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lunes, 26 de febrero de 2024

El Mercado de Esposas en Ficción y Realidad: De Aristocrats a Bridgerton

 


Recientemente pude ver por completo la excelente serie de 1999,  Aristocrats (Tubi).  Coincidió justo en que yo acababa de terminar la Segunda Temporada de The Gilded Age (MAX)y acababa de no-ver la vomitiva adaptación de Las Bucaneras (AppleTV). ¿Qué tienen en común estas tres series? Las tres muestran como las elites de antaño buscaban los mejores partidos para sus hijas y como este mercado de esposas operaba en ambos lados del Atlántico, principalmente en ese acontecimiento de los veranos londinenses llamado The Season. En esta primera parte me concentraré en Inglaterra, desde el inicio del fenómeno hasta su consolidación en la Era Victoriana.

Bridgerton regresa a Netflix este mayo. Tres exitosas temporadas (y el spinoff de Queen Charlotte)  la han convertido en un fenómeno. ¿Dónde radica su encanto? ¿Es la diversidad del reparto o el ser testigos de como los aristócratas londinenses de antaño convertían la temporada veraniega en una arena en la que las gladiadoras eran sus propias hijas?  Si es lo último entonces deben agregar a la lista de series sobre el tema,  a Aristócratas que describe a una familia de la vida real (y de sangre real) y sus intentos de colocar a las hijas en un mercado donde no todas consiguen el marido que los padres desean.

A mí me entró la alucinación por este aspecto cuasi-romantico de la Season a principios de Los 90s con la lectura del libro de Angela Lambert 1939: The Last Season of Peace. A pesar de que el énfasis de Lambert es sociopolítico, las entrevistas con las participantes, sus experiencias y vida social,  me hechizaron, hasta el punto de que en el 2000 finalmente me puse a escribir una novela sobre el tema. Aunque en 15 años tuvo muchos cambios y nunca la llegué a terminarla (solo me faltaron tres capítulos) fue un homenaje a este asunto que no solo me fascina a mí.



Durante esas dos décadas, comencé a coleccionar libros sobre el tópico, llegando a formar una pequeña biblioteca que, por suerte,  he recuperado casi en su totalidad. Gracias a ella tengo una visión más o menos clara de cómo los veranos londinenses escondían un suceso social que perpetuaba costumbres ancestrales de cómo debía mantenerse el statu quo de una elite y permitir su continuación.

Según el ilustre diarista Samuel Pepys, la Season comienza durante la restauración de los Estuardo. Obviamente, un rey tan amigo de los placeres mundanos como lo fue Carlos II no iba desperdiciar una época de clima decente que le permitía ofrecer bailes y entretenimiento para sus nobles. Pepys mismo contrata un maestro de baile para que su esposa y él no desentonen en una corte donde nuestro eterno arribista espera ascender socialmente.

Será la sobrina de Carlos, Ana, la última reina Estuardo quien, en 1711, instaure la carrera de caballos de Ascot (Ascot Royal) que se convertirá en uno de los programas más icónicos de la Season. Pronto se añadirán la exhibición de la Academia de Arte, la regata de Henley y otros eventos. Para cuando llegan los Hannover al trono, es sabido que todos los veranos la nobleza se traslada a Londres para participar en las festividades, pero (y esto solo se susurra) también conseguirles buenos maridos a sus hijas casaderas.

                 Collage en mi agenda sobre el Mercado de Esposas

Las Lennox y Las Season Dieciochescas

Hemos visto en Harlots, Tom Jones y La Duquesa, los fastuosos bailes, las mascaradas y las noches de jolgorio en los Jardines de Vauxhall que marcaban las Seasons dieciochescas, pero sería la miniserie Aristócratas la que mejor ilustraría el proceso de la búsqueda de marido en el Siglo XVIII.

En el segundo capítulo de su libro,  “I Have Been to London to See the Queen”(He estado en Londres a ver a la reina), Angela Lambert describe el debut de Lady Sarah Lennox y su triste historia. Sarah y sus hermanas son el centro de la trama de Aristocrats que puede encontrarse incompleta en YouTube y completa en Tubi y en BritBox.

De todas las amantes de Carlos II , mi favorita es la noble bretona, Louisa de Keroualle, Duquesa de Portsmouth con quien el rey tendría un hijo. Ese hijo, titulado Duque de Richmond, a su vez tendría un hijo, Robert Lennox de quien descienden el actual Príncipe de Gales y Harry Sussex.  Robert tuvo un solo hijo varón, James, tercer Duque, quien tendría dos herederos,  más cuatro hijas que, sin quererlo,  harían infelices a sus padres, además de ser la comidilla de los chismes de su tiempo.

                               Los Duques de Richmond

La historia comienza con el debut en sociedad de Lady Caroline (Serena Gordon), la hija mayor.  Caroline y sus hermanitos han sido criados en una casa llena de amor y alegría rodeados de libros, obras de arte y animales domésticos y exóticos. Sus padres quieren ser estrictos, pero terminan siendo permisivos para los estándares de su época.

Es Lord Julian Fellowesentonces en su etapa de actor quien encarna a James, Duque de Richmond. El Duque le permite a su hija transitar por dos Seasons, sin elegir marido y no es que a Caroline le falten pretendientes. No es fea y tiene una enorme dote, pero ella prefiere pasársela en su biblioteca. La sociedad inglesa entra en shock, y el Duque monta en ira,  cuando su primogénita finalmente decide aceptar una propuesta de matrimonio, de , nada menos, que el controversial político Henry Fox (Alum Armstrong, el Squire Western de Tom Jones).

                       Lady Caroline escogió al más feo de sus pretendientes y fueron muy felices

Fox no solo es viejo y feo, también es pobre y tiene una pésima fama de mujeriego. Aun así, Caroline se casa sin permiso de los padres y es expulsada de la familia. Atemorizada por esta decisión, Lady Emily (Geraldine Sommerville) decide no causar dolor a su familia, repitiendo el error de su hermana.



Emily tiene suerte. En su primera Season, se enamora del Conde de Kildare, joven, guapo y rico. Ante su sorpresa sus padres se oponen al enlace. Según ellos las fallas de Robert Kildare, interpretado por Ben Daniels,  son ser irlandés y pretender llevarse a Emily a vivir en su lejana isla. Lord Kildare y su prometida ejercen paciencia y humildad sin rendirse ante las presiones familiares, hasta que el Duque de Richmond se doblega y da su consentimiento.



Después de la boda,  Los Kildare se marchan a Irlanda donde son tan felices que encargan un bebé al año. Entremedio se van a pasar la Season en Londres donde Emily pone empeño en reconciliar a Caroline con sus padres. Finalmente lo consigue. Es la cúspide de la felicidad de los Richmond. Fox se ha vuelto un importante fuerza política, él y Caroline tienen un hijo Ste que será seguido por Charles James. Emily y su marido se adoran y no cesan en agrandar su familia.

Para celebrar la felicidad de sus hijas, que es la suya, y de paso homenajear al Rey Jorge, el Duque de Richmond lanza una extravagante fiesta que espera será lo más comentado de la Season. Lo es, pero no por las razones esperadas. En medio de un discurso al soberano, James Lennox sufre un fatal infarto. Su viuda no lo sobrevivirá por mucho tiempo.



Es ahí donde ocurre un quiebre en la familia, sobre todo entre Emily y Caroline, que tanto se quieren. Los Duques de Richmond han estipulado que, al faltar ellos,  sus hijas menores deben ser criadas en Irlanda por Los Kildare. Al ser la mayor, Caroline siente que es ella la encargada de criar a sus hermanitas. Ve en ese último deseo de sus padres un reproche a sus métodos de crianza que son muy permisivos.

                  Lady Caroline Fox, Baronesa Holland en su vejez

Emily y Carolina se separan enojadas y les tomará años reconciliarse. Entretanto,  la tres Lennox menores, Louisa, Cecilia y Sarah,  crecen en Irlanda. Louisa (una Anne Marie Duff morena) es presentada en sociedad en Dublín, no en Londres como correspondería. Eso no impide que Louisa se case con Thomas Connolly, uno de los hombres más ricos de Irlanda, y que la adora.

Cuando llega el turno de Sarah (Jodhi Mai), Caroline exige que venga a Londres donde serán Los Fox los que la presenten en sociedad. Caroline hace de todo para encontrarle un buen marido. Aquí entran en juego los elementos que vinculaban a la Season con el mercado de esposas.

Tenemos a Sarah preocupada porque se considera tímida e insignificante. Su hermana le pone un maestro de baile ya que los bailes eran los escaparates donde se exponían a las candidatas. En su presentación al Rey Jorge vemos a Sarah con el tocado de plumas que hasta el Siglo XX, estaría asociado con las debutantes.

                           Lady Louisa Connelly y Lady Sarah Lennox muy emplumadas en la Corte

De pequeña, Sarah había sido la favorita del rey Jorge. Ahora se convierte en otro tipo de mascota cuando el Príncipe de Gales se enamora locamente de ella. Aunque los Fox, Los Kildare y los Lennox ven con buenos ojos que una de sus parientas se convierta en reina consorte,  a Sarah la sorprende e irrita ser el centro de las habladurías de su sociedad y que hasta los periódicos chismeen sobre ella.

                            El Príncipe de Gales y Lady Sarah

Finalmente, el príncipe cuando se convierte en Jorge III , debe rendirse a sus obligaciones y casarse con una princesa de sangre real, la que los Bridgertonianos conocen como la Reina Carlota. La humillación de Sarah es grande y escoge una salida impulsiva. Se casa con el primero que cruza su camino,  un tal Charles Bunbury, sin título ni fortuna,  que la entierra en el campo donde Sarah se la pasa más con sus perros y charlando con su periquito que con su marido.

Lo importante de este relato es ver como la Season funcionaba como agencia matrimonial y como las Lennox y sus parientes la manejaron. Caroline se la pasó un par de temporadas rechazando buenos partidos para poder fugarse con el hombre que amaba. Emily tuvo la suerte de encontrar el amor en su primera Season, aunque debió esperar a que sus padres aceptasen al candidato. Tras su debut en sociedad,  Sarah parecía que iba camino de ser reina. Fue lo que los periodistas llamarían dos siglos más tarde “la debutante del año”, pero el mercado de esposas le jugó una mala pasada.

                             A Lady Sarah ser una belleza le hizo daño.

De alguna manera las reglas sociales pusieron trampas a las Lennox que las convirtieron en fuentes de comadreo de su entorno. Sarah y Emily acabarían teniendo hijos fuera del matrimonio y pagando un precio por ello, pero les dejo lo mejor de su saga para que la disfruten sin spoilers. Lo importante de Aristócratas es que nos muestra como en la vida real, la sociedad londinense y la Corte imponían reglas sobre las debutante y como las hermanas Lennox intentaron circunnavegar esas reglas. Ese sería todo un tema en la ficción inglesa (y estadounidense) por los próximos doscientos años.

De la Regencia Hasta la Era Victoriana

Para la época de Jane Austen, la idea de que el futuro de una joven yacía en un buen matrimonio (Pride and Prejudice), y que las posibilidades aumentaban si la candidata iba a pasarse el verano fuese en Londres (Sense and Sensibility)  o a un balneario de moda (Sanditon) estaba establecida. Austen dejó un esquema de narrativa que se cifraba en protagonistas casaderas. Esto dio paso a una literatura de bolsillo llamada “Regency Romance”, por tener lugar durante un momento en que la locura del Rey Jorge (el cortejante de Sarah Lennox) le impedía reinar,  e Inglaterra quedó en manos del Príncipe de Gales y su madre, la formidable, Reina Carlota.



Habría maestras del género desde Georgette Hayer hasta Barbara Cartland. A fines del siglo XX, una chica judía de Queens llamada Julia Quinn decidió variar la formula Regency añadiéndole al aburrido rosa el rojo de la pasión. Ahí nacía la serie bestseller conocida como Bridgerton y que Shonda Rhimes ha transformado a un formato televisivo. Esta exitosa serie, ahora en espera de su Tercera Temporada,  se concentra en dos aristocráticas madres, Lady Bridgerton y Lady Featherington cuyas hijas compiten en la corte del Regente para ver qué pueden pescar sin caña ni anzuelo.



Ya vimos como Daphne Bridgerton enganchó a un duque en su primera Season. En la segunda el afortunado esposo fue el hermano de Daphne,  Lord Anthony,  que también se consiguió una heredera. Un cliché del género es la hermana rebelde,  la que quiere algo más interesante que un marido. Este ha sido el caso de la gordita Penelope Featherington. Harta de esperar una propuesta de Colin Bridgerton, esta temporada, Penelope se pondrá a buscar marido conjugando su actividad en el mercado de esposas con su trabajo clandestino de Lady Whistleton la Gossip Girl de la Regencia.



Así llegamos a la Era Victoriana cuando la pujante clase industrial entró de lleno en la Corte trayendo a sus hijas al mercado. Los millones de estas nuevas herederas competirían con los títulos y la estirpe de las hijas de los nobles. Y es que todavía el mayor objetivo de una joven de clase alta era casarse. Esto hasta se aplicaba a la mujer más poderosa del Reino Unido.

En Victoria seguimos todas las obligaciones de la soberana incluyendo aceptar casarse. La vimos amiga de los bailes y ser manoseada en uno por el Zarévich. La vimos tener que renunciar al amor que sentía por su Primer Ministro y asumir una boda dinástica con su primo que resultó ser uno de los grandes romances del mundo monárquico.



Tan feliz era Victoria en su vida conyugal que deseó lo mismo para sus súbditos aristócratas. Durante su larguísimo reinado, la Season adquirió más eventos para que las jóvenes nobles pudiesen exhibirse tales como el Baile de la Reina Carlota, y la semana de competencia de yates de Cowes. Se creó un tipo de presentación de sociedad que no era todavía esa institución que vería el siglo XX. Toda joven que desease entrar en la Corte podía ser presentada a la monarca en una levee formal,. Solo bastaba que Victoria supiese,  y que la candidata se acercase a donde estaba la reina, acompañada de alguna dama de alta cuna,  y le hiciese una reverencia.

El Lado Oscuro del Mercado de Esposas

Fue ese gran observador social,  Anthony Trollope,  quien le daría un nombre al mercado de esposas llamándolo Marriage Market. En su encantador libro What Jane Austen Ate y Charles Dickens Knew, Daniel Poole nos cuenta que si una chica se pasaba tres Seasons sin enganchar marido ya era considerada solterona, y eso que la edad para ser presentada caía entre los quince y los diecinueve años.



Aunque el mercado de esposas funcionaba óptimamente, no surgirían de este  muchos matrimonios felices. Ouida, la novelista de moda retrataría el lado feo de estos enlaces obligados en su novela Moths (Polillas) de 1880, que debería ser llevada a la pantalla otra vez (hubo dos versiones del cine silente). Aunque no toca el tema de la Season si nos muestra el mercado de esposas que se había trasladado desde Londres a la Riviera Francesa donde ya a fines del Siglo XIX se habían autoexiliado muchos nobles ingleses.



Vere Herbert se ha criado en el campo inglés junto a su abuela. Tiene 16 años, es ingenua, pero con buenos principios. A la muerte de la abuela, debe ir a la Costa Azul a vivir con su madre, Lady Dolly. Desde que enviudó, Lay Dolly lleva una vida extravagante de lujos que no puede pagar, de amantes que no la mantienen y de deudas que se acumulan. No siente amor por su hija, de hecho, siente que la avejenta. Eso, hasta que una amiga le enseña a aprovechar la minita de oro que puede ser Vere. La amiga casó a su hija con un marques francés, un poco borrachín, pero con mucho dinero. Lo que debe hacer Dolly es invertir en un yerno que pague sus gastos.



Ahí Lady Dolly “vende “a su hija al disoluto, pero millonario príncipe Zouroff, un noble ruso con pésima reputación. Zouroff maltrata a su esposa desde el primer idea con su frase:  “Soy tu amo, y puedo ser un muy mal amo”. Pronto lo demuestra. Cuando Vere se niega a compartir su casa con la amante de su esposo, Zouroff la golpea y exilia a un olvidado castillo en el campo polaco.

Yo leí Moths hace un siglo en una edición que se caía a pedazos en la biblioteca de Nueva York, único lugar donde pude encontrar una copia. Me pareció de prosa pesada y un poco cargada de tintas, pero cuando vi ( y leí) The Age of Innocence me di cuenta de que esta novela de1880 pudo ser una influencia en el retrato que Edith Wharton nos brinda de Ellen Olenska. La diferencia es que quien se casa con un cruel noble polaco es americana, no inglesa.

Si Ouida denunciaba el matrimonio en las clases altas como una forma de prostitución, Edith Wharton denunciaba los peligros en que incurrían las americanitas millonarias al comprar títulos que venían atados a maridos golpeadores de los que había que huir. Será en la próxima entrega en que hablaremos de como el Mercado de Esposas llegó hasta las costas estadounidenses y del nacimiento de un fenómeno llamado Dollar Princesses o “Princesas del Dólar”.

lunes, 27 de septiembre de 2021

De Downton Abbey al Gran Hotel: Las fórmulas del drama de época contemporáneo (I)

 


Mientras se discute si el period piece se va de salida (a la par que se anuncian nuevos dramas de época), vale recordar en esta tercera década del Siglo XXI, que se han establecido ciertos patrones que se repiten, reaparecen y hasta trascienden las obras hechas en el mundo angloparlante. El más interesante es el de La Abadía de Downton porque se entrecruza con otro prototipo del género, la formula “Gran Hotel”.

La Abadía vs Eaton Place

Fue en el 2010 , en ITV que nacía otro fenómeno televisivo. Aunque Downton Abbey no era una fórmula original sus orígenes se remontan a la Cabalgata de Sir Noel Cowardvenía a llenar un espacio dejado por las obras de John Hawkesworth Upstairs Downstairs y La Duquesa de Duke Street.



Era el renacimiento de la fascinación con la Edwardian Era que nos legara UD y que nos llevaba nuevamente a recorrer la alta sociedad británica de comienzos del siglo XX. Esta vez,  desde el punto de vista de los miembros de la aristocrática Familia Crawley sus sirvientes. Para muchos espectadores más jóvenes este era el universo que conocían de las páginas de Lo que resta del día del Premio Nobel Kazuo Ishiguro y de la obra seminal de Lord Julian Fellowes, la galardonada Gosford Park.





Solo que Downton Abbey no tocaba temas como el fascismo de las clases altas, no criticaba (mucho) el privilegio de éstas no intercalaba un cuento de detectives,  y Los Crowley eran mucho menos controversiales que la familia de Sir Simon de Gosford Park y Los Bellamy de Eaton Place. Sus criados no escapaban de los fogones para regresar con el rabo entre las piernas como en Upstairs, Downstairs , sino que subían por la escala social gracias a cursos de secretariado, puestos en escuelas rurales y matrimonios ventajosos.



El encanto de Downton Abbey radicaba en que las denuncias sociales eran ínfimas porque los patrones eran inconcebiblemente justos y nobles; y las tragedias caían sobre amos y criados de manera equitativa. Tal vez eso motivó una reapertura de Eaton Place en un revival de UD.  En la navidad de 2010, le llegaba a la Abadía de Downton una rival. En tres episodios, la BBC intentaba reconstruir lo que sucedió con esa mansión londinense después que los Bellamy la abandonaran en 1930.

Estamos en 1936, la casa ha sido comprada por Sir Hallam Holland (Ed Stoppard),  un diplomático que retorna de un largo viaje con su esposa Lady Agnes (Keely Hawes). Para Agnes, que todavía no se recupera de la pérdida de su primer bebé, esta será su primera casa de casada y no sabe cómo llevarla.

Para ayudarla está Rose Park, la fiel mucama de Los Bellamy. Siempre interpretada por Jean March, Rose ahora maneja una agencia de empleos y le consigue a Lady Agnes no el mejor servicio doméstico, pero si el más variado. Este incluye a un torpe mayordomo, una refugiada judía y un chofer que,  en sus ratos libres,  viste la camisa negra de las huestes de Sir Oswald Mosley.



Más problemas para Agnes,  se le aparece en la puerta, su suegra Lady Maud  (Dame Eileen Atkins) que ha retornado de la India con un mono, mucha energía,  y un criado-secretario (Art Malik) quien tendrá muchas veces que encargarse del servicio. Como si fuera poco, su familia le encaja a Agnes a su hermana adolescente,  Lady Persephone (Claire Foy) .



Persy es una chica moderna, pero conflictiva. una especie de Elizabeth Bellamy. Lo primero que hace es involucrarse con el chofer fascista, pero este affaire no culmina en el altar como ocurriera con Lady Sybil Crowley y Tom Branson. El romance acaba en la Batalla de Cable Street con Persy poniéndose la camisa negra y siendo testigo de lucha entre fascistas y judíos descrita de manera más fidedigna que en Peaky Blinders.



Con solo tres episodios Upstairs, Dpwnstairs (2010) fue elogiada por la crítica y público y recibió nominaciones y galardones, pero la siguiente temporada que abrió en febrero del 2012 no tuvo la misma suerte. Eileen Atkins quien había sido la cocreadora de la Upstairs Downstairs original, abandonó el proyecto. Su excusa fue que no le gustaba el modo en que habían enfocado a su personaje. Con ella se fue la posibilidad de conseguir un equivalente a la caustica Lady Violet de Downton Abbey.

Keely Hawes no era competencia para Lady Cora, altruista castellana de la Abadía, así que cualquier comparación dejaba a UD en el bando perdedor. Un infarto mantuvo a Jean Marsh alejada del plató y con ella se fue el único vínculo que podía atraer a los viejos fans.

La serie intentó apoyarse en el comodín , tan de moda hoy, de la diversidad. Trajeron a la hermanita perdida de sir Hallam que había estado oculta en una institución debido a sufrir de Síndrome de Down;   Los Hallam adoptaron a la hijita de la criada judía que murió en la cocina de un ataque de asma; y se intentó reemplazar a Lady Maud con su hermanastra Blanche (Alex Kingston) que era lesbiana.



Como ocurre siempre, la diversidad solo funciona si se la inserta en un argumento sólido y este no fue el caso. Claire Foy,  a cuyo personaje habían convertido en una especie de Unity Mitford, no tenía la fuerza para sostener una serie que cerró tras seis episodios. Hoy puede verse en Hulu, en los Estados Unidos.



La fórmula no volvería resurgir en toda su presencia. Se la intentó reflejar en otro triunfo de Claire Foy, en la primera temporada de The Crown. Ya he escrito de como los secretarios del palacio reemplazaron a la servidumbre en esta visión de la máxima cúspide de las clases aristocráticas británicas y de cómo Peter Townsend tuvo menos suerte que el advenedizo chofer que si consiguió casarse con la más bonita de las Crawley.

Debajo de las Escaleras del Palacio de Buckingham

Seria en una imitación de The Crown donde descubrí la mejor variación de La Fórmula de Downton Abbey. Me refiero a Victoria. En el otoño del 2016 abría en ITV está muy libre descripción de los primeros años del reinado de la famosa monarca. Yo llegué a USA justo a tiempo de ver el debut americano en la PBS en la primavera del 2017 y me encantó a pesar de saber que mucho era inventado.

Me creí la amistad romántica entre “La pequeña Vicky” (Jenna Coleman) y su secretario Lord Melbourne (Rufus Seawell). Por mis lecturas sabia de la difícil relación entre Victoria y su bienintencionada,  pero torpe madre, pero lo que me encantó fue la idea de ver a Victoria arriba de las escaleras y lo que ocurría en los bajos del palacio y de cómo se comunicaban amos y criados. Eso era Downton total.






Del mundo real trajeron a la Baronesa Lehzen , la gran figura materna en la vida de la reina, a quien Victoria nombraría el ama de llaves oficial del palacio hasta que el príncipe Alberto, en una de sus sádicas maniobras en contra de su diminuta esposa, la despidió. La salida al alba de Lehzen llorando rumbo a su nativa Alemania me hizo llorar a mí también. Tal como me conmovió que el único en despedirla y regalarle una botella de vino (robada de las cavas reales) fuese su gran rival, el mayordomo Penge. 

Aqui una ecena que ejemplariza el vínculo entre Victoria y su institutriz, en la cual la reina confiesa sus temores ante su primer embarazo.



Aunque Penge no existió, como tampoco su simpático cómplice, el lacayo Brodie, cuando Alberto decidió revisar los libros de contabilidad descubrió que realmente existían estos pequeños negocios de la servidumbre. En la vida real, también los criados de Victoria hacían su dinerito vendiendo pabilos usados de velas, hojas de té recicladas y hasta los guantes de Su Majestad. Victoria nunca usaba un par de guantes más de una vez.



Aunque , el Palacio de Buckingham si contrató un pastelero llamado Mr. Francatelli,  este fue despedido después de pelearse con un asistente. Nunca puso su propio restaurante ni se casó con Nancy Skerret, jefa de costureras de la Reina. Tal como la verdadera Mrs. Skerret, era una señora madura que jamás trabajó en un burdel.

Sin embargo, ese romance fue casi tan importante como el matrimonio de Victoria y Alberto. En la Tercera Temporada, por fin Skerret se convirtió en la Señora Francatelli provocando la ira de su real patrona, pero igual lloramos con Vicky cuando Skerret murió de cólera en brazos de su querida reina.



Para la Tercera Temporada, estábamos hartos de las peleas maritales de Victoria, las intrigas de su hermana Fedora,  o sus problemas con sus hijos. En cambio, nunca nos cansamos del servicio doméstico, incluso del ajeno como el romance de la pobre Duquesa Sophie con su lacayo. Pero ni esto pudo evitar la cancelación de amos y criados. Victoria puede verse en PBS Masterpiece Amazon , Thirteen Passport y este septiembre, América Latina podrá verla por el Canal Film&Arts.

En el 2019, la BBC adaptó una de las primeras novelas de Lord Julien Fellowes , Belgravia. Em esta adaptación pudimos apreciar el interés del escritor por clase altas, nuevos ricos, el hoi polloi y esa clase despreciada e incomprendida, el servicio doméstico, de la Inglaterra victoriana, pero los criados de Belgravia eran tan antipáticos que esta variación del modelo Downton Abby no dejó marca. Belgravia puede verse por EPIX.



Downton Abbey a la Australiana

Lo extraño es que si encuentro rasgos de la formula en un lugar inesperado, la fantástica soap opera australiana A Place to Call Home.  Han apodado la “Downton Abbey australiana” a esta saga de la Familia Bligh y su reinado sobre un pueblito de Nueva Gales del Sur,  llamado Inverness. Si Los Crowley tienen su abadía, Los Bligh tienen Ash Park donde reina Elizabeth, la matriarca, más severa que Lady Cora, pero tan dominante como la Condesa Viuda. Como Lady Violet, Elizabeth controla la vida de parientes, criados y pueblerinos.



Los criados de Ash Park van desdelos vaqueros que se ocupan de las ovejas de Ash Park hasta mucamas como Amy y su compleja vida familiar, y la desubicada Rose que llega a ser nana del pequeño George y acaba de cómplice de la villana Regina. Como Los Crowley con Sybil casada con el chofer, Elizabeth debe resignarse al matrimonio de su nieta con un inmigrante italiano y a la peor pesadilla incumplida de Robert Crowley) que Anna se convierta al catolicismo.



Más problemático es que el nieto y heredero de Elizabeth, James, sea gay y que la única oportunidad de que Ash Park quede en manos de un Bligh sea aceptando a un bebé judío y a su madre, una sobreviviente de Ravensbruck. Acorn TV tiene los derechos exclusivos de esta gran saga familiar.



A Place to Call Home ha sido el último intento de crear un espacio que refleje las características de Downton Abbey. Todavía no podemos opinar sobre The Gilded Age, el actual esfuerzo de Lord Julien Fellowes que abrirá, D-s mediante,  esta Navidad en HBO/Max. A lo mejor despierta un interés en rehacer la fórmula.

La Formula se Traslada a un Gran Hotel

Entretanto, lo que seguimos presenciando son variaciones de un derivado del modelo “Downton Abbey”. Todo comenzó en el 2011, en un espacio alejado del mundo angloparlante. Fue en Bambú donde recreaban la antigua fórmula del ‘Gran HoteL’ convirtiéndola en un relato de ‘Los de arriba y los de abajo” como ya he mencionado en una entrada dedicada al tema, esta fórmula tuvo refritos en Francia, Italia, México y hasta en Egipto. Ha inspirado historias de grandes hoteles como Der Adlon en Alemania (2013) Das Sacher (ahora en Amazon Prime)  en Austria y Vidago Palace en Portugal.







Hasta retornósin éxitoal Reino Unido.  En el 2013, Stephen Poliakoff jugaba al coctel espionaje-dentro-de-un hotel en la desastrosa Close to the Enemy que comenté cuando hablamos de Shadowplay.

Para equilibrarla, en ITV tuvieron The Halcyon La premisa no podía ser mejor:  un hotel de clase (y diverso) durante el Blitz que sería menos nocivo que las relaciones de la dueña y su familia y empleados. The Halcyon fue más que un flop, fue un ejemplo de lo pretencioso y mediocre que se estaba volviendo el period drama inglés.



A pesar de estos fracasos, la fórmula “Gran Hotel” sigue en boga. Preparémonos a ver Hotel Europa una versión alemana del tópico que ya se verá en suelo germano a fines de este año.  Hotel Europa (o La casa junto al lago) narra la saga de los Dresen una dinastía hotelera y su navegación por las turbulentas aguas de la República de Weimar hasta el auge del nazismo.

El fascismo,  y no el nazismo,  es el centro del trama de la otra variación de la fórmula “Gran Hotel”. Se había dicho que Keeley Hawes sería la protagonista de “Hotel Portofino” que la ITV está filmando en la Riviera Italiana, pero la ha reemplazado Natasha McElhone . Se trata de un misterio detectivesco que tiene lugar en un importante hotel de la región durante el periodo fascista y que involucra a sus no menos importantes huéspedes, muchos de ellos ingleses.

¿Si la fórmula “Gran Hotel” sigue imperando en el universo del period drama, que ocurrió con la de “Downton Abbey”?  Pues todavía se sigue buscando una reemplazante digna, aunque se tenga que imponerle el rotulo a historias alejadas de la formula como La Cocinera de Castamar o Bridgerton. Pero la nostalgia por la Abadía no ha muerto y eso lo demuestra el recibimiento de su secuela fílmica y las ansias con las que se espera el próximo filme.

lunes, 7 de enero de 2019

Drama de Época 2018: Lo Malo, Lo Feo y Lo Ofensivo



Por triste que parezca, Lo Mejor debe ser seguido por Lo Peor. El 2018 no escatimó en malos y amargos momentos en lo que se refiere a actuaciones, adaptaciones y guines de dramas de época. Algunas eran barbaridades anunciadas, precedidas por novelas incomodas como The Alienist, La Catedral del Mar y The Little Drummer Girl, pero otras series comenzaron muy bien y acabaron en desastres.

Peor serie:” La Otra Mirada”.

Este intento de combinar un escenario de época con sensibilidades modernas y (peor aún) oportunistas recreaciones de tragedias del Siglo XXI en un marco de la Sevilla de 1920, les quedó a RTVE en un producto ofensivamente petardista.


 Todos los amigos del period piece nos sentimos estafados con una visión tan falsa del mundo andaluz de la ‘época y con personajes femeninos que parecían trompeteras del “Me Too”. Eso en un tiempo en que las mujeres, incluso las promotoras del feminismo no hubiesen osado pensar, actuar o expresar disparates como los que ofreció la trama. El hecho de que ni en España tuvo éxito es ya muy significativo. Y aun as'i la han renovado.

Peor Personaje Femenino Charlie de “The Little Drummer Girl”.

No culpo a John Le Crre, que es socialista y anti sionista. Aparte que ha dicho que basó el personaje en su hermana, otra ingenua en lo que se refiere a política. En el pésimo filme de los 80, la gran Diane Keaton interpretó a Charlie como una bobita lanza-mensajes panfletarios, pero había algo genuinamente lastimero en ella.

 Florence Pugh convirtió al personaje en una mocosa insoportable, malcriada y con cara de malas pulgas. Sus discursos hedían a egolatría y arrogancia. Nunca pareció realmente ser simpatizante de ninguna causa. Además de ser una mentirosa compulsiva, resultó no ser buena actriz. No puedo creer que en la Mossad estuvieran tan necesitados como para contratarla.

Peor Personaje Masculino Príncipe Alberto de “Victoria”

Por segundo año consecutivo Albert (Tom Hughes) gana un premio por Odioso del Año. ¿Qué puedo decir si ya en el primer episodio de la segunda temporada le dijo “estúpida” a su mujer?  Su confabulación con los ministros y sus intentos por reprimir el poco poder de Vicky los excuso como compresibles en un hombre de su época, y que como príncipe se veía ninguneado, pero su crueldad es inexplicable.

Sus esfuerzos por separar a Victoria de gente que ella amaba como la Baronesa Lehzen o la ahijadita negra fueron casi tan insensibles como su falta de interés por la pobre Irlanda muriendo de la inanición. Victoria lo apoyó cuando él supo la verdad de sus orígenes, y sin embargo,  Alberto se puso del lado de la suegra en contra de su esposa. ¿Dónde se ha visto? Y esa obsesión con recordar una familia feliz que, como le señaló su hermano, nunca existió, trocaba los esfuerzos de Alberto por crear la perfecta familia alemana en patéticos y risibles.

Peor Actriz:  Maya Hawke de “Little Women”.

Yo sé que el concepto de belleza es relativo, pero de todas las actrices que han interpretado a Jo March, Maya es la memos agraciada. Noten que hablar de “gracia” no se refiere ni a sus curvas ni a sus facciones sino a la verdadera belleza. La hija de Uma Thurman carece de carisma y no irradia simpatía como su madre.

Lo que no es culpa de la actriz es que, en esta pésima adaptación, la hayan traído vestida de payasa-pordiosera. Sin embargo, yo creo que una buena actriz hubiese superado todas esas fallas y logrado proyectar algo positivo con un personaje tan enjundioso como el alter-ego de Louisa May Alcott. Esta Jo parecía militar en partidos que el personaje nunca apoyo, y terminó sonando panfletista.

Peor Actor: Alexander Ludwig de “Vikings”

A mí nunca me molestó el intérprete de Bjorn. Tal vez porque nunca tuvo mucho que hacer, o cuando lo tuvo (vengar la muerte del padre, su viaje al Magreb) no lo hizo mal, pero a medida que la serie se deteriora y vamos perdiendo personajes o porque mueren o porque aburren, la poca pericia actoral de Ludwig comienza a notarse.  

Donde más se percibió fue en su encuentro con Papi Rollo y con su "hermano" Magnus, pero ha ido en crescendo, sobre todo en el modo en que sus parlamentos se desparraman en tono átono, o el modo en que ataca a la gente al dirigirse a ella pinchándolos con su frente que cada vez está más hinchada lo que ha hecho a mi hermano apodarlo “El Delfín”.

La diferencia es que sos peces son simpáticos o inteligentes. En cambio, el pobre Bjorn se ha convertido en un ente estólido, una especie de bisonte siempre embistiendo al mundo, y eso no lo puede remediar el actor. ¿Y qué onda con que se acueste con todas?  Ni que fuera tan bonito.

Peor Pareja: Charlie y Becker de “The Little Drummer Girl”

 Es increíble imaginarse a un hombre tan lindo como Alex Skarsgard careciendo de química con una compañera, pero así ocurrió en esta deplorable adaptación de la novela de Le Carré. Desde las comedias de Rock Hudson-Doris Day que se ha considerado erótico tener a la pareja protagónica siempre de la greña, pero una esperaría que ese cliché se superase rápidamente en una historia que no es comedia romántica.

Sin embargo, a través de los seis capítulos vimos a una Pugh hinchando los carillos con furia mal contenida y quejándose cada vez que abría la boca. No se vio muy sexy, en cuanto a Alex, el personaje de Becker era demasiado enigmático. Tomó mucho tiempo descubrir su pasado, lo que hizo que muchos telespectadores cambiaran de canal antes de tal revelación.


Peor Final: “The Terror”

Fue una decisión caprichosa de parte del equipo de “The Terror” la de no seguir el libro en lo que respecta a Silna, apodada por los ingleses “La Dama Silencio”, la protagonista femenina del cuento. La obra se enfocó en los marinos y sus oficiales, por lo que no hubo mayor critica de que Silna, la niña esquimal sin lengua del libro pasara a ser un personaje secundario incluso terciario. Sin embargo, al llegar al final, los guionistas entraron en pánico al descubrir que el desdibujarla impedía un final coherente.

¿Cómo explicar muchas cosas que el Capitán Crozier, en la crónica de Dan Simmons, sabe gracias a las visitas astrales de Silna?  Borrar la historia de amor entre ambos obligó a los escritores a borrar las cualidades paranormales de Crozier. El resultado fue ese final tan extraño y lleno de dudas. (¿cómo es que Hickey sabía que el monstruoso Tuunbaq requería de una ofenda de lenguas?)

 Si tildé de caprichosos a los motivos para no seguir la trama original es que la productora (Y tenían que mandar una mujer delante para decir burradas) expresó que su deseo era dar mayor agencia a la Dama Silencio, que ahora era muy parlanchina. Veamos en que consiste esta agencia.

En el libro, Silna es una joven Inuit que, al ser asesinado su padre, se convierte en la guardiana del Tuunbaq, un monstruoso oso polar. Al entrar en contacto con los miembros de la Expedición Franklin, Silna reconoce en Crozier al hombre que los dioses le tienen predestinado de pareja y que compartirá su misión chamánica.

A pesar de que Silna es genuinamente mudasacrificó su lengua para poder mantener contacto con el oso en visitas astrales si se comunica con su futuro marido, al que rescata al final (y no de esa situación tan rebuscada en que lo encuentra en la serie. En el libro, el capitán no pierde ninguna mano). Es ella quien enseña a Crozier a sobrevivir en la tundra, y ambos conforman una familia que vive entre el poblado esquimal y los yermos helados donde habitan los espíritus. De esa manera se convierten en chamanes y protectores de los inuit. En el libro ella no protege al Tuunback. Ella lo controla.

 En la serie, Silna es un personaje enigmático, al que los marineros temencreen que es bruja o desean. Eventualmente amputa la mano de Crozier y lo rescata, pero su propia gente la repudia por haber dejado morir al Tuunbaq y es desterrada a los hielos a morir de inanición.  ¿A eso lo llaman agencia? En el libro su poder chamánico nunca es cuestionado por los Inuit ya que, al revés de la serie, Silna no le teme a su deber solo busca un compañero que la ayude.

Lo que pasa es que la producción cayó en un humor tipo “Club de Toby’ y decidió que ho había espacio para romance en este cuento de machos. Además, de acuerdo a su sensibilidad moderna, les pareció repugnante que Jared Harris (que se ve casi sesentón) tuviera amores con una veinteañera. En eso están dando la razón a los lectores de Simmons que odian con ferocidad la inclusión del romance. Incluso en las threads en Reddit algunos exigen que no se hable de “shippings” y acusan a los que ven connotaciones románticas en la amistad Goodsir-Silna de “ser muy jóvenes”. Reitero, fuimos invadidos por el Club de Toby y eso afeó el final de una magnifica serie.

Peor Traición de Personaje: Philippe de Orleans de “Versalles”

Entiendo que se odie a Madame de Maintenon, un personaje que confunde a historiadores y que en nuestra época representa lo más deleznable, una fanática religiosa. Es comprensible que la coloquen en el rol de villana como lo ha hecho “Versalles”, pero lo hecho con Philippe es inexplicable.

El año pasado, el Duque de Orleans ganó en mis ternas de héroe y de pareja (o trio) romántica, pero en la tercera temporada los nuevos escritores, al parecer, no sabían cómo era el personaje encarnado por Alexander Vlahos. No solo lo hicieron renunciar a su condición homosexual y repudiar a su gran amor el Chevalier de Lorraine, además lo desligaron de su mujer, y amiga, Lieselotte.

Nos lo tuvieron por casi toda la temporada convertido en detective investigando el misterio del Hombre de la Máscara de Hierro. Muy interesante, pero parecía historia aparte. Era como si el mundo de Versalles no tocará a Philippe, tan obsesionado con un secreto cuya resolución fue anticlimática.

Para colmo, Philippe que no estaba interesado en la lucha entre Maintenon y su Duquesa que acabó con la separación de la ultima de su hijo, ni sabía que tenía una hija de su primer matrimonio. Y diez minutos después que se la presentaban ya le estaba cayendo a golpes a la niña. La excusa es que el Duque estaba traumatizado por sus experiencias en el campo de batalla. Primero que ese aspecto de la psiquis del príncipe fue muy mal explorado. Segundo, en la Era MeToo esa excusa ya no vale.

Y luego al final (un final grotesco donde no se entiende nada) Philippe anuncia a su mujer y a Chevalier que ha vuelto a ser el mismo. “Soy solo Philippe”. Y todos contentos. ¿Que nos toman por tontos a los “versallescos”?
Peor Vestuario:  The Little Drummer Girl

Este galardón va más allá de las anacrónicas minifaldas. El vestuario que luce Charlie (Florence Pugh) es chillón, fuera de época y francamente feo. La tienen o con mini o con maxi, estilos que ya no se usaban en el ’79, pero incluso con una midi, la hechura no parece de entonces.

Por otro lado, el director Pak Chan Wook se ha ufanado en que ha vestido a Charlie de colores vibrantes. Efectivamente cuando no lleva medio cuerpo enfundado de negro anda con maxis amarillo pollito o verde lima o con buzos azul prusiano. Esas tenidas son un puño en el ojo, pero no eran colores de fin de los 70 cuando la onda disco, se fusionaba con la country y la retro, y el énfasis era en negro, blanco o tonos pasteles.

Para ser justa, decidí seguir el primer paso obligado de los encargados del vestuario. Hice un Google con los términos “fashion” y “1979”. El resultado no muestra ni minis ni maxis, con la excepción de páginas específicamente rotuladas “fashion 1970-1979”. ¿Sera que los investigadores enviados fueron tan perezoso o ignorantes que eligieron cualquier estilo entre esos años?  Porque ese vestuario recuerda el de a fines de los 60 o comienzos de los 70.

Mi incomodidad no es la de una fashion-purist sino la de una persona que teme que, si algo tan simple de cotejar como la moda es ya tergiversado, entonces la visión histórica del argumento (léase conflicto árabe-israelí) será igualmente tergiversada.

¿Cuál fue el peor drama de época del 2018 y por qué?