miércoles, 29 de julio de 2020

Anne Frank en la Era del Hashtag: Algo que agradecerle a Netflix



Terminado de ver el documental #Anne Frank: Parallel Stories”, me encontraba ante un dilema. ¿Debía recomendarlo? ¿Era un buen momento histórico para verlo? La respuesta me vino en un sueño. Me di cuenta de que el documental me había hecho bien, que era lo que necesitaba, pero que no tenía que recomendarlo. Eso sí, debía hacerle una crítica objetiva y a la vez hacer un relato subjetivo de lo que ha significado para mí, porque este blog no es solo de ustedes, también es mi último diario de vida.

Modernizando el Diario de Anne Frank
Inicialmente, me acerqué al documental casi en puntillas. ¿Otra versión de la recauchada fórmula del Holocausto? Una fórmula que únicamente sirve para ofender a las víctimas y crear más antisemitismo. ¿Y Anne Frank? ¿No que los del Lazio se burlaron de ella en un estadio el año pasado? ¡En Italia, el país menos antisemita de la tierra! Y más encima el documental lo presentaba la sororidad antisemita de Netflix. Pero, alerta, no es producido por Netflix. Es un documental italiano del 2019.

Precisamente por ser italiana (Vite Paralelle es su nombre real) y por no ser un producto Netflix es que presenta lo trillado dentro de un ángulo diferente. La productora ejecutiva Veronica Bottanelli tomó la decisión de dividir la historia en cuatro escenarios que se alternan, a veces de manera abrupta y confusa. Dos están en inglés, dos en las lenguas de quienes atestiguan. Son estos últimos segmentos los más impactantes. A juzgar por los comentarios y criticas también son los preferidos del público.

El Teatro Piccolo de Milán ha recreado uno de los cuartitos del Anexo donde Anne Marie Frank pasó los últimos tres años de su vida ocultándose de los nazis. Es ahí donde Dame Helen Mirren, con su dicción perfecta y talento histriónico, nos brinda una lectura de los fragmentos más significativos del diario. Oírlos en voz alta les da una dimensión vivida que nos saca del ámbito íntimo y personal en el que hemos conocido el famoso diario. La descripción de los primeros besos intercambiados con Peter es tan intensa que me hizo correr a mi viejo diario de 1975 a leer la descripción de mi primer beso.


Es innegable que El Diario de Anne Frank siempre ha tenido mayor acogida entre los jóvenes. Por más de medio siglo, a millones de chicas y niñas (yo lo leí por primera vez unos meses antes de mi decimo cumpleaños) nos ha motivado a llevar diarios de vida. ¿Pero qué pasa hoy en día en que ya no existen los diarios? Los Millenials y algún que otro dinosaurio baby boomer como Servidora, usamos nuestros blogs como breviarios, ¿pero y los Z? Su mayor medio de expresión son las redes sociales y ese ha sido el gancho que el documental ha utilizado para “pescar” pececitos Z.

El hilo conductor del documental es una quinceañera llamada Katerina Kat (Martina Gotti) que comienza un viaje en reversa por el último año de vida de Anne. Lo inicia en Bergen Belsen; sigue en Auschwitz; continua en Westerbork, el campo de tránsito holandés donde Los Frank fueron llevados tras ser arrestados por la Gestapo; y acaba en el Anexo.

Contrasta el estado de Bergen Belsen, un campo ralo, húmedo de lluvia salpicado por falsas tumbas-monumentos (uno de los cuales honra la memoria de Las Hermanas Frank), con el cuidado con el que se han conservado las ruinas de Auschwitz o el Anexo que una vez cobijase a Los Frank. También me ha sorprendido las imágenes actuales de Terezin y Drancy, casi intactos.

En esta era iconoclasta que nos ha tocado vivir tiemblo (y voces hay) que aparezca algún movimiento exigiendo se borre todo vestigio del Holocausto para dar gusto a nuestros enemigos, y no solo hablo de negacionistas. Si un judío mamerto en The Forward exigió la destrucción del Arco de Tito, y todavía no sabemos si era irónico o hablaba en serio, ¿qué podemos esperar?

A través de esa trayectoria, Katerina comenta sus impresiones que cuelga en su página de Instagram. Ese se supone es su diario y ella es la imagen de una Anne Frank moderna. Este recurso artístico ha causado controversia y molestia entre críticos y espectadores que sienten que KK es demasiado moderna.  “Parece una emo” dijo uno en IMDB refiriéndose a su cabellos azules y a la argolla en la nariz. Otros dicen que es un modo superficial de “modernizar” al personaje histórico y que acaba trivializando su tragedia.

Aunque no me molesta la aparición de Kat, si me pareció un poco cursi (“¿Hubiéramos sido amigas”? le pregunta a Anne en el más allá). Es cierto que su inclusión simplifica algo que todavía no puede digerirse en toda su magnitud. Su cháchara ligera contrasta con la profundidad de Anne que, en su encierro y en su miedo cotidiano a ser descubierta y asesinada, desarrolló esa “precocidad monstruosa” como la definiría Daniel Rops en el prefacio a la edición francesa (yo leí el diario en traducción de esa edición).

Cinco Niñas de Auschwitz
Esa precocidad de Anne y esa simpleza de Kat se hacen más evidentes cuando las contrastamos con el tercer y más importante segmento del documental: las entrevistas con cinco sobrevivientes del Holocausto. Para crear estas “vidas paralelas” a la de Anne se ha buscado a cinco mujeres que una vez fueron niñas y quinceañeras y que sobrevivieron Auschwitz.

Tenemos a la checa Helga Weiss, que fue llevada junto a sus padres al ghetto-modelo de Terezin. Ahí tendría su primer romance, pasaría de niña a mujer para luego ser deportada a Polonia y liberadaen Mauthausen. Tenemos a la simpática Sarah Lichtsztejn-Montard quien con su madre lograra huir del Vel d’Hiv en 1942 tras la redada más grande de judíos en territorio francés. Eventualmente, en 1944, la adolescente Sarah fue arrestada, llevada a Drancy, y luego deportada a Pitchipoi (el nombre con el que los niños del campo daban a su destino desconocido en Polonia). En Bergen Belsen, Sarah tendría un breve encuentro con Anne Frank.
Helga Weiss

Tenemos a las hermanas croatas Andra y Tatiana Bucci que sobrevivieron Auschwitz solo porque el Dr. Mengele las confundió con mellizas y las Integró a su zoológico de conejillos de indias. Por último, tenemos a Arianna Szoranyl hija de padre judío y madre cristiana, bautizada junto a sus cinco hermanas lo que no impidió su deportación después que su Italia natal fuese invadida. Cada experiencia es un relato diferente, con el vínculo común de que son voces de sobrevivientes que narran una juventud muy diferente a la de los espectadores, pero que tienen en común con Anne Frank la experiencia de saberse en constante peligro, de saberse rechazadas por la sociedad en que viven.
Andra y Tatiana Bucci

Alternando con las voces de Dame Helen, de KK, y de las sobrevivientes, entran las voces objetivas de historiadores y custodios de centros dedicados a preservar la memoria del Holocausto. Las voces de las sobrevivientes ahogan los textos de KK e incluso la lectura de Dame Helen, Solo se ven equilibradas por los comentarios de los expertos que aportan información que ellas entonces y hoy no saben.

 Ahí tenemos al historiador italiano Marcello Pezzetti que ha colaborado con los testimonios de algunas de estas mujeres y es autor (entre otros libros) de Il Album di Auschwitz y Il Libro della Shoah Italiana. Me gustó ver entre los expertos al vehemente Rabino Michael Berenbaum (graduado como yo de Queens College) autor de El mundo lo debe saber y productor y asesor de galardonados filmes y documentales sobre la Shoah. Es el quien explica por qué el Holocausto es diferente a otros genocidios.

Consciente de que hoy en día el termino "genocidio" es aplicado de manera baladí a cualquier masacre, Berenbaum establece tres puntos de diferencia. A) el Holocausto fue ideado y perpetrado por los habitantes del país más liberal, progresista y humanista del mundo. B) Los nazis mantuvieron cientos de archivos de documentos y fotografías. Es el genocidio mejor documentado de la historia. C) Los nazis no solo querían exterminar a los judíos del Reich. Su propósito era acabar con los judíos (y los gitanos y eslavos) de toda Europa y de toda la tierra.

En otra onda ,Ronald  Leopold que está a cargo del Museo Anne Frank recuerda que los holandeses fueron el primer pueblo de Europa en intentar detener a los alemanes. En 1941, tras las primeras deportaciones de judíos, el partido comunista holandés convocó a una huelga en febrero que duró un mes. Aunque no se detuvo la deportación, queda como récord de que no todos observaron con indiferencia la labor de los nazis.

No sé si esta protesta galvanizó a los muchos que ocultaron judíos durante la guerra en Holanda. Gente que arriesgaron sus vidas como los que ocultaron a Los Frank. Tampoco sé si esta protesta incentivó medidas masivas como la de los daneses que lograron enviar al 90% de su población judía al refugio de la neutral Suecia,  o si provocó  las protestas con las que el pueblo y autoridades búlgaras consiguieron evitar la deportación de sus judíos; o inspiró la única protesta contra las deportaciones que tuvo lugar en Alemania, cuando en 1943,  en la Rosenstrasse (la Calle de las Rosas) de Berlín,  las esposas arias exigieron la devolución de sus esposos judíos que iban ya camino a Polonia. Lo extraordinario es que, tal como las protestas búlgaras, si tuvieron efecto sus exigencias. Los maridos fueron retornados.

Mecanismos de Sobrevivencia
Sin embargo, ninguna de estas heroicas medidas afectó el destino de Anne Frank y de sus congéneres. Dos  de ellas acabaron en Bergen-Belsen, tras haber evadido peor destino en otros campos de exterminio. La diferencia es que ellas sobrevivieron y Anne no. La diferencia es que ellas se casaron y tuvieron hijos, Anne no. Anne hubiese complido 90 años este año, sus compañeras o los cumplieron o van a cumplirlos. La grandeza de los testimonios reside en los diversos modos de estas mujeres de seguir sobreviviendo. La liberación no necesariamente significó el fin de la experiencia del lager. Como dice la hija de Arianna, su madre dejó parte de sí misma en el campo.

Las cuatro han escrito sobre su pasado. Helga, como Anne Frank, llevó un diario que publicó recientemente. Lo mismo han hecho las Bucci y Arianna. Sarah tiene un texto, Chazzes les papillons noirs (Alejen las mariposas negras) que usa para dar sus clases sobre la Shoah. Las cuatro están abiertas a dar entrevistas y aparecer en documentales, pero como a muchos sobrevivientes, les ha costado décadas asimilar lo ocurrido y poder articularlo públicamente sea en palabras o por escrito.

Otra virtud que aleja “Historias Paralelas” de la infame fórmula es que cada historia comienza de manera distinta, en países diferentes, con experiencias diferentes. Las Hermanas Bucci tenían un padre cristiano, Arianna es católica, y sin embargo acaban todas convertidas en seres sin más identidad que un número, incluso Anne Frank. Por eso el ponerle un hashtag también la deshumaniza tal como sin darnos cuenta permitimos que las redes sociales nos deshumanicen.

Uno de los momentos desordenados del documental es la presentación de Fanny Hoschbaum quien no es parte del grupo de testigos. A los cuatro años vivió oculta cerca de Grenoble, y así sobrevivió La Ocupación. Hoy es ciudadana israelí, pero ha retornado a Francia a recordar a sus muertos junto con tres de sus diez nietos.  Su historia demuestra la importancia del relato individual antes que la visión global de masas de cadáveres anónimos. Lo dice una de las nietas de Fanny Hoschbaum cuando comenta que ya no se trata de seis millones anónimos, que la experiencia se vuelve personal cuando se reduce a su abuela y a su familia.

Otro nieto es Omer, un ex soldado de Tzahal. Su abuela lo cuenta orgullosa recordando que la acompañó a su última vista a Auschwitz. Para Fanny un motivo de orgullo es que portaron una bandera israelí. Ver ese símbolo dentro de ese campo donde un millón de judíos fueron exterminados como parte de un plan de destruir al mundo hebreo, es un gesto poderoso, una señal de triunfo

Para muchos de mis gatitos lectores, la bandera israelí es un símbolo negativo. No lo es para mí, aunque tenga mis disputas con las políticas de diversos gobiernos israelís, pero oír a Fanny contar la anécdota y visualizarla emocionó hasta el último hueso de mi viejo cuerpo judío. No sabemos qué relación tendrán las otras sobrevivientes con el sionismo. Anne Frank nunca lo menciona en su diario. Pero sabemos que, para Fanny, Israel es un mecanismo de sobrevivencia, como lo ha sido para millones de sobrevivientes y sus descendiente por más de medio siglo.

Pero el gran mecanismo de sobrevivencia, y la serie hace hincapié en ello, es el mandamiento bíblico “creced y multiplicaos”.  Algo que se ha mencionado en los estudios de sobrevivientesreligiosos o no— fue lo imperativo de formar familias.Lo mencionan tanto Ben Shepherd en The Long Road Home como Ian Buruma en Año Cero.  Consciente o inconscientemente se ha buscado derrotar con la fertilidad judía, el plan nazista de exterminio. Como dice Sarah, haber formado una familia “es mi venganza”.

Ese parece ser el sentir de sus compañeras quienes perdieron a todos sus parientes en la Shoah. Nada más Helga y Sarah salieron de Belsen con sus madres. A las Hermanitas Bucci sus padres solo lograron recuperarlas años tras ser separados por los Nazis. De la familia con la que Arianna ingresó a Auschwitz únicamente sobrevivieron ella y uno de sus hermanos. Sus padres, tres hermanas y un hermano acabaron en los hornos. Ella misma pasó años en un orfanato.

Se entiende una necesidad de formar una familia, pero como explica su hija Laura, Arianna también tenía miedo de tener hijos o hablar con ellos de lo ocurrido en los campos con ellos. Le ha sido más fácil hacerlo con los nietos y es interesante como ellos, Francesa y Lorenzo, han reaccionado al legado de la abuela.

Francesca confiesa haber sufrido mucho al enterarse del Holocausto (en la escuela) y luego al saber el rol jugado por su abuela en esos años. Algo curioso, ni Arianna ni Laura se casaron con judíos, pero Francesca se considera como tal. “Sono ebrea, la mia mamma e ebrea, mentre il mio padre e catolico” afirma con seguridad.

Su hermano Lorenzo tiene otra manera de solidarizar con la nonna. Tras leer el libro de Arianna, se tatuó en el antebrazo el número que en Auschwitz asignaron a su abuela. En una entrevista a La Stampa, Tatiana Bucci declaró que no le parecía ese trend de nietos de sobrevivientes tatuándose los números de los abuelos. El mismo Lorenzo comenta que su abuela no aprobó inicialmente su iniciativa. “Hay tanta gente loca por ahí” dijo la anciana. Y sabe de lo que habla.


En febrero, solo unos meses despues que “#Anne Frank: Vite Paralelle” debutara en los cines italianos, una enorme suástica apareció pintada en la puerta y muro de la casa de Arianna. A pesar de las muestras de solidaridad de parte de los amigos y vecinos, hay conciencia entre las sobrevivientes y los historiadores de un auge de antisemitismo em todo el mundo.


En Donde se Equivocó Deborah Feldman
Volviendo al tema de los hijos como una manera de perpetuar las familias perdidas, hubo un momento, cuando Sarah lo mencionaba como su modo de burlarse de los nazis, que me sentí incomoda. Luego reparé en que se trataba de un resabio del “adoctrinamiento” que sufrimos todos los que vimos “Unorthodox”. Una tesis de esa porquería era que todas las desdichas de la pobrecita Ettie nacían de ese empeño de sus mayores de convertirla en una máquina de hacer bebés solo para satisfacer su obsesión morbosa con parientes muertos. Se dice en la miniserie que toda la perversidad del estilo de vida Satmar reside en esa ofuscación neurótica con el pasado.

Cuando el Primo Moishe le recuerda a Ettie la historia del panadero del barrio que perdió a toda su familia en la Shoah, ella burlona le recuerda que el hombre está lleno de nietos. La actitud entre aburrida y burlesca de Ettietal como la de Yael, la israelídemuestran el desprecio por el Holocausto y sus víctimas que existe en gente como Deborah Feldman.

Sin embargo, la Feldman, zorra oportunista que es, escribió un libro Exodus en el que lloriquea sobre la Shoah y se va de peregrinación por diferentes países europeos siguiendo la ruta que cruzó su abuela durante el Holocausto. El libro no tuvo éxito porque se siente totalmente falso y porque la actitud de Feldman es tan infantil que en el Chicago Tribune llamaron su estilo “chick lit”.

Uno de los momentos más risibles de su narrativa es cuando, al retornar de su visita a Auschwitz, se enfurece porque el conductor del tranvía le mira la cola. Lo vergonzoso es que dijo que en ese momento sintió el poder del Holocausto. Que esta mula crea que el Holocausto se basó en nazis mirándole el culo a las judías…. Con eso se entiende su repudio a la obligación de recordar y honrar a los muertos, repudio que lamentablemente se ha colado en la manera de pensar de muchos judíos modernos.

Aunque el tema central de “Parallel Stories”se base en los relatos individuales y singulares de Anne y de las cinco sobrevivientes, la serie acaba con una generalización,  por una vez necesaria. Al hablar del exterminio de toda una generación de niños judíos, dice el Rabino Berenbaum” imagínense el talento que Alemania destruyó al destruir a todos esos niños judíos. Cuando destruyes niños, estás destruyendo posibilidades infinitas”.

En este último año, los niños y jóvenes han vuelto a ser tema de conversación, sea por ser víctimas de brutalidad o negligencia policial, o por andar tumbando estatuas, o por ser una molestia para padres al convertirse en una presencia intolerable en casa, o para sus maestros por su falta de interés en los burdos intentos de establecer un homeschooling universal.

Todo esto en una época en que el radicalismo feminista ha eliminado la existencia de sentimientos maternales y rechazado cualquier intento por empujar a la mujer a ser madre o experimentar afecto por los más pequeños y débiles. Me pregunto si todavía se entiende la vergüenza que debería embargarnos a los adultos ante la muerte de criaturas, o siquiera si podemos comprender el sufrimientos de niños separados de sus madres y viceversa.

La relación madre-hija adquiere preponderancia en estas “vidas paralelas”. Todos conocemos por las páginas del diario de los problemas de Anne con su madre. Muchas nos hemos identificado con ese conflicto que marca tantas adolescencias femeninas, pero el documental nos recuerda como Edith Frank se dejó morir de hambre al ser separada de sus hijas. ¿Podemos dudar de su amor por Anne y Margot? 
Edith Frank y sus hijas

Las otras chicas también descubren un vínculo nuevo que las une a quienes les dieron vida. Al llegar a Auschwitz, Helga miente sobre la edad de su madre y de la propia, rescatándolas a ambas de la cámara de gas; Sarah y su madre huyen del Vel d’Hiv, viven ocultas, sobreviven Auschwitz siempre juntas, son socias y compañeras a la par de hija y mamá.

En cambio, para las Hermanas Bucci, los escasos encuentros con la madre en el lager van separándolas. Son muy pequeñas y esa mujer flaca y envejecida prematuramente se les vuelve una extraña. Sin embargo, será su madre quien luchará en la posguerra para encontrarlas y recuperarlas. Ellas contarán que han sido impulsadas a escribir su historia en recuerdo de una madre silenciosa, incapaz de poner en palabras el calvario sufrido.
Mira y Giovanni Bucci

Entre el Antisemitismo y el Victimismo
En un momento en que hay tantos de diversas ideologías, credos y colores cuya felicidad y paz reside en la destrucción no solo del judío sino también de su cultura, el recordar que una vez casi se consiguió tal propósito, o al menos se lo consiguió a medias, es importante. Nos ayuda a los judíos a poner en perspectiva nuestra posición en el mundo.

Este tipo de documentales solo se manufactura en países que donde los judíos no han caído en la apatía, conformismo y cobardía que nos caracteriza a tantos. Por eso debería ser visto tanto por los judíos que militamos en este último bando como por los que, por lucirse en arenas políticas, faranduleras o financieras se olvidan de que en la Shoah no solo murieron los pobres, desconocidos y religiosos.

Vivimos, incluso en este país, un auge de antisemitismo que ya ni es solapado. Los únicos que intentan ocultarlo son los judíos liberales ateos y oportunistas, que les gusta colgarse de cualquier carro que crean los llevará al Desfile de la Victoria.  Es vergonzoso que el gran Kareem Abdul Jabbar, gloria del deporte mundial ( negro, musulmán e hijo de policía),  sea quien haya tenido que rechazar públicamente el auge del antisemitismo en los medios de comunicación y en los deportes. Es vergonzoso cuando hasta judías como la comediante Chelsea Handler, por ignorancia o tozudez, son parte de esa desenfada judeofobia.


Dije al comienzo que no iba recomendar #Anne Frank. Por años me he sentido incomoda con la repetición de clichés que “la industria del Holocausto” ha imprimido a sus productos. El Dr. Ernesto Medalla me comentó una vez que ese tipo de producto era un culto al victimismo “hasta tiene música de víctimas”. El victimismo puede producir en el espectador una reacción contraria de la que se desea lograr. En vez de compasión y solidaridad puede provocar una sensación de alejamiento de la tragedia acompañado de un desagrado por las víctimas.

Por eso es por lo que aconsejaría a otros grupos étnicos que no caigan en ese error. “Nous sommes les victimes de les victimes” dijo Mahmoud Abbas abrazando a Sir Elie Wiesel en su primer encuentro. A mí me dio risa y luego vergüenza ajena, porque Abbas, gordito y próspero, era una imagen muy alejada la del escritor en sus días de ‘victime” tras ser liberado de Buchenwald cuando no tenía fuerzas ni para alzarse del camastro. El mérito de “Vite Paralelle” es que ni Anne en su diario ni las otras cinco sobrevivientes en sus libros y entrevistas se hacen las víctimas. De su conversación resuma revancha, miedo al auge de la judeofobia, tristeza ante lo perdido, pero no hay autocompasión.


Arianna nos cuenta que los alemanes golpearon sus piernas con porras de goma con fierro adentro. No nos dice que esas torturas le costarían meses en el hospital tras la liberación. Nos cuenta de la marcha forzada desde Auschwitz a Belsen en medio de nieve, pero no nos dice que sus dedos se congelaron y hubo que amputarle algunos. Tampoco que fue un guardia de la SS el que se apiadó de ella y la puso en un vagón. De otro modo ella no hubiese sobrevivido.
Arianna a los 11 años cuando llegó a Auschwitz

Las obras más contundentes sobre la Shoah son las que muestran algo original, las que se enfocan en experiencias singulares, las que aportan una luz en medio de la oscuridad. Algo que me impresionó de las historias fue como Las Bucci eludieron los pavorosos experimentos de Mengele.

En el documental mencionan que “una mujer” las aconsejó no ofrecerse de voluntarias para ir al campo de Neuengamme (donde moriría su primito Sergio) celebre por ser un centro de exterminio de conejillos de india infantiles conmemorado hoy por un jardín de rosas. Lo que no dicen (en el libro, pero si en otras entrevistas) es que esa mujer era la boklova, la guardia polaca, ladrona en la vida civil, pero todavía dotada de compasión.
Las Bucci y su primo Sergio

El propósito de todo documental es interesar al espectador a expandir sus conocimientos buscando más material sobre el tema. Tal vez por eso es qué #Anne Frank escatime información. Después de todo, las cinco testigos han escrito sobre su experiencia de la Shoah. El problema es que aparte de Helga’s Diary (traducido al castellano como El Diario de Helga) ninguno de esos libros, ha sido traducido ni al inglés ni al español. Los libros de Arianna y de las Bucci están en Amazon, pero en italiano.

Aunque a cada rato se escriben historias y testimonios del Holocausto en diversos países europeos raramente se traducen, a menos que sean los que siguen estándares conocidos y ocurran en la Europa Oriental. De ahí que el diario de Helga haya sido traducido al alemán, al portugués, hasta el chino.
En cambio, lo que se hace en italiano rara vez encuentra traductor sea novela, testimonio o texto de historia. Por eso terminé por comprarme Gli Soldati Ebrei di Mussolini en el original. A mí me interesa el material italiano, no solo porque me toca personalmente, sino porque es tan especial y exótico, sobre todo para la gente que está harta de leer fórmula.

Acabo de hacer una búsqueda en Amazon.com usando como buscadores “Jewish Holocaust History” e “Italy”, el resultado es el de siempre: De Felice, Michele Sarfatti, Susan Zucotti y mucho Primo.  Lo nuevo, paparruchadas como The Italian Executioners de Simon Levis Sullam que busca desmitificar la narrativa de los italianos como rescatistas natos. Le ha ido tan mal con el esfuerzo que apenas le ha alcanzado para 200 páginas.  Veinte dólares muy mal invertidos por mí al haberlo comprado. Mas dinero invirtió la editorial de Princeton que lo ha publicado.

En cambio, sí pongo “Italia” o “Ebrei” como buscador me salen docenas de textos apetitosos. Por eso tengo que considerar que es una suerte encontrar material en traducción y por una vez le agradezco a Netflix algo, el haber comprado #Anne Frank: Vite Parallele”.
Jeannette y Andra

La dedicatoria del libro


ADDENDUM: Una sorpresa ha sido descubrir que nuestra Gatita Honoraria Jeannette  Kravetz Stoletzka ha conocido a Andra Bucci quien le ha autografiado una copia de su libro. Ese ha sido un hallazgo y la Dra. Kravetz nos ha dado permiso de publicar las fotograf'ías


miércoles, 22 de julio de 2020

¿Por que “Self-Made: Inspired by the Life of Madam C.J. Walker”es Más Ofensiva que “The Help”?



Vi “Self-Made Inspired by the Life of Madam C.J. Walker” en las primeras semanas de la cuarentena, pero no me molesté en reseñarla porque muchos críticos afroamericanos ya la habían atacado con vehemencia. A pesar de concordar con ellos, decidí que no necesitaban de la opinión de una Gata Mixta Privilegiada de Pelaje Claro como yo. Eso duró hasta que recientemente encontré que la serie estaba en un listado de filmes que ver en vez de “The Help”.  El Gato Rafa dice que la memoria humana es corta, pero esto ya es exagerado. ¿Solo cuatro meses los ha hecho olvidar como la serie ofende a Sarah Walker y,  de paso,  a la gente de color?  Hora de maullar indignada.

La Primera Millonaria de los Estados Unidos
Hace un par de años, en Pinterest, descubrí la historia de Sarah Breedlove que se hizo célebre como Madam C. J. Walker. Estamos hablando de la primera empresaria millonaria de Estados Unidos. Mas allá de superación afroamericana, esta es la historia de una mujer que derriba barreras impuestas por los hombres (incluso los de su raza) y traspasa el techo de vidrio. Aún más interesante, lo hace en una área totalmente femenina:  la cosmética y la peluquería.

Vi el primer episodio y me encantó. Octavia Spencer, como siempre, comiéndose la pantalla en el rol de una humilde lavandera y esposa abusada que, a comienzos del Siglo XX, en St.  Louis, enfrenta otra tragedia.  Se está quedando calva. Como a mis 50 años descubrí que se me caía el cabello a mechones, y consciente de que como dice Madam el cabello es belleza, no me parece chistosa esa situación y me alivia que Sarah encontrase ayuda.

La ayuda aparece en su puerta en corsé y sombrero. Es Addie Munroe (Carmen Ejogo, simplemente exquisita) que parece un hada de cuentos de niños…blancos. Addie tiene el cabello hasta la cintura, rizado y de color castaño claro.  Su piel es del tono de un cappuccino lechoso, se viste como muñeca, y sabe hacer pociones mágicas que restauran la cabellera de Sarah. En los próximos años, Sarah lavará la ropa de Addie a cambio de productos capilares, pero también descubrirá el lado oscuro de su benefactora.

Addie vende sus cosméticos de puerta en puerta. Como le va bien, contrata ayudantes, todas bonitas y mulatas, así como la patrona. Addie le dice a Sarah “todas las mujeres quieren verse como yo, aunque sepan que no pueden hacerlo”. Por eso, Addie le niega el permiso a Sarahde piel oscura y tosca para ser una de sus vendedoras. Cuando a sus espaldas, Sarah demuestra que puede vender tal como las chicas de piel clara, Addie bufa como dragón. Le dice a Sarah que sus cosméticos no son “para gentuza como tú” y la manda lavar su ropa.

Sarah abandona el trabajo con Addie y comienza a preparar sus propios shampoos y tratamientos para la caspa. Abandona al mal marido y se consigue uno más guapo, cariñoso y educado, el publicista Charles James (C.J.) Walker. Convertida en Madam C.J. Walker, (Madam era como se llamaba a las peluqueras y cosmetólogas francesas) Sarah comienza a hacerse de una clientela. Finalmente decide mudar su negocio a Indianápolis donde viven sus parientes políticos.

La mayor ambición de Sarah es la de dar una educación universitaria a A’Leila (Tiffany Haddish), su única hija. Leila, sin embargo, esta más interesada en el romance y se lleva a Indianápolis a su nuevo marido John (J. Alphonse Nicholson), un holgazán que se dice guitarrista. Al comienzo, John parece ser un relleno cómico, pero a medida que avanza la historia se vuelve traicionero y peligroso, sobre todo para la suegra.

El mundo que Madam ha construido se tambalea. Todos sus problemas son culpa de hombres negros y un poquito de Addie que ha aparecido en Indianápolis. Borracha y con ojo en tinta, Addie se las arregla para escupir en la felicidad de su rival.

Según los que la rodean, Madam tiene sueños demasiado grandes y hay muchos que intentan impedirle llegar a alcanzarlos. Desde un intento de violación por parte de un futuro auspiciador hasta las humillantes palabras de Booker T. Washington, icono de la cultura afroamericana, sin olvidarnos de las traiciones del yerno y del esposo de la empresaria, los vaivenes que casi derriban a Sarah nos demuestran que, para la mujer de color, el triunfo es doblemente difícil de alcanzar.

Finalmente, Madam se sobrepone a tanta opresión y llega a ser una millonaria en una nación donde ni las blancas tienen tanto éxito. Aun así, los logros de Sarah son opacados por la infidelidad de su marido que se ha ido con otra high yella (termino descriptivo de las negras para las mulatas) y el lesbianismo de su hija que eventualmente, Madam debe aceptar.


¿Frustrada o Triunfadora?
Aun sin haber leído las múltiples críticas que le cayeron a esta serie en marzo, a pocos días de su estreno, yo sentía que había algo superficial, vacío y falso en el cuento. ¿Como nos van a mostrar a una triunfadora que vive y actúa como una fracasada? En su vida matrimonial y romántica, Sarah Walker es una frustrada, una mujer insegura que se deja cegar por su ambición y el miedo a su propia apariencia física.


A mí me encanta ver filmes de Octavia Spencer, sobre todo de época, porque se viste muy bien y sienta pautas para las gorditas que queremos lucir elegantes. “Self-Made” no es una excepción, pero por guapa que luzca,  borra todo efecto positivo de imagen con la falta de confianza de su personaje en su aspecto físico. La serie presta mayor atención a la competencia entre Addie y Sarah (simbolizada por constantes imágenes de ambas en un ring de boxeo) que a los cosméticos que Madam fabrica.

Para mí la escena más desagradable de la serie es cuando Sarah descubre que el banquete que ha preparado para Booker T. Washington es una farsa ya que el invitado ni se ha enterado que lo esperan. Tras una desagradable discusión con su esposo que lo empuja los brazos de otra mujer, Sarah se sienta a la mesa a engullir las vituallas preparadas.


Esa escena que refuerza el estereotipo de la gorda cuya única salida a sus problemas es la glotonería, me resultó repugnante. Pero como casi todo en la serie, es falso. Como es falsa esa imagen de Madam como una mujer tan insatisfecha con su piel oscura y “Bad Hair” que cree que solo puede borrarlos con dinero.

La verdadera Sarah Walker creó una serie de productos para empoderar a las (como ella) hijas y nietas de esclavos. Ella buscó darles una imagen que las enorgulleciese de sus belleza africana. Que se hizo millonaria es cierto, pero también son reales su filantropía y su activismo en contra de linchamientos y otros abusos en contra de la población de color (temas que solo merecen una nota al final de la serie). Una mujer capaz de tantos logros no iba a ser vencida por una rival de piel más clara o a caer en depresiones de las que solo puede salir asaltando una mesa de banquete como si fuera un vikingo hambriento.

Como ha dicho Nadra Nittle en NBC la serie “enfatiza sus (Walker) inseguridades antes que su orgullo”.  El artículo de Little (muy bueno) fue el primero que leí que criticaba desde un punto de vista afroamericano a la serie.  Además de artículos similares, también he encontrado varios videos, pero este es mi favorito. El título “12 mentiras que Netflix conto en"Self-Made" es bastante lapidario. Si una serie histórica de solo cuatro capítulos ya contiene una docena de falsedades entonces no es de confiar. Vamos a seguir el listado de Neigh Knight y revisar el peso de esas mentiras.

Addie Munroe Nunca Existió
Un detalle significativo es que un cuarto de las mentiras tiene que ver con el personaje de Addie Monroe. Esa fabricación es el eje de la serie. Ni, Addie, ni su bello cabello, ni sus tramposerías, existieron. El personaje está inspirado en Annie Malone a quien deshonra. La Señora Malone fue quien contrató y adiestro a Sarah Walker en St. Louis en 1904. Fue tan famosa como su discípula, una pionera de productos capilares para las mujeres de su raza y posiblemente si sea la primera multimillonaria estadounidense (de cualquier color). 

Annie Malone nunca apantalló a Walker con su belleza eurocéntrica ni la persiguió por todo el Medio Oeste empeñada en derrocarla en el negocio. Annie Malone era tan negra como Madam así que todos esos discursos sobre la superioridad de la belleza de la mujer mixta nunca salieron de su boca. Nunca usó chicas de piel clara como modelo y para la época en que se separaron, Sarah Walker trabajaba como representante de ventas de la Señora Malone en Denver.

Es posible que Madam hay utilizado la fórmula de su jefa. Se sabe que ambas tuvieron una fuerte discusión tras la cual Sarah trasladó su trabajo a Pittsburgh y luego a Indianápolis. Annie Malone siguió en su negocio y le fue tan bien que no tuvo que interferir en el de su ex empleada ni trató de hacerle zancadillas.

La única superioridad que Annie Malone tuvo sobre Sarah Walker fue intelectual. Madam nunca hizo estudios superiores y fue autodidacta. En cambio, Malone tuvo una infancia de clase media, a pesar de ser huérfana como Sarah. Acabó su secundaria con notas sobresalientes y premios por su destreza en química. Cuando Sarah la conoció, Annie tenía instalado un laboratorio donde hacia sus preparados.

En “Self-Made” yo aprendí un nuevo término “colorismo”. A eso se refiere Neith Keith al decir que “no todas las mujeres negras están descontentas con su color”. El colorismo que ha existido siempre afecta no solo a comunidades afroamericanas sino también a las asiáticas y a la latina por supuesto. Es la idea que la piel clara te hace superior y te proporciona mayores ventajas.

La obsesión de la serie con esa rivalidad de color de piel provoca la mentira número 6 de la 
lista de Keith.  Dora, la empleada de Madam que fue la segunda esposa de C.J Walker, no era mulata. Es otro modo de hacernos creer que la lucha de Sarah Walker siempre fue en contra de su propia inferioridad. Léase, no ser esbelta, tener piel de ébano, y no poseer una cabellera que se adhiriese a los cánones occidentales de perfección capilar.


C.J. y el Patriarcado de Color
Hablando de C.J., después del de Addie Munroe, es el personaje más falseado y menospreciado de la serie. Se lo ha convertido en un estereotipo misógino de las feministas: el esposo celoso de los triunfos de su mujer. Es cierto que le fue infiel a Sarah, que al final sus ideas no ayudaban a las empresas de Madam, pero no fue así al comienzo de su relación.

C.J (muy bien interpretado por Blair Underwood que sigue siendo guapetón) fue instrumental en la carrera de su esposa. El tercer marido de Sarah era un gran publicista. Él fue el artífice de la creación de imagen de la empresaria, le aconsejó usar su apellido y el título de “Madam”. También se encargó de publicitar los productos de su esposa y de ser su consejero en aspectos de mercadeo.

Lo que pasa es que tal como la serie evita relatarnos las miserias y abusos que Sarah viviese en su juventud, también es muy parca y rápida en su repaso del tiempo en que el personaje de Octavia Spencer residió en Saint Louis. Fue en ese tiempo en que Madam comenzó a triunfar en los negocios. Para cuando llegó a Indianápolis, ya era una prospera empresaria y su primer paso fue deshacerse de un marido que se había vuelto un lastre.

En la serie nos muestran que es en Indianápolis que Sarah comienza a perder el amor de C.J., a tratarlo mal y de ahí vienen todos esos años en que ella lucha por no dejarlo libre y más encima recibe la estocada de que sea C.J. quien la delate como ladrona de la fórmula de su rival. El divorcio de los Walker fue muy rápido, no hubo reconciliación entre sabanas, y Annie Malone siempre se quejó que su empleada le había sustraído un par de secretos de belleza. Lo que pasa es que la serie quiere continuar en la onda de la mujer negra víctima de los hombres de su raza y de su propia sumisión.

Uno de los muchos cambios negativos que trajo el Me Too Movement fue meterles en la cabeza de las mujeres de color que eran victimas por partida doble, victimas del patriarcado blanco y del machismo de sus propios hombres. Aunque hay mucha verdad en esa aseveración, el triste resultado fue un cisma en la lucha de los derechos de los afroamericanos.


Un efecto del auge de Black Lives Matter, ha sido la reparación de ese cisma y la unidad de todos los géneros dentro del movimiento. Sin embargo, aun antes de estos sucesos, había mujeres que se oponían a esta actitud divisoria. Así lo demuestra Neith Keith en este video y en otros. Algo que muchos de sus espectadores han agradecido en sus comentarios..

Es esa discordia feminista la que crea la imagen de Madam como una mártir de su propio entorno. En vez de mostrárnosla como una mujer que prevaleció por sobre su pasado de esclava y su presente sureño, nos la muestran siendo amonestada por Booker T. Washington, uno de los líderes de la comunidad afroamericana de aquellos tiempos, por “salirse de su sitio”.

En vez de mostrarnos como Sarah se liberó de los abusos en su cuñado y de su segundo marido, nos la muestran siendo ya una empresaria teniendo que ocultar que un posible auspiciador ha intentado violarla, porque como le recuerda el suegro, revelar el ultraje obligaría a CJ a salir a reparar su honor ofendido y todo acabaría en tragedia. Madam debe sacrificarse para proteger a su hombre. Otro ejemplo de la sumisión y autosacrificio de la mujer negra a la que Malcolm X llamaría con razón “el ser más relegado de America”.

No sé si el intento de violación esté basado en hechos reales, pero ciertamente lo de Booker T. fue una invención. Si al inicio de su relación con Madam. J. Walker, el gran pensador se mostró recio a apoyarla no fue por considerarla una negra díscola y ciertamente no por apoyar a Addie Munroe por considerarla más refinada.

En la vida real, Washington temía que Sarah Walker y Annie Malone estuviesen creando productos para conseguir un look más blanco para mujeres de color. Es cierto que ambas damas promocionaban alisadores de cabellos, pero también empoderaban a sus clientes invitándolas a construir su propia imagen de belleza.

No estoy de acuerdo con la aseveración de Neith Keith de que el titulo sea falso. Madam C. J. Walker era “self-made” por el hecho de que no nació en cuna de oro, no tuvo los privilegios de mujeres blancas, no tuvo acceso a educación, etc., pero Keith tiene razón en un punto. Sarah tuvo una magnifica red de apoyo, comenzando por Annie Malone quien siempre la respetó como clienta y promotora.

Luego Sarah Walker tuvo el apoyo de su marido, de sus abogados, auspiciadores y asesores. Aunque ayudó a muchas mujeres dándoles empleo, ellas le pagaron siendo sus principales colaboradores, pero la principal colaboradora fue su única hija (sobreviviente) A’Lelia Walker. Hora es de hablar de ella porque se la ha irrespetado casi tanto como al pobre C.J.

A’Lelia no era Boba ni Lesbiana
Cuando hablo de irrespetarla no me refiero a inventarle que era lesbianaalgo totalmente falsosino de ponerla como boba, inútil y una fuente de problemas para su madre. Nada de eso es cierto.  Cuando Sarah Walker se instaló en St. Louis con sus hermanos, su primer sueño fue darle una educación superior a su hija. A’Lelia se graduó de Knoxville College, una universidad de Tennessee. Para cuando su madre y su padrastro se trasladaron a Pittsburgh buscando expandir su negocio (1906), A’Lelia de 20 años quedó a cargo de la empresa de su madre en Denver.

Es posible que para entonces ya estuviera casada con John Wilson un camarero con ínfulas de músico de quien se separaría en 1911. Para entonces, A’Lelia estaba ocupada del negocio de su madre (y posiblemente manejaba Lelia College, el instituto de peluquería de Madam) en Pennsylvania. A’Lelia también convenció a Madam de abrir oficinas en Harlem en Nueva York, donde había una pujante comunidad de empresarios y artistas de color.

John y A’Lelia se divorciaron tres años después de su separación. El nunca incendió la fábrica de la suegra (tal incendio es otra invención de los afiebrados libretistas) ni fue espía de la mítica Addie Munroe. En 1912, A’Lelia adoptó y le dio su apellido a una huérfana de catorce años llamada Fairy Mae Bailey. Mae Walker (su nuevo nombre) sería la heredera de toda las empresas de Madam.

Un año más tarde, A’Lelia y su hija se trasladaron a Harlem, Madam las seguiría en 1916 estableciendo en el Valle del Hudson una villa construida para ella. A la muerte de su madre, A’lelia se hizo cargo del emporio familiar y lo expandió fuera de las fronteras estadounidense, al Caribe y a Centroamérica. Como su madre, combinó trabajo con un patronaje de las artes y fue una gran dama de la sociedad neoyorquina.

En la serie nos cuentan la lucha de A’Lelia por salir del closet en vida de su madre. En On Her Own Ground la biografía de Sarah escrita por su tataranieta A’Lelia Bundles,  ella,  explica que la tensión entre madre e hija tuvo que ver con dos hombres. En 1919, Lelia estaba involucrada con dos médicos guapísimos. Su madre apoyaba al Dr. Wiley Wilson al que consideraba más serio. Como suele ocurrir, Lelia prefería al “chico malo” el Dr. James Kennedy, pero aceptó al candidato de su madre. En 1926, siete años después de la muerte de Madam, Lelia se divorció y se casó con su preferido, el Dr. Kennedy.  ¿Por qué no incluir esta historia real en vez de inventar a Esther y conflictos que nunca existieron?


Como nos cuenta Knight, otro embuste de este cuentoque parece escrito por Pinochoes el encuentro con Rockefeller. Efectivamente, eran vecinos, pero nunca se conocieron. En la serie nos lo ponen como el único personaje blanco del elenco y aparece nada más que para dar un mal consejo a su vecina. Sarah reacciona habiendo exactamente lo contrario, apoyando a las huelguistas que no quieren que los productos de Madam se vendan en droguerías.

La Farmacéutica Saunders nunca existió, pero los productos Walker se vendieron en muchas cadenas de droguerías del país. Las empleadas protestaron esta medida que veían como un atentado en contra de sus empleos. En la vida real, Sarah les hizo saber que estaba dispuesta a despedirlas si no entendían  su mensaje.

Otros errores de la serie ha sido no mostrar la campaña de Madame en contra de los linchamientos que incluyeron un telegrama enviado al presidente Woodrow Wilson. En cambio, tienen esa extraña muerte de Sweetness (Bill Bellamy), un personaje que nunca existió, y cuyo linchamiento no recibe más respuesta de la millonaria que una rápida visita al funeral.

Tanto Time como Slate han descrito “Self-Made” como una desilusión.  ¿A qué se debe? Neith Keith arruina su excelente recuento/repaso diciendo que todo se debe “a la supremacía blanca”. Se equivoca. “Self-Made” es el trabajo de un grupo de mujeres de color.  La serie tiene una docena de productores, la mitad son mujeres, incluyendo a la propia Ms. Spencer. Inspirándose en On Her Own Grounds, Nicole Asher ha escrito un libreto de una serie que cuenta como directora a la famosa Kasi Lemmons (“Eve’s Bayou”” The Caveman’s Valentine” y “Harriet”).

¿Entonces cómo explicamos esta historia que según Asher ha sido “modificada” para que “resuene con una audiencia contemporánea”?  Antes de vendérsela a Netflix, los productores se la ofrecieron a HBO que la rechazó oliendo que esta telenovela donde la primera millonaria de Estados Unidos quedaba reducida a una “Ama de Casa Desesperada” presagiaba críticas negativas. Es que, aparte de la cinematografía, vestuario y excelentes actuaciones, “Self-Made”es un lastimoso espectáculo de tergiversación histórica, un retrato sexista de quien fuese un icono de poder femenino y una ofensa tanto a Madam como a sus descendientes y a la comunidad afroamericana.

Sabido es que Netflix ha sido una de las pocas entidades que se ha beneficiado con el coronavirus. Su audiencia y número de subscriptores ha aumentado hasta sacar a las finanzas netflixianas de los números rojos. Tras el inicio del estallido social provocado por el asesinato de George Floyd, los espectadores casi colapsaron el sistema buscando material sobre la experiencia de color en Estados Unidos. El resultado fue que la película más vista de Netflix en las primeras semanas de junio fue “The Help”.

¿Es “Self-Made” mejor que  “ The Help”?
Este filme basado en el superventas homónimo de Kathryn Stockett, había recibido críticas por parte de la intelectualidad afroamericana desde sus comienzos.  Eso no detuvo a lectores de la novela, que, superando las censuras, la hicieron suya dentro y afuera de las fronteras estadounidenses. A pesar de que las criticas persiguieron también el filme, este fue un exitazo y se granjeó cuatro nominaciones a los premios de la Academia con el resultado de que Octavia Spencer recibiría un Oscar como Mejor Actriz Secundaria por su interpretación de la osada, pero generosa, criada Minny.

La ironía es que por Minny, Spencer ganaría un Oscar, un Bafta, un Globo de Oro y varios premios que solo se les otorgan a actores afroamericanos. Ironía porque era del conglomerado de color desde donde el filme recibía los peores ataques. Se le acusaba de no representar la historia real del servicio doméstico en el Sur durante la Campaña de los Derechos Civiles y de que toda la historia era vista desde el punto de vista blanco. Sin embargo, la mayor crítica es que es un filme que sigue promoviendo a la mujer negra como la noble Mammy, devota de sus amos blancos.

Fue el auge de teleaudiencia de este verano que consiguió por fin que las criticas fuesen oídas, e hiciesen mella en el valor del filme (y libro). Viola Davis, quien interpretase a Abileenpara muchos la verdadera protagonista de “The Help” declaró públicamente que se arrepentía de haber colaborado en un proyecto que ofrecía una falsa imagen de la mujer negra. Bryce Dallas Howard, quien en el filme daba vida a la villana Hilly, ha declarado estar dispuesta a narrar un prólogo (parecido al que ahora precede a GWTW) que acompañe a “The Help”, explicando sus falencias.

Por otro lado, Netflix ha pateado a “The Help” a su armario de las escobas y ha anunciado poseer la biblioteca más completa de cine “negro” (no confundir con Noir). Probablemente sea cierto. Tienen un centenar de filmes, series de televisión y documentales que cubren la experiencia de los descendientes de esclavos desde una perspectiva afroamericana.

A mi parecer, se trata de una colección incompleta sin las grandes cintas y miniseries que, en el pasado, nos enseñaron a los dinosaurios no solo a estremecernos antes los horrores y discriminación sufridos por los afroamericanos, pero también a apreciar las contribuciones y encantos de la cultura negra. Además, ese listado también está un poco cojo ya que no incluye a los grandes directores de color. Aparte de “Malcolm X”, no aparecen ninguna de las mejores películas de Spike Lee y la única contribución de Kasi Lemmons es … ¡” Self-Made”!

La Curiosa Lista de The Harvard Crimson
El prurito pedagógico que embarga a nuestros nuevos Padres Puritanos ha trascendido las esferas de Netflix. El Harvard Crimson, la más antigua publicación de la prestigiosa universidad, publicó un artículo con el tendencioso título “¿Se te antoja ver “The Help”?  aquí te damos 36 cosas que puedes hacer en vez de eso”.  Acto seguido, presentan una brevísima lista de material audiovisual para comprender mejor, y desde una perspectiva étnica, la experiencia negra en America.

¿Mi primera pregunta es por qué 36? ¿Alguna razón esotérica? Porque si van a cubrir cine, televisión, música y libros deberían ser más. Aparte de su brevedad, la lista me ha parecido rarísima. Se concentra en material de este siglo y deja afuera una cantidad de obras fundamentales. No hay ningún filme de Spike Lee, Steve McQueen o Kasi Lemmons. La mayoría de las obras tratan de la experiencia negra queer. O sea, los heteros de color que se vayan al diablo. Y en la sección de literatura, de milagro aparece Maya Angelou. ¿Por qué no entran en el listado ni James Baldwin, ni Langston Hughes, ni Ralph Ellison, ni Alice Walker, ni Toni Morrison?

Realmente parece que la lista estuviera en contra de la cultura afroamericana pre 2015. Pero no, porque en la lista de libros se han intercalado las biografías de Malcolm X y de Angela Davis (autobiografía), pero nada sobre Martin Luther King. Lo que confirma mi temor de que en este estallido social no hay cabida para protestas pacíficas (si hasta tumbaron la estatua del Mahatma Gandhi). Una ironía es que si incluyen Souls of Black Folk de W.E.B. Du Bois, un gran pensador, pero más elitista que Alexander Hamilton. DuBois creía que solo los afroamericanos más talentosos deberían votar, ocupar altos puestos, acceder a estudios superiores y mezclarse con la elite blanca.

Pero la mayor ironía es que, entre las cinco series de televisión, las encargadas de esta lista (tres mujeres y una sola es de piel oscura) han embutido “Self-Made”. ¿No se han enterado de la reacción de críticos y espectadores? ¿No la han viso y notado los errores? Esa inclusión me hace menospreciar el resto de la lista (aparte de algunas cosas que haya visto y leído anteriormente) y menospreciar ese loable esfuerzo por “educarnos” sobre el racismo que parece embargar a la progresía últimamente, al menos en este país.