Por triste que
parezca, Lo Mejor debe ser seguido por Lo Peor. El 2018 no escatimó en malos y
amargos momentos en lo que se refiere a actuaciones, adaptaciones y guines de dramas
de época. Algunas eran barbaridades anunciadas, precedidas por novelas
incomodas como The Alienist, La Catedral del Mar y The Little Drummer Girl, pero otras series
comenzaron muy bien y acabaron en desastres.
Este intento de
combinar un escenario de época con sensibilidades modernas y (peor aún)
oportunistas recreaciones de tragedias del Siglo XXI en un marco de la Sevilla
de 1920, les quedó a RTVE en un producto ofensivamente petardista.
Todos los amigos del period piece nos sentimos estafados con una visión tan falsa del
mundo andaluz de la ‘época y con personajes femeninos que parecían trompeteras
del “Me Too”. Eso en un tiempo en que las mujeres, incluso las promotoras del feminismo
no hubiesen osado pensar, actuar o expresar disparates como los que ofreció la
trama. El hecho de que ni en España tuvo éxito es ya muy significativo. Y aun as'i la han renovado.
No culpo a John
Le Crre, que es socialista y anti sionista. Aparte que ha dicho que basó el
personaje en su hermana, otra ingenua en lo que se refiere a política. En el pésimo
filme de los 80, la gran Diane Keaton interpretó a Charlie como una bobita lanza-mensajes
panfletarios, pero había algo genuinamente lastimero en ella.
Florence Pugh convirtió al personaje en una
mocosa insoportable, malcriada y con cara de malas pulgas. Sus discursos hedían
a egolatría y arrogancia. Nunca pareció realmente ser simpatizante de ninguna
causa. Además de ser una mentirosa compulsiva, resultó no ser buena actriz. No
puedo creer que en la Mossad estuvieran tan necesitados como para contratarla.
Por segundo año
consecutivo Albert (Tom Hughes) gana un premio por Odioso del Año. ¿Qué puedo
decir si ya en el primer episodio de la segunda temporada le dijo “estúpida” a
su mujer? Su confabulación con los
ministros y sus intentos por reprimir el poco poder de Vicky los excuso como
compresibles en un hombre de su época, y que como príncipe se veía ninguneado,
pero su crueldad es inexplicable.
Sus esfuerzos por
separar a Victoria de gente que ella amaba como la Baronesa Lehzen o la
ahijadita negra fueron casi tan insensibles como su falta de interés por la
pobre Irlanda muriendo de la inanición. Victoria lo apoyó cuando él supo la
verdad de sus orígenes, y sin embargo, Alberto se puso del lado de la suegra en
contra de su esposa. ¿Dónde se ha visto? Y esa obsesión con recordar una
familia feliz que, como le señaló su hermano, nunca existió, trocaba los
esfuerzos de Alberto por crear la perfecta familia alemana en patéticos y
risibles.
Yo sé que el
concepto de belleza es relativo, pero de todas las actrices que han
interpretado a Jo March, Maya es la memos agraciada. Noten que hablar de
“gracia” no se refiere ni a sus curvas ni a sus facciones sino a la verdadera
belleza. La hija de Uma Thurman carece de carisma y no irradia simpatía como su
madre.
Lo que no es
culpa de la actriz es que, en esta pésima adaptación, la hayan traído vestida
de payasa-pordiosera. Sin embargo, yo creo que una buena actriz hubiese
superado todas esas fallas y logrado proyectar algo positivo con un personaje
tan enjundioso como el alter-ego de Louisa May Alcott. Esta Jo parecía militar
en partidos que el personaje nunca apoyo, y terminó sonando panfletista.
A mí nunca me molestó
el intérprete de Bjorn. Tal vez porque nunca tuvo mucho que hacer, o cuando lo
tuvo (vengar la muerte del padre, su viaje al Magreb) no lo hizo mal, pero a
medida que la serie se deteriora y vamos perdiendo personajes o porque mueren o
porque aburren, la poca pericia actoral de Ludwig comienza a notarse.
Donde más se percibió fue en su encuentro con
Papi Rollo y con su "hermano" Magnus, pero ha ido en crescendo, sobre todo en el modo en que sus
parlamentos se desparraman en tono átono, o el modo en que ataca a la gente al
dirigirse a ella pinchándolos con su frente que cada vez está más hinchada lo
que ha hecho a mi hermano apodarlo “El Delfín”.
La diferencia es
que sos peces son simpáticos o inteligentes. En cambio, el pobre Bjorn se ha convertido
en un ente estólido, una especie de bisonte siempre embistiendo al mundo, y eso
no lo puede remediar el actor. ¿Y
qué onda con que se acueste con todas? Ni
que fuera tan bonito.
Es increíble imaginarse a un hombre tan lindo como
Alex Skarsgard careciendo de química con una compañera, pero así ocurrió en
esta deplorable adaptación de la novela de Le Carré. Desde las comedias de Rock
Hudson-Doris Day que se ha considerado erótico tener a la pareja protagónica siempre
de la greña, pero una esperaría que ese cliché se superase rápidamente en una
historia que no es comedia romántica.
Sin embargo, a través
de los seis capítulos vimos a una Pugh hinchando los carillos con furia mal
contenida y quejándose cada vez que abría la boca. No se vio muy sexy, en
cuanto a Alex, el personaje de Becker era demasiado enigmático. Tomó mucho
tiempo descubrir su pasado, lo que hizo que muchos telespectadores cambiaran de
canal antes de tal revelación.
Fue una decisión
caprichosa de parte del equipo de “The Terror” la de no seguir el libro en lo que
respecta a Silna, apodada por los ingleses “La Dama Silencio”, la protagonista
femenina del cuento. La obra se enfocó en los marinos y sus oficiales, por lo
que no hubo mayor critica de que Silna, la niña esquimal sin lengua del libro
pasara a ser un personaje secundario incluso terciario. Sin embargo, al llegar
al final, los guionistas entraron en pánico al descubrir que el desdibujarla
impedía un final coherente.
¿Cómo explicar
muchas cosas que el Capitán Crozier, en la crónica de Dan Simmons, sabe gracias
a las visitas astrales de Silna? Borrar
la historia de amor entre ambos obligó a los escritores a borrar las cualidades
paranormales de Crozier. El resultado fue ese final tan extraño y lleno de
dudas. (¿cómo es que Hickey sabía que el monstruoso Tuunbaq requería de una
ofenda de lenguas?)
Si tildé de caprichosos a los motivos para no
seguir la trama original es que la productora (Y tenían que mandar una mujer
delante para decir burradas) expresó que su deseo era dar mayor agencia a la
Dama Silencio, que ahora era muy parlanchina. Veamos en que consiste esta
agencia.
En el libro,
Silna es una joven Inuit que, al ser asesinado su padre, se convierte en la
guardiana del Tuunbaq, un monstruoso oso polar. Al entrar en contacto con los
miembros de la Expedición Franklin, Silna reconoce en Crozier al hombre que los
dioses le tienen predestinado de pareja y que compartirá su misión chamánica.
A pesar de que
Silna es genuinamente muda—sacrificó su lengua para poder mantener
contacto con el oso— en visitas astrales si se comunica con su futuro
marido, al que rescata al final (y no de esa situación tan rebuscada en que lo
encuentra en la serie. En el libro, el capitán no pierde ninguna mano). Es ella
quien enseña a Crozier a sobrevivir en la tundra, y ambos conforman una familia
que vive entre el poblado esquimal y los yermos helados donde habitan los
espíritus. De esa manera se convierten en chamanes y protectores de los inuit.
En el libro ella no protege al Tuunback. Ella lo controla.
En la serie, Silna es un personaje enigmático,
al que los marineros temen—creen que es bruja— o desean. Eventualmente
amputa la mano de Crozier y lo rescata, pero su propia gente la repudia por
haber dejado morir al Tuunbaq y es desterrada a los hielos a morir de inanición.
¿A eso lo llaman agencia? En el libro su
poder chamánico nunca es cuestionado por los Inuit ya que, al revés de la
serie, Silna no le teme a su deber solo busca un compañero que la ayude.
Lo que pasa es
que la producción cayó en un humor tipo “Club de Toby’ y decidió que ho había
espacio para romance en este cuento de machos. Además, de acuerdo a su
sensibilidad moderna, les pareció repugnante que Jared Harris (que se ve casi sesentón)
tuviera amores con una veinteañera. En eso están dando la razón a los lectores
de Simmons que odian con ferocidad la inclusión del romance. Incluso en las threads en Reddit algunos exigen que no
se hable de “shippings” y acusan a los que ven connotaciones románticas en la
amistad Goodsir-Silna de “ser muy jóvenes”. Reitero, fuimos invadidos por el
Club de Toby y eso afeó el final de una magnifica serie.
Entiendo que se
odie a Madame de Maintenon, un personaje que confunde a historiadores y que en
nuestra época representa lo más deleznable, una fanática religiosa. Es
comprensible que la coloquen en el rol de villana como lo ha hecho “Versalles”,
pero lo hecho con Philippe es inexplicable.
El año pasado, el
Duque de Orleans ganó en mis ternas de héroe y de pareja (o trio) romántica,
pero en la tercera temporada los nuevos escritores, al parecer, no sabían cómo
era el personaje encarnado por Alexander Vlahos. No solo lo hicieron renunciar
a su condición homosexual y repudiar a su gran amor el Chevalier de Lorraine,
además lo desligaron de su mujer, y amiga, Lieselotte.
Nos lo tuvieron
por casi toda la temporada convertido en detective investigando el misterio del
Hombre de la Máscara de Hierro. Muy interesante, pero parecía historia aparte.
Era como si el mundo de Versalles no tocará a Philippe, tan obsesionado con un
secreto cuya resolución fue anticlimática.
Para colmo,
Philippe que no estaba interesado en la lucha entre Maintenon y su Duquesa que
acabó con la separación de la ultima de su hijo, ni sabía que tenía una hija de
su primer matrimonio. Y diez minutos después que se la presentaban ya le estaba
cayendo a golpes a la niña. La excusa es que el Duque estaba traumatizado por
sus experiencias en el campo de batalla. Primero que ese aspecto de la psiquis
del príncipe fue muy mal explorado. Segundo, en la Era MeToo esa excusa ya no
vale.
Y luego al final
(un final grotesco donde no se entiende nada) Philippe anuncia a su mujer y a
Chevalier que ha vuelto a ser el mismo. “Soy solo Philippe”. Y todos contentos.
¿Que nos toman por tontos a los “versallescos”?
Este galardón va más
allá de las anacrónicas minifaldas. El vestuario que luce Charlie (Florence
Pugh) es chillón, fuera de época y francamente feo. La tienen o con mini o con
maxi, estilos que ya no se usaban en el ’79, pero incluso con una midi, la hechura
no parece de entonces.
Por otro lado, el
director Pak Chan Wook se ha ufanado en que ha vestido a Charlie de colores
vibrantes. Efectivamente cuando no lleva medio cuerpo enfundado de negro anda
con maxis amarillo pollito o verde lima o con buzos azul prusiano. Esas tenidas
son un puño en el ojo, pero no eran colores de fin de los 70 cuando la onda
disco, se fusionaba con la country y la retro, y el énfasis era en negro,
blanco o tonos pasteles.
Para ser justa,
decidí seguir el primer paso obligado de los encargados del vestuario. Hice un
Google con los términos “fashion” y “1979”. El resultado no muestra ni minis ni
maxis, con la excepción de páginas específicamente rotuladas “fashion
1970-1979”. ¿Sera que los investigadores enviados fueron tan perezoso o
ignorantes que eligieron cualquier estilo entre esos años? Porque ese vestuario recuerda el de a fines
de los 60 o comienzos de los 70.
Mi incomodidad no
es la de una fashion-purist sino la
de una persona que teme que, si algo tan simple de cotejar como la moda es ya
tergiversado, entonces la visión histórica del argumento (léase conflicto árabe-israelí)
será igualmente tergiversada.
¿Cuál fue el peor
drama de época del 2018 y por qué?
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