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martes, 19 de marzo de 2024

Invierno de 2024: Lo que vi y no tuve tiempo de comentar.

 



En este invierno que dejamos atrás, abandoné el paisaje desolado de las Dakotas en Fargo y me adentré en la larga noche de la recóndita Alaska en la cuarta temporada de True Detective. También me encontré con una extraña experiencia. Comencé a ver dos series de televisión que no pude seguir. Ya para el segundo episodio las encontré insufribles y me fui a otra plataforma. ¿Estoy llegando al grado que no soporto la mediocridad imperante?

True Detective Cuarta Temporada

La serie de Cari Joji Fukunaga siempre me inspira sentimientos ambiguos: excelente reparto y dirección se tropiezan con personajes insufribles y tramas desagradables. La primera, y más admirada, temporada me resultó vomitiva, apenas aceptable gracias a la excelente interpretación de Matthew McConaughy. La segunda ni me molesté en verla. Todo cambio en la tercera entrega con ese conmovedor relato de un policía  (Maharshalah Ali)que, antes que lo devore el Alzheimer, insiste en esclarecer un antiguo y muy cerrado caso.

A pesar de que Fukunaga se fue a dirigir Masters of the Air, había cuatro motivos para ver esta temporada de True Detective. Por primera vez tendría como protagonistas a dos mujeres policías; las interpretarían la galardonada Jodie Foster y la ex campeona de box Kali Reis;  y tendría lugar en un espacio exótico, un pueblecito de Alaska durante la larga noche, el periodo invernal en que por meses no hay luz solar, no hay día. El cuarto motivo es que es dirigida y escrita por una latina, la mexicana Issa López (Niñas Mal, Casi Divas, Vuelven).



Acabado de ver el primer episodio, mi hermano y yo estábamos de acuerdo de que, aunque era un apetitoso misterio, no había personaje simpático en la historia, y los peores correspondían a las protagonistas. Ya para el tercer episodio, estábamos totalmente enganchados con el relato y conscientes de que Danvers y Navarro eran tan complejas que nos interesaba lo que les pasara.

Una breve sinopsis. La acción tiene lugar en el pueblecito de Ennis que usa las largas noches invernales para ocultar muchos secretos. Un espacio misterioso es la estación Tsalal donde un grupo internacional de científicos está inmerso en una investigación de la que se sabe poco. Los científicos apenas tienen contacto con el pueblo así es que es una sorpresa cuando Liz Danvers (J. Foster), la jefa de la policía local es llamada a la estación. Ahí se encuentra que los científicos han desaparecido dejando rastros de violencia detrás.



Entre esos rastros hay una lengua humana. Danvers la identifica. Pertenece a Annie Kowtok, una comadrona militante que fue asesinada hace unos años. Aparece en la escena Evangeline Navarro (K. Reis), la policía que investigó, junto con Danvers,  el asesinato. Annie protestaba en contra de la mina que da empleo a más de la mitad de Ennis. La comadrona creía que la mina estaba contaminando el agua potable. A pesar de que es un hecho de que la calidad del agua es infame, nadie quiere que cierren la mina. El caso fue clausurado por presiones “de arriba”. Navarro nunca quedó satisfecha con ese encubrimiento y desde entonces culpa a Danvers.

La situación se agrava cuando encuentran los cadáveres de los científicos en medio de la tundra. Están congelados,  desnudos y con expresiones de terror en el rostro. Sus ropas, dobladas de manera prolija, están cerca de los cuerpos. De ese encuentro surge una nueva investigación que Navarro insiste está vinculada al asesinato de Annie. Uno del grupo todavía tiene vida para susurrar “Ella despertó. Ella está afuera”. ¿Habla del fantasma? ¿Fue asesinada por estos hombres?



Las interrogantes se acumulan y todo indica que lo sucedido solo puede ser explicado aceptando lo paranormal. Eso es anatema para Danvers que no cree en fantasmas y es un dilema para Navarro que si cree en ellos.



True Detective en el 2024 ofrece una variación del cliché de misterio en el que el detective blanco se ve obligado a entrar en los recovecos de una zona étnica. Aquí es todo un pueblo en conflicto. Evangeline cree que a Annie la mataron ‘hombres blancos”. Eso la lleva a reconsiderar su mezcla racial siendo hija de un afro bostoniano y de una madre que abandonó sus raíces inuit y acabó en un manicomio. Ahora es la hermana de Navarro la que es atormentada por espíritus. ¿Ha heredado el mal de su madre o realmente puede comunicarse con el más allá?  ¿Y qué sucede cuando Navarro también comienza a tener visiones?



Esto recuerda un poco a la protagonista de Sleepy Hollow, tal como Danvers que también tiene conflictos con su hijastra lesbiana a ratos recuerda, en su torpeza y porfía de mujer blanca,  a Mare of Eastown. Por ejemplo, a Danvers no le molesta que su hija explore su sexualidad, pero se opone a que Leah busque su identidad étnica entre los inuit.

Aunque la serie puede recordarnos a muchas otras historias de detectives, yo le voy al ángulo GOT. Me encanta este paisaje que recuerda al otro lado del Muro, con esa larga noche que enloquece a los mortales que la viven, donde los Inuit son los Wildlings y donde fuerzas sobrenaturales construyen esculturas de hielo con cadáveres.



Fargo Quinta Temporada

No me canso de quejarme que a pesar de estar nominados ni Juno Temple ni John Hamm hayan ganado ni un Emmy ni un Golden Globe. ¡No es culpa de ellos ser blancos! Fuera chistes,  sus actuaciones han aumentado los méritos de esta antología, mezcla de crímenes y comedia negra,  que los Hermanos Coen han trasladado desde su icónica y premiada película hasta la pantalla chica

Nunca vi las dos primeras temporadas. Me encantó la tercera, con un merecidamente premiado Ewan McGregor en el rol de mellizos y me conmovió hasta las lágrimas la cuarta en que, desligándose del arco del Noroeste de los Estado Unidos, se trasladaron a la St. Louis de posguerra con una trágica rivalidad entre gánsteres.

En esta quinta temporada regresan al desolado y nevado paisaje de la frontera canadiense. En una pequeña ciudad de Minnesota, Dorothy (Juno Temple) está contenta con su rol de devota madre y esposa. Un día, en una trifulca de una reunión de padres y apoderados, ataca accidentalmente a un policía. Dot va presa y aunque sale bajo fianza, sus datos y huellas dactilares aparecen en websites policiales de todo el país.



Ahí la descube el Sheriff Mills (John Hamm), cacique, mandamás y jefe de secta de una comunidad rural de Dakota. Mills reconoce a Dorothy. Se trata de Nadine, una de sus esposas que huyó antes de que él pudiese matarla. Ha pasado una década y, con el tiempo, el rencor de Mills se ha hecho más intenso.



Envía hombres a secuestrar a Nadine. Estos son su hijo mayor el brutal, pero bruto Gator, y el enigmático Münch, una especie de Highlander que jura tener mil años,  se pasea por la zona en un kilt, y reconoce que Dorothy/Nadine no es una mujer sino un tigre. Es que esta ama de casa los evade a todos. Antes les da sus buenas palizas.

                                                    Gator el hijo bruto

Nadine consigue extraños aliados: un patrullero negro; una policía hindú agobiada por las deudas y un mal marido;  y hasta su suegra (Jennifer Jason Leigh), una millonaria a la que no le agrada que maltraten a la madre de su nieta. El relato fluye dinámicamente alternando suspenso, terror y mucho humor, con personajes muy humanos y toques fantásticos como el misterioso Münch,  y un sueño de Nadine en el que se ve atrapada en una comunidad de esposas maltratadas.

                                                     Munch el highlander-sin-eater

El final es un poco absurdo,  y a ratos salen los obligados mensajes sobre lo malos que son los ricos,  pero nos queda claro que el verdadero terror que amenaza al mundo no es Jennifer Jason Leigh y su negocio de comprar deudas ajenas. La serie reconoce el poder de hombres blancos que, a punta de violencia, construyen ejércitos (el suegro de Mills es el jefe de la milicia local)  y que dominan a una población débil e ignorante aprovechando esos amplios espacios casi deshabitados de la región del Noroeste.



Vemos que Mills compra o arrasa con todo. Es capaz de enfrentarse a las fuerzas de la ley y el orden imponiendo su propia idea de lo que deben ser esas fuerzas. Otro componente que aprovecha es el machismo infantil de sus súbditos al convertirlos en amos de sus mujeres. Es una ironía que sean las mujeres las que lo venzan al final.



¿Por qué Funny Woman no es Mrs. Maisel?

Mientras veía el primer episodio de Funny Woman, pensaba que hace tiempo que las series más caras de la BBC ya no se venden en el extranjero (América Latina es un ejemplo) y que esto se debe a la mediocridad de estas historias que, a pesar de su wokismo,  no atraen a nadie. Ese es el caso de la adaptación de la novela de Nick Hornby que, aunque trata de la lucha de una joven por abrirse paso en el difícil mundo de la comedia,  no tiene nada que ver con otra serie sobre el mismo tema.



Se suponía que Funny Woman era la historia de una chica de provincia que llega a Londres con la esperanza de ser comediante y los obstáculos que se le presentan. A pesar de que las protagonistas no se parecen en nada, la idea de una mujer triunfando en el mundo masculino de la comedia de principios de Los 60, si recuerda a La Maravillosa Señora Maisel. Bueno, no tanto.



Barbara Parker (Gemma Arterton) vive en la ciudad costera de Blackpool. Aunque de clase media,  tiene una vida privilegiada. Trabaja en la fábrica de caramelos de su padre, es novia del “carnicero más guapo de Blackpool” y ni siquiera tiene que ver con los quehaceres domésticos puesto que,  desde que su madre abandonó a la familia, la casa la lleva su tía Marie.

Según Marie, Barbara se siente superior a los demás. Lo normal es que quien se sienta superior actúe de manera más refinada y tenga un sueño de lo que ambiciona para poder salir de la mediocridad que la rodea. Bárbara no hace nada de eso (a lo mejor en la novela). Parece estar contenta con lo que tiene y aunque guapa,  es bastante vulgar.

Cuando su padre la inscribe en un concurso de belleza, Bárbara cree que no tiene posibilidades de ganar. Su sorpresa es grande cuando la nombran “Miss Blackpool” y se le abren las puertas a otro mundo, pero Barbara se siente un objeto sin voz. El mismo día en que gana, abandona el concurso, abandona a su novio, abandona a su familia y se marcha a Londres para “ser alguien”.



Este viaje me recordó al de la protagonista de Ridley Road. Me imagino que debe ser un tropo en la literatura inglesa hoy en día estas fugas de provincianas que llegan a la gran ciudad llenas de esperanza y se encuentran con realidades peligrosas. Pero al menos en Ridley Road la protagonista no quería al novio y se sentía sofocada por el provincialismo. Además, tenía la dirección de su tío en Londres.

Nada en la primera media hora de la serie nos indica que Barbara sea infeliz o que tenga ambiciones. Y yo que me quejaba de las pataletas de Mrs. Maisel tengo que reconocer que tenían más causas que la de Barbara que deja todo atrás, inclusive la oportunidad de “ser alguien “, solo porque un periodista no le permitió hablar.



En Londres, Barbara comienza con el pie derecho. Llega a una pensión, consigue un buen empleo en la sección de sombreros de una gran tienda departamentos,  y descubre que su sueño es ser la Lucille Ball británica. El problema es que el humor de Bárbara se manifiesta en comentarios maliciosos sobre el aspecto físico de las clientas,  y morisquetas detrás de la espalda de su supervisora.

En la tienda, Barbara hace amistad con Marge de la zapatería y ambas unen sus miserias convirtiéndose en compañeras de cuarto. Barbara comparte su sueño con su roommate y a Marge se le ocurre una sola manera de que lo cumpla. Para entrar en la farándula debe conocer a una figura importante del show business.



El plan de Marge es descabellado y patético como todo en la vida de Barbarita. Barbara debe ir a algún concierto u obra de algún famoso, encontrarlo entre bambalinas y pedir su padrinazgo. Si ya esto suena imposible, peor es la manera en que Bárbara, que no tiene ni para pagar la renta,  llegará a ese teatro.

Según Marge, las más envidiadas en la tienda donde trabajan son las de perfumería porque sus clientes siempre las llevan a espectáculos teatrales o musicales. Barbara consigue reemplazar a una de esas vendedoras y atraer la atención de Valentine,  un distinguido cliente que la invita a un concierto de Matt Monro.

Marge se roba un vestido de la tienda y Barbara,  luciendo ultra glamorosa,  va a su cita. Están en los cocteles cuando se aparece una pareja,  amiga de Valentine, peor aún,  amigos de la esposa de Valentine. La mujer confunde a Barbera con una prostituta y la chica se ofende. ¿Me van a decir que por muy virgen que sea Barbara no se le iba a ocurrir que Valentine era casado? ¿O que la iba a llevar a cenar y a un show solo porque es generoso?



A Barbara le viene un ataque de ira, insulta a Valentine, insulta a sus amigos y se marcha. En el guardarropa se tropieza con un estrambótico individuo. Aunque yo también me asustaría al ver a Rupert Everett en su aspecto más siniestro, el hombre es respetuoso y viene acompañado de su mujer. La alterada Barbara cree que es otro hombre que pretende seducirla. Lo insulta,  aun así, él le pasa su tarjeta, es un agente teatral.

Antes de dejar el local, Barbara va al baño. Valentine la sigue e intenta violarla, pero es rescatada por la chica del guardarropa.  Aunque consigue retornar virgo intacta a su cuartucho,  el vestido está más rasgado que su himen. Lo que acaba perdiendo Bárbara es su empleo por lo que recurre a la tarjeta que recibiera esa noche.

Realmente, admiro a Stephen (R. Everett), uno de los muchos hombres que lucharán por colocar a Barbara en el sitio que quiere alcanzar, pero hay que tenerle paciencia. Stephen le da un nombre artístico “Sophie Straw” pero no consigue colocarla. En ese entonces no existían puestos para comediantes. Lo más que puede aspirar Barbara/Sophie es un rol de actriz y se las arregla para perder los que le ofrecen. Por un lado, exhibe una superioridad inexplicable que la hace menospreciar todos los trabajos, por otro está su obsesión de burlarse de todos y todo.



Finalmente acaba en burlesque y aun así se las arregla para que la despidan. Pero ahí, sucede un milagro. Una vez “Sophie”,  a espaldas de su agente, se infiltró en una audición para el rol de Cicely en un radioteatro. Aunque era obvio que el papel de una dama refinada le era imposible a Barbara, impresionó al equipo (todos varones) principalmente al director, el anglo-indio Dennis Mohindra.

Cundo “Sophie” es despedida del burlesque, Stephen le tiene una buena noticia. El equipo de Dennis quiere que vuelva a audicionar para el rol de Cecily. Aun sabiendo que es su gran oportunidad, Barbara es incapaz de prepararse. Llega tarde y da una interpretación patética, poco prolija,  y que parece estar optando para el rol de Curly de Los Tres Chiflados, en vez de Cecily.

Es una escena triste e irritante. Triste porque es obvio que Dennis y sus chicos quieren trabajar con ella. Irritante porque Barbara no es cómica. Yo a Gemma Arterton la he visto en varios sitios. Me encantó en los filmes de St. Trinians y en la menospreciada, Their Finest. Nunca la había visto trabajar ta mal como en este rol. Parece llorar cuando está contenta, pone cara de fuchi cuando debe verse cariacontecida,  y el cliché de entrar al cuarto de las escobas confundiéndolo con la salida, le quedó tan mal que ya daban ganas de darle escobazos a ella.



En el colmo de la irrealidad, el grupo insiste en darle una tercera oportunidad. Se entiende que están infatuados con su belleza marilinesca, que Denis se haya enamorado de la comediante, que serán amantes a pesar de ser él casado. ¿Dónde se fueron los escrúpulos de Barbara?

Es cierto que Mrs. Maisel era atolondrada, y al final, vivía autosaboteándose, pero era una dama de sociedad que, bajo el shock de haber sido abandonada por el marido, se emborrachó e hizo un show impromptu que fue un éxito. Eso es muy importante. Midge nunca abandona a su familia, nunca quiso ser comediante y le encanta competir en concursos de belleza.



Miriam Maisel tiene un vasto caudal de experiencia que va más allá de su gracejo natural, lleva años escribiéndole rutinas y chistes al marido, sus estudios universitarios la han puesto en contacto con muchos escritores satíricos, descubre que lo que hace reír es contar sus propias vivencias, especialmente las de una esposa abandonada. Incluso en su subida al estrellato, escucha grabaciones de otros comediantes. Busca inspiración en algunos de ellos como el gran Lenny Bruce y su Némesis, Sophie Lennon.



Antes de decidir que la comedia es su vida, Midge también trabaja en la sección de cosméticos de una gran tienda de departamentos. A diferencia de Barbara, aunque se lleva mal con la encargada que la degrada a telefonista y hasta la pone en el guardarropa, la Señora Maisel lo hace todo tan bien que incluso cuando se retira la siguen llamando para hacer reemplazos. En resumen, Funny Woman no le llega ni al zapato a Mrs. Maisel y no la recomiendo.

Sam Spade en Provenza

Yo siempre tuve la impresión de que Brigid O’Shaughnessy (Mary Astor) habría terminado en el cadalso en 1941, el año en que John Huston filmó El Halcón Maltes. Parece que la Femme Fatale de ese Noir clásico sobrevivió y tuvo una hija que acaba siendo adoptada por Sam Spade, una de las más famosas interpretaciones de Humphrey Bogart. Ahora interpretado por Clive Owen, Sam Spade debe viajar a Provenza a entregar a la niña a su verdadero padre, pero ese es solo el primero de sus problemas…


                                            Brigid y Spade. Los buenos tiempos

Scott Frank , creador de joyas televisivas (y en Netflix) como Godless y Gambito de Dama, ha sido el encargado de resucitar al personaje que Dashiell Hammeth convertiría en el prototipo del detective privado. Me temo que Mr. Frank ha empezado con el pie izquierdo, porque el primer episodio, de hora y media de duración,  es una gama de saltos de tiempo, flashbacks, introducción de personajes y que carece de coherencia. La serie se vuelve meandering y a ratos aburre. Solo los últimos veinte minutos llegan tan cargados de acción que impidieron que apagase a Ruhami.

Comenzamos en 1955, Brigid O’Shaugnessy ha acabado su carrera delictiva en un descarrilamiento ferroviario. Antes de morir le ha encargado a su hijita, Teresa de ocho años,  a su némesis y ex amante Sam Spade. El encargo consiste en llevar a la niña a un pueblecito de Provenza donde vive su supuesto padre, Philip de Sainte-Andre.

El tal Philip es el maleante local, nadie quiere saber nada de él ni de su hija. La supuesta abuela de la niña niega ese parentesco. El dilema de Spade acaba cuando conoce a Gabrielle, la mujer más rica del pueblo. Ella está dispuesta a ayudarlo a cambio de que la libre de Sainte-Andre que la está extorsionando.

                              Gabielle es interpretada por Chara Mastroianni, casi tan bella como sus padres

Pasan ocho años. Sam consiguió exiliar a Philippe en Argelia; Gabrielle ha muerto hace dos años, antes ella y el detective se casaron, Teresa estudia en un convento cercano. Todo esto nos lo cuentan en fragmentos de conversación y flashbacks ocasionales que hacen la narrativa un poco confusa.

Sam ha heredado la fortuna de su esposa. Eso le ha permitido establecer una sociedad con Marguerite, la dueña del bar/night-club del pueblo. Al celoso marido de Marguerite no le gusta esa sociedad. De pronto los Sainte- Andre comienzan a mostrar intereses en la huraña Teresa. Sobre todo, Philippe que ha regresado junto con muchos otros pied noirs de Argelia. Como le explica Sam a la madre superiora del convento, cuando cumpla 18 años, Teresa heredará la fortuna de Brigid, por eso sus parientes pretenden ahora ganarse su cariño.

Una noche, Teresa se aparece llorando, y con la ropa manchada de sangre, en casa de Sam. Dice que su padre ha sido baleado por “hombres malos”. Uno de ellos es un monje franciscano que Sam ha visto mendigando por el pueblo. Según Teresa, el monje golpeó a la Madre Superiora lo que precipitó la huida de la chica.

                                     Sam Spade y su "hija"

Sam deja a Teresa pegada a una botella de coñac y parte al convento. Descubre que Teresa tomó la precaución, antes de huir, de encerrar a sus compañeritas en el sótano. Las religiosas no tuvieron tanta suerte. El detective las encuentra arrodilladas en un círculo ante el altar. Aunque parecen inmersas en oración, han sido asesinadas.

Este macabro crimen está vinculado a misterios ancestrales, a un niño con poderes al que busca incluso El Vaticano. Lo más sorprendente de esta trama tipo Código Da Vinci es que se hayan demorado más de una hora en hacerla despegar hasta el punto de que parecen historias diferentes. Si les cuento esto es para que no lleguen a la conclusión que llegó mi hermano que,  antes del episodio en el convento, estaba dispuesto a no seguirla viendo.



Es imposible que un primer capítulo, aun mas si son 90 minutos, se la pase más de la mitad en una narrativa latiguda, aburrida y que nadie entiende. Mi hermano y yo hemos tomado cursos de cine y concordamos que la trama estaba mal narrada y ciertamente no parece obra de Scott Frank.



La tesis de mi hermano es que el libretista escribe una historia que cabe en cinco episodios, pero la plataforma programa la miniserie para seis. Entonces hay que estirar el argumento para llenar una hora. Esto lo vemos en muchas series, por buenas que sean. Hay veces que el comienzo es un desastre,  en otras se trata de un final disparatado. Esto lo hemos visto en la soberbia Temporada 5 de Fargo en que la media hora final parece haber sido escrita por un alumno de primaria.

Este preámbulo ha sido para explicar el desorden inicial y para recomendar que sigan la serie a pesar del lento y soporífero inicio. En último caso,  pásense sesenta minutos admirando el paisaje. Se ha vuelto costumbre enganchar televidentes con soberbias vistas. Ahí lo consiguieron con Hotel Portofino y Provenza es un gancho ideal. De ahí esa antología del crimen Murders in Provence, o el enviar a Julia Child en la segunda temporada de su biopia a la campiña provenzal.

¿Cuáles de estas series han visto? ¿Cuáles les gustaría ver?

 

 

 

jueves, 16 de mayo de 2019

Malena en Forest Hills y la TV Primaveral (2019)



¡Hola! Hora de sacar de la portada de este blog el rótulo de “Malena Homeless”. Primero porque, aunque las vueltas de la vida pueden cambiarlo todo, ya tengo casa. Segundo, porque si compartí con ustedes mi noche oscura llena de terrores (¡oh, Melisandre requiescat in lux!), también tengo que compartir cuando se prendió la luz y, por último, porque es un ejercicio para la memoria recordar cada ladrillo amarillo que esta Dorothy ha recorrido antes de llegar a Oz. Pero como este blog es un confesionario de adictos a las series, también les contaré que ha estado la Gata Seriefila viendo este tiempo.

Pues antes de dejar el departamento, entregar mi servicio Spectrum, y embalar mi tele de dos mil canales, terminé de ver la tercera temporada de “True Detective”, sin duda la mejor y las más diferente a las anteriores. Aquí no hubo crímenes asquerosos, ni villanos psicópatas, ni detectives medio locos, a pesar de que el protagonista, que comienza la historia como un veterano de Vietnam cargado de traumas, la acaba luchando contra el Alzheimer.

Si vieron a Mahershala Ali en “The Green Book” todavía puede impresionarlos más en el rol del detective Wayne Hays que, aun marcado por sus experiencias en las junglas de Indochina, en 1980 se obsesiona con solucionar el crimen de dos hermanitos. Si alguien se pregunta como un actor que recientemente ha aparecido en la escena puede ganarse dos Oscares en menos de cinco años, después de verlo como Hays, un hombre que gracias a su investigación crea una familia y forja una amistad para luego casi perder ambas por su obsesión, se preguntarán como alguien podría negarle a Mahershala un Emmy por este trabajo.


En la Posada del Ancla
Volviendo a mi saga, el 28 de marzo, una semana antes de que acabase el caos en mi casa, y creyendo que mi hermano se reuniría conmigo en un par de días, partí con un equipaje de dos maletas, dos bolsones y mi notebook al Anchor Inn en Bayside. Un tip para quien venga a Nueva York, no desee gastar mucho y busque un lugar tranquilo carca de todo, Bayside queda a mitad de camino entre Manhattan y las playas de Long Island. El transporte público está al alcance de la mano. El Anchor Inn es tranquilo y seguro, a pesar de que está a un par de cuadras de Bell Boulevard, una arteria comercial llena de tiendas y restaurantes de todos los tipos.

Por menos de cien dólares (si viajan solos o en pareja, un cuarto doble les cuesta unos $30 más) los huéspedes reciben un cuarto grandemás grande que los de los hoteles de custro estrellas y en Queens no hay de cincocon un decorado muy bonito,  tipo shabby chic, un baño privado con ducha, todo muy limpio, desayuno gratis, televisión, estacionamiento gratis y bajo techo, y la mejor señal de wifi que he tenido desde que llegué a USA.

La diferencia está en que el Anchor es una inn (posada) entonces no tiene piscina (aunque si un bien equipado gimnasio), ni salas de conferencias, ni salón de baile, ni cafetería, ni restaurante, ni te traen la comida a la pieza, pero a mis ojos, era un lugar muy completo. Sobre todo, tenía lo que yo necesitaba tranquilidad y gente amable y cariñosa a mi alrededor.

Entre las referencias sobre la posada encontré un comentario despectivo de que el sitio es una parada para homeless. Es cierto que las primeras dos semanas, conocí gente que estaba a mitad de camino, o buscando casa, o esperando les tuvieran lista la suya, o a la espera (la mayoría eran adultos mayores) de ser admitidos en asilos o lo que se llama aquí “assisted living facilities” que son departamentitos dentro de comunidades para gente de la tercera edad. Todos compartieron su historia conmigo, todos me dejaron contar la mía, y todos me dieron buenos y sabios consejos.

Nuestro punto de encuentro era el desayuno que servían en una sala común. Me dicen “en el Best Western te dan fruta; ¡en el Adria te dan todo tipo de zumos, en el Hotel de Point te sirven huevos con tocino!” Bleeeh! Este desayuno tipo continental era abundante y sabroso. Tenían muffins de arándanos, dos tipos de pan (bollos y bagels), una tostadora eléctrica, mantequilla, queso crema y dos tipos de mermelada. También había yogures variados, tres tipos de cereal, más avena que te preparabas con leche caliente. Es cierto que solo servían jugo de naranja Tropicana (mi úlcera me prohíbe los cítricos), pero a cambio, tenían una máquina que servia té, chocolate y hasta café descafeinado y… ¡oh maravilla! una waflera. ¡Gatos seriefilos, Malena aprendió a hacer wafles!

Yo pronto me hice un régimen diario. Levantarme temprano, desayunar en compañía, trabajar un poquito (en el cuarto había una mesa grande y cómoda para instalar un laptop e incluso mi teclado).  A la hora de la limpieza, me iba al lobby a leer. Aunque en el Anchor tenía cable (una gracia que no tienen muchos hoteles de 4 estrellas es que tenía canales satelitales) vi poca tele. Lo que si vi fue “Mrs. Wilson”. ¡Que fiasco!  Pobre Iain Glen, fue lo único decente de esa historia.

Me he dado cuenta de que las series de la BBC, con su empeño en ser políticamente correctas, están haciendo los argumentos densos y tortuosos no por lo que sucede, sino por el modo en que las protagonistas actúan y reaccionan: Me ha ocurrido con tres series inglesas este mes: “Mrs. Wilson”; “Traitors” y “Gentleman Jack”.  Ni hablar de “Killing Eve” que solo la veo por Villanelle que, como es psicópata, arrasa con todas las sensibilidades modernas.
Reunion de Señoras Wilson en el funeral del poligamo

La pobre Ruth Wilson interpretó a su abuela de manera tan enigmática que nunca pude sentir lástima ni cariño por un ama de casa que,  tras perder a su adorado marido,  descubre que es solo una más en la larga lista de “Señoras Wilson” Nunca llegué a saber si Alec Wilson (“Ser Jora” Glenn) tenía tantas familias porque eso ayudaba a su labor de espionaje, o por que precisamente el ser espía le daba carta blanca para coleccionar esposas. Una serie que no voy a recomendar.

Así se fue pasando marzo y entramos en abril. Mi hermana me sacó a comer en la primera semana, y mi hermano se daba vueltas, y yo incluso, el primero de abril, me fui al departamento para ayudarlo y vi que estaba muy atrasado, y que no iba a poder con todo. Mas encima el cuarto de almacenaje (y es grande) se colmó, no cabía un alfiler.

Ahí mi hermano tomó una decisión inesperada, le pagó a un chico, que trabajaba en el edificio, cien dólares (+2 bicicletas estacionarias, un aparato de aire acondicionado, y todas sus pesas) para que lo ayudará a sacar los muebles que quedaban (incluso mi cama gigante) y los dejará en el basural. Yo alcancé a regalar a una vecina mi cómoda gigante colonial. Haciendo cuentas creo que con lo que se abandonó y lo que regalamos, si lo hubiéramos podido vender, se hubiera podido costear otro galpón (son $400 mensuales) y un camión de mudanzas. En fin, eran sus cosas y él decidió sobre ellas.
Mi comoda colonial, más alta que yo

Cuando se fue, estaba tan cansado que ni vació el refrigerador. Adentro quedaron una botella de tequila añejo que alguien le trajo de México y una botella nueva de champaña. Llegó muy cansado y gruñón al hotel y como se trajo sus dos computadoras se quedó con mi mesita. Yo termine escribiendo sobre una tablita en la cama. No le podía decir nada, porque él necesita las compu para trabajar. Además, venia todo adolorido porque en su ultimo traslado de muebles, le cayó un librero de caoba justo en la cara así que parecía que había estado boxeando. Para colmo, en abril, falleció nuestro rabino E. Rosenblat (alav-ha-shalom) que fue como un padre para JC, así que mi hermano estaba muy apesadumbrado.

Días de Stranger Things
Para distraerlo lo convencí de que viéramos “Stranger Things” en mi laptop. Yo había visto el primer capítulo y casi me mató de susto. Así en nuestra estadía en el Anchor Inn nos vimos entera la primera temporada y los primeros capítulos de la segunda. En términos de argumento y efectos especiales es soberbia. Tal como se ha dicho, es todo un homenaje a Stephen King y a Steven Spielberg. Tiene una buena atmosfera ochentera (no tan buena como “True Detective”). Se me hacen reconocibles las alusiones culturales, aunque a ratos salgan con algún vocablo moderno que todavía no se había inventado, pero se entiende que haya que usarlo para atraer al público juvenil.

Mi problemay recuerden que Malena es character oriented—son los personajes. Con los adultos no tengo reparos. Me encanta David Harbour como el Sheriff Hopper, me cae muy bien el profe de ciencias y a diferencia de sus hijos, si aprecio a Karen Wheeler (Cara Buono). Joyce no se si me cae bien porque es un buen personaje o porque la interpreta Winona Ryder. Pero los niños…
Joyce lista para "The Shining"

Con la excepción de Eleven (Millie Bobbie Brown) los mocosos esos son insoportables. Nunca me ocurrió con los niños de las pelis de Spielberg ni los de S. King, pero aquí me reventaban.  Nancy (Natalia Dyar) es una odiosa, a ratos me cae mejor Steve (Joe Keery) que ella, y su hermanito Mike (Finn Wolfhard) es un histérico gritón. Dustin (Gaten Matarazzo) es tolerable, pero cuando está con sus amiguitos…. ¡Que niños tan odiosos y egoístas! Aparte que su comportamiento con El, que tiene escrito “victima” en toda su anatomía, es machista y bordea en el bullying.
La pobre El y El Club de Toby

 Las injusticias de los niños con El eran la contraparte de lo injustos que eran Mike y Nancy con su madre que merecía un premio como mujer dedicada a sus hijos y tolerante de todas sus chifladuras. Si mi Ma se hubiese enterado de que, a esa edad en vez de irme a estudiar, me fui a una orgia, como hizo Nancy, me hubiera molido a palos. Karen trataba de comprender y Nancy le caía a rugidos. Mike tuvo escondida en el sótano a una niña, que él y sus amigos juzgaron peligrosa y poco confiable, y ni una disculpa dio a su madre cuando se supo la verdad.
Karen consolando a Mike

Cuando pienso en los Goonies o los niños de “It” que tenían padres terribles, me molesta que la serie trate de mostrarnos que está bien que los Wheeler sean tan ingratos, mucho mas que los hijos de Joyce con un padre ausente y una mamá que todos ven como la loca del pueblo. En Usa existe una gran preocupación por sus adolescentes criminales, asesinos en serie, e inadaptados socialmente. Sin embargo, en su ficción muestran como normal y positivo que los chicos sean rebeldes, desobedientes, insolentes e ingratos aun cuando sus padres intentan darles todo como ocurre con los Wheeler.
Hasta Steve me caía mejor que Nancy

De todos modos, recomiendo esta serie porque es imperdible como fantasía retro, como una buena historia de terror en la tradición de grandes escritores y cineastas como los ya mencionados. Agreguémosle una excelente banda sonora y actuaciones impecables.

El placer de compartir la serie no borraba que mi hermano y yo estábamos a punto de irnos de las greñas. No había compartido cuarto con él desde 1972 así que la cohabitación era muy tensa. Mas encima todo lo que me gustaba del hotel a él le parecía mal, incluso el baño. Era un baño pequeño con ducha, pero la ducha tenia cabeza grande, el agua era transparente. Mi placer mayor fue poder lavarme la cabeza sin tener tierra cayéndome junto con el agua (como ocurría en nuestro antiguo departamento).

En Busca del Departamento Perfecto
Otra cosa que nos tenia con los nervios de punta era que se acercaba la mitad de abril y no encontrábamos casa. Voy a tratar de abreviar esa odisea. Primero, para quien busca vivienda, hay que tener cuidado con las fotos de los deptos. que encontramos en anuncios online Siempre mienten. También cuidado con las medidas, suelen ser menos que lo que la descripción indica. Finalmente encontramos un piso inmenso, inmenso, 1,500 pies cuadrados, en un buen barrio, a media cuadra de Metropolitan Avenue. Estaba perfecto, volvimos al día siguiente a medir las paredes y la puerta estaba cerrada. ¡Desde adentro una voz femenina nos dijo que el departamento ya estaba arrendado!

La experiencia mas triste fue el primero de abril. Conocimos un chico al que solo llamaré D., un niño judío de una de las muchas provincias de la desmembrada Unión Soviética. Nos había mostrado algunos pisos, pero la mayoría nos ponía en contacto con la famosa “board” (comité) que, como los jueces de Hades, decidían quien podía vivir o no en sus edificios.

Debido a que mi hermano no tiene contrato de trabajo nuestra presencia era non grata para muchas boards. Entonces a D. se le ocurrió que otro amigo de alguna otra oscura república (Uzbekistán) podría rentarnos su apartamento a espaldas de su comité. Sonaba ilegal, pero estábamos muy desesperados.

El primero de abril nos encontramos en el lobby del edificio con D. y su amigo que nuestro guía insistía en recordarnos era un “hermano judío”. Ya eso olía mal. El amigo uzbekito era muy extraño, casi mudo. Desde el comienzo insistió en que debía marcharse. Nunca nos preguntó nada. ¿Hey Dude vamos a vivir en tu propiedad y no tienes curiosidad por saber quiénes somos?

La cosa se puso más bizarra aún. Nuestro supuesto casero no saludó a nadie ni en el elevador, ni en el pasillo. Ni siquiera al super. Era como si no conociera nadie. El depto. No estaba mal, aunque mi cuarto ocupado, por un camarote y una cunita, era muy pequeño y solo había un baño. Lo extraño es que el uzbeko no parecía conocer la casa, encontró un paquete en la puerta y lo corrió con el pie sin siquiera mirarlo. Había juguetes en el piso del living. casi los pisó y aunque en todas las puertas había mezuzot (unas cajitas que contienen versículos de la Torá y que los judíos ortodoxos clavan en los umbrales), el uzbekita (y anda a saber si era de Uzbekistán) nunca los besó. Estaba claro que no era su casa.

Nosotros no quisimos decir nada ahí. Pero ya en e;l hotel, llamamos a D. y exigimos ver una copia del carné de conducir de Robert (¿y que ruso se llama Robert?) y una copia del documento de compra del piso. Ni tengo que contarles que nunca los recibimos. Me imagino que como el Dia de los Inocentes en Gringolandia cae en abril primero (April’s Fools) esta fue la idea de D. de una inocentada.

Fue en esa semana que caímos en manos de un joven corredor de propiedades muy hip que nos llevó a un departamento ultra trendy donde tenían hasta peluquería de mascotas, pero los departamentos eran del porte de una mascota…pequeñita. Ya para entonces yo descubrí que existen sitios donde puedes encontrar reviews de edificios donde los habitantes, y los que huyeron de ahí, te cuentan la firme sobre ese espacio. Así me enteré de que hay ratas en el Bruselas que a mi hermano enloqueció por la vista. En un piso once siempre habrá vista, pero imagínate como bajas esas escaleras si falla el elevador. Y con roedores atropellandote...¡Peor!

Gracias a esas recomendaciones descubrí que Lefrak City es considerado el Cuartel de las Cucarachas de Queens y que Queens Woods es la parada obligatoria para los recién egresados de manicomios. No es broma, aquí la municipalidad se encarga de encontrarles casa a los ex pacientes de instituciones psiquiátricas y terminan ahí en ese edificio tan lindo en Corona.

Ronica al rescate
Otra preocupación es que nuestra estadía en el Anchor Inn llegaba a su fin el 15. Habíamos hecho reservaciones en el Best Western Gold Coast, un poco más caro, pero mas prestigioso. Solo que mirando las fotos del cuarto noté que se veía mucho más pequeño, no tenía mesas, ¿dónde iba a poner sus ordenadores mi hermano?

Para entonces yo había comenzado una especie de amistad con la maravillosa y formidable, Ronica D.  la camarera. Cuando le conté sobre mis reparos, inmediatamente se puso en campaña. Ahí entró en juego, Rashid, el conserje mágico. A pesar de que Booking decía que no había cuartos, ellos nos encontraron uno y al mismo precio, pero cuando yo comenté que sabia de la existencia de un par de suites en el hotel, rápidamente nos habilitaron una y por cincuenta dólares menos que el precio normal.

Las suites del Anchor Inn son un secreto muy guardado. Incluso los huéspedes normales no saben que existen.  Están en un anexo contiguo al hotel, para llegar ahí no se puede utilizar el elevador, o se entra por la calle o se baja por una escalera muy empinada interrumpida a mitad de camino por una tinaja porque se llueve y desde abril que aquí no para de llover. La suite está al nivel de la calle por lo que mantuvimos la ventana cerrada todo el tiempo. A mí no me importó porque tenía aire acondicionado y calefacción con termostato. Incluso había ambos por separado en el baño.  ¡Que lujo!

Los que recuerdan mi dormitorio en Recreo, la mayor parte de la suite era del porte de esa pieza tamaño de potrero. La mitad estaba ocupada por un mullido sofá y muchas mesitas. Con ellas le instalamos un escritorio para las computadoras de mi hermano y hasta para su gabinete de archivos.
 El resto estaba ocupado por las dos camas, un velador gigante y el mueble de la tele. luego venia un espacio largo y vacío con dos espejos, yo escamoteé una de las mesas y me hice un escritorio en ese sitio.

Al final había un closet gigante. Por primera vez desde que dejé Chile pude colgar mi ropa. El baño era parecido al de arriba solo que tenía tina y una maravillosa barra de hierro que me recordó a la de mi clase de ballet de mi infancia. Prestaba el mismo servicio, permitirme flexionar las rodillas y llegar hasta el suelo, ahora para lavarme los piecitos.

 Pero lo mejor era una kitchenette con horno normal y microondas, platos eléctricos y un refrigerador más grande que el de arriba. También había una mesita y dos sillas. Gracias a Ronica, el hada guyanesa, conseguí sartén y una olla. Tal vez no kosher le pesaj, pero me permitieron celebrar Passover con huevos duros, fritos y revueltos. Con servicio de plástico y varias cajas de matzah pudimos intentar tener una pascua judía aun sin tener casa. Complementamos nuestras comidas de huevo, matzah y queso crema con lechuga y fruta.

Para mayor milagro, mi hermano le comentó nuestro problema a uno de los abogados con los que trabaja. Él nos recomendó un corredor que en tres días nos encontró un depto. Este, en Forest Hills,  de donde les escribo. Lo tomamos con todas las de la ley. Aquí no hubo board sino un señor que es dueño de todo el edificio Solo que la operación nos dejó con los bolsillos planchados. Mas encima el piso no iba estar listo sino hasta el primero de mayo. Nuevamente Rashid se hizo cargo extendiéndonos nuestra estadía (en el mismo sitio y precio) por cinco días más.

Fue entonces que, por primera vez, desde el 2012, me sentí un poco en calma. Había preocupación e incertidumbre, pero dormir (y eso que mi hermano y yo roncamos) en un cuarto donde nadie podía entrar a sacarnos, en una cama que no necesitaba de escaleras, tener un escritorio para mi sola, no tenía precio.  Fue ahí que pude escribirles las primeras reseñas de “Juego de Tronos”, que veía a cachitos por YT.

Killing Eve
Le di la tele a mi hermano. El veía noticias dos veces al día y lunes y martes seguía “The Voice”, pero un domingo aprovechando que teníamos AMC quiso ver si todavía seguía “The Walking Dead”. Se había terminado.  En cambio, nos encontramos con la segunda temporada de “Killing Eve”. Se las voy a recomendar, aunque Eve se me hace insoportable con esa bipolaridad psicótica que se manifiesta en su locura por las compras y en su casi inhumana insensibilidad y cinismo con los que traiciona a todo el mundo: Carolíne, Kenny, y, sobre todo, el pobre Niko. A medida que la serie avanza, Eve pierde contacto con la realidad, con su humanidad, con el bien y el mal, con la verdad y la mentira.

En cambio, Villanelle ha sido una sorpresa este año. A diferencia de Eve, ella, en su demente estilo, intenta ayudar a los demás: ahorcando a su nuevo amigo un huerfanito que ha quedado destrozado físicamente por un accidente; liberando a una anciana senil cuyo hijo la tenía secuestrada, asesinando a un holandés que le era infiel a su esposa y, lo mejor, convenciendo a una colega de Niko que él no es feliz con Eve y merece una mujer que lo ame. Ese encuentro con Niko fue genial. Sonó cruel, pero el profesor de matemáticas tiene que aceptar que su mujer no lo quiere.

Los dos primeros episodios de esta temporada son imperdibles porque vemos a Villanelle en su aspecto mas vulnerable; debiendo huir de un hospital a lo Umma Thurman en “Kill Bill”; vagar por la campiña inglesa sin dinero y con una herida infectada en el abdomen; hasta ser secuestrada por un maniático sexual. Y lo peor, ella tan fashionista se ve obligada a vestirse en andrajos. Solo por eso recomiendo ver esta temporada.

Los últimos días de abril nos enfrentaron a varias realidades. La primera es que habíamos firmado contrato y pagado más de $8,000 (+ $220 por garaje) por un departamento que solo habíamos visto una vez y que estaba lleno de muebles y maletas ajenas. Agregándole los $4000 de estadía en hotel, no teníamos un peso (yo en ese momento tenia $500 que hoy se han reducido a $200) y…” ¡No teníamos muebles!

La solución fue irnos a Long Island, a una mueblería llamada Raymour&Flanigan donde, en el pasado, mi hermano había tenido una línea de crédito. Nuevo milagro, como mi hermano había sido muy buen cliente (léase comprado mucho, pagado mucho y a tiempo) nos dieron un abundante crédito que nos permitió comprar algunos muebles, lámparas, y hasta almohadas. Nos trataron súper bien y eso que llegamos empapados por la lluvia, se quedaron casi tres horas atendiendonos  incluso hasta después de cerrada la tienda a las 10pm, y hasta nos dieron agua … ¡Y con marca de la tienda!

Así fue como el miércoles, primero de mayo, por fin recibimos las llaves y nos fuimos a la casa vacía. Fue un poco desalentador el primer vistazo. En Darrah Garden donde vivíamos antes, mi hermano tenía un garaje (y por $20 menos) techado y cerrado y aquí es una especie de estacionamiento totalmente a la intemperie. Eso significa que en invierno va a quedar tapado de nieve. 

El apartamento a pesar de estar recién pintado y con el parqué encerado (ni sé por qué tanto atado con el parqué, por ley hay que poner alfombras para no molestar a los vecinos) no se veía acogedor. Tal vez fue porque los antiguos dueños no nos dejaron ni una silla y se llevaron el aire acondicionado. Hasta se llevaron las persianas. La primera semana tuve que vestirme y desvestirme en el baño y tapar las ventanas con bolsones y peluches para defenderme de las miradas de los vecinos.

En el baño descubrí que se habían llevado lo que más me había gustado de la casa, las duchas de teléfono y nos encontramos con otra modernidad, los inodoros sin estanque. No les veo mucha utilidad aparte que cuesta harto tirar la cadena. Las tapas del estanque sirven para colocar cosas. Pero no importa mi hermano me prometió que iba a poner una ducha de teléfono en mi baño y ya vi en Walmart un mueblecito de menos de $15 para guardar servilletas, papel de baño y toallas, porque tengo un vanitorio, pero está atravesado por tubería así que ahí solo guardo productos de limpieza.

Lo bueno del piso son los closets, todos son walk-in, con mucho espacio incluso para cajoneras, y la cocina con tantas alacenas que yo, que no llegó al segundo estante, puedo colocarlo todo al alcance de la mano. También tiene muchos mesones, aunque mi hermano, que instaló su oficina en el antiguo comedor que colinda con la cocina, ya me quitó dos. Snif, snif.


Ese mismo miércoles y temprano, llegaron de la mueblería e instalaron los muebles incluyendo mi nueva cama.  También vino el hombre del gas para instalar la cocina. Volví a tener horno y aunque solo me ha servido para calentar comida, hacer sándwiches de queso caliente y tostadas (la tostadora estaba enterrada en el fondo del galpón) es divino poder volver a cocinar.
Sábanas nuevas de Bed, Bath and Beyond

El jueves 2 de mayo nos instalamos definitivamente y ese día vinieron de Spectrum a instalar cable e Internet. Volví a tener todos mis canales y + un paquete de canales latinos (tengo de Perú, Ecuador, Colombia hasta de Cuba), volví a tener la RAI y el canal francés. Lo mejor es que el nuevo sistema nos permite ver Netflix en la pantalla grande. Nunca más la oscuridad y pantalla limitada del laptop. Bueno nunca más es mucho tiempo, pero esperamos que Tata D-s nos ayude a seguir así.
Hablando de Netflix esto es lo que he visto en estos días:

TRAITORS:  Se ha vuelto una obsesión en el cine y la televisión el tema de los espías rusos (¿por qué será?) hoy y ayer. La Guerra Fría está en el cine en “Red Joan” y en la BBC con la todavía sin estrenar “Summer of Rockets” y en abril , Netflix presentó “Traitors”.

La historia comienza en Londres en 1945 y gira en torno a Fiona “Feef” Symonds (Emma Appleton) una “niña bien” con country house (un poco dilapidada) y padre en el Parlamento. Feef ha estado entrenando con las fuerzas especiales pata ser agente en la Europa Ocupada, pero la única guerra que conoce es en la cama con Peter (Matt Lauria), un oficial americano con esposa e hijos en los United.

La guerra se acaba, Peter debe volver a su país con su familia. Feef insiste en irse con él, adora América, adora a Peter, pero lo más bien que se quiere bañar desnuda con un amigo de su hermano, el escandalizado abogado Hugh Fenton (Luke Treadway, el Dr. Frankenstein de “Penny Dreadful”). El mundo de Feef está cambiando. No solo se le va el amante, Hugh, un devoto socialista, vence al hermano de Feef en las elecciones locales. Mas atroz le parece a Feef que los Torys sean vencidos y que Winston Churchill deba dejar el gobierno en manos del socialista Clement Attleee.

La salvación de Feef llega al entrar a trabajar al ministerio de relaciones exteriores (Foreign Office) y de ser reclutada por Rowe (Michael Sthulbarg de “Bordwalk Empire" y “The Shape of Water”) un americano que está creando, casi como un esfuerzo personal, un servicio de espionaje para una nueva guerra. Como Rowe le explica a Feef, la guerra no ha acabado, Solo han cambiado de enemigo. El necesita saber si entre los colegas de Feef puede haber un agente ruso. También la anima a cultivar la amistad (y el sexo) con Hugh.

¿Parece interesante no?  y sin embargo es (y este es un consenso con los recappers) aburridísima, aun con asesinatos y violencia con doquier. El problema es que los personajes son tediosos, pesados, antipáticos. A ratos intenta ser “The Little Drummer Girl” y cae en el mismo error de esa serie, nadie te simpatiza. Yo creo que, para ser un relato de espionaje, los personajes no son inteligentes. Rowe es brillante pero obviamente está desequilibrada, Feef es tonta de capirote y Hugh demasiado ingenuo para ser político. Definitivamente no la recomiendo.

LAS ESCALOFRIANTES AVENTURAS DE SABRINA: Me había prometido no verla más, pero es un imán, es muy entretenida y les he tomado cariño a los personajes. A pesar de que advierto, es una serie para gente de criterio formado.  Aguirre-Sacasa sigue con esa manía de escandalizar y ofender: desde tratar de convertir a Sabrina en una émula de Cristo (hay una escena en el primer cap. que la muestra naciendo en un pesebre) hasta que el demonio más feo que acosa a la brujita se llama …Asmodeo. A ver si las fuerzas ocultas no le dan al nicaragüense una leccioncita uno de estos días.

Tras acabar la primera temporada vendiendo su alma al Señor Oscuro, Sabrina decide cambiar su vida, abandonar su escuela, no ver mas a sus amigos y dedicarse totalmente a sus estudios en La Academia de las Artes Invisibles. Sabrina también ha cambiado de carácter, está mas agresiva y gritona y lo demuestra en su primer día de clases que coincide con la candidatura de Nick Scratch al puesto de Prefecto. A pesar de que es un puesto solo para varones, Sabrina insiste en ser candidata.

Galantemente, Nick la apoya, pero es el único. Hasta Tía Zelda no se ve entusiasmada con esta Sabrina rompe-tradiciones, el novio de Ambrose se revela como un gay machista que se opone a votar por Sabrina. También Ambrose está en contra de la candidatura de su prima.

Ambrose le dice a Sabrina que ella no merece ese puesto ya que desprecia las tradiciones y las reglas de la escuela que un prefecto debe cumplir y mantener. Sabrina, petulantemente, le dice que ella ha venido a destruir lo viejo y cambiarlo todo. Suena típico discurso del feminismo radical de hoy. Sin embargo, hay fuerzas ocultas empeñadas en impedir el acenso de la brujita.

Tres demonios se le aparecen en determinadas ocasiones, justo antes de las tres pruebas de competencia que Brina debe superar, y la asustan impidiéndole prepararse. Aun así, Sabrina las supera gracias a la ayuda de Prudence y sus Hermanas, luego gracias a la Tía Hilda que es la única preocupada con el cambio de Sabrina y la única en pararle el carro cuando la sobrina se le encabrita

Sabrina le confiesa a su tía que se ha visto obligada a alejar a la gente que quiere (léase amigos humanos) porque no quiere dañarlos cuando el Diablo se ponga a exigirle hacer maldades. Ese es el miedo de Sabrina, por eso está de tan mal humor y tan apurada en cambiar cosas que ve erradas. Debe hacerlo antes de volverse mala.

En su último desafío es ayudada por Nick. Ambos conjuran a los tres reyes demoniacos, pero no llegan a saber su propósito puesto que son desterrados por el Padre Blackwood. El Sumo Sacerdote está tan indignado que acaba con la competencia nombrando a Ambrose, Top Boy. Mejor, Sabrina puede destruir la Iglesia de la Noche desde fuera. Nunca hubiera sido un buen prefecto y esto nos lleva a una pregunta ¿puede una mujer a aspirar al puesto de un hombre si no está preparada para este? ¿Puede una mujer sin estudios de medicina reemplazar a un médico solo porque no hay doctoras en su hospital? Y eso es lo que vemos en el caso de Susie.

La pequeña transgénero quiere ser parte del equipo de basquetbol de la escuela, pero en Baxter High no hay equipo femenino. Susie intenta ser parte del equipo de chicos y ya se imaginarán el bullying al que es sometida. Bufando, Susie irrumpe en la oficina de Miss Wardwell. La pobre Lilith está teniendo dificultades para conseguir el respeto que merece como nueva directora, pero no lo va a obtener si desde ya las alumnas pueden invadir su oficina como si fueran toros en San Fermín.

Wardwell va a hablar con el entrenador quien le explica que el mayor problema de Susie no es su vagina, sino que es enana (como yo también lo soy, puedo usar esa palabra) y no sabe jugar basquetbol.  WTF? Impertérrita, Lilith dice que en SU ESCUELA no permitirá actitudes sexistas. Susie es incorporada al team y está a punto de pasar tamaña vergüenza cuando aparece Sabrina ex machina y consigue que su amiguita haga más canastas que Michael Jordan en su vida

Pues qué bien, ¿no? ¿Qué va a pasar ahora? ¿Sabrina siempre va a tener que apuntalar a Susie? ¿Como Susie no se sorprendió de sus milagrosas e inesperadas cualidades? En cambio, su inexplicable triunfo la orientó a salir del closet trans y a anunciar que es chico y se llama “Theo” Muy bien, pero en teoría ahora al definirse como varón, Susie no tiene impedimentos para estar en el equipo.

¿De que sirvió su esfuerzo? ¿Como ayuda en eso a chicas que si tienen aptitudes para el deporte y quieran tener su propio equipo? Por eso me gusta este programa porque te impone interrogantes y te hace meditar en cosas reales poniéndote ejemplos mágicos.

Eso es lo que he visto en Netflix. En la televisión normal estoy siguiendo “The Spanish Princess” de la que pronto espero escribir una reseña, pero abandoné “Chernóbil”. Mas allá del desastre y de la tragedia humana, no me gusta una historia que comienza con un suicidio para llevarnos en flashback a las circunstancias que llevan al Ingeniero nuclear Valery Legasov a quitarse la vida. Saber de antemano que un personaje (mas si lo interpreta Jared Harris) se va a morir de tan fea forma te quita las ganas de invertir emocionalmente en un relato de por si amargo y sombrío.


A veces los spoilers te ayudan a no perder tiempo con determinadas series. El saber del final agridulce del matrimonio de” las Annes” (Lister y Walker) fue un factor que me hizo dejar de ver “Gentleman Jack” Aunque en realidad fue que no me simpatizó la protagonista (Suranne Jones) y no por su condición de lesbiana. Anne Lister (apodada “Fred” por sus amantes y “El Caballero Jack” por el vulgo). fue toda una rareza del Yorkshire de comienzos del Siglo XIX. Latifundista independiente, viajera infatigable (falleció en las estepas rusas) y hasta alpinista, Lister documentó su vida, incluyendo sus affaires con varias mujeres, en diarios que escribió en un código mitad griego y mitad algebra.

Son esos diarios (hoy descifrados) los que proporcionan las bases de este cuento de una mujer que es mitad Capitán Poldark (intenta restaurar la mansión familiar, proteger sus minas de carbón y luchar contra los Rawson, tan implacables y corruptos como los Warleggen) y el Señor Darcy (anda en busca de esposa solo que esta debe ser rica). La candidata perfecta la encuentra Lister en su tocaya, la melancólica y frágil Anne Walker (Sophie Rundle, la Adah de “Peaky Blinders”).


La historia está bien contada, es dinámica, bien actuada y tiene un vestuario fenomenal. Lister no anda de pantalones, como la original prefiere un vestuario negro y severo, pero elegante. Aunque usa sombrero de copa se permite sus coqueterías. Al matrimonio de una de sus examantes, luce un tocado de plumas (a la última moda de 1832) que da la impresión de que se plantó un gallo negro en su cabeza.

Mi problema con la serie es que no soporté que Lister fuese tan arrogante, egoísta y pragmática con una mentalidad de propietario y llena de privilegios de clase. Trata bien a sus criados, empleados e inquilinos mientras le sirvan. De lo contrario, les da puerta. Aquí no entran las compasiones ni lealtades de un Poldark. Las mujeres en el libro de Lister son u objetos sexuales, o sirvientas u obstáculos como su hermana Marian (Gemma “Yara” Whelan).

Lo desagradable es que la serie toma el partido de Lister y coloca a Marian, que para mis ojos es una mujer mucho más reformista, compasiva y sensata que la mayoría de su época, como un personaje ridículo. Cuando Marian comenta con amistades lo contenta que está que en Inglaterra ahora puedan votar todos los hombres, su hermana burlona le dice que el voto la excluye a ella y por eso no lo alaba.

Marian le recuerda que antes el hoi polloi masculino no podía votar, pero eso a Lister la tiene sin cuidado. A ella no le importa que sus criados y criadas no puedan votar. Lo importante es que ella carece de ese derecho. Sin ser una mala persona, Lister nunca fue ni revolucionaria ni reformista, solo quería vivir a su manera y si le creemos a la serie lo consiguió, pero eso no la hace mejor que su hermana.
La criada está preñada.¿ La despedirá Lister?

Uff ya llevo diez páginas, mejor la corto aquí. Díganme si han visto algunas de estas series, si les han gustado y el porqué. Y si no les han gustado, también cuéntenme.

En cuanto a mi saga personal. Seguimos trayendo cosas del galpón de a poco. Nada hasta ahora parece haberse perdido ni roto con la excepción de la cubierta de una de las luces traseras del auto de mi hermano (doscientos dólares en repararla y por suerte no fue el foco que eso hubiera sido mas de $1,000) que por andar cargando muebles bajo la lluvia, se resbaló, casi se parte un dedo y dejó caer la mesa del comedor de mi madre sobre el foco. Pero ya tenemos comedor. (Por razones de espacio, la tenemos cerrada, pero tiene una hoja que le permite expandirse hasta acomodar seis comensales).

También Don Anselmoel super,  un señor peruano muy super gente nos instaló las persianas, los aparatos de aire acondicionado y en mi baño, una barra de protección ¡y la ducha flexible!




Yo creo que ahí vamos a tener que pararle al asunto de las compras. Eso significa no reemplazar los estantes de libros que se rompieron al desarmarlos. Eso significa que mis libros seguirán en sus cajitas, pero tiempo al tiempo. Nomás recen para que a mi hermano le terminen de pagar los $40,000 que todavía le deben y que haya salud. Por primera vez, en años, me siento serena. Espero que eso se traduzca en notas interesantes para seguir con este debate continuo sobre la calidad de nuestra televisión.