Muy buen inicio
de la Tercera Temporada. Acercándose a su cierre, Sanditon revela estar
my apegada a la tradición Austen que gira toda en torno al amor y al matrimonio.
Tenemos unas Charlotte y Georgiana más maduras, seguras de haber encontrado
solución a sus problemas románticos, pero Cupido tiene una última palabra. Cupido
anda suelto por el balneario e incluso una solterona como Miss Beatrice Hankins
y una anciana gruñona como Lady Denham, encuentran su media naranja.
Tom Parker está
lleno de esperanzas: Sanditon se ha vuelto el concurrido balneario que siempre soñó:
Acude cada verano más gente prestigiosa como Lady Montrose y su hijo el Duque
de Buckinghamshire, que corteja a Georgiana
con permiso de la heredera. Mr. Parker ahora tiene un magnífico nuevo
inversionista. Solo necesita de la aprobación de Lady Denham.
¿Pero qué sucede
cuando Mr. Pryce resulta ser un antiguo pretendiente de la anciana a la que una
vez le rompió el corazón? ¿Qué pasa si Georgina acepta los galanteos del Duque
solo porque lo sabe gay? ¿Qué pasa si Miss Lamb ya no es millonaria? Esos serán
algunos de los conflictos presentes en el final de esta serie.
Georgiana está a
punto de cumplir 21 años, aunque sigue preocupada por descubrir el paradero de
su madre, está contenta ante la posibilidad de independizarse. Convertirse en
tapadera del Duque de Buckinghamshire les permite a ambos vivir tranquilos. Él
que no está muy contento es Arthur Parker que ha preparado una gran fiesta para
celebrar la mayoría de edad de su mejor amiga.
Por supuesto, Georgiana ha invitado a su querida Charlotte,
quien viaja en compañía de Ralph, su
prometido. Aunque Ralph es guapo y bueno, todos se dan cuenta que Miss Heywood
es demasiado instruida e inteligente para ser la esposa de un granjero. Otra
que se da cuenta es Augusta Markle quien ha venido a Sanditon a celebrar su
debut en sociedad. La acompañan su primita Leo y Alexander Colbourne, su tío y tutor.
Alexander quiere
casar a Augusta con un buen partido. Su sobrina lo quiere ver casado con su ex
institutriz. Entremedio ocurre un choque cósmico cuando Augusta se enamora (y
es correspondida) por nada memos que Sir Edward Denham. El pobre villano está
siendo más que castigado por su tía que se lo ha encargado al Dr. Fuchs y al Pastor
Hankins. Entre sermones morales del clérigo y duchas heladas del galeno germano,
Edward está enloqueciendo, ¿pero será Augusta su cura?
Augusta y Leo
planean unir a Alexander y a Charlotte en el baile de cumpleaños de Georgiana,
pero tal baile se vuelve un desastre. Al enterare que Miss Haywood está
comprometida, Mr. Colbourne se retira del campo de las lides del amor. Menos
caballero es Mr. Pryce que se marcha bufando en contra de su antigua novia.
Lady Denham prohíbe a Tom Parker aceptar dinero de ese canalla al que una vez
amó. Y la guinda del pastel. Se presenta Lockhart a anunciarle a su ex novia
que él es el verdadero dueño de su herencia, que la ha demandado ante
tribunales, y que mejor que Miss Lamb se
vaya consiguiendo un abogado.
No es empresa
fácil. Sabedores de que quien presidirá el tribunal es un juez anti-abolicionismo,
los grandes abogados londinenses se niegan a tomar el caso. Es Alexander
Colbourne quien rescata a Miss Lamb trayéndole a su hermano Samuel para que la
represente. Samuel es franco y advierte a Georgiana que un juicio puede
destruirla ya que se expondrá públicamente su vida privada, desde sus ideas políticas hasta sus romances.
Al comienzo, la heredera se muestra atemorizada, pero luego acepta luchar por sus derechos.
Ese factor legal,
y un excelente episodio, aportan un
nuevo giro a una trama que se quedaría en los romances de balneario, y vaya que hay varios. Tras recordarle a Lady
Denham que una vez antepusieron su ambición al amor, Mr. Pryce consigue el beneplácito de la dama
para construir un gran hotel.
El Reverendo Hankins
también tiene problemas del corazón, pero no el suyo. Teme por su hermana que
cada vez se ve más atraída por el Dr. Fuchs, romance que el clérigo no ve con
buenos ojos. Mas encima el recalcitrante pecador que tiene bajo su cargo anda
en persecución de otra heredera. Perspicaz y erudita, Augusta es todavía tan
joven que puede caer en los brazos de Sir Edward. Preocupado, Alexander impide el contacto entre ambos.
No es el único
conflicto en esta entrega. Los Parker vuelven a tener un encontrón. Mary no
aprueba que, para construir su hotel, su marido deba desalojar a una serie de
pobres inquilinos. Nuevamente será la codicia impulsiva de Tom Parker la que
ponga en peligro la armonía de su hogar.
Hace rato que nos
dan pistas de que el noble Arthur Parker es gay. Esta temporada encuentra apoyo
y amistad en el Duque de Buckinghamshire, ¿pero hasta donde llegará esa
relación? Esas son las respuesta que esperamos ver resueltas al final. Ya para
el tercer episodio, Charlotte y Alex reconocen amarse. ¿Tendrá Miss Haywood
valor para romper su compromiso? ¿Se convertirá Georgiana en duquesa? ¿Dejará Charlotte a su ex patrón en las
codiciosas garras de Lady Lidia, la hermana del Duque de Buckinghamshire?
En esta temporada
retorna el personaje de Lady Susan de Clement, ex amante del Rey, quien hiciese amistad en Londres con Miss
Haywood. En esta temporada, Lady Susan adquiere estatus de confidente y raisonneur,
pero también tiene su propio romance. Gracias a Gattocito Miroslav, he
descubierto que la actriz que la interpreta es una “Lady” de verdad y de la
realeza. Se trata de Sophie Winkelman, casada con Lord Frederick Windsor, hijo
del Duque de Kent y primo del Rey Carlos III. ¡Bravo por Andrew Davis que ha
sabido trabajar con personajes diversos, pero siempre dentro del marco Regency
que le legó Jane Austen.!
Contenido
Violento o Gory: Ninguno
Contenido
Sexual y Desnudos: Ninguno,
aunque Augusta casi cae en la cama con Sir Edward.
Contenido
Feminista: “¡Una mujer
puede ser silenciada hasta que le toca rugir!” le espeta Mary a su marido y es
ella quien demuestra que una mujer puede/podía ser esposa y madre perfecta,
pero también tomar parte activa en los asuntos de su comunidad.
Una sola cosa que
me provocó un poco de risa. Sin spoilers, pero al final, Charlotte les dice a
Augusta y a Leonora que una mujer puede ser lo que se proponga, incluso
estudiar abogacía. Es un viejo mensaje feminista que se mete en las series para
motivar a la mujer a seguir una carrera, pero hoy está un poco obsoleto. Las
chicas modernas no quieren ser abogados, ni ir a la universidad, ni estudiar. ¡Quieren
ser influencers!
Factor
Diversidad: Aparte de ver
como la sociedad inglesa seguía siendo racista, nos enteramos de que aun en los
1820s existía esclavitud en el Caribe británico. En el juicio de Georgina se ve
cuan racista era el sistema legal. Aparecen varios personajes de color como una
famosa soprano, la madre de Georgiana y reaparece Otis, el antiguo novio de la
heredera
La Segunda
Temporada se revela más profunda e interesante que la primera. En un balneario,
ya construido y pujante, nos encontramos con un momento luctuoso inesperado
en el romance rosa que conocimos en La Primera Temporada. Comenzamos con la
muerte de Sídney, y la noticia de que Lady Esther Babington ha perdido una
hija. A este mundo enlutado llega una Charlotte, más seria, más triste, que
decide enterrarse en un trabajo de institutriz cuidando de dos niñas infernales
y al servicio de un viudo recluso con más secretos que Mr. Rochester.
La Segunda
Temporada comienza con un funeral en Antigua. Mas tarde nos enteramos de que en
el catafalco va un tal Sídney Parker, víctima
de la fiebre amarilla. La noticia afecta a toda una familia en Sanditon, hasta
Georgiana está triste. Tom se rehúsa hablar de su hermano, Charles va la
iglesia a llorarlo, y Mary parte para la
Granja Haywood para hacerle saber la triste noticia a Charlotte y para
invitarla a pasarse unas vacaciones en su balneario.
Así Miss Haywood
regresa a Sanditon, pero es una mujer diferente. Aunque la viuda de Sídney (y
dueña de la deuda de Tom Parker) se llama Eliza, Charlotte lleva el luto en su corazón
y ha decidido no casarse nunca. Esto no va con su compañera de viaje, su
hermanita Allison. Aunque parezca una versión de Charlotte cuando llego a Sanditon
por vez primera, la otra Miss Haywood difiere de su hermana en que su misión
principal en el balneario será encontrar marido. Algo que parece fácil ya que
un batallón de soldados y sus oficiales acaban de llegar a Sanditon.
Un leitmotiv
de esta temporada, y más fuerte que en la primera, es la obligación de una
mujer de casarse. No parece haber mayor desdicha en el mundo que ser una solterona,
epíteto que le será lanzado en el rostro a Charlotte en muchas ocasiones y eso
que ni cuenta 25 años. Los Haywood saben que la obligación de todos los padres
es encontrarles marido a las hijas. Por suerte, un granjero “bien colocado”,
llamado Ralph, corteja a Charlotte. Según Allison, ese matrimonio ya está
concertado a pesar de que la novia no ha dado su aprobación.
Allison tiene
claro que ella no quiere casarse con alguien tan soso como Ralph, y tampoco
quiere ese destino para su hermana. Su segunda misión será conseguirle un
marido a Charlotte. Este aparece en uniforme, se trata del Coronel Francis Lennox
que parece el indicado para la mayor de las Haywood. Entretanto, Allison se ha encaprichado con un poco
recomendable Capitán Carter (una especie de Wickham) sin percatarse de las virtudes
de otro oficial, el Capitán Frazer.
Como si la
presencia militar no fuese ya bastante perturbadora, entre las filas de soldados
está un tal Edward Denham. Aunque quiera hacer creer que su llegada Sanditon es
fortuita, pronto sabemos que viene con planes de apoderarse de la fortuna de su
tía y de paso reconquistar a Esther.
Lady Babington también
está pasando por una etapa de duelo. Acaba de perder a su primera hija. Los
médicos le desaconsejan un nuevo embarazo que podría ser fatal para ella.
Esther, determinada a ser madre, viene a Sanditon esperando una cura del famoso
balneario, pero ni las charlatanerías del Dr. Fuchs pueden ayudarla. Esther
busca ayuda entre las comadronas locales mientras lucha por desenmascarar a su hermanastro.
Una razón para
traer a las Haywood a Sanditon, es acumular amigas cerca de Georgiana. Miss Lamb
está insoportable en su empeño por alejar pretendientes de la manera más
insultante posible. Los Parker, ahora guardianes de la heredera, no pueden convencerla de que su deber es
casarse. Georgiana no soporta cazafortunas cerca. Todos los hombres jóvenes
parecen serlo con una excepción.
Alexander Vlahos,
mi querido Duque de Orleans, regresa con un look a lo Chateaubriand y un
personaje hetero, pero igualmente controversial. Charles Lockhart es un pintor
que ha venido al balneario en busca de inspiración para su arte, pero su amor
por la libre expresión y su francofilia— aunada a un vocifero bonapartismo— no lo
hace muy simpático ni para soldados recién regresados de la Guerra Peninsular
ni para los habitantes de un país que ha conseguido derrotar a Napoleón.
Aunque como artista,
Lockhart admira la belleza de Miss Lamb,
no es uno de sus cortejantes. Algo que atrae a Georgiana que, si bien aparenta
despreciar al pintor, admira su desdén por
la convenciones sociales.
Georgiana está
feliz de conocer a Allison, y se convierte en su aliada en su búsqueda de romance,
pero no encuentra quorum en Charlotte. Miss Haywood ha madurado antes que su
amiga. Consciente de que su padre no podrá mantenerla, busca empleo en la única
profesión abierta a las señoritas respetables de ese entonces. Charlotte se une
a otras famosas institutrices de ficción.
Resulta que,
durante la parada de los militares, Charlotte rescata al pequeño Leo que está a
punto de ser pisoteado por un caballo. Leo es Leonora Colbourne, hija del huraño, pero muy adinerado, Alexander Colbourn. Charlotte consigue empleo
intentando educar a Leonora que prefiere vestirse de niño y a su prima,
Augusta, una rebelde y esnob adolescente.
Entre ambas le
sacarán canas prematuras a la pobre Miss Haywood que sufrirá más que Fraulein
Maria y Anne de las Tejas Verdes en circunstancias similares. El ama de llaves
le informa que las institutrices en esa casa suelen huir despavoridas y sin
necesidad de locas en el ático que las ahuyenten. Este es un caso de locas en
la clase, y sin embargo el misterioso, hosco y sarcástico Mr. Colbourne es un
cruce entre el Capitán von Trapp y Mr. Rochester.
A partir del
Tercer Capítulo, la serie se convierte,
en el aspecto romántico, en doble triangulo a medida que hasta las niña se dan
cuenta de la química entre Colbourne y la institutriz. Romance que se verá
alterado— a lo Orgullo y Prejuicio—por un militar mentiroso, manipulador que
entorpece los designios del verdadero amor. El romance de Charlotte la
convierte en Lizzie Bennet y Jane Eyre,y el triángulo Carter-Alison-Frazer tiene las
connotaciones de Cyrano con un guiño a Sense and Sensibility en el que
una hermanita menor dejará atrás su inmadurez para escoger al más meritorio de sus
pretendientes.
La vida romántica
de Charlotte Haywood me fascina, la de su hermana me aburre, pero lo más
sorprendente es como Georgiana me deja indiferente. El personaje tenía un poder
extraordinario en la Primera Temporada, por exótica y por presentar una
original variación del tema de la heredera. Hasta sus berrinches era
comprensibles y perdonables.Ahora ya cansa con su falta de tino, su eterna victimización
cuando a su alrededor también hay gente con problemas. ¡Niña, despabílate! Sídney murió, Charlotte maduró. ¿No es hora de
que crezcas un poco en vez de dar tanta lata?
Si el arco Georgina
me deja fría, no me ocurre lo mismo con la subtrama de Esther. . Su problema me
es comprensible y cercano. Aún más cuando reaparece Clara en su vida, barrigona
y gritando “¡el crio es de Edward!”. I Pensábamos que no había nada peor que Scarlett
O’Hara de partera de su rival, no nos imaginábamos a Lady Babington atendiendo
el alumbramiento de Clara.
La trama sigue
apegada al estilo “austeniano”, por lo que tenemos que chirriar los dientes
cada vez que las Haywood les creen a hombres indignos y no reconocen los
méritos de los dignos. Por suerte para el cuarto episodio, Alison ya sale de su
deslumbramiento con su capitán más mentiroso que Pinocho.
Mas oscura que
nada de lo que hubiese rumiado Jane Austen, es la subtrama del triángulo
Esther-Edward-Clara donde el malévolo oficial se aprovecha de la desdicha de su
hermanastra y de su amante. Este cuento gótico nos saca de la esfera Regency para
llevarnos por los oscuros pasadizos de la narrativa de Wilkie Collins.
Me he negado a ver
Bridgerton esta temporada, pero estoy contenta con Sanditon. Es más
seria, más profunda y también más bonita desde un punto de vista estético. El vestuario
como siempre hermoso, aunque sencillo. Sigo enamorada del idioma tan parecido al
de La Austen y las actuaciones varían, pero ninguna desentona.
Contenido
Violento o Gory: Nada muy
violento, aunque el diabólico plan de Edward para enloquecer a Esther es digno
de villano gótico.
Contenido
Sexual: Ninguno.
Contenido
Feminista: Vemos como la
sociedad despreciaba a la mujer soltera. Como se veía como un cambio de estatus
social el que una mujer trabajase. Seguimos viendo a Georgiana encerrada en su
jaula de oro, pero capaz de embarcarse en una causa como el Boicot del Azúcar,
que efectivamente tuvo lugar como rechazo a la perpetuación de la esclavitud en
el Caribe.
Factor
Diversidad: Georgiana
Lamb sigue dándonos fascinantes atisbos a como era ser de raza mixta en esa
sociedad entre Londres y el mundo rural.
Sanditon puede verse en USA por Thirteenth
Passport y por PBS Masterpiece. En España la está presentando el canal
Cosmopolitan y se espera que pronto Film&Arts la presente en América
Latina.
Finalmente, me
rendí, y este verano he estado ocupada con “Bridgerton” y “Sanditon”, historias
que una vez desprecié. Confieso que me equivoqué y ahora entiendo el encanto de
ambos cuentos que tienen las mismas raíces. Ambas tienen lugar en la Regencia y
las vincula el Regency Romance que— contrario al rumor popular— no
fue inventado por Jane Austen. ¿Que hace a las series parecidas? ¿Que las hace diferentes? ¿Cuál es la mejor?
Ustedes tienen la última palabra.
Escritoras de
la Regencia
Cuando comencé a
buscar material para este ensayo estaba segura de que encontraría más
similitudes entre estas series que diferencias. Nuevamente me equivoqué. El vínculo
en común es que ambas ocurren en la misma década: “Bridgerton” en 1813 durante
las Guerras Napoleónicas, y “Sanditon” en 1817, dos años despues de acabado el
conflicto. Ambas historias giran en torno a la importancia de chicas de cierta categoría
de contraer un matrimonio rápido y ventajoso. Ambas promueven modas con corte
bajo el busto, estilo conocido como “Corte Imperio”.
La diferencia
principal es geográfica y estacional. “Bridgerton “tiene lugar en Londres
durante ese periodo estival que hasta hoy se llama “The Season” y que debido a
su continuo calendario de bailes y eventos sociales servía para presentar en
sociedad a las hijas de la aristocracia e introducirlas en el mercado
casamentero. En cambio, “Sanditon”, relata la historia de la campesinita
Charlotte Heywood que abandona la granja familiar para ser presentada (informalmente)
en sociedad en el pueblo de Sanditon que está a punto de convertirse en un
popular balneario. Si Charlotte es “presentada” a Lady Denham, la ricachona más
importante del pueblo, la Honorable Daphne Bridgerton es presentada a Charlotte,
Reina de Gran Bretaña.
Si le creemos al
diarista Samuel Pepys, “The Season” inició en la Restauración Carolina del
Siglo XVII, pero ya para mediados del Siglo XVIII era costumbre que las jóvenes
aristócratas fuesen presentadas ante un soberano de la Casa de Hanover. Ambas
series tienen lugar durante el periodo llamado “Regencia”. El rey Jorge III se
encontraba confinado debido a su desequilibrio mental. Quien mandaba era su hijo,
el futuro Jorge IV, el Príncipe Regente, pero a quien las aristócratas hacían
reverencias era a su madre Carlota de Mecklemburgo
“Sanditon” es la
novela inconclusa de la gran escritora costumbrista Jane Austen. “Bridgerton” está
basada en el primer volumen de la saga de Julia Quinn titulado El Duque y yo.
Ambas novelas son consideradas parte del subgénero conocido como Regency Romances
que siempre se ha asociado con la obra de Austen. Sin embargo, la madre del
subgénero fue la injustamente olvidada Fanny Burney quien fuese una gran
influencia en Jane Austen, pero la obra austeniana es la precursora de la
novela victoriana sobre todo de los trabajos de especialistas en customs and
mores como lo fueron Anthony Trollope y George Elliot. Ese estilo sigue
vivo en los Regency Romances.
La gracia de la
obra de Jane Austen—más allá de su mirada satírica compartida por Fanny
Burney— es la exaltación de una clase social intermedia, y generalmente rural, que
está por encima de los granjeros de Thomas Hardy y los tenderos de Charles Dickens.
Son gente de clase media acomodada con ínfulas y ambiciones que sin embargo
suelen ser mal mirados por los Darcy, los Rochester y otros arrogantes señores
del condado que pululan en las novelas inglesas del siglo XIX.
Jane Austen pertenecía
a esta clase, era hija de un rector anglicano. Aunque vivió por mucho tiempo de
allegada a parientes más adinerados, tuvo la ocasión de ver las miserias y
virtudes de ese mundo. Fanny Burney, aunque hija de un médico, se movió en
esferas más elevadas llegando a ser dama de la Reina Charlotte. Se casó con un general
francés y tuvo una vida tan llena de aventuras que debería ser ella la
protagonista de alguna serie.
La Season y El
Mercado de Esposas
Debido a su
cercanía con la realeza, aristocracia y el Bon Ton (léase los jetsetters de la
época), las novelas de Burney tienen heroínas que navegan por ese mundo desde Evelina
que carga el estigma de su nacimiento ilegitimo a Cecilia la rica
heredera, a Camilla y sus hermanas que ya presagian a las Bennet de Orgullo
y Prejuicio y a las Bridgerton y Featherington de Bridgerton. Lo que
las hermana es la necesidad de atrapar un buen partido.
Fanny Burney
En el siglo XVIII
se había puesto de moda la presentación con el monarca del momento como introducción
social de jóvenes del Bon Ton. Una ironía es que The Season y el mercado de esposas
creó un universo paralelo menos legítimo. Tal como vimos en “Harlots” a la par de las damas que buscaban esposo para
sus hijas casaderas, las dueñas de burdel intentaban conseguirles protectores
ventajosos a sus pupilas más prometedoras y hasta para sus hijas durante la
Season. Al final, eso ponía a todas las chicas de este mundo en la categoría de
“carne fresca”.
Uno de los casos más
conocidos de la venta de carne fresca en el mercado de esposas de la vida real
es la historia de las cuatro hijas del Duque de Richmond, hijo ilegitimo del
Rey Carlos II. Las cuatro hijas parecen una encarnación anterior a las Crawley
de “Downton Abbey”, porque en pleno Siglo de las Luces, una huye con un viejo pobretón,
otra es madre soltera, otra, casada con un duque, se embaraza de un criado, etc..
Y todo esto ocurrió en la vida real. Lo que convierte a los escándalos de Bridgerton
en pecadillos infantiles y demuestra que ser nieta de reyes e hija de duques no
implicaba que hacer un buen matrimonio fuese más fácil.
El matrimonio es
un tema común en la obra de Jane Austen, desde la preocupación de la Señora
Bennett por casar a sus cinco hijas hasta la obsesión de Emma de
encontrarles el marido perfecto a sus amigas. Curiosamente, en su última
novela, Jane Austen no tiene una heroína embarcada en la carrera de
busca-maridos. Cuando Charlotte conoce a Lady Denham, la augusta dama comenta
que Miss Haywood seguramente ha venido a Sanditon en busca de un buen partido.
La ironía es que Charlotte ha venido a conocer la sociedad, a ver el mundo,
pero no está obsesionada con el amor y el matrimonio, un tema indispensable en
el mundo de las debutantes desde Bridgerton hasta “Downton Abbey”.
De todas las
novelas de Jane Austen, Sanditon, de la cual se han encontrado menos de
una docena de capítulos, pareciera ser la más alejada del modelo del Regency
Romance. Tal vez por eso, Andrew Davies la ha apartado de ese esquema dándole
un toque, que, sin llegar a ser presentista, tiene una visión más moderna de la
mujer y sus posibilidades. Aunque ha conservado a las cuatro jovencitas que
creo Austen, una de ellas es una heredera y otras dos son parientas pobres que
desean heredar. Al final de la serie solo una de ellas se ha casado (con un
Lord por supuesto).
¿Quién inventó
el Regency Romance?
Un error es
pensar que, por haber escrito durante la Regencia, Jane Austen creo el Regency
Romance. Su obra no se acerca a este género literario no más que la de Byron o
Sir Walter Alcott, sus contemporáneos. Aunque Austen es la creadora de la
novela costumbrista, ya he señalado como Fanny Burney fue quien sentó las
normas del subgénero. Otro que la secundó fue William Thackeray que en su Feria
de las Vanidades impuso dos reglas para el género, la primera escribir
sobre la Regencia como un periodo del pasado. El Regency Romance de hoy es
antes que todo un romance histórico como lo demuestra “Bridgerton”. El segundo
es que todo se vale en esta profesión de caza-maridos, y si una chica es lista
(o “Sharp” como Becky) puede conseguirse algún partidazo que, por carecer ella
de nombre y fortuna, no debería estar a su alcance.
Sin embargo,
Thackeray hace lo imposible, nos muestra que un buen matrimonio no es
necesariamente el pasaje para la felicidad. Debutantes que se casan con un noble al final
de la Season, solo para salir trasquiladas aparece en novelas famosas como las
de Nancy Mitford, la obra inconclusa de Edith Wharton Las Bucaneras,
incluso en novelas románticas como La Hija del millonario de Dorothy
Eden o en el caso de Lady Julia Flyte en Brideshead Revisited. Cuando
Evelyn Waugh nos la presenta, Julia acaba de debutar en sociedad y más adelante
le relatará a Charles cuales eran sus expectativas de matrimonio basándose en
que su religión y el escándalo familiar no le permitirán casarse con un noble.
Un ramillete de debutantes en busca de marido. Lady Julia Flyte
Linda Radlett, su prima Fanny y Lady Polly Hampton de Love in a Cold Climate
En Downton Abbey, Lady Rose hace una reverencia ante Jorge V
Las Hermanas Kennedy y su madre antes de ser presentadas a Jorge VI. Unos años mas tarde, Kathleen se casaría con el Marques de Hartington.
La verdadera
Regency Novel (muy inspirada en todos los ejemplos ya dados) nació en los 40s.
Por eso siempre se la verá como un romance histórico e invitará a algún que
otro presentismo. La creadora del género fue una dama inglesa llamada Georgette
Heyer que publicaba su primer Regency Romance, A Regency Buck, en 1935.
Georgette Heyer
Hasta su muerte
en 1974, Heyer se mantuvo activa escribiendo romances históricos, género
detectivesco, pero principalmente Regency Romances a los que les otorgó las características
que lo hacen tan distintivo. Su mayor seguidora (y plagiadora) fue Dame Barbara
Cartland. El estilo Cartland es típica lectura
para adolescentes soñadoras.
Aunque para la
época de su obra (1970s) se había abolido la presentación a la reina, seguía
existiendo el baile de debutantes y los sueños de encontrarse con un Príncipe
Azul. En 1979, el Conde Spencer dio un baile en su castillo de Althorp para
presentar en sociedad a su hija menos, Lady Diana. Di lució un precioso vestido
de Regamus que su madre la ayudó a escoger en Harrod’s. Años después, Dame
Bárbara diría de su nietastra que, aunque llegó a ser Princesa de Gales Diana nunca
entendió la diferencia entre la realidad y el mundo de ilusiones de los Regency
Romance de su abuelastra.
Lady Diana Spencer y su vestido de debutante
Cuando yo entré
de lleno (léase 1978) en el mundo del romance histórico, que sigue siendo mi pasión,
descubrí en la bien provista biblioteca de mi hermana kilos de Cartland y un
par de Heyers. A pesar de sus llamativas cubiertas, no me atrajeron. Comparadas
con el erotismo de los Bodice-Rippers, parecían lecturas para nenas de jardín
infantil.
Pronto eso
cambiaria, la influencia de los Bodice-Ripper llevaría a autoras como Amanda Quick,
en los ‘90 con romances como Scandal y Ravished, a revolucionar
el género y alejarlo de su aura Jane Austen. Otras autoras la seguirían. En mi
biblioteca yo hice espacio entre los B-R medievales de Julie Garwood a su experimentó
de Regency-con-Sexo, Rebellious Desire (1991) que tiene mucho en común
con el primer volumen de Bridgerton.
Características
del Regency Romance: El Mercado Matrimonial
Hora es de pasar
revista a las características que Heyer asignó al género y ver como se utilizan
en Sanditon y Bridgerton. La acción debe tener lugar en Londres,
durante la Season. Los eventos de esta, incluyendo bailes, son motivo para una
cacería de buenos partidos. Los protagonistas son aristócratas y gente de
dinero. Heyer creo un par de arquetipos para componer sus parejas protagónicas
y un estándar en este tipo de literatura fue el final feliz.
Daphne al comienzo de la serie
El final feliz de Daphne
Las novelas de Julia
Quinn tienen todas lugar en el “ton” londinense. En cambio, Jane Austen
prefería situarlas en campiñas para ella conocidas, aunque sus personajes, de
vez en cuando, viajen a la capital. En el caso Sanditon sabemos que la
autora deseaba sacar a Charlotte de su nicho rural-doméstico y llevarla a un
balneario. Andrew Davies lleva a Charlotte y a Sídney Parker a Londres en busca
de la fugitiva Georgiana, en un episodio que recuerda al rescate de Lidia en Pride
and Prejudice. Pero aun en las playas de Sanditon la pareja tiene
encuentros y desencuentros en dos bailes
El tema principal
de Bridgerton es el mercado matrimonial. Daphne sabe que su deber es
contraer un enlace digno de su pedigrí, pero por alguna extraña razón, su
hermano Anthony le espanta los pretendientes y termina comprometiéndola con el
detestable Berbrooke de quien su hermana debe defenderse a puño limpio. Simon,
Duque de Hastings, está tratando de sacudirse a las muchachas casaderas que buscan
ser duquesas. A Simón se le ocurre una solución para el problema de Daphne y el
suyo, fingir ser novios.
Esta farsa
complica las cosas. Berbrooke insiste hasta en un duelo, jurando que él es el
prometido de Daphne. A esta le sale al paso un nuevo novio, un príncipe alemán.
Simon tiene que aceptar que ama a Daphne y se casan. El resto de la serie
describe su vida matrimonial.
Aunque Charlotte
no tenga expectativas matrimoniales, si las hay en su entorno de Sanditon y es Lady
Denham la principal casamentera. Le busca marido a Esther e intenta casar a su
sobrino Sir Edward con la heredera caribeña Georgiana Lamb. Aun así, ninguna de
las jóvenes se ve muy ansiosa de contraer matrimonio. En eso se diferencia a
“Bridgerton” donde, aunque Daphne insista en casarse por amor, no le parece mal
seguir la carrera de esposa.
Los Ricos vs
Los Pobres
Aunque Bridgerton
nade en el lujo y oropeles de la alta sociedad, aquí y allá tenemos atisbos de
los menos privilegiados. Madame Delacroix, la modita que también regenta un
burdel clandestino y Sienna la soprano que Anthony Bridgerton considera lo
suficientemente guapa para ser su querida, pero no lo suficientemente refinada
para ser su esposa.
En “Sanditon”
tenemos un lugar común de la novela inglesa decimonónica, la aristócrata rica
sin hijos cuya parentela la adula y consiente en la esperanza de heredar su
fortuna. Vemos a Clara Barton, huérfana abusada, que, aunque cambia de vestido
en cada episodio, no es más que una criada para su tía. Edward podrá poner “Sir”
antes de su nombre, pero él y su hermana viven en una casona llena de goteras y
sueñan con la muerte de una tía que les permita llevar una vida mejor.
A pesar de que Charlotte
es hija de un granjero, Mary y Tom Parker la tratan como una igual. No así, el
soberbio Sídney que al ver su ropa sencilla pregunta si es una criada. Mas
pobre que Miss Haywood son los Stringer. El joven Stringer, es un aspirante a
arquitecto, que trabaja como capataz de las obras de Tom Parker. Es quien
recibe las quejas de los obreros impagos, y quien debe ver a su padre casi
perder una pierna por las malas condiciones de trabajo.
Stringer, que
muchos quisimos ver emparejado on Charlotte, sirve para mostrar la veleidad de Tom
que antes que pagar sueldos prefiere comprar un collar para su esposa. Su falta
de responsabilidad con sus empleados es como un reflejo de la fortuna de Sídney
que ha sido hecha en el Caribe gracias a la explotación de esclavos.
Mas que
presentismos, Andrew Davis sigue el ejemplo de denuncia social de Mrs. Gaskell
y otros autores victorianos. Incluso lo hace con el match de cricket entre el equipo
de obreros capitaneado por Stringer y el encabezado por los Parker, en el que
se cuentan sir Edward y Lord Babington. El juego pasa a ser una metáfora de la
lucha de clases y el que Charlotte sea quien ayude a los Parker a ganarlo
demuestra su ambigüedad social. Ella está atrapada entre el mundo de la
justicia y el bon ton al que, en el fondo, desea pertenecer.
La Técnica Literaria
del Regency Romance
Debido a que Jane
Austen vivió durante la Regencia y en sus novelas retrató a sus contemporáneos,
su obra es universal y puede transcribirse tanto a Bollywood (Bride and
Prejudice); al Los Ángeles moderno (Clueless), parodia de terror (Pride and Prejudice and Zombies) o incluso dentro de un ambiente
latino (De Prada a Nada). En cambio, el romance Regency está subordinado a un
espacio geográfico social y una época.
Diferentes adaptaciones de novelas de Jane Austen
El Regency
Romance presenta una perspectiva femenina. No la de una protagonista del pasado
sino la de la autora. Es ella, desde la distancia cronológica, que denuncia el
machismo imperante y consigue que su protagonista consiga un marido que le convenga,
no solo por dinero y estatus, sino porque lo ha “domado”.
En la novela
Regency, los héroes son un poco acartonados, no sabemos mucho de ellos. Todo se
reduce al hombre que la heroína percibe y al que ella “construye” para uso
propio, luego que lo haga deshacerse de sus traumas y demonios internos. Los
protagonistas de este tipo de literatura se dividen en dos tipos, el dandi
mujeriego, soberbio, que le huye al matrimonio; y el byronico, tipo Mr. Rochester,
que arrastra un pasado oscuro que la heroína debe iluminar.
Debido a esas
características establecidas, en las novelas Regency siempre hay un presentismo
que no aparece en novelas históricas de autores europeos situadas en ese
entonces. Mientras trabajaba en este ensayo, le eché miradas a ese tipo de
literatura. Hablo específicamente de La Cartuja de Parma de Stendhal; La
Guerra y la Paz de Tolstoi y la primera parte de los Episodios Nacionales
de Pérez Galdós. No solo la temática es diferente, y aunque haya jovencitas a
la espera del marido, todo es visto desde un punto de vista masculino.
En las novelas de
Jane Austen a pesar de que el punto de vista es el de la heroína, la autora nos
ofrece héroes más de carne y hueso. Como su novela no tiene una protagonista
obsesionada con casarse la trama se cifra en su crecimiento como personaje, su
maduración como persona y la superación de sus defectos sean los prejuicios de Lizzie
Bennet, la costumbre de entrometerse en las vidas ajenas de Emma o el vivir en
un mundo irreal como le ocurre a Catherine Morland en Northanger Abbey.
Los héroes pueden ser testigos o instrumentales en el cambio, pero no
imprescindibles para que este ocurra.
En cambio, en las
Regency donde la protagonista es un espíritu libre o una tímida damisela, su
crecimiento está subordinado a lo que hace con su contraparte masculina y eso
incluye su vida sexual. Así lo vemos en
Daphne Bridgerton donde a pesar de que tenga que defenderse a golpes de
cortejantes inoportunos, es una tímida ingenua que tras su matrimonio vive
sometida a los deseos del marido…hasta que lo contraria provocando la ira de
los espectadores.
Controversia: Daphne,
la Violadora
Me ha dejado
espantada el saber que en este mundo mitutero el mayor error de Daphne es
llegar a las últimas consecuencias para lograr su deseo de un hijo, aunque
signifique ir en contra de reglas patriarcales. Mi espanto nace del mal uso del
término “violacion” lo que acaba ofendiendo a todas las víctimas—de
todos los géneros— de un ultraje sexual. Recordemos antes que todo,
que los códigos legales de Occidente especifican como violación al acto
no-consensual en el cual existe penetración generalmente penil de un orificio
de otro humano del sexo que sea. Daphne no tiene pene, no es ella la
‘penetradora”.
Simon, que, como
todo héroe byronico, menosprecia la inteligencia femenina y es muy mentiroso,
le inventa a la esposa que es infértil. Aprovechándose de la inocencia de su
mujercita que no ha tomado un curso de educación sexual en su vida, nuestro Duque
de Hastings practica desvergonzadamente el coitus interruptus. Daphne se
entera y decide darle una lección. Las que crecimos leyendo “El pájaro espino”
sabemos cuál es esa lección. Solo que aquí no solo Daphne espera embarazarse
sino también demostrarle a su maridito que no es ninguna idiota.
En las redes
sociales ha habido un alboroto. Se habla de “violación marital” ¿solo porque Daphne
no obedeció al marido cuando llego el momento del orgasmo de hacerse a un lado
como un fardo? ¿Qué pasó con las fantasías de la dominatriz, con la mujer
ejerciendo su poder en la cama, con la idea de la independencia sexual femenina?
¿Tanto odian las MeToo la maternidad que, en su afán de considerarla algo nefasto,
atropellan las máximas feministas?
Mi hermano me hacía
entender que es una reacción “normal” en un mundo donde quieren castigar con cárcel
al que roba un beso; donde Julian Assange fue convicto en Suecia de ‘violación”
por no querer usar condón en una relación consentida; y donde padres
irresponsables de todas las clases y razas chillan porque la ley los obliga a
mantener hijos que ni planearon ni desearon. Desde ese punto de vista del Siglo
XXI, puedo considerarlo un acto reprochable, pero no usaría la palabra
‘violación”
Además, en el
contexto histórico de Bridgerton lo hecho por la Duquesa de Hastings nunca
hubiese sido visto como un acto de violencia. Tal como la feminista Julia Quinn
solo lo vio como una manera de su protagonista de despabilarse y demostrar
agencia. Tal como lo vio la feminista Shonda Rhimes que si hubiese sospechado
el escándalo que causaría la escenita, la hubiese eliminado.
A pesar de lo que
diga Bustle (un lugar bastante mentiroso) no hubo un “clamor”
en contra de lo que ahora se conoce como “The Scene” cuando apareció en las
librerías en el 2000. Después de años de leer bodice rippers donde las heroínas
eran violadas, hubiese sido casi refrescante ver al marido asaltado sexualmente
como ocurrió en Outlander. Solo que entonces nadie le vio cara de “violadora” a Daphne, no
más que se ha vimos a Meggie en The Thorn Birds o a Juana en Una Vida,
la mejor novela de Guy de Maupassant.
En The Thorn Birds, Luke no estaba contento con su hija, pero no se quejó de haber sido violado
Una Vida sirve para darnos una idea de cómo percibía
el mundo decimonónico el problema de Daphne. Hasta el siglo XX, uno de los
únicas causales para una mujer poder solicitar el divorcio— incluso la anulación canónica— era
demostrar que el marido o no podía o no quería tener hijos. En la sociedad de Simon
una exigencia que se imponía a todo aristócrata era tener al menos dos hijos
varones (The Heir ad The Spare) que heredasen títulos y propiedades. La
negativa del Duque de Hastings de procrear un heredero, y así alevosamente acabar
con su estirpe, hubiese sido vista en la verdadera Regencia como una traición y
todos hubiesen estado de parte de Daphne.
En Una vida,
Juana la protagonista, una joven de familia noble comete el error de casarse
por amor con Julián que solo busca su dote. Julián preña simultáneamente a su
esposa y a la criada Rosalía. Esto acaba con el amor de Juana, pero consciente
de que por convicciones religiosas y convencionalismos sociales (la novela
tiene lugar en los 1820s) no puede divorciarse, se resigna a una reconciliación
con la esperanza de tener más hijos que consolarán su soledad.
Juana, Rosalía y Julian en la adaptación del 2016
A pesar de ser
tan ingenua como Daphne, Juana se da cuenta que en la cama las cosas han
cambiado y que las caricias de Julián no son “completas”. Cuando lo interroga, este cínicamente le
responde que no desea más hijos. Como Daphne, Juana busca seducir a Julián y
agarrar un espermatozoide desprevenido, pero su marido es muy pillo.
Desesperada, Juana
busca la ayuda del siniestro párroco quien le recuerda que su obligación de cristiana
es usar el sexo para procrear. Lo que hace Julián es pecado y ella debe
impedirle pecar. Le aconseja que finja
haber quedado embarazada. Aunque Julien se pone furioso ante la noticia, el
consejo del macuco sacerdote resulta útil. Ya Julián no practica ningún tipo de
planificación familiar, y pronto Juana queda embarazada. A pesar de que, por culpa
de Julián y del sacerdote, todo acaba en una serie de desgracias y la muerte de
la hija de Juana, Maupassant siempre la ve como víctima irreprochable y ni hubiese
soñado en pensar en ella como una ladina violadora.
Maria Schell como Juana en el filme de Alexandre Astruc
Después de leer críticas
sobre esa violación me he quedado pensando en más ejemplos. ¿Como se embarazó
por segunda vez Melanie en ese Necronomicón de la anti-progresia Lo que el
viento se llevó?Nunca oímos
a Ashley gritar “¡Violación!” (aunque yo siempre he sospechado que ese bebé era
de Rhett Butler).
Ni hablar de
Ruhami en “Shtisel” que se hizo retirar el dispositivo uterino sin consultarlo
con su marido y a sabiendas que un embarazo podría matarla. Al enterarse,
Hanina estaba furioso, asustado, se sintió traicionado, pero nunca se sintió
‘violado”.
¿Fue la bebé de Ruhami producto de violación?
Controversias:
El “final infeliz” de Sanditon
Por suerte, “Sanditon”,
es más cuerda y la gran polémica fue su final que muchos dicen que traicionó la
tradición austeniana del ‘Happy Ending”. ¿Es así? No lo creo. El final feliz de
Austen no es boda ni novios, sino las lecciones existenciales que han aprendido
los protagonistas y que los acercan como pareja. No es eso lo que tenemos al
final de la serie de Andrew Davies.
Charlotte sigue
tan inmadura e impulsiva como al comienzo. Sídney no tiene ni la paciencia ni la
comprensión para ayudarla a crecer. Ese breve periodo en que la ve como mujer y
la corteja es solo una ilusión que acaba en la realidad. En el caso de
Charlotte ha quedado impresionada al saber que Sídney ha pagado las deudas de Otis,
pero sigue sin gustarle nada del joven Parker, ni como se gana su dinero ni su
estilo de vida. ¿Qué tipo de matrimonio van a tener si ella carece de la
discreción de la paciente Mary?
En un momento,
Andrew Davies quiso entroncar su versión con Orgullo y prejuicio, convertir
el rapto de Georgiana en la huida de Lidia. No solo no se parecen ambas
historias, el mismo desmadre argumental denota que el autor sabe que sus
protagonistas no son opuestos que se atraigan. Nunca Charlotte se ha visto
menos unida espiritualmente a Sídney, nunca se la ha visto más alejada de Miss
Bennett. Si Lizzie supera sus prejuicios, Miss Haywood adquiere nuevos. Hasta
en los minutos finales de la serie sigue lanzándole reproches a Mr. Parker,
La única virtud
de Sídney parece ser el haber pagado las deudas de Otis, un gesto que solo
impresiona a Charlotte ya que a Georgiana no la convence. ¿Y si Parker tenía un
dinerito guardado porque mejor no lo usó para pagar a los obreros de su hermano
en vez de malgastarlos en los vicios del señor Molyneux?
Como Theo James
ha anunciado que estará ocupado protagonizando “The Time Traveler’s Wife” para
HBO, no tendremos a Sídney en la próxima temporada y solo nos queda esperar que
Miss Haywood y Miss Lamb consigan novios que las merezcan ..
Sexo y Color
Otras
controversias con el trabajo de Davies es la inclusión de sexo, desnudos y
gente de color. Ninguna de esas críticas tiene bases. Si Austen viviese hoy en
día no se acobardaría ante la idea de incluir alguna que otra escena sexual,
sobre todo si se tratase de personajes ya definidos como inmorales como son el
caso de sir Edward Denham y la huérfana ambiciosa Clara que protagonizan un
apasionado revolcón en el piso de la biblioteca de Lady Denham. La escena
(donde ambos estaban vestidos) era para demostrar cuán lejos podían llegar en
su afán de hacerse con la fortuna de su tía.
Tampoco me parece
reprochable los desnudos siendo que no son frontales, son nada más que de
varones, y son comprensibles en un
contexto de baños de mar antes que se inventasen bañadores para los hombres. Se
entiende que Charlotte esté en shock cuando ve a Sídney Parker en traje de Adán,
pero a diferencia de una serie de época presentista ni se excita ni se pone a
espiarlo por el rabillo del ojo. Esta genuinamente incomoda. Sin embargo, al
día siguiente cuando Sídney pide una disculpa por haberla avergonzado, ella
responde con mucho ingenio: “¿Por qué
habría de avergonzarme? Yo estaba
vestida’.”
Finalmente, en
sus escasos capítulos, jane Auster fue muy precisa. Miss Lamb es una heredera
proveniente de la isla caribeña de Antigua, y es de raza mixta. Austen usa el
vocablo “M” para referirse a Georgiana. Ese es el material que Doña Juana le
dejó a Davies para trabajar. Nada de esta adaptación deja que desear, no hay
presentismos.
La autora también
indicó que, debido a la extensa dote de la chica de color, Lady Denham la
quiere para su sobrino. Los que vieron “Belle” saben que una muchacha mixta con
fortuna propia podía ser la reina de Londres. Eso también ocurría en el mundo Sudamericano.
En “Xica”, el Comendador se lamenta de su hijo varón puesto que es más difícil
de encajar en la sociedad blanca que una nena birracial ya que con ella es
cuestión de comprarle un marido principal para que todos olviden su color de
piel.
En el mundo de la
serie, todos parecen recordarle a Georgiana que no es una de ellos. La charada
de fiesta que Lady Denham ofrece en honor de la recién llegada, coronada por
esa piña llena de gusanos es un ejemplo de la hipocresía que la sensible Miss
Lamb detecta. En venganza, comienza hablando en patois y cuando Lady Denham
habla de matrimonio, Georgiana es cortante. Ella no quiere casarse, el
matrimonio es una forma de esclavitud. Es interrumpida por su anfitriona que ácidamente
le recuerda que, como hija de esclava, la caribeña debería estar acostumbrada a
la esclavitud.
La famosa piña con gusanos
Eso es lo que
todos ven en Georgiana, una esclava que, si no tuviese dinero sería considerada
como un animalito, a lo más una mascota. La idea es casarla rápido para que
pase a ser problema de otros. El mayor promotor de esta idea es el guardián de Miss
Lamb, Sídney Parker, que no escatima ocasión de decir que nunca quiso ser tutor
de una heredera y que todo lo hace por el voto que Mr. Lamb le hizo jurar en su
lecho de muerte.
Georgiana es mi
personaje favorito y me llena de compasión. Se siente desplazada de su mundo nativo,
indeseada, utilizada. Solo Charlotte le brinda una amistad sincera que trae
peligrosos resultados. Como Davies no se podía inventar un heredero negro para
Georgiana, creo algo mejor. Otis Molyneux secuestrado por mercaderes de
esclavos de su aldea africana es vendido como mercancía a un buen amo que lo
educa, le da un nombre y su libertad. Ahora Otis es parte de una de las muchas sociedades
abolicionistas del Reino Unido de esa época.
El tiempo libre del
joven liberto más que dedicarlo al romance, lo ocupa en el vicio del juego. Sus
deudas se acumulan y eso llega a poner en peligro a Georgiana y acaba con su
relación. Aunque sufro con Miss Lamb, aplaudo a Davies por la manera efectiva y
realista con la que condujo este arco.
El caso de “Bridgerton”
es diferente, aunque igualmente legítimo. Mas allá de apoyarse en el color
blindness, Shonda Rhimes tuvo la idea de crear una sociedad alternativa
donde negros y blancos se mueven en igualdad de derechos y donde la gente de
color puede componerse de criados, jovencitas casaderas como la embarazada Marina
o poderosos aristócratas como el Duque de Hastings, protagonista de este
cuento.
¿De qué Color
era la Reina Carlota?
La base de esa
igualdad es que la soberana del Reino Unido, la Reina Carlota es retratada como
de raza africana. Se ha hablado de que Netflix planea un spinoff que giraría en
torno a esta fascinante reina. Solo espero que nos cuenten que viene de algún
reino africano y no se adhieran a ese absurdo de que Charlotte de Mecklemburg
era de origen de color.
La Reina Carlota en Bridgerton
Este mito/leyenda
urbana no tiene más base que el que en algunos retratos la reina consorte de Jorge
III no parece corresponder a los cánones de belleza eurocéntrica. Y digo
algunos, porque ni Gainsborough, ni Lawrence ni Sir Joshua Reynolds la
retrataron con aspecto no-caucásico. Es cierto que en su día algo se dijo sobre
su mal color y fealdad, pero nadie descubrió algún paje o concubina de color
que explicase o hiciese pensar que Doña Carlota era de origen racial diferente
al de sus padres o esposo.
El "infamoso" retrato de Ramsey que inició toda la controversia
Fue en el siglo
pasado que un escritor jamaiquino Joel Augustus Rogers, en su libro Sex and Race,
elevó la hipótesis de que Charlotte era africana, basándose exclusivamente
en sus rasgos físicos. El autor, que era negro, usó repulsivos ejemplos como la
nariz achatada y labios gruesos de la pobre señora. ¿Este profesor se entrenó
con los SS? No he visto lenguaje tan
racista desde que el Fuhrer se refirió a los rasgos “negroides” de Eleanor Roosevelt
como prueba de que era “mulata”.
Charlotte por Sir Joshua Reynolds
Reitero, desde
que se ha popularizado entre las masas ignorantes esta leyenda, nadie ha podido
aportar pruebas de que Charlotte fuese de sangre mixta y no hija de sus padres,
Carlos Luis de Mecklemburgo e Isabel de Sajonia. Aún más importante, ninguno de
sus padres ni abuelos ni bisabuelos fue sospechado de tener orígenes africanos.
Este tema nunca
fue tocado en ningún otro sitio, ni en biografías ni en ficción. Recordemos que
Dame Helen Mirren quien la interpreto en “La Locura del Rey Jorge” ‘no oscureció
su piel ni se puso prótesis para ensanchar la nariz. La Reina Carlota fue muy amada
por su pueblo. Fue patrona de músicos como Bach y Mozart, diseñó los bellos Jardines
de Kew y como si fuera poco tuvo 15 hijos. Pero el mito ha sido fomentado por
algunas fuentes amigas de la diversidad y, por supuesto, reflotó con el
matrimonio de Harry con la que-ahora-no-quiere-ser-duquesa.
Dame Helen Mirren como la Reina Charlotte
Las argumentos detrás de este mito son
risibles. Por parte de su abuela materna, Sofia von Erbach, Carlota descendía
de una noble dama portuguesa del siglo XV llamada Margarita de Castro e Souza.
A su vez doña Margarita descendía de Martin Chinchorro hijo ilegitimo del rey
Alfonso III de Portugal y de su amante Madragana.
La Reina Charlotte por Thomas Gainsborough
Vamos por partes.
Los historiadores no están muy seguros de qué etnia provenía Madragana solo se
la sabe hija del Cadi Aloandro Ben Bekar. Se cree que pudo ser mozárabe, mora,
incluso judía. Nada de eso testifica que fuese negra. Un error no muy
accidental de los académicos pro-diversidad contemporáneos es creer que los
moros eran negros como etíopes. Recordemos que cuando Catalina de Aragón trae a
los primeros negros a Inglaterra, su color confunde a los cronistas quienes
para diferenciarlos de los moors (moros) los llamaran hasta el siglo XIX
blackamoores.
Charlotte por Thomas Lawrence
Por otro lado,
aunque la piel de Madragana fuese color ébano, eso no explicaría que después de
medio milenio de que sus descendientes procrearan hijos con blancos germanos,
le saliese una tataratataratatara nieta con facciones africanas. Mas importante
aún. ¿Como es que nadie mencionó si la madre, los hermanos, los hijos de Carlota
eran de aspecto “negroide”? Por eso espero que Shonda Rhimes y Netflix se pongan
novedosos y nos cuenten que la soberana viene del reino del Congo, de Benín o
pertenece a las familias reales de los muchos imperios africanos existentes en
la Era de la Regencia.
Charlotte por Johan Zoffany
Acabo esta nota
con las preguntas del inicio. ¿Si Jane Austen no fue la madre del Regency Novel,
se pueden considerar sus novelas como Regency Romances? La respuesta es
negativa. La obra austeniana impuso pautas al subgénero, pero al no ser novela
histórica no es más Regency que las novelas góticas. Prefiero considerar a Fanny
Burney como la fundadora de ese tipo de narrativa.
En cambio “Bridgerton”
es la evolución natural del Regency Romance de Georgette Heyer y Dame Barbara
Cartland. Es el enlace entre un tipo de novelita rosa con los escandalosos
Bodice-Rippers. Irónicamente cuando se produce el enlace en los 90 es cuando se
redescubre la novela de Jane Austen. Entonces en deuda aquí está doña Juana
cuyo renacimiento es provocado por esta pasión por historias que tienen lugar
durante las Guerras Napoleónicas y cuando las mujeres vestían especies de
camisones transparentes con Corte Imperio. Al menos eso reflejan los ratings.
"Bridgerton" causó furor en la primavera y Netflix ya ha anunciado nuevas temporadas. El caso de "Sanditon"es mas curioso. Cocebida como una miniserie, sus fans reclamaron tanto que dos años despues que Miss Haywood se despidiera del balneario, retorna no para una temporada mas sino dos, qie ya están siendo filmadas en Bristol.