martes, 25 de abril de 2023

La Ley Según Netflix: Porque Lidia Poet pudo ser mejor

 


Como suele ocurrir con las series de Netflix, La ley según Lidia Poet abrió con muy buen capitulo. Interesante filmar una historia de la primera mujer abogado de Italia y combinarla con el siempre vigente genero del whodunnit histórico. Lástima que el wokismo la hizo aburrida y poco atractiva.

Lidia Poet es un personaje histórico. Nació en una familia de valdenses (protestantes italianos). Ella y su hermano eran miembros de la burguesía de la recién creada nación de Italia . Desde joven mostró interés por el estudio, un interés superior al de las jóvenes de su época. Conscientes de ello, sus padres la enviaron a estudiar en una progresista escuela suiza para niñas.


¡Que se levante la verdadera Lidia Poet!

Lidia regresó a Italia con dos títulos : maestra normalista y profesora de idiomas. En vez de ejercer, Lidia ingresó en la facultad de medicina. Al tiempo se retiró ya que lo suyo eran las leyes. Fue la primera mujer italiana en recibir el título en Derecho Penal, pero nunca pudo ejercer la abogacía. Dos años después de titulada, el Colegio de Abogados le revocó el título, considerando escandaloso que una mujer se presentara en tribunales. En esa época,  los únicos países que contaban con mujeres abogados eran Rusia, Serbia y Estados Unidos.



La desolada Lidia entró a trabajar en el bufete de su hermano Enrico,   donde podía asesorar, entrevistar testigos, recolectar evidencia y hacer otras tareas que no le estaban prohibidas. También tomó parte activa en militancias como el sufragio femenino y las reformas penitenciarias. Solo en 1919 se le restauró el título.

La producción de Groenlandia-Netflix ha usado estos hechos para crear un personaje que está muy de moda en los whodunnit históricos, una Lidia Poet detective. rebelde, independiente y sexualmente activa.  Lidia podría ser Phryne Fisher únicamente que vive en la Italia de 1880, donde las mujeres eran ultra sumisas. Al quedarse sin título, Lidia se ve imposibilitada de defender a un cliente llamado Pietro, un stalker acusado de asesinar a la Prima Ballerina de la que estaba obsesionado.



Cuando ya no puede pagar su renta, Lidia debe regresar a casa de su hermano. A pesar de que Enrico Poet desea que Lidia se establezca sea como maestra o como esposa, acepta la defensa de Pietro y permite que su hermana se haga cargo de la investigación preliminar. Dotada de los últimos conocimientos de criminología, y ayudada por su concuñado,  un descarado periodista, Lidia logra dar con el verdadero asesino.



De ahí en adelante cada uno de los siete episodios de la serie estarán dedicados a un caso especial que Lidia , con ayuda (a regañadientes)de Enrico,  logra resolver antes de que llegue el juicio de los presuntos culpables, puesto que la Dotorezza Poet tiene terminantemente prohibido pisar tribunales en ninguna capacidad.

Aunque los casos son interesantes, las subtramas son tediosas. Tenemos algunos factores constantes: la autoridad legal empeñada en alejar a Lidia de la profesión para la cual ha estudiado; los esfuerzos de Lidia por convencer a su hermano de aceptar casos en los que él no ha están interesado; y un arco que involucra a Jacopo, el concuñado de Lidia, con los anarquistas.



El anarquismo,  que se estableció con fuerza en la Italia del Ottocento,  juega rol importante en la serie Los miembros del movimiento son representados como héroes y mártires. Hoy en día,  el anarquismo y su ingenua ideología son vistos con sorna o lástima al reparar en su trágica represión en la Unión Soviética y la Guerra Civil Española, pero es típico de Netflix endiosar algo que no entiende y que el público comprenderá menos aún.

En general, Lidia Poet sufre de todos los clichés que han sido asociados con la imagen de la detective del period piece: tan sexualmente activa como Phryne Fisher, tan pisa reglas como Miss Scarlett, tan reprimida por su familia y entorno como Enola Holmes y tan atolondrada como la Marina de Un asunto privado. Algo que hace interesante a Lidia es que , como Marina Quiroga, siente fascinación por nuevas técnicas de criminología. Así la vemos hablar de huellas dactilares, usar un rudimentario detector de mentiras y teclear en una prehistórica máquina de escribir.



El problema con Lidia es que además reúne todos los clichés woke posibles lo que la hace, como todo en Netflix, aburrida y repetitiva. Las subtramas de como intenta alejar la calentura sexual que le inspira Jacopo o cuando empuja a su sobrina adolescente a los brazos del jardinero,  resultan irritantes. Ya estoy harta de ese lugar común de la niña bien con uno de abajo donde la atracción se basa en curiosidad sexual. Es como si quisieran castigar a un personaje solo por tener más dinero que el otro y el romance pasa a ser una degradación, antes que algo sublime.

Ayuda a mi falta de interés en la vida amorosa de la abogado el que a Jacopo Barberis lo interprete Eduardo Scarpetta el actor más feo de Italia (un país donde hasta los feos son bonitos). Yo le tomé tirria a Iacopo en su rol de Pasquale Peluso en La Amiga Estupenda y no cambia mi opinión este papel donde cree hacerse más atractivo con desnudos frontales.



No me interesa la vida romántica de Lidia ni la de su sobrina. No me interesan sus emociones porque son tan llenas de banalidades que pasa a ser una caricatura de feminista de hoy,  puesto que aparte del vestuario, no hay nada en ella que nos haga sentir su época. Matilda de Angelis es guapa y tiene cuerpazo que ya ha enseñado en The Undoing y en Leonardo, pero es inexpresiva y no es muy carismática. A ratos siento que no interpreta a una mujer que luchó contra el patriarcado, ni una enamorada de su carrera, sino un personaje de tira cómica como la Adele Blanc-Sec .



No voy a hablar de cinematografía, porque no es un fuerte de Netflix. Sus exteriores son muy inferiores a los de Badehotellet, A Place to Call Home y las series rusas. Sus interiores no pueden competir con Downton Abbey o los de series italianas de la era de Berlusconi como Orgoglio,  Elisa de Rivombrosa o incluso en series más modernas como Il Comisario Ricciardi.



En vestuario si le doy un 9. Me hace gracia que Lidia apoye la rebeldía de su sobrina en cuanto a la ropa, siendo ella un maniquí que cambia de traje en cada escena. Sus atuendos son algunos gloriosos,  otros feos, pero corresponden a la moda de 1883. Incluso trajes en distintos tonos de rojo son  apropiados. Creemos que el rojo era considerado vulgar, pero una monografía que hice en la universidad sobre el vestuario femenino de La Regenta me enseñó que, a fines del Siglo XIX, ese colorestuvo muy de moda entre las clases respetables.



Donde sí hago gesto de asco es en la música. ¿A quién se le ocurre poner música de rock para una serie de época? Pues a Netflix que ya lo ha hecho en varios period pieces. La razón seguramente tiene que ver que en este caso resultará más barato que crear una banda sonora. Para emular la música de la época tendrían que contratar músicos, instrumentos, hacer una investigación de cómo era la música de entonces, etc..

Cuando se les ha preguntado a los productores el motivo para este anacronismo, la repuesta es arrogante y displicente. Lo hacen porque ningún joven vería algo que no tuviese música que le fuese familiar. ¿Son los jóvenes el único público que todavía sigue a Netflix? No lo creo. ¿Qué generación es esta que exige música pop en series que ocurren en tiempos en los que obviamente no se escuchaban esas melodías?

¿Acaso la primera generación de adolescentes de todo el mundo hubiese disfrutado más de Lo que el viento se llevó si la banda sonora hubiese sido compuesta por Benny Goodman y plagada de canciones de Bing Crosby, el cantante del momento?  Yo recuerdo que el renacimiento del rock and roll y el twist de los 70 se debió a filmes como American Graffitti de Spielberg y series como Happy Days. Podría seguir, pero creo que este sería un buen tema para otra entrada. Mi conclusión es que son los malos temas de fondo los que ayudan a empeorar Lidia Poet.

La serie se ha ufanado de filmarse enteramente en Turín. El problema es que la verdadera Lidia Poet nunca vivió en Turín. Siempre estuvo en Pinerolo, otra ciudad piamontesa. Su hermano Enrico era solterón.  Aun así, quedan descendientes de la Familia Poet que están indignados con la serie. “Demasiadas mentiras” fue como l describió Marilena Jahier. Valdo Poet conoció a la abogado y la recuerda como mujer estudiosa, elegante y reservada. Eso es lo que ambos parientes de Lidia han dicho a La Stampa.



Nos ofrece Netflix una imagen que no corresponde a la mujer descocada y ml hablada que interpreta De Angelis. Eso indigna a Marilena que recuerda que muchas de las groserías que ponen en boca de Lidia no se conocían en el Siglo XIX (cazzo, por ejemplo).

Otro motivo de incomodidad es ocultar un factor que fue primordial en la vida de Lidia y su familia, su protestantismo. El pertenecer a una minoría religiosa la hizo más creyente y más combatiente. Pero en la presentación de la serie, dijeron que prefirieron evitar el tema para “ hacer la serie más Internacional;”. Repito lo dicho por Fredo Valla en Corriere Torino:  Ohh Dio Santo Davvero?”

Si la serie va a ser vendida más que nada al mundo angloparlante que es protestante, como muchos países europeos, esa excusa no tiene sentido. Sean sinceros y confiesen que sus producciones europeas (hablo de Netflix) se cifran en tener gente sin ropa,  follando y escupiendo palabrotas . ¿Hay público para eso? Porque en Estados Unidos, la gente está prefiriendo ver Sucession, The Mandalorian, Ted Lasso y Yellowstone, antes que el producto Netflix.



Contenido Violento o Gory: Muchos cadáveres y sangre por doquier.

Contenido Sexual y Desnudos: A Matilda de Angelis le cuesta tener ropa puesta. Ya en el primer episodio Iacopo hace un desnudo frontal .

Factor Feminista: Obviamente Lidia Poet fue una víctima el patriarcado, pero la trama se apoya en presentismos imposibles en el dialogo de una feminista de ese entonces.  Y todavía no puedo concebir que el practicar el amor libre (en una era pre-Píldora) te haga más feminista. En eso concuerdo con Marilena Jahier que ha dicho que la serie debilita a alguien que tanto hizo por la emancipación de la mujer.

Factor Diversidad: Hay un romance lésbico detrás del crimen en el segundo episodio.

 

 

martes, 18 de abril de 2023

Del Bazar de la Caridad a Les Combattants: Otro fracaso woke de Netflix


 

El inicio de mis Confesiones coincidió con el Centenario de la Gran Guerra. En ese entonces me quejé de lo poco que se había hecho para conmemorar ese evento. Casi una década después hemos visto surgir del cine y televisión británicas mucho material sobre lo sucedido en La Guerra del 14, pero casi todo en términos de soldados (2017 y la nueva y aplaudida versión de Sin novedad en el frente). De las mujeres hemos visto a las que,  como Lady Mary Crowley despiden a los héroes en la estación de tren, pero muy pocas veces las hemos visto en el campo de batalla donde sirvieron como conductoras de ambulancia (la Garconne) y enfermeras de campaña (Anzac Girls). Ahora Netflix nos trae la francesa Les Combattants que remedia esa carencia presentándonos a cuatro mujeres en la retaguardia del ejercito galo.

Bucher y Netflix Unidos de Nuevo

Para quienes tienen acceso a la programación de Walter Presents,  que en USA puede verse vía PBS Masterpiece vía Amazon Prime, les recomiendo En los Campos de Flandes,  una tristísima visión de la Bélgica Ocupada. Les Combattants o Women in War, título que le ha dado Netflix, se diferencia en que,  en vez de enfocarse en una familia pudiente belga,  gira en torno a cuatro mujeres de diferentes clases sociales: una prostituta, la dueña de una fábrica , una monja y una enfermera.



A pesar del diverso cuarteto yo estaba con mis dudas sobre la serie. El que la ofreciese Netflix y que parte del cuarteto lo integrasen el trio de actrices culpables de ese relato bochornosamente malo,  El Bazar de la Caridad,  me tenían mirándola con sospecha. Lástima que no me equivoqué

La reprensible iris Bucher ,   creadora del desafortunado Bazar,  es aquí coproductora y funge como parte del equipo de guionistas. Aunque el jefe del equipo de libretistas sea José Caltagirone—autor de la fabulosa Speakerine y el director es Alexandre Laurent, reconocido por potentes dramas detectivescos como La Mante y Falco, Bucher es quien manda. Así que si nos tropezamos con vomitivo wokismo ya sabemos que Madame Bucher y Netflix son los culpables.

La acción tiene lugar en Los Vosgos, el norte de Francia, en septiembre de 1914. Algo que muchos no sabíamos o entendíamos es que la Primera Guerra Mundial comenzó con la victoria alemana algo que perduró hasta el final y que provocó esa monótona,  pero letal,  guerra de trincheras. A un mes de declarado el conflicto,  los alemanes habían dividido Bélgica en dos y habían penetrado en territorio francés amenazando Paris.



Marguerite, la Putain de Corazón de Oro

Lo que nos muestra la serie es una frontera fluctuante con avances (y escaramuzas) diarios del ejercito germano. A uno de esos puebloscada vez más cercano a ser ocupado por el invasor llega Marguerite de Lancaste. A pesar de su auto último modelo y aristocrático nombre es simplemente una putain. Incluso trae su carnet profesional de trabajadora sexual (En Chile en mi infancia toda sexoservidora respetable tenía su carnet laboral que especificaba para que establecimiento trabajaba y que estaba al día con sus revisiones médicas).



Hay un solo burdel (y bien miserable) en Sainte Pauline. Es regentado por un par de hermanos. Uno de ellos,  Marcel, es quien  contrata a Marguerite, sorprendido de que una cortesana parisina venga hasta este sitio. Marguerite explica que ya no hay clientes en Paris. Todos están en el frente y ella ha venido a buscarlos. Sin embargo, Marguerite tiene actitudes sospechosas.  Carga un mapa de la zona militar, busca, entre los veinte clientes que debe atender diariamente, a oficiales a los que saca información y la vemos escudriñando el campamento francés con binoculares. Todo indica que se trata de una espía.

El problema de una serie woke,  y ahí es donde vemos la siniestra mano de Iris Bucher,  es que los hombres son muy malos y las mujeres muy tontas. Marguerite no es una excepción. A poco de andar espiando es descubierta por los soldados. Acusada de querer hacer negocio en el campamento es entregada al cafiche Marcel que recibe una amonestación. La vuelven a ver cerca del frente y le cierran el local.

Marcel no es tonto. Sabe que Marguerite no fue allá a prostituirse. Su hermana ha registrado el equipaje de la nueva y encontrado los mapas. Marcel la acusa de espionaje. Marguerite lo niega, pero Marcel ha encontrado una foto de un jovencito entre las pertenencias de su prostituta estrella. Por la edad,  deduce que el joven oficial es el hijo de Marguerite. En vez de asumir una verdad que la exonera y que no es un estigma, la prostituta pone ojos de fiera y permanece en silencio.



A mí me cae bien Marguerite, es la casi única que me cae bien en este cuento, pero ponerla terca la coloca en el bando de las tontas. Marcel es un archicriminal, pero muy listo. mejor tenerlo de su parte. Para quebrar la porfía arrogante de Marguerite, se va a buscar al oficial en el frente. Marcel,  además de proxeneta,  es traficante de drogas y se las provee a los poilou. Ahí conoce a Colin, el hijo de la putain. Para horror de Marguerite, Marcel se lo trae de cliente.

Caroline, la Insufrible Pasiva

Colin no es el único secreto de Marguerite. En el primer episodio reconoce a alguien del pasado, la elegante Madame de Witte. Caroline es un personaje insufrible, puesto que representa tanto a la mujer adinerada como a la Scarlett que debe defender el patrimonio familiar en tiempos de guerra. Lo triste es que Caroline es totalmente pasiva, no sé si sea un problema del actriz o que ha construido al personaje para que de esa impresión.

Antes de la guerra, Caroline su esposo Víctor, y Madeleine, su malcriada y odiosa hija , vivián en una zona ya ocupada por los alemanes, por lo que han venido a refugiarse con Eleanore (qué vieja esta Sandrine Bonnaire) madre del ingeniero,  cerca de la usina familiar. Víctor parte al frente, decisión que molesta de sobremanera a su mujer, a su hija y a sus obreros que no se han enlistado ya que el patrón les ha prometido excepciones puesto que armar camiones es un trabajo primordial.



Víctor pone a Caroline a cargo de la fábrica y nadiemenos ellaestá contento. ¿A ver qué tipo de relato feminista es este? ¿No se supone que Caroline, quien ya ha colaborado con su marido en el negocio, estaría feliz de ocupar un puesto que demuestre su empoderamiento? Creemos que Caroline es empoderada porque, como Marguerite,  conduce su propio auto. Eso en las series de época woke es una forma de emancipación, junto con usar pantalones y fumar como chimenea. Cuando la liberación femenina comienza en la cabeza no en la actividad fisca.



Eleanore,  a pedido de su hijo, acepta apoyar a la nuera con la fábrica, pero se nota que no traga a Caroline que en realidad es impávida y un poco perezosa, hasta manda a la hija a comprar pan. Se presenta la policía militar y se lleva a todos los empleados de fabrica acusándolos de deserción . Caroline está destrozada, se suponía que iban a eximirlos el servicio.

Quien iba solicitar esa excepción es el gran villano de este cuento, Charles de Witte, hermano de Víctor. Un canalla elegante, vividor y drogadicto. las tiene todas para ser expulsado de su empleo en el Ministerio de Guerra. Este despido pone a Charles camino al frente, algo que quiere evitar a toda costa. Lo primero es sacar a Caroline del medio y ponerse él a cargo de la usina. Si acepta la oferta del gobierno de dedicarse a la manufactura de armamentos , Charles podrá usar su empleo como una contribución esencial al esfuerzo bélico y no tendrá que ir a guerrear.



Lo primero es no solicitar excepciones para los empleados. Sin mano de obra, Caroline pierde todo el poder. Charles llega a casa de su madre y les comunica a Eleanore y a Caroline la oferta del gobierno. Caroline se niega a cambiar el propósito de la usina. Llegan del banco con el cuento de que deben los de Witte unas cuentas atrasadas. La única solución es cumplir con el pedido de camiones de una fábrica de cerveza. Ahí habrá para pagar las deudas y a las trabajadoras, porque por primera vez vemos a Caroline en acción. Recluta, previa promesa de pagarles el dinero que les debe a sus maridos, a las esposas se los obreros y así termina con el pedido.

Charles,  desesperado acude a su amigo de la infancia, el chulo Marcel. Este maleante parece tener más poder que nadie en el pueblo porque consigue que la cervecera le retire el pedido a la Fábrica De Witte. Caroline queda vestida y alborotada con una ristra de camiones que nadie quiere y una fila de empleadas impagas. Hora es que se despabile y caiga en que su cuñado es su peor enemigo y quiere destruirla. Los medios están en el pueblo y tienen que ver con el pasado de Caroline. Antes de ser Madame De Witte, ella fue colega y amante de Marguerita.



La cortesana es el personaje más importante de esta historia porque tiene vínculos en todos lados. En su camino al pueblo le dio un aventón a la pequeña Lissette, una campesinita que va camino a convento cercano. Lisette es la protegida de la Madre Agnes, la superiora. Agnes le ha tomado un intenso cariño a Lissette y le suplica que se refugie en el convento puesto que la granja de su madre queda muy cerca de las líneas enemigas.



Abortista vs Monja

Cuando Lissette no regresa, la monja toma una carreta y va la granja donde sus temores se han vuelto realidad. Ha habido una incursión alemana y todas las mujeres, Lissette incluida, han sido asesinadas. La única sobreviviente es una forastera que dice llamarse Jeanne Charriere y ser enfermera de París. En realidad, se llama Suzanne y es una fugitiva de la justicia. Jeanne Charriere era la mujer que la llevaba a la frontera suiza, pero fueron perseguidas por un inspector que parece más empecinado que Javert.  Sucede que Suzanne se dedicaba más que a curar  heridos en su labor de enfermera, a practicar abortos. Sucede que le practicó uno a la mujer del inspector con tal mala fortuna que la paciente murió.

Las fugitiva hallaron refugio en la granja donde la muerte encontró a Jeanne. Suzanne se apodera de los papeles de la difunta y acompaña a la monja al convento. En el camino se les presenta un extraño espectáculo: un hombre desnudo que vaga por el bosque llorando como un niño. Agnes lo cubre con su capa y se lo lleva al convento. El hombre sufre de trauma, no habla,  solo llora. El ejército, todavía no consciente de lo que es la fatiga de combate, exige que estos soldados que físicamente se ven sanos, pero tienen la mente extraviada,  vuelvan al frente. Hay cuatro casos en el convento y la valiente Madre Agnes les arregla un pabellón en el altillo donde podrá curarlos a ellos y al mudo rescatado.



Suzanne descubre este refugio y la escandaliza que la superiora haya contravenido las órdenes del ejército y del Doctor Duvarnet, el médico militar que maneja el hospital.  Agnes le dice que es ella quien toma las decisiones ahí. Tal como ha permitido que Suzanne se quede (y eso que nunca le pidió permiso)  también decide que los enfermos mentales reciban atención. A Suzanne no le parece. No se entiende. En vez de aplaudir y apoyar el libre albedrio de Agnes va a acusarla con Duvarnet que tras administrarle una regañiza a la monja ordena que los hombres vuelvan al frente. Con tristeza hipócrita,  Suzanne presenta una débil disculpa “No sabía cómo eran las cosas”.  Por una vez, Agnes pierde la paciencia y le espeta un “¡No te metas en mis asuntos o me meteré en los tuyos!”



De ahí iniciará una lucha de poder. Suzanne , como buena feminazi, solo busca controlar y sobre todo controlar a otras mujeres. En todo momento demuestra desprecio por Agnes,  por su hábito, por su estatus, la grita, la empuja, pero hablaré más de esto cuando mencione el factor feminista de este cuento. Por otro lado, como buena obra de Netflix, la serie tiene un sesgo anti religión y anti-religiosos.

Aunque Agnes, gracias a un par de llamadas a Paris, ha descubierto la verdadera identidad de Suzanne, no la expulsa ni la delata. Eso se debe a que es consciente de que se trata de un par de manos que son tremendamente necesarias en ese lazareto. El problema es que Suzanne en vez de preocuparse por su situación, quiere ocupar el lugar de la Madre Superiora y hacer las cosas a su modo.

A mí no me convence Suzanne como una gran ayuda médica. Anda con el cabello sucio y descubierto cuando por todos lados hay cofias que una profesional usaría para no ser un foco de infección;  recoge un bisturí del suelo para practicarle una traqueotomía a un herido;  y si se le mueren los pacientes no debe ser muy buena practicando abortos. Además, es un personaje incongruente. Se siente obligada a delatar a un pobre desertor alemán (le encanta acusar, es una Karen total), pero ella misma cobardemente ayuda a un espía germano por miedo a que revele su identidad.



La serie sigue el feminismo mitutero creando una rivalidad entre Agnes y Suzanne y entre Carolina y su suegra. Ambas pugnas son totalmente innecesarias en un mundo en que las mujeres deberían aliarse como nos muestran las acciones de Marguerite. Agnes y la ramera son los únicos personajes rescatables de este cuento. Es un poco grotesco que sea una prostituta la que de un  ejemplo de solidaridad  porque su noviecita y la enfermerita son narcisistas que hacen las cosas para gloria propia.

El problema de Marguerite es que una no se acerca y acaricia a un hombre, que solo ella sabe es su hijo, sin esperar que él se sienta atraído por ella. Sin embargo, la entendemos porque es madre y muy maternal. La escena en la que atiende a un soldado agonizante que gime por su madre es la más bonita de la serie.



En el caso de Agnes, no entiendo que quisieron hacer. ¿Mostrarla como una hipócrita calentona que se puso cachonda al ver al desertor encuerado y decidió pasar de la masturbación al coito?  Pues, aunque el libreto es mediocre e inverosímil, Agnes sobresale como una mujer superada por shocks:  la muerte de una niña a la que sentía como hija; el ocultar a un desertor y a una asesina; el descubrir que su confesor seduce novicias; y más encima ver a su convento, un lugar de recogimiento,  invadido por hombres despedazados. Creo que eso puede explicar su ”despertar sexual”.



Tal vez la productora debió investigar un poco obre la vida monástica. Por empezar las madres superioras no tienen cabelleras hasta la rodilla, pero si ni se preocuparon por abrir un texto de historia, ¿qué podemos pedir?



La Verdadera Historia

Lo que más ha impactado a quienes saben un poquito de la historia de la Gran Guerra es el poco rigor histórico de Les combattants que se manifiesta incluso en la inverosimilitud de las escenas de batalla. Por empezar no nos dicen nada de los causas del conflicto. La misma Madeleine pregunta si los alemanes son malos.  Si,  son malos porque matan mujeres y niños y tienen un espía infiltrado, pero los franceses también son malos porque convierten a los jóvenes en carne de cañón y hacen sufrir a las mujeres. Sabemos que Charles es malo porque no quiere ser soldado, pero TIll, el desertor, es bueno. ¿Cuál es la diferencia?

El pacifismo de las protagonistas contrasta con los testimonios de la vida real. En Voices of the Great War, Peter Vansittart recoge una carta de la madre de Thomas y Heinrich Mann en que expresa regocijo por  una guerra que por fin dará a su país el sitial más importante de Europa. Su orgullo pangermánico (y viniendo de la madre de los autores más humanistas de Alemania) suena casi a fanatismo.

En sus Memorias de una joven formal (o “de una hija de familia”, depende la traducción) Simone de Beauvoir dedica muchas páginas a esta guerra que marcaría a su generación y que la encuentra a los seis años y que acabará cuando ya tenga diez. Seguir la memorias de una niña nos enseña como el conflicto se refleja en el quehacer cotidiano de las buenas familias en el relativo resguardo de Paris.



Simone comienza tan fanática como Frau Mann. Arroja por la ventana de su piso un muñeco hecho en Alemania e intenta lanzar luego,  no recuerdo si platería o loza de Sajonia. Por suerte,  es detenida por sus mayores. Pronto está en la calle, recolectando dinero para los huerfanitos belgas. Nos relata que su primer cuento es sobre una campesinita alsaciana que logra llegar a territorio francés junto a su familia.

Si, en Alemania existía un fervor patriótico motivado por nacionalismo, en Francia el grito de guerra era “Vamos a recobrar Alsacia y Lorena”. La humillación de haber perdido la Guerra Franco-Prusiana se seguía sintiendo y los nietos de los veteranos de ese conflagración habían heredado esa necesidad de limpiar el honor de Francia. Y si recordamos series inglesas como Upstairs, Downstairs  existía también ese fervor de participar en la que iba a ser una guerra que acabó con casi toda una generación europea. Pero aun en septiembre se creía que iba a terminar antes de Navidad. (acabó antes de Navidad, pero la de 1918).

A lo que voy es que ese estado lamentable de soldados drogadictos y desertores que presenta la serie de Netflix es un poco apresurado. Hasta la afiebrada productora se ha dado cuenta y ha hecho un adelanto cronológico de un factor determinante en la baja de moral del Frente Occidental: el primer ataque de gas por parte de los alemanes. Solo que este tuvo lugar en la Segunda Batalla de Ypres en 1915, no en septiembre del 14.



No puedo recomendar la serie que a lo más es lo que en La Nación han llamado “un culebrón”. Si quieren un retrato más fidedigno de la evolución del primer año de la Gran Guerra en territorio ocupado, vean En los campos de Flandes en PBS Masterpiece. Y si quieren una descripción más realista del trabajo de las mujeres en hospitales de campaña les aconsejo ver la magnífica serie australiana Anzac Girls que puede verse en USA gratis en Tubi y en Amazon. En America Latina puede verse en Acorn Tv y en Amazon.

Contenido Violento y Gory: Es una serie bélica. Tenemos escenas sangrientas de heridas. intentos de violación, muerte de una niña y otras violencias en contra de mujeres.



Contenido Sexual y Desnudos:  Sexo y desnudos en el convento y en el burdel. ¿La peor escena? La Madre Agnes masturbándose con una esponja. Totalmente innecesaria.

Contenido Feminista: No me hagan reír. Es una oda al faux feminismo. Un detalle casi jocoso, Camille Lou, la actriz que interpreta Suzanne dijo en una entrevista que el saber que su personaje practicaba abortos le había hecho comprender que se trataba de una serie “feminista”(WTF?) ¿Ahora eso define a las feministas? ¿Ayudar a abortar? Aun para una Pro-Choice como yo es una declaración aberrante.

Factor Diversidad: Una prostituta negra, Marguerite y Caroline fueron amantes y parecen querer volver a serlo.

 

martes, 11 de abril de 2023

La Era de los Peplos Religiosos :Cuando abril era el mes de las miniseries cristianas

 



Algo que noté en USAy descubrí tras mi retorno que también existía en Chile es que abril es un mes en que la televisión despliega filmes sobre temas religiosos. La oferta televisiva incluye las grandes épicas bíblicas hollywoodenses, clásicos sobe temas evangélicos , y relatos de las primeras eras del cristianismo, inclusive peplos que poco tienen que ver con el universo judeocristiano como Gladiador y Espartaco. Este año me puse a ver algunos antiguos tal como la mejor versión de Los últimos días de Pompeya (1984). Me hizo recordar que en la Era Dorada de las Miniseries (1977-1989) se hicieron muchas historias adecuadas para este mes en que los cristianos celebran su Semana Santa y los judíos la semana de Pesaj. Cómo eran esas series y cómo se diferencian de las que siguen haciendo es el tema de esta entrada.

El Holocausto en Passover

Mis primeros años de televidente en USA fueron determinados por dos factores: el no saber bien inglés y los gustos de mi padres. Había solo un televisor en casa y para mi madre era más cómodo ver programas en español. Conclusión, no tenía yo mucho conocimiento de lo que era la televisión en inglés, pero ya para 1977, podía seguir programas en ese idioma y me daba cuenta de que los canales hispanos y angloparlantes ofrecían una programación especial en la primavera,  especialmente en abril,  que combinaba programas relacionados con la Pascua cristiana y la judía.

Por ejemplo, los dos canales en español (cadena SIN y Telemundo) ofrecían filmes de tema religioso como Marcelino Pan y Vino, uno dedicado a la aparición de La Virgen de Guadalupe,  y algunos peplos traducidos y ultra editados de Los 50 como Quo Vadis, El Manto y La Biblia de John Huston.



Las grandes cadenas estadounidenses,  ABC, CBS y NBC,  ofrecían especiales de música en vivo a cargo de artistas de la Era del Swing como Perry Como y Lawrence Welk. También caricaturas infantiles centradas en el Conejito de Pascua (Easter Bunny) casi siempre interpretado por Bugs Bunny. Por supuesto había aluvión de peplos en los espacios de sobremesa y madrugada dedicados al cine clásico.



La diferencia con los canales hispanos era que la televisión angloparlante   traía algo para recordarnos que la comunidad judía también estaba de fiesta. Junto con las reposiciones de épicas de Cecil B. de Mille como Los 10 mandamientos, y otros grandes filmes de tema bíblico como Ester y el Rey y Salomón y la Reina de Saba,  se presentó un nuevo tipo de entretenimiento , la miniserie. Desde su inicio, este producto llegó encadenado al tema del Holocausto.

Dicen que la primera miniserie estadounidense de la historia fue QBVII basada en el bestseller de León Uris. No es coincidencia que trate el tema del Holocausto y que su debut fuese en abril de 1974. Todavía nosotros no llegábamos a estas tierras por lo que no la vimos. En cambio, tuvimos reposición en abril de 1976 y pudimos seguirla en la ABC.

Dos años más tarde, QBVII tendría una rival en la extraordinaria Holocausto (NBC)que abriría las puertas a un tema hasta entonces semi tabú en Hollywood:  la descripción de Auschwitz y otros campos de exterminio. Miniseries limitadas sobre el tema seguirían decorando la programación primaveral, aunque fuese con relatos de rescatistas como Wallenberg e Irena Sendler, a los que se les uniría Varían Fry ya en este siglo. De hecho, Netflix ha hecho su versión de la saga de Fry,   llamada Trasatlántico,  que se ha estrenado,  como corresponde, este abril.





Aunque concuerdo en que el Holocausto ha sido un parteaguas en la historia judía sorprende que estos filmes no fuesen ofrecidos en febrero que es cuando recordamos a los masacrados en la Shoah.  Además, ponían una nota triste en la primavera,  una etapa de festividades alegres (poco común entre nosotros) del calendario judío,

Se esperaría que hubiera más programas que celebrasen el espíritu de liberación y redención de fiestas como Purim y Pesaj. El único intento fue una combinación del Holocausto y del seder de Pesaj. Basada en la novela de Jane Yolen, La aritmética del diablo (Showtime, 2003) narra la historia de una rebelde nena judía (Kirnst Dunst) que asiste a regañadientes a un seder familiar durante el cual sufre una caída que la hace viajar en el tiempo a la Polonia invadida por los nazis.



Hay pocas series y filmes que traten a fondo el judaísmo sino es para criticar o burlarse de mi religión. Como me temo que esos ejemplos han sido hechos por judíos,  no puedo hablar de antisemitismo. ¿Encontramos eso en filmes sobre el cristianismo?  ¿Sobre todo, en este siglo donde ya sabemos que el ateísmo y la guerra contra las religiones monoteístas son parte de la agenda woke?

Si la respuesta es afirmativa, mayor mérito tienen entonces estas miniseries de hace medio siglo que no se ruborizaban al describir la inmensa fe de los primeros seguidores de Cristo, pero a su vez creaban guiones sofisticados y fascinantes que podían atraer a espectadores no religiosos a seguir esas historias.

El Evangelio Según Zefirelli

Esta racha de exitosos relatos de fe comenzó con una joya por la cual ningún crítico, por ateo que sea, escatima elogios. Dirigida por el gran Franco Zefirelli, Jesús de Nazareth fue un esfuerzo ítalo-estadounidense que sigue siendo tan relevante y vistosa como siempre.





Su génesis es impresionante y merece una nota aparte.  En resumen, Sir Lew Grade, un productor británico ya conocido por su excelente miniserie Moses: The Lawgiver con Burt Lancaster, quería seguir coproduciendo,  con elementos y dinero italianos,  épicas bíblicas. Grave deseaba hacer algo sobre los Evangelios, pero como judío se sentía limitado para tal empresa. En su búsqueda por subvención llegó hasta el Santo Padre. El Papa Pablo VI era amigo de Franco Zefirelli desde sus días de Arzobispo de Milán, y él le pidió al legendario director que se acoplase a este proyecto.

La mancuerna Grade-Zefirelli se embarcó en crear una visión,  no solo fastuosa y emotiva del Nuevo Testamento,  sino también de situarla en un marco histórico. Para eso se buscó asesoría en el Vaticano, y se trajo del Seminario Leo Baeck de Londres al Rabino Albert Friedlander para servir de consejero en temas judaicos. En eso difiere de las grandes épicas que en el Hollywood del pasado habían querido cubrir la historia de Jesús. Me refiero a Rey de Reyes (1928, 1961) y The Greatest Story Ever Told.



La teleserie ofrece un retrato completo de la vida de Jesús, desde la Anunciación hasta la Resurrección. A diferencia de The Greatest Story Ever Told, el peso de la primera hora recae en el personaje de María, ofreciendo posiblemente la mejor actuación de Olivia Hussey.  En TGSET, aunque interpretada por la famosa actriz Dorothy McGuire, María es un personaje incidental puesto que la historia comienza con la adoración de pastores y magos y con una Virgen en pie (aunque recién parida) mostrando a Jesús en el pesebre.

En cambio, la producción de Zefirelli inicia con algo cotidiano, que es parte del esfuerzo de la producción de presentar un retazo de la vida en la Galilea de entonces: el arreglo de un compromiso entre María y José, el carpintero. Luego tenemos la Anunciación que empuja a la jovencita a viajar (me encanta esa canasta sobre el burro donde meten a la Virgen) a visitar a su prima Isabel. Tras la Visitacion tenemos las dudas de José, su encuentro con el ángel, la boda y el viaje a Belén, el refugio en el establo , el nacimiento de Jesús, la Adoración de Los Magos y La Huida a Egipto.

Creo que es la primera vez (sino la única) en mostrarnos a la Madonna con dolores de parto. Hay un intento de humanizar a Maria y a la vez de elevarla por sobre sus congéneres. Aun antes de la Anunciación, se habla de que es diferente a las demás jóvenes de su comunidad. Los amigos de José le aconsejan paciencia, porque su novia es un poco extraña,  pero eminente.



Filmada en Túnez y en Marruecos, el paisaje logra acercarnos a lo que eran Judea y Galilea en el Siglo I. La boda de José y Maria fue filmada en la isla de Djerba en la costa tunecina y los miembros de la hoy extinta comunidad judía del lugar sirvieron de extras.  Esa boda, tal como la circuncisión de Jesús y su Bar MItzvah,  fueron parte de un esfuerzo de la serie de mostrarnos a Cristo como miembro de un grupo étnico y practicante del judaísmo. Una anécdota es que el Rabino Friedland le hizo ver a Zefirelli que la ceremonia de Bar Mitzvah había sido creada en el siglo XVI, pero el director insistió en incluirla.

Otras épicas habían tenido desfiles de rostros reconocidos en el elenco, y esta coproducción combinó actores ingleses, estadounidenses e italianos incluyendo a símbolo sexual Claudia Cardinale que dio vida a la mujer acusada de adulterio. Sin embargo, para mí lo más impresionante (la vi en abril del 79 cuando yo ya tenía mi propio televisor) fue la cantidad de galanes que daban vida a santos y pecadores. Tuvimos a Christopher Plummer como Herodes Antipas,  Sir Michael York como San Juan Bautista, James Farentino como un gruñón y desarrapado San Pedro,  y a un Ian McShane paralizantemente bello como Judas Iscariote.



El Jesús de Mirada Penetrante

Aunque a Jesús lo han encarnado guapérrimos desde Jeffrey Hunter hasta Jim Caviezel, Robert Powell hizo historia como el Jesús de los ojos más impresionantes. Yo ya lo había visto en Malher, pero nunca lo he visto tan bello. Se cuenta que fue la esposa de Sir Lew Grade quien le aconsejó al marido contratarlo. Tras verlo en Judas el Oscuro, Lady Grade quedó impresionada con esa mirada penetrante y magnética. Ya habrá quien gritará que ningún evangelio habla de que Jesús tuviese ojos azules, pero toda esta miniserie se caracterizó por actores de ojos claros,  comenzando por James Earl Jones que dio vida al Rey Mago Baltazar.

Volviendo al pobre Robert Powell, otro motivo de critica fue su vida privada. Desde el cine silente que el público cristiano ha demostrado preocupación por quien va a interpretar a Jesús. A pesar de que en el Hollywood Sesentero el Maestro fue interpretado por un divorciado ( Jeffrey Hunter) y por Max von Sydow, actor fetiche de los filmes de Ingmar Bergmanconsiderados en esa época como escandalosos hubo quejas de que Robert Powell “vivía en pecado” con Babs Lord.

Jeff, Max y Robert: Tres pecadores interpretando a Cristo
        Robert Powell y Babs Lord cuando vivían ën pecado"
                           Casi medio siglo más tarde, todavía felizmente casados

Se solucionó el asunto con Powell y Lords casándose un poco antes del abril, fecha estreno de la serie. No he vuelto a oír críticas sobre los actores elegidos para interpretar al Mesías cristiano, pero… ¿Será esa la razón por la cual el argentino Juan Pablo  Di Pace eligió salir del closet después de haber encarnado a Jesús en la penosa “A.D. La historia continua”(2013)?

Lo importante es que Robert Powell hizo historia con un Jesús bastante humano que, entre exorcismos, resurrecciones y sermones,  come granadas y sirve shish kebabs. Es incluso capaz de sutil ironía como una de mis escenas favoritas cuando lo vemos cenando en casa de Pedro (a quien le conocemos esposa e hijos). Aparece Mateo (todavía no Evangelista),el recaudador de impuestos , a cobrarle al pescador. Se arma una gresca entre deudor y recolector que zanja el Maestro (en la versión en inglés siempre lo llaman “rabino”)  ¡“invitándose” a comer a casa de Mateo! Zefirelli dijo en una entrevista para Modern Screen que su objetivo era mostrar un Jesús “gentil, frágil y simple”




.Jesús de Nazareth fue un exitazo en su debut. Se la repuso en 1979, 1980, 1984, 1987 y 1990. Recibió nominaciones a Baftas y a Emmy. Mas importante dejó la puerta abierta para más de estas épicas primaverales.

Judas, El Zelote

Aunque como he dicho , las épicas cristianas alternaban (desde 1978) con crónicas del Holocausto, hubo un cambio en abril 1981. En ese mes debutó Masada en la ABC. Por cuatro noches,  el público pudo conocer los detalles del asedio y caída de Masada, la ciudad-fortaleza (hoy monumento nacional en Israel) donde se efectuó la más famosa batalla de la Guerra Judeo-Romana (66-73 DC) . La miniserie que dio a Peter O’Toole (como el comandante romano Lucius Silva,) su primer rol televisivo,  ingresaba a los zelotes a la cultura popular. Sin embargo, uno de ellos ya había aparecido en Jesús de Nazareth.



Este movimiento político del primer siglo de la Era Cristiana tenía fascinados a los historiadores de Los Setenta quienes andaban hurgando en el Nuevo Testamento para encontrar una vinculación entre zelotes y cristianos, incluso con la misma figura de Jesús Cristo. Por largo tiempo existiría la teoría de que Judas Iscariote era un guerrillero anti-romano. Su apellido Iscariote se creía indicaba que era un sicario o sicarii que es como los romanos definían al brazo armado de los zelotes.

Fiel a esta teoría, uno de los grandes cambios o licencias históricas de Jesús de Nazaret fue convertir a Judas en un zelote y mostrarlo como dominado por estos fanáticos. Judas se acerca a Jesús esperando que se convierta en un líder de una gran revuelta, pero el mensaje de paz del Maestro lo exaspera hasta el punto de traicionarlo. Aunque los zelotes han sido vistosincluso por el Talmud como un grupo desaforado e inútil,  las series épicas describirán a simpatizantes o miembros de ese grupo nacionalista como gente empujada a la violencia debido a la brutal ocupación romana.



A la Sombra del Volcán

En 1984, coincidiendo con la reposición de Jesús de Nazaret en la NBC ABC,  nos trajo una adaptación de la novela de Lord Edward Bulwer Lytton sobre como la erupción de un volcán afecta la vida de romanos acaudalados . Junto con Fabiola y Quo Vadis, Los últimos días de Pompeya habían conformado un triángulo de novelas piadosas que habían sido mis favoritas de mi infancia.



Los últimos días de Pompeya fue un bestseller de la era victoriana, adaptada al teatro y. como Quo Vadis,  filmada varias veces por el cine silente italiano. Tal como la obra de Sienkiewicz,  Pompeya no había tenido una adaptación fidedigna al original. De hecho, la primera versión hablada hecha en Hollywood en 1934 no tenía nada que ver con la novela, tal como versiones recientes,  la rancia miniserie italiana y un filme (2014) que ya solo por tener a Juan Nieve de protagonista es poco recomendable.

Tal como el Jesús de Zefirelli, Pompeya era una coproducción con la RAI tachonada de estrellas comenzando por Sir Laurence Olivier y abarcando a un trio de actrices que disputaban a Jane Seymour el  puesto de reina de telenovelas, la americana Linda Purl, la argentina Olivia Hussey y la británica Lesley-Ane Down. Su otra virtud era que desde las versiones silentes no se veía un dramatizado tan apegado a la novela de Lord Edward.



Por si no la han leído, les doy un resumen. En la Pompeya,  circa 79 DC, vive el millonario hedonista Glauco. De origen griego, Glauco es parrandero y mujeriego, pero anuncia a sus amigos que ha encontrado a la mujer de su vida. La elegida es la huérfana también millonaria Ione. El problema es que Ione y su hermano (en la serie le pusieron Antonious porque en el libro tiene un nombre impronunciable) han quedado bajo la tutela de Arbaces, el sumo sacerdote de Isis.

Este corrupto egipcio quiere que Antonious se haga sacerdote y done parte de su fortuna al templo. Para Ione tiene planes más nefastos, impedir que se case, quedarse on su fortuna y también con el cuerpecito de la griega. Muchos griegos en este cuento: Glauco es griego, Ione es griega también Nydia , una esclava ciega viene de Tesalia.

A Arbaces le sale cómplice, la patricia Julia que ya se creía novia de lauco. Ambos convencen a Nydia de darle a Glauco (del que la cieguita está enamorada) una poción de amor. Entretanto,  Antonius tiene una crisis de fe azuzada por sus charlas con el cristiano Olinto, y reniega de Isis y de Arbaces. Viéndolo huir de él, Arbaces lo hace matar. Por efecto del filtro, Glauco anda vagando por los bosques enloquecido como una bacante. Lo encuentran al lado del cadáver de Antonius.



Glauco, que no recuerda nada, es llevado a prisión. Olinto también por andar predicando blasfemias. El destino de ambos es acabar en la arena en las fauces de los leones, pero la tierra tiene la última palabra. El Vesubio entra en erupción. Pompeya queda bajo lava y cenizas. Solo se salvan Glauco, Ione y Olinto, Nydia se suicida (no en la miniserie). Tiempo más tarde nos enteramos por una carta que Glauco e Ione,  ya casados,  se han vuelto cristianos.

Aprovechando el fad de las películas de desastres y el auge de las miniseries, se creó esta versión bastante fiel al libro, pero aprovechando la moda de las épicas cristianas se expandió el rol de la nueva fe en la trama. Brian Blessed,  que se había hecho famoso por el rol del Emperador Augusto en Yo Claudio,  daba vida a Olinto. De hecho, la serie no comienza con Glauco que es el protagonista sino con Olinto organizando un tur clandestino para los cristianos de Pompeya que se congregan en las afueras de la ciudad a oír a un recién llegado de Judea que conoció a Jesús.

                             OLinto y Nidya

Petro, un esclavo cristiano, convence a la prostituta Chloe de que lo acompañe a la reunión. Allá los sorprende una patrulla de soldados que mata a algunos y encarcela a otros. A Petro lo arrestan ya en la ciudad, pero es rescatado por Glauco que ha intercedido gracias a las suplicas de Nydia (Linda Purl) y Chloe. Este rol de la cortesana fue inventado para la serie y le quedó tan bien a Lesley-Anne Down que casi eclipsó a Olivia Hussey quien daba vida a Ione.



La serie con esta inclusión y la del tema del cristianismo toma otro cariz. Tras ser expuesto a una orgia en la que participan los sacerdotes de Isis,  Antonious reniega de esa secta y está más que abierto a las enseñanzas de Olinto. Muchos recordarán la serie por los efectos especiales de la erupción volcánica, pero para otros es un reflejo de la propagación del cristianismo más allá de Roma. Esto convierte a Los últimos días de Pompeya en un peplo cristiano y lo separa de otras sword and sandal movies como las llaman en inglés como Espartaco y la serie Roma.

El Ocaso de la Obra de Sir Lew Grade

Al año siguiente, Sir Lew Grade cerró su trilogía bíblica con un peplo épico. Anno Domini. Comúnmente conocida como “A.D.” (no confundir con la bazofia del 2015), prometía ser igual o más impresionante que sus predecesoras Moises y Jesús de Nazareth. Como ellas se trataba de una coproducción con la RAI, con un elenco de lujo (Ava Gardner como Agripina, Susan Sarandon como Livilla) que incluía actores de Jesús de Nazareth. James Mason,  quien había sido Jesús de Arimatea en esa miniserie,  ahora era un agotado y decadente Tiberio (no tan decadente como Peter O’Toole en Calígula) e Ian McShane era un repulsivo Sejano. Su actuación y encanto físico estaban muy alejados de su Judas de Jesús de Nazareth y era notablemente inferior a Sir Patrick Stewart en Yo Claudio.

El problema de A.D. es que quería ser Yo Claudio y fracasó. Mas suerte tuvo en su intento de convertir las Actas de los Apóstoles en soap-opera. Ahí triunfaron, pero el desequilibrio entre ambas narrativas disminuyo la calidad de la historia. Mas encima en ese carnaval de excesos se embutieron unos personajes ficticios cuyas historias no interesaban a nadie.



Como testigos de la historia sagrada y profana ( inspirada por las crónicas de Suetonio y Tácito) tenemos a Caleb, un zelote, su hermana Sarah y los romanos que los enamoran:  Valerio,  un soldado de la Guardia Pretoriana,  y Corinna, una patricia metida a gladiadora. Para contar su historia,  Anthony Burgess y Vincenzo Labella echaron mano de cuanta novela hubiese sido escrita sobre ese periodo: Ben Hur de Lew Wallace, Yo Claudio de Robert Graves, Quo Vadis de Henryk Sienkiewicz y hasta Espartaco de Howard Fast.

La historia comienza con Jesús apareciéndose en el camino a Emaús. Escena muy poderosa y muy buen retrato del Nazareno por parte de Michael Wilding Jr., hijo de Dame Liz Taylor. Luego nos van presentando a Los Apóstoles y al Rabino Saulo que anda con su amigo Esteban tratando de librar de la cárcel romana a otro amigo,  el afiebrado Caleb. Pronto Saulo lapidará a Esteban y tendrá su visión en el camino a Damasco que lo convertirá en Pablo de Tarso.



Michael Wilding Jr.
Aunque la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés en casa del Virgen (interpretada por Millie Perkins , la primera Ana Frank del cine) acaba en una danza Bollywood por las calles de Jerusalén, son las Actas de los Apóstoles la parte más interesante de la miniserie. Los vemos desperdigarse por el mundo para repartir la Buena Nueva , sufrir persecución y martirio. Particularmente me impresionó ver a San Lucas en Antioquia, atendiendo en calidad de médico (y convirtiendo) a una cortesana. También la aparición de Simón, el Mago.

El problema es la inserción de las dos parejas principales, pesadas y tediosas, y el ponerles de trasfondo a una ristra de Cesares , cual peor de todos.  Esta serie tiene el mismo problema de Roma y de Espartaco, no hay romano bueno, solo Valerio que se convierte al cristianismo rápidamente y Corinna, mujer victima que busca empoderamiento en un trabajo de hombres, en la arena. Y esa es una rareza de una serie de 1985, intenta abarcar una diversidad que para la época sorprende y no gratamente.

                                   Sarah y Valerius

Al comienzo se habla de samaritanos , zelotes, fariseos (siempre los malos del cuento) y Caleb se refugia un tiempo con los esenios. Aunque se agradece su visión de lo diversa y dividida que era la sociedad judía de la Primera Era, la serie es menos ecuménica cuando llega a Roma. Sus habitantes,  desde Calígula hasta el pueblo que goza viendo como las fieras se comen a niñitos cristianos en el Coliseo,  son despreciables. Cuando llegamos a los emperadores estos no son descritos con la objetividad y compasión que les aportó Robert Graves. Para colmo hay casos de miscasting.

¿Nerón Flaco y Actea Negra?

Después de Brideshead Revisited, Anthony Andrews iba camino de ser el nuevo rey de las miniseries con roles celebres como Ivanhoe y Pimpinela Escarlata. Aquí hacía del que  apodaban “Aenobarbus”(barbas de bronce). Aun quienes no habían visto a Nerón interpretado por Sir Charles Laughton, Sir Peter Ustinov o Dom de Louise,  tenían en su imaginación una imagen de un emperador obeso. Si se creyó que se había puesto a Tony Andrews como un Nerón esbelto para hacerlo atractivo, pronto demostraron su error.



Aparte de verse feísimo con una barbota que parecía falsa, Nerón era el monstruo que la cultura popular siempre nos ha transmitido: celebrando el incendio de Roma, masacrando cristianos y asesinando a su embarazada emperatriz Popea propinándole puntapiés en el vientre. Para colmo,  Tony dejó atrás cualquier talento histriónico que hubiese desplegado en el pasado y dio una interpretación que parecía parodia de Sebastián Flyte borracho. Pero falta la guinda del pastel.

                       Fernando Rey como Seneca y Anthony Andrews como Nerón

Tanto Tácito como Suetonio nos cuentan que en su juventud,  Nerón mantuvo un intenso romance con una esclava liberta de origen sirio llamada Claudia Actea. Para los devotos de Quo Vadis, Actea es una mujer madura,  abandonada como amante, pero todavía tratada con aprecio y respeto por el César. En la novela de Sienkiewicz, Actea se convierte en protectora de Ligia y denota simpatía por el cristianismo.

Pues en A.D. no solo la tenemos jovencísima al igual que Nerón,  compartiendo con su amante una vida licenciosa que incluye aplaudir el incendio de Roma, además la interpreta…¡una actriz negra! La misma Actea que Sienkiwicz describe como griega y que los historiadores llaman de Asia Menor,  posiblemente Anatolia. Este primer y temprano ejemplo de colour blindness acabó por hacerme despreciar la serie.

                               Nerón repoza en el regazo de una Actea de ébano

Desde entonces, y coincidiendo con el triunfo del ateísmo en nuestra sociedad, ha disminuido este tipo de programas. Sin embargo, no ha desaparecido del todo, el problema es que las nuevas series han perdido calidad y caído,  como todo,  víctimas de la wok-diversidad. Lo vemos en la penosa miniserie Ben Hur del 2011 que pasó sin pena ni gloria;  en las bochornosas producciones de la irlandesa Roma Downey con su culto a la diversidad (¿María Magdalena negra?) ; y  esas risibles pero populares,  producciones brasileñas con sus decorados que parecen hechos de cartón y ropajes hechos con toallas y sabanas viejas.

Barrabas, la Ultima Épica Cristiana

Solo encuentro una rescatable en todo ese lote. Me refiero a la versión de Barrabas del 2012.  Producida por la RAI, tiene un elenco totalmente italiano, con la excepción del protagonista Billy Zane que se luce en esta segunda adaptación del bestseller de Par Lagerkvist. A mí no me gustó la épica de Hollywood, tal vez porque Anthony Quinn me pareció un poco viejo para interpretar al bandido indultado en cuya cruz es crucificado Jesús y que acaba de gladiador en Roma.

Billy, más joven y atractivo que Tony Quinn, ofrece una actuación intensa y dinámica que contrasta con su problema existencial: ¿porque él ha sido perdonado en lugar de un hombre bueno como El Nazareno?  Lo vemos buscar respuesta en San Pedro, Lázaro, el resucitado y hasta con la Virgen Maria. Al no encontrarla,  Barrabas comienza una relación de admiración y rechazo con el cristianismo que le ha quitado a su mujer.



Aquí esa mujer es llamada Esther,  y no Raquel como el origina. Interpretada por Cristiana Capotondi entonces la reina de los period drama italianos, al hacerse seguidora de Cristo,   Esther pierde a su hijo, pierde a su pareja ya que desea dedicarse al cuidado de los pobres, y finalmente pierde la vida cuando es lapidada por los fariseos.



Esta miniserie de seis capítulos aporta algunas sorpresas como la idea , compartida por algunos historiadores,  de que Barrabas era un sicario zelote. Otra novedad es la inclusión de Claudia Prócula, esposa de Pilatos.

Este personaje apenas mencionado (y sin nombre) por San Mateo, se ha vuelto parte de la leyenda cristiana. Aparece en evangelios apócrifos y hasta ha sido canonizada por las iglesias Ortodoxa,  Copta y Etíope. Grandes actrices como Viveca Lindfords y Dame Angela Lansbury la han interpretado en el cine, pero no aparece ni en Jesús de Nazareth ni en A.D. (aunque si en la A.D. de Roma Downey donde la interpretó Joanne Whalley).

En Barrabas es encarnada por la ex Miss Italia Anna Valle.  Para este personaje de  Claudia Prócula, Hollywood ha agregado mucho de su pecunio haciéndola , en ocasiones, hija de Tiberio y hasta medio judía. El factor constante son sus intentos por salvar a Jesús y su acercamiento al colectivo cristiano. Algo que reaparece en Barrabas donde la muestran perdiendo la razón por los remordimientos de no haber podido evitar la Crucifixión.



¿Cuáles de estas miniseries has visto? ¿En tu país también el tema religioso domina la televisión en Semana Santa? ¿Crees que este tipo de historia debe seguirse haciendo?