Dan Keane de Los Muchachos de Jo no es el único
ejemplo en la obra de Louisa May Alcott, de
un individuo de piel oscura visto como símbolo sexual. Desde el esclavo birracial Bob
de “My Contraband”, hasta el tío Alec de Ocho
Primos, hay un elogio a la perfección física masculina que va asociado a la
piel morena. Incluso Laurie es descrito como poseyendo el cabello oscuro y la
belleza bruna del pueblo mediterráneo. ¿Pero de donde salió este arquetipo de Louisa
May?
Ya mencioné que
al trazar a Dan y a Bess, Alcott describe minuciosamente la belleza física de
sus personajes, pero en el caso de Dan llega a erotizarlo. Eso es patente en la
escena en que Nan lo hace modelar su cuerpo para que los otros chicos de
Plumfield vean” lo que es un hombre”. Además de crear envidias y rivalidades,
la doctorcita, con la excusa de ofrecer una lección de anatomía, pellizca,
manosea y casi babea, sobre los músculos de su modelo.
“―No creo que te costara romperlos porque debes
tener una fuerza colosal. ¿Permites que te toque el brazo? A ver… ¿No decía yo?
¡Eso son bíceps! ¡Mirad, mirad, muchachos, qué dureza y qué desarrollo!”
La descripción
del cuerpo de Dan me trajo a la memoria otros textos de Alcott. Hace unos años,
cuando, en un círculo de lectura, leímos
Ocho Primos noté que la descripción
del tío Alec Campbell era casi de novela rosa.
Un hombre moreno, vivaz, de chaqueta azul y
sin sombrero en la cabeza de cabello rizado, que sacudía de vez en cuando como
un perro de aguas; de hombros anchos, movimiento inquieto y un aire general de
fuerza …
Olvidándose que
se supone que debemos verlo a través de la mirada infantil de su
sobrina-pupila, la autora se entromete y nos describe la fortaleza cuerpo del médico
naval quien trepa por columnas y entra por ventanas como El Zorro.
Alec es un
torbellino en el mundo femenino y ordenado de Rose Campbell. Es un hombre de
acción vehemente y casi violento. Arroja por la ventana las medicinas de Rose,
riega las plantas con el café del desayuno y viene a transformar la vida de su sobrina
como si fuera su pareja. El decidirá como medicarla y como debe vestirse. Tal como Dan, Alec se siente fuera de lugar en
el mundo civilizado compuesto por sus cuñadas y sus tías. Es un objeto exótico
y como tal deseable.
El Esclavo como Símbolo Sexual
Aunque Tío Alec
es blanco, se nos enfatiza que su piel esta curtida por el sol (“azul y castaño”
lo describen sus sobrinos) y cae dentro de ese estereotipo alcottiano del
salvaje de piel oscura. Mas descriptiva y especifica es esa imagen en el relato
“My Contraband” que Louisa incluirá en su segunda edición de Hospital Sketches. “Contrabando” es como
el ejercito Yanqui llamaba a los esclavos fugitivos que conseguían cruzar las
líneas del ejército Rebelde.
Faith Dean, una
enfermera en un hospital de campaña, recibe de “regalo” un esclavo fugitivo
llamado Robert. Faith convierte a “Bob” en su ordenanza. Aunque la enfermera se
siente atraída por el esclavo, al que describe minuciosamente, también la
repele su humildad propia de un espíritu sometido a la fuerza. A Faith le han
encargado el cuidado de un herido sureño. Aunque como buena cristiana quiere
perdonar al enemigo ni ella ni Bob aguantan al enfermo.
Es fascinante
como en este breve cuento, la puritana Louisa establece un tono de violencia
sexual y describe lo erótico que puede ser un cuerpo masculino. Robert es producto
de la violencia. Es hijo del amo blanco violador. El herido es su medio
hermano "Master Ned" . De la familia paterna Bob solo conoce abuso. Lo vendieron, separandolo de su esposa Lucy quien fue violada por Ned lo que la empujó al suicidio.
.
.
Faith debe usar toda su labia para impedir que Robert mate al herido. En el proceso comienza a mirarlo como hombre,
alguien a quien puede respetar y ver como un igual. En el episodio cuando debe encerrarlo para
impedir un crimen, notamos que la pasión tras sus exhortaciones nace del miedo
de convertirse en blanco de la violencia del ex esclavo, pero también de lo
admirada que está por la sensualidad que exuda un Bob furioso.
Finalmente lo
convence y le da dinero para que huya. Intercambian cartas, Bob ahora
es soldado en el 54th de Massachussets, el famoso batallón de ex esclavos que
vimos retratado en “Glory”. Ha adoptado
el apellido de su benefactora. Ned también ha huido y se ha reintegrado
a su ejército. Ambos mueren en batalla.
Mas allá de las
ideas abolicionistas de Louisa May Alcott aquí tenemos un personaje recurrente.
Antes de Mujercitas, Louisa escribe
otro relato simplemente titulado “M.L.”, la historia del romance entre una
millonaria blanca y un musico de color. De nuevo esa necesidad de convertir al
afroamericano en un objeto sexual.
¿De dónde salió este personaje? ¿Conoció a un
“contrabando” en su experiencia como enfermera de campaña? En algún ensayo o
diario leí un recuerdo de Alcott que una vez, en su infancia, se cayó a un rio
y fue rescatada por un muchacho negro. Entremedio de su gratitud, Louisa notó
el cuerpo atlético de su benefactor, pero eso no es suficiente.
Sa sabe que Los
Alcott convirtieron su casa en una de las paradas del Underground Railroad, la
línea de rescate que debían seguir los eslavos fugados. En una ocasión entre
ellos y Thoreau, ocultaron a un fugitivo, un acto que no solo atraía oprobio de
vecinos sino también, era penado por la ley. En el Norte, aunque la esclavitud
estaba prohibida, el racismo era rampante, y aún más después de la guerra.
La carrera de
docente de Branson Alcott acabó cuando cerraron su escuela por insistir en
integrar a una pequeña afroamericana a su clase. Durante la guerra, una
enfermera se escandalizó al ver a Louisa cargar un bebé de color en brazos y la
tildó de ‘Fanática”. Para la segunda edición de Hospital Sketches, los editores le rogaron a Louisa que redujese
sus quejas sobre los Confederados y otros temas controversiales, porque
deseaban vender esa obra en el Sur.
Louisa trató
socialmente a varios afroamericanos influyentes. Se sabe que conoció a Harriet
Tubman y que Robert Douglas y su esposa eran amigos de Los Alcott.
Louisa compartió banco con Los Douglas en el funeral de Wendell Phillips y es más
que posible que en Roma haya alternado con la famosa escultora afroamericana,
Edmonia Lewis, que se movía en los círculos que Alcott frecuentaba. Sin
embargo, otra autocensura de Louisa May es no tratar personajes ‘étnicos” en su
obra.
Edmonia Lewis |
Puede escribir
sobre alemanes, o a crear un retrato un poco estereotipado del chinito Fung Shee
en Ocho Primos y Rosa en Flor, pero no incluye personajes ‘oscuros” ni nativos, ni
mediterráneos. Los protagonistas de cuentos como “An Hour” (donde relata el
romance entre un blanco y su esclava); “Mi Contrabando”, Y “ML” serán
excepciones. En sus novelas subsiguientes solo aparecerán como personajes
terciarios como Hepsey en Works y la
Tía Asia en Hombrecitos.
Lillian Randolph como la T'ia Asia en Hombrecitos |
La Fantasía del Marido Español
Durante su
enfermedad, el mercurio provocó terribles pesadillas a la escritora. Louisa nos
cuenta que se veía como bruja ahorcada por los puritanos, arrastrada por una
multitud por las calles de Baltimore, lapidada, visitando Cielo e Infierno,
adorando al Diablo y aquí viene la peor pesadilla.
Louisa sueña que está casada con un español
villano y lascivo que la acecha sin darle paz. Ella intenta huir, intenta
cerrarle la puerta, pero él entra por la ventana (como el Tío Alec), se le
aparece por los rincones. No se necesita ser siquiatra freudiano para ver las
connotaciones sexuales de este sueño. ¿Pero de donde sacaba Louisa, que no
había viajado más allá de Boston, a este personaje?
En su primer
viaje a Europa, Louisa no llega a conocer el mundo mediterráneo, pero en su
lúgubre estadía en Niza describe el hotel como lleno de huéspedes italianos,
españoles, judíos (y un nativo de las Islas Sándwich). En Mujercitas, Louisa incorpora al español de sus pesadillas en al
villano Hugo en la obra de teatro que, montan las March. En “My Contraband”
describiendo el rostro de Bob, Faith dice que tiene rasgos anglosajones y
españoles.
June Allyson disfrazada de Hugo en Mujercitas (1949) |
Acabo de notar
que la descripción física de Laurie no corresponde a la de Laddie (esta se la
otorgó la autora al violinista Nat de Hombrecitos)
Se dice que Laddie es moreno, de cabello ensortijado. Esto y su carácter rebelde,
lo ha heredado de su madre, una pianista italiana.
Cuatro años después de publicada Mujercitas, Louisa se embarca para
Europa por segunda vez. En Roma se queda casi medio año, rentando un piso de
seis habitaciones. Se puede decir que para su regreso tiene bastante
experiencia con italianos y hombres de tez tostada. En 1878 emprende su último
viaje a Europa y comenta que el hotel suizo está colmado de conspiradores
españoles (eran los días de la Primera República y de la Restauración). ¿Qué
momento de estas experiencias, inspirará a Louisa a diseñar su arquetipo del
salvaje sexy pero peligroso, de piel oscura?
En su
introducción a Alternative Alcott,
Susan Showalter nos da algunas pistas al interpretar las pesadillas de Louisa.
A pesar de que cae en la trampa de creer en teorías sobre la ambivalencia
sexual, la fijación edípica en el padre y la supuesta relación homoerótica con
Marmee (¡Oy Veh Zmir!) de la escritora, Showalter nos lleva al retrato físico de
Louisa, a su piel olivácea y cabello oscuro (heredados de Abba). Curiosamente,
aunque vemos esa belleza morena en un daguerrotipo de Louisa a sus veintitantos
años, los retratos futuros la muestran casi rubia. ¿Se teñiría el cabello?
Aparentemente,
Louisa estaba incomoda con su propio look moruno. Esto se debe a que Branson
Alcott consideraba que la gente de cabello oscuro y piel morena era
“peligrosa”. Ahora entendemos la
relación ambivalente de Louisa con pueblos de piel cetrina.
También Showalter
nos cuenta que la idea de ser apedreada por las buenas gentes de Baltimore es
un eco del recibimiento, a piedrazo limpio, que les dieron al 54th de Massachussets
cuando las tropas negras pasaron por Maryland. Louisa siempre se consideró “una
bruja”, Algo común en mujeres transgresoras y que eligen vidas alternativas. En
cuanto al satanismo es un tema que aparece en sus novelas clandestinas. Tanto
la heroína de A Long Fatal Chase como
el faustiano protagonista de A Modern Mefistófeles
han pasado por un tipo de entrega de sus almas al diablo.
Louisa Drogadicta
Cuanto más leo a
Louisa May Alcott—a pesar de que hay paralelos con mi vida— me
considero afortunada. ¡Qué persona tan desdichada! La fama y la fortuna le llegaron cuando estaba
enferma y avejentada. Su familia, principalmente el padre, estuvo colgada de
ella toda su vida. Se vio forzada a escribir una literatura que despreciaba
para mantener un tren de vida que la alejase de las miserias que sufrió en su
infancia y juventud. Hizo de la autocensura un modo de vida. Vivió envidiosa de
su hermana May que atropelló convencionalismos y vivió como quiso (a costa de
Louisa).
Pocos saben que
Alcott antes de morir fue presa de problemas digestivos tan fuertes que expertos
han especulado que pudo tratarse de cáncer estomacal. Se sabe que no podía
consumir carne, en realidad no podía tragarla. Le traían el asado cortado
chiquito, y mascaba y chupaba los trocitos para luego escupirlos. Se entiende
que con tantas dolencias haya recurrido a paliativos que hoy reconocemos como
drogas adictivas.
En la época de
Louisa May Alcott el hachís o cannabis era considerado un producto inofensivo.
Al igual que la cocaína, podía mercarse en cualquier farmacia. Los más exóticos
lo aspiraban a través de hookas, esas largas pipas orientales, pero normalmente
era consumido en forma de bombones (¡!!) Esta drogadicción social aparece en
algunas obras clandestinas de Louisa May como un hábito placentero.
“¡Bendito sea el
hachís!” exclama un personaje. La planta de cáñamo, aparentemente (a mí la
mariguana solo me provocó vómitos y diarrea cuando la probé) causaba euforia,
accesos de energía y otros efectos positivos. En Un Mefistófeles moderno, Gladys que ha sido drogada en contra de su
voluntad, es descrita como más bonita después de la experiencia. ¡Vaya si
Louisa no estaba promoviendo una cultura de la droga antes de La Revolución
Hippie!
Diferente era el
caso con el opio que, ya a mediados del Siglo XIX, era reconocido como adictivo
y nocivo, pero los médicos no tenían otro analgésico para el dolor. Louisa
consumió láudano en el último cuarto de su vida para combatir su insomnio
crónico. Desde Roma, en 1870, le escribe
a su padre que por fin ha podido dormir sin opio, pero sabemos que el láudano
fue su compañía hasta la tumba.
Hasta los beb'es se les daba laudano para dormir. |
Con todos estos factores es comprensible que
el carácter de la escritora se agriase, que cayese en contradicciones como el
que ella, que en su obra tanto criticase los castigos corporales, le diese sus
azotes a Lulú (que más tarde confesaría ser una niña infernal). Con todo el
cariño que sentía por su hija, Louisa ya no tenía paciencia para tratar con
niños.
Otra ironía es
que llena de tristeza por su juventud malgastada, por las oportunidades que la
vida le ofrecía cuando ya no podía disfrutarlas, y, sobre todo, por las
paparruchas morales que debería escribir, Louisa se volvió un árbitro de la
moral pública. Se sabe que era abogada de la Temperancia, una causa subordinada
al feminismo estadounidense decimonónico. Aunque promovía el cannabis en su
obra, y consumía láudano en privado, Louisa lanzaba diatribas contra el alcohol
y los establecimientos que lo servían.
También Alcott
fue propulsora de la idea de boicotear Las
Aventuras de Hukcleberry Finn. En ese entonces la novela de Mark Twain no
era criticada por su racismo, como hoy día, sino por su lenguaje, tildado de
obsceno, y porque en las palabras de Alcott las aventuras del pícaro Huck,
muchas fuera de la ley, podían corromper "las puras mentes de nuestros niños y
niñas”.
Es en este marco
que debemos contemplar el significado de Jo’s
Boys iniciada con tanta energía (estimulada por el hachís supongo) y
esperanzas, que presenta tantas ideas, tantos géneros, tantas posibilidades,
solo para que su creadora descubriera que la misma personalidad que se había
forjado la obligaba a darle un final “moral” apropiado. Esta obra es el mejor
ejemplo de la tragedia de Louisa May Alcott.
No hay comentarios:
Publicar un comentario