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jueves, 14 de noviembre de 2024

De Brideshead a Mayapore: La televisión inglesa de Los 80

 


Es extraordinario que, en los primeros cinco años de una sola década, en Inglaterra se hayan hecho dos de las 20 mejores miniseries de la historia de la televisión. Casi tanto como que los cinco años siguientes haya comenzado una paulatina decadencia que se acentuaría en Los 90,  dejando de ser la BBC (y la ITV y la ITC) la mejor fábrica de programas televisivos del mundo.

Un motivo de la decadencia puede haber sido el surgimiento de canales de cable que ofrecían más distribución y dividendos que la BBC. No sé cómo sería en el resto del mundo. En USA ya para el final de Los 80, la PBS, que había sido la principal distribuidora de los programas británicos,  tenía fuerte competencia. Las compañías de cable ahora traían canales como A&E, Discovery y a partir de 1994, History Channel,  que acaparaban documentales y hasta series. Cuando llegué a Chile descubrí que si quería ver algún programa ingles tenía que recurrir (tal como hoy) a Film&Arts. Eso me hizo perderme casi veinte años de series inglesas.

Donde más sufriría la programación de la PBS seria en documentales, ya que ahora no solo los ingleses los hacían y aun estos tenían más canales para su distribución. Eso aun no sucedía en 1980 cuando el gran éxito de la televisión inglesa fue un documental sobre arte moderno llamado The Shock of the New. El crítico de arte australiano, Robert Hughes  era el host de este programa tan exitoso que llevó a la publicación de un libro que The Guardian incluye en su lista de los mejores cien libros que no son novelas.



Brideshead y la nueva Anglofilia

Al año siguiente, debutaba en pantalla la mejor serie de ficción hecha en Inglaterra. En ocho episodios, esta adaptación de la novela de Evelyn Waugh cambió la fisonomía del seriado limitado, otorgándole más respetabilidad que la obtenida por exitosas series como La Saga de los Forsyte y Upstairs Downstairs. Tanto así que la PBS no la presentó en su Masterpiece Theatre sino en su espacio Great Performances, dedicado a las artes,  y que normalmente ofrecía teatro, opera, ballet y otros programas musicales de categoría.



Aunque ya he hablado de Brideshead Revisited en otras entradas, hay que agregar al elenco monumental (Sir Laurence Olivier, Sir John Gielgud y  Claire Bloom en roles importantes), a un libreto muy apegado a la obra de Waugh que mantiene el equilibrio entre su espiritualidad y el sutilmente tratado tema de la homosexualidad. No olvidemos una escenografía esplendorosa que nos llevaba desde la Oxford de Los 20 a Venecia, desde el Castillo de Brideshead (Castle Howard) hasta Marruecos (en realidad Malta).




Junto a los personajes, viajábamos en Rolls Royce y tren por la campiña inglés, en buses y burros por Centro América y el Norte de África y cruzábamos el Atlántico en trasatlántico (el Queen Elizabeth 2). De hecho, se filmó la travesía durante una tormenta de verdad. Todo detalle fue cuidadosamente fabricado incluyendo vestuarios que evolucionaban desde 1922 hasta 1939. La serie dejó a público y críticos, en ambos lados del Atlántico, boquiabiertos. Recuerdo haberla visto durante las vacaciones invernales de 1982 y quedar estupefacta,  totalmente consciente de que presenciaba algo extraordinario.



La crítica se hizo presente a la hora de las premiaciones. Nominaciones para el BAFTA, los Emmy y Los Globos de Oro se apilaron sobre la miniserie que recibió innumerables premios incluyendo tres para Anthony Andrews en su rol del trágico y romántico Lord Sebastian Flyte.



Mas interesante aun, se desató en Estados Unidos una anglofilia que no se había visto desde la Beatlemanía. Hubo hasta una resurrección de salones de té en Nueva York donde la tienda de departamento Barney’s (cuyos dueños eran ingleses) vendía copias de Aloysius, el oso de peluche de Lord Sebastian. Hubo también, a nivel intelectual, un renacimiento de la obra de Waugh, un interés en su vida y la de sus contemporáneos que fueron apodados “La Generación Brideshead”.



Hoy Brideshead puede ser encontrada en Britbox, Tubi y YT. No se siente vieja y la aconsejo para los ingenuos que habrán visto el filme del 2008 que entendió mal la obra de Waugh, concentrándose en un anticlericalismo que hubiese repugnado al autor.  Lo importante es que aun los más esnobs del mundo intelectual, ya no se avergonzaban de ver miniseries, sobre todo las inglesas. Así el público estuvo preparado para otra “joya” del Masterpiece Theatre. Me refiero a The Jewel of the Crown.

La ironía es que esta miniserie, de la que tengo mucho que decir, fue el canto del cisne para ese programa de la PBS. Hasta Downton Abbey en el 2010, ese espacio dominical se dedicaría a adaptaciones literarias sin gran importancia. Una razón es que ya en Los 80, la televisión inglesa se caracterizaba por series policiales que habían reemplazado a las de espionaje y que en USA eran presentadas en un espacio diferente al del Masterpiece Theatre.

Los Misterios de Mystery

Mystery! con su particular introducción de dibujos animados y presentada por Dame Diana Rigg,  había iniciado,  en 1981,  en las noches sabatinas de la PBS. Sin embargo, su primer mega éxito no fue un misterio detectivesco sino la biopia de un impresionante espía. Ya la BBC se había anotado un par de goles al convencer a Sir Alec Guinness de entrar en el mundo de la televisión, dando vida a Smiley, el super espía de las novelas de John Le Carre. Tinker, Tailor Soldier Spy y Smiley’s People le ameritaron BAFTAS al intérprete de Obi Ben-Kenobi, pero no merecieron entrar en el exclusivo mundo del Masterpiece Theatre siendo presentadas en otros horarios por la PBS.



Por eso resultó curioso que fuese Mystery la que ofreciese Reilly, Ace of Spies en 1983, pero es que esta biopia de uno de los espías más famosos de la historia lo merecía. Aun antes de Parque Jurásico, Sir Sam Neill se estaba haciendo de un nombre en el cine australiano y en Hollywood. Era su segunda aparición en la televisión británica después de crear el mejor Brian de Bois Gilbert que he visto en Ivanhoe (1981).



Reilly estaba filmada con una escenografía y un tecnicolor digno de pantalla grande. Tenía lugar en diferentes partes del mundo para centrarse al final en la recién nacida Unión Soviética y cubría un espacio cronológico desde 1901 hasta 1925 en que Sídney Reilly es ejecutado por la OGPU. No sigo porque prefiero que lean la nota que hice sobre la serie.



Sin ser tan épica como Reilly, pero igualmente vistosa y bien actuada, fue The Casebook of Sherlock Holmes que inició en Mystery en 1983. Ya sé que para las generaciones más jóvenes, Sherlock luce como Robert Downey o mi Zarigüeya Cumberbacht (tal como la generación de mi padre se lo imaginaba con el rostro de Basil Rathbone o el de Peter Cushing), pero para mí no hay mejor Holmes que Jeremy Brett que lo interpretaría desde 1983 hasta su muerte una década más tarde.



Mystery no solo presentaría a la creación de Sir Arthur Conan Doyle. A partir de 1984,  comenzó a serializar los misterios de Miss Marple y en 1989, llegó a las pantallas Sir David Suchet a interpretar a Hercule Poirot.  Estas adaptaciones de la obra de Dame Agatha Christie eran más caras, ya que tenían lugar en espacios exóticos y servían para hacer famosos a muchos actores. Ni parecidas a las basuras que ha hecho Britbox en los últimos años.

Otra exitosa adaptación fue la serie del Inspector Morse, basada en los libros de Colin Dexter, y que inició en Mystery en 1987. Aunque en tiempos modernos, la belleza de Oxford daba un toque novedoso a esta historia de un gruñón policía con muy buen ojo para descifrar crímenes. El éxito de Morse trajo un spin off, Lewis, y en este siglo la maravillosa Endeavour, una de las últimas producciones decentes de la BBC.



Recordando el Imperio

Y hemos llegado a 1984, el año de La Joya de la Corona, la última miniserie épica de la televisión británica y su última producción (antes de Downton Abbey y esta era una serie) en capturar la imaginación de espectadores en todo el mundo. Sobre su puesto en la ola de la “ Indomanía”  que afectaría la cultura popular británica de Los 80 , hablaré en otra nota. Aquí me limito a decir que fue un curso acelerado de la historia del Raj Británico en los años que llevaron a la independencia de la India.

Esta adaptación del Raj Quartet de Paul Scott tenía lugar en diferentes locaciones de la India y narraba la odisea de docenas de personajes de todas las nacionalidades y colores, destacando el conflicto entre dos hombres: el superintendente de policía, Ronald Merrick (Tim Pigott Smith) y el joven anglo-indio Hari Kumar (Art Malik). Ninguno de los dos entendía la cultura india, ambos la detestaban y,  de alguna manera,  pasaban a ser víctimas de ella.



Aunque Hari desaparece en los primeros capítulos, encerrado en una cárcel purgando un crimen que no cometió, su presencia y recuerdo reaparecen esporádicamente como recordatorio de las injusticias del Raj y de los peligros de sentirse europeo en una civilización incomprensible para la mentalidad occidental. The Jewel in the Crown no sería el único recordatorio del imperialismo colonial en la televisión de ese entonces.



En 1981, Masterpiece Theatre nos presentaba una adaptación de The Flame Trees of Thika de Elspeth Huxley. Estas eran las memorias de Huxley de su infancia y adolescencia en Kenia antes de la Gran Guerra. The Flame Trees, abrió la puerta para otra manía impuesta por la ficción inglesa, un renovado interés en esta ex colonia británica. Aunque la “keniomania”  se destacó más en el cine y no volvería a la televisión hasta Heat of the Sun (1997), había en el zeitgeist un renovado interés, levemente nostálgico, por un imperio perdido.

Por algo en 1981, debutaba Tenko, un crudo retrato del cautiverio de europeas a manos de los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Basada en la compilación de experiencias reales hecha por Lavinia Warner, Women Behind Barbed Wire, esta coproducción anglo-australiana iba más allá que hasta donde llegaría Paradise Road de Bruce Beresford que tocaría el mismo tema. Tenko duró tres temporadas, más un capítulo de reunión de las sobrevivientes que duró dos horas. Se convirtió a la trama en una novela y el 2012 se publicó un libro sobre la creación del programa. Increíble que esta emotiva serie no se encuentre en ninguna plataforma.



Una novedad era que en los primeros capítulos de la serie cubrían la vida de europeos en Singapur, otro gran bastión del Imperio Británico.  Algo no visto sino hasta la penosa adaptación de The Singapore Grip, de J. G. Farrell, tan mala que ninguna plataforma, ni la PBS, han querido comprarla.

Tenko sería el inicio de una obsesiva creación de historias sobre la Segunda Guerra Mundial en la televisión angloparlante de los 80. La contribución británica seria anual. En 1982 tendremos la casi olvidada We’ll Meet Again, sobre la presencia e influencia de soldados americanos en una villa inglesa.1984 nos traería La joya de la corona que retrata la vida cotidiana en la India durante el conflicto, aparte de incluir un episodio sobre las batallas en la frontera birmana (Arrakan) para impedir la invasión japonesa .

Menos grandiosa fue la coproducción anglo-americana Jenny’s War de 1985. Basada en la novela de Jack Stoneley, tenía a Dyann Cannon como una americana, divorciada de un alemán y madre de un piloto (un jovencísimo Hugh Grant) de la Real Fuerza Aérea. Cuando el avión de su hijo es derribado en territorio alemán, Jenny gasta toda su energía hasta que la OSS la contrata y entrena como agente secreta.



Es enviada a Alemania donde se infiltra en un stalag donde está el hijo, y permanece ahí disfrazada de hombre. La situación es tan absurda (tal como su escape) que llega a ser risible. Solo la vi porque Christopher Cazenovemi chongo de entonces interpretaba a un oficial inglés prisionero.



1987 vio hasta Mystery involucrarse en la Segunda Guerra Mundial. En la adaptación de The Charmer de Patrick Hamilton,  el psicópata asesino serial (Nigel Havers) utiliza el Blitz para matar a un oficial de la RAF y adoptar su personalidad, lo que le permite seguir seduciendo y explotando mujeres. Sin embargo, la gran serie sobre el conflicto llegó a América vía Masterpiece Theatre y nos presentó una pareja de actores, entonces desconocidos, llamados Kenneth Branagh y Emma Thompson.



Basada en La Trilogía de Los Balcanes de Olivia Manning, Fortunes of War describía las andanzas de un profesor de idiomas (Sir Kenneth) y de su devota esposa (Dame Emma), entre 1939 y 1942,  por Rumania, Grecia y el Medio Oriente y Egipto . Aunque novedosa y llena de personajes curiosos, la serie (que recibió dos BAFTAS) no tuvo la celebridad de las miniseries de la BBC, me refiero a las de esa magnitud.



La televisión inglesa no escarmentaba. En 1988 produjo Wish Me Luck, una competente narración sobre agentes de OSS infiltrados en la Francia Ocupada. También adaptaron la novela de Derek Robinson,  Piece of Cake sobe un escuadrón de la RAF durante la Batalla de Inglaterra. Masterpiece Theatre tuvo a Elizabeth Hurleyentonces considerada la mujer más bella de Inglaterra en Christabel.



Inspirada en la biografía de Christabel Bielenberg, sobrina de los magnates mediáticos Lord Northclieff y Lord Rothmere, cuenta como ella abandona la alta sociedad londinense en Los 30 para hacerse ciudadana del Tercer Reich al casarse con el abogado Peter Bielenberg (Stephen “Stannis” Dillane). La serie describe el shock cultural de Christabel y como ella y su marido se desilusionan con los nazis y se incorporan a grupos de resistentes al régimen.



En 1989 se redujo la producción de miniseries bélicas contentándose con la adaptación de The Ginger Tree escrita por Oswald Wynd. Esta triste historia de una esposa militar inglesa que es seducida por un noble japones durante la guerra ruso-japonesa y que decide seguirlo hasta el Japón al quedar embarazada, tenía la novedad de cubrir varias décadas de historia japonesa acabando cuando la protagonista retorna a Inglaterra en 1942. A pesar de que en las últimas décadas nos han traído ejemplos de series y miniseries bélicas del Reino Unido, ninguna ha superado los esfuerzos de otros países sean la trilogía de Hanks-Spielberg o series europeas.



Los 80 fueron la cúspide y canto de cisne de la televisión británica. No solo la BBC y la ITV no han podido recuperar su sitial, además han caído en franca decadencia. A pesar del fenómeno Downton Abbey y del fandom seguidor de series detectivescas inglesas, las dichas producciones no se pueden igualar al impacto que esas tres décadas de programas británicos tuvieron sobre la historia de la televisión mundial.

 

 

jueves, 24 de octubre de 2024

El Héroe Contrarrevolucionario: Pimpinela Escarlata

 


Elegí de toda la ficción sobre la Revolución Francesa esta, que hoy llamaríamos, franquicia de la Baronesa Orczy, por ser una de las obras más populares sobre el tema y que ha trascendido la literatura popular para pasar al cine y la televisión. Aparte de crear tropos literarios, es un fiel retrato del Terror y de sus fallas.

La Baronesa-Escritora

Emma “Emmuska” Orczy nació en el imperio Austro-húngaro. Su padre el Barón Orczy era un patrón de la música clásica, su madre pertenecía la antigua nobleza magyar. Los Orczy eran millonarios, dueños de tierras y fábricas, pero las violentas revueltas que azotaron Hungría durante el Siglo XIX, hicieron que la familia se exiliase primero en Bruselas y luego en Paris, donde Emmuska estudió música.

                                                  Emmuska cuando nina

Finalmente, la familia se instaló en Inglaterra, La joven baronesa estudió arte y en una escuela de pintura conoció a Henry Montague Barstow con quien se casaría en 1897. Aunque fue un matrimonio feliz, en sus inicios les faltaba el dinero. Para ayudar a mantener su casa y a su hijito John Montague,  Emmuska comenzó a trabajar como ilustradora y editora para pasar a escribir cuentos cortos que publicaba en revistas. Eligió un género poco común para una mujer, el relato de misterio. De hecho, en 1910, la Baronesa Orczy crearía a la primera mujer detective de ficción con “Lady Molly of Scotland Yard”.



En 1905, se les ocurrió a Emmuska y a su esposo dramatizar un cuento de ella para ponerlo en escena. Esta pieza sería el inicio de una franquicia que gira sobre él enigmático Pimpinela Escarlata, un inglés que se dedica a rescatar aristócratas condenados a la guillotina. La obra fue un exitazo y estuvo cuatro años en cartelera.

Fue entonces que la Baronesa concibió la idea de extender el cuento y convertirlo en una serie de novelas que alcanzarían, con la llegada del cine, el nivel de franquicia. Para crear a Sir Percy Blakeney, Emmuska se inspiró en El Caballero de la Casa Roja―un personaje real― quien también enviaba mensajes secretos a María Antonieta escondidos en una flor, y en convencionalismos de otras obras sobre la Revolución.

La Baronesa Orczy era una mujer conservadora que creía en un sistema monárquico, militarista e imperialista. El advenimiento de la Unión Soviética la haría intensamente anticomunista. La saga de Pimpinela Escarlata,  escrita entre 1905 y 1940, refleja los valores de la autora, su rechazo por la Revolución y por quienes la sirven.



Nace el Héroe de Dos Caras

Su protagonista, Sir Percy, es un aristócrata, cercano al Príncipe de Gales. Su círculo de ayudantes incluye nobles ingleses que no solo rescatan a sus congéneres franceses,  también, en El Dorado,  intentan salvar al pequeño Delfín. En suma, desprecian la República, creen en monarquías parlamentarias, y consideran a los revolucionarios una turba de individuos violentos y sanguinarios.

La Baronesa escribiría más aventuras de Sir Percy y también de sus seguidores en la liga de rescatistas. Llegó incluso a escribir precuelas sobre un antepasado de Sir Percy que también sería héroe justiciero en días de Cromwell.  





Gran parte del éxito de los libros tenía que ver con algo que era novedad entonces: el héroe con doble identidad. Por primera vez el público se encontraba ante un individuo débil, fatuo,  frívolo, casi afeminado y más preocupado de su vestuario que de las realidades del mundo. Solo el lector sabía que esa personalidad era una máscara para esconder al arriesgado y justiciero salvador de vidas.

Sin Pimpinela Escarlata no existirían los héroes de comic como Clark Kent, Bruce Wayne y Peter Parker cuyas naturalezas grises e inocuas desaparecen una vez que se ponen la capa y máscara de Superman, Batman y El Hombre Araña. Quien es definitivamente un emulo de Sir Percy es Don Diego de La Vega, alias El Zorro. Fue esta fórmula la que convertiría a Emmuska en millonaria. Se compró una villa en Mónaco donde pasó la Segunda Guerra Mundial y donde murió su esposo.



Leslie Howard: Pimpinela en Pantalla

Antes de su fallecimiento, La Baronesa alcanzó a ver a su héroe navegar por la pantalla de plata. Las primeras adaptaciones de Pimpinela Escarlata fueron en el cine silente, pero la más recordada y reconocida es la de 1934. Es un producto de los Korda, y Alexander Korda lo usó como vehículo para resaltar la belleza eurasiana de su protegida (más adelante, esposa) Merle Oberon en el rol de Lady Marguerite Blakeney.



El rol principal recayó en Leslie Howard quien ya se había hecho de un nombre en el cine de Hollywood. La producción es majestuosa, típica de Los Korda. No se había implantado todavía el cine a colores, pero aun en blanco y negro se nota que es una producción de lujo. Muchas tomas de exteriores y de edificios reales, interiores amplios, de techos altos, mobiliario elegante y vestuario adecuado.

El problema es la dirección que todavía debe mucho al cine mudo. Tiene diálogos y posturas estáticas, exceso de close ups, y es un poco lenta. Comenzamos con unos ejercicios militares en el patio de un palacio. Algo innecesario, de ahí vemos que son observados por el Príncipe de Gales quien comenta con un amigo la terrible situación de Francia donde están guillotinando a todo el mundo. Se lamenta que Inglaterra no puede hacer nada por ayudarlos, para luego pasar al tema del misterioso Pimpinela Escarlata que si anda rescatando nobles (los “aristos”) encarcelados. Solo se sabe de este héroe que es inglés y de noble cuna.



Pasamos a Francia, una vieja detiene su carretela ante una banda de sans-culottes. Cuando intentan ver que lleva en el vehículo, la vieja les alerta de que lleva apestados. Los soldados se retiran. Más adelante, en el camino, la vieja se quita la peluca. Es Sir Percy, los apestados son la Condesa de Fontenay y su hija y los soldados que llegan son La Liga del Pimpinela Escarlata. Así nos presentan al héroe.

Ya en Inglaterra vemos a Sir Percy jugar a ser el bufón de la corte, mostrarse displicente con el pintor Romney,  y tratar con burlona indiferencia a su esposa. Recién me enteré que el futuro Ashley Wilkes y la futura Lady Korda fueron amantes durante el rodaje de esta película, eso se manifiesta en la química, aun cuando distanciados, que emiten los protagonistas.



De Francia, llega a Londres, Armand de St. Just, hermano de Marguerite. Se sorprende al ver que la pareja no se lleva bien. A solas, su cuñado le explica las razones. No ha dejado de amar a Marguerite, pero el día de su boda descubrió que ella delató al Marqués de St. Cyr. Cuando la enfrentó, Lady Blakeney aceptó su culpa, pero no ofreció motivos para explicar por qué envió a toda La Familia St. Cyr a la guillotina.

Armand se marcha de regreso a París, pero de allá llega otro invitado. Chauvelin (Raymond Massey) es un miembro del Comité de Salud Pública, él fue quien arrestó a Los St. Cyr y considera a Marguerite su cómplice. Robespierre lo ha nombrado agregado de la embajada francesa en Londres. La idea es que Chauvelin se infiltre en la alta sociedad inglesa y descubra la identidad del elusivo Pimpinela.

Antes de partir, Chauvelin hace arrestar a Armand. En Londres se presenta ante Marguerite y le exige que lo ayude a encontrar a Pimpinela a menos que quiera que su hermano pierda la cabeza. La desesperada Marguerite recurre a su marido y le cuenta su verdadera historia.



  Cuando era joven tuvo un romance con el hijo de St. Cyr. Para separarlos, el Marqués la envió a una prisión para prostitutas. Años después, ya llegada la Revolución y convertida en actriz, Marguerite descubrió un complot entre St. Cyr y el Barón de Batz, un diplomático austriaco, para rescatar a la Familia Real. Sé lo hizo saber a Chauvelin sin imaginarse que toda la familia St. Cyr seria ejecutada. Aunque Percy comprende a su esposa, le dice que no puede hacer nada por ella. El rescate de Armand queda en manos de Pimpinela Escarlata. Si quieren saber el resto, esta con subtítulos en castellano en MAX.

Leslie Howard: Pimpinela en la Vida Real

El éxito de esta versión traería otros filmes ingleses basados en la singular creación de la Baronesa Orczy, tristemente ninguno tuvo mucho arrastre en taquilla. Diferente fue el caso de Pimpernel Smith que Leslie Howard, produjo y dirigió y protagonizó en 1941. Con mucha cautela para que Emmuska (entonces atrapada en Mónaco) no los demandase, la trama sabe utilizar la imagen de Pimpinela Escarlata, para construir la personalidad del Profesor Smith, un tímido y despistado arqueólogo que a la cabeza de un equipo de alumnos viaja al Tercer Reich en vísperas de la invasión de Polonia.

El propósito es una investigación para explicar por qué Alemania es la cuna de la raza aria. Con ese propósito, los nazis dan amplia libertad a Smith y sus estudiantes sin sospechar que son un grupo de rescatistas que vienen a liberar prisioneros políticos de campos de concentración.



Este filme encantó a la audiencia británica y revivió el interés en este tipo de héroe justiciero. Fue uno de los favoritos de Winston Churchill y creó un aura alrededor de Leslie Howard y sus alter egos llegando a considerársele como la mejor arma de la propaganda Britania. Se cree que fue la razón por la que la Luftwaffe derribó el avión del actor sobre el Golfo de Vizcaya,  provocando su muerte.



Pimpinela Escarlata: Inspiración de Rescatistas

Es que la idea de un héroe que salva víctimas de regímenes totalitarios estaba impulsando a muchos “pimpinelas” en ese tiempo. Ya durante la Guerra Civil se conoció como “The Spanish Pimpernel” al Capitán Edwin Christopher Lance, encargado de la Embajada Británica en Madrid que socorrió y rescató a cientos de personas en peligro de ser ejecutadas por el gobierno de la Republica.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el Reverendo Donald Caskie que desde la Francia de Vichy propició la huida de miles de aviadores, soldados y marinos aliados fue llamado “The Tartan Pimpernel”. Al heroico Varian Fry (olvídense de las inmundas calumnias de Netflix en su Trasatlantic) que rescató artistas y escritores de los nazis se le apodó El Pimpinela Americano.

A Monseñor Hugh O ‘Flaherty, otro rescatista que echaba mano de disfraces para socorrer, desde el Vaticano, a prisioneros Aliados, judíos y resistentes en la Roma ocupada por los Nazis se le conoció como “El Pimpinela del Vaticano”. La historia más interesante se refiere a Pimpinela Smith que fue prohibida en Suecia por temor a ofender a los Nazis. Aun así, La Familia Real sueca ofreció una presentación privada para amistades selectas. Entre ellas se contaba a un joven hombre de negocios, un poco playboy.

                    Gregory Peck como Monseñor O'Flaherty disfrazado de soldado alemán 

Tanto impresionó el filme a Raoul Wallenberg que decidió que él debía imitar al personaje de Leslie Howard. En 1944, logró su sueño, cuando Suecia lo envió a Hungría, acabada de ser invadida por los alemanes, en un cargo diplomático. De esa manera, Wallenberg sería un Pimpinela en Budapest rescatando cientos de judíos.

Pimpinela en la Televisión

Aun acabada la guerra, la obra de la Baronesa Orczy seguía siendo parte del mundo del entretenimiento. David Niven daría vida a Sir Percy en The Elusive Pimpernel (1948),  la última vez que el cine se interesase en el héroe. Ahora importaba su existencia en el universo televisivo. Dos veces se dramatizaron las aventuras de Pimpinela Escarlata en la pantalla chica británica y a fines de los 50, la ITV convirtió a Sir Percy en el protagonista de su propia serie. Lo mismo haría la televisión noruega en Los 60, pero para los Baby Boomers el mejor encuentro con el Pimpinela Escarlata fue el telefilme de 1982,  tan largo que califica como miniserie limitada.



Clive Donner, uno de los miembros de la New Wave británica, dirigiría estupendamente este relato de capa y espada (SPOILER hay un duelo de esgrima al final que sigue siendo icónico). Para encarnar a Sir Percy/Pimpinela se trajo a quien estaba arrasando en la televisión británica. Desde su aparición,  en smoking vomitando la ventana de Jeremy Irons en la célebre Brideshead Revisited, que Anthony Andrews había causado un impacto en la pantalla chica.

Después de haber interpretado a Sir Wilfred de Ivanhoe ese mismo año, Andrews estaba en su punto para dar vida a otro héroe literario. Para su pareja se escogió a Jane Seymour, ya en camino de convertirse en la Reina de la Miniseries. Curiosamente, el año anterior, Jane había ganado un Globo de Oro por su trabajo en Al Este del Edén y Tony uno por su interpretación de Sebastián Flyte en Brideshead Revisited. Fue una super buena elección. La química entre ambos continuaría hasta 1988 cuando volvieron a ser pareja protagónica, él cómo el Príncipe de Gales y ella como Mrs. Simpson,  The Woman He Loved.



Otro acierto fue el modo en que el actor fabricó su personaje. No le dio la elegante languidez de Lord Sebastian, pero si el sarcasmo bullente y los modales exagerados de su amigo Anthony Blanche La serie tuvo también el buen ojo de comenzarla antes del matrimonio de Percy, lo que la hizo más interesante. En un viaje al Paris que todavía no ha decapitado a su rey, Sir Percy rescata al joven Armand de St. Just a quien apalean los esbirros del Marqués de St. Cyr.



En agradecimiento, Armand presenta a Sir Percy con su hermana Marguerite de St. Just, la actriz más famosa de la Comedie Franҫaise. Marguerite está en amores con Chauvelin (Sir Ian McKellen, divertido ver a Gandalf hacer de villano), un miembro de la policía y cercano a Robespierre. En el salón de Marguerite se reúnen personas de todo tipo incluyendo el Barón de Batz, un diplomático austriaco. La actriz intercepta una carta del Marqués de St. Cyr al Barón y descubre una conspiración para rescatar al pequeño Delfín que es prisionero del siniestro zapatero Simón.

Marguerite muestra la carta a su amante, pero le pide que no haga nada ya que sabe el castigo que espera a todos los St. Cyr.  Chauvelin rompe su promesa al saber que la actriz prefiere la compañía del petimetre ingles antes que la suya. Sir Percy, que ha venido a Francia a rescatar a “aristos” , aprovecha su cortejo para cumplir su misión. Aunque utiliza a Marguerite, se enamora de ella y le pide matrimonio, pero el mismo día de su boda descubre que la nueva Lady Blakeney ha sido culpable del ajusticiamiento de toda la Familia St. Cyr.



La pobre Marguerite, no entiende el cambio de su marido que desde la luna de miel es frio y sarcástico al tratarla. En Francia, Armand consigue empleo con el Comité de Salud Pública donde labora su ex cuñado Chauvelin. Se desata el Reino del Terror. Armand comienza a desilusionarse con sus ideales. Robespierre (que por alguna razón anda sin peluca) exige de Chauvelin que atrape a Pimpinela Escarlata que sigue haciendo de las suyas.

Chauvelin arresta a Armand, parte a Inglaterra y chantajea a Marguerite. La serie sigue las pautas del libro, Marguerite y Chauvelin llegan a la misma conclusión: Percy es Pimpinela. Chauvelin parte a Francia a arrestarlo y Marguerite lo sigue para salvar el marido. La razón por la cual el filme es tan largo es porque juntaron dos relatos de la colección. A partir de la llegada de Los Blakeney a suelo galo, se involucran en un plan para rescatar al Delfín. Este plan es la trama de Eldorado, otro relato de la serie de Pimpinela Escarlata.



¿Por Qué esta Miniserie fue un Fracaso?

Para muchos fans de la franquicia este telefilme sería el cierre de las adaptaciones de la obra de La Baronesa Orczy, pero en 1999 a la BBC se le ocurrió versionarla en formato de serie y no les fue bien. Estoy viéndola ahora en Tubi y no la encuentro tan terrible, a pesar de que su elenco no es tan llamativo como en las anteriores.

A mí me gusta mucho Richard E. Grant, pero en roles cómicos y de villano. A pesar de que destila un exquisito sarcasmo y sabe manejar sus escenas de acción, no es la imagen que los lectores tenían del gallardo rescatista. Elizabeth Mc Govern se ve un poco vieja y no tan glamorosa como otras actrices que encarnaron a Marguerite St. Just. A lo mejor por eso no apareció en la segunda temporada. Quien está soberbio es Martin Shaw como Chauvelin. El futuro Inspector George  Gently es mi Chauvelin favorito.



Hecha en los albores de un nuevo milenio, la serie sufre de la oscuridad brumosa que afligirá al period piece del Siglo XXI. Sin embargo, la serie presenta algunas novedades provechosas. Una es que inicia con el motivo por el que Los St. Just odian a Los St. Cyr y que data de la muerte de sus padres. Otra es la inclusión de una interesante villanita interpretada por Emilia Fox. Por último, nos dan un espectáculo de la sociedad durante El Terror.



Yo creo que debe existir, aunque aún no la haya encontrado, algún tratado sobre la vida social en el Paris Revolucionario. Sé por ejemplo que había un tipo de tribu urbana de adolescentes , hijos de personas guillotinadas,  que al vivir en la orfandad se juntaron y crearon una especie de contracultura. Una de sus costumbres era unas soirees “de luto”  tipo “Bailes del fin del mundo” del1999, en los que se bailaba (y me imagino harían otras cosas) desenfrenadamente para no pensar en el mañana.

Esta serie nos muestra uno, al igual que las modas. Las chicas de estos grupos estilaban lazos alrededor del cuello de terciopelo negro indicando el lugar donde caería la cuchilla de la máquina del D. Guillotin. Minette (Emilia Fox) luce un peinado a la victime. Un corte de cabello que simulaba al que el verdugo imponía a las mujeres que iban a ser guillotinadas.

                                 Peinado "a la víctima"

Una lástima que la serie no fuese un éxito, pero aparte de los protagonistas creo que el otro problema fue que el tema puede haber incomodado a la progresía del Tercer Milenio. Últimamente, Pimpinela Escarlata,  sigue gustando en sociedades tradicionales como el Japón donde el 2016 se la ha convertido en  musical o medios tradicionales como la radio donde James Purefoy (en 2017) prestó su voz para una versión radiofónica de la saga de La Baronesa  Orczy.

La pregunta persiste: ¿ una obra tan famosa y exitosa puede ser adaptada de acuerdo a las sensibilidades modernas? ¿Quisieran ver una nueva versión de Scarlet Pimpernel en pantalla?