Al final del
primer episodio de Dept. Q, encontré una especie de leitmotiv: los
espacios cerrados como jaulas que sirven para ocultar víctimas de secuestro por
años, pero también son sitios para que se cree un equipo de rescate para la víctima.
Eso hace que esta serie de Netflix se asemeje más a Las Azules que a Slow Horses con la cual se la ha comparado. Por otro
lado, hay jaulas invisibles en las que se encierran los personajes para
defenderse del mundo y que acaban siendo su prisión.
Fieras Enjauladas
Si no me creen,
aun antes de comenzar, puedo indicar que si a Carl Morck (Matthew Goode) su jefa
enjaula en un sótano para mantenerlo alejado de los demás policías, él se ha
creado una coraza para protegerse del mundo exterior y que al final le impide
comunicarse con este. En ese sentido se parece a Merritt Lingard, la victima de
secuestro que lleva cuatro años enjaulada en una cámara descompresora. No me ha
sorprendido que el titulo original en danés se traduzca como La mujer en la jaula.
En español también el titulo La mujer que arañaba las paredes crea
una impresión de encierro.
Sin embargo,
antes de su secuestro, Merritt se había confeccionado una celda interior que
encerraba sus secretos del pasado, su angustia del presente y sus constantes
remordimientos. Mas encima, vivía en una casa en un páramo donde tenía
escondido a su hermano que era la encarnación de su culpa. Eventualmente su
pasado vino a enjaularla en una prisión real como castigo, ya que sus
secuestradores la veían como una alimaña dañina.
Los Q encontraron
a William enjaulado en un elegante manicomio, pero el pobre chico ya vivía en
una prisión, privado del habla y de la facultad para escribir. En su lecho de
hospital, Hardy, está enjaulado por su paraplejia. Carl lo saca de esa jaula
demostrándole que mentalmente puede ser
libre y útil.
Jasper se queja
que su padrastro se aísla de él, pero el chico también se construye una mazmorra
en su cuarto, incluso ocultando su rostro con una máscara. Otros personajes
están enjaulados por sus complejos, sus prejuicios y sus miedos. Quizás por
eso, la gran queja que he oído de una serie
es lo odioso de los personajes.
Departamento Q
vs Slow Horses
Me aburre y hasta
fastidia la comparación constante entre estas dos series. Es cierto que ambas
se basan en exitosas series de novelas, que están pobladas por personajes
desubicados, con problemas mentales y que son despreciados por su gremio. Ahí
paran las similitudes.
La serie de Jussi
Adler-Olssen pertenece al género policial, en cambio las novelas de Mick Herron
se mueven en el mundo del espionaje. Físicamente, Carl Morck es mucho más
atractivo que Jackson Lamb, pero el personaje de Sir Gary Oldman no tiene
trabas mentales y es, a pesar de su lengua sarcástica, devoto del bienestar de
sus “protegidos”. Tampoco podemos comparar a Morck con el idealista e ingenuo
River Cartwright que es el héroe (Lamb es el antihéroe) de Slow Horses.
Mas importante es que al final de la Temporada 1 de los Caballos
Lentos yo ya tenía mis personajes
favoritos: la dulce y devota Catherine, el romántico dúo compuesto por Min y
Louisa, y por supuesto, River. Los demás me hacían reír y me caían bien. Tenía
claro que los Buenos eran los de Slough House, no los siniestros burócratas de
MI5.
En cambio, llevaba
veinte o más minutos de ver el primer episodio de Dept. Q y estaba
llegando a una conclusión: no había personaje querible ni con quien me identificase
y solo la estaba viendo por Matthew Goode. Pensaba si podría aguantar siete
capítulos más (después de todo no me interesan los misterios policiales a menos
que sean históricos) cuando ocurrió el milagro. Apareció un personaje que me interesó (y no
por que posea la galanura de MG) y en los últimos diez minutos la trama dio una
voltereta que me la hizo super interesante.
La Tragedia de
Ser Carl Morck
La acción tiene
lugar en Edimburgo, y el primer episodio consiste en viñetas semi corales que
nos presentan a los personajes. Comenzamos con el detective Morck y su
compañero―y tal vez su único amigo― Hardy (Jamie Sives, mi queridísimo Ser
Jory Cassel), paseando por las calles de Edimburgo cuando se encuentran con una
patrulla policial ante la puerta abierta de una casa.
Contraviniendo el
manual que indica como deben comportarse en una escena de crimen, los policías
se entrometen y encuentran un cadáver con un cuchillo incrustado en el cráneo y
un patrullero novato llamado Anderson custodiándolo. Morck se complace en
humillar a Anderson, señalándole todos los errores que ha cometido. En medio de
eso, emerge de la cocina un sospechoso cubierto con un pasamontaña que les
dispara al trio.
Corte a los
créditos y para cuando regresamos han pasado cuatro meses. El pobre Anderson
murió en la balacera, Hardy está paralizado en un lecho de hospital. Morck
recibió una herida en la cara que cubre con barba más espesa (lo que hace a MG
triple slurp), pero lo que no salta a la vista es que está triple
traumatizado.
Aun así la
policía le ordena que se someta a una terapia a manos de una psicóloga
que…errrr…es el único personaje que me complica en Departamento Q y eso
que lo interpreta mi querida Kelly McDonald. Hablaré más de ella cuando me
toque repasar el feminismo en la serie.
Morck intenta
reincorporarse a la fuerza policiaca donde nadie está contento de verlo. Da la
impresión que la tragedia―de la que lo culpan―es la última gota de un
vaso que él ha llenado con su sarcasmo y soberbia. Visitar a Hardy en el
hospital es poca ayuda. El único amigo de Morck es presa de pensamientos
suicidas y no está para escuchar cuitas ajenas.
Morck quisiera ocuparse de la investigación de su caso y descubrir la identidad de su atacante, pero esto ha quedado en manos de un trio de ineptos que comparten el mismo mal gusto en peinado y no son muy ocurrentes. Para colmo, el detective tiene problemas personales.
Divorciado, ha
quedado con la custodia de un hijastro adolescente, un arreglo que disgusta a
ambos. El chico es típico Z inútil que se la pasa escuchando música estridente
con audífonos y una máscara, tipo Darth Vadar, tras la cual se oculta del
mundo. Cuando ya Jasper no sabe cómo irritar a su padrastro y a Martín (a quien
Morck renta un cuarto en su casa) aporta un nuevo cambio, saltarse días de
escuela y pasárselos en casa encamado con una compañerita.
Jasper en la puerta de su jaula
Un Baño-Oficina: Ni que fuera Betty La Fea
Morck no sabe qué
hacer con Jasper y su jefa (Karen “Lisa Arryn” Dickie) no sabe qué hacer con Morck.
La solución la traen sus superiores. Se ha descubierto que su comisaria tiene
un récord de casos no resueltos. Quieren instalar un departamento―ellos
pondrán el dinero―para que trabajen en esos cold cases y así
satisfacer a la quejosa prensa.
Moira se pasa de
lista, crea el Departamento Q, y pone a Carl Morck a cargo. El solito con su
propia oficina en el subterráneo donde una vez estuvieron los baños compartidos.
Todavía hay orinales adosados a la pared. Ni a Betty, La Fea le dieron una
covacha tan hedionda.
Esto me ha
recordado a Las Azules cuando les instalaron su oficina en el sótano. De
nuevo tenemos una comisaría que no sabe qué hacer con un/unas indeseables, pero
que no puede quitarse el bulto de encima. Para eso sirven estas jaulas para
escondrijos de los elementos incomodos.
Como ocurriera
con Las Azules, Morck y su equipo (del que hablaré en un segundo) limpian,
arreglan, humanizan el subterráneo, y emprenden desde ahí una campaña para
resolver su primer cold case. Eso, sin ayuda, de los de arriba donde Moira
ha revertido los fondos que la ciudad le ha dado para el Departamento Q a sus Caballeros
del Valle que ahora gozan de computadores nuevos.
No todo el mundo
es oportunista y ratero en la superficie. Ahí tenemos a Rose (Leah Byrne), la recepcionista,
quien una vez fuera policía, pero ha sido degradada ya que, como Carl, también está
un poco cucú. Aunque a ratos es exasperante, y su peinado es mitad Bozo, el
Payaso y Larry, el de los Tres Chiflados, me cae bien. Es gordita, le gustan
los pastelillos y tiene buen corazón e intuición.
Intuye que Akram
(Alexei Manvelov), un tímido refugiado sirio que ha venido en busca de empleo, puede ser útil en el precinto y lo envía donde
Moira. Justo ese día Carl anda berreando porque necesita alguien que archive y
organice el centenar de cajas de casos no resueltos. Moira le manda a Akram
Salim.
Resulta que el
refugiado fue detective en su país antes que la situación política lo empujase
a huir con su familia. Morck nota que es avispado, organizado y muy intuitivo, así
que lo convierte en su asistente en la investigación. Akram es cortes,
compasivo y quiere hacer las cosas según el manual, algo difícil con Morck, Sin
embargo, Akram es bueno para saltarse las reglas y literalmente se salta
vallas. El mejor momento es cuando visita una casa abandonada y se enfrenta a
una banda de delincuentes-ocupa a los que reduce solo con las manos.
Será Akram
quien, satisfaga a Moira consiguiendo un caso cerrado: la desaparición hace
cuatro años de la fiscal Merritt Lingard. Con eso Moira convoca a una
conferencia de prensa y coloca a un Carl ,sin ninguna preparación, a cargo de
esta. Todo va bien hasta que un periodista se le ocurre cambiar el tema e interrogar
a Carl sobre su caso que ha dejado un muerto, un invalido y un traumatizado policía.
Morck se
descompone, sufre un ataque de pánico y huye de la conferencia. Nuevamente es
Akram quien acude en su ayuda. A pesar de que para todos los presentes y hasta
quienes lo vieron por televisión, es obvio que el detective no está bien, Morck
sigue con la investigación y logra componer un equipo confiable compuesto por Akram,
Rose y Hardy que, desde su cama de hospital y vía laptop, contribuye a resolver
el misterio de Merritt Lingard.
¿Dónde está Merritt?
Después de haber leído
el libro de Jussi Adler Olsen (en ingles se llama The Keeper of Lost Causes;
en castellano es La mujer que arañaba las paredes) en la que han basado
la serie, es evidente que Scott Frank ha
cambiado bastante el argumento. Es
interesante como ha navegado/conservado los saltos cronológicos del original.
El primer episodio es una presentación de los dramatis personae, pero
hay un personaje con el que Morck y su equipo nunca se entrecruzan.
Nos pasamos el
tiempo esperando que este personaje y su historia paralela se unan a la línea argumental.
Esto solo ocurre al final cuando descubrimos que la mujer que hemos visto es la
misma del caso que Akram ha escogido para que debute el flamante Departamento
Q. Todo lo que hemos visto de Merritt son flashbacks que llevan a su misteriosa
desaparición de un ferry camino a la isla de Mohr que la fiscal, y su hermano,
William, tomaron de regreso al hogar paterno.
Gracias a los
flashbacks descubrimos que Merritt era una planta espinosa, brillante pero
arrogante, audaz pero imprudente. Acababa de arruinar un caso importante y
conseguido la indeseada libertad de un millonario que había asesinado a su
esposa. Sin embargo, no fue el presente lo que precipitó el secuestro de la
mujer. Eso es lo que descubrirá el Departamento Q.
A pesar de los
esfuerzos de Frank por mejorar, agilizar y hacer más interesante la trama, Departamento
Q ofrece muy poco para atraparme y confieso haberla visto solo por Matthew
G. Quizás sea porque no soy connoisseur del género, tal vez porque su
énfasis en lo woke―sobre todo el aura semi feminista― me
cohíben, pero la serie no me es atractiva.
Recalco que los personajes, con la excepción de Akram y Rose (y tal vez Clare ),son detestables, llegando al punto que le tengo lastima a Morck por estar rodeado de tarados insensibles. Las actuaciones son desiguales. Solo Matthew está magnifico. Deja atrás esa aura de niño bonito que cultivó desde sus días de Brideshead Revisited y ofrece la mejor actuación de su vida (aparte de su Bob Evans en The Offer)
Matthew como Bob Evans
Mathew en Dept. Q y en Discovery of Witches. Noten el cambioEstéticamente la
serie no brinda mucho. Es difícil recordar que está situada en la Edimburgo de
María Estuardo y de Robert Louis Stevenson, a pesar de que hay escenas en zonas
antiguas. Como todo lo de Netflix, es deprimentemente oscura y los personajes―
además de antipáticos― están empeñados en verse feos y desaliñados.
Sobrevive Mathew G. por qué ...aceptémoslo, es Matthew Goode.
Contenido
Violento o Gory: Se
supondría que un Noir debe tener su buena cuota de violencia, pero por primera
vez veo como el wokismo trata el tema. La violencia es casi toda verbal, se
describen hechos violentos (El asalto que dejó a William impedido de sus
facultades; el ataque que mató a Anderson y dejó malheridos a Hardy y Morck, etc.).
La tortura que sufre Merritt en su bóveda es física, pero más afecta su psiquis
que su cuerpo.
Por supuesto que
eso va cambiando al final. Tenemos gore galore cuando a la mujer
enjaulada se le infecta un molar y sus captores le proporcionan un alicate para
que se lo extirpe por si sola. El episodio final ve asesinatos, balaceras, etc.
Antes, Akram tortura a un maleante en una escena casi cómica y Carl golpea a un
gánster que amenazó a Jasper.
Sin embargo, hay
en toda la serie un terror a la violencia. Las reacciones bruscas de Morck, que
pueden catalogarse de impulsivas o inusitadas, alteran a quienes lo rodean, tal
como ciertas palabras son vistas con tanto miedo como si quien las usa apuntara
con un arma.
El caso más patético
y desagradable es cuando Akram se encuentra con la pandilla de ocupas que
inmediatamente se le enfrentan, sin haber agresión por parte del policía. Una
incluso grita que el sirio no está armado. Ella lo sabe porque su padre era
patrullero. Akram rápidamente demuestra que no necesita de armas para dominar a
bullies cobardes.
¿Qué consigue con eso? Que él ocupa al que controló
lo demande y Jacobson le endilgue un sermón a la persona más serena de la
serie. Dos factores emergen de este encuentro. El primero es el casi racista
recordatorio de Moira de que en Europa no se hacen las cosas como en el Medio
Oriente. El otro, la evidencia de la nulidad de un departamento de detectives
que no portan armas, ni siquiera un taser.
Ya bastante ridículo
es que, en Londres, los Bobbies ,deban
defenderse de manifestantes y terroristas con un misero bastoncito, pero ¿dónde
se ha visto que detectives en un espacio peligroso no tengan con que
defenderse? Más encima reciben regaños
de sus superiores por usar ciertas palabras o darle un empujoncito a un
periodista que invade su espacio. ¿Qué es esto? ¿Un internado de señoritas?
Contenido
Sexual y Desnudos: Casi
0, lo normal en una serie donde amor y ternura son los grandes ausentes. Martin
y Carl se impresionan ante la actividad sexual de Jasper. En un flashback vemos
que Merritt tuvo una relación pasajera con un periodista y el actor que lo interpreta
muestra nalgas. Luego los vemos desnudos de perfil, pero no son escenas
eróticas. Como tampoco lo es la de Moira secuestrada, masturbándose ante la
mirada de su secuestradora.
Factor
Diversidad: Para ser una
serie británica, no hay mucha diversidad. La ex asistente de Merritt es de
origen africano; Martin y el personal médico que atiende a Hardy parecen venir
del subcontinente indio.
El mayor
exponente de un mundo “exótico” es Akram Selim que irónicamente es interpretado
por un actor ruso de origen kurdo. Como saben, Akram es un personaje canon
aunque en el libro se llama Assad. En la serie es mayor que en el libro y más
misterioso, pero conserva tres características, su humanidad que a ratos choca
con el cinismo de Morck; los enigmas de su pasado; y una cualidad que me
recuerda a un arquetipo dieciochesco.
A ratos pareciera
que viésemos la vileza y absurdísimo de nuestro Occidente a través de los
sorprendidos ojos de Akram quién representa un sentido común y una compasión
perdida por nuestro mundo. En ese sentido nos lo acerca a los protagonistas de Les
Lettres Persiennes de Montesquieu y Las Cartas Marruecas de Jose
Cadalso
Un poco extraño
que en una serie de Netflix haya poca diversidad sexual. Apenas un policía gay
que Rose conoce en la Isla Mohr. Por otro lado tenemos minusválidos y gente en
el Espectro por doquier. Como también tenemos un pésimo retrato de las
psiquiatras modernas, pero de eso― que es parte del pésimo retrato que Scott
Frank ha confeccionado de la “mujer empoderada”― hablaré, D-s mediante, en mi próxima entrada
I did not watch either this nor Slow Horses, but I am glad you found something nice to view in them, we know how little of that there is in todays TV landscape. I finished The Teacher season two and The Twelve season two last week, so I will have to bring up two new shows to watch this week next to Gilded, All Creatures season 4 and Sisi final chapter (which is crazy gorgeous visually). I am also watching Leanne and Mandy and Georgie sitcoms on Saturdays for a bit of laugh, not that they make me laugh much LOL Will you watch Hostage on Netflix, it starts on Thursday?
ResponderEliminarYes, it had its points, but it hd dark, horrible female characters and Matthew did very good creating a rather pathetic character. I don’t think I’ll be watching more modern drama. Honestly, even period pieces suck. I couldn’t watch more than two episodes of A Thousand Blows, lasted only one episode of Wednesday and turned off Disney after fifteen minutes of Dope Girls. I understand that they tried at a feminine Peaky Blinders, but honest…PB is not worth copying and it borrowed a lot from better series like Boardwalk Empire and Ray Donovan. The problem with Steven Knight is that he can create great characters like he did in Eastern Promises and Taboo, but he chooses not to. It’s why I’m a bit scared for House of Guinness.
EliminarOn the other hand, I’m enjoying the new version of Dalgliesh, and loving every second of Blood of my Blood. Please, keep safe in a land in turmoil.