En una
entrevista, Benjamin Voisin, el intérprete del famoso cocinero, dijo que la
intención de la producción de Apple tv era convertir a Careme en un ídolo de masas, tipo estrella de rock. Aparte, la producción eligió
involucrarlo con los hechos políticos de su tiempo y lo dotaron de un apetito sexual
desmedido más un gancho de seducción que atrapa a criadas y reinas. Mas allá de
que nada de esto corresponde a la biografía conocida de Careme, el gran signo
de interrogación es . ¿Funciona? ¿Es creíble?
El Look Voisin
Pues ya el primer
capítulo me tenía atrapada, aunque me era obvio que esta ensalada de episodios
históricos, sacados de contexto y cronología, no correspondía a la realidad. Mi
gran reparo era que el protagonista fuese un mocoso insufrible. O sea, Voisin
tiene su encanto, aunque es demasiado joven para alborotar mis vetustas
hormonas, pero su personaje es antipatiquísimo.
En la entrevista,
él dijo que lo habían tratado de convertir en un Mick Jagger napoleónico para
acercarlo a los jóvenes. Me dio risa, Los Z ni saben quién es Sir Mick, algo
parecido ocurre con los Millenial que a lo más dirán: “Es el dude que canta
el tema de Slow Horses”
Pues en esa onda
han caracterizado a Voisin como un rockero de la New Wave ochentera con pintura
de ojos, arete en una sola oreja y un peinado cruce del de Simon Le Bon y el de
los nenes de Tears for Fear. Su vestuario es característico semi punk, semi
chef de programa de cocina, y a veces, anda disfrazado de Pirata del Caribe.
Toque maestro del efecto es que se droga con un combinado propio de alcohol,
opio y azafrán que debe saber a rayos.
Careme y Napoleón
Estamos en 1801, Napoleón
Bonaparte es quien manda en Francia y Marie Antoine Careme de 18 años está
teniendo sexo con Henriette en su cuarto. Llega su padre adoptivo, el pastelero
Sylvestre Bailly, a pedirle que lo ayude a preparar un banquete para los
soldados de Bonaparte. A Careme no le parece que deban cocinar para un tirano
que además es culpable de la muerte de hija del pastelero. Esta aseveración que
nunca es corroborada y no tiene equivalente en la vida real de Bailly es una de
las muchas pistas falsas ( red herrings) del libreto.
Esa noche llega a
la cocina un moro con turbante que exige que Careme lo siga. Atraviesan calles
ribeteadas de tiendas en cuyos escaparates las prostitutas ofrecen “sus
mercancías” . ¿Qué es eso? ¿Hamburgo en la Era de Weimar? En un
burdel, el pastelero se encuentra con una prostituta llorosa y un cliente con
un ataque de epilepsia que Antonín cura con una cataplasma de tilo y
espino. Parece que nuestro futuro chef
es un experto en herbolaria.
A ver, como
yerbatera, yo diría que mejor le hubiese quedado esa mezcla convertida en
tisana. Agregaría que aunque la prostitución fue legalizada por la Revolución
Francesa, no era tan descaradamente abierta, que en su juventud Napo habría visitado
más de un lupanar, pero ahora se había vuelto un señor muy circunspecto que si
le pintaba el cuerno a su Josefina, lo hacía con alguna dama respetable, no
rameras.
Por último, Napoleón sufría de dolencias estomacales no de
epilepsia. Se confundieron con Julio Cesar. Eso no le importa a Careme que
sufre de remordimientos por no haber matado al tirano. Para compensar, se droga
y va a buscarles camorra a los soldados bonapartistas quienes le atizan una
buena paliza. El pastelero se ríe porque― como le explicará a Henriette en su
segunda sesión de sexo en un mismo capítulo― la droga le evita el
dolor. Ay, yo quiero de esa. ¿Pero qué dolor aqueja a Antonin?
A la mañana siguiente, Careme está con su
padre en la pastelería, cuando se presenta el moro del turbante (su nombre en
la vida real era Rustam Raza). En agradecimiento por su atención médica y discreción,
el Primer Cónsul le ofrece al joven pastelero, un puesto en su cocina de Las Tullerías. Antonin declina amablemente, pero envía al
futuro emperador una confección propia, una pirámide de nougat.
Careme y
Talleyrand
Unos días
después, Bailly es arrestado y acusado de haber hablado mal de Napoleón. Antes
de que se lo lleven, le susurra a su hijo que vaya al Hotel de Galliffet a
hablar con Talleyrand . Pasamos al Hotel, Talleyrand está jugando a las cartas
con su ex amante, la famosa Baronesa de Stael, y su concubina actual,
Catherine. Presentes también están el Conde Charles de Flahut, hijo adulterino
de Talleyrand y …¡Henriette! Parece ser doncella de Catherine.
Talleyrand recibe aviso de la visita del joven Careme y lo recibe en su despacho. Antonin teme que su padre haya sido arrestado debido a su rechazo de trabajar para Bonaparte. Talleyrand le aconseja aceptar esa oferta. De esa manera, Careme acaba en el sótano de las Tullerías bajo las órdenes de Laguipere quien le ordena picar kilos de cebolla. Lo unico bueno es que conoce a Agathe, la mano derecha de Laguipere.
Una noche en que el jefe de la cocina está desaparecido, la dueña de casa pide un bocadillo. Es Careme quien lo prepara y sube al cuarto conociendo a Leonore, una dama de Josefina. Esta noticia llega a oídos de Talleyrand que se da cuenta de que el joven Careme tiene buena mano ya que la futura emperatriz ha gustado del bocadillo.
Careme seduce a Leonore con su comida.El criado de Talleyrand
pone fuera de combate a Laguipere. Careme queda a cargo de la cocina del Primer
Consulado y se le encarga una cena especial para agasajar al embajador inglés,
Lord Jenkinson. Toda marcha viento en popa. Careme ha preparado uno de sus
famosos croquembouches para postre: un bergantín de azúcar que homenajea
a la marina británica.
En eso entra Rustam
con una orden. Bonaparte quiere que el postre sea una pirámide. Talleyrand le
ha dicho a su protegido que el éxito de la cena cimentará la paz entre el Reino
Unido y Francia. Una pirámide es una ofensa, un recordatorio de la victoria de Napoleón
sobre los británicos en Egipto (donde Bonaparte ejecutó cientos de prisioneros
lanzándolos a los tiburones). Antonín se niega, aduciendo que no hay tiempo.
Rustam le responde destrozando el bergantín a sablazos.
Careme está
desolado, pero Agathe le da alientos. Al cocinero se le ocurre una idea. Hace
la pirámide de finas hojas de oblea a las que baña en licor. Cuando se aparece
en el salón del banquete con su creación, hay escándalo total y Lord Jenkinson
se siente ultrajado, pero Antoine lo tranquiliza. Enciende la pirámide y del
flambee aparecen bandeja de pastelillos ocultas en un símbolo del pasado.
Todos quedan contentos, pero Talleyrand descubre que ahora su protegido más
detesta a Bonaparte.
Le dice que Napoleón
va a salir en unos días más y que necesita el mapa del itinerario de su
carruaje que está en poder de Josefina en sus aposentos.
Careme seduce a Leonore quien le consigue una invitación para que cocine en
privado para la futura Emperatriz. Llega Careme al boudoir de Josefina y
encuentra que ella ya ha seleccionado los ingredientes. El cocinero reconoce
que estos incluyen afrodisiacos y productos que promueven la fertilidad. Madame
Bonaparte confía en Careme que su poder existe solo mientras pueda darle un
hijo a Napoleón.
Antonin le prepara un coctel (el uso de esa palabra ya demuestra el presentismo del lenguaje) que seguramente tiene algún narcótico. Mientras Josefina ronca, Careme encuentra el mapa , lo copia y se lo hace llegar a Talleyrand. Días más tarde, Antonín sigue a la comitiva y cuando el carruaje está a punto de entrar a la calle San Nicasio, vira sorpresivamente. Aparece un carruaje lleno de barriles de pólvora (“la maquina infernal”) que estalla y mata gente, pero no a los que Careme quería ver muertos.
Aquí vemos la
terrible inconsistencia moral de un héroe que ni siquiera califica de antihéroe
porque es muy arrogante y desconoce sus flaquezas. Se da cuenta que Napoleón
fue advertido de no seguir esa ruta. Se le ocurre que quien advirtió al General
Bonaparte fue el mismo Talleyrand. Se presenta enfurecido al Hotel Galliffet y
se tropieza con Henriette. La furia del cocinero es porque murieron inocentes
en el atentado. No repara en que la misma cantidad hubiese muerto si Napoleón
no hubiese desviado camino.
Talleyrand con dos
palabras voltea a Careme que se va a trabajar con el nuevo Ministro de Relaciones
Exteriores. Entretanto nos enteramos de lo que hace Henriette en Gallifette.
Parece ser doncella de confianza de Catherine. Hay una escena medio lésbica
entre ambas cuando Catherine se baña y un intercambio de miradas entre Henriette
y Talleyrand que da la impresión que harán tríos de vez en cuando.
Careme y los
Niños
Sin embargo, el
mayor oficio de Henriette es cuidar y ocultar a Charlotte, la hijita de Talleyrand
y Catherine. Los historiadores reconocen la existencia de quien apodan “la
misteriosa Charlotte” y asumen que era hija de la pareja. Sin embargo poco se
sabe de ella. Talleyrand nunca la reconoció , pero la educó, la mantuvo con
lujo y en cuanto la niña tuvo edad, la casó con su sobrino para que adquiriera
su apellido y parte de la fortuna familiar.
Es en ese segundo
capítulo que Careme presenta su peor rostro y me lo mata como personaje. El que
haya a su alrededor monstruos brutales como Fouché o sutiles como Talleyrand,
no lo exonera y solo una mente tupida de nacidos después del ’85 puede
encontrarle disculpa o admirar sus actos.
El episodio
inicia con el cocinero presentándose ante el patrón y exigiendo una solución al
problema de Bailly. Cuando Talleyrand da una respuesta displicente, Antonin lo amenaza con buscar ayuda en otro
sitio, obviamente se refiere a contrarios del ministro. Talleyrand le responde
que no se rinde ante chantajes.
Careme conoce a
Charlotte, usa sus hierbas para curarla y sabe que la existencia de la criatura
es un secreto que solo beneficiará a los enemigos de Talleyrand. Lo próximo es
el generoso cocinero dándoles las sobras a los niños pobres de París. Uno de
ellos, Étienne, le cuenta que el gran enemigo de Talleyrand es Fouché. Antonin envía
una carta a Fouché con Étienne. En ella revela la existencia de Charlotte.
El niño mete la
carta en el bolsillo del policía quien ordena su arresto. A pesar de la
tortura, Étienne no delata a su amigo. Fouché lo suelta y hace que lo sigan
hasta el Hotel de Galliffet. Careme le pone un emplasto en la mano a Étienne,
pero no le pide disculpas. No es consciente de que ha utilizado a criaturas
inocentes: Étienne y Charlotte.
Fouché visita a
Talleyrand, entre risitas le dice que sabiendo que el “obispo” no acepta
chantajes, ha preferido ir donde Napoleón. Bonaparte está indignado. No solo su
ministro vive en concubinato con una cortesana, además ha nacido una hija de
ese pecado. El Primer Cónsul exige que Talleyrand o se case o despida a su
amante. Es un dilema que Catherine soluciona con chantaje: o Talleyrand se casa
con ella o su concubina hará público todos sus manejos políticos. Por una vez,
el ministro debe aceptar ser chantajeado.
Careme Y
josefina
Talleyrand
descarga su ira sobre su imprudente cocinero. Lo único que ha conseguido Antonin
es arruinarle la vida a su patrón. Talleyrand se casa a regañadientes justo
ahora que, por presión de Josefina, Napoleón va a prohibir el divorcio en
Francia. Despide a Careme, le dice que no solo no ayudará a Bailly, además se asegurará
que el cocinero no consiga trabajo en ninguna parte. Mas encima le canta una
verdad, Careme es tonto.
Asustado, Antonin
ofrece una salida: chantajear a Josefina para convencer al marido que deje el
divorcio en el Código Napoleón. Talleyrand se ríe de la vanidad de su cocinero
que se cree capaz de seducir y extorsionar a la mujer más poderosa de Francia,
pero ya que todos chantajean...
Talleyrand decide
celebrar su compromiso con una fiesta e invita a Josefina. Careme convence a
Agathe que venga a cocinar con él en el hotel de Gallifette. Entre ambos
confeccionan un menú compuesto de platos cocinados con alcohol. Le echan licor
a todo, la idea es emborrachar a los invitados y despojarlos de sus
inhibiciones.
Efectivamente la
fiesta degenera en una orgia con unos pocos invitados sobrios y tranquilos. También
han llegado Luis Bonaparte, en representación de su hermano, y su esposa
Hortensia, hija de Josefina. Hortensia coquetea desde la distancia con su
amante, Charles, hijo de Talleyrand.
Con ayuda de Henriette
y del famoso coctel, Careme trae a Josefina al frigorífico donde tienen sexo hasta
que los interrumpen las voces de Hortensia y su marido que se acercan. Talleyrand
los conduce por el corredor, después de vendarles los ojos, con la excusa de
tenerles preparada una sorpresa.
El ladino
cocinero le pone un ultimátum a Josefina o convence al marido de no abolir el
divorcio o la expone al escarnio público. Sin opciones, la futura emperatriz
huye. Careme la sigue y muy descaradamente,
se muestra contrito y le dice que no fue idea suya. ¡Más encima mentiroso!
Josefina le responde con una retahíla de obscenidades.
El tonto de Careme
ni se entera de lo que pasa a su alrededor. Cuando fue a espiar el atentado de
la Calle San Nicasio, llevaba encima el mapa con anotaciones hechas en su puño
y letra. Fouché lo compara con la carta anónima y descubre que vienen de la
misma mano. También descubre que Careme que es hijo adoptivo de Bailly. Nada
bueno augura al pobre prisionero tanta información, pero Careme sigue encolumne.
Protegido por Talleyrand, por su padre y hasta por Henriette que al final del
tercer episodio descubrimos...¡ trabaja para Fouché!
Un Culebrón Erótico
para Bobos
De aquí parte un
cambio en el guion. Aparte del episodio 4, la serie degenera en historia
alternativa sin coherencia con un protagonista insoportable, con soluciones Deus
ex machina, y con twists argumentales dignos de telenovela. En un momento
nos cuentan que Careme es hijo de un hombre importante. Ni que hubiese sido
escrita por Doña Delia Fiallo que en la gloria esté.
A pesar de eso, Careme
es entretenida y dinámica, pero sufre del mismo mal que otras series de Apple,
es muy simple, parece escrita (a pesar del alto contenido sexual), para niños
de ocho años. El suspenso y el drama son de culebrón, los personajes,
comenzando con el prota, son bobos. Fouché es más inteligente que todos, no por
ser un genio sino porque los demás son escasos de sesera.
Las actuaciones
son pasables, destacando Jeremie Renier muy por encima del resto del reparto.
La cinematografía sería buena sino fuese tan oscura. Me ha sorprendido que toda
la serie ha utilizado locaciones cercanas a París. A ratos se siente como si
fuésemos a otro mundo, como es el caso del viaje a Varsovia. El vestuario es vulgar
y feo, sobre todo el de Josefina que siempre da la impresión de haberse vestido
(o desvestido a la carrera), pero destaca el de Catherine, sobre todo después
de su boda.
Martin Bourbolon
es un excelente director. En este momento muy In, gracias a su nueva versión de Los Tres
Mosqueteros. Yo lo recuerdo más por su labor como asistente de dirección en
la deliciosa Bon Voyage y sobre todo en Vattel donde supo
combinar comida, romance y política en el retrato del verdadero primer gran
cocinero francés. Lástima que olvidó lo aprendido y no lo impuso en su Careme
que a propósito no ha gustado. En IMDB tiene un misero 6.6 de rating, inferior
a La Cocinera de Castamar y muy por debajo del 8.3 de Julia.
En Rotten
Tomatoes solo 19 críticos la han reseñado. Como siempre, el único valiente ha
sido James Delingpole, en The Spectator, imponiéndole un tomate podrido y
argumentando que es una serie hecha para los fans de Bridgerton. Oh, eso
duele. Los otros 18 le han otorgado un tomate fresco y maduro, pero sutilmente
recuentan las fallas de la serie.
Jackson McHenry
la ha descrío en Vulture como “entretenimiento ligero” y usa varias veces
en su nota el adjetivo “ridículo” tanto para la vanidad de Careme como para el
show. Otros se han quejado de que es “confusa”, que su narrativa no es lo
suficientemente robusta para atrapar el interés del público y otros la acusan
de irreal, y en The Guardian Rebecca Nicholson es mi eco al decir que
nos alegraría ver a Careme en las garras de Fouché puesto que el chef es
obnoxious (odioso).
Contenido
Violento y Gory: Las
torturas en las mazmorras de Fouché, el caballo decapitado en el atentado de San
Nicasio son algunos ejemplos. ¿Quién quiere comer después de ver eso?
Contenido
Sexual y Desnudos: La
serie está inspirada en el libro de Ian Kelly: Careme: The First Celebrity
Chef. El mismo Kelly es uno de los productores y parece que no le importa
que hayan transformado su biopia en un drama erótico en donde el sexo supera la
buena mesa. Es por eso que Careme más se acerca a La Cocinera de Castamar
que a Julia.
Talleyrand suelta
una sabia máxima cuando dice que al ser humano lo mueven el miedo y el placer y
que hay dos clases de placer: el sexual y el que produce una buena comida. Sin
embargo no son iguales y el rey XVIII se lo explica a Careme. Ha probado todo
tipo de relación sexual, pero el sexo lo aburre. En cambio, la comida…
A pesar de todos
los revolcones no vemos mucha carne. Toma obligada de las nalgas de Voisin en
el tercer episodio. Ninguna de las escenas me resulta muy sensual, menos la
seducción de Josefina en el frigorífico, con la futura emperatriz apoyada en
bloques de hielo mientras el cocinero la penetra por la retaguardia. En la vida
real, la mujer o hubiese sufrido hipotermia o se hubiese quedado pegada al
hielo.
Factor
Feminista: Aquí no hay
mujer poderosa, ni Josefina, ni Madame de Stael con sus panfletitos, ni
Catherine que consigue un marido a punto de chantaje. El caso más cercano al
empoderamiento es Agathe. Es una gran cocinera y una buena amiga, pero ella
también sucumbe al sex appal de Careme.
El mayor
desprecio que me inspiran los personajes femeninos de esta serie es como caen
tan fácilmente en la cama de un mocoso petulante y patán. Incluso la más
decente, Agathe, anda de ofrecida y eso que Careme la humilla. Por un lado Careme
es repelente (hasta maltrata animales) por otro las mujeres de la serie son
traidoras, zorras y dependen de los hombres ¿pero qué
hombre querría tenerlas solo para usarlas como muñecas inflables?
El problema del
drama erótico es que no deja espacio para el amor verdadero ni para la amistad
ni para la ternura, y eso se siente en la historia. A pesar de que en algún
momento, Serino quiera arreglar ese entuerto poniendo a Talleyrand de culpable
de todo, quienes prestamos atención sabemos que eso no disculpa el egocentrismo
de Careme ni su poca inteligencia.
Factor Diversidad: Los amigos de la inclusividad racial no
pueden quejarse, la serie es un buen ejemplo de colour-blindness. Sorprende
que no hayan puesto una actriz hindú a interpretar a Catherine que era nacida
en Pondicherry. Aunque en el episodio final Catherine trae una comadrona india,
con sari y todo, para atender a Hortensia.
Hay actores negros dando vida a Étienne y a
Rustam. Este último da un poco de risa. Durante su campaña en Egipto, Napoleón
recibió del sultán, como regalo, un esclavo que se convertiría en su ayuda de
cámara. En búsqueda de diversidad racial, los guionistas encontraron este
personaje y cometieron el error común de los cineastas contemporáneos de que egipcio=negro. El problema es que el verdadero era georgiano y de origen armenio. En la
miniserie Napoleón (2010) es interpretado por un actor georgiano, Jacky Nercessian. Como ven
en el retrato del verdadero Rustam, era blanco.
Los muchos rostros de Rustam Raza
Lyna Khoudry es
muy bella y como ya había trabajado para Bourboulon en Los Tres Mosqueteros él
se la trajo para interpretar a Henriette. Sabemos que Careme desposó a Henriette-Sophie
Mahy de Chitenay, hija de un almirante y sobrina de un conde guillotinado, pero
nada en su biografía nos indica que tuviese esa belleza árabe de la actriz
argelina.
El caso de Agathe
es igualmente complejo. Se sabe que Careme tuvo una hija con una mujer llamada
Agathe Guichardet. Si hubiese sido su colega, los sabríamos. Si hubiese sido de
origen africano también se sabría. Y ciertamente no hubo una mujer de raza
negra que se pasease por las cocinas de las Tullerías en pantalones y ladrando órdenes.
El que Alice da
Luz, una actriz cuyos padres viene del Cabo Verde, interprete a Agathe, tal
como la imagen que nos da la serie, son manifestaciones de la inclusividad
forzada del cuento de hadas erótico en que han convertido la historia de Marie
Antoine Careme. Después del capítulo final, me sentiría culpable de
recomendarla y espero que no haya segunda parte.
OMG I am now afraid to watch it, it will piss me off to no extent! And I do have it downloaded. I thought nobody could piss me off more than Timothe Chalamet and that rat face of his, but this one really makes you wanna punch him in the fugly snout LOL I might even erase the whole merde and not watch it at all!
ResponderEliminarWatch it just to rant. Everything is forgiven but the lead. He is so annoying. Cute, but who wants to f...a dumbass,-psycho-mysoginist-macho and high all the time? He is even nasty to animals.
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