martes, 24 de mayo de 2022

Los Misterios de la Yakuza: Tokyo Vice en HBO

 


Hace un poco más de una década que los gánsteres se han tomado por asalto las series de televisión, sobre todo las de época. Así hemos conocido los bajos mundos de Odessa, Belgrado, Varsovia y por supuesto el Birmingham de Los Hermanos Shelby. Ahora el modelo ha tomado nuevas formas en un espacio “retro”, Tokio en 1999. Eso es lo que encontramos en Tokyo Vice, nueva serie de HBO.

La serie describe una investigación periodística sobre el bajo mundo de Tokio y los quehaceres de la Yakuza, el crimen organizado japones. Como otras mafias, la Yakuza (que se remonta al Siglo XIX) está dividida en clanes y posee rituales y tatuajes muy particulares, aparte de un código de honor que castiga a quienes revelan sus secretos.


Las Desventuras de un Periodista Gaijin

Tokyo Vice está inspirada en el libro homónimo (traducido al castellano) de Jake Adelstein, un periodista americano que por una década trabajó en la crónica roja del Yomiuri Shinbune, entonces el periódico más grande del mundo. La serie ha tomado muchos aspectos del libro, pero en otros se ha concentrado en una ficción propia dirigida por Michael Mann, creador de la legendaria Miami Vice.



A comienzos del siglo, Adelstein descubrió una noticia que involucraba a una importante figura de la Yakuza. A pesar de que su periódico se negó a publicarla, y que hubo amenazas en contra suya, Adelstein logró sacar al aire la noticia. Renunció a su empleo, pero no se exilió del Japón que sigue siendo su hogar. En el 2008 publicó Tokyo Vice, un recuento de sus aventuras como cronista de noticias policiales.

Por razones de tiempo y espacio, la producción de Mann ha reducido la etapa de Adelstein en el Yomiuri (cuyo nombre ha sido cambiado a Meisho Shimbun ). La acción comienza en el 2001, con Adelstein siendo amenazado por miembros del Clan Tozawa, De ahí hacemos un salto a 1999 a cuando Jake postuló al periódico.

Aunque han cambiado la cronología a nuestro siglo 21, se siente de a comienzos de los 90 en que todavía reinan los faxes, no se menciona la Internet, y la gente porta beepers. Cuando aparecen los celulares son de esos antiguos sin cámara y con antenitas. No hay CD-ROM, ni DVD ni Blu-ray. La información circula en casetes y videocasetes. Curiosamente, el vestuario masculino parece de los 80, con esos trajes holgados que pusieran de moda Don Johnson y Philip Michael Thomas en Miami Vice.




Al comienzo,  la historia es un poco lenta y aburrida y se cifra en las peripecias de Jake Adelstein (Ansel Elgort de West Side Story) en el periódico. Tras tres años en Tokio, y hablando japonés, el chico de Missouri todavía no comprende la cultura nipona (hay quienes han vivido 30 años en Japón y todavía no la dominan). Efectivamente, Adelstein fue el primer extranjero (Gaijin es el término despectivo que se le aplica) en trabajar para el periódico, factor que no hace gracia ni a sus supervisores ni a sus compañeros.




El origen judío de Adelstein también parece preocupar a sus colegas. Durante la entrevista de trabajo le preguntan si “los judíos comen sushi”. “Todos los días” responde el judío de Missouri. Es cierto,  en algunos casos, inclusive un judío ortodoxo puede comer sushi si no contiene mariscos.

La segunda pregunta es más incomoda. Le preguntan si es verdad que los judíos controlan las riquezas mundiales. Parecerá descortés que Jake Adelstein responda “si lo fuera,  yo no aceptaría este empleo ni este salario”, pero es la adecuada para una interpelación inconveniente de parte de gente que aprecia la cortesía.

Desde el primer día de trabajo,  el pobre Gaijin lleva las de perder. Comienza llamando a su supervisora por su nombre de pila. Emi Murayama lo pone en su sitio con un par de coscorrones verbales, pero esa noche,  en una fiesta del periódico,  Jake nota que Murayama -San es obligada a atender el bar solo por ser mujer. En esta fiesta,  el novel periodista descubre que lo apodan a sus espaldas “Mossad” por creerlo un espía israelí.



En Japón No Hay Asesinatos

El segundo gafé es más grave. Murayama-San encarga a Jake escribir una nota sobre un asesinato reciente. Adelstein ha estado en la escena del crimen y sabe con certeza que no es muerte accidental. El apuñalado tiene cortes en las manos que indican que intentó defenderse.



Jake va a casa del muerto y descubre por su correo que la víctima debía cuantiosas sumas a una compañía que parece no existir. El periodista pone todo eso en su artículo. Tanto él como Murayama-San reciben un tremendo regaño. Se suponía que debía copiar verbatim el informe policial. Nadie le ha solicitado que investigue por su cuenta.

El frustrado Jake busca la ayuda del más famoso policía de Tokio quien le da un primer consejo. En los medios japoneses jamás se habla de “asesinato”. Hay homicidios y muertes accidentales, nada más. Esa noche Jake conocerá a dos personas que serán importantes en su estadía en Japón: Samantha, la hostess estadounidense del bar de Duke,  y Sato. Jake no sabe distinguir lo que los niños de la calle si pueden reconocer (gracias a características como el cabello engominado y un elaborado tatuaje en el brazo).  Sato es un Yakuza.



La noche acaba con Jake y otros asistiendo a un suicidio público, un hombre se incendia en medio de la calle. Cerca del sitio del suicidio,  Jake encuentra una caja de fósforos con el mismo logo de la compañía fantasma. Será la anciana viuda quien dé una explicación al periodista. Su esposo pidió un préstamo a esta compañía y no pudo pagarlo. Entonces comenzaron las presiones. Es propio de una cultura en la que el honor sigue siendo importante, que la primera medida en contra del deudor moroso es hacer saber a todo su entorno que es un ente despreciable que no cumple con sus compromisos. Se le cancela exponiéndolo como alguien sin honor.

La segunda movida es amenazar a su familia. La anciana le explica a Jake que su esposo se suicidó para protegerla. Muerto el deudor, las deudas se entierran con él. Paralelas a la trama de Jake, hay otras subtrama, una de ellas es la del policía Hiroto Katagiri ( Ken Watanabe de El último samurái) que hace años que anda tras la Yakuza y cree que estos préstamos vienen de una de sus familias.

El periódico se niega a seguir la historia de Jake que se ve condenado o a escribir falsedades o a hacer nada. Ya para el segundo episodio, la ingenuidad del chico de Missouri se ha convertido en estupidez, y su ambición en arrogancia desubicada. Ya no le tengo lástima cuando mete las patas, y lo reprenden o estafan.  Mas me interesa la trayectoria de Sato que presenta similitudes con el Gaijin, en su deseo de ascender en el mundo de la Yakuza tal como Adelstein quiere ascender en el mundo periodístico, pero ambos cometen errores que los llevan a ser regañados por sus superiores.





Sato viene de la pobreza. La Yakuza le ha proporcionado una identidad, pero no es suficiente. El joven gánster se ha enamorado de Samantha cuya historia también es una subtrama. Hasta el capítulo cinco, no sabemos quién fue, a Jake le cuenta dos versiones de su vida anterior. Si sabemos dónde quiere llegar. Tiene sus ahorros escondidos tras un panel de la cocina y su sueño es abrir su propio night-club. Entretanto es la azafata codiciada de un bar donde las chicas, la mayoría extranjeras , son sujetas a abusos verbales y extorsiones por parte de los patrones.

En el tercer episodio los caminos de Jake y el policía Katagiri se entrecruzan. Una noche que se ha quedado a dormir en la oficina, Adelstein recibe una llamada avisando sobre una situación de rehenes en un bar local. Se trata de una intromisión del Clan Tozawa en territorio Ishida. Llega Katagiri que con solo palabras desarma a los armados y acaba con el problema. Impresionado, el periodista saca fotografías. El ruido de la cámara alerta a que le quita el filme y le ordena no escribir sobre lo visto.




Adelstein obedece, pero cargado de regalos,  se aparece en la casa de los Katagiri, conquista a la familia y convence al policía con su franqueza. Katagiri le explica que la Yakuza está tan integrada a la cultura japonesa que es imposible erradicarla. La labor de la policía es mantener la paz entre los clanes y evitar violencia. Debido a lo que presenció Adelstein, los culpables de haber puesto en peligro esa frágil tregua,  serán entregados por sus mismos clanes a la autoridad.

En agradecimiento por su silencio, Jake es invitado por su nuevo mentor a cubrir el arresto de los gánsteres díscolos. El policía y el periodista intercambian confidencias . Ambos vinculan los suicidios y los préstamos a la Yakuza.  El crimen organizado también se ha interesado en esta sinergia Katagiri-Adelstein. Sato informa a sus jefes de las intromisiones e investigaciones de “Mossad” y la Yakuza lo secuestra.



Tokyo Vice es una serie interesante, pero con altibajos. Me temo que el elenco japones actúa mejor que los actores caucásicos. En la trama, no hay manera que puedan interesarme los problemas familiares de Jake y su hermana, una especie de maniaco suicida, que lo abruma con casetes donde lo acusa de haberlos abandonado. Me atraen mucho más los personajes japoneses. Sato y Emi Murayama son mis favoritos, pero toma la mitad de la temporada descubrir quienes son.

Jake-Sato-Samantha: Un Triángulo Fatal

Nunca pensé que abogaría por un poco de violencia en una historia, pero para pertenecer al género gansteril Tokyo Vice ofrece al comienzo, muy pocas fuentes de conflicto y todas se solucionan muy rápido, y con intercambio de palabras y no de tiros. Está claro que se trata de una sociedad muy controlada, al punto que todo impulso humano es reprimido. Mas que un país de asesinos, parece ser un país de suicidas. Ese es el único acto de pasión permitido.

Lo notamos en el tercer episodio. Sato enfurecido ante un comentario ofensivo en contra de Samantha, desafía al ofensor a un duelo de puños. La furia reprimida del joven gánster lo lleva a casi a matar a su contrincante por lo que es severamente amonestado por sus superiores. Un gánster debe ser disciplinado. Sin embargo, la violencia tiene su lugar y lo vemos cuando Katagiri golpea a un sospechoso durante su interrogatorio.




A mediados de la temporadaexactamente en el cuarto episodio las cosas comienzan a moverse. El secuestro de Jake es para que el Oyabun (padrino) de Sato solicite su ayuda. El Clan Tozawa quiere su territorio,  para eso esparce rumores de que Ishida soborna policías y delata a su propia gente. Si sus hombres llegan a creerse esos cuentos, Ishida es hombre muerto.

Jake contacta a Katagiri que se encarga de ese asunto. Finalmente, Adelstein logra convencer a Emi de investigar la misteriosa empresa prestamista y su conexión con la Yakuza. Tras una visita al viudo de una peluquera obligada a suicidarse, consiguen la dirección de la elusiva firma y la visitan, pero vuelven a foja cero al descubrir que el supuesto director es un anciano paralitico. No hay a quien colgarle los muertos.



Mientras Emi se va a investigar por su lado, Jake se va de parranda con Sato.  No sabemos si el joven gánster lo hace para recaudar información o es su soledad y enajenación las que lo empujan a buscar amistad con el Gaijin. Comienzan en una disco donde Jake “se levanta” una chiquita japonesa. Van a un lindo motel parejero y solo a la salida, cuando Sato le paga, el periodista descubre que su acompañante es una prostituta.



Acaban la noche en un distinguido restaurante chino, todo pagado por el rumboso Sato. En el restaurante divisan al Oyabun Tozawa. En uno de sus compulsivos ataques de imprudencia, Jake lo interpela, sin ningún respeto (le dice “gánster”) y se ofrece a hacerle una entrevista.

Se ha hablado que una razón para desviar la serie del libro es que la crónica de Adelstein está llena de actuaciones poco heroicas y políticamente incorrectas que no corresponden a un protagonista de la Era Woke (acostarse con fuentes de información, chantajear, etc..) por eso eligieron hacerlo insufriblemente ingenuo.

Es menos mundano que el personaje de Mel Gibson (que se le asemeja) en The Year of Living Dangerously. Es más parecido al Americano Impasible que creara Graham Green, y como tal es arrogante hasta el punto de ponerse en peligro él y exponer a los que lo rodean. El problema con Jake es que al ser políticamente correcto se vuelve aburrido, bobo, incluso pesado. Hasta su manera de correr es antipática y recuerda la descripción que su jefe hace de el “mitad judío, mitad simio).



Adelstein es también egoísta y dado a crisis infantiles. En una de sus pataletas de chiquilín les grita a Sato y a Samantha “Ustedes son tal para cual”. No es cierto. De hecho, Samantha y Jake son tal para cual en su entitlement caucásico. Ambos son ingenuos cuando deberían ser listos, y egoístas cuando deberían ser responsables.  Por el contrario, Sato camina siempre sobre una cuerda floja entre las reglas de la Yakuza y su compasión.



Jake y la rubia comparten algo más. Ambos están huyendo de familias que desean que regresen. No se entiende por qué ambos están obsesionados con vivir en un país que no los quiere y una cultura que no entienden. Podrían cumplir sus sueños en USA, no necesariamente en Missouri o Utah (de donde proviene Samantha). Sato, en cambio, sin arrepentirse de ser un gánster, sufre de nostalgia de la familia que le cerró las puertas cuando se unió a la Yakuza.

Entretanto, Samantha enfrenta sus propios demonios. Ha conseguido local para su club, pero comete el error de confiar en la más boba y boquisuelta de sus compañeras. Pronto el Clan Ishida se entera de la defección de la rubia-trofeo y envían a Sato a amenazarla Samantha comienza burlándose de la cortesía del joven sin reparar en sus advertencias. Notando una debilidad donde debería existir amenaza, se vuelve agresiva. Cuando Sato le dice que quiere protegerla, le lanza una despectiva: “¿Soy acaso una damisela en peligro?”



Sin embargo, el peligro rodea a la Gaijin. Su cliente más atractivo resulta ser un detective privado contratado por gente a quien Samantha desfalcó en el pasado. Samantha es una damisela en peligro y el único caballero que la puede rescatar es Sato.  Aunque es una relación muy romántica, también será el talón de Aquiles del joven pistolero. Samantha,  en su egoísmo e implacable búsqueda de sus sueños, se convierte en la femme fatale de un cuento que básicamente es un Noir japones.



En todos los Noir que involucran familias de gánsteres hay hampones buenos y hampones villanos. Tokyo Vice no es una excepción. El jefe del Clan Tozawa es un sujeto siniestro que golpea mujeres y mata inocentes. En cambio, Sato, además de sensible y melancólico, es un hombre de honor. Una cualidad que comparte con su Oyabun Ishida, una especie de Don Corleone,  que, por seguir apegado a tradiciones antiguas,  está siendo amenazado por una nueva Yakuza, despiadada, corrupta, sin lealtad ni respeto por costumbres ancestrales.

En resumen, los mejores personajes y subtramas están en el bando japones. Por eso, a pesar de la lentitud del comienzo, la recomiendo. Tokyo Vice puede encontrarse en la plataforma de streaming HBO/MAX

Contenido Violento y Gory: Un par de suicidios espectaculares, la pelea violenta de Sato, en el quinto episodio hay una fantástica lucha entre los Tozawa en contra de Sato e Ishida que recuerda a películas de samuráis. .



Contenido Sexual: Muy equilibrada en el tema paridad. Escena de sexo de Jake y prostituta con desnudo de la nena; escena de sexo entre Sato y Samantha con el chico desnudo de espaldas; escena muy gráfica (con felación incluida) entre Tozawa y Mizaki su querida oficial.

Contenido Feminista; En esa sociedad tradicional y tremendamente patriarcal venos que las mujeres son relegadas constantemente,  y no solo las extranjeras. Vemos a Emi darles órdenes a varones en su jornada laboral, pero llegar casa y recibir gritos de un hombre que parece vivir echado en el sofá viendo televisión. Por otra parte, vemos a Sato cocinarle a Samantha en un reverso de roles.



 La escena más representativa de la sumisión femenina es cuando,  tras pasar un mal rato en la cama,  Mizaki se acusa de ser la culpable de la impotencia de su pareja, el poderoso gánster Tozawa. La más representativa del poder de la mujer sometida es de Emi cenando con detectives a los que quiere sonsacar. Uno, borracho, comienza a manosearla. Murayama-San lo calma recordándole que él tiene una hija adolescente que lo respeta mucho.

                       Mizaki se culpa de la impotencia de su amante

Factor Diversidad: En un vuelco del escenario normal, vemos como el racismo puede funcionar en contra de los blancos cuando son minoría. En el caso de Jake Adelstein opera más en contra suya el ser judío que ser Gaijin.  Me encanta que los niños al verlo griten “¡Tengu!”(duende) porque solo así se explican su palidez y tamaño.

 

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