viernes, 1 de abril de 2016

Visitas y regresos: Downton Abbey 6x04


Hacia tiempo que un capitulo de “Downton Abbey” no me tenía tan al borde de la silla. Tanto que, sin darme cuenta, y en una hora, me zampé una caja de huevitos de chocolate. Una serie de visitas, de regresos, y un viaje inesperado hasta Londres convulsionan la vida de los Crowley esta semana. Visitamos con Mary el Royal Automobile Club y evocamos el fantasma de Sybil. No será lo único del pasado que llegue ala Abadía esta semana. ¿Y qué onda con esos dolores de barriga de Robert?

La elevación de Barrow
Esta semana no seguimos al “delicado” Thomas en su ronda de entrevistas de trabajo, por la sencilla razón de que en ausencia del recién casado Carson, Barrow  es el mayordomo. Aparte de una impertinencia en la mesa y un hábito de andar con la nariz parada y hablar en susurros lúgubres, Barrow no es un mal mayordomo. Pero como le señala Robert, carece de la bondad del Señor Carson y por eso la gente no lo quiere.

Es un capitulo desnivelado donde Lord Fellowes  hace gala de lo que tanto le han criticado,  la auto traición de sus  personajes. Daisy parece poseída por el diablo, Edith vuelve a ser la mezquina del primer episodio, y Cora acusa a Moseley de chismoso, pero le perdona a Daisy los desplantes ¡Hasta parece que le tuviera miedo a la ayudante de cocina!



Bates está ciego y no suma dos +dos. ¿Ósea, Lady Mary no permite que  Ana cargue maletas y  la mucama está que revienta el vestido, pero  el marido cree que es por comerse los pasteles? Otro que ha engordado es Allen Leech lo que otorga a su Branson  un aura de prosperidad. Anuncia que ha abandonado sus ideales socialistas ya que el conocer el Sueño Americano lo ha hecho poner su fe en el capitalismo yanqui. Ok, viví en “El Imperio” como lo llamaba el difunto Chávez, y vi muchos casos de socialistas aburguesados debido al mentado American Dream.



Sin embargo,  Julien Fellowes la borda, como dicen los españoles cuando trabaja con Barrow. Esta noche mi personaje favorito vuelve a ser Thomas Barrow que me conmueve hasta las lágrimas ¡a pesar de que en su soledad se manda una de metidas de patas!Es un personaje bien hecho, muy real sobre todo  cuando baja sus defensas con Miss Baxter, su única amiga, o cuando  rechaza la compasión de Moseley.

Lady Violet pierde la compostura
El quedarse sin aliados empuja a la Dowager a un último esfuerzo. Recluta a su hija y a LadyShackleton (¿La recuerdan? Era a la que querían encajarle  a Moseley de mayordomo) para quela apoyen. Mala idea. Rosemonde aprovecha de cobrarle a su madre un par de malas jugadas pasadas, poniéndose inmediatamente del lado de Isobel. Lady Shackleton no entiende nada, se rehúsa a tomar partido y exaspera a su amiga. “¿Has venido ayudar o a exasperar? “gime el personaje de Dame Maggie Smith.

Esa noche la mesa de los Crowley se convierte en un ring. Una verdadera pelea de gallos, mejor dicho de gallinas. Isobel grita más fuerte y arrincona a la Condesa quien pierde totalmente la compostura, bufa como hipopótamo, y golpea los cubiertos contra el plato. Yo ya esperaba que le lanzase la sopera a la prima Isobel. Tal vez deberían encerrarla en la despensa con Daisy que también anda más iracunda que dragón Targaryen.

El Príncipe Consorte
En realidad, el verdadero motivo de recordarnos la existencia de Lady Prudence fue porque la  Condesa Viuda de Shackleton ha venido a traer al futro Príncipe Consorte de la Abadía. En el penúltimo especial navideño, vimos a las Hermanas Crowley ser galanteadas por individuos que nunca esperaban volver a ver. Pero si Bertie retornó para servirle café a Edith, Henry Talbot, futuro campeón de carreras de autos, también necesitaba reencontrarse con la viuda de Mathew.

Lady Mary baja la guardia y la nariz (que anda  en competencia con Barrow de quien la alza más) para demostrar genuina sorpresa y alegría de volver a ver a su galán. Su alegría no pasa desapercibida por ninguna de las Condesas Viudas. Tal vez ese sea un propósito vital de las Dowager, ser casamenteras.

Lady Violet hace pesquisas y su amiga tristemente confiesa que lo único que posee el sobrino es encanto. No hay dinero, está muy lejos de poder heredar un titulo, no es un gran partido. En cambio, Tom está encantado con el prospecto de concuñado: “Es simpático,  está loco por ti” y ama los autos”. A propósito, la llegada de Henry aguó las esperanzas de los shiperos que esperan ver a Mary camino al altar con el viudo de su hermana. Por algo Julián Fellowes puso en boca de Mary ese “Eres mi hermano” que nuestra heroína más odiada declama a voz en grito.

¡Tú no sabes nada, Familia Crowley!
Rosemonde no solo ha llegado para unir fuerzas con quien quiera levantar armas en contra de su madre (¡Te entiendo, Rose!). Además de preocuparse por el futuro (la única) de Edith, ha incluido entre sus obras filantrópicas el ser miembro del comité de Hilcroft, una escuela para educar a chicas sin recursos. Se le ocurre que la futura editora (vamos Edith, ya sabemos que vas a terminar editando la revista que te dejó Michael.) también se involucre con la institución.

No solo las Dowagers andan de casamenteras, Rosemonde le ha encontrado un partido a Mary, el Señor Harding, tesorero del comité. A ver, Tía Rosie, ya Edith tiene un pretendientequesabe hacer café, admira a las chicas que trabajan y va a heredar un marquesado… ¡Oh, No! SPOILER.

Todo este preámbulo resultó tan forzado. ¿Cómo Rosemonde no ha averiguado que Mr. Harding es un hombre casado? Y como Mrs. Harding ni pregunta dónde la lleva su marido y solo cuando se encuentra con Thomas en la puerta de la Abadía, viene a caer que ese es su antiguo lugar de trabajo.

Ok, ya todos sabemos que a Gwen le ha ido bien en la vida y ahora es no solo la esposa de alguien importante, sino también una mujer dedicada a que otras chicas como ella tengan la misma oportunidad. ¿Viste Tom? Esta es la versión británica del American Dream. Thomas y Gwen fingen no haberse visto en su vida. Ella se ve tranquila, el destila sarcasmo. Anna y Branson reconocen a su antigua compañera y ella les cuenta que todo ha sido una sorpresa.

Los Crowley en cambio están totalmente en Babia, a pesar de que el ojo de halcón de Mary nota algo familiar en su huésped. Thomas baja furioso a quejarse con sus subalternos de lo injusta que es la vida y que ahora tengan que servirle a una Salvaje en tan noble casa. Arriba, Gwen hace buenas migas con las mujeres de la familia.

Barrow no aguanta más y cuando sirve la mesa le lanza a la invitada un “¿Usted recuerda a Mr. Carson verdad, Señora?”Todos turulatos, rápidamente Gwen cuenta la verdad, y Mary le lanza una mirada asesina. Edith es la única que dice algo amable “Si trabajó con nosotros dos años, y no la reconocimos, nosotros estamos en falta”.

Barrow, feliz creyendo que su “aliada” Lady Mary sacará de la casa a escobazos a la atrevida llega  a la cocina con risitas de Perro Pulgoso, pero Bates lo pone en su lugar acusándolo de estar celoso,  Thomas admite sentir envidia. Su pequeña venganza  no lo lleva a ninguna parte. Robert le dará una reprimenda y lady Mary no es su aliada, por la sencilla razón de que Gwen da vuelta a todo con un nombre mágico: “Sybil”.

Los Crowley con lágrimas en los ojos escuchan la odisea de Cenicienta Gwen y su hada madrina que le prestaba ropa, que la alentaba a estudiar y que le buscaba empleo. Un solo error, Robert se olvidó que él s sabía que Gwen había tomado un examen en la biblioteca puesto que vimos cuando Sybil le impidió entrar contándole la verdad. En fin, Lord Fellowes está viejito,  se le pueden olvidar cosas. Lo importantes que fue un momento conmovedor que tuvo repercusiones toda la noche: tales como el  empeño de Mary en salvar el bebé Bates, la Casa Drew convertida en casa Mason, la tolerancia de Cora con la rabieta d Daisy, ect.

Largo viaje hacia  la noche

Esa noche, Mary siente alfilerazos en su conciencia, y comienza a conmiserarse de lo egoísta que ha sido y como ni se compara a la noble Sybil. Un dolor de barriga impide que Anna muestre empatía por su plañidera ama. ¡Horror! Este bebe Bates también está en peligro, pero no si Súper Mary anda  cerca. Mary demuestra sr nieta de su abuela, consigue que Branson la lleve a Londres junto a su criada que debe fingir que todo va bien con el Imperio ante un Bates que comienza a sospechar.

La excusa que Mary le  da a su familia para su súbita fuga es que “está enferma”. Y lo dice con su peculiar tono lánguido y con una cara que es la imagen viva de la salud. La familia finge creerle o le creen, ya estos personajes parecen marionetas. En Londres, Mary consigue que llegue el ginecólogo estrella y salve al bebé. Y hasta se da tiempo d salir (mientras Anna se recupera) con Henry que la lleva su reino El Club Real dl Automóvil. Eso se llama matar dos pájaros de un tiro.

Miss Baxter
El Sargento Willis ha cambiado de rumbo. Ya no anda persiguiendo a sobrinos prófugos ni viene a hacerle la vida amarga los Bates. Ahora viene a molestar a Miss Baxter. Aparentemente, el hombre que sedujo a la doncella de Cora y la empujó a la senda del crimen, ha vuelto a las andadas. Testificar en su contra sería  una buena oportunidad para Phyllis (¡hey ¡me costó  encontrarle el nombre de pila, ahora lo voy a usar harto) de vengarse. Ante la sorpresa del policía y de Moseley, Baxter se rehúsa.

Moseley va en busca de Lady Cora para que lo ayude a convencer a la doncella. Cora que adora a Thomas y perdona a Daisy todas sus meteduras de pata, pregunta si acaso Moseley viene con un chisme.¡Arggh! otra traición de personaje-. A estas alturas Cora debería saber que Moseley es incapaz de un chisme y que es el pretendiente oficial de Baxter. Bueno, no importa porque Cora tampoco consigue convencer a su doncella y Baxter se enoja con Moseley. Al final acepta testificar pero solo para evitar que Coyle (el cafiche) siga haciendo daño.

Moseley no entiende ¿por qué Baxter tiene miramientos? Con cierta amargura (qué buena actriz es Raquel Cassidy) Baxter admite que Coyle  la arruinó. Moseley protesta. El no la ve arruinada para nada. Con mirada triste Baxter responde “me cambió”.

Y o podía faltar Daisy
En medio de sus gaffes, Barrow escucha que la Casa Drew no se convertirá en Casa Mason, y no puede evitar contarselo a Daisy que no necesita de mucho para sulfurarse. Esa misma noche, Daisy decide subir a la planta alta y darle una zurra verbal (al menos esperamos que solo fuese de palabra) a Cora. No sé que es más fantástico, si la ira exagerada y perdida de Norte de Daisy que ya debería saber cómo controlar su temperamento atolondrado, o como La Brigada de la Cocina intenta impedir  su locura. Hasta Barrow se permite ser juicioso y darle un buen consejo a la ex pinche de cocina “Recuerda lo que ocurrió la última vez”. Vaya, si todo este lio fue provocado por Daisy. Su último exabrupto le costó la casa al suegro. ¿Será que se siente culpable?

En realidad, Daisy se ha convertido en un monstruillo que no se parece en nada a la original. Nadie puede ser tan tonta. Ni tan envidiosa, porque tal como Thomas, Daisy tiene sangre en el ojo desde que supo que Gwen se sentaba a la mesa de los patrones. Se olvida que Gwen nunca fue altanera con los Crowley (una vez lo fue con Carson y la ahora Madame Carson) y no sabe que ese mismo día Gwen recordó generosamente que todo se lo debe a lady Sybil Branson nee Crowley.

Es el recuerdo de la generosidad de su finada hija lo que empuja a Cora exigir la casa de los Drew para Mr. Mason. Aunque es un pésimo negocio, hasta el neo-capitalista Branson lo cree, la familia acepta. Los Condes se retiran tras esa decisión, pero les corta el paso la sediciosa e imprudente pinche que viene escoltada por Miss Baxter. La pobre Phyllis tiene alma de mártir y no va a dejar sola ni a su señora ni a su camarada por muy aturdida que sea Daisy.

Por suerte, el despistado Robert cree que Daisy ha subido a agradecerles.  Un momento totalmente Deus Ex Machina (o Robert ex Machina) La criada se turba y se traga la lengua. Baxter se la lleva y Cora murmura “¡de buena me libre!”. Señora Condesa, un consejo de patrona-profesora y adulta: no se puede permitir que alguien que está por debajo de nuestra autoridad a cada rato suba a apostrofarnos, la mitad de las veces sin razón. Hay que enseñarle a Daisy a usar medios más organizados de protesta y a ser menos impetuosa.

En la cocina Daisy está confusa. Ayer odiaba a Cora y hoy el objeto de su odio la salva. Mrs. Patmore suspira. No es bueno odiar. De acuerdo, pero hubiera esperado que alguien le hiciera ver a Daisy su actitud errática. Igual que la Bunting, no sabe reconocer aliados y termina enemistada con medio mundo.

Otra cosa que me pareció una total traición del personaje. Daisy esgrimió como argumento para “odiar” a Cora y su linaje que su marido murrio por ellos. Primero, ¿ de cuándo le bajo tanto amor por William? ¿De cuándo lo llama “Mi Marido”? (Nena si tu himen sigue intacto).? Y Los Crowley no son culpables por la muerte de William, no más que por la muerte de miles de oficiales aristócratas que cayeron en Flandes.

Los recién casados
Durante todo el episodio los Carson se la han pasado de luna de miel en Scarborough. Los Crowley reprochan a Robert haber enviado a sus criados a un sitio tan piojento. ¿Qué querían? ¿Luna de miel en el Ritz de Paris? Después de todo Scarborough es un baleario muy simpático y en era medievales tuvo una feria que recordamos de la canción de Simon &Garfukel. (Are you going to Scarborough Fair? Parsley, Sage, Rosemary and Thyme…”

Los Carson regresan a la cocina para que el mayordomo recoja sus cosas, se despida de su cuarto y anuncie que su flamante esposa seguirá siendo Mrs. Hughes para todos. (Suspiro de alivio de Robert). El momento es tan importante que hasta Lady Violet baja a la cocina a saludar a los recién casados. La pobre Dowager también está siendo víctima de los olvidos del escritor ya que hace discursos de que su lucha por la autonomía del hospital es para impedir que el estado maneje la vida de los ciudadanos (WTF?)

Edith que ha estado odiosa  toda la noche (lanzó un dardo ponzoñoso al insinuar públicamente que su cuñado le viene a quitar el puesto a Mary) anuncia la posibilidad de convertirse en editora. Mucho revuelo en el gallinero, pero Mary sorprende a todos alabando la decisión de su hermana. Con poca gracia y gesto exasperado, Edith se aleja. Todos felicitan a Mary por no ser Mary, por lo que Mary decide ser Mary y dice en tono indolente: “Hasta a un mono, si se le da tiempo, puede pasar a maquina la Biblia” ¡Yeeh, Mary!

Vestido de la noche

Fue una difícil elección. Todas sacaron cada modelito, pero mi favorito (que si tuviera menos edad  me lo mando a hacer) fue el camisero estilo marinerito de Gwen Harding. Parece tela  gruesa probablemente lanilla, en un tono que alguien denominó como Kaki y yo llamaría “rosa acanelado”. El detalle esta en un faldellín azul marino que emerge de la falda y que hace juego con el corbatín. El cloché viene  el mismo tono del vestido.

Una última palabra sobre esta entrega. Mucha gente al reseñar/criticar/revisar este episodio han quedado enfurecidos con la apología de Su Señoría Fellowes a las clases altas y su generosidad. Soy tal vez tan conservadora como Fellowes y les encuentro la razón hasta cierto punto. Mr. Mason debe sus problemas a torpezas cometidas por un régimen de vida que al colapsar arrastra a los de abajo, pero los exabruptos de su nuera no ayudan a su causa. No les niego el derecho a protestar, pero si a ladrarle al perro equivocado y a actuar de manera agresiva e impulsiva como lo hace La Señora Mason.

Fui un miembro de clase media acomodada que siempre traté de ser  justa con los que trabajaban para mí. Hoy que estoy en una posición casi de miseria, viviendo de la caridad (como me lo recuerdan a diario) de parientes,  he encontrado apoyo y ayuda en gente de la clase trabajadora. Eso me hace recapacitar que lo más importante no es el dinero ni la clase social, sino la capacidad de extender una mano y el deseo de hacerlo. No niego el derecho a exigir justicia social, pero tampoco el quitarle el derecho a otros a ser generosos de manera individual. No se puede borrar la caridad y decencia de los Crowley con la goma de atrás de un lápiz solo porque sean parte de una clase privilegiada.

2 comentarios:

  1. El capítulo en el que Barrow vuelve a ser Barrow jajaj

    Muy entretenido, en general.
    Estuvo interesante la visita de Gwen, me causó gracia la reacción de Thomas (morí cuando pusiste que tenía que servirle a una Salvaje jajja), es tan antipático cuando quiere serlo, pero creo que lo que motivó fue que ella no dijo nada hasta que él intervino. Y a Mary no le gustó nada que la tuvieran engañada.
    Me encantó el momento cuando recuerda a Sybil y todos se conmueven, redescrubiendo lo bella persona que había sido.

    No me gusta mucho el nuevo consorte de Mary, Matthew es irremplazable, en fin :(

    Siempre me ha gustado la relación entre Mary y Anna, la primera muestra su mejor lado al momento de apoyar a su doncella.

    El arco de mrs Baxter no me pareció muy interesante, aunque me gusta como se va desarrollando su relación con Molesley.

    La disputa por lo del hospital se va poniendo un poco cansina, aunque igual siempre es divertido ver agarrarse de las mechas a Violet e Isobel jajaj

    Yo creo que Daisy aprendió de su antigua profesora y por eso se puso tan pesada ¿ves que la otra era igual? jajajja

    Oye, es verdad que Tom está más gordito, yo que vi las 6 temporadas seguidas me di cuenta de ese cambio, aunque no recordaba de que había renunciado a sus ideales socialistas.

    Estuvo interesante tu reflexión, se nota que Fellowes quiso hacer a los Crawley una familia decente en todo sentido, no creo que su intención haya sido indicar que todas eran así, ya vemos a la familia del pretendiente de Isobel (que vuelven a salir ahora, quienes eran bastante snob.
    Aparte de Daisy, vuelvo a recordar a miss Bunting, era de la misma tendencia de renegar contra el sistema poniendo a todos los ricos por igual, incluso a los Crawley, quiénes eran muy amables con ella. Y estoy de acuerdo, en que en todos los estratos existe gente amable y generosa.

    Buena reseña!!
    Muchos saludos!

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    1. Hola, disculpa la tardanza. JF Scribe su propio guión, no tiene ayudantes, así que todas las opiniones vertidas en la serie son las de él. Sin acusarlo de retrogrado, es conservador, pero también cree en el dialogo entre clases. En cambio personas como Daisy y La Bunting son el otro espectro. Extremistas que me recuerdan los eslóganes que tuve que tragarme en esa época que ahora es una leyenda apócrifa en nuestro Chile. Yo si viví en el “Los Momios al Paredón y Las Momias al Colchón” times.
      Volviendo a lo nuestro, los Crowley son exageradamente ingenuos y generosos, pero que hay gente como ellos, si la hay, ojala alguno me empleara. También me encanta la solidaridad que hay en la cocina.
      Mi pobrecito Tommy esta aterrorizado ante la perspectiva del despido por eso se puso celoso de Ygritte. Jeee, yo iba a decir “Tom se volvió Ser Alliser, totalmente anti-Pueblo Libre”. Ósea como “tronera” tengo la obligación de recordar la biblia Martiniana cada rato. A ver si evangelizo a otros posibles troneros (de preferencia Lectores)
      Me pareció exagerado lo de Sybil (está muy mal escrita DA) pero me conmovió hasta las lagrimas y por eso somos tolerantes con la historia, porque el bandido de JF nos hizo querer a los personajes y todos recordamos a Sybil. ¿Me pregunto qué hubiera hecho en lugar de Gwen? Y en lugar de Mary, ¿me hubiera molestado? Yo creo que si
      Estoy todavía boquiabierta ante el capitulo quinto y como también tengo ulcera, ando un poquito paranoica. Besos

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