viernes, 22 de abril de 2016

La decisión de Lady Mary: Downton Abbey 6x07


Todo romance encuentra un obstáculo en las fallas de uno de los integrantes de la pareja. Henry Talbot tiene dos defectos: es pobre y arriesga su vida como piloto de careras. Ahora ha llegado el momento  en que Mary descubre que no puede superar esa segunda flaqueza. ¿Qué más ocurrió en la Sexta Entrega de la última temporada de “Downton Abbey”?

Novedades domésticas
Comencemos por lo más simple. Mrs. Patmore abre su nueva casa de huéspedes, todo parece ir perfecto, pero hay un extraño, con bigote de villano de vaudeville, que le sigue los pasos y hace anotaciones en su librito.

Por fin, Daisy y su jefa tienen un cara a cara sobre Mr. Mason. Daisy confiesa temer que su suegro deje de quererla si se involucra con otra gente. Recuerda que nunca ha poseído nada y no quiere perder el cariño del padre de su marido. La cocinera es franca y sucinta. Daisy ha encontrado un padre sustituto y nuca lo perderá como también siempre podrá contar con ella. Sin usar la palabra “madre”, Mrs. Patmore deja establecido su puesto de mamá adoptiva de su pinche de cocina.


Aunque muy ocupada, Mrs. Patmore soluciona el problema del matrimonio Carson con un buen plan-consejo. Elsie finge haberse fracturado la mano. Le toca a Charlie cocinar y limpiar. Un excelente escarmiento ya que descubre lo agostador que es el trabajo domestico.

Un dia en las carreras

Henry está tan desesperado por convencer a Mary que él es su futuro que invita los Crowley a ver su próxima carrera. Allá llega Mary, llena de dudas, acompañada de Ana y Bates. Llegan los Grantham con Baxter Llega Edith con Bertie y con su editora Laura, llega la tía Rosemonde, ya solo falta el fantasma de Sybil.

Ni La Señora Bates ni Lady Cora cree que Talbot sea el mejor partido para una mujer como Mary. Ya es bastante que Sybil se haya casado con un chofer, no quieren hacer una colección de choferes en la familia.

Comienza la carrera. Tom está loco de entusiasmo, su suegro se contagia. Mary esta que casi vomita. Ocurre un aparatoso accidente. Mary corre histérica, todos creen que trata de Henry, pro es su amigo Charlie quien perece en las llamas de su auto. Henry esta destrozado y esa noche recibe una estocada de La Viuda Crowley. Mary ya sabe que no podrá casarse con un hombre que vive al borde del peligro.

Una dama sabe cuando retirarse
En toda esta tragedia hubo una gran ausente. La Condesa Viuda ha quedado muy herida por la “traición” de su nuera. Consciente de que la cercanía solo traerá riñas y esas palabras que Luego no puede recogerse, aprovecha la ausencia de su familia para huir al Sur de Francia. Deja a Isobel como recadera. Se lleva a una Dankers estática ante la posibilidad de un bronceado en la Riviera.

Antes, Lady Violet hace una visita a Miss Cruishanks. La astuta anciana sabe que ahí hay un gato encerrado. Amelia no se siente gratamente sorprendida  ante el honor de la visita de la noble dama y menos cuando la Dowager comienza a interrogarla. La novia de Larry termina confesando que desea que Isobel se haga cargo de su suegro. No quiere ser enfermera de un viejo decrepito. Peor aún, apenas Lord Merton estire la pata, su nuera y Larricito se encargaran de correr a Isobel del castillo. Amelia es una culebrita, pero me gusta su peinado, una variación del de la Princesa Lea.

“Ahora estas en un dilema “anuncia Lady Violet a su eterna contrincante. O aceptar ser la enfermera, nana, criada de un viejo enfermo o acepta dejar al pobre Merton merced de una “Cool Little Miss” con garras como es la Cruishanks.

Unos celebran, Barrow sufre
Mientras los ricos y nobles sufren y se  preocupan en Londres, los ciados descansan un poco, menos Barrow al que Carson casi obliga al  a buscar empleo. Apiadada, Mrs. Hughes trata de consolar a Thomas diciéndole que en alguna parte lo espera el empleo perfecto y amigos que lo querrán. La respuesta de Barrow rompe el corazón “Este es rúnico lugar donde he echado raíces”.

El  examen de Daisy continúa. El examen de Moseley en cambio arroja resultados increíbles. Según Mr. Dawes, Moseley sabe más que muchos alumnos de Oxford (no me sorprende). Le ofrece un empleo de profesor. Moseley no cabe en su pellejo de tanta alegría a pesar de que todavía lo preocupan las ambigüedades Phyllis Baxter que no acaba de decidirse qué hacer con Coyle y su misteriosa carta.

Para celebrar, Moseley, Baxter, Dawes, Daisy y los padres postizos de la criada se van de picnic. Andy los sigue. Sorpresivamente, aparece Barrow con algo que a Mrs. Patmore se le quedó en la cocina. Sin muchas ganas lo dejan unirse al festejo. Daisy le pide a Andy que lea las preguntas de su examen. Avergonzado, Andy confiesa su analfabetismo y también la ayuda que le ha brindado Thomas. Conmovido, el Profesor Dawes loe ofrece clases privadas, pero le pide a Barrow que deje las suyas ya que no quiere confundir a Andy con dos métodos diferentes. Barrow esta súper deprimido.

El deprimente episodio acaba cuando regresan los Crowley en masa con cara de funerales y se encuentran a Isobel y la carta de La Condesa Viuda. Isobel también ha traído un regalo de despedida para Robert: de su madre una cachorrita.

Lo ubico bueno entre tanta mala notica es que Bertie le pide matrimonio a Edith. Ella pone como condición que Marigold viva con ellos. Bertie se sorprende pero acepta.

El vestido de la noche
En un capítulo dedicado a Mary es natural que el mejor vestido lo lleve ella. Sombrero y abrigo ligero (duster) en tono ecu sobre un túnica color burdeos con un interesante diseño en el cuello. Simplemente chic.


Ohh y los lentes de sol, ya parece Phryne Fisher.



No tengo la costumbre de fijarme en lo peor de la noche, pero Edith perdió clase en este atuendo. He leído que era costumbre los años 20 que cuando las flappers querían ponerse cómodas se quitaban las ligas y enrollaban las medias, pero Lady Edith se ve demasiado desprolija y ya no es una flapper. 



Aparte que está bien lucir así ante el hombre cuando ya llevan un año de casados, pero en esta etapa todavía debe seguir luciendo glamorosa no demasiado segura del poder que ejerce sobre él. Como le digo siempre a Lord H., una mujer debe conservar su misterio.


sábado, 16 de abril de 2016

Entre el presente y el pasado: Downton Abbey 6x06


Parece que el progreso triunfa cuando Cora reemplaza a su suegra como presidenta del nuevo hospital y cuando Downton Abbey abre sus puertas al público. Pero el pasado sigue haciendo de las suyas: Coyle escribe una carta a Baxter; Barrow debe enfrentar sospechas basadas en lo que ocurriera con  Jimmy, y el pasado de Edith puede arruinar su futuro con Bertie.

Un día en la Abadía

En medio de la convalecencia de Robert, y la aburrida lucha por el hospital que ya se ha convertido en una guerra entre Isobel y Violet, a alguien se le ocurre que para recaudar fondos para la institución deben dejar que el público entre en Downton Abbey. Ósea convertirse en “monos en el zoológico” como lo pone Mary.

Ahora nos parece tan normal que haya gente que quiera ir a chismear en casa ajena, y ver como viven los de la Alta, yo misma soy una fanática de visitar mansiones históricas, pero entiendo la sorpresa de los Crowley y su servicio ante la posibilidad de, cómo lo explica Edith, hayan personas que viven de manea tan diferente a los demás,  que inspiren curiosidad en el vulgo. Lady Violet y Carson están totalmente en contra de la visita. Robert tampoco está contento. Los demás oscilan entre la curiosidad de convertirse en espectáculo público y el placer de serlo.

La Condesa Viuda está segura que la ulcera perforada de su hijo ha demostrado la necesidad de tener un hospital de la familia. Se equivoca, no solo se aprueba la fusión, además ella pierde su puesto en el comité del cual ahora será presidenta Cora.


El gran día llega. Todo está bien organizado gracias al invitado de honor, Bertie, que ya es un experto en este tipo de cosas. Los turistas se aglomeran, pero las guías (Cora y sus hijas) descubren que son unas indoctas en lo que respecta la historia de la familia.

Irrumpe en la Abadía la Dowager airada. Acaba de interesarse que la han corrido de su trabajo.  Interpela a rugidos a su nuera enfrente de los visitantes. La tilda de “traidora”. Los turistas quedan encantados y perdonan que las guías no sepan quién pintó tal retrato o el significado de los escudos labrados en la chimenea.

Debo decir que ese exabrupto de Lady Violet fue lo único divertido en un capitulo muy tenso y desagradable. Si al final Thomas Barrow terminó llorado yo quería sentarme a llorar con él.
Este episodio fue una serie de escenas frustrantes.  No fue tan frustrante que finalmente Robert y Carson decidieran que Barrow debe marcharse, aun cuando Mary aboga por el gay en residencia, recordándole a su padre que Thomas adora a los niños y viceversa. “Cuando George sea grande, que contrate de nuevo a Barrow” es el consejo de Lord Grantham. Lamentablemente, ya se sabe que Thomas  es dispensable y aun mas, cuando sus encuentros clandestinos con Andy son malinterpretados por Carson y por Mrs. Patmore.

Tampoco fue tan frustrante que Mary le dijera a Tom que lo considerará un traidor si se entera que le ha escondido los verdaderos orígenes de Marigold. Era de esperarse, pero es frustrante que Mr. Carson no se dé cuenta de cómo ofende a su esposa. Cada vez que puede la compara con Mrs. Patmore en el terreno de la cocina (¿Por qué no se casó cola cocinera entonces?) o se queja de cómo Elsie dobla una sabana a o saca brillo a la platería.

Es tremendamente frustrante que después de todo lo vivido, Edith y Mary se embarquen en esas riñas infantiles de la primera temporada y que vivan haciendo comentarios ofensivos sobre el novio de la hermana.  “Mecánico seboso”, “Nerd soso” ya parecen las Pretty Little Liars. Señoras, ya tienen más de treinta años, son mamás, viudas, tienen dinero, tienen trabajo, y a ambas las cortejan hombres perfectos. No pueden gastar tiempo en rivalidades tontas. ¿Qué ejemplo les darán a sus hijos?

Pero lo que ya me lleva al límite de la exasperación es Daisy, que va camino de ser la nena más odiada de las series (detracito del Ollie, asesino de Jon Snow). Sus celos del incipiente romance entre su madre postiza y su suegro la llevan delinquir (leer y destruir correspondencia ajena es un delito). Lo bueno es que Mrs. Patmore no se deja amedrentar por los desplantes de su pincha.

Cupido contra las Crowley
Mrs. Patmore no es la única en  provocar pasiones. Mary recibe una declaración de amor de su mecánico bajo la lluvia, ¿pero podrá sobreponerse al hecho de que Talbot es pobre y corredor de autos?

Otro que también es despreciado por tener bolsillos vacios es Bertie Pelham. Es un caballero como remarca Cora, pero para Robert  no es digno de la hija de un conde, aunque Edith venga “manoseada”. Pero me gustó lo que dijo Lord Grantham que Edith con su trabajo y la revista “puede convertirse en una de las mujeres más interesantes de su época”. Me gustó porque por una vez uno de sus padres reconoce los meritos propios de Edith, no los que su casta le  ha heredado.

Y Cupido sigue persiguiendo a las Crowley. Lord Merton anda muy pegadito a Isobel, y en su última visita trae a Amelia Cruishanks,  novia de su nefasto hijo Larry. Amelia anda muy interesada en amistar a su prometido con la futura madrastra. Demasiado hincapié en que Larry no está en contra de un segundo matrimonio del padre, pero Isobel no lo nota. La que sí, con su acostumbrada sagacidad, huele a ratón muerto en la supuesta cordialidad de Amelia es Lady Violet.

La Sombra del Pasado
Edith podrá ser una mujer interesante del día, pero su pasado es el de una mujer escarlata. Me encanta la escena en que presenta a Marigold con Bertie. Pero como comentan sus padres, una hija fuera del matrimonio no es muy atractiva para un pretendiente. Cora es de la opinión de que Edita cuanto antes de confesar su pecado a Bertie. Robert prefiere dilatarlo. Ahí de nuevo vemos la diferencia entre la manera de pensar del Ancien Regime y del pragmatismo moderno.





Otra que recibe un bofetón del pasado es Baxter. Desde la cárcel, Coyle le escribe. No sabemos qué hay en la carta, pero a Molesley le  sorprende que la doncella no la haya tirado a la basura.

Hablando de Molesely, protagonizó una de las escenas más bonitas de la noche. Mientras arregla los detalles de los exámenes de Daisy, el profesor Dawes le comenta al lacayo que tal vez haya un puesto en  el mundo docente para él. Le ofrece que de un examen para ver el alcance de sus conocimientos. 

Lo que me conmovió de este arco no es solo que por fin la generosidad de Molesley será recompensada con una elevación de clase, saldo y mundo, pero también me gusta que el profesor diga que su oferta nace del entusiasmo que ve n el lacayo por la enseñanza. ¿Cuántos de nosotros no estamos llenos de entusiasmo por emprender este u aquel proyecto, y nadie nos da una oportunidad? En cambio hay gente involucrada en esos proyectos  que no aman su trabajo y lo practican mecánicamente.

Barrow, siempre Barrow
Mrs. Patmore y Mr. Carson notan actitudes sospechosas entre Andy y Thomas e infieren lo peor. Barrow dolido descubre que nadie confía en él, mas encima ahora si lo despedirán. El capitulo acaba con él solo, llorando a lagrima viva. Poechito.




Vestido de la noche




En este episodio, Edith demostró su ignorancia en lo que concierne a la historia de la Abadía, pero lucio esplendida como una joya más de Downton Abbey en este vestido azul con falda de tres volantes. Una moda que resucitaría en los 80’s yo tuve varios vestidos en esa hechura.

sábado, 9 de abril de 2016

Adivina quién viene a cenar : Downton Abbey 6x05


Neville Chamberlain cena en la Abadía; Robert está al borde de la muerte, y Mary se entera que  Marigold es su sobrina. Todo en la misma noche. Mientras tanto, vamos a ver a Daisy celosa; Dankers asustada; Baxter aliviada,  y Barrow generoso. Fue otro capítulo muy agitado y lleno de información.

El juicio que nunca existió.
Escoltada por el fiel Moseley y por el Sargento Willis, Baxter va al juicio del hombre que la llevó al crimen. Al saber quién será la testigo de cargo, el infame Coyle se declara culpable. Es todo tan anti climático que Baxter no sabe si sentirse defraudada o aliviada.

Chaperón y Casamentero

Mary se reencuentra con Henry Talbot, pero se trae a Tom de carabina. Henry los invita a verlo correr. Tom está las nubes. Mary a punto de vomitar. ¿Cómo no se dan cuenta que Lady Crowley no puede entusiasmarse con un auto cuando su marido murió en un accidente? Por primera vez en su vida, Mary pisa un pub. Tom intenta hacerla ver a ella y a Henry que se gustan y no necesitan subterfugios para seguirse viendo.

¿La Futura Mrs. Mason?

Antes de su encuentro con Henry Talbot, Tom y Mary visitan a Mr. Mason en su nueva granja. Lo encuentran atendiendo visitas. Su nuera  ha venida a pasar  el día  la granja y se ha traído a Mrs. Patmore que no va a  ninguna parte sin su cesta de comestibles. Esta vez se les ha pegado Andy. No se sabe que atrae más al lacayo,  si Daisy o la posibilidad de ser granjero.
Mary tiene dudas sobre si Mason tendrá fuerzas para separar un cerdo en celo de la Miss Piggy local. Andy salva la situación anunciando que el Señor Mason ya le pidió que lo ayudara en las faenas más cansadoras. Todos quedan muy contentos, y Masón decide enseñarle a Andy el  arte de criar chanchitos.

La única  que desentona en la armonía de este arco, es ¿Y tengo que decirlo? Daisy.  Parece que su suegro y su jefa-madre postiza hacen buena yunta. Ahora de ahí a un romance…. Claro, Lord Fellowes es tan romántico como Servidora y si se insinúa un toque de amores geriátricos es porque van a haberlos. Yo desde que comencé esta temporada he exigido un novio para esta cocinera prodigiosa y generosa (me encanta como trata a Baxter de “Luv” como si la doncella fuera una niñita), y no puedo pensar en mejor partido que el padre del difunto William. Pero Daisy, no lo piensa así y anda refunfuñando. Parece que la egoísta quiere ser la única Mrs. Mason en Yorkshire.

La campaña de alfabetización de Thomas Barrow

Los Bates en medio de su alegría pre-natal, deciden ayudar al prójimo (léase Thomas Barrow) y le piden a Andy que no trate tan mal al mayordomo suplente. Andy revela que ya captó la onda “delicada” de Thomas y no quiere que se le metan ideas en la cabeza. Los Bates le aconsejan dejar a un lado sus prejuicios y permitir que Barrow sea su amigo. Andy no está muy seguro, pro el destino le da un empujoncito.

Mr. Mason para ayudar a Andy le presta libros sobre cerdotomia o la crianza de un chancho sano y sabroso. Solo que al lacayo se  le olvidó mencionar que es analfabeto. El que lo descubre, porque siempre está vigilando, es Tommy Barrow. Esa noche cuando Andy anda pegándole a los libros (en sentido literal) Barrow entra y de manera muy diplomática, sensible y magnánima ofrece alfabetizar a quien hasta ahora le huye. Lo harán clandestinamente para que Andy no pase bochornos.

No cocinas como mi madre

La luna delo miel de los Carson acaba. El hilo se corta por lo más inesperado: la cocina. Mrs. Hughes es una excelente ama de llaves, pero hace mucho que no ejerce como cocinera. Obviamente no cocina como su difunta suegra, ni como Mrs. Patmore que tiene la tarea de ayudar a su amiga enviándole a los recién casados chuletas de cordero (yummie) y Bubbles & Squeak(mas yummie).

Los traductores pusieron “verduras” en lo del bubble (literalmente “burbujea y chilla”) pero es un plato más complejo. Yo soy un ave rara, amo la cocina británica  y el B&S es mi favorito. Es una especie de Hash Brown que se hace con restos de puré, repollo, a veces arvejas y zanahorias. Todo se echa a la sartén con aceite que hace que “chille” el repollo. Se fríe y se sirve como puré, o como croquetas. Hay quien le pone carne o salchicha, pero no debe ser así. Los irlandeses lo llaman Colcannon y lo sirve en  épocas de vigilia.  Mi Colcannon  lleva queso Filadelfia y cebollín picado.

En fin, a CharlieCarsono le parece que se acompañé cordero con B&S. Además que su mujer le pasa los platos fríos,  el cuchillo sin afilar, ect. Ect. ¡Ay, Ay, Ay! Para rematarlas, el mayordomo públicamente solicita el auxilio de Mrs. Patmore para adiestrara la esposa inepta. El respingo de Mrs. Hughes-Carson fue histórico. Aquí se anuncia pelea, Señores.

Mary VS Edith.

Bertie Pelham telefonea a Edith en Downton. Contesta Su Señoría quien anuncia ante la familia, al desayuno, que Edith tiene una cita. Edith turbada lo niega y del otro extremo de la mesa llega un lánguido y gangoso “por supuesto que no puede tenerla” de parte de Mary.

Bueno, Mary estás equivocada. En este capítulo de Montaña Rusa, en que pasó tanto. Edith y Bertie salieron a comer y se besaron. Ya todos los Downties los estamos shipeando hasta el altar más cercano, pero fue en este episodio casi hacia final, que Lady Mary, que se cree muy sagaz, descubre que sabe menos de su hermana que Jon Snow del amor.

Saltémonos una serie de escenas impactantes, para llegar a un punto en que toda la Abadía se conmociona ante la posibilidad de que la noble Casa Crowley quede acéfala. Cora y su suegra, al borde del ataque de nervios, se recriminan y sale al tapiz el secreto de Edith

Mary, casi tan alterada como sus parientas, alcanza a oír  y hace sus sumas y restas. Esa noche, Mary que anda caminando como una Walking Dead, le pregunta a la fiel Anna si hay rumores o chismes de cocina respecto a Marigold, pero no necesita saber lo que ya sabe. Y este es un momento de mucha tensión, para mí el más fuerte de la noche.

Mary puede detestar a Edith, ciertamente la menosprecia, pero jamás se la ha imaginado como una mujer que se deje arrastrar por las pasiones. Jamás la ha visto como un ente sexual. He sido blanco de esa sorpresa y sé que el sentimiento que provoca es muy negativo. Los que lo experimentan  te toman fastidio. Sienten que has traicionado la imagen que se han creado de ti.

Y luego hay algo más extraordinario. Recordemos la primera temporada. ¿Cómo perdió Mary su virginidad? Recordemos el  shock, el escándalo, la ignominia que acompañaron su desfloración. Cora ayudó a su hija ocultar el cadáver del amante, pero la regañó fuerte. Peor fue cuando Lord Grantham lo descubrió. Mary sufrió mucho. Ella es muy orgullosa y muy cuidadosa de su imagen. Mas encima, Edith se la arregló para hacerla pasar una vergüenza pública y alejarle los pretendientes. Habrá pasado una década y mucha agua ha corrido por el Támesis, pero Mary no olvida.
Cora y Anna ocultan el cadáver de Pamuk

Y justo ahora descubre que Edith, su verdugo, también tuvo un amante y  es madre soltera.  Lo peor es que la familia la ampara y le tapa los secretos. Mary no sabe lo que ha sufrido Edith. No se da cuenta que su historia con Michael es totalmente diferente a lo vivido con Pamuk. Lo único que sabe es que Edith lo tiene todo, incluyendo una reputación incólume. También se olvida que ya se vengó (y de manera horrible) de su hermana. Lo digo porque…SPOILER… Mary va a querer vengarse nuevamente y es el tipo de cosas que me hace detestarla.

Chamberlain, El Pacificador y La Cena Roja

Lady Violet se revela como chantajista y su doncella la imita. Al enterarse de que el Ministro de Salud andará por Yorkshire, La Condesa Viuda le envía una invitación a la Abadía. Ejem, ¿por qué no lo invita su casa? La Abadía es de su hijo y su nuera. No se anda trayendo huéspedes así como así a casa ajena. Resulta que la Dowager es madrina (no, su marido era el padrino) de la esposa del Ministro que no es otro que Neville “Peace for Our Time” Chamberlain.


Cora suplica a su Team (Isobel y Clarkson) que vengan a cenar para hacer frente común contra las intrigas suegriles. Ya es público que el médico ha abandonado el Buque Dowager. Al saberlo Dankers se indigna ante lo que considera una traición a su señora.

En la calle, cuando se tropieza con el médico, lo apostrofa y de “traidor” no lo baja. Clarkson lívido escribe una carta a Lady Violet acusando la osadía de la doncella. La Condesa Viuda se atraganta con su  té al leer la carta. Despide a Dankers ipso facto. La doncella  conserva el puesto solo gracias a Spratts. ¿Cómo lo consigue? Chantajeándolo con el cuento del sobrino criminal.

Acabado este preámbulo, todos s reúnen a cenar con Chamberlain. Lady Violet arrincona al futuro Primer Ministro apenas este pone un pie en la sala. Le toca a Branson rescatarlo. Reparo en que el ex chofer se ha vuelto un raissonneur, ya no tiene vida propia, es un mediador, o pacificador como lo llamó Edith. Entretanto, Robert se queja de dolor de panza, nadie le hace caso ya que todos saben que será una cena muy tensa para andar preocupándose por un gas atravesado.

Por supuesto, La Condesa Viuda y su prima ponen sun show digno de gladiadores romanos. Chamberlain no sabe para donde huir. Buena práctica para quien ha de lidiar con Hitler en un par de décadas. De pronto, Robert no aguanta más, abre la boca y…. TaTaTaaan. ¡Vomita sangre sobre el mantel y sobre su Lady Wife! Se oyen los acordes de “Las Lluvias de Castermere” porque esta fue una Cena Roja.

Todos gritan, cunde el pánico. Carson llama a una ambulancia. Clarkson atiende al moribundo. Robert se despide de su esposa. Se trata de una ulcera perforada. Se llevan al Conde al hospital a operarlo. En la cocina todos preocupados, hasta Barrow. Arriba, Mary se entera del secreto de su hermana.

¿Y qué pasó con Chamberlain? El Hombre del Paraguas debe irse, pero antes le confiesa a Tom (de nuevo Branson El Mediador) que ha venido debido a un chantaje de Lady Violet. En su juventud tomó parte en una broma urbana que aunque inocente, de saberse, puede arruinar su imagen política. 

Uff, peores cosas hizo Chamberlain , y la historia todavía no lo perdona. Apropósito, otro placer downtoniano, fue ver a Rupert Frazer en ese papel. Lord Fellowes se ha traído a la crema y nata de la televisión británica de los 80’s. Primero Nigel Havers, luego Ronald Pickup y ahora Rupert Frazer bastante envejecido desde sus días en “The House of Elliot” y  “Testament of Youth”.

Vestido de la Noche
Como siempre es algo del guardarropa de Edith. El traje con el que sale de  paseo con  Bertie. La blusa de seda vede almendra está preciosa y o desentona con el tailleur azul, porque el azul marino es, como el negro y el gris, un tono neutro que combina con todo.

Factor Upstairs Downstairs

Por supuesto que recordé uno de los episodios más icónicos de la serie de los 70's., "A Guest of Honor" ("Un invitado de honor")en la cual Su Majestad Eduardo VIII visita Eaton Place y hay conmoción en casa por otro episodio sangriento, el parto en la buhardilla de la ex mucama Sarah que malpare al nieto de los Bellamy.

Frases de La Noche

"No quiero parecer esnob, pero no me casaré con un hombre de clase inferior" Mary sobre Henry Talbot.


 "El verdadero amor significa darle a otro el poder de hacerte daño"




viernes, 1 de abril de 2016

Visitas y regresos: Downton Abbey 6x04


Hacia tiempo que un capitulo de “Downton Abbey” no me tenía tan al borde de la silla. Tanto que, sin darme cuenta, y en una hora, me zampé una caja de huevitos de chocolate. Una serie de visitas, de regresos, y un viaje inesperado hasta Londres convulsionan la vida de los Crowley esta semana. Visitamos con Mary el Royal Automobile Club y evocamos el fantasma de Sybil. No será lo único del pasado que llegue ala Abadía esta semana. ¿Y qué onda con esos dolores de barriga de Robert?

La elevación de Barrow
Esta semana no seguimos al “delicado” Thomas en su ronda de entrevistas de trabajo, por la sencilla razón de que en ausencia del recién casado Carson, Barrow  es el mayordomo. Aparte de una impertinencia en la mesa y un hábito de andar con la nariz parada y hablar en susurros lúgubres, Barrow no es un mal mayordomo. Pero como le señala Robert, carece de la bondad del Señor Carson y por eso la gente no lo quiere.

Es un capitulo desnivelado donde Lord Fellowes  hace gala de lo que tanto le han criticado,  la auto traición de sus  personajes. Daisy parece poseída por el diablo, Edith vuelve a ser la mezquina del primer episodio, y Cora acusa a Moseley de chismoso, pero le perdona a Daisy los desplantes ¡Hasta parece que le tuviera miedo a la ayudante de cocina!



Bates está ciego y no suma dos +dos. ¿Ósea, Lady Mary no permite que  Ana cargue maletas y  la mucama está que revienta el vestido, pero  el marido cree que es por comerse los pasteles? Otro que ha engordado es Allen Leech lo que otorga a su Branson  un aura de prosperidad. Anuncia que ha abandonado sus ideales socialistas ya que el conocer el Sueño Americano lo ha hecho poner su fe en el capitalismo yanqui. Ok, viví en “El Imperio” como lo llamaba el difunto Chávez, y vi muchos casos de socialistas aburguesados debido al mentado American Dream.



Sin embargo,  Julien Fellowes la borda, como dicen los españoles cuando trabaja con Barrow. Esta noche mi personaje favorito vuelve a ser Thomas Barrow que me conmueve hasta las lágrimas ¡a pesar de que en su soledad se manda una de metidas de patas!Es un personaje bien hecho, muy real sobre todo  cuando baja sus defensas con Miss Baxter, su única amiga, o cuando  rechaza la compasión de Moseley.

Lady Violet pierde la compostura
El quedarse sin aliados empuja a la Dowager a un último esfuerzo. Recluta a su hija y a LadyShackleton (¿La recuerdan? Era a la que querían encajarle  a Moseley de mayordomo) para quela apoyen. Mala idea. Rosemonde aprovecha de cobrarle a su madre un par de malas jugadas pasadas, poniéndose inmediatamente del lado de Isobel. Lady Shackleton no entiende nada, se rehúsa a tomar partido y exaspera a su amiga. “¿Has venido ayudar o a exasperar? “gime el personaje de Dame Maggie Smith.

Esa noche la mesa de los Crowley se convierte en un ring. Una verdadera pelea de gallos, mejor dicho de gallinas. Isobel grita más fuerte y arrincona a la Condesa quien pierde totalmente la compostura, bufa como hipopótamo, y golpea los cubiertos contra el plato. Yo ya esperaba que le lanzase la sopera a la prima Isobel. Tal vez deberían encerrarla en la despensa con Daisy que también anda más iracunda que dragón Targaryen.

El Príncipe Consorte
En realidad, el verdadero motivo de recordarnos la existencia de Lady Prudence fue porque la  Condesa Viuda de Shackleton ha venido a traer al futro Príncipe Consorte de la Abadía. En el penúltimo especial navideño, vimos a las Hermanas Crowley ser galanteadas por individuos que nunca esperaban volver a ver. Pero si Bertie retornó para servirle café a Edith, Henry Talbot, futuro campeón de carreras de autos, también necesitaba reencontrarse con la viuda de Mathew.

Lady Mary baja la guardia y la nariz (que anda  en competencia con Barrow de quien la alza más) para demostrar genuina sorpresa y alegría de volver a ver a su galán. Su alegría no pasa desapercibida por ninguna de las Condesas Viudas. Tal vez ese sea un propósito vital de las Dowager, ser casamenteras.

Lady Violet hace pesquisas y su amiga tristemente confiesa que lo único que posee el sobrino es encanto. No hay dinero, está muy lejos de poder heredar un titulo, no es un gran partido. En cambio, Tom está encantado con el prospecto de concuñado: “Es simpático,  está loco por ti” y ama los autos”. A propósito, la llegada de Henry aguó las esperanzas de los shiperos que esperan ver a Mary camino al altar con el viudo de su hermana. Por algo Julián Fellowes puso en boca de Mary ese “Eres mi hermano” que nuestra heroína más odiada declama a voz en grito.

¡Tú no sabes nada, Familia Crowley!
Rosemonde no solo ha llegado para unir fuerzas con quien quiera levantar armas en contra de su madre (¡Te entiendo, Rose!). Además de preocuparse por el futuro (la única) de Edith, ha incluido entre sus obras filantrópicas el ser miembro del comité de Hilcroft, una escuela para educar a chicas sin recursos. Se le ocurre que la futura editora (vamos Edith, ya sabemos que vas a terminar editando la revista que te dejó Michael.) también se involucre con la institución.

No solo las Dowagers andan de casamenteras, Rosemonde le ha encontrado un partido a Mary, el Señor Harding, tesorero del comité. A ver, Tía Rosie, ya Edith tiene un pretendientequesabe hacer café, admira a las chicas que trabajan y va a heredar un marquesado… ¡Oh, No! SPOILER.

Todo este preámbulo resultó tan forzado. ¿Cómo Rosemonde no ha averiguado que Mr. Harding es un hombre casado? Y como Mrs. Harding ni pregunta dónde la lleva su marido y solo cuando se encuentra con Thomas en la puerta de la Abadía, viene a caer que ese es su antiguo lugar de trabajo.

Ok, ya todos sabemos que a Gwen le ha ido bien en la vida y ahora es no solo la esposa de alguien importante, sino también una mujer dedicada a que otras chicas como ella tengan la misma oportunidad. ¿Viste Tom? Esta es la versión británica del American Dream. Thomas y Gwen fingen no haberse visto en su vida. Ella se ve tranquila, el destila sarcasmo. Anna y Branson reconocen a su antigua compañera y ella les cuenta que todo ha sido una sorpresa.

Los Crowley en cambio están totalmente en Babia, a pesar de que el ojo de halcón de Mary nota algo familiar en su huésped. Thomas baja furioso a quejarse con sus subalternos de lo injusta que es la vida y que ahora tengan que servirle a una Salvaje en tan noble casa. Arriba, Gwen hace buenas migas con las mujeres de la familia.

Barrow no aguanta más y cuando sirve la mesa le lanza a la invitada un “¿Usted recuerda a Mr. Carson verdad, Señora?”Todos turulatos, rápidamente Gwen cuenta la verdad, y Mary le lanza una mirada asesina. Edith es la única que dice algo amable “Si trabajó con nosotros dos años, y no la reconocimos, nosotros estamos en falta”.

Barrow, feliz creyendo que su “aliada” Lady Mary sacará de la casa a escobazos a la atrevida llega  a la cocina con risitas de Perro Pulgoso, pero Bates lo pone en su lugar acusándolo de estar celoso,  Thomas admite sentir envidia. Su pequeña venganza  no lo lleva a ninguna parte. Robert le dará una reprimenda y lady Mary no es su aliada, por la sencilla razón de que Gwen da vuelta a todo con un nombre mágico: “Sybil”.

Los Crowley con lágrimas en los ojos escuchan la odisea de Cenicienta Gwen y su hada madrina que le prestaba ropa, que la alentaba a estudiar y que le buscaba empleo. Un solo error, Robert se olvidó que él s sabía que Gwen había tomado un examen en la biblioteca puesto que vimos cuando Sybil le impidió entrar contándole la verdad. En fin, Lord Fellowes está viejito,  se le pueden olvidar cosas. Lo importantes que fue un momento conmovedor que tuvo repercusiones toda la noche: tales como el  empeño de Mary en salvar el bebé Bates, la Casa Drew convertida en casa Mason, la tolerancia de Cora con la rabieta d Daisy, ect.

Largo viaje hacia  la noche

Esa noche, Mary siente alfilerazos en su conciencia, y comienza a conmiserarse de lo egoísta que ha sido y como ni se compara a la noble Sybil. Un dolor de barriga impide que Anna muestre empatía por su plañidera ama. ¡Horror! Este bebe Bates también está en peligro, pero no si Súper Mary anda  cerca. Mary demuestra sr nieta de su abuela, consigue que Branson la lleve a Londres junto a su criada que debe fingir que todo va bien con el Imperio ante un Bates que comienza a sospechar.

La excusa que Mary le  da a su familia para su súbita fuga es que “está enferma”. Y lo dice con su peculiar tono lánguido y con una cara que es la imagen viva de la salud. La familia finge creerle o le creen, ya estos personajes parecen marionetas. En Londres, Mary consigue que llegue el ginecólogo estrella y salve al bebé. Y hasta se da tiempo d salir (mientras Anna se recupera) con Henry que la lleva su reino El Club Real dl Automóvil. Eso se llama matar dos pájaros de un tiro.

Miss Baxter
El Sargento Willis ha cambiado de rumbo. Ya no anda persiguiendo a sobrinos prófugos ni viene a hacerle la vida amarga los Bates. Ahora viene a molestar a Miss Baxter. Aparentemente, el hombre que sedujo a la doncella de Cora y la empujó a la senda del crimen, ha vuelto a las andadas. Testificar en su contra sería  una buena oportunidad para Phyllis (¡hey ¡me costó  encontrarle el nombre de pila, ahora lo voy a usar harto) de vengarse. Ante la sorpresa del policía y de Moseley, Baxter se rehúsa.

Moseley va en busca de Lady Cora para que lo ayude a convencer a la doncella. Cora que adora a Thomas y perdona a Daisy todas sus meteduras de pata, pregunta si acaso Moseley viene con un chisme.¡Arggh! otra traición de personaje-. A estas alturas Cora debería saber que Moseley es incapaz de un chisme y que es el pretendiente oficial de Baxter. Bueno, no importa porque Cora tampoco consigue convencer a su doncella y Baxter se enoja con Moseley. Al final acepta testificar pero solo para evitar que Coyle (el cafiche) siga haciendo daño.

Moseley no entiende ¿por qué Baxter tiene miramientos? Con cierta amargura (qué buena actriz es Raquel Cassidy) Baxter admite que Coyle  la arruinó. Moseley protesta. El no la ve arruinada para nada. Con mirada triste Baxter responde “me cambió”.

Y o podía faltar Daisy
En medio de sus gaffes, Barrow escucha que la Casa Drew no se convertirá en Casa Mason, y no puede evitar contarselo a Daisy que no necesita de mucho para sulfurarse. Esa misma noche, Daisy decide subir a la planta alta y darle una zurra verbal (al menos esperamos que solo fuese de palabra) a Cora. No sé que es más fantástico, si la ira exagerada y perdida de Norte de Daisy que ya debería saber cómo controlar su temperamento atolondrado, o como La Brigada de la Cocina intenta impedir  su locura. Hasta Barrow se permite ser juicioso y darle un buen consejo a la ex pinche de cocina “Recuerda lo que ocurrió la última vez”. Vaya, si todo este lio fue provocado por Daisy. Su último exabrupto le costó la casa al suegro. ¿Será que se siente culpable?

En realidad, Daisy se ha convertido en un monstruillo que no se parece en nada a la original. Nadie puede ser tan tonta. Ni tan envidiosa, porque tal como Thomas, Daisy tiene sangre en el ojo desde que supo que Gwen se sentaba a la mesa de los patrones. Se olvida que Gwen nunca fue altanera con los Crowley (una vez lo fue con Carson y la ahora Madame Carson) y no sabe que ese mismo día Gwen recordó generosamente que todo se lo debe a lady Sybil Branson nee Crowley.

Es el recuerdo de la generosidad de su finada hija lo que empuja a Cora exigir la casa de los Drew para Mr. Mason. Aunque es un pésimo negocio, hasta el neo-capitalista Branson lo cree, la familia acepta. Los Condes se retiran tras esa decisión, pero les corta el paso la sediciosa e imprudente pinche que viene escoltada por Miss Baxter. La pobre Phyllis tiene alma de mártir y no va a dejar sola ni a su señora ni a su camarada por muy aturdida que sea Daisy.

Por suerte, el despistado Robert cree que Daisy ha subido a agradecerles.  Un momento totalmente Deus Ex Machina (o Robert ex Machina) La criada se turba y se traga la lengua. Baxter se la lleva y Cora murmura “¡de buena me libre!”. Señora Condesa, un consejo de patrona-profesora y adulta: no se puede permitir que alguien que está por debajo de nuestra autoridad a cada rato suba a apostrofarnos, la mitad de las veces sin razón. Hay que enseñarle a Daisy a usar medios más organizados de protesta y a ser menos impetuosa.

En la cocina Daisy está confusa. Ayer odiaba a Cora y hoy el objeto de su odio la salva. Mrs. Patmore suspira. No es bueno odiar. De acuerdo, pero hubiera esperado que alguien le hiciera ver a Daisy su actitud errática. Igual que la Bunting, no sabe reconocer aliados y termina enemistada con medio mundo.

Otra cosa que me pareció una total traición del personaje. Daisy esgrimió como argumento para “odiar” a Cora y su linaje que su marido murrio por ellos. Primero, ¿ de cuándo le bajo tanto amor por William? ¿De cuándo lo llama “Mi Marido”? (Nena si tu himen sigue intacto).? Y Los Crowley no son culpables por la muerte de William, no más que por la muerte de miles de oficiales aristócratas que cayeron en Flandes.

Los recién casados
Durante todo el episodio los Carson se la han pasado de luna de miel en Scarborough. Los Crowley reprochan a Robert haber enviado a sus criados a un sitio tan piojento. ¿Qué querían? ¿Luna de miel en el Ritz de Paris? Después de todo Scarborough es un baleario muy simpático y en era medievales tuvo una feria que recordamos de la canción de Simon &Garfukel. (Are you going to Scarborough Fair? Parsley, Sage, Rosemary and Thyme…”

Los Carson regresan a la cocina para que el mayordomo recoja sus cosas, se despida de su cuarto y anuncie que su flamante esposa seguirá siendo Mrs. Hughes para todos. (Suspiro de alivio de Robert). El momento es tan importante que hasta Lady Violet baja a la cocina a saludar a los recién casados. La pobre Dowager también está siendo víctima de los olvidos del escritor ya que hace discursos de que su lucha por la autonomía del hospital es para impedir que el estado maneje la vida de los ciudadanos (WTF?)

Edith que ha estado odiosa  toda la noche (lanzó un dardo ponzoñoso al insinuar públicamente que su cuñado le viene a quitar el puesto a Mary) anuncia la posibilidad de convertirse en editora. Mucho revuelo en el gallinero, pero Mary sorprende a todos alabando la decisión de su hermana. Con poca gracia y gesto exasperado, Edith se aleja. Todos felicitan a Mary por no ser Mary, por lo que Mary decide ser Mary y dice en tono indolente: “Hasta a un mono, si se le da tiempo, puede pasar a maquina la Biblia” ¡Yeeh, Mary!

Vestido de la noche

Fue una difícil elección. Todas sacaron cada modelito, pero mi favorito (que si tuviera menos edad  me lo mando a hacer) fue el camisero estilo marinerito de Gwen Harding. Parece tela  gruesa probablemente lanilla, en un tono que alguien denominó como Kaki y yo llamaría “rosa acanelado”. El detalle esta en un faldellín azul marino que emerge de la falda y que hace juego con el corbatín. El cloché viene  el mismo tono del vestido.

Una última palabra sobre esta entrega. Mucha gente al reseñar/criticar/revisar este episodio han quedado enfurecidos con la apología de Su Señoría Fellowes a las clases altas y su generosidad. Soy tal vez tan conservadora como Fellowes y les encuentro la razón hasta cierto punto. Mr. Mason debe sus problemas a torpezas cometidas por un régimen de vida que al colapsar arrastra a los de abajo, pero los exabruptos de su nuera no ayudan a su causa. No les niego el derecho a protestar, pero si a ladrarle al perro equivocado y a actuar de manera agresiva e impulsiva como lo hace La Señora Mason.

Fui un miembro de clase media acomodada que siempre traté de ser  justa con los que trabajaban para mí. Hoy que estoy en una posición casi de miseria, viviendo de la caridad (como me lo recuerdan a diario) de parientes,  he encontrado apoyo y ayuda en gente de la clase trabajadora. Eso me hace recapacitar que lo más importante no es el dinero ni la clase social, sino la capacidad de extender una mano y el deseo de hacerlo. No niego el derecho a exigir justicia social, pero tampoco el quitarle el derecho a otros a ser generosos de manera individual. No se puede borrar la caridad y decencia de los Crowley con la goma de atrás de un lápiz solo porque sean parte de una clase privilegiada.