jueves, 27 de febrero de 2020

Antes de James Bond…existió Sídney Reilly…



De todos los placeres que AcornTv me ha proporcionado, ninguno se compara a ver nuevamente esta miniserie de 1983 por la cual no han pasado los años. En nuestro apetito por buenos relatos de espionaje no se nos pueden pasar las aventuras de un espía real que, en su breve reinado, cambió las reglas del juego y capturó la imaginación de muchos, incluyendo la de Ian Fleming que lo usó como modelo de James Bond.

En 1982, en plena era de miniseries épicas, la sección del “Masterpiece Theater”,  conocida como “Mistery”, presentaba una serie limitada tan lujosa y espectacular que rivalizaba con las grandes producciones de la televisión estadounidense de los 80. Para el público asiduo al misterio, “Reilly, Ace of Spies” era una sorpresa, Acostumbrado a tibias adaptaciones de novelas de Agatha Christie, Lord Dunsany y otros maestros del misterio, se esperaba una serie a la antigua con iluminación opaca, sin efectos especiales, con espacios restringidos, aparte de algún par de escenas filmadas en exteriores.

Enfrentarse a una escenografía de filme de Hollywood, con escenarios grabados en diversos puntos del globo, una recreación fidedigna del mundo de la Belle Epoque y de la Rusia Revolucionaria, con mobiliarios lujosos, fantásticos vestuarios y escenas épicas, fue un agasajo inesperado. Como lo fue la intensa y realista trama que mostraba un lado oscuro de la historia y de los servicios de inteligencia británicos que pocos conocían, y muchos habían ocultado.

De Rosenblum a Reilly
Tras su misteriosa desaparición en la Unión Soviética en 1925, Sídney Reilly se convirtió en un icono de la cultura popular en ambos lados del Atlántico. Gente que juraba haberlo conocido vendía entrevistas, mientras que amigos, ex esposas y amantes escribían libros sobre un hombre cuya vida estaba llena de secretos y leyendas, algunas inventadas por el mismo Reilly.

Era natural que un hombre tan enigmático suscitase tantas controversias. Nadie estaba seguro de donde había nacido o cual era su verdadero nombre.  Si bien era cierto que se merecía el apodo de “As de los espías” también era cierto que había sido un agente doble sirviendo al menos a cinco potencias.

Aunque Reilly contó diferentes versiones de sus orígenes, hay dos factores certificados como indiscutibles: era judío y había nacido en la Rusia de los Zares. En el episodio titulado “Anna”, Reilly le cuenta a su hermanastra Anna (Diana Hardcastle) por que abandonó el hogar paterno y fingió su muerte. Su padre, un general del ejército del Zar, le reveló que era ilegitimo, producto del adulterio de su esposa con un médico judío.
Diana Hardcastle como Anna

En realidad, la historia es más simple y trágica. Se cree que era hijo de Georgy y Polina Rosenblum, un matrimonio de judíos polacos que, tras adquirir una pequeña fortuna, se habían trasladado a Odessa donde Sigmund, Georgy, o Solomon (todos esos nombres se han especulado como el patronímico de Reilly) nacería en 1874. A los 18 años fue arrestado por actividades revolucionarias. Al salir de prisión su padre le tenía dos noticias. Polina había muerto y el joven Rosenblum no era hijo de Georgy sino de un primo de la familia, el doctor Mikhail Rosenblum.

En la cultura y religión judías, aun entre gente semi asimilada como los Rosenblum, no hay mayor estigma que ser un mamzer, el producto de un adulterio. El shock que recibió el futuro Reilly lo llevó a fingir su suicidio, haciendo parecer como que se había arrojado al mar. En realidad, se embarcó hacia Brasil. Un año más tarde volvió a aparecer en Europa.

 Se sabe que se movió entre Londres, Paris y Florencia dedicado a actividades delictivas y relacionándose con anarquistas italianos. Parte de esa vida aventurera aparece dramatizada en la novela The Gadfly escrita por una de sus primeras amantes, la inglesa Ethel Boole.
El joven Sidney Reilly

Para comienzos del siglo XX, Reilly, todavía usando su apellido Rosenblum, se había instalado en Londres donde combinaba dos empleos: informante de Scotland Yard y fabricante de vitaminas. Bajo esta última careta nuestro héroe conoció al anciano Reverendo Thomas y a su joven esposa, Margaret. Poco después Thomas fallecía, un médico certificaba que se trataba de una muerte natural, y la viuda, ahora millonaria, se casaba con un tal Sídney Reilly.

Hasta hoy, ese cuento se ve con sospecha.  ¿Murió Thomas debido a las medicinas que le vendía Rosenblum? Al doctor que extendió el certificado de defunción, nunca se le encontró y según testigos, se parecía mucho al nuevo marido de Margaret.


En la época de su matrimonio el novio firmaba ya como Sídney Reilly, la identidad que Rosenblum necesitaba para ser respetable. Mas respetable fue que a la boda asistieron importantes figuras del Almirantazgo, Scotland Yard y del Secret Service Bureau, que más tarde se conocería como   MI5. Reilly estaba escalando posiciones, haciéndose famoso, y necesario, en los servicios de espionaje británicos.

Tras dejar a Margaret bien instalada en San Petersburgo, Reilly se marchó a Manchuria donde comenzaría su carrera de espía de los rusos y japones, trabajando tanto para los servicios británicos como los nipones. Y me detengo aquí, porque esto es lo que nos faltaba de la historia de Reilly, el resto con algunas licencias dramáticas es lo que nos muestra la serie.

El Mejor Espía de la Historia
Siete años después de la supuesta muerte de Sídney Reilly, su compañero de aventuras rusas, R.H. Bruce Lockhart (Ian Charleson lo interpreto en la serie) escribió un libro sobre la vida del espía. Treinta años más tarde, Robin Bruce Lockhart, hijo de R H., escribiría su versión basándose en la de su padre, pero agregándole nuevos datos que habían surgido sobre quien se apodaba “el mejor espía de la historia”. Es la versión de Lockhart junior la que sirve de base para esta serie.

Poco después de publicada, “Ace of Spies” fue comprada por la Universal para adaptarla a la pantalla grande.  Laurence Harvey, que compartía con Reilly el origen étnico de judío ruso, iba a interpretar al espía, pero el proyecto no llegó a tomar forma. Una década después, los derechos fueron adquiridos por la productora Thames quien contrató a Troy Kennedy- Martin para escribir los libretos de doce capítulos.

Kennedy-Martin llevaba ya un tiempo obsesionado con la idea de hacer algo sobre Reilly. Le tomó cuatro años escribir un guion que no fuese un mero recuento de los hechos o una copia de lo escrito por los Lockhart. Su objetivo era crear un ambiente digno de una personalidad magnética como la de su antihéroe. Soñaba con alcanzar la combinación exacta de suspenso, romanticismo y elegancia que había encontrado en El Expreso de Estambul de Graham Green.

La atmosfera es cercana al mundo de Graham Green con villanos y héroes dados a dialogo agudos y cínicos; mujeres misteriosas y sensuales; y una escenografía divina que abarca tanto los exteriores filmados en Malta, Londres y Paris, como los interiores. A ratos yo me distraigo mirando los muebles, el vestuario (que abarca estilos de varias décadas)  ….y a Reilly.

A pesar de que físicamente no se parecen (Reilly tenía un aspecto decididamente judaico) nadie pudo interpretarlo con el panaché y el sex appeal del neozelandés (nacido en Irlanda) Sam Neill.  Después de hacerse celebre como el interés romántico de Judy Davis en “My Brilliant Career”, una muestra de la invasión australiana cinemática de entonces; y después de interpretar al niño diablo, Damián, en su versión adulta en la tercera parte de “La profecía”; Sam había logrado lo imposible, opacar a Anthony Andrews en “Ivanhoe”. Era el candidato perfecto para un rol como el de “Reilly, As de Espías” que se convertiría en su papel más icónico hasta su trilogía de éxitos de 1990 cuando protagonizó “El Piano” “Sirenas” y “Parque Jurásico”.

Kennedy-Martin y Sam Neill consiguieron capturar el aura carismática de Reilly quien llegó a influir sobre el mismísimo Winston Churchill. A través de doce episodios, la serie nos muestra a Reilly vivir experiencias que medio siglo más tarde emularía James Bond. En los primeros seis episodios, el espía convive con los poderosos de su época tales como el Barón de Rothschild (Peter Howell) y el siniestro Sir Basil Zaharoff (Leo McKern); es testigo de la guerra rusojaponesa, y participa en las luchas de poderes europeos por quedarse con los pozos petroleros de Persia.
Leo McKern como Sir Basil Zaharoff

Pero será la Rusia Bolcheviquedonde transcurre la segunda mitad de la serie el campo de batalla donde más descollará Reilly y donde encontrará una muerte temprana. Al menos la serie cree que Reilly fue ejecutado por la policía soviética en 1925. La última Mrs. Reilly y Lockhart padre creían que a quien llamaran “El Pimpinela Escarlata de Rusia”, lo tenían languideciendo en algún Gulag siberiano.

“Ace of Spies” que ganaría un BAFTA como mejor serie de televisión de 1983, más una nominación para Sam Neill de un Globo de Oro como mejor actor en una serie dramática, abrió con excelentes ratings su única temporada en la BBC en 1983. En el primer episodio, que llevaba el significativo título de “Un Affaire con una mujer casada”, Sigmund Rosenblum, espía de los ingleses, es arrestado en un pueblo perdido en el Cáucaso. Aprovechando la presencia del Reverendo Thomas y de Margaret (Jeananne Crowley) su sufrida esposa, el espía seduce a esta última y consigue que lo ayude a huir.

Para cuando Margaret regresa a Londres, se ha convertido en objeto de escarnio tanto de su marido como del publico puesto que la mayor humillación es que Rosenblum la ha abandonado. Aun así, se casa con él, tras la muerte de su esposo. Para la boda, Reilly ha cambiado de nombre. El Servicio Secreto de Su Majestad empaca a los flamantes esposos a Puerto Arturo en Manchuria.

Un par de años más tarde, Margaret aburrida se ha encamado con Grinberg (Joris Stuyck), el socio del marido. Reilly anda espiando las maniobras rusas, pero también las niponas. Reilly ha estado advirtiendo a sus superiores de la incursión japonesa en la zona, pero los ingleses son ahora aliados del imperio nipón y no levantan un dedo cuando la marina imperial bombardea Port Arthur.

A pesar de estar en la mira del inspector de policía (David “Poirot” Suchet en un muy mal maquillaje para parecer chino), Reilly se queda en Manchuria, aunque insiste en ayudar a Margaret a escapar. En la vida real, Margaret estaba muy cómoda en San Petersburgo, Reilly estaba en la nómina de los ingleses y de los japoneses, y aprovechó el pánico para hacerse de una pequeña fortuna en complicidad con su socio Greenberg.

Lo cierto es que las licencias ayudan a hacer más simpático el personaje de un mercenario. Se menciona en la serie que a Reilly le gusta el dinero, que es ambicioso y codicioso, pero eso no significa que no tenga límites y honor. Es un jugador empedernido y el espionaje, más que una fuente de ingresos es un juego de azar lleno de peligros entre los que él se mueve con nervios de acero y humor sardónico aun en las peores circunstancias. Como dice Zaharoff: “el humor patibulario es la característica del judío”.

Esposas y Amantes
Las proezas de espionaje de Reilly se deben a su gran conocimiento de la naturaleza y psicología humana y de su capacidad de manipular a la gente, principalmente a las mujeres.  En la vida real, Sídney Reilly se casó tres veces, dos de sus matrimonios pueden haber sido bígamos y tuvo amores con una gran cantidad de mujeres que secundaron sus planes.
El espía y sus esposas

Reilly-amante es casi tan fascinante y perturbador como Reilly-espía. El verdadero Reilly veía el amor y el espionaje como juegos cerebrales que había que ganar. La serie nos lo muestra como un exquisito Don Juan que conquista a sus tres esposas (Margaret Thomas, la Princesa Nadia Massimo y la actriz Pepita Bobadilla) con técnicas de seducción que obedecen más a necesidades oportunistas que al amor.

La falta de escrúpulos de Reilly con el género femenino abarca el enamorar a una costurerita alemana (Joanne Whalley) en cuya casa se hospeda, nada más que porque conviene a sus planes hasta la ejecución de Eugenia (Eleanor David), su amante-secretaria, tras descubrir que ella trabaja para los soviéticos. La serie incluso intima que Reilly tuvo amores con Anna, su medio hermana. Y, por supuesto, incluye uno de sus affaires más bizarros con la artista y mística Caryll Houselander (Joanne Parce).
Joanne Whalley a punto de caer en las redes de Reilly
Eugenia amante-secretaria-traidora-víctima

En 1918, tras regresar de Rusia y ser condenado a muerte en ausencia, Reilly conoce a Caryll entonces todavía una adolescente. La serie nos muestra un Reilly semi derrotado y consumido por la culpa de saberse culpable del fusilamiento de su colaboradora, la letona María Friede (Jan Chapelle). Reilly, tras enterarse que Caryll tiene visiones, le entrega los pendientes de la difunta Maria para que intente saber cómo fueron las últimas horas de su dueña.

Caryll sufre un shock puesto que en vez de ver lo deseado, tiene una premonición visual de las últimas horas de Reilly en la Lubyanka y su ejecución en las afueras de Moscú. Tras esa revelación, Reilly convierte a la joven pintora en su amante, a pesar de tener casi 30 años más que ella.


 Aunque en la serie y en la realidad, Reilly abandonó a Caryll para casarse con Pepita Bobadilla (cuyo verdadero nombre era Nellie Burton y era más inglesa que Los Lloyd de Londres), la mística nunca dejó de amarlo. Nunca se casó y menciones a Reilly aparecen en su obra. En su episodio final, la serie nos ofrece unas escenas espeluznantes que no sé si corresponden a la realidad. Tras el arresto de su ex amante, Caryll comienza a ser afectada por una especie de empatía telepática y experimenta las torturas a las que Reilly es sometido.

Como el Comandante Bond, Reilly tenía el poder de subyugar a las mujeres. La serie inicia mostrándonos como Reilly seduce, utiliza y abandona a Margaret. Aun así, eventualmente, la convierte en su esposa y aun cuando ella le sea infiel, se vuelva alcohólica, e intente arruinar sus planes, Reilly velará por ella. A pesar del énfasis que la serie pone en mostrarnos a Reilly como mujeriego y manipulador, también nos muestra que tiene su corazoncito.

Ya en el primer episodio lo vemos llorar la muerte de su cómplice, la prostituta Rose. También llorará la muerte de Anna, a quien con su amor incestuoso puede haber empujado al suicidio, y muy conmovedora es su despedida de Maria Friede cuando esta se rehúsa a ser rescatada de la cheka moscovita. Maria no fue ni la primera ni la última mujer que se sacrificó por el maestro de espías, pero un detalle en el que concuerdan sus biógrafos es que ninguna mujer delató a Reilly ni habló mal del agente después de su desaparición.
Jan Chappell como Maria Friede

La difícil tarea de Kennedy-Martin fue poder capturar la magnética, pero enigmática personalidad de Reilly. Mostrar como un hombre tan ambicioso también era capaz de ser honorable. De cómo el frio y calculador espía podía ser leal y generoso. Una razón por la cual Reilly regresó a la Unión Soviética, donde su cabeza ya tenía precio, fue para vengar a Boris Savinkov (Clive Merrison)  quien iba a liderar el país tras la caída del Comunismo y por cuya causa el agente había perdido fortuna y años de su vida.

Viendo nuevamente esta serie, admiró lo moderna que es en términos de acción y suspenso. Vemos el bombardeo de Port Arthur, vemos a Reilly disfrazado de curita burlar al Barón de Rothschild en su propio yate y rescatar a Nadia Massimo (Celia Gregory) de un jabalí en medio de una cacería.

Acompañamos a Reilly en su huida por los techos moscovitas, asistimos al asalto de la embajada británica en Petrogrado y a los últimos minutos del embajador Cromie (Barry Stokes) y nos quedamos sin aliento al ver a Reilly saltar desde un ventanal a un vehículo en marcha. Escena opacada solo por la carrera de autos en Long Island donde el agente acribilla a sus posibles asesinos con una ametralladora automática, gesto digno de james Cagney.

Por otro lado, no hay gore, no hay violencia gráfica, las escenas de tortura ocurren off camera. No hay malas palabras. No hay sexo (solo parejas encamadas) y una erótica, pero discreta escena en la que Reilly se sirve a una prostituta sobre un escritorio, actividad que interrumpe para matar a un asesino que los bolcheviques han enviado a despachar al As de Espías.

Solo hay un par de desnudos femeninos, uno protagonizado por una jovencísima Lindsay Duncan quien también ofrece una escena lésbica arriba de una mesa de billar. Para no acusar a la serie de sexista vale decir que nos muestran al protagonista de cuerpo entero. Al parecer Reilly no usaba piyama porque en la serie, cada vez que recibe visitas a mitad de la noche o debe huir, es ocasión para que la cámara se enfoque en el trasero de Sam Neill.

Para mí, “As de Espías” fue una fuente de datos históricos que desconocía sobe todo en lo que respecta a la Rusia Bolchevique. Yo sabía que habían existido rusos blancos que combatieron el auge del comunismo, pero ignoraba lo divididos que estaban los mismos revolucionarios.

La serie nos muestra como la Guardia Letona en la que tanto confía Lenin (Kenneth Cranham) en realidad desea tener su propio país. Como los revolucionarios socialistas se incomodan con Lenin precisamente por haber firmado una tregua tan desventajosa con los alemanes. Y como esto provocó el intento de magnicidio por parte de la judía cegatona Fanny Kaplan (Sara Clee) que arruinó los planes de Reilly y Lockhart de derrocar a Lenin.

 Me impresionó conocer las actividades de Félix Dzerzhinsky (Tom Bell) el fundador de las chekas y el creador de “The Trust” la singular organización de falsos antirrevolucionarios que es en realidad una trampa en la que cae Reilly. Creyendo unirse a grupos que buscan derrocar a Stalin, Reilly termina en las mazmorras de la OGPU, la antecesora de la KGB.

Así acabó la saga de Sídney Reilly que con todas sus faltas y dobleces fue quien cambió las reglas del juego del espionaje británico convirtiéndolo en un sistema cruel, pero profesional. Ese sería el espacio que nos daría a James Bond. A pesar de que Ian Fleming diría “James Bond es solo una bobería que me invente. Ya sabes, él no es un Sídney Reilly.”

Reilly, que a pesar de toda su falta de escrúpulos fue un sincero anticomunista,  dijo en una ocasión “La Revolución Rusa fue bautizada con sangre…Sus líderes eran todos asesinos”. Una novedad de la serie fue, mostrar que la Revolución Bolchevique no había sido un invento tan fabuloso y que había estado acompañada de represiones y baños de sangre. Antes del Glasnost, era algo inconcebible de mostrar en una serie británica. Me es difícil ser objetiva con una serie que me encantó en su día y vuelve a hechizarme precisamente en una época en donde presentismos y revisionismos radicales arruinan todo drama de época.

Si no pueden acceder a AcornTv o Amazon Prime, “Reilly, Ace of Spies” esta gratis y completa (ergo en inglés y sin subtítulos) en Dailymotion. Hay un par de capitulos en YouTube.









martes, 25 de febrero de 2020

Misterios Freudianos: El mundo de Vienna Blood



PBS ha comenzado el 2020 con “Vienna Blood”. Basada en libros del psiquiatra Frank Tallis (The Liebermann Papers) la serie sigue las correrías de un policía y su ayudante, un aspirante a psiquiatra, en la Viena de la Belle Epoque. Después de ver la temporada completa, testifico que lo que la hace destacar sobre otros misterios históricos es que es una coproducción austriaca, filmada en Viena, y que ha recreado hasta el último detalle de   la atmosfera, descripción de la sociedad y contexto histórico del final del Imperio Austrohúngaro.

Comienzo con mis dudas de vieja cínica. ¿Por qué la BBC ha querido adaptar estos libros y no otros historical whodunnits más famosos? Se dice que Tom Hanks tiene los derechos sobre la saga de Bernie Gunther el detective de la SS; que Showtime planea dramatizar las aventuras de Marco Didius Falco en la Roma Clásica,  y también hace un par de años se habló de adaptar la serie de C.J. Samson sobre Shardlake, el esbirro jorobado de Thomas Cromwell. Sin embargo, son los libros de Tallis los que primero han llegado a la pantalla.

Para todos los que amamos los detectives del pasado, sean el Hermano Cadafael, el Juez Dee o Miss Phryne Fisher, un nuevo misterio histórico es más que bienvenido. Aun así, ¿por qué darles prioridad a unas novelas que ni ameritan entradas en la Wikipedia?  Aunque ha gozado de buenas ventas y tiene un sólido circulo de fans, Tallis no es el más reconocido ni el más solicitado de los autores de ese subgénero, a pesar de que encontré que su Muerte en Viena ha sido traducida al español y se puede adquirir en La Casa del Libro.

La saga está protagonizada por el detective Inspector Oszkar Reinhardt (Jurgen Maurer) quien, en la Viena de fin de siecle, se encuentra ante un enigma incomprensible. Una mujer desconocida ha sido asesinada en su departamento. Todo indica que se suicidó, pero no se encuentra el arma y las puertas y ventanas del lugar están cerradas por dentro.

Mas complejo es que nadie, ni su casera, conocen la identidad de la asesinada. Nadie la veía entrar ni salir, nadie conocía a sus amigos ni sabía a qué se dedicaba, no recibía visitas, etc.… Y la guinda del pastel, el forense no encuentra ni bala ni orificio de ella en el cadáver, pero si un feto en el útero de la misteriosa victima.

Con sus superiores presionándolo para que encuentre al criminal, Reinhard tiene que calarse la compañía impuesta de Max Lieberman (Matthew Beard), un joven medico con una afición por la psicopatología. Aunque Reinhard resiente la presencia de este atolondrado compinche, pronto nota la utilidad de Lieberman cuando este descubre la identidad de la víctima y los motivos para su asesinato.

Esta primera temporada de “Vienna Blood” consta de tres episodios de dos horas de duración cada uno, y que cubren las tres novelas de Tallis:  A Death in Vienna, Vienna Blood y Fatal Lies las que tendrán a esta pareja de detectives investigando sociedades secretas, crímenes de la alta sociedad y extraños asesinatos en una academia militar. Para estirar la temporada, la PBS ha decidido dividir cada capítulo en segmentos de una hora de duración. Un error que acrecienta la gran queja de los lectores, la lentitud de la trama.

A pesar de que hay bastante acción, persecuciones de criminales por tejados y túneles, y un duelo final en la rueda del Prater con inevitables ecos de” El Tercer Hombre”la trama de la primera novela adaptada se pone pesada con escenas de la vida personal de Lieberman y con largos interrogatorios de sospechosos. Otra queja de los libros es que los lectores observan que no hay atmosfera geográfica, que Viena no está descrita de una manera que la diferencie de otras ciudades.

La serie ha remediado este error. No solo está filmada en lo que ha sobrevivido de la Viena Imperial, con sus callejuelas estrechas, sus cupulas y monumentos, además hay un esfuerzo de crear esa atmosfera tan particular en un mundo en donde ciencia e intelecto intentaban arrastrar a la Austria tradicionalista al Siglo XX.


Cuando Frederic Morton escribió el clásico de la cultura vienesa de la Belle Epoque lo tituló “Nervous Splendor” y es porque Viena era el alma de un imperio al borde del ataque de histeria. Morton se enfocó en dos años claves:  1888 el año del pacto suicida de Mayerling, y 1889 cuando la familia Hitler celebraba el nacimiento de Fito, pero ya el autor vislumbraba que Viena sería un centro de cultura (nerviosa) de donde surgirían Freud, Adler, Schönberg, Mahler, Klimt, Stefan Zweig y Arthur Schnitzler.

En los primeros capítulos, Max asiste a una exposición de Klimt y a un recital de Mahler. La serie nos lleva desde los grandes salones donde se reúnen los industriales que están interesados en el trabajo del padre de Maxa pesar de pertenecer este a la despreciada raza judía a los bajos fondos, a las tabernas, los prostíbulos y a los espectáculos de burlesque.

Siendo Max, un médico psiquiatra, la psiquiatría es un tema importante. Descubrimos con que sospecha y desprecio se la vio al principio. Tanto el profesor Gruner (Oliver Stokowski) como Mendel Liebermann (Conleth “Varys” Hill), el jefe y el padre de Max, se horrorizan ante el hecho de que el joven asista a las charlas de Freud y se interese en las ideas del padre del psicoanálisis.

Gruner sigue aferrado a curas del pasado como los horribles electroshocks (que siguen utilizándose hoy en día). “¡No voy a cambiar mis métodos cada vez que un médico judío escriba un libro!’ exclama indignado. En sus palabras se encierra la vinculación de la psicología con el antisemitismo. Después de todo los grandes exponentes de la psiquiatría vienesa, Freud, Adler y Viktor Frankl, eran judíos.

El antisemitismo y la integración de los judíos a la sociedad vienesa son temas importantes para entender la personalidad de Max Liebermann. En el primer capítulo, Max es regañado por su madre por llegar atrasado a la cena de Sabbath, pero tras este ritual judío de la noche del viernes, el psiquiatra se va con Clara (Luise von Finckh), su novia, a una exhibición del ultimo cuadro de Gustav Klimt. No precisamente una actividad común de un practicante del judaísmo ortodoxo.

Liebermann es un ejemplo de ese intento de integración a una sociedad católica que llevaría a una asimilación casi total cuya frágil ilusión se destrozaría con el anchluss. A pesar de que todos se esfuerzan de recordarle sus orígenes, Liebermann insiste en verse como un ser sin más cultura que su ciencia. Pero como le dice su hermana, esa misma insistencia en seguir comprometido con una mujer que no ama, es porque la asimilada y millonaria Clara abre puertas cerradas a los judíos.

El mismo Mendel, a pesar de su adhesión a ciertos aspectos del judaísmo, corteja el apoyo de capitanes de la industria como Bruckmuller que lo presenta con lo más granado de la sociedad-curiosamente son industriales, no aristócratas- diciéndole “a esta gente no la encuentras en el barrio judío”. Y le recuerda la máxima del ultra juedeofobo Karl Lueger, entonces alcalde de Viena: “Yo soy quien decido quien es judío”.

Lueger, que también aparece en el primer episodio, tuvo un tremendo impacto en la Austria de comienzos del siglo XX, y su discurso antisemita fue recogido por un joven estudiante de arte llamado Adolf Hitler. Gente como Lieberman y su familia creyeron encontrar un refugio en la asimilación y la lógica de la ciencia.

Aun así, el padre de Max le suplica que corte su vinculación con el psicoanálisis freudiano que le dará un mal nombre en vez de otorgarle la respetabilidad deseada. Si pensamos en que Freud lograría apenas escapar de los nazis, tras todo tipo de acoso y humillaciones, (su hija Anna fue encarcelada por la Gestapo) no podemos augurar un buen futuro ni a sus seguidores ni a gente como los Liebermann que caminan por la cuerda floja.

Max se horroriza cuando su padre trae a la casa un panfleto regalo de su “amigo” Gustav von Triebenbach (Ulrich Noethen) que advierte de los peligros de la inmigración. Fiel a la idea de que Liebermann pere es bueno para los negocios, Gustav le advierte que no debe tener empleados de “razas inferiores” (léase húngaros y checos). El panfleto habla de eso, de la necesidad de “purificar a raza aria” lo que se consigue integrándose al Reich Alemán. Aunque esta Hermandad del Fuego Primario no existió, muchos de estos cabales nacieron en la Viena pre-Sarajevo e influyeron en austriacos que querían ser alemanes como el futuro Fuhrer.


Sin embargo, las víctimas del nazismo serán los hijos de la generación de Mendel Lieberman. Gente que enviará a sus hijos a academias militares y buscarán como esposas ya no judías asimiladas como Clara, sino arias como Amelia Lydgate (Jessica De Gow). Esos ingenuos que creerán que dejando atrás religión y cultura podrán pasar por buenos ciudadanos del imperio, de la Austria republicana,  y de la que será parte del Reich.

Otra queja de los lectores es que los protagonistas son un poco planos. Me temo que la serie no ha remediado esa falla. En los libros, Ozkar es un hombre casado con dos hijas adolescentes. En la serie han evitado ese retrato familiar contándonos que, tras la trágica muerte de su hija, Frau Reinhard abandonó a su esposo.

Reinhard entonces posee esa aura trágica que de rato en rato sale a la superficie, pero que en general no ayuda a hacérnoslo ni un personaje atractivo ni cercano. El actor vienes no posee ni el carisma ni el talento para conseguir que al policía no lo eclipse el psiquiatra, pero Lieberman tampoco es muy fascinante que digamos.

Aunque sabemos mucho de su familia, de sus problemas y sus ideas, el psiquiatra no llega a caernos simpático. Tal vez sea el actor. Matthew Beard de 31 años, interpreta un veinteañero, pero luce como adolescente. Algo en él parece inmaduro, no desarrollado totalmente, ni la voz la ha cambiado. Eso le quita gravitas a su aportación y hace incomprensible el hecho de que dos mujeres hermosas e inteligentes se interesen en él.

La obsesión de Max por su paciente Amelia se siente poco profesional y el modo en que trata a Clara es imperdonable. ¿Cuántas veces ella tiene que exigir una explicación del comportamiento de su prometido, o tenga que romper ese compromiso para que Max se sincere con ella?

A pesar de estas fallas, Vienna Blood es una serie que debe probarse. Aunque el primer misterio es poco interesante, el segundo es mucho más complejo con un asesino en serie que deja pistas extraídas de La Flauta Mágica de Mozart y exige más trabajo intelectual para resolver el crimen. La atmosfera es impecable y la belleza de Viena pasada o presente compensan por la falta de carisma de sus protagonistas.

No hay sexo, ni palabras fuertes, hay un par de desnudos femeninos, pero no dentro de un contexto erótico: el cadáver de una prostituta asesinada y Amelia siendo desvestida al ser admitida en un hospital. Eso si tiene muchas escenas de exámenes forenses, heridas sangrantes y violencia. “Vienna Blood” puede verse en USA por Passport Thirteen y en el resto del mundo por Amazon Prime.

jueves, 20 de febrero de 2020

Acorn TV: Para Gatitos Seriefilos Anglófilos



El 2020 comenzó con problemas económicos, laborales y de salud, y un invierno muy helado. Me la pasaría en cama viendo tele. Como Netflix me está haciendo chirriar mis nervios, mi hermano aprovechó una sorpresa de nuestra compañía de cable y añadió a nuestra parrilla de canales AcornTv, una caja de sabrosas sorpresas para los que amamos las series con acento británico.

Yo todavía no tengo claro lo que es una plataforma de streaming. No conozco esos cosos, los Rokus, los Fires, y tengo una vaga idea de cómo funciona Apple Tv. Para mí una plataforma es como un árbol navideño al que le vas colgando canales como si fuesen ornamentos. Por eso me sorprendió que Amazon Prime no sea considerado una streaming platform teniendo cien y más canales.

En fin, yo no tengo mucho acceso a esa información porque heredé el Panasonic de mi hermano. Tiene pantalla plana y es (creo que) de comienzos del milenio, pero al no calificar como “Smart tv”no puede engancharse de compañías de video como Hulu o Britbox (ambas están disponibles en Amazon Prime).

Estaba sometida a ser una mendiga de entretenimiento o a ver Netflix en la estrecha y poco confiable pantalla de mi Sansa-laptop, cuando Spectrum vino en mi auxilio. Cuando nos cambiamos a este departamento en mayo pasado, contratamos de nuevo Spectrum como nuestra compañía de cable. En su nueva parrilla, no muy amistosa, encontramos la aplicación de Netflix.

Así ahora veo en pantalla grande los errores históricos de “The Crown”, las sandeces de “Anne with an E” y los monstruos del “Mundo Oculto de Sabrina” y “The Witcher”. Sin embargo, Spectrum fue concluyente, Netflix iba a ser la única empresa de entretenimiento en incorporarse a su programación.

Bueno, este año, la parrilla de canales se ha expandido para admitir AMC Prime, Sundance NOW, Urban TV, Shudder y AcornTv. Mi hermano me ofreció contratar uno de ellos, o en su defecto EPIX, el único servicio premium que no tenemos (bueno tampoco tenemos los canales porno, obvio). Yo elegí AcornTv.

Fue un proceso de eliminación.  No estoy para ver pelis de terror (Shudder); EPIX no trae nada que me interese; Ya tengo Sundance y AMC; Urban solo tiene programas para afroamericanos y no quiero cometer (¡Señor protégeme!) apropiación cultural.  Así que me fui por Acorn, aunque no sabia casi nada del servicio aquel.

Hace años, incluso cuando todavía vivía aquí, Acorn era solo una distribuidora de videos. A casa nos llegaba su catálogo ofreciendo videos (ms tarde DVD y Blu-Ray), libros, música, juegos, hasta ropa de vestir y de cama. Su especialidad eran productos de la televisión inglesa, mis favoritos.

Desde el 2013 Acorn Tv se ha convertido en un servicio de streaming. A pesar de que no tiene mucho stock, un poco más de 200 ofertas, es totalmente variado. Revisar el catálogo en línea revela que trae series británicas que incluyen dramas, misterios, documentales y comedias como todas las temporadas de “Doc Martin”. También tiene derechos para ofrecer en el extranjero todas las producciones que la BBC e ITV han hecho de la obra de Agatha Christie. Así tenemos a Miss Marple, Poirot y la nueva versión de “Partners in Crime”.

Además, ACorn Tv trae otros misterios de países angloparlantes como “Jack Taylor” (Irlanda) Australia (Miss Fisher) y Canadá (“Murdoch Mysteries”). Como si fuera poco trae productos de Europa Continental sean italianos, franceses y una maravilla de Portugal llamada “Vidago Palace” de la que hablaré por separado.

Acorn Tv cuenta también con filmes, miniseries, documentales de calidad y contenido superior a la basura de Netflix y un regalote para esta viejita: series…viejitas…pero en serio viejitas. De algunas nunca había oído hablar antes. ¡De otras…Ohhh que nostalgia!  

Me había olvidado de los preciosos vestidos que usó Lee Remick, y de la romántica pareja que compuso con Ronald Pickup, en “Jennie: Lady Randolph Churchill”; de los diálogos y actuaciones perfectas de “Yo Claudio”:  y de lo exquisito que se veía Sam Neill (con o sin ropa) en “Reilly, Ace of Spies”. De Reilly también tendré que hablar por separado.


Acorn Tv también se ha contagiado con el hábito de crear series originales. Le ha apostado a un subgénero interesante, la comedia de misterios con “Agatha Raisin” y “Queens of Mistery”. Y como lo que más gusta en este mundo en este siglo son los misterios y las historias de espionaje optaron por crear un thriller histórico llamado “Close to the Enemy”.

Esta miniserie limitada me presenta con un problema común en el servicio de Acorn, le faltan episodios. En este caso el primero, así que entré a ella falta de información. Tanto así (acababa de ver “The Aftermath”) que creí que la acción tenía lugar en la Alemania de la posguerra. No es así.

Tal vez para ahorrarse dinero han escogido situar la acción en un espacio de Londres totalmente en ruinas con la excepción del Hotel Connington que es donde este cuento tiene lugar. En 1946, Callum “Cal” Fergusson (Jim Sturgess, el George Boleyn de"  La Otra Bolena”) es un ex ingeniero aeronáutico, un oficial de inteligencia y ahora a cargo de convencer a Dieter Kohler (August Diehl de " Salt” y " The Inglorious Basterds) de trabajar para el gobierno de Su Graciosa Majestad.

Dieter, que era uno de esos científicos mimados del Tercer Reich, ha sido traído (a regañadientes) a Londres junto a su hijita Lotte. A Cal se le da una semana para que lo convenza de no trabajar para los rusos ni los yanquis. Para eso utiliza estratagemas infantiles como conseguirle al científico huevos revueltos al desayuno o llevar a Dieter y a Lotte a ver el decadente show del hotel, donde chicas guapas que juran no ser callejeras (Charity Whitfield, la Maria Bolena de “Wolf Hall) bailan con gordos millonarios como si fueran danzarinas exóticas y donde una Angela Bassett, muy intensa, reforma el jazz.
Dieter y Lotte

Lo único que consigue Cal es exasperar al alemán y hacerlo más desconfiado. Aparte que Cal está más preocupado por problemas personales. Como la idea de un espía para los británicos es la de un mujeriego James Bond, le aportan a nuestro antihéroe una serie de problemas de faldas. Aunque para el segundo episodio ya tiene a Chatity Whitefield au naturelle encaramada arriba, al oficial baby sitter le gusta la cantante afroamericana, quien ya ha confesado que ha debido huir de USA por ser demasiado respondona para el gusto de los racistas.
Cal y sus mujeres

Después esta Charlotte Riley (Mrs. Tom Hardy para las fans del marido) encarnando a Rachel, una viuda millonaria estadounidense que está comprometida con un amigo de Cal, pero a cada rato viene a molestar al hotel. Y no nos olvidemos de Miss Griffiths (Phoebe Fox) que dirige una oficina encargada de los crímenes de guerra y está segura de que Cal tiene algo para aportar a su trabajo.

Cal tiene un problema familiar con su hermanito Víctor que parece sufrir de algún tipo de trauma bélico que lo hace insoportable. Freddie Highmor, e el Norman de “Bates Hotel” y a quien conociéramos en su niñez por filmes como “Finding Neverland” y “Charlie and the Chocolate Factory”, encarna a Victor y es uno de los peores actores de un ensemble ya bastante mediocre. Solo se salvan veteranos como Alfred Molina, Lindsay Duncan y Alfie “Theon” Allen.
El insufrible Victor
Si la serie no gastara tanto tiempo en los Hermanitos Fergusson, y en otros clichés de period drama, podría ser más interesante, porque tiene mucho que mostrar. Solo que en las manos de Stephen Poliakoff la historia se convierte en una sarta de presentismos y revisionismo histórico que la convierte en una majamama que solo ha gustado a The Guardian. 

Una lástima que Poliakoff haya cometido el mismo error que otro prometedor period drama, “The Crimson Field”, de creer que le darían más temporadas para desarrollar personajes y subtramas. “Close to the Enemy” fue una de las series olvidadas de 2016, pero ahora pueden verla en AcornTv como un ejemplo de lo que pudo ser.



“Close to the Enemy” no es lo peor y ciertamente no es lo mejor de lo que AcornTv ofrece. Desde los clásicos de la segunda mitad del Siglo XX hasta modestas joyas de la televisión europea y de la Commonwealth, hay una oferta dinámica que va variando, a pesar de que todavía no sé con qué frecuencia. Por ejemplo, ahora en febrero nos llega “Lovejoy” una serie de los 80 con Ian McShane y “Anzac Girls”, una miniserie que hicieron los australianos hace cinco años para conmemorar el aniversario de la Gran Guerra y principalmente del Desastre de Gallipoli.

A pesar de que Britbox tiene una biblioteca más amplia que AcornTv, tiene el problema de que solo puede verse en países angloparlantes. Todavía no se entera que hay un mercado para los productos británicos fuera de USA y de la esfera de la Commonwealth. En cambio, Acorn TV sirve a un público residente en España, México, Argentina, Perú y Chile si poseen la plataforma adecuada (Apple TV, Roku, Amazon Fire, Amazon Prime).

Acabo contando el mayor problema que he encontrado en Acorn. Al agregarlo como un canal más a la partilla de Spectrum (y no como una app.) no tengo posibilidades de que me renueven el contenido. Debo resignarme a las 245 ofertas en la biblioteca reducida que se me ha concedido y eso que pagamos lo mismo que los suscriptores que bajan la app. solo que sin sus privilegios.

Aun así, es una oportunidad de ver lo mejor de la televisión inglesa de fines del siglo XX y comienzos del XXI. Los que quieran bajar la app para sus televisores, celulares, tablets y computadores, aprovechen y así tendrán una experiencia más plena que la mía. Entretanto, espero ir escribiendo reseñas de lo nuevo y lo viejo que puedo ver en mi paquete.
¿Alguno de ustedes ha probado AcornTV?

jueves, 6 de febrero de 2020

De Montgomery a Walley-Beckett: O como Anne with an E se Aleja de Ana de las Tejas Verdes.



Recientemente, vi la versión Netflix de Anne of Green Gables para tener algo que comentar con la Gatita Any. Pero a medida que tragaba episodios y temporadas, tomé conciencia de que no había nada positivo que decir y preferí mantener silencio. Fue cuando la Reina Estelwen me preguntó si podía verla con la Princesa Ratoncita (5 añitos) que caí en cuenta que es necesario presentar los reparos a los padres. Hay que alertarlos del cuidado que hay que tener al ver esta serie con los muy pequeños o informarlos que la trama puede desde asustar hasta confundir a los televidentes incluso a los más mayorcitos. Y es que Moira Walley-Beckett, la creadora, se ufana de haber creado una versión más oscura, más trágica y dirigida a un público adulto. Ósea no la audiencia para quien Lucy Maud Montgomery dirigiese la más famosa saga de la literatura canadiense.

Otra razón para no meterme con “Anne con A” es que ya que ya quedó en el pasado. Sus fans deben ya saber que debido a un conflicto entre Netflix y la televisión canadiense, la serie se quedó en tres temporadas. Una lástima que nunca veremos todas las portentosas aventuras que Lucy Maud Montgomery creó para su pelirroja heroína. ¡Epa! Eso no es cierto.


 No las hubiéramos visto nunca porque Anne of Green Gables, nunca pasó de ser una leve inspiración para “Anne with an-E”. Ese es el primer caveat que padres y otros fans de la saga deben saber antes de adentrarse en los vericuetos de esta adaptación. Una está inspirada en la otra, pero no se parecen.

Anita, La Huerfanita
Es poco común encontrar a alguien que no conozca Anne of Green Gables. Se trata de un clásico de la literatura juvenil, amado en todo el mundo angloparlante y traducido a todos los idiomas importantes. En 1919 se adaptó por primera vez al cine. En 1934 tuvo su primera versión hablada. La actriz protagonista, Dawn O’Day, se cambió el nombre al de la heroína y así tuvimos una Anne Shirley de verdad. A Lucy Maud Montgomery no le gustaron ninguna de estas versiones. ¿Le hubiesen gustado las subsiguientes?


LMM murió en 1942. Entre 1950 y el 2017 se han hecho más de media docena de telefilmes, miniseries y series basadas en su superventas tanto en Canadá como en Estados Unidos, Inglaterra, y hasta en Sri Lanka. Hay una versión animada de la saga y los japoneses la convirtieron en manga. Se la ha adaptado para el teatro y tiene su versión musical. Hace más de cien años que se publicó y sigue dando que hablar. Y ahora ha llegado Moira Walley-Baker, la creadora de “Breaking Bad”, a diseccionar este clásico en aras de “hacerla más relevante al mundo moderno”.  

Fue en 1908, cuando Lucy Maud Montgomery, una maestra canadiense de 37 años, publicaba su primera novela (aunque ya antes había publicado cuentos y poemas).  Anne of Green Gables, la historia de una huerfanita pelirroja que transforma la vida de una familia que la adopta y del pueblo donde vive, capturó la imaginación de los canadienses.

El mayor encanto de la obra era la evocación nostálgica del mundo rural victoriano y  de valores que los canadienses veían evaporarse en el siglo XX. Los críticos estadounidenses se burlaron un poco de esa exaltación de la vida rústica comparando esta visión de un mundo que la autora había conocido en su niñez, en la Isla del Príncipe Eduardo, con una pujante sociedad más moderna como la de ellos.

Las críticas no pudieron impedir que Ana de las Tejas Verdes se convirtiese en un bestseller tanto en Estados Unidos como en Canadá donde sigue considerándose una de las novelas favoritas de los más jóvenes. Lucy Maud escribiría siete libros más sobre las aventuras de Anne Shirley, una saga que se convertiría en un referente cultural para el mundo entero.

La Crónica de una Sobreviviente
Incluso tras la muerte de Montgomery en 1939, su obra seguiría apoyando a jóvenes en un mundo en ruinas. Se dice que fue la lectura favorita de la Polonia ocupada por los Nazis, y en la posguerra, los niños japoneses encontraron refugio en las aventuras de Anne Shirley. ¿Que hace a esa novela tan hechicera?

Es la crónica de una sobreviviente, de una niñita que carece de todo y aprende, apoyándose en su portentosa imaginación y su optimismo, a integrarse al mundo real, a sobrellevar obstáculos, a ser un ente útil a la sociedad y a encontrar satisfacción personal adaptándose, pero también conservando lo mejor de su excéntrica personalidad.

A los once años, Anne ha sobrevivido dos hogares de crianza en los cuales fue más criada que hija, y una estadía en un orfanato la cual aprovechó para convertirse en lectora voraz. Cuando Matthew Cuthbert y su hermana Marilla, solicitan del asilo de huérfanos un niño para ayudarlos en su granja de Tejas Verdes, no se esperan recibir una niñita parlanchina, dotada de un vocabulario florido, y dada a imaginarse cuentos que intenta vivir en la realidad.

     

Ana de las Tejas Verdes no es solo el relato de como Anne Shirley aprende a convertirse en parte de la sociedad de su pueblo. También nos enseña cómo sus vecinos aprenden a valorarla dejando atrás sus prejuicios por la condición de expósita de la niña, su falta de roce social y su apariencia física, sobre todo su cabello rojo que Anne busca disfrazar de muchas maneras.

La novela nos muestra como Anne, de manera tosca y cómica, intenta vivir a la altura de las expectativas de los Cuthbert, como aprende a dominar sus ataques de ira que la llevan a insultar a una amiga de la familia y a golpear al odioso Gilbert Blythe. Anna encuentra una magnifica venganza contra Gilbert, competir por el primer puesto de clase.


Sin jamás dirigirle la palabra, aun cuando Gilbert la salva de ahogarse de un rio, Anne demuestra ser la mejor alumna de Avonlea, llegando hasta competir con él por la entrada un instituto normalista (Queens College) y luego por una beca universitaria. Ese es otro gran atractivo de la novela, sobre todo para las feministas.

En una era de esposas y madres, Anne de huérfana ignorante pasa a ser la mejor estudiante, la universitaria, la maestra del pueblo. Cuando casi al final de la novela Marilla anima a Anne a estudiar en Queens College, recordándole lo importante que es para una mujer ser autovalente, el lector debe comprender que ese no era el consenso en 1900.

La novela termina en gran tragedia. Los Cuthbert pierden su dinero cuando su banco colapsa, Matthew muere de un infarto, Marilla se está quedando ciega y Anne decide sacrificar sus estudios universitarios y ser maestra de su pueblo, pero el puesto de profesor de Avonlea ya lo ocupa Gilbert Blythe. Es entonces que Gilbert demuestra su nobleza cediéndole el puesto a Anne que finalmente lo perdona y comienza a verlo como un amigo.


El Amor que Lucy Maud no Vivió
En casi todas las adaptaciones, Anne y Gilbert terminan besándose. Incluso en esta, la más feminista, la vociferante propagadora de la filosofía MeToo. Y es una ironía, porque LMM nunca planeó escribir una historia de amor.


A pesar de ser solterona y virgen, Montgomery no era ajena los romances. Desde los catorce años que recibía propuestas matrimoniales; había roto ya un compromiso, tenido un fling con uno de sus profesores, y casi llegado a la cama en un affaire bastante físico con Hermann Leard un joven que moriría de influenza sin conocer el placer que la apasionada, pero muy moral, Lucy podía ofrecerle.

Al crear a Anne, Lucy Maud se proponía recrear el mundo de la Prince Edward Island que había conocido de niña. También mostrar la maduración y evolución de una heroína que compartía con su creadora su orfandad (Montgomery se había criado con sus abuelos maternos) y una imaginación que, tanto en Lucy como en Anne, se había vuelto un mecanismo de escape.

Lucy Maud Montgomery a los 9 años

Dos años después de Ana de las Tejas Verdes, Lucy Maud la siguió con Anne of Avonlea donde vemos las experiencias de la protagonista, todavía adolescente, como maestra y como impulsadora de cruzadas para beneficiar a su pueblo. La novela acaba con Anne, de 18 años, partiendo para la universidad junto a Gilbert que se ha convertido en un gran amigo.

Es en Anne of the Island, publicada en 1915, cuatro años después de la boda de Lucy Maud Montgomery con el Reverendo Ewan McDonald, donde por primera vez se habla de un romance. A mitad de sus estudios universitarios, Gilbert se lo declara a Anne quien lo rechaza por no cumplir con las expectativas de lo que ella desea en un hombre.

El Reverendo Macdonald

Poco después, Anne comienza un romance con Roy, su compañero de universidad, pero rompe el compromiso al descubrir que lo ha idealizado. Anne retorna a Avonlea donde todo ha cambiado. Su amiga Ruby muere de tuberculosis, su amiga del alma Diana Barry se ha casado y tiene un bebé. Es entonces cuando Anne se entera que Gilbert, quien estudia medicina, ha contraído tifoidea. El miedo a perderlo la hace darse cuenta de que está enamorada de él.

Los próximos libros de la saga escritos entre 1917 y 1921 describen la vida de casada de Anne, la muerte de su primera hija (LMM había perdido también a su segundo hijo), el nacimiento de otros hijos y la madurez de la relación con Gilbert. Aunque son relatos entretenidos hay algo artificial tanto en el tono como en la descripción de la vida marital que contrastan con la vibra espontánea y alegre de las dos primeras novelas.

Lo que se ha sabido en este siglo, tras la publicación de los diarios de la escritora, es que el matrimonio de Lucy Maud fue una pesadilla. Poco después del final de la Gran Guerra, y de ella haber sobrevivido la gripe española, el Reverendo McDonald comenzó a perder la razón. Su depresión, obsesión religiosa y eventual paranoia, lo llevaron a agredir verbal y físicamente a su esposa. Por amor a sus hijos, terquedad y miedo al divorcio, Montgomery luchó hasta su muerte por mantener a flote el matrimonio.
Lucy Maud y su marido

Solo en la escritura, Lucy Maud encontraba alivio. Como Anne, ella utilizaba la imaginación como válvula de escape y mecanismo de sobrevivencia. En sus novelas intentaba plasmar la imagen de una vida amorosa y familiar armónica que ella habría podido tener con su verdadero amor, Herman Leard. Las últimas novelas escritas entre 1936 y 1939 son creadas bajo la influencia de los barbitúricos a los que la escritora se había vuelto adicta y que posiblemente provocaron la trombosis que la llevó a la muerte.

Con lo dicho surgen los siguientes postulados:
a)       Las primeras dos novelas de la saga son escritas en un espíritu de genuina serenidad y esperanza. Ignorante aun de la angustia que le espera, la autora recuerda el mundo de la infancia como un remanso de paz y felicidad
b)      Si Moira Walley-Beckett quería escribir una historia oscura debió dramatizar el drama de la autora, no su novela más optimista. Al crear un mundo sombrío lleno de peligros donde Anne deambula insegura y traumatizada por experiencias pasadas, la serie, como ha dicho Joanna Robinson en Vanity Fair, atropella el espíritu del original. “Ninguna de las muchas adaptaciones de Anne se alejan tan desastrosamente del espíritu de los libros originales de Lucy Maud Montgomery” ha dicho Robinson en su articulo
c)       Lucy Maud Montgomery no escribió una historia de amor. Ninguno de los clásicos de la literatura infantil, y menos los protagonizados por niñas (piensen en Heidi, Polyanna, Mujercitas, La Princesita) abarcan romances. Anne of Green Gables es un Coming of Age Story, donde la autora muestra la evolución de una personita que aprende la importancia de la familia, de la amistad, y de la superación personal.

Amor y Sexo en Avonlea
¿Entonces por qué, esta serie esta tan obsesionada con el amor en todas sus formas? Ahí está la primera falla y contradicción de la Änne with an E". Anne y sus amigas solo hablan de romances, pero aparte del amor en textos literarios, la realidad de casarse, tener hijos, incluso la menstruación las hace entrar en pánico. Por tres años, Anne que evoluciona de 12 a 16 años, vive en la eterna contradicción de si debe amar o no.

Cuando llega a Avonlea trae un cargamento de ideas dislocadas sobre la sexualidad que asocia con lo que vio con sus padres de crianza y con las torturas a las que la sometieron las compañeras del orfanato. por eso habla de que los hombres esconden un ratón en los pantalones y que obligan a sus esposas a "acariciarlo".  Lo que debería ser chistoso (obvio que no está en la novela) resulta trágico e incómodo cuando sabemos de donde provienen esa sarta de barbaridades.


Anne resiente la idea de la obligación de casarse y tener hijos tal como la estorba la regla. Así no era la Anne del libro. Sin embargo, la “Anne con E” también habla del orgullo de ser mujer. No se entiende como enorgullecerse cuando se rechaza la fisiología femenina.


Anne realmente tiene un trauma con su cuerpo, su condición femenina, y hasta su aspecto físico cuando en el libro ya pasados unos años, ni tener el cabello rojo le importa mucho. Y, sin embargo, Anne gusta de los hombres y no solo de Gilbert, también del seductor y tramposo Nate a quien acosa de una manera casi peligrosa cuando ya es una jovencita de catorce años.

Por otro lado, se desespera cuando la madre de Diana quiere convertirla en una dama y así acabar con su infancia.  Anne quiere continuar siendo niña y siente que va a perder a su amiga. Como el ser una dama simplemente equivale a caminar derecha y a no comer con la boca abierta y metiendo ruido, no sé cómo pueden unas lecciones de urbanidad acabar con la infancia. A mí me enseñaron modales antes de ir a la escuela y eso no significó que dejara de ser niña. Otra contradicción.
Minnie Mae y Diana aprendiendo a caminar como "damas"

A pesar de que su adjetivo favorito es “romántico” Anne asegura rechazar toda idea de romance. Así se lo comunica a Miss Josephine diciéndole que quiere ser como ella y vivir con “su alma gemela” en amistad eterna. Cuando Miss Josephine, muerta de la risa, le comunica que su amiga y ella vivieron una relación tanto física como romántica, Anne se sorprende.


Sería fácil asumir que Anne está enamorada de Diana, pero en una serie que se esmera en mostrarnos las diferencias entre amor homosexual y amor heterosexual, Anne no tiene excusas de ignorancia. Sus intentos sentimientos hacia Diana no se parecen a lo que siente por Gilbert Blythe.

A diferencia del libro, Anne comienza a hablar con Gilbert cuando todavía son niños. Eso debido a que la serie toma un audaz derrotero del canon y envía a Gilbert de catorce años a un viaje lejos de Avonlea y de Canadá. Tras perder a su padre y su granja, Gilbert se embarca como fogonero en un barco rumbo al Caribe. La única razón para ese cambio es para poder incluir personajes de color en la serie. Lo que se consigue es que se creen dos mundos apartes en los que la relación Gilbert-Anne son vistos desde perspectivas diferentes.

Anne y Gilbert mantienen una larga correspondencia. Para ella, que sigue en su mundo infantil semi imaginario, es solo una manera de mantener presente a alguien que en la distancia puede idealizar como un objeto romántico inofensivo. 

En Trinidad, Bash el amigo negro de Gilbert ve su relación con Anne como un romance en serio. Y es que a los quince años Gilbert ya es un hombre que trabaja como adulto, que bebe como adulto, y que incluso atiende el parto de una prostituta.
Gilbert de partero

En cambio, Anne, en total diferencia del libro, ha sufrido un retroceso mental volviéndose más inmadura y ególatra. Es incapaz de ver lo que Marilla está sufriendo al verse despreciada por todo el pueblo que la acusa de haber dado hospedaje a los falsos geólogos. Anne ensimismada en sus propias fantasías, comete ese acto casi delictivo de leer la correspondencia privada de Matthew y se pone a contestar las cartas de Miss Jennie fingiendo ser su padre adoptivo sin pensar en el daño que hace.

Lo extraordinario es que al igual que le ocurriera en su petulante intento de consolar a Gilbert cuando este queda huérfano, Anne no se detiene a pensar en las consecuencias de sus actos. Tal como antes culpó a Gilbert, ahora se descarga contra Jerry que no tiene vela en ese entierro. A diferencia del libro donde la protagonista aprende de sus errores, Anne se niega a aceptar su responsabilidad. Es el ideal de la mujer MeToo, irresponsable, narcisista y soberbia.

El Plan Maestro de Moira Walley
Moira Walley ha revelado sus intenciones de hacer la obra más relevante (ergo más feminista y diversa). Para eso, el “plan maestro” como lo llama la creadora fue llevar a Gilbert al Caribe, hacerlo volver con Bash a Canadá y explorar el mundo de los marginados afroamericanos de Charlottetown.  Yendo más allá, casi toda la Tercera Temporada se ha dedicado a retratar las penurias de la población nativa canadiense, sobre todo los niños que eran arrancados de sus reservaciones y encerrados en escuelas del gobierno donde se le sometía a todo tipo de abuso.

“Anne with an-E” sufre de imperfecciones nacidas de ignorancia y soberbia como toda mala serie que tanto abunda hoy en día. Incluir géneros y grupos étnicos es bueno, pero no es señal de calidad. Y el plan maestro de Moira puede distraer al espectador de las fallas, pero no las borra. Una de las peores pifias parece ser no haber previsto lo que molestaría al público. Peor aún, no saber a qué publico va dirigida la serie.

En Donde Anne con E Fracasa
En noviembre justo cuando Netflix lanzaba al aire la tercera temporada, vino el aviso de que Anne with an-E” se cancelaba. Ante la ira de los fans, una representante de la Canadian Broadcasting Commission, la coproductora del programa emitió un mensaje críptico que más o menos decía que las producciones de Netflix solo benefician a esa compañía y que ellos preferían dedicarse a obras que beneficiaran a la televisión doméstica.  Canadá siempre se ha sentido la hermana fea de USA, y esta preocupación con la invasión del mercado local televisivo alude a otra acusación que ha caído sobre Netflix: la de ser un vehículo de imperialismo cultural.

Mas tarde descubrí que en Canadá la serie no había alcanzado el mismo éxito que en Estados Unidos. Los motivos son tan oscuros como “Anne with an E”. Para los puristas los cambios no han sido provechosos y esta versión sombría en tonos grisáceos, que ni siquiera fue filmada en Prince Edward Island (la filmaron en Ontario), no solo no representa el espíritu del original, lo aniquila. Otro grupo en cambio todavía está recuperándose del shock de haber permitido a los niños pequeños ver los primeros capítulos.

Sucede que en USA se le dio la clasificación “PG”, ósea para verla con los padres. En cambio, en Canadá se la ofreció como “para todo público” Así muchos padres dejaron a sus pequeños verla, creyendo que se trataría de una adaptación más “moderna” de un amado clásico, o visualizaron algo alegre, armónico y hermoso como la excelente versión de 1985 que si fue filmada en la Príncipe Eduardo. Pronto, comprendieron su error.



En el primer episodio ya teníamos una Anne en flashbacks siendo abofeteada, insultada y apaleada por sus padres de crianza. Una de esas palizas acaba solo porque el golpeador sufre un infarto. A lo largo de tres temporadas hemos visto a Anne recordar haber sido torturada por sus compañeras del orfelinato y por las encargadas.

A diferencia del libro, en la primera temporada hemos visto a Anne ser despedida de Green Gables, ser casi secuestrada por un pedófilo, y a Matthew intentar suicidarse. En la segunda temporada tenemos a los Barry tener mega peleas conyugales y a una prostituta embarazada ser expulsada a empellones del burdel para parir en un establo ayudada por el quinceañero Gilbert cuyos conocimientos de parto están restringidos al ganado vacuno. Como que son muchos temas complejos para una audiencia menuda. ¿O me equivoco?

Con la escasa visión que caracteriza a los productores, se partió de la base que lo único controversial de la obra era la inclusión de personajes gays y se escudaron con el hecho de que en Canadá se les enseña a los niños sobre la homosexualidad desde el kindergarten. En la primera temporada el tema gay esta delineado con sutileza y sensibilidad. Después hay un poco de desenfreno con la Fiesta de Orgullo Gay, y la revelación de que Mr. Phillips (el maestro pesado que se la pasaba manoseando a la alumna) es un gay enclosetado. Aun así, no fueron esas inclusiones las que les costarían subscriptores a Netflix.
Cole explora su lado travesti

¿Mr. Phillips es gay?

Este año han dado otra razón para la cancelación de la serie. No haber conseguido un aumento en la audiencia adulta. WTF? ¿Si quieren audiencia adulta por qué no lo dijeron? ¿Por qué la ofrecieron como para todo público?  ¿No se dan cuenta ese público se siente estafado como padres y como lectores?  ¿Qué hay una audiencia que antes conoció la versión de Meghan Fellowes y no le encuentran comparación con este Dark Tale? Si quieren leer la opinión de padres descontentos hay un sitio que se llama Commonsensemedia donde han dejado sus opiniones.

Otra cosa que me irrita es que dicen que los violentos flashbacks son necesarios para demostrar que Anne sufre de estrés postraumático y a eso se deben su atolondramiento, su ira violenta y su locuacidad. A ver, como alguien a quien apaleaban tanto como a Anne, que sufría acoso violento en la escuela, y a la que le rompían y quemaban sus libros, creo que puedo afirmar que el trauma que sobreviene te hace más introvertido, no lo contrario.

Te vuelves silenciosa, retraída, fallas en la escuela, exactamente lo contrario al comportamiento de Anne en el libro. Lucy Maud la dotó de armas para evitar el trauma: su imaginación, su optimismo, su espiritualidad. Con la excepción de la imaginación, los demás mecanismos de supervivencia desaparecen en la serie.

Sin embargo, nos cuentan que Anne es una chica super poderosa que salva a una niña del crup (eso es canon), salva a la granja de un incendio; escribe editoriales promoviendo derechos civiles, etc.. Aun así, al final de la serie, nos quitan lo mejor del libro. Aunque Marilla ya está perdiendo la vista, Anne no se queda de maestra, Gilbert no se sacrifica por ella. ¿La razón? Nadie se creería a Anne como maestra, nadie creería en una maestra adolescente. WTF?
En otras versiones, Anne si es maestra adolescente


Em cambio si nos creemos lo del partero quinceañero y todos los actos heroicos de Anne, nos creemos su necesidad de avergonzar al pueblo por su racismo con discursos tipo Greta Thunberg, ¿pero verla ejercer su intelecto y ganarse la vida con ello es demasiado inverosímil?

Hay otra teoría sobre la cancelación de “Anne with an E”. Los fans han notado que Netflix suele cancelar sus series al cabo de una tercera temporada si no ha conseguido el nivel de suscripción deseado. La idea es que nadie se subscribe en una tercera temporada. Tema discutible, sobre todo viniendo de una plataforma de distribución que confía en el hábito del binging de sus subscriptores. Una razón para yo adquirir los servicios de Netflix fue ver “Peaky Blinders”, entonces en su cuarta temporada.

Aun así, esas obsesiones oportunistas de Netflix le están costando subscriptores que se cansan de que sus necesidades no sean atendidas sea porque les cortan sus series favoritas o porque las adaptaciones no cumplen con sus expectativas. Ohhh y sobre esa famosa campaña convocada por Moira de conseguir firmas para una cuartas temporada, ya se descubrió que es falsa.

¿Leíste alguna vez los libros de la saga? ¿Te parece esta una adaptación respetable? ¿Cuáles, según tú, serían las fallas y virtudes de Anne with an E”?