Tenía mis dudas
sobre esta nueva adaptación del superventas de James Clavell. ¿Cambiarían mucho
del libro? ¿Las sensibilidades modernas, que todo lo rigen, impedirían que fuese una obra maestra como lo
fue la versión de 1980? Digamos que es fiel al espíritu de la novela, aunque
hay muchos cambios. Algunos han mejorado la historia, otros… Lo importante es
que me ha gustado y la recomiendo, a pesar de que en esta nueva interpretación se
ha sacrificado un gran personaje y su historia de amor.
Canadá Vs El
Japón
Quiéralo o no, esta entrada es un ensayo en comparaciones.
Aunque no puedo pedirle a un público acostumbrado al CGI que admire la versión
de 1980, para mi es superior en actuaciones, contenido y cercanía con el espíritu
del libro de Clavell. En términos de estética también prefiero la original puesto
que es más real. Después de todo fue filmada en Japón.
En la versión
Chamberlain, la iluminación y colores,
hace las escenas más vivas, más alegres, más parecida a lo que Clavell deseaba transmitir.
Contrasta con la oscuridad, la falta de sol de una serie filmada en los bosques
canadienses o en patios traseros de Irlanda que simulan la corte de Osaka. No
me impresiona el uso del CGI porque no hay luz para apreciarlo.
¿Por qué la
miniatura del Erasmus es inferior o risible en comparación a un barco creado
por efectos especiales? Me asombró que hubiera
espectadores que prefiriesen un Castillo de Osaka falso que parece un souvenir
para turistas antes que el verdadero castillo donde fueron filmada muchas
escenas de Shogun de 1980.
No me
malinterpreten, me ha gustado mucho esta
versión, me ha gustado que el protagonismo recaiga más en Toranaga y Mariko que
en un Blackthorne muy diferente al creado por Clavell y por Richard Chamberlain.
Hubiese disfrutado más del show si no hubiesen incurrido en un error tan común
en adaptaciones modernas.
A partir del
sexto episodio se desligan del canon y crean una fanfiction alrededor de un
mítico e implausible plan de Toranaga para vencer a Ishido. Para mayor ofensa,
cometen el error de Juego de Tronos de luego intentar compaginar
fanfiction con la historia original y es ahí donde fracasa esta versión dejando
tantos cabos sueltos que ha hecho creer a la audiencia que habrá una segunda
parte.
No quiero caer en
muchos spoilers así que comenzaré con una breve génesis de la primera
adaptación de Shogun. Recuerden que entre la versión de 1980 y la de
2024, han existido un musical y un juego de videos basados en la novela.
De Como Dick
Chamberlain se Volvió Estrella
Casi inmediato al
exitazo de la novela surgió un proyecto de llevarla a la pantalla. Estábamos en
1978 y el formato de miniserie arrasaba en la televisión estadounidense. Fue así
que la NBC compró los derechos del libro y se decidió a lanzar la casa por la
ventana no solo en lo visual sino también en un guion que capturase lo mejor de
la obra de Clavell.
Para los protagonistas
se escogió a Toshiro Mifune, el actor más famoso de la historia del Japón, para encarnar a Toranaga. Yoko Shimada, muy conocida
en la pantalla japonesa, seria Toda Mariko, y el rol de Anjin San recayó en Richard Chamberlain.
Originalmente ofrecieron el papel a Sean Connery, pero el intérprete de James
Bond no se interesó en meterse en un proyecto televisivo que le tomaría semanas
de rodaje y le impediría hacer cine que era lo suyo.
Le ofrecieron el
rol a otro Agente 007, pero Sir Roger Moore no tenía ganas de volver a la
televisión donde comenzara su carrera con El Santo. James Clavell quería
a Albert Finney para el papel, pero el actor también rechazó un rol que consideró
de poca trascendencia. Aunque Clavell, que estuvo involucrado en la filmación
de su novela, renegó en contra de elegir a un semi desconocido
para su protagonista al final quedó encantado con la serie y el actor.
Tras romper
corazones como el Dr. Kildare, Dick Chamberlain se había trasladado a la
pantalla grande donde había cosechado buena reputación con filmes como The
Music Lover y The Last Wave. El retrato impecable de John
Blackthorne y la tremenda química que compartió con su coestrella convertirían
a Richard Chamberlain en el galán y rostro masculino de las miniseries de Los
80. Si hago hincapié en estos aspectos es porque si interrogo a cualquier mujer
(de cualquier edad) que vio la teleserie en su debut, nuestros recuerdos
colectivos se cifrarán en el gran romance entre el inglés y su traductora.
El Romance
Sacrificado
La ausencia del
affaire Anjin San-Mariko-san (la mayor diferencia entre ambas versiones) irónicamente
acerca más la versión 2024 al libro. Aunque a Clavell le gustaba incluir algún
que otro romance en sus argumentos—y esta es su mejor historia de amor— aquí no
es el eje de su relato. De hecho, Lady Mariko aparece por primera vez en la
página 200. Ambas versiones televisivas la han hecho aparecer antes.
Una virtud de la
versión del 2024 ha sido la inclusión de sucesos que solo son mencionados en el
libro como el sepukku del marido de Fuji. Con la introducción de
flashbacks vemos la primera batalla de Toranaga y el primer encuentro de Mariko
con el Padre Alvito, pero nos quitaron de la conmovedora confesión de Mariko (“Solo
puedo confesar que no merezco ser confesada”) cuando ella aboga por la vida del
Blackthorne.
Se entiende, en una versión en la cual el cariño de Mariko
por el piloto inglés es un momento tan fugaz, pierde sentido una maniobra de
ella por salvar a Blackthorne. Pero hablaré más de esto cuando discuta lo roles
femeninos en la nueva versión.
En 1980, Shogun
fue un fenómeno. Hasta hoy sigue siendo la miniserie más vista en Estados
Unidos (Roots es la primera). Los críticos la cubrieron de elogios. El público
la hizo parte de la cultura popular. Al momento de la premiación arrasó en las
nominaciones, recibiendo dos Emmys, uno como miniserie del año, otro en diseño
de vestuario, más tres Golden Globes que incluyeron a los protagonistas en las
ternas de Mejor Actriz y Mejor Actor.
Sin embargo, como
ocurre siempre, no escasearon críticas.
La primera fue el señalar errores en la descripción del Japón de entonces.
Muchos de esos errores ya vienen del libro. Sin embargo, la gran critica era la idealización del
protagonista quien al final era un mero representante del colonialismo/imperialismo,
pero que la serie lo perpetuaba como un Gran Salvador Blanco cuyos consejos
salvaban a Toranaga. Esa sería la tarea de los nuevos adaptadores: arrasar con
el protagonismo del blanco imperialista.
La nueva Shogun
ha provocado gran impacto en la televisión/streaming primaveral. Se trata de
una historia épica, a pesar de que no vemos grandes batallas. Ha atraído a los
amigos de la High Fantasy, por lo que troneros, duneros y amigos de Tolkien han
aumentado sus filas de fans. Tiene un alto rating de audiencia y ha atraído a
los jóvenes. No me sorprendería y me gustaría que fuese nominada a varios
premios.
Mi duda es si
cumplió con las expectativas que se impuso y me temo que no. Robarle una
historia de amor no engrandece la trama; convertir a Mariko en una mujer de hielo no la
empodera; y volver al Anjin San en un casi
relleno cómico no me hace más atractiva la historia. Ciertamente no la hace más japonesa, como
tampoco más feminista. Al menos la protagonista no lo es a pesar de que le
planten una lanza en la mano como si fuera Wonder Woman.
¡Muera el Gran
Salvador Blanco!
¿Si la
protagonista pierde terreno en esta adaptación, qué ocurre con los hombres? Pues comentábamos en FB con Gatita Valentina
que el personaje del bushó Toranaga ha alcanzado niveles épicos de negatividad y
maquiavelismo. En cambio, el Anjin San ha sido rebajado de galán sexy y Gran Salvador
Blanco a payaso de la corte. ¿Era eso lo
que deseaba Clavell?
En la novela, Blackthorne es un hombre de cierto estatus
social, un pirata caballero. Incluso sueña con que su reina le dé un espaldarazo
y lo nombre “Sir John”. Es ambicioso e
implacable para conseguir lo que desea, pero también es instruido, habla varios
idiomas incluyendo el holandés, su lengua materna. En la serie, Richard Chamberlain hizo uso de todo su
sex-appeal y carisma para crearnos un héroe romántico que podía arrebatar el
corazón de su traductora y de su audiencia.
En la versión
2024, Blackthorne es un zafio que milagrosamente sabe portugués; muy soberbio,
pero bien bruto, que habla con un cerrado acento campesino y en un momento
revela ser hijo de un cazador furtivo. Aunque excelente actor, Cosmo Jarvis está
lejos de ser un símbolo sexual y eso que nos muestran sus nalgas desnudas. En Salon han escrito un excellente artículo sobre este nuevo Anjin-San y como lo que lo caracteriza es que el guión lo tiene constantemente a merced de ridiculizacion y humillación.
Se mueve como oso
bailarín, habla con gruñidos de jabalí. Se entiende que, para las mujeres de la
obra, sea un salvaje vulgar al que es imposible civilizar. Este convertir al
héroe en antihéroe ha cambiado el sentido de la trama, pero no la ha
empobrecido.
La Iglesia se
Salva
Otro temor mío,
conociendo la agenda woke que gobierna toda historia televisiva fue que se
exagerase el ataque a la religión católica que ya viene del libro. Por el contrario,
hay mayor conciencia aquí de que los “malos” son los portugueses, no la Compañía
de Jesús, a pesar de lo dicho por Padre Domingo (Joaquim D’Almeida), el franciscano
español que se convierte en mentor de Blackthorne en la cárcel.
Es Fray Domingo
quien da un trasfondo de la labor diplomática-comercial de los jesuitas que los
ha convertido en consejeros de los daimios cristianos. Ahí tenemos una
descripción de como la catequesis jesuita no ha conseguido implantar raíces espirituales
en el Japón. Gente como el daimio Kayima solo ve conveniencias financieras en adoptar
la nueva fe.
Como contraparte,
está Ohno quien ha encontrado en la iglesia consuelo para la lepra que lo consume.
Mariko también es un ejemplo de un alma desolada que encuentra refugio en una
religión que choca con sus valores samurái. Aunque en esta versión del 2024 no
vemos ese conflicto espiritual de la traductora, tal vez porque el Padre Alvito
es un confesor muy tolerante.
En el libro
Alvito es casi un cliché del jesuita: astuto, manipulador, con mucho poder de
oratoria y mucha sutileza. Cuando conoce a Blackthorne comienza disculpándose
por ese primer encuentro del marino ingles con un sacerdote, el Padre Sebastiao.
Parece que este desaforado curita les tenía una tirria particular a los holandeses
ya que habían matado a su familia.
Cuando Blackthorne
expresa dudas sobre si sus palabras serán debidamente traducidas, Alvito lo tranquiliza:
él traducirá de una manera neutral. “No seré quien te asesine.. De eso
te encargarás tú mismo”. Ciertamente son las palabras de Anjin San las que
inspiran desconfianza en Toranaga y no una traducción distorsionada del jesuita.
El problema en la
versión original es que Martin Alvito es interpretado por Damian Thomas, un
actor melodramático cuyo maquillaje, gestos y elocución han sido exagerados
para crear una imagen siniestra. Alvito es altivo y puede ser cruel, como en su trato de un hermano lego que sido
sorprendido sucumbiendo al pecado de la carne.
Incluso, al final,
cuando ofrece sus servicios a Anjin-San como una manera de cumplir con los
deseos de “Lady Maria”, se le nota frio y poco convincente. Recordemos que será
el Padre Dellaqua quien salve a Blackthorne de la hoguera donde quieren
arrojarlo los portugueses.
Interpretado por Tommy
Bastow, Alvito, en la nueva versión, es más joven, más humanó. Su superior lo acusa de ser
ingenuo y de ser parcial a Toranaga. Algo que se demuestra en la hermosa escena
(inventada) para esta versión , en la que el jesuita intenta impedir la masacre
del Clan Toranaga y de su señor, aconsejando
al futuro shogun buscar ayuda en la Dama Oshiba.
Lo más bonito de esta serie es que la relación con Mariko es de igualdad (Ferreira se burla de Alvito llamándola “tu novia). No como en la otra versión en la cual Mariko parecía tenerle miedo más que respeto al jesuita. Tres escenas de este “Shogun” me arrancaron lagrimas : la despedida de Anjin-San y Fujiko, la despedida de Mariko de su confesor , y el flashback en que Alvito conoce a la traductora. Por primera vez comprendí lo traumatizada que está Mariko y sentí lástima por ella.
Voy a detenerme
aquí, ya que espero hablar más de Lady Mariko y de los roles femeninos en libro
y series en una próxima entrega, pero quiero recomendar la serie aun para los
más delicados de estómago y que le temen a la violencia.
Obviamente ya en
el primer episodio tenemos el horrible martirio del marinero ingles que es
hervido como un cangrejo. Es lo más Gory de la serie y le pueden hacer un fast
forward ya que solo hay un momento grafico en que vemos la cara deshecha
del “cocinado” No es una escena bonita, pero peor fue una parecida en Los
Tudor. El resto de la serie es violento, pero no ruedan más cabezas que en Juego
de Tronos.