En mi entrada
anterior señalé el fastidio que Peter Morgan siente por los Battenberg, pero de
todos ellos el que más detesta es el Príncipe Consorte. En la primera temporada
de “The Crown”, nos lo mostró como un vividor infiel; en la segunda, Felipe, fue un padre brutal; y ahora nos
presenta un fardo inútil que frenéticamente busca encontrarle relevancia a su
rol.
La
Conspiración de Morgan contra el Duque de Edimburgo
Después de la
publicación de su libro The Crown Dissected, Hugo Vickers se ha atrevido
a atacar el programa frontalmente en este artículo en The Daily Mirror. La preocupación del
experto en realeza y semi oficial biógrafo de la Familia Real es que el
programa presente velados mensajes antimonárquicos. Ni tan velados, Don Hugo.
Vickers nota la
agenda republicana en dos factores, uno es la cantidad de patrañas que incluye
el programa. Alarmante es que, según el biógrafo, han aparecido nuevos
documentales que se apoyan en “The Crown” como fuente de autoridad. Mayor razón
para desconfiar de los documentalistas cuya pereza mental con esto queda
confirmada.
El otro factor es
que, en la serie, aparte de Isabel, no parece haber en la Familia Real nadie
competente ni digno de confianza. Como dice Vickers, queda la impresión que una vez muerta la reina,
nadie podrá llenar sus zapatos y será hora de proclamar la república. Como
saben, hace rato que me quejo del anti-monarquismo y de las engañifas de Morgan,
pero donde más claro se nota su siniestro plan es en lo que respecta Felipe.
Tras exponerlo como
mal marido, mal padre y un inútil descontento con todo, ahora ya en su vejez
nos lo presentan como alguien que necesita un empleo, un hobby, algo que no lo
haga sentir tan anónimo. Por eso en “Bubbikins” lo vemos enfrascado en un
documental sobre la Familia Real. Toda la génesis de documental “Familia Real”
(Royal Family) es descrita como grotesca.
Según “The
Crown”, en 1967, el Duque de Edimburgo hace el loco en “Meet the Press”, un
programa de televisión estadounidense. Esto se entrecruza con la negativa del
gobierno laborista de subirle la mesada a los Windsor-Mountbatten. A Felipe se
le ocurre la brillante idea de que si pueden demostrar lo arduamente que
trabajan se vería con buenos ojos lo del aumento de sueldo.
La idea del Duque
es filmar un documental sobre la familia real así en famille, sin
tapujos, como si fuera un reality show. El único que cree que es una
gran idea es el pobre Príncipe Consorte. Su mayor crítica es Ana, su hija
predilecta. No sabemos lo que opinan los otros hijos porque no aparecen en el
documental.
Felipe está tan
obsesionado con el documental que se niega a rescatar a su madre en peligro de
la Junta de Coroneles que ha tomado el poder en Grecia. Por supuesto que el
documental es un fracaso. La prensa lo hace pedazos, sobre todo John Armstrong
un joven periodista de The Gurdián (¿cuándo no?) Interpretado por Colin
“Merlín” Morgan, Armstrong ha estado escribiendo lapidarios reportes sobre Los
Royals desde que Felipe metiera la pata em “Meet the Press”.
El Duque toma una
medida desesperada y concierta una entrevista entre Armstrong y Ana, la más “normal”
de la familia. Como si fuera una comedia romántica, Ana envía en su lugar a su sorda
y anciana abuela. Alicia se gana a Armstrong con su saga de ovarios
achicharrados (cierto) y electroshocks (falso). Conmovido por el artículo,
Felipe tiene una epifanía y se acerca a su madre a pedirle perdón. La reina
exige que se oculte el documental para que nunca más abochorne a la familia.
El Royal
Reality
¿Ok, cual es la
verdad? Felipe estuvo presente en “Meet
the Press”, pero eso ocurrió en noviembre de 1969, cinco meses después del
debut de “Royal Family” en la BBC. Nunca se planeó usar el documental para demostrar
lo trabajadores que eran en esa familia.
La idea no vino
de Felipe sino de su primo político, Lord Brabourne (yerno de Dickie Mountbatten.
Morgan perdió una excelente oportunidad de convertir esto en otro complot
Mountbatten) quien planeó el proyecto junto con William Heseltine, el nuevo
secretario de prensa de la casa Real
El plan era que, en ese mundo radical, contestatario,
hippie de 1969, el público viese el lado humano de la Reina Isabel y su familia.
A Felipe le encantó la idea, a la reina no tanto, a la Princess Royal no le
pareció para nada. Sin embargo, Isabel finalmente aceptó. Se contrató a Richard
Cawston para dirigirlo, a Michael Flanders para narrarlo y fue un esfuerzo
conjunto de la BBC y la ITV.
El documental
cubre los quehaceres de la Familia Real en su vida oficial y en su intimidad,
incluyendo el viaje a Chile en noviembre de 1968. En este programa aparecen la
soberana, su marido y todos sus hijos, al igual que Margarita y su familia. La
Princesa Alicia llevaba más de un año viviendo en casa de su nuera y no
apareció porque estaba ya muy delicada de salud.
Se esperaba que
el documental fuese un acompañamiento para la investidura del nuevo Príncipe de
Gales (que en este capítulo no aparece ni en pintura). La reina vio y aprobó el
programa un mes antes de este salir al aire. Ella y su marido solo tuvieron un
reparo, una escena en que accidentalmente Carlos golpea a su hermanito con la
cuerda de su cello, pero finalmente la incluyeron.
“Royal Family”
debutó en las pantallas de la BBC, en versión blanco y negro, el 21 de junio de
1969. Su sintonía fue altísima al igual
que la de su repetición una semana más tarde por ITV (en colores). De ahí pasó
a ser transmitida en Australia y en la America angloparlante.
Debido a que fue
ofrecida un sábado, The Guardian no se interesó en reseñarla. John
Armstrong nunca escribió ningún artículo porque John Armstrong nunca existió.
Los pocos periódicos que reseñaron el documental tuvieron reacciones mixtas. The
Times lo elogió, pero el crítico de cine, entonces empleado de la BBC,
Milton Shulman se quejó de que este programa trivializaba a La Corona.
En privado, Sir David Attenborough le dio su
visión de antropólogo a Richard Cawston: “Toda la institución depende de su mística y
del jefe tribal en su tienda. Si algún miembro de la tribu husmea dentro de la
tienda, entonces se daña todo el sistema de liderazgo tribal y la tribu se
desintegra”.
El público tuvo
reacciones igualmente diferentes. Hubo quienes odiaron el quiebre del protocolo
y la desaparición del velo del misterio que envuelve a la realeza (como el Doctor
Ernesto Medalla que se horrorizó al descubrir que la reina usa Tupperware). Otros gozaron con la cercanía a ese mundo privado.
Para quienes vimos “Victoria” es parecido a la reacción del pueblo cuando se “liquean”
bosquejos que muestran a la reina bañando a sus hijos.
La serie nos dice
que todas las reacciones fuero negativas y que la reina ordenó retirar el
reality de circulación. Por el contrario, el documental fue tan exhibido que
ese año Isabel lo usó como mensaje navideño. “Royal Family” siguió mostrándose
completo hasta 1972 en que la reina consideró juicioso guardarlo. Había tenido
su momento y había cumplido su propósito. En el futuro habría otras maneras
mediáticas para que la Familia Real llegase a su pueblo. A propósito, yo vi varios
clips en 1981, cuando para celebrar la boda de Carlos y Lady Di, la PBS los
pasó, también una pantomima escrita, actuada y dirigida por El Príncipe de
Gales.
Mostrar el
documental a) como un fracaso total y b) como un proyecto desatinado que solo
puede salir de la afiebrada mente de un Felipe empeñado en demostrar su relevancia
es totalmente falso.
Felipe al
Borde del Ataque de Nervios
Sin embargo, esa desesperación
es un leitmotiv de esta temporada. En “Coup” vemos a Felipe lleno de celos e
inseguridades por un viaje de su mujer y Porchey. Como les he dicho, ese viaje
no tuvo lugar por lo que me horroriza que haya reseñadores que leen entre
líneas y creen que la serie insinúa que el viaje fue una excusa para que Isabel
y su caballerizo se revolcaran en el pasto azul de Kentucky. ¿En una serie que
nos muestra gente desnuda y encamada, creen que serían tan sutiles para
hacernos creer que hay un affaire entre un par de amigos que se la pasan viendo
caballos y comiendo?
El caso es que
Felipe si lo cree porque según Morgan en ese tiempo Felipe era presa de
inseguridades, y tuvo una crisis típica de los que alcanzan el climaterio en
que cuestionaba su vida, logros y decisiones. Según la historiadora y biógrafa
de la realeza Sally Bedell Smith , dicha en una entrevista telefónica con
la NBC, eso es imposible. “Él siempre ha sido seguro y dotado de
confianza en sí mismo”.
Felipe por entonces no solo tenía muchos hobbies
y proyectos, además en 1969 acababa de meterse en uno nuevo en contra de la
contaminación ambiental. Estaba demasiado ocupado para andar inmerso en
problemas metafísicos. Puede que se haya interesado desde el punto científico-tecnológico
en el alunizaje, pero de ahí a volverse un fanboy idolatra…es que dio vergüenza
ajena.
Un hombre que
peleó una guerra mundial en dos frentes, que desde la infancia conoció gente
importante y poderosa, y que ha visitado las junglas de Nueva Guinea y los
hielos de la Antártica no puede caer en esas extravagancias de colegiala o
groupie. Ni menos creer que el trio de astronautas—dos de ellos militares
de carrera—se hubieran metamorfoseado en dioses nada más que por caminar en la luna.
Neil Armstrong,
Buzz Aldrin y Michael Collins fueron de visita a Buckingham Palace. Estaban
acatarrados, Armstrong tosió en la cara de la reina, Collins se cayó por las
escaleras, pero no hubo reunión privada para que Felipe se desilusionara con
sus ídolos. Si la hubiese habido, Aldrin le hubiese contado que es el único
hombre en el universo que ha comulgado en tierras selenitas. Un presbiteriano
devoto, el Coronel Aldrin solicitó permiso de su pastor para portar una hostia al
espacio y tomó la comunión una vez que había pisado la luna.
La reina y los astronautas |
Todo el episodio
fue grotesco desde Felipe arriesgando su vida y la de su copiloto para jugar con
su avioncito hasta la arrogancia insolente con la que el Duque se dirige al
grupo de clérigos amparados por el Deán Woods. Como dicen los créditos finales,
el Príncipe Felipe y el Deán fueron amigos de toda la vida y fundaron juntos La
Casa St. George, un espacio de retiro
para pastores en crisis. Solo que tanto la fundación de St. George como la
amistad entre ambos individuos data de 1966. Entonces no había necesidad de
mostrar que Felipe también sufría de una crisis espiritual nacida de la muerte
de su madre y del envejecimiento.
La reina y Robin Woods |
Curiosamente hubo
un momento en que Felipe tuvo sus problemas con la Iglesia de Inglaterra de la
cual su esposa es cabeza. En 1964, tuvo lugar la confirmación del príncipe
Carlos. Felipe consideraba que Carlos, de 16 años, era demasiado joven. Carlos
no opinaba lo mismo. Por una vez su madre lo apoyó y en su auxilio vino el arzobispo
de Canterbury. Para demostrar su descontento, durante la ceremonia, el Duque sostuvo
el libro de oraciones en alto como escudándolo de un espectáculo que lo
disgustaba. ¿Y después se preguntan de donde Andrés salió tan payaso y Carlos
tan teatrero?
Fue Robin Woods,
que en ese año había sido nombrado Deán de la Catedral de Windsor, quien se encargó de ofrecer apoyo espiritual
al Príncipe Consorte. Cuando Woods le habló de su proyecto de ofrecer
asistencia espiritual a clérigos cansados, Felipe lo vio como parte de un hogar
físico. El mismo ayudó a renovar y reconstruir algunos edificios antiguos que
todavía existían en total abandono en Windsor. Así se creó la Casa San Jorge. Felipe
recaudó fondos para su creación y dio el discurso inaugural en 1966, que género
un debate sobre el tema “¿qué espera la nación de sus iglesias?”.
A través de su vida
madura, Felipe ha sido guiado por esta fe renovada. Escribió un libro en 1982
sobre el tema (A Question of Balance). En 1986 convocó a un simposio de clérigos
de diferentes religiones para reunirse en Asís, bajo la egida de San Francisco,
para debatir sobre los vínculos ente la fe y el medioambiente. Las campañas
ecológicas emprendidas por el Duque de Edimburgo también nacen de su lado
espiritual.
Este aspecto del Príncipe
Consorte siempre me ha parecido fantástico, admirable y hasta atractivo, pero
entiendo que en el 2019 no se puede incluir en un programa de Netflix. Por eso
Morgan, que de espiritual tiene menos que una lombriz solitaria, convierte esta
búsqueda de aliento religioso en una manifestación de alguien que ya necesita
de Viagra.
Ya veo que se viene una cuarta temporada nefasta. Si sigo viendo es por el morbo de ver cuánto se ponen a destruir los hechos.
ResponderEliminarYo tenía entendido que Felipe incluso había participado de documentales sobre ciencia en la televisión británica. En un documental que está en Netflix sobre la familia real hablan de eso, y además que a Felipe siempre lo mandaban a eventos e inauguraciones a lo largo de su vida, no por nada su hija es la que más trabaja y acumula participaciones para representar la Firma, el marido de la Reina tendría que estar a la altura de ser parte de tal responsabilidad.
Sabes Malena? Incluso tengo la teoría de que Morgan le está haciendo publicidad al próximo reinado. Bien se sabe que Carlos está tratando de recortar las subvenciones y privilegios a otros miembros de la familia real, que incluye a Ana que es la que labura más. Si la temporada que viene Morgan se pone más del lado de Carlos que de Diana, ya comprobaría mis sospechas sobre cuáles serían sus intenciones.
Yo tengo tu misma sospecha, pero josh OÇonnor ha dicho que en la 4, veremos ël lado oscuro de Carlos"En que quedamos? Es víctima o verdugo? Felipe es cincuenta cosas que Morgan no nos muestra o que intenta demostrar que no es. Parece que esta contando la historia de los Perez Machuca, no la de los Windsor-Mountbatten
EliminarLa verdad es que las anteriores temporadas me gustaron más que esta, aunque tampoco me ha decepcionado del todo. Pero supongo que el morbo venderá más.
ResponderEliminarNo conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece. Puedes hacerlo a través de mi perfil.
Un abrazo y gracias.
Bienvnida Rocio, ya soy seguidora de tu blog. Bienvenida. A mi si me ha decepcionado y Olivia no acaba de gustarme. Un abrazo.
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