miércoles, 12 de agosto de 2020

Un Noir para el 2020: Perry Mason en HBO

 

Se llamará “Perry Mason”, pero el protagonista, es un antihéroe total que ni es abogado ni muy bueno en su trabajo de detective privado. En un homenaje a la diversidad, Paul Drake es un patrullero negro y Della Street es lesbiana. Si fueron ustedes fanáticos de las novelas de E. Stanley Gardner o de la serie de Raymond Burr, esta nueva visión de las aventuras de Perry Mason podrá resultarles extraña, pero se las recomiendo porque, a pesar de sus falencias, es bastante buena.

Un Secuestro que Acabó Mal

La acción abre en Los Ángeles en diciembre de 1931. Para quien crea que es el mismo escenario de “Cityof Ángeles”, hay que aclararle que no lo es. FDR todavía no es presidente, quien manda en Estados Unidos es el conservador e indolente Howard Hoover. El país está aún sometido a la Ley Seca, por lo que los personajes andan arrastrando sus petacas de whisky clandestinas. Han pasado menos de tres años desde el colapso de Wall Street, la economía está en la ruina, este es el peor momento de la Depresión. 1932 será el que William Manchester describirá como el año en que Estados Unidos habrá tocado fondo (rock bottom).

Es en este país donde el secuestro de niños se volverá un empleo para muchos desempleados, siendo el más famoso el rapto del hijo del famoso aviador Charles Lindbergh. Es con un secuestro parecido con el que comienza esta serie.


 Los Dodson son una familia de tenderos, gente sencilla, devotos evangélicos. Nadie entiende el motivo del secuestro de su único hijo. Curiosamente, los Dodson consiguen la poderosa cantidad exigida y se apostan en un cuarto de hotel a ver pasar a los secuestradores en un funicular. Es un alivio ver en la ventana del vehículo la carita del pequeño Charlie con sus ojitos abiertos. Tras dejar el dinero en el lugar indicado, Los Dodson corren al tranvía, pero Emily (Gayle Rankin) abraza un pequeño cadáver. Los secuestradores consiguieron hacerla creer que Charlie estaba vivo cosiéndole los parpados al bebé.


La serie no tendrá un Perry Mason abogado, pero tiene un John Lithgow que devora la pantalla como Elias Birchard (E.B.)  Jonathan. Este justiciero defensor de la ley y prestigioso veterano de batallas legales en su último caso verá su prestigio por los suelos derrumbado por una incipiente demencia y secretos del pasado que pueden destruirlo a él y a sus clientes.

En el primer episodio, E.B. es convocado por el poderoso empresario Hermann Baggerly (Robert Patrick “Terminator 2”) quien desea ayudar a Los Dodson a quienes conoce de la misa dominical. Todos son miembros del Templo de la Radiante Asamblea de D-s famoso por hospedar a la Hermana Alice McKeegan. Aunque pareciera que Sister Alice (maravillosamente interpretada por Tatiana “Orphan Black” Maslany) es un clon de la Hermana Molly, el personaje es mucho más profundo y con más agencia que la desdichada rubia interpretada por Kerry Biché en “City of Angels”.


Baggerly convoca a E.B a su mansión para discutir los pormenores de una investigación que esclarezca el secuestro y asesinato del pequeño Charlie. El abogado se presenta con sus asistentes, su secretaria Della Street (Juliet Rylance, tan pesada como siempre) y su detective privado, Perry Mason (Matthew Rhys). Aparentemente, E.B. conoció a los padres del protagonista y por eso le echa una mano ya que Mason es un caso sin remedio.


Perry Mason: Retrato de un Mediocre

La mayor critica de la audiencia ha sido el usar el nombre de un amado y sagaz abogado para encajárselo a un loser total como el interpretado por Matthew Rhys. La serie insiste en explicar que Mason, que una vez fuera un oficial del cuerpo expedicionario estadounidense, sufre de una fatiga bélica provocada por horribles sucesos ocurridos en La Batalla del Argonne.


Aun así, esos sucesos no nos parecen suficientes para explicar que el protagonista sea tan pelele, el tipo de individuo que se cae de la cama cuando tiene sexo, al que hasta los gordos le lanzan zapatazos y le atizan palizones. Divorciado, con una esposa que no quiere saber de él, con un hijito con el que apenas se comunica, Mason vive en una dilapidada granja lechera con un par de vacas que son los únicos entes vivientes que le conservan algo de respeto.



La granja es una herencia de los padres del detective. Su modo de aferrarse a ella es un punto de redención de un hombre que va a citas de trabajo con ropa manchada, que usa la morgue como oficina (y vestidor), y cuyos intentos por hacer algo provechoso acaban con un paquete devuelto por falta de estampillas o torturado con su propio revolver tras intentar chantajear a uno de los poderosos de Hollywood.

A ratos, Perry Mason y sus amigos Pete (Shea Whigham) y Virgil (Jefferson Shays) el forense, proveen relleno cómico como si fueran Los 3 Chiflados. Pero convertir a Mason en un personaje bufonesco discrepa de la impresión que la serie quiere darnos de una a mente brillante que a ratos supera sus neurosis bélica, su incipiente alcoholismo y su mediocridad, para averiguar lo que nadie más puede.


Esto no es evidente al comienzo. Si Baggerly acepta trabajar con Mason es porque el millonario desconfía hasta de la policía. Hace bien, ya que a fines del primer episodio descubrimos que Ennis (Andrew Howard), el repelente matón encargado de investigar el caso Dodson, sabe perfectamente que él bebé fue secuestrado por un par de mafiosos polacos y George Gannon (Aaron Stanford), otro feligrés de la Asamblea Radiante. Ennis se encarga de matarlos a todos e inculpar a Gannon que, gracias a las maniobras del corrupto polizonte, queda como suicida.

Para el tercer episodio, los secretos salen a flote: Matthew Dodson (Ned Corddry) es hijo ilegitimo de Baggerly y Emily Dodson era amante de Gannon. Emily es acusada de ser cómplice del secuestro de su propio hijo y vilipendiada por su marido, por el público y la prensa. Solo dos mujeres, Della y La Hermana Alice, creen en ella y luchan por probar su inocencia.



Los ocho episodios van encaminados al clímax del capítulo cinco cuando Perry Mason, como la corista de las comedias musicales, cumple su sueño de reemplazar a la Prima Donna que se ha roto una pata. En este caso es la metamorfosis del detective desaseado en flamante abogado que debe reemplazar a E. B. Para evitar spoilers, me guardo los detalles, pero es apoteósico.


Perry Mason vs Imperio del Contrabando

Ya bien adentrados en la trama, podemos explorar sus otras virtudes. Como tiene varios vínculos con “Boardwalk Empire” no puedo evitar compararlas. PM pierde, pero no por mucho. Aunque a nivel actoral ambas sacan sobresaliente, PM no posee personajes tan intensos y fascinantes como los tenía BE.

Ambas series tienen como director a Tim van Patten, a Rolin Jones como libretista, Shea Wigham descuella en ambos repartos, pero como que Robert Downey Jr. no logró darle el toque genial que Scorsese le imprimiera a su “Imperio del Contrabando”. A nivel cinematográfico, PM es oscura, sórdida, fea. Algo comprensible, puesto que se trata de una historia oscura, sórdida, fea. No que BE fuese lo contrario, pero tenía esas imágenes liricas de los bosques novojersianos, vistas soleadas de la marina de Atlantic City, y la iluminación difusa y rosácea de los casinos y cabarets y otros antros frecuentados por Nucky Thompson (Steve Buscemi).


En términos musicales ocurre algo parecido. En Boardwalk se la arreglaron usando artistas contemporáneos (Vince Giordano, Regina Spektor) para recrear la música de los 20. En “Perry Mason” hay una banda sonora original de Terence Blanchard, un jazz neutro y apropiado, pero que no genera atmosfera de esa era.


En Youtube hay toda una lista de canciones de los 30 que supuestamente se tocarían en la serie. La hicieron en noviembre del 2019, casi medio año antes que Perry Mason viese la luz. A lo mejor por eso ninguna aparece con la excepción de “It’s All Forgotten Now” que en la lista va como la versión de Al Bowlly, pero en la serie es cantada por Russ Columbo.

Control de Diversidad.

En un momento en que la diversidad, o ausencia de ella, se ha convertido en el mayor método de evaluación del entretenimiento masivo, me ocuparé de mostrar cómo está representada en Perry Mason.

 Lucha de Clases:

Hermann Baggerly es un millonario que ha reconocido y amparado a un hijo ilegitimo, pero su puritanismo y prepotencia lo hacen ser injusto con su nuera. Los grandes productores de Hollywood son retratados como millonarios tan tacaños que prefieren torturar a Perry Mason (y más encima le endilgan una lección de moral) antes que pagarles su paupérrima extorsión. La Hermana Alice públicamente les reclama a los ricos y poderosos su falta de caridad.


Feminismo:

Todas las mujeres se ven vigorosas e independientes. Incluso la pobre “Ama de Casa Desastrada” Emily Dodson soporta una paliza de policías antes que confesar un crimen que no cometió.


Brutalidad Policiaca:

A pesar de haber sido hecha el año pasado, “Perry Mason” es escrupulosa en describir a la policía angelina como una institución corrupta y criminal. Como señalé en mi reseña de “City of Angels”, la reputación del LAPD en los Años 30 era horrorosa.

En el primer episodio (escrito en el 2019) un policía corrupto usa su pierna como arma para sofocar a un cómplice. El cómplice es blanco, pero ciertamente hay un aura de “entonces igual que hoy “que se agudiza con la presencia de un patrullero de color que enfrenta el racismo angelino que ya parece ser la marca del país.


Afroamericanos:

Aun así, me agrada lo que han hecho con Paul Drake (Chris Chalk), único policía justo que aun portando chapa es humillado al ser expulsado por patrulleros bancos de una playa donde pasa un día de asueto. Pero donde Drake tiene los mayores encontronazos (como Tiago Vega de “City of Angels”) es en su propia área de trabajo, más considerando que ha descubierto irregularidades en el asesinato de los polacos y el aparente suicidio de George Gannon. Ennis y su compañero Holcombe comienzan con sutiles presiones insinuando que si cambia su declaración hay una posibilidad de que asciendan a Drake a detective.


Ennis , que es más bruto, prosigue a esta oferta con una amenaza directa a Clara (Diana Kilpatrick), la esposa embarazada de Drake, seguida por una compra de víveres que equivale a un soborno. Aunque Clara insiste en que Paul no debe luchar contra el statu quo, al patrullero le impresionan las palabras de un predicador que escucha en su templo. Palabras que, aunadas a la humillación de la playa, lo animan a sublevarse.

Algo interesante de la serie ocurre en ese momento en la iglesia donde una congregación pasiva y sumisa es sacada de su comfort zone por las palabras del predicador errante. El que sea visitante es también significativo y nos recuerda la diferencia entre gente tan maltratada que, como Clara, solo quieren vivir en paz y las voces que irán surgiendo a lo largo de la década y de la siguiente y que presagian la campaña de los Derechos Civiles de los 50.


Para quienes crecimos con amigos afroamericanos en los 70 y 80, resulta extraño hoy día que en el bagaje del BLM no entre la religión protestante que siempre fue un pilar de las familias de color en Estados Unidos. Hoy el movimiento se siente totalmente seglar, en algunos casos más cercano a las posturas religiosas de Farrakhan que a de las del Dr. Martin Luther King.

Aunque no lo llamaría presentismo, el mostrar a los Drake siendo concientizados e invitados a militar de forma activa en contra del racismo existente en el estado y en el país y que esta concientización tenga lugar en un espacio espiritual, es un recordatorio del zeitgeist del 2020 combinado con la realidad cultural de los afroamericanos de 1932.

Gays:

Por ahí por el cuarto episodio, descubrimos que Della tiene amores con Hazel, una compañera de la pensión de mala muerte que es su guarida. A pesar de que insinúa que por esa razón no se lleva con sus padres millonarios, nadie en la serie aparte de la amante parece saber de la orientación sexual de Della, así es que no es motivo de conflicto. Ya veremos en la próxima temporada.


Asiáticos:

Una ausencia notoria en “City of Angels” fue la de la comunidad asiática tan importante en el mundo angelino de entonces y de hoy. Ahora llega “Perry Mason” a remediar ese falla. Aun así, no hay personajes identificables en episodios que más que mostrarnos el impacto cultural de los chinos sirven para realzar la corrupción policial.

Vemos a Ennis yendo a cobrar “tributo” a un bar-burdel chino que obviamente sirve a una clientela blanca entre los que se cuenta el detective que se haya tan cómodo en el negocio que hasta invita a Pete (Shea Wigham) para sonsacarlo. Más tarde, veremos más abusos criminales cometidos contra las chinitas.

Latinos:

Una variedad de “Perry Mason” ha sido traernos una latina muy alejada de las brujas/víctimas/pachucas de “City of Angels”. Lupe Gibbs interpretada por la mexicana Verónica Falcon (“El Señor de los Cielos”, “La Reina del Sur”) es mujer independiente campeona de aviación, adelantada para su época, y ha sido identificada por su interprete como “Pancho Barnes”.

Se entiende entonces que el personaje se vista, luzca y actúe de una manera especial. Florence Love Barnes, que no era para nada parecida a Valerie Bertnelli que le dio vida en la película de los 80, no andaba precisamente muy preocupada de la moda o de sus looks, lo que no le impidió casarse cuatro veces.

Valerie Bertineli como Pancho Barnes
Valerie Bertinelli como Pancho Barnes

Lupe Gibbs también está o estuvo casada, pero aparte de eso y de la aviación no se parece a la verdadera Pancho Barnes quien, aunque involucrada en La Revolución Mexicana, era totalmente WASP, hija de familia millonaria y tradicional. Digamos que Barnes era más Della Street que Lupe Gibbs.


Cuando Verónica Falcon comenta sobre su personaje de “mujer empoderada” y de cómo se ha basado en la aviadora, una se pregunta que es lo que la hace “empoderada”, ¿ser aviadora? ¿Usar a un hombre como ellos nos usan? ¿Haberse librado de un esposo acosador a punta de revolver?


 ¿Cuánto de esto se transmite a través de su personaje? ¿Cuánto de eso se muestra o solo es transmitido por relatos post coitales con Mason, su amante de turno, cuya mayor virtud para la aviadora es ser dueño de tierras que ella necesita para expandir su pista de aterrizaje?  ¿Más importante, cuanta importancia tiene Lupe en la vida del detective, en la trama? La repuesta es que se trata de un personaje terciario que ni avanza ni detiene la historia, que solo recordamos cuando aparece y cuyo único propósito es el de calentar la cama de Perry Mason, una cama en la que se rehúsa a dormir. Supongo que eso es un señal de empoderamiento.

Cuando en una entrevista con Radio BioBio Verónica habla de lo importante que es retratar a latinas poderosas o sobre la trascendencia de la carrera Pancho Barnes, da un poco de vergüenza porque nada de eso emerge en la serie. Lupe Gibbs en papel es mucho más interesante que en pantalla. En su descripción nos dice que es dueña de un speakeasy (bar clandestino), algo que nunca aparece en la serie. Acabo de leer en Milenio 2020 que Lupe es la tercera campeona de aviación del mundo. Really? ¿Nos lo contó?  porque yo no lo recuerdo.


Lo que se recuerda de Lupe es su actividad física en la cama donde enseña un cuerpazo increíble para los 53 años de Falcón, y sus conversaciones postcoitales en las que el tema principal es su deseo de comprar la granja que para Mason es un único vínculo a lo que una vez fue, a sus padres, a su hijo, a su ex esposa. El que a Lupe no he interesen esos sentimentalismo demuestra su independencia y el desprecio que siente por un hombre que solo está de paso en su vida.

“Empoderamiento” también se asocia conque Lupe es quien lleva los pantalones en esa relación, todo se hace de acuerdo con sus términos, y no solo porque sea quien “guie” en la cama hasta el punto de lanzar a su contrincante-pareja fuera del ring. Ella es quien decide cuando tener sexo, cuando marcharse, es quien invita a su amante a unas vacaciones en Oaxaca y orquesta una salida de Año Nuevo.

Que Perry convierta la noche en una cita de trabajo descoloca a Lupe hasta el punto de empujarla a un pequeño acto de coqueteo en el que se zambulle en una pileta como Anita Eckberg en “La Dolce Vita”. Perry nota la movida enseguida y responde en típico sarcasmo masoniano “basta con decir que te gusto”. Es que ya la conoce y una mujer pierde cuando no tiene misterio para un hombre. En eso se distingue a las otras mujeres de la serie y a las dinámicas de ellas con el detective-abogado.


Lupe no sorprende a Perry como lo sorprende el modo de sentarse de Della que evidencia su pasado de hija de familia pudiente; no lo asombra como Sister Alice; no lo perturba como Linda (Gretchen Moll), su ex esposa, la única vez que se reencuentran en la serie; o Emily Dodson en ese primer encuentro cargado de tensión sexual en que comparten un cigarrillo.

Lupe es poderosa, pero su poder reside solo en esos encuentros sexuales y en su insistencia en no llevar la relación más allá de un arreglo cómodo para ambos. Una relación que podría convertirse en una relación de negocios, pero creo que ambos saben que cuando eso ocurra ya no serán amantes. El detective ya no vivirá cerca de la pista de aterrizaje de Lupe, los encuentros ya no serán casuales.

Todo eso hace interesante a Lupe, pero no la hace trascendental ni en la trama ni en la vida de Perry Mason. Lo más triste es que para el público lo más memorable de ella es que del cuello para arriba Lupe es…fea.


No estoy diciendo que Verónica Falcon no sea guapa, sino que ha habido un esfuerzo evidente de hacerla lucir mal. Se la enfoca desde sus peores ángulos, se disminuye la luz para oscurecer sus facciones ¡y ese cabello tieso como púas! Está peor que el mío en cuarentena. Basta ver una foto de Verónica para saber que puede verse mucho mejor.


Esto queda en evidencia en el capítulo tercero cuando para celebrar el Año Nuevo, Lupe se pone un vestido sexy, se pinta los labios, se ondula el cabello. Los productores han querido señalar con ese cambio que normalmente para sus intercambios sexuales, Lupe no necesita acicalarse ni seducir.


No me vayan a acusar de estar imponiendo cánones eurocéntricos de belleza en una mujer latina. Lo siento, pero en 1931, tanto Hollywood como México se rendían ante la belleza de la mujer hispana. En Hollywood reinaban mexicanas como Lupe Vélez y Doña Lolita del Rio, en menor escala teníamos otra mexicana Raquel Torres, a la española Conchita Montenegro y la argentina Mona Maris. Todas muy diferentes a bellezas eurocéntricas como las de Harlow, Marion Davis y Mary Pickford. De hecho, muchas vampiresas hollywoodenses como Joan Crawford y Gloria Swanson imitaban los looks latinos o mediterráneos.


Por otro lado, dirán que las grandes aviadoras andaban vestidas con ropa masculina y que la actitud “apantolanada” de Lupe corresponde a su retrato de mujer independiente. Veamos, no hubo más “macha bragada” que Maria Félix y siempre se vio glamorosa aun vestida de varón. Y si La Doña se hacía notar con su voz de trueno, a la pobre Lupe le plantaron una voz…de pedo estruendoso.


No es mi intención burlarme del personaje ni de la actriz. Todo este preámbulo ha sido necesario para probar mi tesis de que si Lupe no necesita verse guapa para Perry Mason es porque lo ve con una mezcla de lastima y desprecio y lo usa solo para lo que lo considera útil. Él no es un hombre que vaya a causarle problemas exigiendo una relación estable o inmiscuyéndose en sus asuntos, además está a mano, es su vecino, es tan útil como un retrete cercano. Para ir al baño una no necesita maquillarse ni ponerse un vestido bonito.

La pregunta es por qué no hacerla guapa, a lo Katy Jurado que en “High Noon” jugaba un rol parecido al de Lupe. Hacerlo hubiese sido un punto a favor del personaje del detective. Hubiese sido una mujer trofeo, algo que lo hubiese elevado desde el fondo que ha tocado. Y en el nivel de discurso imperante hubiese sido ofensivo para la latina, la hubiese colocado nuevamente en el rol sumiso-patriarcal de la querida mestiza del blanco, inferior a él aun por poca cosa que este sea. La idea es degradar a Mason, no empoderarlo.


No voy a terminar sin mencionar un dato curioso. Tanto “City of Angels” como “Perry Mason” y “The Alieinst” fueron escritas y filmadas el año pasado, un año antes del estallido social, y aun así comparten tropos de la nueva representación cultural. Las tres son period dramas que ocurren en ciudades diferentes y tiempos diferentes. “Perry Mason es Los Angeles 1932 y es de HBO; “City of Angels” tiene lugar en Los Angeles, 1938 y es producto Showtime; y la acción de “The Alienist” transcurre en la New York, 1897. Aun así, las tres muestran a los representantes de la ley como corruptos, brutales, al servicio de la oligarquía y cuyas mayores víctimas son personajes étnicos y mujeres.

En “Perry Mason” y “City of Angels” hay un rechazo por la religión organizada representada por jovencitas abusadas que encuentran poder en un mundo evangélico que termina destruyéndolas.  “The Alienist” y “Perry Mason” giran en torno a secuestros y asesinatos de infantes que deben ser investigados privadamente ya que la policía es incompetente. Mas curioso aun, en dichas series el tema de la lactanciaalgo tan natural y maternal se convierte en un arma letal. No tengo respuesta para estas similitudes, pero no me parecen accidentales.

 

8 comentarios:

  1. Desde FB
    George Eduardo Llerena Torrico Utilizar al hombre para su conveniencia sin darle importancia a sus opiniones o sentimientos, marcharse o venir cuando quiere...sip, son sinónimos de empoderamiento femenino para los escritores de hoy. La verdad no sorprende demasiado. Aún así me esperaba más del personaje de Lupe Gibbs, que la verdadera Barnes sí fue independiente, sólo que parece que aquí confundieron independencia con desprecio. Sinceramente no sé si recomendaría esta nueva versión a menos que quieras ver brillar a John Lithgow y a la Maslani, que son de lo mejorcito. Digo, deconstruir al prota para darle motivaciones lo acepto (y no es mi nostalgia hablando) pero siento que se les pasó la mano. No he visto City of Angels pero me encantó tu entrada sobre Ana Frank. Puedo confirmar que hay una escasez increíble de libros testimoniales sobre el holocausto traducidos al español (es mas, diría que ni en inglés hay mucho material). Como alguna vez comenté en algún post anterior: hemos llegado a tales niveles de apatía que ahora el antisemitismo es casi una moda propiciada por tonterías tan superfluas como teorías de conspiración en internet, y series como Poco ortodoxa, que un par de amigos me recomendaron pero afortunadamente no llegué a ver. Me duele como ser humano que sigamos cayendo en estas cosas, porque precisamente el odio irracional es algo que no debemos repetir. Besos

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    1. María Elena Venant George Eduardo Llerena Torrico En USA ha gustado mucho el personaje de Lupe Gibbs precisamente porque creen que representa el Poder Latinx que a nosotros en el Cono Sur no nos cuadra. Matthew Rhys hace un buen papel, pero el personaje es taaan...alejado del original y si, se les pas'o a mano. Lo que pasa con el material escrito sobre el holocausto es que como la ficcion, se adhiere a un tipo de f'ormula. Se escribe casi siempre sobre lo ocurrido en la Europa Oriental, se buscan paralelos con otras masacres cuando es imposible, se establecen juicios valoricos maniqueos. Pasando de nuevo al Feminismo ME Too, se han interesado en ver el angulo "femenino"de la Shoah, algo muy legitimo, pero lo han enfocado desde el ätaque al patriarcado judio"acusandolo de haber öcultado"historias de mujeres. FALSO. La pueba es qu el libro mas conocido sobre el holocausto es El Diario de Anne Frank. Y en los años inmediatos al final de la guerra surgieron docenas de memorias escritas por mujeres, lo que pasa es que todo ese material fue olvidado. Vale recordar que el interes por hacer conocer el Holocausto nace a partir de los 70. Un abrazo espero hayas tenido un lindo cumple.

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    2. Desde FB
      Rafael Ochoteco Ver esta serie sin ningún tipo de referencia (nunca he visto el original) fue bueno. Cuando vi al primerísimo actor John Lithgow ("Raising Cain" y "Bombshell") NOOO se podía dejar pasar, y cuando vi a Matthew Rhys ("The Scapegoat" y "A Beutiful Day in the Neighborhood") en el elenco, tenía que verla. Estoy de acuerdo en todo lo que has comentado, aunque como habíamos terminado de ver "City of Angels" (llegamos a verlas a la par por varias semanas, una después de la otra) pues era fácil compararlas: Los Angeles, los policías corruptos, los años 30, y sobre todo, ¡LAS EVANGELISTAS!!! Tatiana Maslany "se la comió" como "Sister Alice", mi personaje favorito de la serie.

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  2. Desde FB
    Rafael Ochoteco Cabe mencionar, y de verdad NO me gustaba para nada, ver un "Perry Mason" hecho todo un loser. Un tipo inteligente pero casi un bueno para nada, aunque hay que aceptar que el personaje se redime, profesionalmente se redime mas sigue siendo un pelele en su vida sentimental, en su vida privada, su alcoholismo, sus amores con la feosia, su relación con su único hijo, con su ex, y el haber perdido la finca que le dejaron sus padres de herencia. Es un soberano imbécil. Un muñeco de trapo.

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    1. María Elena Venant Rafael Ochoteco bueno el le prometi'o a ;la feosia que iba a recuperar la granja en los tribunales. Me alegro que ella no se la devolviese, hubiese estafo fuera de personaje. En realidad quisiera no verla mas. Yo siempre shipee a Perry con Sister Alice. Donde estara viviedo el ahora?

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  3. Rafael Ochoteco María Elena Esperemos que para la T2 deje toda esa pendejez que se carga el pobre "Perry"...¿En el despacho? Se ve enorme y cómodo.

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    1. María Elena Venant Rafael Ochoteco si y ya vimos que si se echó una siesta en la corte, puede dormir en cualquier lado. Cual fue el final que mas te gustó? A mi el de Emily el bebe morenito y la Hermana Birdy yendo de pueblo en pueblo con sus milagros.

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    2. Rafael Ochoteco María Elena El de la pareja afroamericana me pareció también bonito y prometedor.

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