Encontré, en
línea, una copia de The Keeper of Lost
Causes, la primera novela de la serie Departamento Q . Leyéndola me
di cuenta de que aunque el libreto de Scott Frank es muchísimo más complejo y
atrapante, el mayor error ha sido la reconstrucción de personajes femeninos, muchos
de los cuales no existen en la novela o son totalmente diferentes.
Para que me
comprendan les daré una breve descripción de cómo es cada personaje femenino de
la novela (que aparezca en al menos los primeros tres episodios de la serie de Netflix).
No quiero “spoilear” mucho aunque este
tipo de análisis es solo para quienes han visto la serie entera o al menos más
de la mitad. Comienzo desde los secundarios
Marianne,
secretaria de Merritt Lingard: En el libro Merete Lynnggard tuvo dos secretarias: Marianne y Sos Norben que
no aparece en la serie. Marianne fue despedida
cuando se inmiscuyó demasiado en la vida privada de su jefa. En la
serie, Marianne aparece una sola vez, cuando va a la oficina de Carl. Altanera e impertinente,
no se parece a la del libro donde nada indica que sea negra. Bueno, es Netflix
y el colour blindness es necesario.
Vigga/Victoria:
ex esposa de Carl Morck
(en el libro siguen casados). Vigga es desaprensiva, vive de amante en amante,
siempre ideando proyectos imposibles para los que necesita el respaldo
económico de su marido.
Dra. Fiona
Wallace, psiquiatra de William: No existe en el libro. Jussi Adler-Olsen tiene a Ulle (William) en un
sanatorio caro, pero el director es un viejito que nunca intenta hacerle frente
a Carl.
Helle/Clare,
criada de Los Lynnggard:
En el libro tiene como 35 años, casada con hijos. nunca fue muy importante en
la vida de los Lynnggard ni ellos para ella. Carl la conoce accidentalmente
cuando visita la antigua casa de los Lynnggard y el nuevo dueño le dice que
ahora Helle trabaja para él.
Rose, miembro
del Departamento Q: No
sale sino hasta la segunda novela de la serie.
Moira Jacobson,
jefa de Carl: En el libro
es Marcus Jacobsen y ya eso lo dice todo.
Merete Lynnggard/Merritt
Lingard: Miembro del
Parlamento danés, hija de familia adinerada amada por los paparazzi por su
belleza, elegancia y misterio. Nadie sabe si tiene un amante o si es lesbiana.
Debe moverse en un mundo de hombres, pero no es agresiva como la fiscal de Departamento
Q. Cuando la secuestran, pide misericordia (en muchos países ese es el título.
Incluso el primer título en inglés fue Mercy).
Mona
Ibsen/Rachel Irving, psiquiatra de Carl.: Mona es la femme fatale del típico Noir.
Solo la conocemos desde la perspectiva de Morck que, desde que la ve en un
pasillo, se obsesiona con ella. Ibsen es la psicóloga de la comisaria. Su
oficina está en el edificio, para las sesiones o baja a ver al paciente en su
sótano o el detective sube a verla. No tenemos descripción de su espacio ni de
su vestuario ni de su personalidad ya que todo lo que ve Carl Morck de ella son
sus curvas y eso que es cincuentona (mayor que el).
Es Morck quien
solicita que sea su terapeuta a pesar de que ella también está a cargo de
analizar a Hardy. De ahí nace su necesidad de hacer que Carl reconozca su
sentimiento de culpa. Hasta lo hace llorar, pero lo que nos queda claro es que
la Dra. Ibsen es muy controlada y profesional. Sabe parar a Morck cuando este
comienza con sus avances diciéndole que se busque otra víctima y mostrándole su
alianza matrimonial.
Lobas
Ambiciosas
Como verán, las
mujeres del libro están muy alejadas de las de la adaptación televisiva. Extraño
porque recordamos como Scott Frank humanizó a las mujeres en Gambito de Dama y como confeccionó un pueblo de maravillosas
guerreras en Godless. Pero algo le falló aquí.
Si los personajes masculinos , con excepción
de Akram, son o patéticos o antipáticos, las mujeres dan asco, sobre todo las que
están en posiciones de poder. Parecen carecer de virtudes femeninas como sagacidad, sexto
sentido, diplomacia, y serenidad que ayudan a una mujer a sobresalir en el
mundo masculino.
Me refiero a
cualidades femeninas, ya que el descaro, la agresividad, falta de escrúpulos y
brusquedad que permite a los hombres vencerse entre ellos, les quedan mal a
estas féminas y no saben utilizarlas. Quieren ser lobas solitarias, olvidándose
que las hembras siempre son parte de la manada y aun como alfas, su prioridad
es cuidar de sus compañeros.
Esa es
precisamente la falla de Moira (Kate “Lisa Arryn” Dickey). Scott Frank ha
dotado a Jacobsen, el superior de Carl Morck (Matthew Goode), de ovarios. El
cambio ha hecho al personaje más antipático. Las quejas, exigencias e
injusticias de la comisaria se vuelven doblemente negativas por venir de unas
faldas, siendo además Moira muy consciente de que es la primera mujer en ese
cargo. Eso la lleva a ser servil con sus superiores, y poco compresiva con
Carl, Akram e incluso con Rose.
Moira tiene poca
visión y mucho miedo de dar un paso equivocado, sin embargo es la campeona de
la corrección política. Aun así es lo suficientemente astuta para incautar los
recursos destinados para Q y calladita enviarlos a su propio departamento. En
eso tiene algo en común con otra dizque hembra fuerte.
En pos de pistas
que indiquen el paradero de Merritt, Carl y Akram llegan a un elegante
sanatorio para enfermos mentales donde está recluido William, el hermano de la
fiscal. Los atiende la atildada Dra. Fiona Wallace, una cuarentona que los
trata con gran condescendencia y, para demostrar su desprecio, comienza a
maquillarse delante de ellos. Esa es una antigua treta de las mujeres para
seducir y a la vez establecer su superioridad sobre los hombres. Acto seguido,
se marcha, dejándolos con las palabras
en la boca.
Poco después, el Departamento
Q descubre que William ha heredado la fortuna de su madre y que la psiquiatra―ahora
su guardiana legal―hace uso de ella para pagarse sus lujos. Q en masa
se presenta, la desenmascara y se llevan a William. La psiquiatra pierde toda
su autoridad y queda convertida en una delincuente cualquiera. Como Moira, ha
pecado de codiciosa y abusado de su poder.
No podemos quejarnos mucho del desprecio que la serie tiene por las profesionales ambiciosas cuando la misma víctima es una insoportable mujer de carrera. En el libro, Merritt es una política arrogante y dura, pero en la serie la han convertido en una fiscal arrogante, imprudente y odiosa.
Merrit es mas odiosa que en el libroChloe Pirrie (To
Walk Invisible, The Crown) está maravillosa, en ese rol. Hay
momentos em que se la percibe más como villana que como mártir y alegra verla
enjaulada ya que en el mundo real solo hacia daño en sus roles de hermana,
patrona y hasta amante.
Me incomoda el poco
sutil esfuerzo de la trama de hacernos sentir que Merritt y Carl son iguales.
Si bien es cierto que son ambos prepotentes antisociales, hay más humanidad en
el policía que en la fiscal quien se ha pasado la vida atropellándolo todo y a
todos en su empeño de cumplir con sus objetivos.
Rachel
Necesita de un Psiquiatra
He dejado para el
final el peor ejemplo de fémina empoderada que nos presenta la serie y cuya
existencia es aparentemente culpa de Scott Frank solito ya que no se asemeja en
nada a la Mona Ibsen de los libros. Como suele ocurrir en la policía cuando uno
de los suyos ha enfrentado una situación traumática, se le ha ordenado a Carl
someterse a una terapia psiquiátrica. Así lo vemos llegar a regañadientes a la consulta
de la Dra. Sonnerberg.
La psiquiatra se
hace esperar y sucede lo normal cuando uno está donde no quiere estar, Morck
pierde la paciencia y se marcha. Acaba de sonar la campanilla de elevador, cuando
surge de la consulta una Kelly McDonald con cara contrita. La Dra. Sonnerberg
se ha lastimado una cadera, la Dra. Irving es solo una suplente y no parece
estar deseosa en atender a Carl.
Tuve que ver el episodio dos veces para entender que su atraso es a propósito. Deduzco esto porque no ofrece disculpas ni motivo de su tardanza. Carl, quien ha estado sujetando la puerta del elevador con el pie (gesto ultra sexy de macho alfa), la sigue desganado, un poco irritado. Irving no parece tampoco muy buena terapeuta, no sabe enfocarse, le hace preguntas que más lo frustran y reacciona ante esa frustración con la propia, poniéndose a comer ya que el paciente no coopera. Ni que fuera lacaniana. Carl da por terminada la consulta y ambos parecen dispuestos a descontinuar la terapia.
Solo que Carl
retorna, ante la sorpresa de ella, quien ahora se ha puesto una alianza
matrimonial. La terapia de Irving está enfocada en un solo propósito: obligar
al paciente a aceptar que necesita ayuda. Para eso lo bombardea con preguntas
sobre que lo hizo regresar.
Carl ofrece un
par de respuestas que obviamente no son ciertas y acaba con un “te vi bonita y
quise verte de nuevo”. En el contexto del interrogatorio es obvio, incluso para
el lego, que esas palabras son tan inocuas como las dichas anteriormente por el
paciente, pero Irving empeñada en demostrarnos que es pésima psicóloga, decide
tomarlas en serio y retuerce la boca viéndose no muy “bonita”.
En eso, Morck
nota la alianza matrimonial y la menciona, provocando más agitación de parte de
Irving quien realmente actúa como si Morck la estuviese acosando sexualmente.
Curiosamente, algunas mujeres reseñadoras― y algún que otro bobo que se bebió un galón
del Kool Aid woke― si lo ven así demostrando el daño que estas
falsas alertas han hecho a las relaciones heterosexuales.
Es Morck quien
intenta arreglar las cosas, pero solo las empeora. Irving hace pucheros y esta
segunda sesión acaba en desastre. Carl no se presenta de nuevo en la consulta.
Tras ver el ataque de pánico por televisión, Rachel busca a su paciente. Va a
la comisaria e intenta retomar su rol de psiquiatra.
Para establecer
un clima de confianza, le cuenta que es soltera, que plantó a un hombre en el
altar al descubrir que ya estaba casado. ¿Entonces por qué se puso el anillo? Como
no lo explica cabe especular que tenía miedo. No de Carl que en la primera
entrevista ni la miró, sino de ella misma. En plática con Rose, Rachel admite
haber tenido una relación con un abogado que la presentó con Merritt. No puede
aportar nada solo que Merritt era altiva como lo son los abogados, como lo era
el acompañante de Irving. Va dejando la impresión que lleva varias relaciones
fracasadas y de ahí su miedo a hombres inestables aunque sean sus pacientes.
En la tercera
sesión, paciente y psiquiatra están más relajados y Carl habla de su relación
con Jasper. Para Rachel es una sorpresa saber que el detective tiene un
hijastro. Todo va bien, pero la Dra. Irving de nuevo hace lo imprevisto, cuando
Carl llega a la cuarta sesión se encuentra con …”La Dra. Sonnenberg”. Carl
expresa vocalmente su frustración y dice sentirse “abandonado”.
Sonnenberg está
de acuerdo. La sorprende que Irving no se haya despedido. Hay protocolos para
transferir a un paciente a otro psiquiatra. Es necesario para no romper el lazo
de confianza que se establece entre terapeuta y paciente. Como sea, Irving
sigue pareciendo pésima profesional y dotada de personalidad errática.
Carl no encuentra
más remedio que ir a casa de Irving y la audiencia femenina chilla “¡Stalker!”.
Sorprendentemente, Rachel no se asusta, más parece incomoda, tal vez porque está
hecha unas fachas, toda desaliñada. Él dice que ha venido por la sesión
prometida. Ella le sirve un té y procede a narrarle su horrible juventud, sus
trastornos alimenticios…¡Guau! Que gran psiquiatra. Es la peor que he visto
desde Uzu Aduba en In Trearment.
En resumen, Scott
Frank se esmera en mostrarnos que como profesionales, las mujeres del mundo de Mark
son unas buenas plastas. Wallace es una estafadora, Irving es errática y poco
profesional, Merritt Lingard era una fiscal más interesada en su surgimiento
que en la gente que atropellaba o ponía en peligro.
Moira es la peor
de todas, es incluso injusta con otras mujeres. Cuando Carl le dice que Rose
“no es tan tonta como parece”, Moira pone el grito en el cielo ya que no es
políticamente correcto referirse al cociente intelectual de una mujer, pero es
ella quien cree (y actúa según ese criterio) que Rose es inepta y, como siempre,
se equivoca.
¿Qué pasó con Vigga?
Si Scott Frank
destruye a la mujer profesional, intenta salvar un personaje que, en los libros,
es negativo. Me refiero a Victoria, la ex esposa de Carl Morck. En los libros
Vigga (ese es el nombre que le dio Adler-Olsen) abandonó marido e hijo
para irse con diferentes parejas y ahora aparece de improviso para pedirle
dinero al detective.
En la serie la
tienen convertida en otra fémina sermoneadora a pesar de que, para seguir su
carrera de sobrecargo, abandonó al marido encajándole al hijastro. La serie
aumenta los problemas domésticos de Carl y, en el tercer episodio, cae en un
truco telenovelero del malentendido. Tras descubrir que Jasper no va a la
escuela, pero se queda en casa follando con la novia, Carl le deja un mensaje
de voz a su ex diciéndole que tal vez Jasper no debería vivir con él.
Después de este
intercambio, Carl y Jasper hacen un trato y firman una tregua, pero Victoria
llama a su hijo y le dice que Carl no quiere nada con él. Para mayor confirmación
le envía el mensaje de voz. Ignorando
que se trata de un mensaje antiguo, Jasper se altera y se va a vivir a casa de
su abuela. Victoria aparece en casa de su ex para avisarle y para endilgarle un
sermón de que es un mal padre ya que no comparte con Jasper los detalles de su
trabajo policiaco o algo parecido, como si ella tuviese derecho a opinar.
Victoria, otra mujer inventada
Las que se Salvaron
Yo tildaría la
serie de totalmente misógina si no fuese por dos personajes. Claire, interpretada por la infaltable Shirley
Henderson, era el ama de llaves de Merritt, pero su trabajo principal consistía
en cuidar a William. Luego de perder un hijo y ver fracasar su matrimonio,
Claire dedicó una década a cuidar, conocer y establecer una relación con el
muchacho a pesar de la hostilidad de una celosa Merritt.
En su investigación,
Morck descubre que Claire es la única persona que ha seguido visitando al
hermano de Merritt en la clínica psiquiátrica. Cuando William huye de ese sitio
busca refugio en el invernadero de Claire.
Muchos
espectadores y críticos quieren crear un paralelo entre Merritt y Carl. Puede
que ambos sean erizos amargados y sarcásticos, pero Merritt no es una buena persona,
es incapaz de querer a nadie. Aun su preocupación por William deriva de un
sentimiento de culpa.
Morck, en cambio,
está lleno de afectos (por Hardy, por Jasper) que no puede expresar y reconoce ese
dilema en Claire. Cuando rescata a William de la ambiciosa Wallace, se lo lleva
a Claire. La escena en que William y su nana se abrazan es refrescante en una
serie de gente hostil e incapaz de relacionarse con los demás.
Me he quedado con
el mejor personaje femenino de la serie y uno que si existe en los libros
aunque creo que la Rose de Scott Frank es más humana y sensible que la que haya
creado Adler-Olsen. Rose es una misfit total, tal vez más que Carl y Akram.
Sufre de déficit atencional, de TOC, en resumen está en el Espectro. Una vez
fue parte del equipo de Morck, hasta que accidentalmente atropelló a un peatón.
La culpa la empujó al suicido y a “episodios” que combate con medicamentos recetados.
Desde entonces la
han convertido en una especie de recepcionista glorificada. Será Carl quien la
saque de ese puesto y ponga a trabajar todo el talento de investigadora de Rose
quien a pesar de ser un poco atolondrada y de sacar la tarjeta de sexo a
relucir a cada rato (”¿acaso es porque soy mujer?”) evidencia que el
sexto sentido femenino existe y es
fundamental para una buena investigación.
Agreguémosle que Rose
posee una gran compasión . Su caridad permite que Akram llegue al Departamento
Q . Incluso Rose intenta explicarle a la psiquiatra porque Carl es tan rudo y
antisocial con un “se siente responsable” y cuando la inepta Rachel pregunta “¿de qué?”,
Rose responde suavemente “de todo”.
Es mi impresión
de que el Noir nórdico, y no solo el de Adler-Olsen, no es proclive al romance
o al retrato de mujeres centradas o con rasgos positivos, lo que es legítimo y
no necesariamente implica misoginia. Sin embargo, al tratar de modificar esa
característica en aras de la paridad Scott Frank ha acabado con un retablo siniestro
de personajes femeninos.
Espero que en la
segunda temporada, mejore ese detalle y ciertamente espero que la Dra. Irving
deje de ser un personaje tan patético. Me aterra pensar que pueda ser la pareja
de Carl. ¡Pobrecito! Aparte de que es inapropiado tener amores con un psiquiatra,
ella necesita tanta o más terapia que nuestro protagonista.
Cannot stand the actress that plays Merrit!
ResponderEliminarIn an off-topic, I started Women in Black and Rivals this week, both are lovely, you will love Ladies in Black if you ever manage to find them as the focus is really on fashion. Rivals is super steamy, they show the whole lead cast full naked in the very first episode including nekkid tits and massive dingadongs LOOOL I neeeded smelling salts... It is so deliciously irreverent.
Gattocito, I’m glad you enjoy sex scenes. It shows you are still young. I have reached a stage hat only care for romance.
EliminarI wonder where I could watch Women in Black. Walter Presents doesn’t show anything that is originally filmed in English. Perhaps Amazon would. Or Tubi that carries “Ladies in Black”.
I liked Chloe in “To Walk Invisible” as Emily Bronte, but disliked her in “the Crown” and there it was a brief appearance. Her character in Q is repellent, and the series has a penchant to make all feminine characters look extra fugly.