lunes, 25 de febrero de 2019

Babylon Berlín: se acerca el fin



Gereon y el periodista están apostados esperando a quien pueda darles información, pero el contacto de Katelbach es asesinado ante sus ojos y los de Gereon. La Schwarze tiene tentáculos por todas las calles de Berlín. Si estas organizaciones funcionaban ya tan óptimamente, y luego se fundieron con los nazis, se entiende que existiera tan fulminante y eficiente estado policial en la Alemania Nazi.

Benda y Gereon que todavía no encuentra a Lotte (ni se le ocurre que la han raptado. “La mandé a cumplir una tarea” dice indignado con acento de Comandante Mormont) entrevistan a von Seeger. La entrevista va mal, hasta que al aburrido Inspector Rath comienza a hojear los papeles que encontró Elizabeth.

Entre ellos hay una declaración ante Ferrocarriles de que los vagones contienen fosgeno y que von Seeger firmó para permitir la entrada del tren en territorio alemán. Lo tienen totalmente atrapado. Van donde el Alto Comisario y celebran. Benda decide llamar a una conferencia de prensa para el día siguiente, pero apenas queda solo, el comisario hace una misteriosa llamada.

Greta recibe la visita del amigo de Fritz. Le dice que su amante ha muerto. La policía de Benda lo mató. Greta decide vengarse de su patrón. A ver, sin spoilers, pero cuando el seudo Rojo habló de Benda dijo “el judío”. Un comunista berlinés de entonces no hubiera hecho ese comentario racista (hoy sí). Si Greta no estuviera tan desesperada tal vez se hubiera dado cuenta.

Gereon va en busca de su medicina. El farmacéutico se la da, pero dice que ahora se administra vía intravenosa. En el hotel, Helga lo inyecta y parlotea que ahora puede trabajar de enfermerita. Gereon no la escucha, se desploma inconsciente en la cama. Moritz y su madre siguen en lo suyo sin siquiera molestarse en quitarle los zapatos o cubrirlo con una cobija. ¡Qué familia tan disfuncional!

Por una hora, Gereon sueña que vaga por el túnel del Metro, lo sigue un hombre que no es San José. No le vemos el rostro, pero Gereon si y lo horroriza. Despierta tan recuperado y alerta que en tres minutos vincula “Mack the Knife” que silba Moritz, con la visita de los presidentes a la producción de Brecht, con el hecho de que Prangestart significa Corpus Christie y que precisamente cae en esa fecha.

Wolter se despide de su esposa y parte para el teatro. Ahí se aposta entre bambalinas con su rifle. Otro policía hace lo mismo. Cada uno se encargará de una cabeza de estado. Llega Gereon e intenta arrestar al policía, pero Wolter mata al hombre. Gereon persigue a Wolter por tramoyas y escalinatas. Es detenido por los guardias que lo golpean. Lo salva Benda que le dice que se olvide de Wolter. Tienen los peces gordos en la red

Al día siguiente, Benda ha convocado una gran conferencia de prensa, pero unos minutos antes de comenzar, ahí en el pasillo, se les aparece von Hindenburg. Les anuncia socarronamente que viene a imponer un poco de “espíritu prusiano’. El Mariscal agarra de un ala a von Seeger y se lo lleva. Gereon los mira estupefacto. Benda le susurra “Hemos perdido”.


¿Y qué ha pasado con Charlotte?

La pobre congelada Charlotte despierta, como un pescado, en el mesón de la cocina. El mudo la amenaza con una de esas hachuelas con las que cortan carne. Llega El Armenio y se lo pone simple. O habla o acaba como un platillo para sus clientes. “Cooperaré” susurra Lotte. El Armenio tiene la gentileza de dejarla quitarse la ropa mojada, cambiarse, descansar y despertar ante un desayuno armenio-turco.

Lotte le cuenta que cambiaron los números y por eso, el oro está en otro vagón. Le cuenta de los planes de la Schwarze de asaltar el tren. El Armenio hace una llamada y la deja para que se vista. Ya vestida, Lotte ve entrar al mismo chico que la secuestró y que viene a dejarla libre.

Las sorpresas no acaban. En el comedor está Toni saboreando un Berlín Luft (una especie de flan) con frambuesas y coqueteando con el gánster. La aterrorizada Lotte quiere marcharse cuanto antes. El Armenio muy galante, le dice a Toni que vuelva cuando quiera. “Si me mandas a buscar en tu autazo” dice la bandida. Edgard sonríe, por supuesto, ahora que sabe su dirección.

En la calle, Lotte le pide a su hermana que corran. ¿Adonde? ¿A las autoridades corruptas? ¿Hacia el drogadicto Gereon? ¿Con sus parientes infernales?  Preveo que la mejor opción es regresarse con El Armenio que no hemos visto que traicione a su gente y que parece ser el único que caerá parado en este cuento.

Lotte corre al hotel de Gereon. El Inspector acaba de hacer ejercicio con la cuñada (esa Helga grita mas que yo). Le podemos ver las nalgas a Volker, pero no la espalda. ¿Por qué no quiere quitarse la camiseta?  ¿Será que el actor tiene un tatuaje que no puede esconderse con maquillaje corporal?

Gereon casi saca a empujones a Lotte del hotel. Esta nunca ve a Helga. Lotte le cuenta al Inspector que el oro de Sorokina está en el vagón, que hay que llegar al tren antes que llegue la Schwarze, pero se rehúsa a contarle que el Armenio también va en camino y que la secuestró y torturó. ¿Qué le pasa? ¿Si le tiene miedo al gánster entonces para que buscó a la policía?

Van juntos a ver a Benda que también los corre. repite que todo está perdido y que pronto no tendrán ni empleo. Lotte y Gereon deciden detener solos al tren. No se percatan que Bruno los está siguiendo. Lo único inteligente que hace Gereon es llamar al resto de su equipo para que también sigan la ruta del tren.

Wolter los está siguiendo. En el camino a Gereon se le ocurre interrogar a Lotte. ¿Dónde ha estado en todo este tiempo?  “Si tienes algo que decirme dímelo ahora”. Lotte abre la boca, aparece un camión manejado por Bruno en dirección contraria, les da un topón y los lanza al rio.

Ambos están aturdidos. Lotte es la primera en reaccionar, ve que el auto se anega, pero está atrapada. Despierta a Gereon quien rompe la ventana, sube a la superficie. ve a Wolter y se esconde. Bruno, tras esperar un tiempo prudente, se marcha.

Gereon busca algo con que liberar a Lotte. No encuentra nada. Solo se le ocurre aspirar aire y bajar y pasárselo en una variación de la respiración boca a boca. No es suficiente y parece que Lotte se murió (obvio que no, es la heroína y esto no es GOT).

Por otro lado, Helga se lleva a Moritz a un evento patrocinado por la Fundación Nyssen. Le explica a su hijo que cuando quedó viuda, la Fundación Nyssen la ayudó monetariamente. “Ahora pagarán tu educación” le cuenta. Moritz sale con un “no quiero estudiar” y le pide que si va a hacer un discurso que lo deje fuera. Helga no lo obedece, y comienza a hablar de como la noticia de la muerte del marido le llegó justo “cuando íbamos a ser tres”.

Mira a Moritz, este parece que va a vomitar. Súbitamente Helga cambia el tono del discurso. Agradece a la Fundación Nyssen por su ayuda, pero no puede olvidar que ellos fabrican las armas que la dejaron viuda.

Alterada, baja del estrado. Nyssen se le acerca y no encuentra nada mejor que ofrecerle llevarla a cenar. Helga no acepta y se va llevándose al muy contento Moritz. Mm, esto me huele que continuará.  ¿Pero y Sorokina?

El asunto Greta me tiene tostada, llora delante de los niños Benda y de sus padres.  Todos se preocupan por ella. 

Si tiene dudas mejor se abstiene. esto es muy grave, puede pasársela en la cárcel largo tiempo. Y como ella misma dice, matar al patrón (que tan bueno ha sido con ella) no resucitará a Fritz, pero aprovechando que la familia está de vacaciones permite que Otto instale una bomba debajo del escritorio de Benda que estallará cuando el consejero abra determinado cajón. Otto le da un dinero a Greta, le dice que se marche de la ciudad y que “nosotros te contactaremos”.

La serie llega a ponerse latiguda en su sentimentalismo. Greta llama a Lotte a la comisaría, pero comete el error de preguntar por “La Inspectora Charlotte Ritter”. No la conocen, la famosa mentira de Lotte ahora impide que ayude a Greta, pero vamos, no todo es culpa de Lotte. 

Greta parece tener tres años. Dilata su partida y se tropieza con Benda quien, como es su costumbre cuando su familia está de viaje, insiste en cenar con la criada. Greta llora en la mesa. El Consejero cree que es culpa del novio, le bromea que lo va a poner preso, que ella no merece que nadie la haga llorar. Y Greta sigue muda. Es el silencio de Alemania.

Finalmente, sale como loca, de noche, sin maleta y llega a la estación donde compra un boleto de tren. Hay un tumulto en la estación por primera vez vemos a los Nazis en acción. Durante la cena, Benda le contó a Greta de un escándalo de corrupción. Al parecer el alcalde se ha gastado fondos de la ciudad comprándole pieles a la esposa.

El alcalde está en un vago de tren y los Nazis, con esos ridículos sombreritos de mono de organillero, están ahí a protestar. Resulta que la esposa de las pieles es judía. Greta los observa y ve entre ellos al comunista Otto el que puso la bomba em casa de Benda Al lado de él está… ¡Fritz!
En vez de llamar a Benda, de volverse a la casa, Greta comienza a interrogar a Fritz que finge no conocerla, Finalmente, la avienta al suelo. Greta hace lo único que sabe hacer, llorar. El alcalde sufre un infarto. Llega la policía y golpea a los Nazis. Esa es Alemania.

Frau Benda y los niños regresan a casa. El pequeño Gustav está acatarrado. Esa noche, la pequeña Sophie baja a estar con el padre. Se oculta bajo el escritorio. Benda abre el cajón fatídico justo cuando Greta llega a la esquina. Alcanza a presenciar la explosión.

Greta es un caso perdido. Me recuerda a Kate Winslet en “The Reader”. ¿Pero Lotte, tan avispada? Y, sin embargo, la entiendo. ¿Por qué confiar en Gereon que es empujado por las drogas? El nunca la ha tratado con respeto. nunca le dio su lugar. Cuando van a visitar a Benda, la deja en el pasillo, con la sirvienta. Siempre la ha visto como una delincuente útil, pero impresentable.

Ni siquiera el Inspector intentó averiguar qué la unía a Wolter hasta el punto de traicionarlo a él, a Gereon. Alemania pre-hitleriana, a pesar de toda la propaganda de liberalismo Weimar seguía teniendo una estructura social tan estricta o más que la inglesa. Lotte es parte del lumpen, una empleadita que debe recurrir a la prostitución para comprarse medias. Así la ve Rath. No fue así como la vio Bruno. El sí entendió la tragedia de Fraulein Ritter. Si apoyó sus sueños de superación. Tal vez por eso, vemos a Wolter lanzar una mirada triste al lago donde la ahogó.

Los cubanos tienen un dicho “nadie sabe para quien trabaja”. Los Nazis usaron a Greta tal como usarían a millones de gente buena en el mundo, a punta de engaños y traiciones. Pero no solo los Nazis, yo he visto tanta gente desesperada buscar una vía de escape acercándose al último partido político, a la corriente espiritual de moda, al movimiento que promueven los medios, todo para salir trasquilados y eso se aplica a corrientes de todos los espectros ideológicos.


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