rameras.

Por último,  Napoleón sufría de dolencias estomacales no de epilepsia. Se confundieron con Julio Cesar. Eso no le importa a Careme que sufre de remordimientos por no haber matado al tirano. Para compensar, se droga y va a buscarles camorra a los soldados bonapartistas quienes le atizan una buena paliza. El pastelero se ríe porque como le explicará a Henriette en su segunda sesión de sexo en un mismo capítulo la droga le evita el dolor. Ay, yo quiero de esa. ¿Pero qué dolor aqueja a Antonin?



 A la mañana siguiente, Careme está con su padre en la pastelería, cuando se presenta el moro del turbante (su nombre en la vida real era Rustam Raza). En agradecimiento por su atención médica y discreción, el Primer Cónsul le ofrece al joven pastelero, un puesto en su cocina de Las Tullerías.  Antonin declina amablemente, pero envía al futuro emperador una confección propia, una pirámide de nougat.

                              Un regalito para Napo

Careme y Talleyrand

Unos días después, Bailly es arrestado y acusado de haber hablado mal de Napoleón. Antes de que se lo lleven, le susurra a su hijo que vaya al Hotel de Galliffet a hablar con Talleyrand . Pasamos al Hotel, Talleyrand está jugando a las cartas con su ex amante, la famosa Baronesa de Stael, y su concubina actual, Catherine. Presentes también están el Conde Charles de Flahut, hijo adulterino de Talleyrand y …¡Henriette! Parece ser doncella de Catherine.

Talleyrand recibe aviso de la visita del joven Careme y lo recibe en su despacho. Antonin teme que su padre haya sido arrestado debido a su rechazo de trabajar para Bonaparte. Talleyrand  le aconseja aceptar esa oferta. De esa manera, Careme acaba en el sótano de las Tullerías bajo las órdenes de Laguipere quien le ordena picar kilos de cebolla. Lo unico bueno es que conoce a Agathe, la mano derecha de Laguipere. 



Una noche en que el jefe de la cocina está desaparecido, la dueña de casa pide un bocadillo. Es Careme quien lo prepara y sube al cuarto conociendo a Leonore, una dama de Josefina. Esta noticia llega a oídos de Talleyrand que se da cuenta de que el joven Careme tiene buena mano ya que la futura emperatriz ha gustado del bocadillo.

                          Careme seduce a Leonore con su comida.


El criado de Talleyrand pone fuera de combate a Laguipere. Careme queda a cargo de la cocina del Primer Consulado y se le encarga una cena especial para agasajar al embajador inglés, Lord Jenkinson. Toda marcha viento en popa. Careme ha preparado uno de sus famosos croquembouches para postre: un bergantín de azúcar que homenajea a la marina británica.

En eso entra Rustam con una orden. Bonaparte quiere que el postre sea una pirámide. Talleyrand le ha dicho a su protegido que el éxito de la cena cimentará la paz entre el Reino Unido y Francia. Una pirámide es una ofensa, un recordatorio de la victoria de Napoleón sobre los británicos en Egipto (donde Bonaparte ejecutó cientos de prisioneros lanzándolos a los tiburones). Antonín se niega, aduciendo que no hay tiempo. Rustam le responde destrozando el bergantín a sablazos.

Careme está desolado, pero Agathe le da alientos. Al cocinero se le ocurre una idea. Hace la pirámide de finas hojas de oblea a las que baña en licor. Cuando se aparece en el salón del banquete con su creación, hay escándalo total y Lord Jenkinson se siente ultrajado, pero Antoine lo tranquiliza. Enciende la pirámide y del flambee aparecen bandeja de pastelillos ocultas en un símbolo del pasado. Todos quedan contentos, pero Talleyrand descubre que ahora su protegido más detesta a Bonaparte.



Le dice que Napoleón va a salir en unos días más y que necesita el mapa del itinerario de su carruaje  que  está en poder de Josefina en sus aposentos. Careme seduce a Leonore quien le consigue una invitación para que cocine en privado para la futura Emperatriz. Llega Careme al boudoir de Josefina y encuentra que ella ya ha seleccionado los ingredientes. El cocinero reconoce que estos incluyen afrodisiacos y productos que promueven la fertilidad. Madame Bonaparte confía en Careme que su poder existe solo mientras pueda darle un hijo a Napoleón.

Antonin le prepara un coctel (el uso de esa palabra ya demuestra el presentismo del lenguaje) que seguramente tiene algún narcótico. Mientras Josefina ronca, Careme encuentra el mapa , lo copia y se lo hace llegar a Talleyrand. Días más tarde, Antonín sigue a la comitiva y cuando el carruaje está a punto de entrar a la calle San Nicasio, vira sorpresivamente. Aparece un carruaje lleno de barriles de pólvora (“la maquina infernal”) que estalla y mata gente, pero no a los que Careme quería ver muertos.

Aquí vemos la terrible inconsistencia moral de un héroe que ni siquiera califica de antihéroe porque es muy arrogante y desconoce sus flaquezas. Se da cuenta que Napoleón fue advertido de no seguir esa ruta. Se le ocurre que quien advirtió al General Bonaparte fue el mismo Talleyrand. Se presenta enfurecido al Hotel Galliffet y se tropieza con Henriette. La furia del cocinero es porque murieron inocentes en el atentado. No repara en que la misma cantidad hubiese muerto si Napoleón no hubiese desviado camino.

Talleyrand con dos palabras voltea a Careme que se va a trabajar con el nuevo Ministro de Relaciones Exteriores. Entretanto nos enteramos de lo que hace Henriette en Gallifette. Parece ser doncella de confianza de Catherine. Hay una escena medio lésbica entre ambas cuando Catherine se baña y un intercambio de miradas entre Henriette y Talleyrand que da la impresión que harán tríos de vez en cuando.



Careme y los Niños

Sin embargo, el mayor oficio de Henriette es cuidar y ocultar a Charlotte, la hijita de Talleyrand y Catherine. Los historiadores reconocen la existencia de quien apodan “la misteriosa Charlotte” y asumen que era hija de la pareja. Sin embargo poco se sabe de ella. Talleyrand nunca la reconoció , pero la educó, la mantuvo con lujo y en cuanto la niña tuvo edad, la casó con su sobrino para que adquiriera su apellido y parte de la fortuna familiar.

Es en ese segundo capítulo que Careme presenta su peor rostro y me lo mata como personaje. El que haya a su alrededor monstruos brutales como Fouché o sutiles como Talleyrand, no lo exonera y solo una mente tupida de nacidos después del ’85 puede encontrarle disculpa o admirar sus actos.

El episodio inicia con el cocinero presentándose ante el patrón y exigiendo una solución al problema de Bailly. Cuando Talleyrand da una respuesta displicente,  Antonin lo amenaza con buscar ayuda en otro sitio, obviamente se refiere a contrarios del ministro. Talleyrand le responde que no se rinde ante chantajes.



Careme conoce a Charlotte, usa sus hierbas para curarla y sabe que la existencia de la criatura es un secreto que solo beneficiará a los enemigos de Talleyrand. Lo próximo es el generoso cocinero dándoles las sobras a los niños pobres de París. Uno de ellos, Étienne, le cuenta que el gran enemigo de Talleyrand es Fouché. Antonin envía una carta a Fouché con Étienne. En ella revela la existencia de Charlotte.

                             La misteriosa Charlotte

El niño mete la carta en el bolsillo del policía quien ordena su arresto. A pesar de la tortura, Étienne no delata a su amigo. Fouché lo suelta y hace que lo sigan hasta el Hotel de Galliffet. Careme le pone un emplasto en la mano a Étienne, pero no le pide disculpas. No es consciente de que ha utilizado a criaturas inocentes: Étienne y Charlotte.



Fouché visita a Talleyrand, entre risitas le dice que sabiendo que el “obispo” no acepta chantajes, ha preferido ir donde Napoleón. Bonaparte está indignado. No solo su ministro vive en concubinato con una cortesana, además ha nacido una hija de ese pecado. El Primer Cónsul exige que Talleyrand o se case o despida a su amante. Es un dilema que Catherine soluciona con chantaje: o Talleyrand se casa con ella o su concubina hará público todos sus manejos políticos. Por una vez, el ministro debe aceptar ser chantajeado.

Careme Y josefina

Talleyrand descarga su ira sobre su imprudente cocinero. Lo único que ha conseguido Antonin es arruinarle la vida a su patrón. Talleyrand se casa a regañadientes justo ahora que, por presión de Josefina, Napoleón va a prohibir el divorcio en Francia. Despide a Careme, le dice que no solo no ayudará a Bailly, además se asegurará que el cocinero no consiga trabajo en ninguna parte. Mas encima le canta una verdad, Careme es tonto.

Asustado, Antonin ofrece una salida: chantajear a Josefina para convencer al marido que deje el divorcio en el Código Napoleón. Talleyrand se ríe de la vanidad de su cocinero que se cree capaz de seducir y extorsionar a la mujer más poderosa de Francia, pero ya que todos chantajean...



Talleyrand decide celebrar su compromiso con una fiesta e invita a Josefina. Careme convence a Agathe que venga a cocinar con él en el hotel de Gallifette. Entre ambos confeccionan un menú compuesto de platos cocinados con alcohol. Le echan licor a todo, la idea es emborrachar a los invitados y despojarlos de sus inhibiciones.



Efectivamente la fiesta degenera en una orgia con unos pocos invitados sobrios y tranquilos. También han llegado Luis Bonaparte, en representación de su hermano, y su esposa Hortensia, hija de Josefina. Hortensia coquetea desde la distancia con su amante, Charles, hijo de Talleyrand.

Con ayuda de Henriette y del famoso coctel, Careme trae a Josefina al frigorífico donde tienen sexo hasta que los interrumpen las voces de Hortensia y su marido que se acercan. Talleyrand los conduce por el corredor, después de vendarles los ojos, con la excusa de tenerles preparada una sorpresa.



El ladino cocinero le pone un ultimátum a Josefina o convence al marido de no abolir el divorcio o la expone al escarnio público. Sin opciones, la futura emperatriz huye.  Careme la sigue y muy descaradamente, se muestra contrito y le dice que no fue idea suya. ¡Más encima mentiroso! Josefina le responde con una retahíla de obscenidades.

El tonto de Careme ni se entera de lo que pasa a su alrededor. Cuando fue a espiar el atentado de la Calle San Nicasio, llevaba encima el mapa con anotaciones hechas en su puño y letra. Fouché lo compara con la carta anónima y descubre que vienen de la misma mano. También descubre que Careme que es hijo adoptivo de Bailly. Nada bueno augura al pobre prisionero tanta información, pero Careme sigue encolumne. Protegido por Talleyrand, por su padre y hasta por Henriette que al final del tercer episodio descubrimos.. trabaja para Fouché!



Un Culebrón Erótico para Bobos

De aquí parte un cambio en el guion. Aparte del episodio 4, la serie degenera en historia alternativa sin coherencia con un protagonista insoportable, con soluciones Deus ex machina, y con twists argumentales dignos de telenovela. En un momento nos cuentan que Careme es hijo de un hombre importante. Ni que hubiese sido escrita por Doña Delia Fiallo que en la gloria esté.



A pesar de eso, Careme es entretenida y dinámica, pero sufre del mismo mal que otras series de Apple, es muy simple, parece escrita (a pesar del alto contenido sexual), para niños de ocho años. El suspenso y el drama son de culebrón, los personajes, comenzando con el prota, son bobos. Fouché es más inteligente que todos, no por ser un genio sino porque los demás son escasos de sesera.

Las actuaciones son pasables, destacando Jeremie Renier muy por encima del resto del reparto. La cinematografía sería buena sino fuese tan oscura. Me ha sorprendido que toda la serie ha utilizado locaciones cercanas a París. A ratos se siente como si fuésemos a otro mundo, como es el caso del viaje a Varsovia. El vestuario es vulgar y feo, sobre todo el de Josefina que siempre da la impresión de haberse vestido (o desvestido a la carrera), pero destaca el de Catherine, sobre todo después de su boda.


                   Modas de la Princesa de Talleyrand

Martin Bourbolon es un excelente director. En este momento muy In,  gracias a su nueva versión de Los Tres Mosqueteros. Yo lo recuerdo más por su labor como asistente de dirección en la deliciosa Bon Voyage y sobre todo en Vattel donde supo combinar comida, romance y política en el retrato del verdadero primer gran cocinero francés. Lástima que olvidó lo aprendido y no lo impuso en su Careme que a propósito no ha gustado. En IMDB tiene un misero 6.6 de rating, inferior a La Cocinera de Castamar y muy por debajo del 8.3 de Julia.

En Rotten Tomatoes solo 19 críticos la han reseñado. Como siempre, el único valiente ha sido James Delingpole, en The Spectator, imponiéndole un tomate podrido y argumentando que es una serie hecha para los fans de Bridgerton. Oh, eso duele. Los otros 18 le han otorgado un tomate fresco y maduro, pero sutilmente recuentan las fallas de la serie.

Jackson McHenry la ha descrío en Vulture como “entretenimiento ligero” y usa varias veces en su nota el adjetivo “ridículo” tanto para la vanidad de Careme como para el show. Otros se han quejado de que es “confusa”, que su narrativa no es lo suficientemente robusta para atrapar el interés del público y otros la acusan de irreal, y en The Guardian Rebecca Nicholson es mi eco al decir que nos alegraría ver a Careme en las garras de Fouché puesto que el chef es obnoxious (odioso).



Contenido Violento y Gory: Las torturas en las mazmorras de Fouché, el caballo decapitado en el atentado de San Nicasio son algunos ejemplos. ¿Quién quiere comer después de ver eso?

Contenido Sexual y Desnudos: La serie está inspirada en el libro de Ian Kelly: Careme: The First Celebrity Chef. El mismo Kelly es uno de los productores y parece que no le importa que hayan transformado su biopia en un drama erótico en donde el sexo supera la buena mesa. Es por eso que Careme más se acerca a La Cocinera de Castamar que a Julia.



Talleyrand suelta una sabia máxima cuando dice que al ser humano lo mueven el miedo y el placer y que hay dos clases de placer: el sexual y el que produce una buena comida. Sin embargo no son iguales y el rey XVIII se lo explica a Careme. Ha probado todo tipo de relación sexual, pero el sexo lo aburre. En cambio, la comida…

A pesar de todos los revolcones no vemos mucha carne. Toma obligada de las nalgas de Voisin en el tercer episodio. Ninguna de las escenas me resulta muy sensual, menos la seducción de Josefina en el frigorífico, con la futura emperatriz apoyada en bloques de hielo mientras el cocinero la penetra por la retaguardia. En la vida real, la mujer o hubiese sufrido hipotermia o se hubiese quedado pegada al hielo.

Factor Feminista: Aquí no hay mujer poderosa, ni Josefina, ni Madame de Stael con sus panfletitos, ni Catherine que consigue un marido a punto de chantaje. El caso más cercano al empoderamiento es Agathe. Es una gran cocinera y una buena amiga, pero ella también sucumbe al sex appal de Careme.



El mayor desprecio que me inspiran los personajes femeninos de esta serie es como caen tan fácilmente en la cama de un mocoso petulante y patán. Incluso la más decente, Agathe, anda de ofrecida y eso que Careme la humilla. Por un lado Careme es repelente (hasta maltrata animales) por otro las mujeres de la serie son traidoras, zorras y dependen de los hombres ¿pero qué hombre querría tenerlas solo para usarlas como muñecas inflables?

El problema del drama erótico es que no deja espacio para el amor verdadero ni para la amistad ni para la ternura, y eso se siente en la historia. A pesar de que en algún momento, Serino quiera arreglar ese entuerto poniendo a Talleyrand de culpable de todo, quienes prestamos atención sabemos que eso no disculpa el egocentrismo de Careme ni su poca inteligencia.



Factor Diversidad: Los amigos de la inclusividad racial no pueden quejarse, la serie es un buen ejemplo de colour-blindness. Sorprende que no hayan puesto una actriz hindú a interpretar a Catherine que era nacida en Pondicherry. Aunque en el episodio final Catherine trae una comadrona india, con sari y todo, para atender a Hortensia.

 Hay actores negros dando vida a Étienne y a Rustam. Este último da un poco de risa. Durante su campaña en Egipto, Napoleón recibió del sultán, como regalo, un esclavo que se convertiría en su ayuda de cámara. En búsqueda de diversidad racial, los guionistas encontraron este personaje y cometieron el error común de los cineastas contemporáneos de  que egipcio=negro. El problema es que el verdadero  era georgiano y de origen armenio. En la miniserie Napoleón (2010) es interpretado por un actor georgiano, Jacky Nercessian. Como ven en el retrato del verdadero Rustam, era blanco.



                                                 Los muchos rostros de Rustam Raza

Lyna Khoudry es muy bella y como ya había trabajado para Bourboulon en Los Tres Mosqueteros él se la trajo para interpretar a Henriette. Sabemos que Careme desposó a Henriette-Sophie Mahy de Chitenay, hija de un almirante y sobrina de un conde guillotinado, pero nada en su biografía nos indica que tuviese esa belleza árabe de la actriz argelina.

El caso de Agathe es igualmente complejo. Se sabe que Careme tuvo una hija con una mujer llamada Agathe Guichardet. Si hubiese sido su colega, los sabríamos. Si hubiese sido de origen africano también se sabría. Y ciertamente no hubo una mujer de raza negra que se pasease por las cocinas de las Tullerías en pantalones y ladrando órdenes.



El que Alice da Luz, una actriz cuyos padres viene del Cabo Verde, interprete a Agathe, tal como la imagen que nos da la serie, son manifestaciones de la inclusividad forzada del cuento de hadas erótico en que han convertido la historia de Marie Antoine Careme. Después del capítulo final, me sentiría culpable de recomendarla y espero que no haya segunda parte.

lunes, 16 de junio de 2025

¿Cómo era el verdadero Careme?: un poco de historia antes de ver la serie de Apple

 


Buscaba excusas para no ver el primer capítulo, no le tenía confianza, pero ni me di cuenta de cómo pasó la hora. Así de enganchada estaba. Alerta: cero semejanzas con la realidad; cero veracidades históricas; mucho sexo y mucho pastelito; entretenida, pero tan enredada que los mismos críticos no entendieron que pasaba. En resumen, esta producción de Apple tv+ tiene un protagonista que es cocinero y se llama Careme, pero es un mero alcance de nombres. Paso a carear al verdadero gran chef con el inventado y explicar el motivo por el que el libretista Davide Serino se volcó hacia la ficción en vez de la historia.

El Arquitecto de la Pastelería

Esta es la biografía genuina de Marie Antoine Careme, conocido como “Antonín”. Nacido en París en 1783 (6 años antes de la Revolución), su familia era tan pobre que su padre lo colocó de aprendiz de cocinero cuando el crio tenía diez años. Al menos ahí tenía algo que comer. El chico tenía buena mano para la cocina y fue trabajando en diferentes establecimientos, subiendo de categoría, hasta llegar donde Silvestre Bailly, uno de los mejores pasteleros del país.

Bailly notó que Careme tenía talento e ideas tales como convertir los pasteles en obras arquitectónicas, le fomentó ese habito y le daba permiso dos tardes semanales para que fuese a la biblioteca a examinar libros de arquitectura. Ya durante el Imperio, Careme se había trasladado a otra pastelería, la de Gendron y era famoso por sus postres en forma de pagodas y pirámides.


                         Careme y su croquenbouche


Es posible que en aquella época, el joven pastelero atrajese el interés de Talleyrand-Perigord, Ministro de Asuntos Exteriores. Una de las pocas verdades de la serie, es que a Napoleón la cocina le importaba poco (tal vez por sus ulceras), pero le dejaba todas las tareas diplomáticas a su ministro que consolidaba buenas relaciones exteriores usando la buena mesa como aliada. Napoleón permitió que Talleyrand adquiriese una mansión en las afueras de Paris donde agasajaba a altos dignatarios extranjeros y Careme se hacía cargo de esos banquetes.

Paso a proporcionar algunos detalles, porque los críticos no parecen entender el trasfondo de la serie. Se dice que están en el Consulado, periodo que inicio en 1799. En 1804, Napoleón se coronó emperador, por lo tanto la serie inicia a fines de 1801, cuando Careme tenía 18 años. El año clave de la vida del joven pastelero fue 1803 cuando puso su propia pastelería. Todo esto indica que para entonces Careme gozaba de una sólida posición económica y del mecenazgo de alguien importante ,en este caso Talleyrand.

La realidad desmiente a la serie, Careme nunca fue parte del servicio doméstico del ministro. Sus servicios en aquel entonces, eran estrictamente free-lance, aunque su mayor empleador era Talleyrand y es posible que haya cocinado para el Emperador. Se sabe que fue el encargado del catering de la boda de Jerónimo Bonaparte, y de las segundas nupcias de Napoleón en 1810. En sus memorias, Careme recuerda con mucho cariño haber trabajado en conjunto con Laguipere, el cocinero oficial de las Tullerías.

                        El verdadero Marie-Antoine

Un Cojo que Caía Parado

La caída de Bonaparte no hizo mella en el cocinero porque Talleyrand seguía siendo poderoso. Como decía mi padre: “Para ser cojo, Talleyrand caía siempre parado”. Hora de hablar un poco del personaje de Jeremie Renier que es mi favorito en la serie, a pesar de que a ratos lo calumnian para que parezca villano. Hasta lo ponen detrás del atentado de la Calle San Nicasio y del asesinato del Duque de Enghien.

Carlos Mauricio, Príncipe de Talleyrand-Perigord nació en el seno de una antigua familia de la nobleza, pero la deformidad de su pie le cerró las puertas a las oportunidades abiertas para esa clase, solo el clero lo aceptó. En poco tiempo,  Talleyrand ascendía a la mitra de obispo, no por mérito de su virtud, ya que era librepensador y mujeriego. La Revolución lo liberó de sus cadenas eclesiásticas.

Pronto ponía su sagacidad al servicio de los mandamases revolucionarios, destacando en labor diplomática. Ser excomulgado por el Papa le valió madre, más preocupación le daba el inicio de las masacres que caracterizarían la caída de Luis XVI. Huyó a Inglaterra de donde fue expulsado. Cruzó el Atlántico hasta la nueva nación americana donde hizo amistad con Alexander Hamilton y con Aaron Burr.

                                     El verdadero Talleyrand

Acabado El Terror, Talleyrand retorna a Francia. El Directorio lo nombra encargado de relaciones extranjeras. Notando las habilidades militares del joven General Bonaparte, Talleyrand lo apoya para que, tras el golpe de estado de Fructidor, Napoleón se erija en Primer Cónsul de la nación gala. En agradecimiento, Bonaparte nombra al ex obispo su ministro de relaciones exteriores, cargo que Talleyrand seguirá ocupando durante el imperio. Eso de andar congraciándose con Bonaparte porque quiere ese puesto, como aparece en Careme, es falso.

Lo que si es cierto, es que Napoleón permite que su ministro adquiera el Chateau de Valenҫay para agasajar a los diplomáticos extranjeros. Es ahí donde creará su fama el joven Careme. Eso ayuda a su patrón a hacer buenas migas fuera de Francia lo que le acarrea suerte cuando le llega su Waterloo a Napoleón.  Talleyrand Perigord, rápidamente, cambia de acera política. Colabora activa y eficazmente en el Congreso de Viena y recibe triunfalmente al Zar Alejandro a su llegada a París, por supuesto con un banquete de Careme.

Los Patrones de Antonin

El Emperador de todas las Rusias se enamora de la comida del joven chef hasta el punto de que querrá llevárselo a San Petersburgo, pero Careme acepta antes ser el cocinero oficial del Príncipe Regente de Gran Bretaña . Ha sido un error, el clima londinense no va con los pulmones ya maltrechos de Antonin. Marie Antoine preferirá irse a cocinar para Lord Stewart, embajador británico en Viena. Desde Rusia lo llama el Zar, pero a Careme le disgusta el clima ruso. Vuelve a París donde se ocupará de las cocinas de la Princesa Bagration, una adinerada aristócrata georgiana.



Sus últimos años de vida, los pasará Antonín como chef del hombre más rico de Francia, el banquero James de Rothschild. Para entonces, Careme era un hombre muy rico y famoso gracias a su excelsa clientela y a sus numerosos libros de cocina que influirían por más de un siglo la cocina de reconocidos cocineros como James Beard y Julia Child.

Antoine Careme es acreditado con haber impuesto en Francia el servicio “ a la rusa” . Bajo la influencia de su patrono Zar Alejandro, Careme desterró la costumbre de apilar platillos sobre la mesa de un banquete virándola por la más cómoda de tener camareros acercando bandejas de vituallas a los comensales. Él fue quien inventó el sombrero blanco alto de los cocineros y también el título “chef” (jefe) para ellos.

En la pastelería, Careme no solo impuso sus croquembouches, las fantásticas obras arquitectónicas construidas con obleas y nougat. También creó los repollitos (choux), los famosos vol-au-vents, las mil hojas, e incluso platillos salados como los Tournedós Rossini.



Pasados los cuarenta años era obvio para el cocinero y para sus íntimos que su salud era precaria. Rothschild le ofreció trasladarlo a su mansión para ser atendido por buenos médicos, pero Antonín prefería la independencia de su propia casa. Murió a los 49 años. Incluso la causa de su muerte es desconocida.

Se cree que sus pulmones fueron afectados por el carbón de sus hornos. Otros creen que fue una sinusitis que se unió a una enfermedad de su maxilar provocada por la ingesta de azúcar, obligación de un buen pastelero. O sea murió de una infección a los dientes que alcanzó sus sinus, letal en días pre-antibioticos. De cualquier forma, se puede decir que la gastronomía lo mató

Se sabe poco de los últimos días del gran chef, solo que vivía con su única hija Marie-Agathe. Fue ella quien, por razones personales, quemó las ultimas notas y diarios de su padre. Se cree que hubo un desacuerdo entre el chef y su hija, pero no se conocen detalles.



Como verán, la vida de Marie-Antoine  Careme fue rica en creatividad, en viajes, en tener importantes patronos, pero no hubo grandes escándalos. Por eso Apple+ ha decidido crearle una biografía alternativa convirtiéndolosiendo apenas un adolescente en espía, casanova y maestro de la intriga. Tengan eso en mente cuando vean y disfruten la serie.

Algunos datos antes de pasar a reseñar Careme.  Como ya dije inicia en 1801 y acaba en 1804 con la llegada del Imperio. Los episodios 3 y 4 ocurren en 1802 gracias a la mención de fechas claves: matrimonio de Hortensia de Beauharnais y consecuente primer embarazo, y matrimonio de Talleyrand-Perigord y su querida Catherine. Ambos hechos son parte de la trama.

                                          La verdadera Catherine

El Atentado de la Calle Sainte Nicaise

Este suceso tuvo lugar en Nochebuena de 1800, pero la serie lo traslada un año más tarde, en otra fecha y de día. El episodio de ese atentado es otro aspecto de la historia alternativa confeccionada por David Serino. En la vida real fue parte de varios complots de la chouannerie, los rebeldes bretones que eran partidarios de un regreso a la monarquía y al catolicismo en Francia.

En vísperas de Navidad, y creyendo a sus enemigos neutralizados, Bonaparte accedió asistir a un oratorio de Haydn en la Opera. Estaba cansado y se quedó dormido despertando con la explosión. No hubo ni un cambio de ruta, ni la escolta militar fue advertida, ni Careme ni Talleyrand fueron parte del complot. Si este fracasó fue por un atraso al encender las mechas.

                           El atentado de la Rue Saint Nicasie

Fouché, el siniestro ministro de la Policía,  ahora temía que en su odio por los jacobinos Napoleón cargase contra él así que se empeñó en descubrir a los verdaderos culpables de la muerte de no se sabe cuántas personas ya que los historiadores discrepan sobre la cifra. Aunque Fouché eventualmente descubriría el plan de los chuanes, Napoleón exigió una redada de jacobinos que, por una vez, eran inocentes.

Cuatro fueron guillotinados, 130 fueron deportados, algunos a la Guayana Francesa. A Fouché, Napoleón lo despidió por andar contradiciéndolo y de esa manera acabó con el poder jacobino. El grupo no levantaría cabeza sino hasta 1873 con la Comunne.

Detesto a los jacobinos como detesto a toda la izquierda desbocada. Hegel y Marx los llamaron “los primeros comunistas”. Fueron los jacobinos los que convirtieron a la Revolución en un baño de sangre, torturando y matando de maneras horribles no solo a la nobleza y la realeza, sino también a campesinos, artesanos e intelectuales. De eso he hablado ya en otra entrada. Me incomoda que pongan a Careme de jacobino porque se supone que debemos admirarlos ya que el cocinero los sigue.

La serie muestra a los franceses odiando a Napoleón. Falso. La noche del atentado, el público de la Opera lo recibió con ovación de pie. Madame de Stael si escribía panfletos, pero era moderada, la serie nos quiere hacer creer que era jacobina. Falso. Ella se exilió, al igual que Talleyrand al comienzo del Terror. Después de todo, era baronesa. La lucha en contra de Bonaparte, a quien Germaine veía como un futuro tirano, se volvió casi personal y el cónsul exilió a la Baronesa de Stael de Francia. Fouché nunca fue a arrestarla en su propia fiesta.

                                Talleyrand  y Madame de Stael
                                    La verdadera Germaine de Stael


Hablando de Fouché, realmente era un jacobino de lo peor. Lo vemos torturar al pastelero Bailly y a Étienne y no miente cuando recuerda que fue el “Carnicero de Lyon”. Se ganó esa fama cuando, para ahorrar municiones, despedazó a sus prisioneros con balas de cañón. Aunque enemigo de Talleyrand, en más de una ocasión se unieron en contra de Napoleón.

                                     El verdadero  Fouché 

Sobre Napoleón y el Divorcio.

El Código Napoleón deja abierta la posibilidad de que el marido pueda solicitar el divorcio por varias razones, y de común acuerdo. También hay causales que permiten el fin del vínculo matrimonial, pero la esposa solo puede pedir el divorcio si el marido le ha metido a una concubina en casa (aunque sorprenda esto ocurría mucho en ese entonces, sobre todo si la amante era una criada).

Napoleón nunca se opuso al divorcio puesto que Josefina le fue infiel desde su primer día de casados. La relación de La Beauharnais con el joven oficial (menor que ella) Hyppolite Charles trascendía la cama, ya que ambos se enriquecieron con unos negocios turbios. En varias ocasiones, Napoleón intentó divorciarse de una mujer que no solo le pintaba el cuerno además era más manirrota que María Antonieta.  No fue la infertilidad de Josefina, la única ni la mayor causa del divorcio (1809).

Careme en Varsovia

No quiero meterme en esa divertida escapada de Careme a Polonia a tratar de convencer a Luis XVIII de renunciar al trono francés, aunque fue chistoso ver al cocinero dándoles órdenes a sus pinches de cocina (Henriette, Catherine de Talleyrand y Charles de Flahut). El espacio lúgubre y medieval donde cocinan no se parece ni al Castillo de Jelgava en Letonia, ni al Palacio Lazinski en Varsovia donde el Conde de Provenza (como lo conocemos en María Antonieta) y su corte se trasladaron a fines de 1801.

                                    El Palacio Lazinski

Interesante que nos ponen a Madame Royal (María Teresa) como una demente que juega con guillotinas como si fuera Wednesday Adams. En 1802, María Teresa, única hija sobreviviente de María Antonieta, ya estaba casada con su primo el Duque de Angulema y era muy devota de su tío Luis XVIII.  Incluso fue quien consiguió que la Reina Luisa de Prusia les proporsionara alojo en Varsovia luego que el Zar Pablo hizo salir a la corte francesa del territorio ruso.



                              Madame Royale, la Duquesa de Angulema




La presencia de Giuseppina de Saboya (muy joven para tener 60 años)tampoco es verosímil. Ella vivía en Alemania-separada de su esposo y junto a su amante Marguerite de Grebillon. Catherine no miente cuando dice que a la  Condesa de Provenza solo le interesa el vino y una mujer. La relación lésbica de Giuseppina con su lectora, una mujer de clase humilde, había causado escandalo aun antes de la Revolución.

                      Maria Josefina de Saboya, Condesa de Provenza

El Gran Bake-Off del Hotel Galliffet

No puedo terminar sin reírme del absurdo concurso de cocina que ocupa el capitulo cinco. Grimod de la Reyniere era un abogado de clase alta y amigo de la buena mesa que antes de la Revolución invitaba a cenar a sus amigos a su casa. Mandaba traer platillos de diferentes restaurantes y hacía que sus comensales los juzgasen y escogiesen el mejor. Pues la serie lo ha convertido en el inventor de un concurso de cocina anual. Todo el episodio se convierte en el Great Bakeoff en el cual los jueces son todos abogados, Josefina, a medio vestir,  llega a chantajear a los jueces y bueno... tienen que ver para creerlo.

Las competencias de cocina son una invención del siglo XX. Las famosas cenas de La Reyniere acabaron antes de la Revolución. El abogado, que no era ni afeminado, ni esnob, ni sarcástico, al retornar del exilio siguió ejerciendo un poco más profesionalmente sus facetas de gourmet y gourmand. En 1803 publicó la primera edición del Almanach des Gourmandsuna guía gastronómicalo que lo convierte en el primer critico de cocina de la historia.



Esa es entonces la verdad detrás del “drama erótico”  que la televisión francesa y Apple tv han creado para que conozcamos a un hombre que más se la pasó en la cocina que en intrigas políticas y románticas. ¡Ahora a ver Careme!