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martes, 10 de octubre de 2023

Segunda Parte Si Fue Buena: Temporada 2 de Club Estambul

 


Cuando terminaba de publicar mi reseña final de Club Estambul, el año pasado,  no me imaginaba que tendría Temporada 2,  tal como no me imaginaba que llegaría a un gran nivel de excelencia. No tiene desperdicio. En términos de contenido, escenografía y diálogos supera a la primer parte. Es un trabajo tan fino que no parece de Netflix

Su primer logro es que han reparado su yerro cronológico. Han pasado cinco años desde la Septemvriana y estamos en 1960. Turquía está convulsa, crisis económica, crisis de desempleo, estudiantes que protestan por las calles. Escasean los alimentos, la gente se intoxica comiendo carne de camello y..¡ No hay café! En Estambul nadie puede tomarse su café turco.

Como suele ocurrir en épocas de crisis, la censura se endurece. “Masal” el famoso primer éxito de Selim Songur (esa canción que habla de los que nacen “prohibidos”) ha sido vetado por la radio. Eso no hace mella en el éxito del cantante cuyos espectáculos tienen abarrotadas las noches del Club Estambul. El establecimiento ahora es manejado por Celebi y Matilda. Haci ocupa el antiguo puesto de Celebi y Tasula, que ahora es su mujer,  ocupa el antiguo puesto de Matilda.



Aunque no se han casado,  todos saben que Matilda y Celebi son pareja. Ella vive en el Barrio Griego en compañía de su hija y su nieta. El renta un piso adyacente y se saludan por la ventana, todo muy romántico.  Estamos al final de la década de gobierno del General Menderes que solo siendo Primer Ministro (y ministro de relaciones exteriores) mandaba más que el presidente. Recordemos que Menderes fue el provocador de la Septemvriana,  razón que motivaría su ejecución cuando fue derrocado por los militares.

No nos adelantemos a los hechos. La acción tiene lugar en los meses perecederos al golpe militar de 1960.El club tiene vatios problemas. Se cumplen cinco años desde la desaparición de Orhan. Una vez declarado oficialmente muerto, el club pasa a subasta pública. Antes de eso,  Celebi tiene un problema con Hacienda, una deuda exorbitante. Todo el personal del club pone sus ahorros a su disposición y él declara que de ahora en adelante el local les pertenece porque son una gran familia.

Quien no es parte de esa familia es la solapada Keriman, una rubia platinada a la que Selim sacó de lavandera para colocarla de vedette. Keriman tiene un espectáculo en que,  semi desnuda,  nada en una copa de champan mientras canta con voz orgásmica letras traducidas de éxitos en inglés. Keriman se cree cantante, se cree símbolo sexual,  y acaba pisándole los callos a Selim que la saca del espectáculo. La rubia planea venganza: ocupará el sitio de Selim, será la estrella del club y despedirá a Tasula,  entre otras medidas nocivas para “los buenos” de esta historia.



Para adquirir poder, la rubia se hace amante de Fikret, un junior metido a gánster, que anda matando gente y comprando propiedades baratas. Fikret tiene puestos sus ojos en el Club Estambul, pero también los tiene su padre. Voy a contar un mini Spoiler por si la gente no reconoce a Kursat bajo un maquillaje que simula quemaduras. Es el mismo que ayudó a Mumtaz a destruir a la Familia Aseo, el mismo que chantajeó a Orhan y que creímos que el griego había matado al final de la primera temporada.



Kursat quiere echar abajo el Club Estambul para construir un edificio de departamento. Su hijo quiere evitar eso ya que pretende convertir el club en el centro de la vida nocturna bizantina y poner como estrella a su vedette-amante. Keriman tiene una aliada dentro de la gran familia de Celebi y Matilda: Rasel.



La maternidad no ha mejorado a la hija de Matilda. Lo que una vez fuese visto como comportamiento antisocial ahora bordea en psicopatía. Vive obsesionada con el retorno de Ismet a quien le escribe casi a diario. El ex taxista ahora trabaja para una compañía de transportes y conduce camiones de carga hacia otros puntos de Europa. Ni responde,  ni lee las cartas.

En su locura, Rasel abandona a su hija un día en la oficina de la compañía donde trabaja Ismet quien ni siquiera está en el país. Es Matilda quien debe ir a retirar a su “Chikitika” como si fuese un paraguas que alguien olvidó en la antesala. Si no fuese por Matilda, ¿qué sería de la pequeña Rana?  Aunque la niña adora a su Mamika, le tiene miedo y se siente más a salvo en el reino de su abuela, el Club Estambul donde están Matilda, Tasula, Celebi y otros que la quieren y protegen

NOTA: Rana es un nombre común en el mundo árabe, no piensen que le pusieron nombre de batracio.  Pero en Ladino significa lo mismo que en castellano, así que cuando Matilda se refiere a su nieta como Ranika, realmente la llama “sapito”.



Es Matilda quien cuida y educa a Rana, A pesar de que las enseñanzas de la Granmamika son un poco esnobs (el jurel es “comida de pobres”, la niña no debe jugar con “niños de la calle”) Rana aprende cosas buenas de su abuela como hablar ladino. Matilda está preocupada porque las nuevas leyes de Menderes proclaman que quien no tiene un certificado de nacimiento no puede trabajar, ni viajar, ni casarse ni siquiera estudiar. Ese certificado solo es válido si lo ha firmado el padre. Rana va a cumplir cinco años y no puede ir a la escuela.



La solución la trae una antigua amiga de Rasel. Nissim , un chico de la comunidad judía ha visto a Rasel, le gusta y está dispuesto a casarse con ella y a adoptar a Rana. Esta oferta aumenta la depresión de Rasel que involucra a su hijita en sus locuras sean estas ir a poner piedritas en la tumba (los judíos no ponemos flores) del padre que no conoció,  hasta cometer hurtos en tiendas elegantes. No solo Rana se convierte en su cómplice, además también aprende a robar. ¿Su botín? Un labial de Keriman.

Rana, que es tremendamente precoz, entiende que su situación es precaria y se lo confiesa a Celebi quien decide tomar cartas en el asunto. Contacta a Ali Seker, el despreciable padre de Ismet. El mafioso, a su vez, llama a su hijo al que encuentra bailando en una taberna griega y le anuncia que adoptará a Rana. Ismet parte volando a Estambul e irrumpe en casa de su padre al que encuentra en una de sus acostumbradas francachelas con mujerzuelas. “¡No te metas en mis asuntos!” le grita Ismet quien al salir descubre que su madre también vive en esa casa.



Ismet le reprocha aceptar ayuda de un hombre despreciable. Por una vez Sukriye deja su dulzura de lado. Si vive con Ali Seker es porque es su esposo, el padre de su hijo, y que jamás la dejará desamparada. Ismet cae en cuenta que hace cinco años que no se ocupa de su madre. Sukriye,  con cierto sarcasmo,  le recuerda que un hombre que no se responsabiliza por su hija menos se encargará de su madre.

Ismet va a conocer a Rana lo que implica un choque emocional. Ha venido a Estambul a inscribir a su hija y a marcharse, pero la niña le ha robado el corazón. Esto complica las cosas. Ismet consigue empleo en el club y se va a vivir a con Rasel, a la que insiste en llamar “Aysel”. Rasel quiere ser una buena esposa musulmana lo que provoca alejamiento de su madre. De quien no se aleja es de Keriman que,  amparada por Fikret,  ahora está empeñada en ser la reina del escenario.





Fikret entrega a Keriman una bolsa de cocaína para que la esconda en la oficina de Celebi, pero la rubia tiene otros planes. La policía, alertada por Fikret, encuentra la droga en el camerino de Selim. Este va preso. Para sacarlo y evitar un escándalo, Fikret exige de Celebi que lo haga socio del Club Estambul.  Esa sociedad debe ser secreta.

Fikret cree que con sus juegos sadomasoquistas domina a Keriman, pero ella es imparable. Ismet la compara con una gata ladrona, Selim la define como “víbora” y para Rana es “la reina mala”(la madrastra de Blanca Nieves), pero ni Matilda ni Rasel reconocen la maldad de Keriman que puede llegar a matar para conseguir lo que quiere…y matará.



La serie es un lujo para los sentidos. Bellísima en diálogos, en paisaje, decorados y los actores son tan bellos como talentosos. Gocke Bahadir (Matilda)  y Firat Tanis (Celebi) están más viejos, pero hacen una hermosa pareja. Asude Kalebek (Rasel) ha crecido en belleza y curvas,  tiene un cuerpo antiguo, el que yo desprecié cuando tuve uno parecido entre mi 20 y 30 años. Baris Arduc (Ismet),   ahora con barba,  está a punto de caramelo, pero es la pequeña Ada Erma la que se devora cámara e historia.  No había visto tanto talento desde Andrea del Boca en su etapa infantil.




Como saben, Raza Denazir existe en realidad. Es la guionista y Kulup es su historia. Junto a su familia real ha creado personajes ficticios y con ellos subtramas ficticias, pero la relación de Rana y su madre es tristemente verdadera.

Ha sido un acierto que la guionista haya convertido a su versión infantil en narradora de su propio cuento. El contraste entre el tono elegiaco que le da la voz de la Rana madura con las viñetas de una infancia manipulada por los adultos es sumamente efectivo. Es sobrecogedor ver que alguien tan pequeño ya se vea atrapado por el dilema de proteger a una madre que adora, pero cuya disfuncionalidad manifiesta desequilibrio mental.

Si en la primera parte asociábamos el comportamiento antisocial de Rasel con sus traumas adolescentes, ahora se ha vuelto una sociópata, con reacciones descontroladas, sus robos compulsivos e innecesarios y con la agresión verbal y física de su única aliada, su hijita. Solo los que hemos vivido el calvario de una madre trastornada,  sabemos del sentimiento de culpa que experimentamos, de la vergüenza y miedo de que el resto del mundo descubra nuestra situación y de la necesidad de mentir para proteger la unión familiar.



En una entrevista,  Rana Denazir ha hablado francamente de su infancia marcada por lo que eufemísticamente describe como las “fluctuaciones mentales” de su madre afectaron su vida. La guionista llama a esos cambios  “aterradores” o “entretenidos”. Así que es como yo describiría mi vida con mi madre. Con eso se entiende lo que la niña dice que vivir con Rasel “es entrar en las oscuras fauces de un león” para desembocar en un parque temático.

En su reseña en BirGun, Tugce Madayanti Sen se queja que Rasel se ha vuelto un personaje anfipático que ya no provoca empatía. Eso ocurre con quienes sufren de desórdenes psicológicos, no los entendemos, no podemos confiar en ellos y terminan fastidiándonos. Para poder tratarlos necesitamos nosotros de terapia de apoyo. Algo que no entra en juego con los personajes ficticios a los que simplemente dejamos de querer. Es lo que me ocurre con Lila en My Brilliant Friend y por lo que me incomoda el sesgo que los Sherman -Palladino le dan a Mrs. Maisel a partir de la Tercera Temporada

Tugce dice que no se entiende el motivo para que Rasel sea tan negativa puesto que todos viven pendientes de ella. En comparación con la de Keriman, la vida de Rasel ha sido mucho mejor. La única razón para no sentirse querida o insegura es atribuir su insatisfacción a un problema psicológico que arrastra desde su infancia. Quizás desde el útero. La gestación debe haber sido un periodo tenebroso para Matilda y aún más para él bebe que llevaba adentro.



Otra queja del mismo artículo es lo acelerada que va la trama lo que a ratos confunde o hace ver como inverosímiles sucesos y acciones de los personajes. El viejo problema de la cronología resurge. Sabemos que Rana nació en la Septemvriana , o sea en septiembre de 1955. Sabemos que estamos en 1960 porque Fikret invita a una de sus víctimas a ver la premier de La Dolce Vita y porque el golpe militar contra Menderes ocurrió en mayo de ese año. Matilda y su hija visten a la usanza del comienzo de la década. En cambio, Keriman se pone faldas sobre la rodilla y prendas del ‘65. Y ese micro mini hecho de cuentas de metal, lo diseñó Paco Rabanne en 1967.


                                         Vestido diseñado por Paco Rabanne en 1967

La lápida de Mumtaz dice que murió en 1942. Lo que coloca el nacimiento de Rasel en 1943. ¿Entonces como escribe en el dorso de una foto que cumplió 18 años en 1956? Sin embargo, estos errores matemáticos y cronológicos son perdonables en tan buena serie. No así la prisa en que ocurren cosas en un tiempo tan corto. Se supone que la acción tiene lugar entre marzo y mayo de 1960. Poco tiempo para que a Tasula le crezca tanto la barriga o que Rasel, pronto reanudar su vida sexual con Ismet,  descubra que está nuevamente embarazada.

Suceden cosas entre episodio y episodio que dan la impresión de que han pasado meses lo que no es cierto. El espectador apenas se entera de algo y ya le han puesto solución o han cambiado los hechos en un abrir y cerrar de ojos. Hay cosas que nunca llegan a explicarse, como el supuesto hijo de Keriman, la muerte de la madre de Fikret,  y algo que me hizo pensar que se comieron un episodio. ¿Como es que de un capítulo a otro Fikret acabó de prisionero de su padre? ¿Y cómo Keriman pasó del hotel a nadar en la piscina del suegro?

En el trasfondo histórico también puede resultar confusa la serie. Por un artículo de Tugce Yilmaz me entero de que el vínculo de esta temporada con la anteriores es que tanto Ali Seker como Fikret se hicieron millonarios gracias a la Septemvriana. La pista está en que los edificios que Fikret ha comprado a precio de huevo fueron propiedades de griegos y armenios.



Esta confusión es la única falla que encuentro en una magnifica serie. Siempre en lo del trasfondo histórico, entra una interesante ambigüedad en él guion. A pesar de los esfuerzos de gobierno de Erdogan por limpiar la figura de Menderes, el general sigue siendo el gran villano en la ficción.

La serie introduce a un nuevo personaje, Cemil,  un universitario que oculta panfletos en contra del gobierno en el Club Estambul, con beneplácito de Celebi. Tras el asesinato de un estudiante, el ejército se rebela contra el gobierno. Se trata de militares kemalistas, hoy siguen siendo los enemigos de Erdogan. Al final Ismet pregunta a Cemil si su revolución se logrará con tanques en las calles. Para los latinos acostumbrados a ver golpes militares como preludios de dictaduras, nos es obvio que la respuesta es negativa, pero no fue así.

A un poco más de un año en el poder,  los militares llamaron a elecciones y se retiraron. Los siguieron gobiernos tan débiles que cargaron contra las minorías. En 1964 hubo una expulsión general de griegos, se cerraron sus escuelas y el gobierno se apropió de sus bienes. No fue suficiente para estabilizar al país y el ejercito volvió a ponerse en marcha en 1971, creando un ciclo de mal gobierno seguido por pronunciamientos militares que solo acabaría en Los 80.



Contenido Violento o Gory: La Segunda Temporada de Club Estambul es un ejercicio en violencia. Tenemos asesinatos, palizas, represión policial, un intento de suicidio, y un aborto provocado. Perturbadoras son las escenas de Rana siendo maltratada verbal y físicamente por su madre. Tan perturbadora como la relación de Fikret y Keriman, especialmente una escena en la que él introduce un cuchillo entre los muslos de la vedette.

Contenido Sexual y Desnudos: Toma cercana de las nalgas desnudas de Keriman mientras se viste. Una escena sexual semi grafica entre la rubia y su amante donde ella muestra un pezón. Otra escena que ha dado que hablar es cuando Fikret masturba a la vedette en un auto en movimiento.



Sin embargo, muy recatadas son la escenas de sexo de Ismet con Rasel y con Keriman y nunca sabremos si la relación Matilda-Celebi es física o solo se queda en besos y canciones de amor.



Factor Feminista: Una particularidad fascinante de esta segunda parte es su sutil mentalidad patriarcal que a veces ni es tan sutil. Aquí no hay mujeres empoderadas a pesar de que tanto Matilda como Tasula han aprendido a reinventarse (recordemos como dejamos a la griega al final de la última temporada). Yo diría que otra mujer empoderada o al menos sobrevienta nata es Sukriye que sabe arrimarse a árbol indicado y enrostrarle a su hijo su mal proceder. En cambio, Keriman en su ansias de subir se arrima un árbol retorcido y permite que su ambición la lleve por el camino más rápido a la cárcel.

No hay apoyo sino desconfianza entre mujeres. Rasel es injusta e ingrata con Tasula y su complicidad con Keriman dura hasta que un hombre se interpone entre ambas. Matilda peca de ingenua al no reconocer el peligro que representa Keriman,  y Rasel peca de desconfiada al ver tanto a su madre como a Tasula (y hasta a su hija) como enemigas de su felicidad.



Si las mujeres son torpes y descontroladas y no saben apoyarse entre ellas, queda en los hombres el protegerlas incluso de sí mismas. El MeToo luchará contra la imagen del hombre protector, ¡pero ¡cómo brillan estos señores que superan a su cultura machista en Club Estambul! Una ironía es que dos cuasi villanos de la temporada anterior (Celebi e Ismet) se convierten en los héroes de la segunda.

La sinergia entre ambos me encanta porque recuerda un fenómeno que el feminismo de mi época aprendió a respetar y que el moderno pretende erradicar . Hablo del male bonding de los 80 que ayuda a los hombres a abrirse y exponer su lado vulnerable al menos a su mejor amigo y a encontrar modos de evitar masculinidad toxica. Hoy ha quedado reducido solo a un modo en que lo hombres se unen para destruir a las mujeres, algo que no ocurre en esta serie.

Si hay un tema latente en esta Segunda Temporada es la paternidad responsable. Ismet logra por fin sacudirse de la imagen de su irresponsable padre y volverse lo opuesto de Ali Seker. En cambio, Fikret imita a su cruel padre. Celebi no solo se hace cargo de Matilda, también se convierte en protector y abuelo de la pequeña Rana,  además de ser el patriarca de su ‘”familia” del Club Estambul.

No es que esté de acuerdo con todo el machismo de la serie. No entiendo la idolatría de Rasel hacia un padre desconocido que era un buen cabrón, pero comprendo no aplaudo que Ismet caiga en la cama de Keriman. Como diría cualquier hombre latino no es de caballeros negarse a una mujer que se le ofrece en paños menores.. Pero también tomo el incidente como un ejemplo de que,  a pesar del cariño y compasión que Ismet siente por Rasel, ella no lo complementa como mujer, ni física ni emocionalmente.



Factor Diversidad: Nuevamente Kulup destaca por su retrato positivo de la vida y cultura de los sefarditas de Estambul a mediados del Siglo XX. Tres generaciones de mujeres Aseo hablan ladino entre ellas y con otros miembros de su comunidad. Selim ya se sabe proverbios en judezmo y hasta Ismet quiere aprender la lengua de su mujer porque,  como dice su hija,  quiere saber que cuchichean a sus espaldas.



La serie nos muestra una boda y un funeral judío. Vemos a Las Aseo compartir una cena de Shabbath que Rasel interrumpe groseramente para anunciar que se ha convertido al Islam. Curiosamente,  aun después de su conversión, Rasel no quita los mezuzot de los umbrales y en un momento de crisis retorna a costumbres judías que le son más cómodas y familiares.



A pesar de la insistencia en que Rasel se convierta al Islam, no vemos a ningún personaje turco practicar su religión. Se siente en todo que su sociedad es tan seglar como cuando Ataturk creó la república. Otra ironía es que se quiere darle impresión de que los judíos están totalmente integrados a la sociedad turca. Eso se nota en el saludo de la horrible Fisun a Matilda “tengo muchos amigos judíos. nos llevaremos bien”. Suena tan hipócrita como el “Shabbath Shalom” de Kursat a quien ha ido su víctima. Sin embargo, en el capítulo final un representante del gobierno militar le dice a Fikret “queremos tener buenas relaciones con los judíos”. Algo que,  a pesar de algunas maniobras de Erdogan,  ha sido la política de todos los gobiernos turcos de las últimas décadas.

Es extraño que la serie, a diferencia del Primera Temporada no nos hablen ni de los griegos ni de otras minorías cristinas que por aquel entonces no estaban en buenas relaciones ni con el gobierno ni con el pueblo turco. Su única representante es Tasula. A pesar de que es un personaje maravilloso (y mi favorito junto con Celebi y Rana)nos recuerdan que es cristiana cuando va a pintar los huevos de Pascua en la cocina de las Aseo. Ahí, Rana le pregunta si es verdad que en el Jueves Santo no pueden los cristianos ortodoxos griegos dirigirles la palabra a los judíos.

Tasula le explica que es una tradición puesto que Judas era judío . A la nena le parece una tradición estúpida. Rasel, amparada en el hecho de que ahora es musulmana, visita a Tasula el Jueves Santo para convencerla que vuelva a Club Estambul. Noten que Tasula igual no le habla, no cree en la conversión de su amiga. Sin embargo, la griega rompe con la tradición y regresa al club para hablar con Matilda.

lunes, 17 de enero de 2022

La Septemvriana y un Mensaje de Armonía Dan un Gran Cierre al Club Estambul

 


No suelo hacer notas sobre finales, pero el de Club Estambul les quedó tan bonito, tan conmovedor,  que me voy a amparar en el bulo de que es “Segunda Parte”.  Chapeau a Zeynep Gunay Tam por su valentía al mostrar una historia oscura , triste y desconocida para la mayoría del pueblo turco. Chapeau por su llamado a la tolerancia en un momento en que la cultura woke considera “tolerancia” una grosería.  No lean esto si no han visto los capítulos finales de The Club en Netflix.

Un Septiembre Sangriento

Al final, Kulub tenía lugar en 1955 en un momento en que el gobierno y los hechos históricos predisponían a la población musulmana de Estambul en contra de sus vecinos griegos. Tal como nos muestra la serie, la crisis de Chipre y el rumor del bombardeo de la embajada en Grecia son los que provocaron la masacre de septiembre (Septemvriana se la llama en griego). Pero la aparición del pérfido Kursat nos demuestra que ya existía un plan para despojar a los griegos de su patrimonio, tal como se había hecho con el impuesto de la riqueza en contra de los judíos

La descripción pavorosa de las matanzas , saqueos, destrucción de propiedad,  que tuvieron lugar son presentadas en escenas comedidas en la serial para evitar mostrar los detalles más espeluznantes de los mismos. Hubo 30 muertos identificados (29 griegos y un armenio) más seis víctimas quemadas al punto que nunca se las ha podido identificar; 300 heridos y 400 mujeres violadas (ya vimos a Tasula ser ultrajada por una manada en la serie).




Dos futuros escritores de superventas, Noel Barber e Ian Fleming,  fungían como corresponsales extranjeros en Turquía y fueron testigos de los hechos. Ambos enviaron sendos reportes a sus periódicos detallando los crímenes. Los mayores blancos fueron los religiosos ortodoxos. A un pope viejito lo quemaron en su cama. A otros les arrancaban las barbas y el cuero cabelludo como lo hacían los apaches. Como el grito de guerra era “muerte a los Infieles”, apenas encontraban a alguien no circunciso le practicaban en el acto un crudo remedo de circuncisión que en muchos casos cobró las vidas de las victimas

Los daños materiales fueron cuantiosos. Mas de cuatro mil tiendas quemadas y saqueadas, 110 hoteles, 27 farmacias, 41 escuelas, 21 fábricas, dos mil casas particulares de griegos y 71 templos. El 90% de las iglesias ortodoxas de Estambul fueron destruidas. Como muestra The Club, se había de antemano marcado con pintura roja los edificios que había que atacar. Aunque eran los griegos el objetivo principal, debido a que griegos y judíos y armenios vivían casi juntos, las propiedades de estos últimos también fueron asaltadas. El 41 %de los daños correspondió a propiedades armenias y judías, incluyendo el incendio de una sinagoga.

Tal como lo muestra la serie, querían hacerlo parecer un estallido social espontaneo)  y siguieron las pautas de la Kristalnacht nazi. El gobierno quería azuzar el sentimiento anti griego de facciones conservadoras religiosas, pero también de los nacionalistas que no estaban contentos de que Chipre (recientemente independizada de Inglaterra)  no quedase en manos turcas.



Tal como el asesinato de un diplomático alemán fue el detonador de La Noche de los Cristales Rotos, aquí fue una bomba colocada en la Embajada Turca en Tesalónica, justamente la misma casa donde naciera Kemal Ataturk. La ironía es que la bomba la había colocado un turco, pero eso lo ocultaron los periódicos de Turquía, amordazados por el gobierno.

Los perpetradores como nos muestra la serie, fueron reclutados, incluso se les trajo de provincia. Aparte de matones profesionales, se les unieron miembros de organizaciones estudiantiles nacionalistas.  La Municipalidad de Estambul prestó camiones que se unieron a 40.000 taxis para traer una muchedumbre de 50.000 personas armadas con hachas, garrotes, y petróleo.

Todo comenzó a las 5pm y acabó en la madrugada cuando el gobierno intervino enviando tropas y declarando la ley marcial. Durante los disturbios tanto la policía como los bomberos se mantuvieron con los brazos cruzados. Tenían ordenes de intervenir únicamente si veían que se amenazaba propiedades turcas.



El gobierno actuó con gran cinismo. Acusó a los comunistas que por una vez no tenía nada que ver en el asunto y arrestó a varios de ellos. También ofreció reparaciones económicas (que nunca se cumplieron) a los damnificados. Los griegos siguieron siendo intimidados y en 1964 hubo una expulsión general de ciudadanos griegos en suelo turco que se negaran a convertirse al Islam.

Como Acabaron los Protagonistas del Club Estambul



Selim Songur: Como le pasó al Gato Accolon, el divismo del cantante me irritó y no pude sentir mucha lástima por el cuándo se vio obligado a bajarle el aire Liberace (o Juan Gabriel como comentó el Gato Rafa)  a su acto. Primero por órdenes/suplicas de Orhan, luego por proteger a Matilda. Pero no me gusta la gente que te hace un favor y luego te lo refriega en la cara. Al final no supimos que iba a pasar con él. Ni siquiera supimos que iba a pasar con el club de…



Orhan: Este es el personaje que me inspiró más lastima. No tuvo final feliz y se lo trató como si fuese villano cuando tal como Matilda era una víctima de la xenofobia. Su suicidio que siguió al asesinato/eutanasia de su madre senil fue muy triste. Mas triste que nadie lo recordase. Ese es un punto que me incomodó de la serie. Orhan y sus vivencias circulaban paralelas a los acontecimientos de otros personajes. nunca supimos realmente cuál era su historia y su muerte pasó totalmente desapercibida.



Tengo una teoría un poco cruel. Aunque su última guerra fue en 1923, los griegos y los turcos siempre se han llevado de la greña, antes y después de los acontecimientos de los 50.  Se pasaron décadas al borde del conflicto. Chipre no dejó de ser una manzana de discordia y la población griega que,  solo en Estambul contaba con 57.000 cabezas en 1955, hoy ni alcanza al centenar. Compárenlos con los tres millones de refugiados sirios que han hecho de Turquía su país.



Con eso en mente se entiende que, en el último capítulo, veamos a Orhan caer en la desesperación, cometer matricidio y luego incinerarse. Es un hombre que no tiene salida, y la moraleja es “los griegos que engañan a los turcos tienen mal final”. Otro retrato negativo de los griegos es cuando Tasula prefiere ser violada por una multitud antes que por el turco Batyar y más encima hace que la turba asesine a este haciéndoles creer que es un griego. Son sutilezas que a veces se le escapan al espectador.



Celebi: Desde el primer instante, yo supe que este hombre actuaba por amor, toxico como lo notó el gato Rafael, pero amor. Y cuando en la fiesta de Purím, el viejito en la misma habló bien de Celebi y le dijo a Matilda que en esa noche se descubrían las verdades ocultas, yo supe que Aziz no era tan villano como lo creía Matilda.



Si ella no hubiese estado obsesionada con tener la razón y con su auto lástima, hubiese podido averiguar antes que rol exactamente jugó Celebi en la destrucción de la Familia Aseo. Me conmovió que tal como Matilda, también fuese víctima de Mumtaz y hubiese purgado injusta cárcel.



El final encontró a Matilda dueña de la verdad y abierta a la amistad con quien la obligó a acercarse a su hija. ¿Habría romance ahí?  Me acuerdo cuando hace un mes el Gato Rafa decía “No la van a dejar con el viejo feo. ¿No?” Pero a veces los viejos feos son los más confiables.



Ismet: Cuando comencé el primer episodio estaba furiosa. Era como si nos quisieran vender al taxista como un noble enamorado al que Rasel había estafado ocultándole que iba a ser padre. Pero a medida que los capítulos se sucedían, íbamos tomando conciencia(  como Rasel) que este machista-nihilista no era buen material para construir una familia. Ese ha sido el mejor hilado del libreto de Rana Denizer (que de acuerdo con este articulo está basado en su historia familiar) .



Yo no veía esa pareja casada y menos en esa atmosfera xenófoba, a menos que Rasel se convirtiese al Islam, pero me gustó que se hiciese hincapié en lo peor de Ismet. Sus falsos prejuicios en contra del padre cuando esperaba de las mujeres también sumisión. El que estuviese dispuesto a ser el gigolo de Diana, el que rechazase todo lo sagrado para un turco(religión, familia, nación), pero invocase la ira de Allah sobre Rasel.



Mas importante aún, exigía honestidad de parte de Rasel, pero se negaba a aceptar quien era ella en realidad. Seguía llamándola “Aysel” y la hizo callar cuando ella se puso a contarle de su Bat Mitzvah. Mas grave que no ayudase a una mujer a punto de parir a abrir una ventana atascada y le fumase en la cara, fue lanzar un cenicero lleno de colillas al suelo a sabiendas que había dos mujeres para limpiar su desorden.





Rasel: Al menos, al final estuvo más controlada y resultó más madura que Ismet. Me gustó como se enteró que su madre había matado a Mumtaz y que no haya armado ningún escándalo. Hizo su maletita callada y se fue. Aun así, nunca me resultó un personaje simpático, pero creo que era algo genético. Rasel era una sobreviviente nata, pero no entendía lo que significaban ni la palabra amistad ni la gratitud.



Matilda: Un gran personaje, a pesar de que no era muy positiva. Selim tenía razón al decir que vivía hundida en la autocompasión o ‘Haciéndose la víctima” como dijo Rasel. Imposible acusar a Rasel de injusta y mentirosa si su madre era igual. Cuando corrió a chismearle a Orhan que Celebi complotaba con Kursat, sin una prueba, cometió uno de los peores pecados en el judaísmo, el equivalente a matar a una persona en vida.

En su terquedad de verse como víctima de Celebi se inventó una teoría tan descabellada cuando lo normal era asumir la verdad, que él siempre la había amado y que había cierto rencor social el verla tan sometida a a Mumtaz y mientras ignoraba a “Aziz, el chico que sirve él te”. Para colmo, Matilda, como toda semita, es una mandona. Incluso cuando pretende acercarse a Ismet es para darle órdenes. Esa es la diferencia con la dulce y sumisa Sukriye, la mamá de Ismet.



A través de la serie, me indignó que Matilda no se defendiese, no gritase su historia a   los cuatro vientos. Fue solo en su charla con su hermano que me di cuenta de que el rol de víctima era una máscara que usaba Matilda para ocultar su verdad. Ella había sidocegada por el amor como dijo Celebicómplice de su amante en la destrucción de su familia.



 Aunque no concuerdo con el lapidario artículo de PopKultur, si concuerdo con Lisa Borch que el club era un espacio para personajes marginales que no eran honestos consigo mismos. Por eso, me gusta el final en el que el club se convierte en un refugio para los perseguidos, pero también un lugar donde los diferentes grupos étnicos pueden convivir en armonía. ¿Qué bonito, ¿no? Pero en aras de la justicia, tengo que admitir que hubo cosas que me desorientaron.

¿Tuvo Fallas Club Estambul?

Comienzo aludiendo a este excelente,  aunque largo artículo, escrito por un periodista turco, Serhan Halis para Bir Gun. Halis se sorprende ante el abrazo inmediato que sus colegas turcos hacen de la serie. No descarta los méritos de Kulub, pero lo irrita que no vean sus fallas y cita a William Faulkner (posiblemente el mejor novelista estadounidense) :”Un libro nunca fue tan bueno como pudo serlo”.

Comienza Halil quejándose de la licencia histórica que pretende que Club Estambul tenga lugar en 1955 cuando la edad de Rasel lo desmiente. Hay otros detalle que nos recuerdan que estamos en 1960, desde la amnistía que libera a Matilda hasta los filtros de los cigarrillos. Lo que puede ser solo un cambio cronológico necesario,  puede ser,  para quienes no desean que se conozcan estos errores históricos,  una prueba de la falsedad de hechos que incluso en la ficción son tergiversados.

Por último, se queja del personaje de Rasel, típica Generación Z,  que no corresponde a una adolescente en la Turquía de la época. Y como en eso también estoy de acuerdo, tomo la venia de Halil para ver las fallas que desmejoran el final de The Club.

Además del olvido en que se sume a Orhan, está la aparición tan inesperada e innecesaria del hermano de Matilda. La defino como innecesaria porque fue abrupta, subrepticia y desordenada. ¿Dónde estuvo Izhak todos estos años? ¿Como escapó de Askele? ¿Por qué no se ocupó de su hermana? ¿Por qué lo vemos en el hospital?  Luego, le dice a Matilda que sigue siendo un fugitivo de la justicia turca. ¿Con que papeles entró y cómo anda para todos lados sin ocultarse?





Entiendo que hace una década que Zeyneb escuchó esta historia de labios de Rana Denizar y que le tomó diez años encontrar quien subvencionara económicamente su producción, pero eso no excusa las lagunas de su final. Mi padre era un hombre muy instruido, sin embargo, muy fan de las telenovelas. El definía una mala novela como una con un “mal final”, uno que “dejaba cabos sueltos”, que no ofrecía closure.

Desde el comienzo de Club Estambul que sabemos que el conflicto mayor es entre Rasel y Matilda. La primera no perdona a la segunda su abandono, sus mentiras,  su incapacidad de responder a las preguntas de su hija. Como toda buena narrativa, el final de Kulup debió incluir un momento de sinceridad entre madre e hija. Sabemos que Matilda le envió una carta Rasel que ella dejó en un cajón en casa de Ismet sin leerla. ¿Qué tipo de Pistola de Chejov es esa?

El que la historia acabe sin que Rasel sepa la historia de su familia, o quien fue su padre,  simplemente invita a que el conflicto continue para siempre. Como ya ha quedado claro que no habrá tercera parte, el final abierto no satisface.

Sin embargo, Gato Rafa y Servidora apoyamos una teoría de que la serie ha sido editada. Gato Rafa encontró este clip en turco que nunca apareció en la serie y que corresponde a la Segunda Temporada. 

 


Yo encontré en un artículo de New Lines Magazine una cita de Matilda contándole a Rasel que a su padre y hermanos “Los hicieron trabajar hasta matarlos. Tal era su propósito”. ¿Escuchamos esa conversación en la serie ? Finalmente, en la Wikipedia turca dicen que The Club fue creada con 12 capítulos, seis por cada temporada. Aparentemente, se tragaron dos.

¿Es posible que en esos capítulos estuviesen las respuestas a todas las dudas de Rasel y nuestras? ¿Que en ellos se integrase mejor la historia de Orhan y la de los otros personajes?  ¿Que nos contasen que ocurrió con Itzhak en 17 años?  ¿O dónde quedó Mordo?  (Aunque según Gato Joan Manuel, Mordo permanece atrapado en la Friendzone.

¿Te gustó el final de Club Estambul? ¿Qué es lo que más te gustó? ¿Te quedó alguna duda?

C

lunes, 27 de diciembre de 2021

Sefarditas y Turcos en la Estambul de Los 50: The Club en Netflix

 


Ya saben qué hace años que les vengo huyendo a las telenovelas turcas, pero, aunque no me crean,  lo que me atrajo de Club Estambul no fue saber que su protagonista era sefardita. Ni siquiera sabía que era judía, un detalle que obviamente no les interesa a quienes se acercan a esta serie de Netflix. Tampoco me atrajo el dramón maternal. Fue más la idea de una ‘”mujer perdida” trabajando en un night-club en la Estambul de los 50. Ahora, confieso que ver, en los primeros veinte minutos,  a la protagonista celebrando el Shabbath en una cárcel de mujeres, me enganchó. Pero The Club (Kulub en turco)tiene otras virtudes para engancharlos a ustedes.

La historia comienza en 1942. En una azotea de Estambul,  la adolescente Matilda Aseo mata a un hombre y es condenada a cadena perpetua. Pasan 17 años, vemos el interior de una cárcel, un taller de costura, las presas celebran una amnistía general. Una se acerca a Matilda (Gokce Bahadir)  y le pasa unas velas “que Allah te bendiga” le dice. Matilda le agradece,  enciende las velas y recita la bendición que marca el inicio del Shabbath.


                             Matilda joven

Matilda sale libre, pero ya no queda nadie de su familia esperándola. Dirige sus pasos al barrio judío en Galata en busca de David Pinto. En flashbacks descubrimos que Matilda alumbró una niña en la cárcel y se la encargó a este hombre. David (o Davitko como lo llama Matilda)  vive en una típica casa sefardita, llena de diversas generaciones de mujeres unidas por lazos de sangre y de matrimonio. Reconocen a Matilda y la miran con desconfianza y desprecio.

Por Davitko,  Matilda se entera que Rasel se ha criado en El Orfelinato, una casa hogar para huérfanas judías. A Matilde no le interesa su hija, quiere que Davitko le consiga documentos para inmigrar a Israel. Davitko quiere que,  antes de hacer aliyah, Matilda conozca a su hija. Le entrega una fotografía de Rasel que Matilda romperá sin mirarla.

Cuando conocemos a Rasel (Asude Kalebek) , no nos sorprende que Matilda no quiera verla. Rasel es una especie de animalito que en momentos de ira da rienda suelta a su agresividad. Lo único humano que tiene son defectos. es mentirosa, ratera y traidora. Cuando su única amiga, la bailarina Tasula, le pide que lleve recado a su amante, el taxista Ismet, . Rasel lanza la carta a la basura, se emperifolla, se  maquilla y seduce al taxista. Luego regresa y le anuncia a su amiga que Ismet se fue con una “rubia”.

                           Rasel en ánimo depredador

Tasula se desespera. Es otra mala noticia. La han despedido del Club Estambul y el manager, Celebi (Firat Tanis) , se ha quedado con sus documentos de identidad. A Rasel se le ocurre meterse al club y recuperar el carnet de Tasula, pero al encontrar que en la despensa hay cigarrillos de contrabando, se pone a robar. Llega Celebi y Rasel le da un botellazo. Acaba presa. Es ahí donde a Matilda le bajan los sentimientos maternales.

Celebi no quiere hacer olas.  Se dispone a retirar la denuncia, pero ve a Matilda y la reconoce. Eso lo lleva a chantajearla. Ella le pagará una cantidad que solo él conoce, pero para asegurarse del pago, Matilda deberá trabajar para el club. Por la libertad de su hija, Matilda sacrificará la suya. Es un trato ingrato puesto que Celebi, por misteriosas razones,  busca humillar y destruir el espíritu de su cautiva y Rasel odia a su madre que la abandonó y se niega a explicarle sus razones para hacerlo.

                      Celebi

El Dramón Maternal, la Quintaesencia del Culebrón

El drama maternal es uno de los géneros más conocidos del melodrama. Desde que Mrs. Heny Wood escribiese el superventas East Lynne (1863)  (y aun mas cuando Bisson escribiese Madame X para el teatro en 1908)  que tenemos esa imagen lastimosa de la mujer perdida, muchas veces ex presidiaria, que intenta recuperar hijos que abandonó o le fueron arrebatados.

                         Theda Bara como Lady Isabel en East Lynne

El cine de Hollywood se hizo eco de esa moda . Roger Dooley dedica toda una sección al tema en su From Scarface to Scarlett. En su etapa en el Cine de Oro Mexicano, Dolores del Rio encarnó a muchas de estas sufridas madrecitas. Lo dramas maternales son la quintaesencia del culebrón. Amparito Rivelles hizo carrera en la televisión mexicana perdiendo hijos que luego debía buscar. Muchas actrices la seguirían. En este siglo,  el cetro quedaría en manos de Vicky Ruffo que de jovencita había hecho el papel de la hija que se niega a aceptar a esta extraña del pasado que reclama su amor.

                          Dolores del Rio en Las Abandonadas

Aunque yo fui devoradora del drama maternal telenovelero, siempre tuve problemas con la torpeza (hay excepciones) con la que la madre se acerca a la hija para explicar que nunca la abandonó, o que tuvo razones de peso para esa separación tan larga. Es más difícil cuando la madre es una convicta y (¡oh horror!) cuando su víctima ese también el padre de sus hijos.

Matilda tiene ese doble problema,  que una vez enfrentó la legendaria Amalia Batista, pero no es excusa para que se niegue a dar explicaciones o que las suministre con cuentagotas. A ratos entiendo que Rasel se exaspere ante esta mujer que insiste en dominarla, pero no responde a sus preguntas y si lo hace es con medias verdades.

En suma, Matilda es torpe. La cárcel no le ha dado la sabiduría para sobrevivir en el mundo exterior como ocurriera con La Dama de Rosa,  ni tiene las estrategias que la Madrastra planificó para poder recobrar a su familia. Matilda es tonta, pretende que Rasel la acepte, quiera y obedezca cuando son un par de extrañas. Aunque tiene respuestas enmudece cuando Rasel la interroga, para luego volverse una bully y zarandear a la hija exigiéndole que no vea al novio.

                      Victoria Ruffo en La Madrastra

Ni siquiera sabe quiénes pueden ayudarla a conquistar el corazón de su hija. Se mostró sospechosa con Mordiko que es un Pan de D-s, y agresiva con Tasula que es otra víctima de las marrullerías de Rasel. Celebi,  que parece ser el único listo en este cuento,  nota el parecido entre las personalidades de Matilda y de su hija, y es que en ellas la falta de tino es frecuente.

Rasel no es como las huerfanitas de Delia Fiallo e Inés Rodena que tan bien ha interpretado Maite Perroni en este siglo. Además de parecer borderline, y ser una delincuente nata, es tonta. Se lo dice Ismet en dos ocasiones. Se mete con un hombre en el que no se puede confiar y eso lo demuestra el modo en el que el taxista ha tratado a Tasula.

                  María Desamparada se enfrenta a la madre que la abandonó. Duelo Perroni-Ruffo

Rasel se cree que se las sabe todas y acaba como todas las mujeres de Ismet. Vamos,  que ya sé que Baris Arduç es un galán en Turquía (a mí me recuerda a Pedro Infante y ni canta), pero no me parece muy romántico un hombre que te deja en descampado bajo la lluvia para correr tras una gringa millonaria,  o que te planta una bofetada apenas le dices que eres judía.



Para hacerla más antipática, Rasel señala con el dedo a la madre al descubrir que es asesina, cuando ella misma pudo matar a Celebi de un botellazo y antes de entregarse a Ismet provoca un accidente que casi acaba con ambos. La Rasel me revienta casi tanto como la madre.

Yo entiendo que el modelo que les ha cosechado un triunfo universal a los turcos sigue las pautas de las telenovelas más rancias, pero aun para los que nos disgusten esas fórmulas clichés, Club Estambul tiene mucho que ofrecer.  Por ejemplo, es casi seguro que quien se come la trama es Salim Bademci en el rol del estrafalario, pero talentoso Selim Songur.





Este cantautor,  a quien sus propios padres han desheredado por su estilo de vida “bufonesco”,  va de fracaso en fracaso, hasta que se le ocurre presentarse ante el enigmático Orhan (dueño del club) a venderle sus sueños. El hipnotizado empresario da carta blanca su nueva estrella, provocando una revolución en el negocio de espectáculos nocturnos del país que siempre se ha apoyado en bailarinas y voces femeninas.

Hay algunas otras subtramas que conciernen a personajes menores como los chicos provincianos que Celebi trae a Estambul a trabajar en las cocinas y tramoyas del club. Una lástima que no haya más espacio pata dedicarles a ellos y nos pasemos tanto rato viendo enfrentamientos entre madre e hija y revolcones de Rasel e Ismet. Ese es el mayor problema con Club Estambul, el poco equilibrado argumento que ofrece tanto potencial para un dramatizado, pero no acaba de superar esquemas telenoveleros.

Por otro lado, hay una cantidad de misterios que se toman su tiempo en revelarse añadiendo suspenso a la trama. Solo en el primer capítulo nos preguntamos quien fue el padre de Rasel y quien fue el hombre que Matilda mató. En la segunda entrega, descubrimos que son una misma persona, Mumtaz.



Los motivos para el crimen y la desaparición de la Familia Aseo nos serán revelados más adelante, tal como la relación en el pasado entre Celebi y Matilda y las razones que lo llevan a maltratarla y a protegerla. Como si no tuviéramos bastantes secretos que desvelar, para el cuarto capitulo descubrimos que Orhanun personaje totalmente desperdiciado también se trae un misterio gordísimo escondido en el bolsillo.

Los Sefarditas y la Xenofobia en la Turquía Moderna

Para entender estos misterios sería necesario un poco de explicación histórica que la serie, lamentablemente no aporta. Para Los Cincuenta, la comunidad judía turca contaba ya con cuatro siglos de existencia. En su mayoría eran sefarditas, descendientes de los expulsados de España a los que el Imperio Otomano había dado cobijo. A pesar de su gran población, y buena situación económica, los judíos habían (han) experimentado brotes de antisemitismo aun en la moderna republica de Turquía.

Las razones son diferentes. Desde la Guerra de los 6 Días ha existido un sentimiento anti-sionista en algunos sectores de la política turca. El reinado de Recep Tayyip Erdogan ha coincidido (y no accidentalmente) con un auge del islamismo fundamentalista que no permite la cohabitación con otras religiones.

                     Demostración anti-Israel en Estambul en el 2016

Sin embargo, el impuesto de 1942 que provocó el crimen y encarcelamiento de Matilda no ocurrió por ninguna de esas causas. Ni siquiera se puede acusar (como con los pogromos de 1934 en Tracia)  a la influencia del nazismo, a pesar de que agentes nazis se encargaban de sembrar cizaña en la prensa turca en contra de los judíos.

Para mí el mayor crimen turco en contra de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial fue el hundimiento del Struma del cual les hablé en este artículo. Ese incidente fue provocado por la presión inglesa al gobierno tuco y buscaba impedir la entrada de más judíos al Mandato Británico de la Palestina.

El segundo gran crimen fue ese vergonzoso impuesto.  El Varlik Vergiz (impuesto a la riqueza) nació de un nacionalismo turco que por décadas perseguiría a las minorías (armenios, griegos y judíos). Aprovechando la mayoría nacionalista en el gobierno se impuso un impuesto elevadísimo 20% más alto que el de los ciudadanos turcos islamitas a todo el que no fuese musulmán.

                                 Judíos venden sus pertenencias para pagar el impuesto

Se les dio además un brevísimo espacio de tiempo dos semanas para recaudar el dinero que debería ser entregado en efectivo. 14. 000 hombres,  que se vieron imposibilitados de conseguir tan fuerte suma,  fueron enviados a campos de trabajos forzados en las montañas . Las condiciones insalubres del campo, el clima, y el trabajo de picar piedras para las carreteras,  convirtieron a esos sitios en una especie de Valle de los Caídos. En los dos años que duró esta cruel medida,25 personas (la cifra exacta todavía no se conoce)  fallecieron en esos lugares, incluyendo el padre y hermano de Matilda.

Hoy se sabe que Ismet Inonu, el presidente de la nación turca aceptó ese injusto impuesto con la esperanza de ayudar a la clase mercantil alejando a su mayor competencia. Además, se esperaba que tanto el dinero de los impuestos, como los bienes de los encarcelados (a muchos les quitaron sus negocios como vimos sucedió con la compañía naviera del padre de Matilda),  fuesen entregados a empresarios turcos para ayudarlos en sus empresas. Por último,  se utilizó lo recaudado para el rearme del ejército, algo necesario en evento que Turquía entrase en la Segunda Guerra Mundial

                   En la nieve llegan los prisioneros al campo de trabajos forzados de Askale

Lo importante es recordar que no solo los judíos eran blanco de estas medidas arbitrarias. En 1955, once años después que se derogara el impuesto, volvió a surgir una ola nacionalista cuyo mayor objetivo eran los griegos. El excelente filme “cocinero” A Taste of Spices cubre ese periodo desde una óptica griega.

Durante el gobierno de Celal Bayar y bajo órdenes del Primer Ministro el General Adnan Menderes, tuvo un lugar un terrible pogromo en Estambul donde murieron docenas de personas y cientos de hogares y propiedades fueron destruidos incluyendo dos monasterios y 23 iglesias ortodoxas. Aunque el ataque iba dirigido en contra de griegos, también los judíos sufrieron pérdidas materiales incluyendo el incendio de una sinagoga.

Después de ese pogromo hubo una estampida. Los griegos regresaron a Grecia a pesar de que muchos no habían nacido allá. Los judíos comenzaron a emigrar a Israel, que en la serie vemos es percibido como un gran refugio sea para las víctimas del nacionalismo, una mujer sin hogar como Matilda, e incluso una pareja que quiere iniciar una nueva vida.

                      Mordo y Rasel pretenden comenzar una nueva vida en Israel

Aun así, David que ha sobrevivido esas olas antisemitas reconviene a Matilda cuando esta pretende hacer aliyah: “hemos vivido 400 años en esta tierra”. Para él , Turquía es su hogar, como lo sigue siendo para los 15.000 judíos que siguen viviendo en ese país a pesar del creciente fundamentalismo islámico y antisionismo del gobierno de Erdogan.

Una Visión Positiva de la Comunidad Judía

El diario vivir de la comunidad sefardita es un importante tema del filme. Lo que ha asombrado a los judíos turcos ya que, si se les suele mostrar en las series turcas es siempre a través de estereotipos negativos (el prestamista tacaño, el mercader tramposo, el agente de la Mossad, etc..) . Aquí tanto las protagonistas como su comunidad y cultura son vistas con buenos ojos. Aunque nos haga parecer a los sefarditas como que viviéramos en comilonas (efectivamente, somos patacheros). Tenemos en la serie cenas de Shabbath, fiestas de compromiso y mi festividad judía favorita, Purim donde se le revela a Matilda la identidad de Celebi, pero ella,  obcecada, no entiende la relevancia de lo que un antiguo socio de su padre le cuenta.

                    Rasel en la galería de las mujeres en la sinagoga

La religión judía también es vista de una manera positiva. Vemos un servicio de sábado en la sinagoga al que asisten Rasel y su madre.  La serie comienza con Matilda celebrando el Shabbath en la cárcel. Ya libre, Celebi la obliga a trabajar en sábado, pero vemos que el villano también impide a sus empleados musulmanes guardar su viernes. Su impiedad alcanza a todas las religiones.



Para el público turco es toda una sorpresa descubrir esta comunidad que sigue conviviendo junto a ellos. Para los historiadores representa una oportunidad de poder hacer públicos aspectos de la historia reciente de Turquía que han sido olvidados o silenciados. Algo que sorprenderá a muchos televidentes latinos es su encuentro con el ladino, una forma de español antiguo que los sefarditas han conservado como lengua franca en sus países de exilio junto con otras costumbres que se trajeron de la Península Ibérica hace cinco siglos.

Una arbitrariedad de esos gobiernos nacionalistas fue prohibir el uso de un idioma que no fuese el turco aun dentro del hogar. Eso ha provocado un declive en el uso del ladino que ya va camino a ser lengua muerta. En Kulub oímos a los personajes, incluyendo a Matilda y su hija, hablar en ladino (So la tua madre es como se le presenta a Rasel), pero también lo escuchamos en canciones como la de la “Ninya de Kasa Alta” que parece reflejar la tragedia de Matilda.



Junto con el vestuario y las alusiones históricas, la música es fundamental para crear atmosfera de época. Tenemos baladas sefarditas junto a los espectaculares números musicales de Selim Ongur (un coctel de jazz, rock a lo Buddy Holly y música turca) . En términos de música occidental, tampoco se queda atrás.  En su primera cita, Ismet y Rasel escuchan a Frank Sinatra en la radio;  cuando Selim descubre el nombre de Matilda inmediatamente le canta el refrán del calipso de Harry Belafonte; y cuando Rasel quiere demostrar sus celos por el músico dice despectiva “él no es Elvis”.






El Club Rompe Tabúes

Hablando de Selim, hay algo que no me puedo guardar. Su comportamiento afeminado , la ausencia de pareja, el rechazo de sus padres y la primera canción que canta em el club,  que incluye la frase “algunos de nosotros hemos nacido prohibidos”,  me ha hecho pensar…pero ¿cómo es que nadie más se ha dado cuenta? La única publicación donde se habla de su posible “queerness” es en una página judía.



Se entiende, el tema gay es totalmente Verboten en las producciones turcas. Hace un par de años, cancelaron una coproducción de Netflix ( If Only) precisamente por querer incluir una pareja homosexual. ¿Será esta una manera de la compañía de streaming de cobrarse esa cancelación?  ¿O acaso Zeynep Gunay Tan,  la directora,  ha encontrado esa rendija para eludir el tabú?

En general, Club Estambul es bastante atrevida. En SensaCine han hablado de una escena de cama (bien inocente) entre Ismet y Rasel. Vemos a la susodicha, en otra escenas, lavando sus calzones manchados de sangre después de perder su virginidad y revisando sus paños higiénicos para ver si le ha bajado la regla.

Sin embargo, lo más osado de The Club es la inclusión del tema judío, la sacada del closet del pasado antisemita turco y la revelación de esta comunidad como parte de la historia del país. La gran sorpresa es que ocurra durante este gobierno retrogrado y anti-sionista.

La primera razón es la pasión que han desatado las teleseries turcas en Israel. Una de las más populares ha sido también de Zeynep Gunay Tan. Se trata de La novia de Estambul cuyo elenco recibió una bienvenida apoteósica en su visita al país judío. Pero no creo que Zeynep,  que como productora ya sostiene una lucha en una sociedad que bordea en las ideas fundamentalistas musulmanas sobre roles femeninos, vaya a arriesgarse solo para que la vean en Israel.

Otra teoría, muchísimo más interesante, es que el gran enemigo de Erdogan y del conservatismo turco que el presidente representa,  es el partido AKP , el mismo de Kemal Ataturk. Siendo que Ataturk fue el gran promotor del nacionalismo turco, una serie que muestre las arbitrariedades y horrores que se cometieron en nombre de esas campañas de “turquificazion” les viene como anillo al dedo a sus rivales políticos.



Sea cual sea la causa que provocó la filmación de Club Estambul, esta serie tan singular ha sido un parteaguas que recomiendo. Que tiene errores, los tiene. Hay un juego cronológico que ha exasperado a los críticos pensantes. Si Rasel nació el ’43 (año de las deportaciones causadas por el impuesto) y tiene 17 años, obvio que la historia transcurre en 1960. ¿Entonces por qué venderla como si fuera de los 50?

Para mí, sin embargo, el peor error ha sido cortarla en la mitad. Originalmente la producción de Zeynep Gunay Tan abarcaba diez capítulos. No sé porque razón, Netflix solo nos dio seis.  Y tendremos que esperar hasta el 6 de enero, para ver lo que nos falta.



Netflix así entra en la inexplicable moda de HBO de dar temporadas fragmentadas. Se entiende cuando se trata de proyectos infumables como el Reboot de Gossip Girl o la vergonzosa The Nevers, pero no con una serie que en su primera semana en IMDB había superado el rating del Calamar. Si hoy a bajado e 8.2 a 7.8 es precisamente porque el público se siente defraudado ante tan abrupto final .

Contenido de Violencia y Gore: Casi ninguna. Lo más violento seria la bofetada que Ismet le propina a Rasel, quien a su vez es una criatura más violenta que un mapache hidrófobo. (Nota: en el final tendremos lo que parecen ser escenas del pogromo de 1955).

Contenido sexual: Ya he mencionado el escándalo de las escenas de cama de Rasel e Ismet, vemos a Celebi teniendo sexo con Tasula (ambos vestidos),  luego a él visitando una prostituta.

Contenido Feminista: El drama maternal coloca a la protagonista siempre en el sitial de víctima del patriarcado. Sin embargo, la serie,  desde nuestro punto de vista,  puede parecer “anticuada”. Es que tampoco vamos a acusar a la sociedad turca de entonces como muy adherente del Me Too.

Factor Diversidad: Nos enfrentamos a otro tipo de diversidad que nos recuerda que hay otras culturas que pueden pasar por “blancas”,  pero igual enfrentan racismo y conflicto. Lo vemos en El Club donde se emplean griegos, turcos musulmanes, judíos y armenios y como el gobierno está forzando a Orhan a desprenderse de ellos.