domingo, 30 de septiembre de 2018

La Corona Partida: Las Aventuras de Juana La Loca



Tres temporadas de “Isabel” dejaron al fandom hambriento,  golpeando la mesa,  y exigiendo otro platillo. RTVE se embarcó entonces en un fastuoso proyecto para narrar la historia del nieto de Isabel el Emperador Carlos V. ¿Pero que se hacía con el periodo en que Carlitos era demasiado pequeño para subirse al trono? La solución salomónica fue un feature film de dos horas que cubria el des-reinado de Juana de Castilla. Así fue como “La Corona Partida”, con el mismo reparto de “Isabel”,  se estrenó en los cines y con muy buena crítica.

Hay algo de fascinante en la historia de locos. Me encanta verlos luchando contra el sistema médico como en “Girl Interrupted”; o convertidos en  brillantes psicópatas como en las muchas aventuras de Hannibal Lecter,  o poseídos por ángeles  como la hermana Monica-Joan de “Call the Midwife”.  El caso de Juana de Castilla no es tan fascinante, se trata de una loca que irrita o a lo más inspira lástima.

Su historia nos sirve para ser testigos de lo mal que se trataba al paciente mental en tiempos antiguos y como el ni siquiera ser rey te protegía (recordemos “The Madness of King George”). A Juana la historia y la literatura han tratado de encontrarle el lado amable. En el Siglo XIX, Manuel  Tamayo y Baus la describe en su Locura de Amor, como una mujer romántica y pasional a quien destruye la obsesión que tiene por el marido  En 1918, Galdós llega más lejos y la eleva a los altares en Santa Juana de Castilla.

Los historiadores siguen debatiendo sobre el origen y causa de su enfermedad hasta llegar a  decir que no había tal locura sino que todo fue un complot machista basado en que Juana, como muchos en su tiempo, mostraba escepticismo hacia la religión católica. Se dice que de pequeña ya se negaba a  confesarse. Sea esto una rebeldía infantil o señal de un problema mental, el hecho es que en la España de entonces se quemaba por menos. Isabel castigaba los arrebatos anticlericales de su hija con castigos inquisitoriales (tales como suspenderla del techo) que mucho habrían de agravar cualquier mal que sufriera la princesa.

Ya de adulta, vimos sus primeras locuras en “Isabel”. “La Corona Partida” nos demuestra que el tiempo no ha mejorado el desequilibrio de la reina (Irene Escolar). Sin embargo está claro que su marido(Raúl Merida) es un cerdo, algo que ella se rehúsa aceptar, ciega de pasión que  va vinculada al placer sexual que experimenta en sus relaciones maritales. Pues, Felipillo será su peor enemigo.

 Ese nene petulante no va dejar que una orate le quite sus privilegios. La pobre Juana termina en una mazmorra de la que es rescatada por su suegro Maximiliano (José Coronado) que ha envejecido un poco desde que lo conociéramos en “Borgoña”, pero también se ha vuelto más sabio.

Max tilda a su hijo de insensato por tratar así a una reina, saca a Juana de su confinamiento, pero cualquier mejoría de la reina de Castilla es temporal. La locura de  Juana regresa con sañas con la muerte de su marido.

La película nos hace creer que Felipe murió de una indigestión provocada por tomar agua helada tras hacer ejercicio extenuante, algo muy posible. Los  historiadores hablan de una tifoidea fulminante, pero paras Juanita su amado esposo fue envenenado. La vemos arrastrando el  féretro del marido hasta España para que lo entierren en Granada. Obviamente, esta señora no puede reinar.

¿Entonces que nos queda como espectadores?  Tenemos que pasarnos al Team Fernando, porque ese no va a cejar hasta volver a hacerse del trono. Ya sabemos que los problemas  entre reinos se solucionaban de dos maneras en ese entonces: o en el campo de batalla o en el  tálamo nupcial.

¡Fernando se casa! Si señores, Fernando (Rodolfo Sancho) a los 50 y pico de años se casa con una adolescente que es su sobrina nieta. Mas importante aún,  Germana de Foix (Silvia Alonso) es sobrina del Rey Luis XII de Francia. Ahora, Fernando tiene  el apoyo de todo un reino, para recuperar lo que cree es suyo.

Fernando no está solo. Sigue contando con el equipo que le dejó su Isabel. Ahí están Cisneros (Eusebio Poncela), Cabrera (Jordi Díaz) y el fiel Chacón (Ramón Madaula). Aunque es un poco exagerado pensar que los tres mosqueteros de Castilla seguirían  siendo los fixers de su rey, da una sensación de continuidad verlos velar por la Corona.

En realidad, Cabrera que ya estaba viejito, se retiró tras las muerte de Isabel y falleció a los 81 años, en esa época,  edad prodigiosa. Gonzalo Chacón falleció cuatro años antes que Cabrera y tres tras la muerte de soberana. El que si pintó mucho en la historia post-isabelina fue el Cardenal quien finalmente tuvo que tomar las riendas del reno y servir de corregente durante la infancia de Carlos, el vástago mayor de Juana.

“¿Hasta dónde estáis dispuesto a llegar?” le preguntan al Rey Católico. Fernando está dispuesto a llegar más allá de donde sea necesario en su empeño por recobrar Castilla. El primer paso es un heredero que empuje a Juana a un rincón. Como Germana no le hace ascos a los juegos de alcoba, se la pasan brincando en el lecho nupcial. El hijo llega. Es varón, se llamará Juan, no vivirá más de una hora. Fernando estaba destinado a ser padre y abuelo de emperadores, pero por la línea femenina.

Desesperado, el Rey de Aragón quiere otro hijo y como el cuerpo no le da comienza a meterse cuanto yerbajo y bebedizo de bruja que prometa hacerlo fértil y viril. El resultado es que termina reventado , semi envenenado. Triste destino para un rey tan importante.

Juana lo sobrevivirá por muchas décadas. Como la mayoría de los dementes vivirá mucho y sufrirá mucho. Su destino es ser prisionera en Tordesillas, prisionera del marido, del padre y finalmente de su hijo, pero para eso tendremos que ver “ Carlos, Rey Emperador”. La continuación de la saga de la corona española ya esta a la vuelta de la esquina a Usa y precisamente por el mismo servicio que les ha traído las tres temporadas de” Isabel y “La Corona Partida”:  UnivisionNow.

jueves, 27 de septiembre de 2018

Malena en el País de Netflix (I)



Y sucedió. Cuando ya creía estar muy vieja para nuevas experiencias y he aquí que me he aventurado en los recovecos del Netflix. Un mes gratis y un mes de prueba por $10.99 y por fin conozco este mundo del que tanto he oído hablar.

Perdida en el laberinto
Fue un regalo de cumpleaños y lo estoy aprovechando al máximo,  aunque a ratos me mareo, a ratos me pierdo. El browsing (y ya me lo habían advertido) es tan simple en el sentido de basto, tosco que llega a ser complicado. Tiene como un millón de ofertas,  pero el menú solo te da diez categorías para encontrarlas. Uno entra y se encuentra con esas divisiones, elige algo, lo ve, se va,  vuelve al día siguiente y en la misma categoría aparecen nuevos títulos que te perdiste el día anterior.

Además las divisiones son un poco amplias. “Reign”está  clasificada,  junto a “Scandal” y “the West Wing”,  como “drama político “. Después se sienten capaces de elegir por ti solo basándose en lo que has visto, y lo hacen muy mal.  Tras ver “La Catedral del Mar”,  me recomendaron ver…”¡La Familia Peluche”! Son parecidísimas, en serio.

Luego está la plataforma en sí, que tampoco es muy amistosa con los que, como yo, nos manejamos con tecnología antigua. Puedo verla en mi celular donde escasamente alcanzo a vislumbrar los textos, o en mi Tablet,  y Melisandre hace rato que pasta, la tengo solo para Wassap. Así que todo debo verlo en esta estrecha pantalla de mi Sansa, pero si la laptop aguanta, yo voy con ella. Igual yo quisiera ver todas estas bellezas en una pantalla grande.

En casa tenemos dos televisores. Uno pequeño, una antigualla, que todavía trae agregado un videoplayer. Es de mi hermano y le encanta. Por eso me dejó la LG gigante, pero la pobrecita no es “inteligente” (léase, la fabricaron antes que existiera Netflix).  Voy a tener que esperar a esa mítica nueva casa donde podremos tener un nuevo televisor donde se puedan trasladar Netflix y YouTube. Aunque el Profesor Ochoteco me recomienda un artilugio llamado Google algo que me permitirá hacer esa migración desde el notebook hasta la lG.

Las Chicas del Cable

Por otro lado, Netflix, es bastante cómoda para mi oído. Lo primero que puse fue “Las Chicas del Cable” y me sale Blanca Suarez hablando en inglés. Ay, así no bailo con el señor. Reviso, reviso y veo una opción español original”. Con el apuro de hacerle clic,  no me fijé que decía “comentado” y me sale una telenovela polaca. Por si no lo saben, las telenovelas latinas en Polonia (no sé si todavía, pero ocurría en los 90) no las traducían. Tenían un comentarista que iba describiendo lo que pasaba en pantalla. Ahora yo tenia el mismo cicerone . Mejor guardarlo por si algún día (y toco madera, D-s no lo permita. Hasvah-ha-lila, y Lagarto, Lagarto), me quede más ciega que Esmeralda.

No terminé de ver Las Chicas, porque realmente,  a pesar del vestuario, sentí que iba a ser un cruce de “Velvet” con “La Otra Mirada”, un mundo sin tecnología, pero con sensibilidades mituteras. Maás me atraía seguir esculcando y acabé viendo algo llamado “Land Girls”. Primera buena noticia, también tienen close captions para los duros de oído o para los que tengan problemas con la variedad de acentos regionales anglos . Segunda buena noticia, la serie solo tiene cinco episodios, así es más fácil tragársela.

Land Girls

Esta miniserie del 2008 trata sobre las Land Girl, un servicio obligatorio para las británicas, durante la Segunda Guerra Mundial. Involucraba a mujeres  que no estaban en el ejército, que no estaban trabajando en una ‘fabrica,  o que no tenían hijos que cuidar. Se las mandaba al campo a reemplazar en las faenas rurales a los hombres que estaban en el frente. Mi mayor sorpresa es como hicieron tres temporadas de algo tan baladí, y no dejaron ni acabar la segunda de la excelente “Home Fires” que trataba de un tema similar.

La historia sigue a  cuatro Land Girls en algún pueblo perdido de la campiña inglesa. Cual de todas más bruta que la otra, son interpretadas por actrices desconocidas y mas encima feas, hay dos que encarnan a mujeres casadas con soldados en servicio activo, una ama al marido, la otra no. Hay una hermana menor, la más idiota del grupo, que se preña de un americano (los yanquis son los malos en este cuento), y otra, de clase un poco mas alta que se lía con el Lord local. Esto es como lo mas interesante, pero al final de la primera temporada, lo matan. Fin, no la veo más.

Mad Men



Puede resultar extraño, pero lo próximo que vi fue “Mad Men”. La tienen enterita, las  siete temporadas. Es como un viaje en el tiempo para reconocer que no se ha conseguido hacer una serie igual. Yo tengo un vago recuerdo de haber visto este episodio por allá por el 2008. Recordaba lo patán que era Pete Campbell y como le hizo un hijo a Peggy, tras humillarla todo el día en la oficina, y emborracharse en su despedida de soltero.

También, obligatorio es recordar ese primer encuentro entre Don y Rachel Menken, que siempre sospeché fue el gran amor del publicista (después de Betty, por supuesto) en el que él la ofende por ser judía y por ser mujer. Genial, el pobre Roger Stirling tratando de encontrar en toda la compañía, un, uno solo,  empleado judío, para que Rachel se sienta  cómoda. Habla volúmenes de la evolución de  Stirling-Cooper  que en temporadas posteriores no solo tengan empleados judíos, además que  Roger acabe casado con una de ellas.

Hubo tantos pequeños detalles que la primera vez me perdí: la falda de Peggy que recibe criticas por ocultar sus piernas; los mensajes cruzados que bombardean a la Olsen en su primer día de trabajo y que devienen en una bochornosa escena con Don; los esfuerzos de Sal por verse “machote” mientras trata de cerrar la puerta de su closet para que no se le descubra que es gay.

Pero lo que más me impresiono es como se gastan una hora mostrándonos a Don como el Don Juan de La Gran Manzana, el cínico mas grande del universo, y al final lo vemos llegar a una casa de ensueño y a una hermosa y enamorada esposa que lo mira con ternura mientras él arropa a sus hijitos. No, no se ha vuelto a hacer una serie como esta. Un gusto poder verla de nuevo.

El segundo episodio “What do Women Want” tiene a Don y a sus publicistas buscando un modo de vender un desodorante en aerosol a mujeres que se los comprarán a sus hombres. Fue un episodio sobre competencias. Joan que sigue intentando ser la mentora de Peggy, pero que la aplasta cada vez que siente que la nueva le quita espacio. Me da morbo ser la única que sabe que Peggy está embarazada.

Competencia entre varones, a ratos cruel y violenta cuando los publicistas rocían a Ted con desodorante porque según ellos huelen mal (Don se ofende cuando su amante lo manda a ducharse. El aroma masculino es algo que no se discute).  Los hombres se olfatean como perros. Roger compite con Don y para eso quiere saber mas de su publicista estrella, pero Draper es una ostra cerrada.


La misma Betty se siente descorazonada por lo poco que sabe del marido. Eso es parte de su cuadro de ansiedad. A Don le parece extravagante que su mujer pueda ser infeliz. Lo tiene todo.  ¿Qué más quiere? El problema es lo que Betty no quiere. Sus miedos a perderlo, a pasar a ser una divorciada como la vecina, su miedo a la bomba nuclear, a hacer un mal papel  delante del jefe del marido.


Tanto estrés acaba en un accidente. A Betty se le congelan o le tiemblan las manos y es incapaz de controlar el volante. Los médicos creen que son nervios. A pesar de que a Don no le parece (solo la gente infeliz va al loquero) le permite a su mujer ir a un psiquiatra. Escena de gran glamur.  Betty en el sofá fumando y sus faldas flotando hasta el suelo (aunque no creo que se usase la mezclilla para trajes de calle). Lo poco glamoroso es como el doctor le pasa un reporte completo al marido. Ayer y hoy,  la psiquiatría se las arregla para traicionarnos.


Curioso lo bien que me caía Betty entonces y como acabé odiándola. Es como con Daenerys Targaryen. Cuando están en el suelo, las quieres; las odias cuando comienzan a quemar gente con sus dragones.

Peaky Blinders

Antes de que me estrangule la Gatita Guivi, vamos a hablar de “Peaky Blinders”. Después de cinco años de espera, no tengo quejas. Me habían dicho que era “Boardwalk Empire” a la inglesa. Eso para mi es un elogio así que no me molestan las similitudes, pero también enfatizo las diferencias. Para quien no sepa  Peaky Blinders fue una banda criminal que tuvo gran influencia en Birmingham durante La Belle Epoque. Se les llamaba Peaky Blinders porque sus miembros portaban hojas de afeitar en las viseras de sus boinas (Blinders).

Aunque la banda original perdió importancia en 1910, Steven Knight decidió usar el nombre y el espacio geográfico para una fábula del bajo mundo de la Birmingham de los 20. Sigue el modelo cronológico de “Boardwalk Empire” aunque aquí no entra en juego La Prohibición, pero si los miedos de la postguerra británica: el auge del comunismo y el terrorismo irlandés.

La acción abre en 1919, casi recién regresados de Flandes,  Los Hermanos Shelby, Tommy (Cillian Murphy) y Arthur(Paul Anderson) se han hecho cargo de la banda, que durante la guerra estuvo en manos de la Tía Pol (mi archi enemiga Narcissa Malfoy mejor conocida como Helen McCrory de Lewis) y debería seguir ahí porque es la más lista de la familia. El resto de los Shelby lo componen un par de hermanos y una hermana, cual de todos más tonto.

En Tommy y Arthur vemos los espejos de los Hermanos Thompson de “Boardwalk Empire”.  Tommy que volvió de la guerra con las barras de Sargento Mayor,  y más medallas que las que le caben en el pecho,  es inteligente, ambicioso y visionario. Ósea es Nucky, el que piensa para que su hermano no se canse haciéndolo. Pero Tommy también es un poco Jimmy Darmody. Trae un trauma oculto de las trincheras, no se le ha conocido mujer desde que se quitó el uniforme y como Jimmy que se daba toques de cocaína, a Tommy le gusta perseguir al dragón (en slang de entonces: fuma  opio).


El problema comienza cuando,  por equivocación,  los hombres de Tommy se roban un cargamento de armas destinadas a Libia (¿por qué a Libia? ).  Ese robo alerta a  las autoridades que creen que o han sido sustraídas por los Rojos siempre a la espera de instalar un Soviet,  o por los Fenianos, igualmente peligrosos. Hacen traer de Belfast al Inspector Chester Campbell (Sam Neill) que ha estado batallando la rebelión irlandesa junto con los Black&Tans.

Campbell tiene la manía de dictador latinoamericano de desaparecer gente, pero como le explica Winston Churchill (Andy Nyman), Inglaterra no es Irlanda, tiene que hacer las cosas legalmente. Campbell arresta a Arthur Shelby,  lo apalea hasta el borde de la tortura y se da cuenta que este Blinder no sabe nada. Le ofrece hacer un trato, tratando de comprarlo con el cuento de que los dos son veteranos. Pero Tommy descubre que Campbell no estuvo en el campo de batalla, Y con esa obsesión,  tan de Jimmy Darmody,  de creer que solo sirven los que pelearon y sufrieron, decide que hará algo mas interesante con las armas.

El personaje de Sam Neill con sus obsesiones moralistas, su desconfianza (bien fundada) en la policía local y su fijación en una mujer que (ne imagino) deberá compartir con su enemigo recuerda a Nelson van Alden (Michael Shannon) de “Boardwalk”. Su discurso a la policía local también suena a los que el agente del FBI les endilgaba a sus hombres.

La serie se ve buenísima. Como “Boardwalk” , tiene un muy buen asesor histórico, no carece de ambiente de época. Se nota  el grado de pobreza de calles todavía empedradas, de una vida cotidiana publica provocada por la promiscuidad de la escases y estrechez de vivienda. Se ve un mundo lóbrego y oscuro como los canales donde vaga el bote del tío Charlie (Ned Dennehy), un Caronte cockney que transporta tanto mercancía robada  como cadáveres.

Como en “Boardwalk”   hay un intento de mostrar todas las comunidades de esa clase humilde (y criminal) birminghaniana. La serie comienza con un intercambio entre Tommy y una brujita china que supuestamente hechiza su caballo para que gane carreras. Luego vemos el lado italiano, con restaurantes pintorescos y bandas de gánsteres no tan pintorescos. Aun así, como en “Boardwalk”, el énfasis no es en luchas de poder sino en el desarrollo psicológico de los personajes. Hasta ahora, Tommy es el mas importante en ese aspecto.

La serie sufre del defecto del género gansteril de que las mujeres no sobresalen. Un diez a ” Boardwalk”  donde tal cosa no ocurrió. La Tía Pol se ve interesante, pero no hasta el punto de convertirse en una Jill Darmody. Ada Shelby (Sophie Rundle) es una alelada que se va meter en problemas y va a meter en ellos  a su amante, Freddie (Iddo Goldberg), el comunista local y ex compañero de armas de Tommy.

La que debería interesarme es Grace (Annabelle Wallis, la Reina Jane Seymour de” Los Tudors”), la agente infiltrada por Campbell que se hace pasar por inmigrante irlandesa y sirve en la taberna de los Shelby (The Garrison), pero  me parece muy sosa, muy lejos de las dimensiones míticas de Margaret Schroeder-Thompson de Boardwalk Empire”.

El segundo episodio ha sido muy movido y muy llamativo. Los Shelby se alejan de Birmingham para ir a una feria de caballos en una aldea rodante de tinkers (gitanos). Es agradable ver el cielo azul y el verde de la campiña. Tommy quiere adquirir un caballo, pero termina peleando con otra tribu de gitanos mafiosos,  los Lee.

Por fin vemos un despliegue del arte de pelear con una boina como arma, pero aunque Tommy acaba de dueño de un hermoso caballo blanco, se han echado encima un tremendo enemigo. La serie parece tener un lado esotérico, porque de nuevo se habla de brujería. Los Lee han usado un hechizo de magia romaní para enfermar al caballito. Tommy no tiene más remedio que matarlo.

Los Lee no son el único problema de Tommy. Aprovechando la ausencia de los Chicos Shelby, Campbell hace una redada de la población comunista de la barriada. Ada Shelby está como siempre montada en Freddie, pero ambos consiguen huir. Freddie debe dejar la ciudad. Campbell gana el primer round. Ha dado un duro golpe a los agitadores y a su familia. De paso  hace pedazos las tabernas locales, menos el Garrison de los Shelby. Hace correr la voz, que los Peaky Blinders trabajan con él, pero Tommy es más inteligente.

Hace que traigan todos los retratos del Rey Jorge y los quema ante los atónitos ojos de un periodista. Tommy le da su nombre y le explica que no es un  acto de rechazo o desprecio. Quieren evitar que su soberano sufra la vergüenza de ver como hombres que pelearon por él, sean ahora humillados y maltratados. Tommy ha descubierto el poder de los medios.

En Inglaterra ( hoy y entonces)  no se puede escribir nada de la Familia Real sin pasar por “la firma”. Esto significa que un airado Winston Churchill llama a Campbell y le da una zurra verbal. Que encuentre las armas y se deje de molestar y de paso que no abochorne a la Corona.

 La Tía Pol capta que a la sobrina le han crecido los pechos. Como Ada no quiere decir el nombre del padre del bebé, y se niega a abortar, Pol la acusa con Tommy. Escena fantástica en que Tommy confronta a su hermana que está viendo un filme en el teatro de la familia y le exige saber el nombre del padre. “Rudolph Valentino” responde Ada.   Error, aunque Valentino si aparece en pantalla, en 1919 era un actor terciario y trabajaba bajo diversos nombres como “Di Valentina”, “De Valentino”, o  “Valentine” No sería Rudolph Valentino sino hasta 1920.

Finalmente, la cansada Ada le grita a su hermano que el padre es Freddie “ fucking” Thorne.  “Tu compañero de escuela. El hombre que salvó tu vida en Francia. ¡Anda y mátalo!” Pol le cuenta a Tommy que Ada no quiere abortar y quiere comunicarse con Freddie, para ver si quiere casarse con ella. Tommy quema la carta a pesar de que Pol lo amenaza con un atizador. Le dice que Ada nunca será con feliz con Freddie, que siempre vivirá a salto de mata,  ambos  buscados por la policía.

 Pol sigue creyendo que Ada y Freddy merecen una oportunidad. Tommy, que es genial para decir cosas crueles, se sorprende que a quien le ha ido tan mal con los hombres todavía crea en el amor. Tommy, Darling, esas somos las más románticas. Pol  tiene una conversación profundísima, tristísima, y convincente con la sobrina. Le cuenta como a los dieciséis años abortó. Finalmente, Ada acepta que Freddy no va a volver y que debe ir a Gales con la tía a deshacerse del bebé.


Me quito el sombrero ante Helen, madre de hijos pelirrojos, que buena actriz salió, y eso que no he mencionado la joya de la corona: su encuentro con Campbell. Mientras, los gorilones protestantes del Inspector rompen los sofás de comunistas, parientes y simpatizantes, y los Shelby tienen su lucha campestre con los Lee, Tía Pol , de mantilla, prende velas en la iglesia. Entra Campbell como Pedro por su casa. La tía solicita que se quite el sombrero, el rufián, como respuesta, limpia su pipa en un asiento. Realmente revienta el pobre, y ya quedé clara que los católicos han sido los judíos de Inglaterra.

Campbell le pregunta a Pol si las velas son por sus sobrinos. Muy dama, ella dice que son por sus empleados, los que no volvieron del frente, y gentilmente le recuerda a Campbell que él no sirvió. La reacción del inspector es agredirla (también rompe el altar). Con gran presencia de ánimo, Pol hace lo que toda mujer debería (si no nos paralizara el miedo) en esas circunstancia: lo besa. Luego le dice al espantado Ulsterman, fingiendo sorpresa,  que como la agarró,  malinterpretó sus intenciones. Campbell se bate en retirada, pero exige hablar con “El Patrón” ósea con Tommy.

El Patrón va a esa entrevista en exclusivo salón de té. Me encantan esos contrastes de Steven Knight entre la miseria y oscuridad de los bajos fondos y de la luz (aumentada por los tapices crema y rosa que decoran las paredes) y opulencia de este salón reservado para dos. Me recuerda su trabajo en ”Eastern Promises”.

Campbell explica,  un poco cortado,  que ha escogido este sitio porque no es territorio de ninguno de los dos. Eso es evidente, Tommy parece tiburón en tope de montaña (símil de Jaime Lannister) y se rehúsa a tomar té. Campbell se siente incómodo con el florero con calas de centro de mesa y lo retira.

La carta del Inspector es una receta de vitaminas a nombre de Ada encontrada en el cuartucho de Freddie, pero le es inservible. Tommy,  flemático,  ofrece impedir que Freddie regrese a Birmingham, eso es parte de su trato. Quiere que Campbell lo deje seguir sus negocios, legales o ilegales, a cambio le dará las armas.

 Si el inspector intenta algo en contra de los Peaky o de Tommy, las armas tienen orden de dirigirse a Belfast a manos del ERI (Ejército Republicano Irlandés). El desesperado Campbell se niega a estrechar la mano del gánster, pero Tommy despectivo le dice que él tampoco tocaría un hombre que no  estuvo en servicio activo. ¡Ayyy no le van a dejar pasar esa nunca!

Esa noche, en medio de una representación de Tosca, Campbell solicita a Grace que averigüe donde están las armas. Que use las tretas necesarias para sonsacar a Tommy. Le entrega un revolver. Está avergonzado.  “Me siento como un padre que manda a su hija a un burdel” dice. Grace sigue fría e impávida, sigue sin convencerme. Entiendo que deba verse indiferente y profesional con Campbell que ahora noto,  muere por ella, pero siempre se ve tan apática. Y no es la actriz, que se vio cálida y espontanea en “Los Tudor” y en “Fleming”

Tommy ya sabe que Grace oculta algo. Tiene amigos en Dublín que jamás han oído de ella. Nota que la camarera habla como las chicas elegantes de Belfast, pero Tommy comete un error en su arrogancia. En vez de dejar que Grace le cuente su historia, y como tiene muy presente lo de su hermana, se inventa un cuento de que Grace es hija de familia, que se embarazó y rodó pendiente abajo. Hábilmente,  ella lo deja que se crea su propia invención. Acepta acompañarlo para “un trabajo” a las carreras.

En la estación de tren, Ada y Pol tienen un encuentro con Freddie Thorne. Tommy le escribió ordenándole que buscara a Ada y ambos abandonaran Birmingham. Freddie le pide matrimonio a la Nena Shelby. Ada y su tía se abrazan, pero en vez de huir a Cardiff, Freddie exige casarse en Birmingham y vivir en Birmingham. ¡Uy que porfiado! Y ahí nos quedamos hasta la próxima semana.

La Catedral del Mar

El jueves me ha tocado tragarme “La Catedral del Mar”. Tortura total. Me gusta contar la anécdota de como perdí las amistades con el bestseller de Ildefonso Falcones. Hojeándolo en el super me cayó el mamotreto en un pie y quedé coja todo un día. Fin de lectura, sobre todo que recorrer un par de diálogos ya me indicó que  hablaban como si estuvieran en “El Hormiguero”. ¡ Zape gato.! Esos modernismos los han trasladado a la adaptación de Diagonal, que , aunque también creó” Isabel” y  “Carlos, Rey Emperador”, no supo traerse un guionista para darle un poco de sabor de época.

Lo bueno: Es coherente, aunque huele a Los Pilares de la Tierra de Ken Follet. Hay cierta atmosfera de época, a pesar de los pobres parlamentos. Interesante ver el mundo de la incipiente clase media (artesanos) de la Barcelona medieval. La movilidad social que permite a Grau Puig (Ginés García Millán) llegar de alfarero a noble, a Joan (Pablo Derqui) de gamín callejero a inquisidor. También que la iglesia, por una vez no sea villana. Joan es un fanático, pero porque acarrea traumas desde la infancia. D’Emeric (Sergio Peris Mencheta),  aunque cruel es justo,  y el Padre Albert es un amor (un cliché dé la ficción medieval es que los franciscanos siempre son buenos).

Lo Malo: Aunque sabido es que el hoi polloi de entonces eran los conejillos de indias para que los poderosos ejercitaran su maldad y que Idelfonso Torres se limita a describir atropellos e injusticias que eran pan del cada día en el Siglo XIV, uno siente que ya hay un exceso. Quizás sea porque las injusticias nunca son vengadas, porque no hay un equilibrio. No culpo a la serie que solo sigue las pautas del libro. Está bien que muestren un caso de droit de seigneur muy  típico de la España de la época, ¿pero tienen que matizarlo con el esposo obligado también a violar a la mujer? Ya parecen nazis.

Luego está lo de hacer pedazos a Habiba (Julia Carnero). Si ya sé que a los esclavos se les sometía a todo tipo de crueldades, pero Grau Puig sabe que Habiba no es culpable, ¿por qué no darle un par de azotes y despedirla? ¿Necesita matarla a palos? Eso se entendería en  personalidades sádicas como las de Llorenç de Bellera (Alain Hernández) y su hijo Jaume (Iñaki Font), pero Grau no es sádico.

Y después que ya tuvimos violación en grupo en la primera entrega, ¿tenemos también que ver como secuestran y violan a la inocente Mar (Michelle Jenner) soio porque le hace ojitos al padrino?. Y aquí me llega una queja que hace rato que las feministas debieron hacerles a Falcones. ¿Por qué sus mujeres son tan malas? Es cierto que solo las ricas lo son y eso porque esta novela sigue un esquema maniqueo de ricos villanos y pobres angelicales.

Aun así, las mujeres como Isabel (Eva Rufo), Margarida (Ana Moliner) y Elionor (Silvia Abascal) son monstruos y no se entiende. A la Alionor se le mete en la cabeza que su marido no se acuesta con ella (no por fea y fétida) por culpa de su ahijada de la que está enamorado. Vamos haciendo que la violen. Margarida provoca la muerte de su hermanito, la tortura de su esclava y en vez de arrepentirse, le toma un odio inusitado al primo que la encubre.

Isabel es el caso más curioso. Entre personajes planos y flojos, esta es como contradictoria. Grau Puig se ha casado con ella para ser noble, y ella que no es ni joven ni bonita, tuvo que aceptar porque parece que no consiguió otro novio. La mujer en vez de cargar con el marido y los hijastros  se obsesiona con el protagonista que es un niño que le sirve de caballerizo.

 Cuando Arnau(Hugo Arbues) le falta el respeto (según ella) Isabel exige que le pida disculpas. El nene no quiere y a Isabel se le mete entre ceja y ceja que ha de hacerlo. Impide que lo despidan porque lo necesita cerca para que le pida disculpas. Da como risa que esta señora haga un propósito vital el esperar una disculpa. Cuando Arnau y su padre se marchan, pero hay una hambruna, lo único que se le ocurre a Isabel es que ahora el pequeño presentará sus excusas por un plato de comida. Parece la villana de “Marimar”.

No recomiendo un cuento tan lleno de clichés, personajes estereotipados y una historia que tiene sus patinadas. Pedro era Rey de Aragón, no de Cataluña; Hasdai Crescas murió en su cama, fue su hijo el que  fue quemado por la Inquisición, etc.

Los dejo aquí. Para la próxima voy a comentar las series “continentales” que vi. Parece que en Europa se están poniendo las pilas respecto a la televisión.

jueves, 20 de septiembre de 2018

De Poldark a Patrick Melrose: Cornualles en la imaginación popular (I)



Decir “Cornualles” evoca la imagen de un Capitán Poldark,  al galope desenfrenado,  con un ánimo tan encrespado como el mar a sus pies. O nos recuerda a la pobre segunda Señora de Winter perseguida por el fantasma de “Rebecca”, o alguna ingenua a merced de villanos en las mansiones góticas de Victoria Holt. Pero desde que leí a Edward St. Aubyn que Cornualles me hace pensar en la pobre Eleanor Melrose,  y su  bebé Patrick,  sometidos a un marido cruel en los páramos córnicos. ¿Qué tiene Cornualles que tanto inspira a autores de novelas históricas y suspenso romántico?

Tierra de duendes y hadas
Cornualles es ya en si tierra exótica, bastante diferente al resto de Inglaterra.  Es una de las muchas Finisterre del mundo céltico, y aunque el idioma córnico sea considerado una lengua muerta, la cultura y el empaque genético de su gente es totalmente celta. Los romanos tuvieron poco que hacer ahí en una reino de seres sobrenaturales.
Tintagel: ruinas del Castillo y entrada a la Caverna de Merlín

En el lado norte de la región quedan las ruinas de Tintagel, el castillo donde nació  el Rey Arturo;  en algún lugar de Cornualles está la laguna de la Dama del Lago; y en Bossiney Mound se cree que está enterrada la fabulosa Mesa Redonda. Desde las costas de Cornualles se pueden divisar islas mágicas como la mítica Avalon, o las muy reales Scylly con su clima mediterráneo,  o Lyonesse de donde vino Tristán, el amado de Isolda. Lyonesse , como otra ciudad de fábula bretona  Is,  fue tragada por un tsunami prehistórico.
Lyonesse

Cornualles es la tierra de los knockers, duendecitos de las minas;  de los pixies que conocimos en Harry Potter;  de hadas y sirenas. También es tierra de santos mágicos como Santa Senara que  es representada con cola de pez, o San Carantoc que vencía dragones, o San Mellor al que su tío cortó una mano y luego reemplazó con una de plata que creció junto con su dueño (ya la quisiera Jaime Lannister).

Santa Senara representada como sirena

Pero ni santos ni pixies pudieron evitar que la historia aplastase a Cornualles. Incomodos con los constantes impuestos de Enrique VII, los habitantes de la región se levantaron en dos ocasiones en 1497. Enrique castigó duramente a la comarca por su imprudencia. Su hijo haría otro tanto, medio siglo más tarde,  abusando de los cornicos que se negaron a rezar con los textos que la nueva religión les imponía.

El único sitio donde la Armada Española pudo poner el pie en Inglaterra fue en Cornualles. Winston Graham escribió una novela histórica sobre ese episodio A Grove of Eagles. El siglo XVI vio el suelo córnico convertido en campo de batalla de la Guerra Civil, y en 1714 hubo un alzamiento  jacobista que rápidamente fue aplastado.

La decadencia de Cornualles
Para fines del siglo XVIII, y tal como nos lo ha contado la saga de Poldark, Cornualles está convertida en tierra de hambruna y pobreza. Las costas están siempre abiertas para invasiones o para un nuevo tipo de piratería, el contrabando en el cual hasta el Capitán Poldark meterá la pata y que será el tema principal de La Posada de Jamaica de Daphne Du Maurier.


Para el siglo XIX, Cornualles está casi deshabitada y sus habitantes sumidos en la miseria. La minería ha colapsado y la gente joven ha preferido emigrar a las Antípodas, a Estados Unidos,  y hasta a México donde en la zona minera de Hidalgo dejarán su marca implantando el futbol y sus famosas Cornish Pasties (las pastes de Pachuca).

El siglo XX verá un resurgimiento de Cornualles como spot turístico, un sitio donde pintores y escritores podrán encontrar inspiración, pero también habrá un renacimiento del espíritu celta que culminará en la creación de un  movimiento separatista y nacionalista que, a propósito, Daphne Du Maurier apoyó calurosamente. Es una ironía que escritores cornicos de nacimiento como John Le Carré y William Golding, autor de El Señor de las Moscas, no hayan convertido a su  tierra natal en parte de su obra. En cambio escritores de fuera de Cornualles hayan hecho de su patria adoptiva el centro de la suya.

Segunda patria de  escritores
Daphne Du Maurier vino a Ferrypoint , cuando recién había cumplido su mayoría de edad, en busca de un sitio tranquilo para escribir. NI se imaginaba que Cornualles seria el escenario de gran parte de su obra, que en este Finisterre encontraría la mansión de sus sueños, que en su vejez , ayudada por las fotografías de su hijo Christian Browning, publicaría un bestseller Vanishing Cornwall (Cornualles desapareciendo), que no era ficción sino su homenaje a espacio que la hizo  feliz.

Winston Graham nacido en Manchester,  llegó a Perronporth (Hendrawna en sus novelas) cuando tenía solo diecisiete años y se instalaría allí por los próximos 34 años. Aunque llevaba casi una docena de novelas publicadas, la fama le llegaría con Poldark publicada en 1945. Es en ella donde despliega el conocimiento de su tierra adoptiva, de la historia y folclore del pueblo córnico.

 En total la saga de Poldark cubre desde 1774 hasta 1820 y son 12 volúmenes, publicados entre 1945 y el 2002.  En 1983, tal como Daphne Du Maurier, Graham publicó un libro-homenaje al país que le había ayudado a conseguir fama y fortuna:  Poldak’s Cornwall (La Cornualles de Poldark).

Otra escritora atraída por el hechizo de Cornualles fue Eleanor Burford. ¿No les suena el nombre? A ver si les parece mas reconocible como Philippa Carr, Victoria Holt o Jean Plaidy, algunos de los muchos seudónimos que usó en su longeva carrea literaria. Burford nació en Londres, pero durante la guerra rentó una cabaña en la playa córnica de Plaidy.
Playa de Plaidy

Más adelante usaría el nombre de la playa como un nuevo alias para escribir series de novelas históricas que solo superan las de Walter Scott. Yo creo que Jean Plaidy , quien escribiría series sobre los Reyes Católicos, Catalina de Medici y su prole, Los Borgia y la Reina Victoria, sin olvidarnos de sus magníficas novelas sobre Los Tudors, es la mejor exponente de la literatura histórica que haya existido en el siglo XX.

Para los propósitos de esta entrada, debemos postergar a Jean Plaidy y concéntranos en Victoria Holt, quien en 1960 haría a  un lado la ficción histórica y se concentraría en el romance gótico con su primer bestseller:  The Mistress of Mellyn. Sus próximas cuatro novelas, todas éxitos de venta, tendrían como escenario la comarca córnica. Aunque después trasladaría sus historias a lugares exóticos como China, Australia y Egipto, retornaría a su espacio favorito en 1975 con El Señor de la Isla Lejana.

Antes de esa novela, Burford escogió otro seudónimo,  Philippa Carr,  para escribir una interminable saga (25 novelas) titulada Hijas de Inglaterra que cubre la historia de varias generaciones de la misma familia desde la reforma de Enrique VIII hasta mediados del Siglo XX. Ahí Carr fusionaba su talento para la ficción histórica con su maestría en el suspenso romántico. Al menos las primeras cinco novelas de esta serie estaban situadas en su amada Cornualles.

He escogido a estos tres autores por considerarlos como exponentes de una literatura regionalista. A pesar de tratarse de ficción histórica,  sus narrativas abarcan el paisaje, el pasado y las costumbres cornicas aunadas a un buen conocimiento de la población de Cornualles. 

Damiselas en peligro
Un punto en común en los tres escritores es su visión de mujeres luchadoras que constantemente se ven atrapadas por hombres,  o por su misma condición femenina , que intentan  dominarlas y quebrar sus espíritus. Eso es aplicable a la narrativa de Du Maurier y Holt-Carr, pero también lo encontramos en la saga de Poldark. Lo vemos en Demelza quien siempre tendrá que batallar con problemas económicos, domésticos, la muerte de un hijo,  y los líos en que se mete y la mete su marido. Mas claro ejemplo son los casos de Elizabeth y su prima Morwenna.

A primera vista, la saga de Patrick Melrose pareciera ser un intento de parodia (que como todo lo lúdico en la obra de St. Aubyn deviene en lo trágico)  de la damisela en peligro. Al situar a Eleanor Melrose en esa mansión en ruinas en Cornualles donde su marido la mantiene prisionera y la tortura física y mentalmente hasta el punto de hacerla insensible al sufrimiento de su hijo, el autor está reviviendo el lugar común de la heroína martirizada del gótico romántico. Eleanor se convierte en una hermana de Mary Yellan atrapada en La Posada de Jamaica; o  de Morwenna Chenowyth, esclava de su sádico marido,  en Poldark; o Linnet del suyo en  La bruja del mar de Philippa Carr.
Eleanor y Patrick Melrose

A diferencia de los autores ya mencionados, no solo St. Aubyn nació en Cornualles, además desciende de una noble familia córnica de origen normando asentada en la región desde el siglo XIV. Patrick Melrose comparte este pedigrí con su creador, aunque es obvio que ni para él ni para St.Aubyn Cornualles tiene connotaciones positivas. ¿Pero las tuvo para los otros escritores que usaron ese Finisterre como espacio geográfico para desplegar su imaginación?

Jamaica Inn
Daphne Du Maurier amó Cornualles, eso es innegable. Aun antes de su encuentro romántico con la mansión de Menabilly, ya estaba asentada en tierras cornicas. Su padre,  Sir Gerald Du Maurier,  solía llevar a su familia de vacaciones a Cornualles, pero fue en 1926 que sus hijas descubrieron Ferryside en Fowey que iba ser el hogar de la familia por varios años. Daphne se retiró a Ferryside a escribir sus primeras novelas (ambas ambientadas en ese contorno), ahí conocería al Mayor Browning que se convertiría en su marido.
Ferryside

Interior de Ferryside

Sin embargo, las cuatro “Cornish Novels ”por las que la autora es reconocida mundialmente, describen el paraje como lóbrego y desolado, incluso hostil, inseguro, y misterioso para las heroínas. Fue en 1936, justo antes de su traslado a Egipto, que Dame Daphne publica La Posada de Jamaica. A diferencia de sus otras novelas donde flirteaba con la ficción histórica, DDM se adentra en el gótico en la historia de Mary Yellan que en 1821, al quedar huérfana debe abandonar su tierra y viajar a Bodmin Moor en Cornualles, donde vive su Tía Patience,  su única pariente.


Patience y su marido Joss, un borracho bravucón, regentan la Posada de Jamaica, un sitio muy extraño porque casi nunca hay clientes.  Mary sospecha que hay gato encerrado, pero nadie quiere contarle la verdad, ni Jem, el hermano menor de Joss, un ladrón de caballos de quien la chica se enamora.

Un día Jem lleva a Mary al pueblo, pero aunque la pasan muy bien y hay indicios de romance, el ladrón la abandona (el tema común de DDM de la traición de la pareja) y Mary se ve obligada a emprender el viaje de regreso en medio de una tormenta. Es en los paramos donde es rescatada por el Reverendo Davie, el pastor local,  quien la regresa la posada.

Esa noche, Mary se entera que Joss capitanea una banda de contrabandistas y wreckers que se dedican no solo a desvalijar navíos,  sino también a provocar naufragios para beneficiarse de ellos. La horrorizada Mary se ve obligada a ayudarlos a pesar de que su propio padre fuera asesinado por contrabandistas. El que Joss mate un hombre no lo hace muy simpático a la sobrina.
Maureen O'hara en La Posad de Jamaica (1939)

 Joss encierra a Mary en la posada, pero es rescatada por Jem. Mary logra avisar a las autoridades pero tanto Joss como la tía Patience son misteriosamente asesinados… me detengo aquí para no contar spoilers. Se trata de una novela fantástica llena de imprevistos y donde nada es lo que parece. Lo único claro es que tanto el terruño como sus habitantes,  son adversarios de la heroína.

La novela tuvo tanto éxito que inmediatamente hubo ofertas para adaptarla la pantalla grande. Daphne, inexperta en esas cosas, vendió los derechos sin exigir tener algún poder sobre el guion. En 1939 bajo la dirección de Alfred Hitchcock y marcando el debut de una joven irlandesa llamada Maureen O’Hara, llegaba a los cines “Jamaica Inn”. Un desastre, todo el filme se centró en Sir Charles Laughton quien interpretaba a Sir Humphrey, ¡un personaje que ni siquiera existía en la novela!

Dame Daphne odiaba esa adaptación. Me pregunto qué pensaría si hubiese visto la miniserie del 2014. Jessica Findlay Brown, recién egresada de “Downton Abbey” , se veía irreconocible (muy lejos de Lady Sybil)  en una adaptación que provocó mucha queja y mucha befa porque por un problema técnico, los primeros episodios fueron casi inaudibles. Yo he visto una versión de sonido más limpio e igual los personajes parecen el Murmullos de Dick Tracy.
Jessica Findlay Brown como Mary Yellan


Jessica anda con una bemba hinchada, tal vez de tanto susurrar;  con cara de malas pulgas, tal vez por el esfuerzo de entender a sus compañeros;  y bamboleándose como si estuviera drogada. Como Jem pusieron a Matthew McNultey. Ese muchachito me revienta desde “ Lark Rise to Candleford”. Recién me ha caído bien ahora en “The Terror”.  Con esa pareja protagónicani tengo que decir que cero química entre ellos no hay buen actor que valga.

El pobre  Sean Harris (mi querido Micheletto de “Los Borgia”) que interpreta al Tío Josh y Joanne Whalley, incapaz de perderse un period piece, como la tía Patience están a la deriva. Ben Daniels del momento en que entra en escena  ya se sabe que es el villano.  El libreto no tiene misterio no tiene chispa, no tiene romance y más encima  la serie se filmó en Yorkshire. ¿Ayyy qué se puede  esperar de una adaptación de Emma Frost?

Si quieren una buena adaptación de La Posada de Jamaica, tienen que irse a YouTube y bajar la versión de 1983 (me temo que sin subtítulos en castellano). A pesar de las quejas, que si era muy vieja, que si estaba muy maquillada, que si su cabello era muy largo, Jane Seymour ES Mary Yellan. 
Jane Seymour como Mary Yellan

Filmada rigurosamente en Cornualles, el paisaje es un eco del miedo e incertidumbre de la chica. Trevor Eves, que me pareció insignificante como Jonathan Harker (solo tenía yo ojos para Langella) en el Dracula de 1979, es un más que respetable Jem Merlyn, y Patrick McGoohan es definitivamente el malvado Tío Joss.

Rebecca
La próxima novela córnica de Daphne Du Maurier es la que la llevó a la fama. Nos es difícil asociar a Rebecca con Cornualles puesto que la mayor parte de su acción tiene lugar en el interior de Manderley, un disfraz para Menabilly, la casa soñada de DDM. Algo que nunca he entendido es que mientras Daphne escribe Rebecca ya tiene planes de rentar Menabilly puesto que la propiedad no está en venta. Sin embargo, en su obra,  esta casa soñada se convierte en la enemiga de la protagonista.

Manderley para la segunda Señora de Winter es lo que la Posada de Jamaica para Mary Yellan, una prisión. Aun así, está claro para el lector conocedor de la región que el entorno de la casona de los De Winter está situado en Cornualles. Una cosa que es apreciable en la narrativa de Du Maurier es su conocimiento del paisaje que describe.

A pesar de que la autora quedó muy  contenta con la versión fímica de 1940, la “Rebecca” de Hitchcock tuvo que usar locaciones en el Big Sur californiano, un espacio geográfico bastante alejado de Cornualles. De las otras versiones de Rebecca la que mejor uso hizo del paisaje cornico es el “Mystery” de 1978 con Sir Jeremy Brett  y Joanna Davies en la cual se habilitó el castillo córnico de Caerhyls para que fungiera como Manderley.
Rebecca (1978) y el Castillo de Caerhyls

Frenchman’s Creek
En 1941, en plena guerra, Daphne du Maurier comienza a trabajar una nueva novela. Una farsa picaresca que tiene lugar en la Inglaterra de la Restauración. Lady Dona Saint Colombe abandona la corte de Carlos II para retornar a sus propiedades en Cornualles en Frenchman’s Creek  Allá se encuentra con la sorpresa de que sus criados han dado albergue a un pirata francés.  Dona no solo se hace amante del francés sino también lo acompaña en sus aventuras.

Daphne está pasando por un momento peculiar al escribir esta novela. Mientras su marido sirve en ultramar, ella ha instalado a su familia en las tierras de unos amigos, Los Puxley, em Hereford. Cuando su anfitriona la encuentra besándose con el marido, pone a Daphne y sus hijos en la calle. La incorregible escritora se lleva a su familia a Cornualles,  renta una propiedad, Readymoney Cottage, y continua su affaire con Puxley.
Readymoney Cottage

Es por eso por lo que escribe de manera tan impenitente y desinhibida sobre un adulterio que ella vive en la vida real. Mas adelante, DDM se referiría a La Cala del Frances como su única” novela romántica”. Irónicamente, Frenchman’s Creek  fue donde Daphne y su marido, el General Browning, habían pasado su luna de miel.
La verdadera Cala del Francés

Daphne rápidamente vende los derechos al cine . En 1943 Hollywood la lleva a la pantalla con Joan Fontaine como Dona y el galán mexicano (en una de sus escasas incursiones e Hollywood) Arturo de Córdova. A pesar de la suntuosa producción en colores, el haberla filmado en Mendocino, California,  le quita un poco de atmosfera.

En 1998, la BBC la adapta filmándola totalmente en Cornualles. Es una versión sombría, carente del humor de la original, pero a mi me ha encantado y está en YouTube con subtítulos en español.

En esta versión, Dona (Tara “Selyse”Fitzgerald) viene huyendo de la Revolución Gloriosa que derrocó a los Estuardo del trono inglés. Su condición de católica la hace sospechosa al bando del rey Guillermo, y su hija, una pequeña fanática religiosa, crea más problemas insospechados por Dame Daphne. Sin embargo, el paisaje sirve para ilustrar la dualidad de Dona dividida entre su pasión por el mar, la libertad y el pirata,  y sus deberes de madre y esposa.

My Cousin Rachel
 “Mi Prima Raquel” merece un post separado debido a que la última  adaptación fílmica ha hecho un enredo total de lo que el libro cuenta y lo que la autora piensa, imponiéndole ideas feministas que Daphne Du Maurier jamás sostuvo. Pero ahora  hablemos de Cornualles y como aparece en esta obra.


Es 1951 y Daphne ya es semi dueña de Menabilly. Uno de sus sueños se ha cumplido. Su matrimonio es solo de apariencias, se ha atrevido a consumar su relación lésbica con la actriz Gertrude Lawrence, pero no está tranquila. Se ha enamorado apasionadamente de su amiga Ellen Doubleday. El que  Ellen se rehuse a llevar su amistad al terreno físico , irrita a la escritora.

Para castigarla, la convierte en una mujer fatal, Rachel,  Contessa Sangalletti, Viuda de Ashley. Pero Rachel que deslumbra y se mueve con seguridad en los escenarios continentales comete el error de ir a Cornualles, la patria de su segundo esposo. Cornualles es territorio de Philip Ashley, su primo y el alter ego de Daphne. Es un turf desconocido para Rachel  que comienza a perder pie, a dejar huellas, pistas que la comprometen.
Rachel y Philip en una playa córnica

Aunque Philip no está seguro de que Rachel sea una asesina en serie, él la condena por no corresponder a su amor (tal como Daphne condena a Ellen). Rachel entiende que para Philip ella es una criminal,  eso la hace perder piso literalmente,  provocándole una caída fatal. A diferencia del filme donde se insinúa que Philip ha provocado la muerte de su prima, Rachel, en el libro,  es asesinada por un paisaje que la castiga por ser un elemento foráneo y perturbador.
Puente de donde se despeña Rachel

En mi próximo blog espero hablar de otros autores y ver que papel jugó la Finisterre de Cornualles en su obra.