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lunes, 26 de julio de 2021

Espías vs A Call to Spy: Cuando las mujeres tenían licencia para matar

 

 


De la cosecha rusa que vi este verano solo se salvó “Espías”, un interesante retrato de agentes soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial. Coincidió con mi oportunidad de ver “A Call to Spy”, el primer intento de la ficción angloparlante de narrar la epopeya de las agentes del S.O.E., el servicio de espionaje británico. Contrastar ambas obras no solo nos permite ver que similitudes y diferencias existían en el espionaje de los soviéticos y de los Aliados, pero también ver el feminismo, o ausencia de este, en un relato que es principalmente femenino.

Un Homenaje Mediocre

Yo entiendo que cuando dices que un filme es el “primero en narrar algo”, el producto ni va a ser perfecto ni completo. Se van a tener que obviar hechos, crear licencias para contar una historia, recortar personajes. Mi opinión es que retratar a tres olvidadas agentes del S.O.E. (Special Operations Executive) debió requerir un formato de serie limitadas. El tópico es tan extenso que anteriormente solo se trató pesimamente en ‘Wish Me Luck” (1988), un vergonzoso relato de ficción vagamente inspirado en estas fascinantes damas.



Pero aun en dos horas, se pudo hacer un mejor homenaje sobre todo tomando en cuenta que filmes ingleses de la posguerra que se enfocaron en otras agentes como Odette Samson (Odette con Dame Anna Neagle) y Violette Szabo (Cärve Her Name with Pride con Virginia Mackenna) ya habían dejado la vara alta.

Sarah Megan Thomas estaba dispuesta a hacer un filme feminista y su elección de personajes recayó en mujeres diversas: la judía rumana Vera Atkins, la minusválida estadounidense Virginia Hall y la princesa hindú Noor Inayat Khan. En una era en la cual la diversidad y el feminismo son prioridades en la industria del entretenimiento, es inexcusable que haya fallado tan brutalmente en sus empeños y haya terminado ofendiendo a los objetos de su trabajo.



Vera-que-no-se -sentía-judía

Por ejemplo, Vera Atkins es retratada como una mujer ninguneada y humillada, que, a pesar de su inteligencia y ardua labor, es siempre vista como secretaria-apéndice de Maurice “Buck” Buckmeister el director de la sección francesa (o “F’) del S.O.E.  Se nos hace creer que vive dominada por el miedo de ser deportada ya que era nacida en Rumania, país enemigo de Gran Bretaña. Se nos hace creer que el antisemitismo reinante en su sección hace que se la trate sin respeto, que se le niegue el derecho a ser ciudadana británica e incluso a usar un uniforme militar. Vamos por partes.

A pesar de ser nacida en uno de los países más juedeofobo de Europa, Vera Rosenberg venia de una familia tan adinerada que le permitió sobrevolar los prejuicios de su sociedad. Como la mayoría de los judíos millonarios, tuvo una educación cosmopolita y asimilada. Estudió en La Sorbona, y el hecho de ser su madre inglesa, le permitió integrarse a la sociedad británica sin problemas.

Vera no pensaba en sí misma como judía, fue la guerra la que la hizo consciente de su “falla genética”. Esto se manifestó en un esfuerzo constante por ocultar unos orígenes que no tenían significado para ella, pero si para el mundo exterior. Hace algunos años, a alguien se le ocurrió grabar una estrella de David en su lápida. La familia rogó que la retirasen porque era un símbolo de algo que nunca Vera sintió como suyo.



En Les Parisiennes, Anne Sebba dice que Vera ingresó al S.O.E. sin decirles que era judía y rumana. Buck y Leo Marks lo sabían, pero no se cree que haya sido un impedimento para su trabajo. Es cierto que solo en 1944, Vera recibió su ciudadanía británica y permiso de usar uniforme. No uno especial sino el normal del personal femenino de la Real Fuerza Aérea.

Creo que el énfasis en el origen de Atkins y sus esfuerzos por ocultarlo han dañado su imagen en el filme. Se ha camuflado su tremenda contribución a los servicios de inteligencia aliados que comenzaron mucho antes de la guerra, puesto que fue contratada por el servicio de espionaje canadiense el 38 y fue instrumental en traer las maquinaria decodificadora Enigma desde Polonia el 39.

Otro problema de la serie es que ha intentado alejar a sus tres personajes de “lo femenino” y con eso las han convertido en arquetipos acartonados. Cuando Vera le menciona a Virginia Hall que ha perdido “un amigo” en la guerra se abstiene de decir que el “amigo” era su prometido, el piloto Dick Ketton-Cremer que murió en la Batalla de Creta. Tan traumática fue esa pérdida que Vera nunca se casó.

                          Stana Katic como Vera Atkins

Virginia y su Cutberto

El caso de Virginia Hall también es tratado de esa manera casi técnica sin toques de intimidad que nos permitan conocerla y quererla. En este caso el daño es más grande puesto que es la primera vez que las actividades de Hall son retratadas en la ficción. Efectivamente, Virginia venía de una acaudalada familia estadounidense. Intentó infructuosamente entrar en el servicio diplomático. No sé si no lo logró por el sexismo del cuerpo diplomático o por su problema físico.

Tal como lo dice la cinta, Virginia perdió una pierna en un accidente de caza tras lo cual debió usar una prótesis de madera a la que apodó “Cutberto”. La dinámica de Hall y su Cutberto, el escepticismo de los oficiales sobre tener una agente con una sola pierna, y ese terrible cruce de los Pirineos nevados son todos ciertos, al igual que la traición del Padre Alesch.



Entiendo que, por motivos de tiempo y espacio, haya puesto que Hall fue un “descubrimiento” de Vera Atkins.  Hall fue descubierta por un agente británico en España y enviada a Londres con buenas recomendaciones. Virginia Hall fue la pionera de los agentes del S.O.E en Francia. Sus 16 meses en terreno fueron instrumentales no solo para las actividades del S.O.E sino también para definir el comportamiento de futuros agentes.

Es una lástima que el filme se concentre en el sexismo con el que Virginia fue recibida, y ciertos lugares comunes de películas de espionajes que afean y opacan sus logros como por ejemplo la liberación de prisioneros de la cárcel de Bergerac que fue mucho más espectacular que lo que muestra la cinta. Hubiese quedado mejor ‘” Call of Spy” si la hubiesen hecho girar en torno a una sola agente o si la hubiesen creado en formato de miniserie que les hubiese dado más tiempo para honrar la labor de estas originales e intrépidas mujeres.

                     Sarah Megan Thomas como Virginia Hall

En el caso específico de Virginia no se puede divorciar su labor de espionaje/rescatista/saboteadora con su segundo viaje algo que el filme ignora. Desde el hecho de tener que llegar en barco porque Cutberto le impedía lanzarse en paracaídas hasta su soberbia labor en el Maquis, sus esfuerzos por liberar a unos colaboradores que veía como hijos adoptivos y a los que llamaba “mis sobrinos”, y su encuentro con Paul Gastón Golliot que se convertiría en su marido. Todos estos factores hubiesen sido ingredientes deliciosos para un retrato completo de esta valerosa agente, pero esa necesidad de alejar a las protagonistas de lo femenino acabó por deshumanizarlas.

                          Virginia y Paul Gaston Golliot

Así No Era Noor Inayat Khan

Sin embargo, ninguna falsedad o absurdo, ninguna ausencia o falta de énfasis que ocurra en las descripciones de Vera Atkins y Virginia Hall se compara con el disparate que pasan como la vida y aventuras de Noor Inayat Khan. Tan repulsivo y mentiroso me resultó ese relato que tuve que verme el docudrama “Enemy of the Reich” y leer las muchas veces que Anne Sebba nos cita a la princesa hindú en Les Parisinennes para poder entender un poco a esta magnífica y enigmática mujer y su trabajo como agente. Un trabajo para que tal vez no estuviese preparada, pero que desempeñó lo mejor posible y bajo circunstancias terribles.

El problema de Sarah Megan Thomas es que quiere crear con Noor un estereotipo de mujer de color. Para eso buscó una actriz que representa una tipo físico del Sur de la India. Una chica de piel muy morena, bajita, flaquita, y de aspecto sumiso. No es sexismo decir que Noor Inayat Khan era una mujer bellísima.  Incluso más que lo que las fotos nos cuentan, su belleza exótica fue un motivo por el que se desconfiaba de que fuese una agente idónea ya que la hacía conspicua.



Sin desmerecer a la actriz, pero Noor era un producto mixto, hija de un príncipe hindú y una chica de Nuevo México. Sin ser nórdica ni anglosajona, podía pasar por europea. En una ocasión, para evadir a la Gestapo, se tiñó el cabello de rubio y no se veía mal o rara. Además, era glamorosa, gustaba vestirse bien. Se cree que su afición por lo azul fue un modo en que la detectó la Gestapo.

                         Con el cabello rubio

En fin, que “a Call to Spy” ha fallado seriamente en contarnos su cuento y el primer error está en su descripción física. Entiendo que la pongan como amiga de Virginia Hall, aunque nunca se conocieron, pero es un error no mostrarla como lo que fue: una mujer brillante, llena de recursos y con un trato tan exquisito que Hans Feiffer, su interrogador en la Gestapo lloraría durante su juicio al recordarla.

Algo que el filme no menciona es que Noor era una princesa de sangre real, tataranieta del famoso TIppu Sultán, el “Tigre de Mysore” que mantuvo en jaque al ejercito conquistador inglés en el siglo XIX. El padre de Noor, el Príncipe Hazrat Inayat Khan fue el propagador de a corriente sufí en Occidente. El sufismo es una filosofía, dentro del Islam, que se caracteriza por su ideología pacifista y su creencia de que la música y el baile ayudan a aumentar la espiritualidad (como creían los primeros jasídicos).

Hazrat Inayat Khan viajaría por el mundo con su mensaje sufí que culminó en su fundación de un “sufismo universal”. Como era también un excelente músico daba conciertos y tours. En Nueva York conoció a Pierre Bernard, que dirigía una escuela de yoga y a su hermana Ora Meena Ray Baker que había llegado de Alburquerque a estudiar con su hermano. A pesar de la oposición de la Familia Baker, Hazrat y Ora se casaron en Londres. Después de la boda se establecieron en Moscú donde nacería su primogénita, a la que llamaron Noor que en árabe significa “luz.”

                          La familia de Noor

Los Inayat Khan salieron de Rusia al estallar la Primera Guerra Mundial y se instalaron en Londres en Bloomsbury. Ahí nacieron los tres hermanos de Noor. Después de la guerra, Noor y su familia se establecieron en Suresnes en las afueras de Paris, en un casa que su padre llamó “La Casa de las Bendiciones”. Noor creció en un hogar pleno de amor y armonía, pero también rodeada de privilegios.

Su vida cambió con la muerte del padre cuando la princesa tenía solo 13 años. La viudez provocó una depresión crónica en su madre, y Noor tuvo que encargarse de ella y de sus hermanos menores. Eso no significa ni que interrumpiese sus estudios o su vida de lujos. Significa que Noor siempre se sintió protectora de su madre. Algo que suplicó a sus superiores en el S.O.E fue que solo le comunicaran su arresto o muerte a Ora cuando estuviesen totalmente seguros de que estos hechos hubiesen ocurrido.

                                    Noor y su madre

De hecho, Vera Atkins se entrevistó con Vilayat, el hermano de Noor para darle nuevas del trágico destino de la agente. Como parece que Atkins no era muy simpática (según muchos testimonios) su entrevista con Vilayat fue un fracaso, quedando él con la impresión de que los servicios de inteligencia habían” utilizado” a su hermana. La película en cambio nos muestra a Atkins y a Hall yendo a visitar a Ora que aparece como una señora demente y desastrada que acusa a los ingleses de no haber protegido a su hija, casi echa las agentes de su casa, y luego se pone a aullar como banshee. ¿Además de mentir sobre Noor, tenían que ofender la memoria de su madre?

Después de graduarse del Liceo Saint Cloud, y de pasar su bachillerato, Noor estudio psicología infantil en La Sorbona. Simultáneamente, como buena sufí, se dedicó a la música. Además de experta en arpa y otros instrumentos de cuerda, Noor fue alumna de la virtuosa del piano Nadia Boulanger.



Fue bajo la tutela de Boulanger, que la princesa conoció a Maurice Goldenberg, un estudiante judío de quien se enamoró. A pesar de las protestas de su familia, Noor y Goldenberg mantuvieron una relación de años y llegaron a comprometerse. Los Inayat Khan desaprobaban esa relación porque veían como obstáculo las diferencias sociales. Noor era una princesa, de gustos refinados, y Goldenberg era el hijo de una lavandera.

A fines de los 30, Noor comenzó a escribir historias para niños, algunas de los cuales fueron publicados por Le Fígaro, y fue invitada a hacer programas radiales. En 1939, Noor tenía varios planes, publicar un libro de cuentos infantiles, servir como enfermera en caso de que estallara una guerra, o irse a la India a casarse con otro de sus pretendientes (ya su relación con Goldenberg había acabado).

La invasión nazi cambió todos los planes. Los Inayat Khan tuvieron que abandonar su casa y marcharse a Londres. Aunque ardientes pacifistas, Noor y su hermano Vilayat decidieron unirse al esfuerzo bélico. Ambos se enlistaron en la Real Fuerza Aérea. Todo este fantástico trasfondo familiar e intelectual de Noor pasa desapercibido en el parco retrato que le hacen en “A Call to Spy”.



El documental “Ënemiga del Reich” que ha sido producido bajo la asesoría de su sobrino enfatiza la fe religiosa de Noor como la espina dorsal de su personalidad.  No se puede desligar a la princesa del sufismo, pero también fue ella un producto de sus estudios, obra y romances. El filme nos la muestra como una tímida niñita de color y eso la vuelve un estereotipo.

La Princesa que No Podía Mentir

Algo que ni filme ni documental cuentan es que Noor ingresó a la RAF con un nombre falso, “Nora Baker”, por el que fue conocida hasta el final de la guerra., y que en el reglón de “Religión” del formulario que debió llenar, puso “anglicana”. Esto quiere decir dos cosas. La primera es que Noor sabía que podía pasar por “blanca” y la segunda es que al mentir en un documento oficial desvanece el mito de “La Princesa que no Podía Mentir”.



Tampoco el filme nos cuenta las muchas reservas que sus superiores tenían sobre el carácter de “Nora Baker”. La encontraban frágil, no pasaba las pruebas de defensa física, en los simulacros de tortura emergía llorando y aterrorizada. Se la consideraba idealista, soñadora, descuidada y desordenada. Y por supuesto está la leyenda de que la princesa “se negaba a mentirles a los alemanes”. Para cuando el dossier de Noor llegó a manos de Selwyn Jepson, traía un pie de página con una advertencia:” ‘No parece tener mucho cerebro”. Esa no fue la apreciación de Jepson quien notó que Nora Baker era la mejor radioperadora de la Real Fuerza Aerea. Entonces se la “pasó” a Leo Marks.

Hijo de un anticuario judío de Londres, Marks era un excelente criptógrafo que supo reconocer el potencial de Noor, de paso también se enamoró de ella. Esto lo colocó en una situación difícil. Su deseo de protegerla lo empujaba a dar un mal reporte de ella.  Pero Noor ansiaba ir a Francia y cada vez que se le señalaba una falla que le obstaculizaba el camino, ella, con su tenacidad acostumbraba, luchaba hasta dominarla. Al final tanto Marks como Vera Atkins, que también tenía reservas de enviar a Nora Baker considerando que no había acabado su entrenamiento, se dieron por vencidos. Además, Buck y el S.O.E necesitaban desesperadamente de una operadora del calibre de la princesa y Noor hablaba francés como una nativa y conocía París.

Nada de este fascinante trasfondo ha llegado a la pantalla. Tampoco que Noor y Marks habían creado una estrategia para hacerles saber en Londres que ella había sido capturada. Siempre escribiría mensajes con errores ortográficos. Si les llegaba uno perfecto era señal que no era ella quien los enviaba.



Después está el ridículo retrato de las actividades de “Nora” en Paris. Según la cinta, Noor, apenas llegada Francia en 1943 se encuentra con que todos sus contactos han sido arrestados, debe dormir en un sótano, finalmente se encuentra con una antigua amiga que un poco a regañadientes le da alojo. El novio de la amiga la convence de delatar a Noor por una recompensa. Todo esto es falso, como también que la agente no alcanzó a hacer ningún trabajo relevante.



Madeleine la que Vestía de Azul

Efectivamente, en junio del ’43, los grupos resistentes relacionados con la SOE estaban cayendo como moscas. Esto se debía a la labor de Henri Dericourt quien recibiría Noor sin que ella sospechase que trabajaba con los alemanes. “Madeleine” el alias usado por Noor logró escapar de Dericourt, y por cuatro meses estuvo enviando valiosa información a Londres, desde los escondites más variados. Llegó a vivir en un invernadero, pero no en un sótano. Fue la única fuente de contacto con Inglaterra por un tiempo y es la razón por la que no la enviaron a buscar, que hubiese sido el protocolo normal puesto que los alemanes sabían de la existencia de “Madeleine”, la que siempre vestía de azul.



Para cuando, Buck envió un Lysander a recoger a su operadora estrella, Noor buscó excusas para perder el vuelo a sabiendas que su labor era indispensable. En julio ya había hecho contacto con personajes importantes como el Mayor France Antelme, otro agente de la SOE, que, para variar, cayó bajo los encantos de Noor. Renee Garry, hermana del recientemente arrestado Emile Garry, había tenido un romance con France Antelme y creía que “Madeleine” se lo había quitado. La delató por celos y por una jugosa recompensa.

“Call to Spy” no miente al contar que Noor no fue torturada, tal vez porque encontraron su cuaderno de apuntes, que fiel a su naturaleza descuidada, no escribía en código. También se hicieron del transmisor y comenzaron a enviar mensajes a Londres. En el filme notan que los mensajes están impecablemente redactados (Leo Marks enseguida se dio cuenta que no era Noor), pero por descuido de Buck, miedo de Vera Atkins a ir en contra de su voluntad, y desorden burocrático, no se hizo nada para evitar que gracias a los falsos mensajes docenas de resistentes fuesen arrestados y ejecutados. Hasta hoy, ningún historiador tiene explicaciones para ese tremendo desmadre.

Mientras en Londres se debatía si Noor había o no escrito los mensajes, “Madeleine” guerreaba contra los alemanes. Había impresionado a la Gestapo la ferocidad con que se defendió a mordiscosal ser arrestada. Durante su estadía en la prisión de la Calle Foch intentó huir dos veces. En una ocasión, estuvo libre una hora antes de ser atrapada. Los alemanes exasperados la instaron a firmar una promesa de que no volvería a intentar escapar. Noor se negó y ahí firmó su sentencia de muerte.



Desaparecida en la Noche y Niebla

Se utilizó con ella el horrible decreto de “Noche y Niebla” (Nacht und Nabel). Se la convirtió en lo que hoy llamamos “una desaparecida” enviándosela a una prisión donde no se sabría su nombre ni se conocería su presencia. Solo después de la guerra se han venido a conocer detalles de su espeluznante experiencia. Estaba en Karlsruhe, Alemania, en un campo para mujeres, en una celda cerrada, en solitaria sin comunicación con nadie,

Se la mantuvo encadenada de pies y manos, necesitando de asistencia para comer y asearse. Se la alimentó con una asquerosa sopa de repollo y mondaduras de papa. Se le quitó la ropa, obligándola a usar un saco de aspillera como única prenda, se la torturó y posiblemente violó. Después de la guerra sus vecinas de celda testificarían haber oído los golpes y a Noor llorando en la noche. Tras diez meses de este trato inhumano, Noor fue llevada Dachau donde se la ejecutó.

Como todo en esta etapa final de la princesa, existen versiones diferentes de sus últimas horas. Un informe anónimo que llegó a manos del servicio de inteligencia canadiense habla de que se le dio el “tratamiento completo” que algunos prisioneros ameritaban y que incluía todo tipo de abusos. Se ha dicho que fue ejecutada en una celda, otras versiones hablan de que fue fusilada junto a otras agentes de la S.O.E. La versión más coherente la presentó una prisionera holandesa de Dachau. Según ella, Wilhem Ruppert, comandante del campo, le arrancó la ropa a la princesa y la golpeó bárbaramente, fue ahí que le dio un tiro de gracia en la nuca. Se cree que las últimas palabras de Noor fueron “Libertad”



No importan los detalles para saber que las últimas horas de Noo Inayat Khan fueron un suplicio. Póstumamente recibiría la Cruz de San Jorge del gobierno británico y la Croix de Guerre de los franceses. Es la única musulmana en tener un monumento en el Reino Unido, como parte de un grupo escultórico en la iglesia de San Pablo dedicado a los agentes del SOE. En el 2012, la princesa Ana develó un busto de bronce de su colega hindú. ¿Entonces por qué los dramatizados se empeñan en falsear o esconder los logros de Noor?

                       La Princesa Ana evela el busto de Noor Inayat Khan

Se han escrito poemas y novelas sobre “Nora Baker” y en Canadá se puso en escena una pieza, Agente Madeleine, que narra la labor de espionaje de la titular. Sin embargo, nada realmente encapsula el prodigio que fue Noor. En la obra, la princesa tiene un romance con Leo Marks.  En The Tiger Claw, Shauna Singh Baldwin muestra una Noor encarcelada en Alemania obsesionada con haber abortado al hijo de Goldenberg. Aunque estos detalles o recursos dramáticos no sean imposibles, no corresponden a la biografía conocida de la princesa No entiendo la necesidad de no apegarse a hechos ya en si bastante dramáticos además de ciertos.



En suma “Call to Spy” fracasa en su homenaje de tres mujeres valientes y valiosas. Con ello menosprecia el arduo e ingrato, pero utilísimo, servicio que las mujeres prestaron durante la Segunda Guerra Mundial, principalmente en la labor de espionaje. Eso nos lleva a “Spies” /” Espías” (en ruso, Razvedchitzy significa algo así como “exploradoras”). Para todos los fans de “The Americans” y de las novelas de John Le Carré no es sorpresa saber que los rusos, que son secos para el espionaje, entrenaron agentes femeninas para operaciones ‘especiales’ tras las líneas enemigas.

Espías a la Rusa

La serie está inspirada en hechos reales, existió realmente una academia que durante la Segunda Guerra Mundial se especializó en la preparación de mujeres espías. Lo demás es ficción, pero sirve para ilustrar aspectos paralelos o no tocados en la trama de "A Call to Spy”: el arduo entrenamiento, lo peligroso de enviar espías no totalmente entrenadas o cuya lealtad es puesta en duda, y los dilemas que se les presentan a estas mujeres cuando son abandonadas en territorio enemigo donde las amenazan captura, tortura y ejecución.

En la primavera de 1941, el Comintern consciente de que Hitler planea invadir la Unión Soviética, encarga al Mayor Vorotynnikov (Vladimir Vdovicenko de Los Optimistas) establecer en Kiev una escuela para espías femeninas. Sus ayudantes son la seductora Matilda que cree que toda espía debe ser una Mata Hari, y el teniente Nikolái Petrov, un joven soldado veterano de la guerra de Finlandia, que parece que, se congeló y todavía no se derrite. Petrov es de la opinión que deben reclutar jóvenes universitarias leales al Partido. Su superior busca mujeres astutas y mundanas, incluso con prontuario criminal, así sacan a las protagonistas de la cárcel.



Arina fue una vez esa candidata que Petrov favorece. Al inicio de la serie la vemos como Arina-la-que lo-tiene-todo-. Hija de un hogar acomodado (el padre catedrático, su madre médico), acaba de graduarse de maestra de idiomas, de ganar una carrera de bicicletas de y de comprometerse con Volodia, un joven y guapo oficial. Pero Arina está enamorada del comunismo y le dice al novio que antes de formar una familia, ella quiere ‘Hacer algo grande por la patria”.



Los padres de Arina, como regalo de compromiso, le dan un anillo de zafiros que es una joya de familia. A nuestra patriótica comunista se le ocurre venderla y donar el dinero al Partido para que “compren un avión o un tanque’. Ya dan ganas de aventarla de una patada. A pesar de las protestas del novio, Arina va a un joyero para que le tase el anillo.



En la joyería la pareja conoce a una rubia misteriosa que dice llamarse Margarita y les asegura conocer a alguien que les dará más dinero. La insensata Arina le da su dirección. Esa noche Margarita se presenta en el piso de Arina, pero no viene sola. Un hombre irrumpe en la casa, deja inconsciente a la joven y procede a golpear y a asustar a los padres para que les den objetos de valor. Eso hasta que aparecen los agentes de la NKDV.



Arina no ha pecado de ingenua, ha pecado de boba. Nunca se le ha ocurrido que las circunstancias familiares la hacen sospechosa en la Rusia estalinista. No sabe que las purgas tienen como blanco la clase profesional a la que pertenecen sus padres. Que el que su madre sea alemana y que su Tío Ilarion este exiliado en París invitan a la desconfianza del Partido que tanto idolatra. Ella misma inspira dudas porque como dice un agente “¿A quién le interesa aprender tantos idiomas?”.

El asaltante Voron inicia un tiroteo con los agentes de la NKDV en el que mueren estos y la madre de Arina. Zoya (la falsa Margarita) golpea a su cómplice con una estatua y huye.  Voron, cuando se despabila, huye. Para cuando llega la policía solo encuentra tres cadáveres y dos personas inconscientes. Arina despierta en el hospital y descubre que la NKDV no le cree el cuento del desvalijamiento. La acusan a ella y a su padre de haberse defendido a tiros de los agentes.



Zoya, aunque es una ladronzuela y cómplice de su amante Voron, no es mala. Es una madre soltera desvalida que todo lo hace por su hijita Katya. Tras esconder el anillo de Arina en el oso de peluche de Katya, se prepara huir a otra ciudad con la niña. Su mala suerte hace que Volodia, novio de Arina, la reconozca en la estación. Zoya es arrestada y encerrada en la misma celda que Arina quien le da una soberana paliza antes de denunciarla. Vorytnynikov y Petrov se enteran de la existencia de estas enemigas a muerte y las convencen de estudiar en su escuelita de espionaje, a cambio se olvidarán de los cargos en contra de ambas.





Así   comienza el entrenamiento de Zoya y Arina A diferencia de “Call to Spy” vemos en detalle lo que aprenden y en lo que destacan. Zoya es una excelente estratega y destaca en todas las clases.   El Mayor se da cuenta que si Zoya sabe que su hija está bien, es más colaboradora. Hace que pongan a Katya en un orfanato cercano y le permite visitar a la madre. Petrov es el encargado y se establece un vínculo entre la niña y el soldado.





Arina es capa en los idiomas, en geografía, tiene buena memoria y es buena en tácticas, pero es pequeña y frágil y no sabe defenderse físicamente. Eso lo nota Petrov, el instructor de defensa personal. La Camarada Arina está llena de escrúpulos y eso la descalifica en las clases de Matilda quien se esmera en enseñarles a usar su cuerpo y su atractivo físico. Arina no tiene problemas aprendiendo a vestirse y maquillarse o a coquetear si con eso sirve para robarle la cartera un sospechoso, pero su límite está en la puerta de la alcoba. Le horroriza perder su virginidad con el enemigo y no quiere, como le aconseja Matilda, olvidarse del novio.



En la escuela también estudia Yana, una criminal endurecida, que posee una memoria fotográfica. Yana pretende huir y chantajea a Zoya para que sea su cómplice. Arina escucha sus planes y hasta las ayuda a conseguir un vehículo, pero una vez que las alumnas se dan a la fuga, da la voz de alarma. Sucede que Zoya se les ha adelantado y avisado a sus superiores. La fuga es desbaratada y Yana es arrestada. El Mayor felicita a Zoya y reprocha a Arina por su “muestra de individualismo”, indigna de una buena comunista. No piensa en términos de comunidad solo sirve a sus intereses personales. Aun así, da permiso para que Arina y Volodya se casen.

Hitler invade la Unión Soviética. Poco después de la boda, Volodya parte al campo de batalla. Su esposa, Zoya y otras dos compañeras son enviadas a una misión especial en Estonia, a pesar de las quejas de Petrov que considera que no están bien adiestradas. Para colmo ni se les da armas. Su misión es llegar a Riga, encontrar un científico ruso en quien los nazis están interesados y traerlo de regreso a Kiev.

Las cuatro agentes son lanzadas en paracaídas en un bosque muy lejos de Riga, pero muy cerca de la Wehrmacht. Hay un tiroteo, una agente muere, pero las otras consiguen huir. Es Arina a quien se le ocurre, usando su excelente alemán, acercarse a unos soldados de la Wehrmacht. Uno de ellos, el simpático sargento Helmuth, les ofrece transporte hasta un pueblo cercano.



Helmuth está interesado en Nadia, la actriz divorciada, y esta no le hace asco. Nadia no tiene fe en la victoria soviética y decide huir con su gordito que es su pasaje a la felicidad. Aunque Zoya y Arina los capturan, se les presenta el primero de muchos dilemas. ¿Qué hacer con ellos?  No les cuento para que la vean, pero es el principio de una serie de misiones que llevaran a esta pareja de frenemies desde Ucrania a Alemania.

Pasarán tres años y ambas se volverán agentes expertas y legendarias, pero el mayor cambio se efectúa en sus personalidades. Debido a las inhumanas exigencias que su labor de espía le ha impuesto, Arina se endurece, se vuelve cínica, ajena a afectos humanos (supuestamente Volodya murió en la guerra, aunque nunca encontraron su cadáver) y más amiga del cigarrillo y de la botella que del comunismo. Su único eslabón con el pasado es el odio hacia Zoya y aun así en dos ocasiones, le salva la vida.



En cambio, Zoya, agradecida con sus superiores que han cuidado de su hija y enamorada de Petrov que no es como los hombres de su pasado, se vuelve patriota, devota de su trabajo y comienza a ver el mundo comunista como un lugar sano y limpio para criar a Katya.

¿Espías o Prostitutas?

El empeño del Mayor (luego Coronel) Vorotynnikov en mantener a las chicas unidas puesto que encuentra que su enemistad es fuente de poder me recordó a una de mis series favoritas de mi infancia, la australiana “Spyforce” (Patrulla Secreta en castellano) que tenía a un australiano (Jack Thompson antes de hacerse famoso) emparejado con un alemán, a quien detestaba, en misiones comando tras las líneas japonesas.

                                                   Spyforce

La diferencia con “Espías” es el género de las agentes que las coloca en situaciones muy difíciles para cualquier mujer. En “Call to Spy”, cuando le piden a Vera Atkins que reclute mujeres guapas, ella se incomoda. Sabemos que se temía que Noor con su belleza exótica llamase la atención, pero otras agentes como Odette Sampson utilizaban su atractivo como un arma más de su equipaje de espías. Un instructor muy puritano se quejó en sus informes que Odette insistía” en coquetear” todo el tiempo.



Lo que sabemos de los servicios de espionaje Aliados es que no existía esa obsesión que parece haber en los soviéticos que las mujeres deben usar el sexo para poder obtener información. Nada de eso se refleja en La espía que vestía de rojo donde la Condesa de Romanones recuerda su entrenamiento como agente del OSS (el equivalente estadounidense de la SOE y antecesora de la CIA) y su misión en la España Franquista durante la Segunda Guerra Mundial.



 La OSS no era un centro de entrenamiento de espías-prostitutas como la de “Espías” ni de chicas guapas como la SOE. Por algo reclutaron a Julia Child que nunca destacó por su belleza. Sin embargo, la Condesa de Romanones en ese entonces era Aline Griffith, modelo de Nueva Jersey, así que el atractivo debe haber jugado parte en el proceso de adquirirla como agentes.

                                  Aline Griffith en la epoca en que la reclutó la OSS

Aun así, “Espías” nos da la impresión de mujeres atrapadas en esta llamada del deber en el cual cuerpos y almas están al servicio del estado. Me recordó la atmosfera angustiante de “Se, Jie” (Deseo, peligro) de Ang Lee.



La serie está construida de manera episódica. El primer capítulo sirve para darnos un trasfondo de Zoya y Arina. El segundo está dedicado al entrenamiento de las agentes. Los siguientes corresponden a sus misiones, dos capítulos por gestión de espionaje dividido por un cliffhanger. Este esquema recuerda series de los 60 como “Yo soy espía” y “Ladrón sin destino”.  Como esas a veces la trama puede ser rocambolesca e imposible. El capítulo 8 es el acabose.

Sin embargo, tiene sus momentos emotivos, como la declaración de amor de Petrov en un bosque polaco o el relato de Matilda para convencer a Arina que el amor y el espionaje no compaginan. Es la única vez que la instructora baja la guardia y revela su intimidad. La triste remembranza de cómo fue violada ante su pareja y como a él le tatuaron estrellas en la espalda adquiere mayor relevancia cuando al final del octavo capitulo descubrimos esa estrellas en la espalda de Vorotynnikov. Siguen juntos, pero su relación ha cambiado.





Cuando comencé a ver “Espías” la sentí fragmentada. Temí estar viendo una versión editada, pero busqué otra versión (hay varias en diversos sistemas de streaming) y era igual. Ya me he dado cuenta de que en Rusia son cuidadosos de lo que presentan en televisión. Series con desnudos o más gráficas como “Ekaterina” o “Gogol” van a horarios adultos. “Espías” por ser mas de horario temprano, no muestra ni escenas de alcoba ni torturas, aunque sabemos cuándo estas ocurren.

Tampoco vemos la paliza que Arina le propina a Zoya al final del primer episodio, pero para la novena entrega vemos a Arina ser apaleada por una partisana polaca. Y lo que despertó mi instinto mitutero fue que cada vez que Arina exaspera a sus superiores estos le den de bofetadas. No me puedo imaginar a Buck golpeando a sus agentes en “Call to Spy”, aun en esa época machista.



A pesar de ese detalle, me parece “Espías” una obra más honesta que “A Call to Spy”. Tal como nos muestra el sexismo de los soviéticos de entonces también nos muestran sus errores y traiciones. Me divirtió que Arina comentase de los ingleses que “siempre traicionan a sus aliados”. Que, aunque cierto, viene justo antes de la gran traición soviética que cambia la vida de la agente.



Lo único que me disgustó de la serie fue su prejuicio anti-polaco. Ya parecía serie alemán, a y ese retrato WTF de un líder partisano viviendo en una casona rodeado de guardaespaldas femeninas y guapas….¿Acaso era Gadafi?  Haciendo a un lado estas pequeñas fallas, recomiendo esta serie que puede encontrarse en Tubi y en otros sistemas de streaming incluso con subtítulos en español. Háganme saber si quieren enlaces.