martes, 10 de diciembre de 2019

Suegra, Santa y Sorda: The Crown 3x04



Sobre el episodio “Bubbikins”de la Tercera Temporada de “The Crown” solo puedo decir que, en 1967, la suegra de la reina vino a vivir con la Familia Windsor-Mountbatten en el palacio de Buckingham, que la Princesa Alicia era sorda, muy religiosa y que fumaba como chimenea. Todo lo demás en el episodio es falso o mal contado, pero me sirve para comenzar a hacer una semblanza, o panegírico, de una mujer prodigiosa como fue Alicia de Battenberg.

Nació princesa, pero prefirió morir como una humilde monja; dicen que era una fanática religiosa, pero arriesgó su vida para proteger a los que no practicaban su religión;  nació sorda, pero aprendió a hablar y leer los labios en cuatro idiomas;  fue víctima de un sistema de psiquiatría patriarcal que la sumió en la negligencia y la desesperación, le arrebató su familia, su libertad y hasta sus ovarios:  y logró sobrevivir y vivir como le dio la gana, eso sí totalmente dedicada los demás. Esta es Alicia de Battemberg, princesa de Grecia y suegra de la Reina de Inglaterra.

“Ningún Trono la Merece”
Cuando hice la genealogía del Duque de Edimburgo, mencioné el origen de los Battenberg, la conexión con la Familia Real Británica, y el nacimiento de Alicia en el Palacio de Windsor en presencia de su bisabuela, la Reina Victoria. A Alicia se le pueden aplicar los términos “sangre azul”, “nacida con chupete de plata en la boca”, y “en cuna de oro”. Aun así, nació con una falla que afectaría su vida.

Cuando la niña tenía como unos tres años, su madre, Victoria, Marquesa de Milford Haven, notó que no prestaba atención. Un examen médico determinó que Alicia había nacido sorda. Como su sordera no era total, y muchas veces podía percibir sonidos, su impedimento no había sido detectado. Desde ese instante, la madre de Alicia decidió que su hija no sería objeto de lástima ni una invalida.

Victoria Mountbatten (un personaje formidable que “the Crown” ha olvidado) tuvo una tremenda influencia en la vida de su hija mayor. Se impuso el desafío de entrenar a la niña a aprender a leer labios. Incluso llegó a prohibirles a sirvientes y parientes repetir o hablarle más fuerte a Alicia para que la niña se apoyase totalmente en su capacidad de leer los labios. De esa manera, Alicia llegó a la adolescencia hablando y leyendo labios en inglés, francés y alemán. Más tarde aprendería a hacerlo en griego.
Alicia en su adolescencia

Para todos los efectos, Alicia era una jovencita normal. Bueno, no tanto. Para los cánones de su época, era bellísima, inteligente y caía bien en todas partes. Su tío, el Rey Eduardo VII, diría de ella “ningún trono la merece”. Sin embargo, Alicia a los 17 años, renunció a cualquier sueño de ser reina, cuando se enamoró perdidamente del Príncipe Andrés, cuarto hijo del Rey Jorge de los Helenos.

Años más tarde, Alicia le contaría a su nieto Carlos que al ver a Andrés en la coronación del Rey Eduardo VIII se impresionó tanto que creyó estar en la presencia “de un dios griego”. Andrés correspondió inmediatamente al amor de Alicia, pero Victoria se opuso pensando que su hija era aún muy joven para casarse y trasladarse a un reino lejano e inseguro.
Alicia y Andrés

La pareja esperó un año y finalmente convencieron a los padres de Alicia de darles permiso para casarse. Durante ese año de espera Alicia comenzó a dar muestras de hipersensibilidad y muchas veces la encontraban hecha un mar de llanto si se había atrasado una carta del novio.

Alicia y Andrés se casaron en Londres, en 1904, e inmediatamente emprendieron el viaje a Grecia. A pesar de los temores de Victoria, Alicia pronto se aclimató a su nuevo hogar y eso que la corte griega dejaba mucho que desear. 
Alicia y Andrés el día de su boda.


Una Corte de Opereta
En “The Crown” la familia de Isabel está siempre dispuesta burlarse de la familia de Felipe, hablando de Grecia como de un reino de tercera, nuevo y tosco. Lo cierto es que a pesar de que el Rey Jorge poseía un impecable pedigrí germano-danés, y su esposa era nieta y prima de Zares de Rusia, la Familia Real Griega estaba en una posición muy inestable.

El rey Jorge mal gobernaba un pueblo atrasado, ignorante, muy pobre, y muy rebelde que lo veía como un extranjero usurpador y se lo hacía saber. Los atentados contra el soberano eran sucesos semanales. La Corte Griega era de opereta y estaba compuesta por oportunistas, malhechores y conspiradores natos. El nivel de corrupción era tal que los ministros le robaban tinteros y hasta el reloj a su soberano.

Sin embargo, a juzgar por sus cartas, Alicia estaba encantada en su nueva nación. También pasaba poco tiempo ahí. En sus primeros años viajaba mucho. Visitaba a su familia en Inglaterra, o iba ver a sus parientes alemanes en Hesse, o a Rusia, donde vivían sus tías Elisabeth “Ella” y Alix (la Zarina Alejandra) ahora casadas, la primera con el gran Duque Sergio, la segunda con el Zar Nicolás.

 Ella y la Zarina habían adoptado la fe ortodoxa de sus esposos, esto influiría en la decisión de Alicia de convertirse años después. Ella fue muy importante en la vida de su sobrina. Casada pero incapaz de ser madre dedicó su cariño a sus sobrinos y se enfocó en obras filantrópicas. Su marido que era gobernador de Moscú se había granjeado el odio de grupos revolucionarios. Uno de ellos lo hizo volar con una bomba el 1905. Eso ocurrió ante los ojos de su esposa quien lo vio por una ventana y bajó inmediatamente para ayudar a recobrar los fragmentos de quien fuera su marido. Las acciones subsecuentes de la Gran Duquesa dieron mucho que hablar.

Ella fue a la cárcel y perdonó públicamente al asesino de su esposo, luego regaló todas sus posesiones, tomó el velo y fundó su propia orden de monjas ortodoxas. La tremenda piedad de su tía (que ha sido canonizada por la Iglesia Rusa Ortodoxa) tuvo mucha influencia en el misticismo que afectaría a Alicia en su madurez y que se creería fue causa de su desequilibrio mental, pero que en realidad seria lo que le devolvería la cordura y daría razón de vivir.

Pero eso estaba todavía en el futuro. Alicia, de recién casada, ni se imaginaba lo que le deparaba la vida. En su segundo año de casada daría a luz a su primogénita Margarita. Una novedad fue que Andrés estuvo presente, obligado por su madre, la Reina Olga, quien se lo exigió “para que veas lo que sufrimos las mujeres”.  A Margarita la seguirían Teodora (1906) y Cecilia (1911).
Alicia y sus hijas mayores

Guerras, Revoluciones y Exilio
En 1912 estalló la Guerra de los Balcanes. Andrés, que era oficial del ejército griego, partió para el frente. Poco después Alicia seguía a su marido fundando hospitales donde ella misma serviría de enfermera. De esa época, quedan cartas escritas a Victoria donde su hija, con humor y compasión, relata sus actividades en los hospitales y en el quirófano donde incluso asistía en amputaciones.

El fin de la Guerra de los Balcanes dejó a Alicia como una heroína ante los ojos de su nuevo pueblo, pero coincidió con el estallido de la Primera Guerra Mundial y el nacimiento de una nueva hija, Sofía. En 1913, finalmente un asesino había conseguido acabar con la vida del rey Jorge. Reinaba ahora Constantino, cuñado de Alicia. El nuevo rey intentaba mantener la neutralidad, pero su ministro, Venizelos, deseaba que Grecia entrase en el conflicto en el bando aliado.

Para Alicia era una época de lealtades divididas. Aunque nacida en Inglaterra, fuertes lazos familiares la ataban a Alemania. En un esfuerzo por obligar a Grecia a dejar de ser neutral, la flota francesa bombardeó Atenas, obligando a Alicia y a sus hijas a refugiarse en el sótano del palacio real de Tatoi. Un año más tarde, el rey abdicaba, y la familia real griega en pleno partía al exilio a Suiza.

La situación familiar de Alicia también se veía afectada por el conflicto. En Inglaterra, su familia debió adoptar un apellido menos germano, Mountbatten en vez de Battenberg, y su padre debió renunciar a su cargo de primer Lord del Almirantazgo en circunstancias humillantes. En Rusia, la revolución derrocó al Zar, tío político de Alicia, y él y su familia fueron hechos prisioneros. El fin de la gran guerra vio el derrocamiento del gran Ducado de Hesse, la familia de la abuela de Alicia, pero lo peor pasaría en Rusia.

El asesinato del Zar y su familia palidece ante el martirio al que fue sometida la princesa Ella, la tía favorita de Alicia. Los bolcheviques la arrojaron a ella, y a sus compañeros, a una mina abandonada. Cuando vieron que algunos seguían vivos los ultimaron con granadas y leños encendidos. Si cuento estos horrores es para que vean el cumulo de noticias traumáticas que ya estaban haciendo mella en la psiquis de Alicia. Y aún faltaba lo peor.
Mon Repos en Corfu

1920 encuentra al rey Constantino de vuelta en el trono. Andrés y su familia se instalan en Mon Repos, una villa en Corfú. A primera vista es una villa encantadora, pero en aquel entonces Mon Repos carecía de electricidad, gas y agua potable. Sin embargo, Alicia estaba contenta. Algo que nunca la abandonaría fue su amor por Grecia y en ese momento su felicidad era plena porque su nuevo bebé iba a nacer en suelo griego.

Aun así, Grecia no se podía estar tranquila. Acabada la Gran Guerra y ya tenían la propia ahora en contra de la Turquía republicana de Mustafá Kemal. Andrés se reintegró al ejército y estaba en el frente, para el nacimiento de su único hijo varón.

Fue un parto difícil, el médico del pueblo preocupado por el aislamiento de Mon Repos y la edad de Alicia (36 años entonces era considerada edad avanzada para tener un hijo) hizo que la trasladaran a la cocina donde había más espacio y Felipe nació en la mesa cerca del fogón.
Alicia y Felipe

La alegría de Alicia duró poco. Para evitar una masacre de sus hombres, Andrés ignoró ordenes oficiales. Tanto él como sus compañeros fueron arrestados y llevados a juicio. Alicia viajó a Atenas a abogar por su marido, pero ni siquiera la dejaron verlo. Declarados culpables después del consejo de guerra, los oficiales fueron pasados por las armas. Solo la intervención del Papa y del Rey de Inglaterra salvaron la vida a Andrés. El príncipe y su familia fueron exiliados de Grecia y tuvieron que salir huyendo con Felipe metido en un cajón de naranjas.

El Segundo Exilio
Este exilio y las circunstancias que lo precedieron sumirían a Andrés y a su mujer en una profunda depresión que se manifestaría en Andrés en abulia y desapego por sus responsabilidades y en Alicia en una actividad incesable y casi maniática que la llevaría al colapso. Su primera actividad fue mantener a su familia unida, la segunda estaba encaminada a encontrar un sitio donde vivir permanentemente.

A pesar de que Alicia y su familia fueron sacados de Grecia en un barco inglés que los llevaría Gran Bretaña, el rey les dejó claro que no los quería en suelo británico. La Familia Real Británica estaba conmocionada por la caída de tantas monarquías europeas. No deseaban tener un príncipe exiliado (aparte que, para variar, la monarquía en Grecia nuevamente había sido derrocada) cerca que les recordara a los revolucionarios locales que Gran Bretaña bien podía ser una república.

Después de dejar a sus hijos instalados en Paris en casa de Maria Bonaparte, la cuñada de Andrés, este y su esposa se fueron a Estados Unidos a visitar a otro hermano, el príncipe Cristóbal que se había casado con Nancy Leeds, una millonaria neoyorquina. Aunque Cristóbal y su mujer los recibieron con los brazos abiertos, los exiliados no vieron muchas posibilidades de un traslado permanente a USA y decidieron instalarse en Paris. El próximo paso fue ver como se mantendrían económicamente.
Alicia y Andrés en el exilio

Andrés era militar, no sabía hacer otra cosa. Se puso a escribir en griego sus memorias que en realidad buscaban reivindicar su nombre. Alicia se encargó de traducir el manuscrito al inglés. Simultáneamente, ella encontró empleo en una pequeña tienda donde se vendían objetos hechos por exiliadas griegas. La idea era ayudar a las fabricantes a mantenerse, por lo que el empleo era en realidad más una obra de caridad que una fuente de ingresos.

La familia comenzó a vivir de “mesadas” familiares. Algunas le llegaban de Nueva York, otras de Inglaterra, otras de parte de Maria Bonaparte que era millonaria y costeó los primeros estudios de Felipe en The Elms, una escuela progresista manejada por educadores estadounidenses. Edwinna Mountbatten, habrá sido mala madre y casquivana, pero tenía corazón de oro. No solo aportó de su inmensa fortuna para ayudar a su cuñada, además sacó una segura de vida para el pequeño Felipe.

Alicia parecía haber inventado el multitasking: trabajando, atendiendo la casa, viajando a Inglaterra con sus hijas a ver si encontraban marido, enseñándole griego y otras cosas a Felipe. Hasta se metió en una conspiración para que coronarán a Andrés, Rey de Grecia, algo que horrorizo a la Familia Real Británica.
Alicia y Felipe en Paris

Amor y Locura
En medio de esta incesante actividad, ocurrió un inesperado suceso que sería el detonante para empujar a Alicia al colapso nervioso. Por décadas este fue un secreto conocido por solo un pequeño grupo de íntimos de la princesa y que salió a la luz únicamente cuando Hugo Vickers tuvo acceso a los documentos médicos de Alicia.

Al exilio Alicia había partido en compañía de su dama más querida y que era su confidente, Virginia Simopoulos. Cuando Alicia fue internada primero en una clínica de Berlín, “Popoulo” como era llamada familiarmente, tomó la decisión de revelar, en estricto secreto, una confidencia de su señora a los médicos que la atendían como una manera de ayudar al tratamiento.

Aparentemente, a sus 45 años, Alicia había vuelto a enamorarse. Del objeto de su amor se sabe poco. En los informes solo se menciona que era inglés, casado y que correspondía al sentimiento de la princesa. A pesar de que la relación fue intensa y romántica, nunca se consumó. Consciente de que era un amor sin esperanzas, ambos decidieron alejarse el uno del otro con la promesa de “volver a encontrarse después de muertos”.

Esta situación que sería incómoda para una mujer casada, aun hoy día, para Alicia fue traumática. Aparte de enfrentarse a la realidad que ya no amaba su marido el descubrir que su cuerpo le imponía exigencias la horrorizó, puesto que iba en contra de sus principios religiosos y de la moral inculcada por su familia. En su afán de expiar su pecado, pero también encontrar consuelo, la princesa se volcó a la religión y en 1929 se convirtió a la fe ortodoxa.

Esto causó un gran escándalo en sus parientes ingleses, principalmente su madre. Victoria era una libre pensadora para la cual la religión solo jugaba un pequeño rol en su vida. Muchos, en su momento creyeron que Alicia había elegido ese camino para molestar a su madre, y para demostrar su independencia de Victoria. Nada más falso, Hacía años que Alicia estaba interesada en la religión de su esposo e hijos. El ejemplo de sus tías la había impresionado mucho y en su momento de mayor necesidad acudió a una nueva religión que le proporcionaba desahogo.

Sin embargo, el desahogo coincidió con la depresión, ya clínica, de Alicia. Comenzó a desinteresarse de todo. Una de las manifestaciones fue que dejó de leer los labios. En medio de reuniones familiares, simplemente “se desenchufaba” de la conversación general. Aparte de extraño e incómodo, su comportamiento tenía peores reveses. Si de pronto volvía la realidad y veía que los demás seguían con su charla e incluso se reían, partía de la base que era el objeto de sus burlas y se enojaba.

“La Verdadera Esposa de Cristo”
Cuento este pequeño detalle porque es el único rasgo de “manía de persecución “que haya manifestado Alicia y fueron casos aislados. Sin embargo, sus “psiquiatras” (y los pongo entre comillas porque, aunque eminencias todos se portaron como charlatanes) la diagnosticarían como paranoica.

Pronto, Alicia comenzó a evidenciar peores accesos. Comenzó a alucinar. Juraba que la visitaba Jesús y que le traía mensajes del más allá. Se creía profetiza e incluso les decía a sus hijas los nombres de sus futuros maridos. Como ninguna de sus profecías resultaba cierta, Alicia se volvió una presencia incomoda y vergonzosa. En medio de sus desvaríos, Alicia notaba que no estaba bien e intentó reprimirse. Para eso decidió hacer un viaje.

En compañía de Popoulo, se marchó a un hotel en el sur de Francia donde estuvo un par de días. Pero el remedio, resultó peor. A su regreso la princesa anunció que era ahora “la verdadera esposa de Cristo”. Ante tanta barbaridad, Victoria intervino y se decidió internar a Alicia en una clínica de Berlín. Ahora esto es importante. No fue el marido (que tampoco es el mujeriego jaranero del que hablan en “The Crown”) quien internó a Alicia. Tampoco sus hijas. La decisión la tomó Victoria exclusivamente.

La concuñada de Alicia, la reconocida psicóloga y psicoanalista, Maria Bonaparte recomendó al Dr. Simmel, que tenía una clínica, Tegel, en las afueras de Berlín. De Atenas vino el Dr. Louros, ginecólogo de la princesa que la convenció de buscar tratamiento ya que su crisis afectaba su familia. Alicia viajó por su propia voluntad a Alemania y se internó en la clínica. Simmel la encontró dispuesta cooperar y a responder todas sus preguntas incluso las relativas su sexualidad.
Castillo de Tegel

Como buen freudiano, Simmel creía que todo trastorno mental nacía de la represión sexual. Los exámenes médicos determinaron que Alicia todavía estaba en edad fértil, que entonces se asociaba con una libido más activa. Intentaron convencer a Andrés de “atender” más a su mujer, pero el príncipe escandalizado les hizo ver que su matrimonio ya había superado la etapa erotico-romantica.

Por esos días, Popoulo vino a visitar a su señora. Interrogada por los médicos, la dama terminó revelando el secreto de Alicia. La opinión general era que el mayor problema de Alicia residía en su insistencia de que mantenía una relación marital con Jesús. Para Popoulo Jesús en la psiquis de la princesa representaba al amor prohibido al que había renunciado. los médicos concordaron con esa hipó tesis. ¿Pero qué se podía hacer? Andrés no ofrecía ayuda. No había manera de que Alicia pudiese tener una relación con el misterioso caballero ingles

Como último recurso, Simmel solicitó la opinión de su gurú, Sigmund Freud. De Viena vino Freud, examinó el caso y concordó con su discípulo que Alicia sufría de una “paranoia-esquizofrenia libidinosa” El diagnóstico es para tirarnos de espaldas.

a)       Alicia nunca exhibió rasgos de paranoia.
b)      Aunque si bien es cierto que las alucinaciones comúnmente son vinculadas con esquizofrenia, hay muchas otras enfermedades mentales (Y físicas) que las provocan
c)       Si Alicia realmente hubiese sido esquizofrénica o bipolar, alguno de sus hijos hubiera heredado esos problemas mentales. O sus nietos. Ahí sí que hubiese existido una razón de peso para impedir que Felipe se casara con Isabel.
d)      Los únicos libidinosos en este cuento fueron los psiquiatras.
Freud y la Princesa  Bonaparte

Es cierto que en esa época los psicoanalistas inventaban enfermedades, pero también desconocían una cantidad de males menores que pueden afectar una psiquis. Lo que hoy se curaría con terapia y fármacos entonces exigía tratamientos drásticos y brutales. El tratamiento que Freud prescribió es frio y brutal. Había que destruir la libido de la paciente y para eso había que adelantarle la menopausia.

En abril de 1929, sin consultarla, sin siquiera ella tener conciencia de lo que le sucedía Alicia fue sometida a varias sesiones de rayos x que achicharraron sus ovarios. El mismo tratamiento que una década más tarde, usarían los nazis para esterilizar judías, gitanas y otras mujeres que ellos consideraban indignas de reproducirse. Y todo por órdenes de Sigmund Freud que ni siquiera era el médico tratante de la princesa.

Me detengo para volver a las mentiras de “The Crown”. Es cierto que Alicia fue sometida un tratamiento brutal, pero ni Freud fue su médico ni la sometieron a electroshocks como inventa Morgan. 

Yo vi como mi madre quedó psicológicamente afectada por su histerectomía. Incluso a pesar de habérsela practicado en las mejores condiciones médicas e higiénicas, nunca quedó bien físicamente. Ni siquiera quiero imaginarme como habrá quedado Alicia. Me molesta tanto que sus biógrafos no se horroricen ante lo que le ocurrió. Incluso Vickers que está totalmente del lado de la princesa, no parece muy sorprendido ante el procedimiento. ¡Me tomo mi momento de “generista” y exclamo “¡Hombres!”

La ironía es que Alicia tenía permiso para moverse libremente, antes y después de esa operación innecesaria. Salía a pasear, iba al teatro, pero no se la consideraba lo suficientemente cuerda para tomar decisiones sobre su cuerpo y mente. Entre tanto trajín, contrajo paperas y fue durante su enfermedad que la princesa comenzó a cuestionar la utilidad de los médicos y la de su estadía. Como había ingresado por su propia voluntad, Simmel no pudo evitar que se marchara.

Alicia, a la que el tratamiento había dejado peor, volvió con su familia y aunque tenía momentos y días cuerdos, seguía con sus alucinaciones. Su hija mayor, Margarita, y Andrés le escribieron a Victoria solicitando su ayuda. La madre de Alicia buscó consejo con dos eminencias medicas británicas.

El Secuestro de una Princesa
Estos médicos, sin haber visto a la paciente, dictaminaron que el único curso posible era internarla. El proceso de internamiento, sin un diagnostico apropiado, sin el consentimiento de la paciente fue no solo un atropello a los derechos de Alicia.  Fue un proceso brutal tanto para ella como para Felipe. Aunque nuevamente, Morgan se toma licencias cuando la verdad ya es bastante trágica.
Alicia y Felipe en la época de su secuestro

Victoria y Andrés fueron los artífices, las hijas de Alicia debieron aceptar el dictamen de sus mayores. Nadie le avisó a Felipe. Todo ocurrió en el castillo de Darmstad, propiedad de los Hesse, la familia de Victoria.  Andrés y Margarita, la mayor de sus hijas, se fueron de regreso a Paris. Un día determinado, Felipe de nueve años fue invitado a un picnic en compañía de sus hermanas y su abuela. Alicia permaneció en el palacio. De pronto se presentaron los médicos y enfermeros encabezados por el psiquiatra suizo Ludwig Binswanger.
El Dr. Binswanger

Inicialmente Binswanger   intentó convencer a Alicia de ir a su sanatorio en Suiza por su propio pie. Cuando Alicia se negó vehementemente e intentó huir, se la sometió a la fuerza y se le inyectó un calmante. Como un fardo, la princesa fue embalada en un tren rumbo a Suiza. Se la mantuvo sedada todo el camino. Cuando Felipe regresó a casa su madre ya no estaba. Para evitar(se) problemas, Victoria inventó que Alicia había consentido y colaborado en su traslado. Felipe entonces se sintió traicionado y abandonado por su madre.

Bellevue, el sanatorio del Dr. Binswanger en Suiza era un hotel campestre, con villas separadas, cuartos con baños individuales, canchas de tenis, salas de billar, etc. Ahí entre gente realmente desequilibrada había celebridades buscando curas de reposo. Pintores, novelistas como Alfred Doblin, actores como Gustav Grundgens (el verdadero “Mefisto”) antes de su etapa de ídolo de matiné del Tercer Reich,  y por supuesto el gran bailarín Nijinski. A Alicia no le importaban esos lujos. Ella tenía la certeza de que un manicomio, por elitista que fuese, no debía ser su residencia y tenía serias dudas sobre la competencia de Binswanger.
Bellevue

Como estaba tranquila, se le permitió a la princesa recibir visitas y salir a dar paseos por el pueblo en compañía de enfermeras. Los no muy cercanos la notaban normal. No así los parientes todavía preocupados por las manías místicas de Alicia.

Leyendo sus comentarios me doy cuenta de que se sentían abochornados por la enfermedad de su parienta y deseaban tenerla lejos. Por eso se le negó permiso a Alicia de asistir a la boda de sus hijas. A Felipe solo se le permitió ir a visitar a su madre casi nueve meses después de haber sido ella internada. Felipe era el que peor estaba en la familia. Su padre había cerrado su casa en Francia y se desvinculó de su familia. Sus hermanas se habían casado y el niño gravitaba entre el internado y las casas de tíos.

En “Bubbikins” Morgan hace a Felipe decir dos grandes falsedades, que su madre solo lo fue “técnicamente” y que se pasó “la mitad de su vida adulta en manicomios”. Desde el nacimiento de Felipe hasta ser encerrada en Bellevue, Alicia se dedicó a su hijo, esmerándose en encontrarle buenas escuelas, ensenándole no solo griego sino también a ser frugal.   Todas esas cualidades que han permitido al Duque hacerse cargo de aspectos que su mujer, por sus deberes de reina, no puede manejar, desde la decoración de Clarence House hasta manejar finanzas reales, las aprendió Felipe de su madre.

Por otro lado, la ‘Locura” de Alicia solo se manifestó por un par de años. Con un buen tratamiento y buenos médicos, la hubiera superado antes. La mayor parte de su vida adulta, Alicia la dedicó a su familia y a los más necesitados, fueran heridos, refugiados griegos y en nuestra próxima entrada veremos su valiente actuación durante la ocupación alemana de Grecia.

En mi próxima entrada contaré el calvario medico de Alicia. Un calvario nacido de la ignorancia y negligencia de sus médicos. veremos su milagrosa cura, sus propósitos post-sanatorio de recobrar a Felipe, y sus prodigiosas aventuras durante la Segunda Guerra Mundial.

4 comentarios:

  1. No te niego que no he comentado porque me interesan más estas entradas que las otras xD lo siento, pero tengo un interés morboso por ciertas familias reales.

    Me encanta que nos proveas estos datos, confío en que te basas bien de documentos que hay más que nada en inglés. Igual sería bastante mejor que pusieses tus referencias para poder comprobar los datos.

    Sabía que ibas a desprender bilis cuando llegases a estos capítulos, porque la vida trágica de esta mujer fue lo suficiente como para andar diciendo verdades a medias. A través de su drama personal por Alicia nos provoca compasión, pero Morgan omite la parte de su vida en la serie en la que es una heroína consumada, si sabes a lo que me refiero, y eso es una tremenda falta de respeto a la memoria de una mujer a la que supuestamente quiere "homenajear".

    Estoy ansiosa por la continuación!

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    1. Holaa, que bueno que viniste. No te preocupes. Yo ya te tengo anotada como “Crownie” y espero que vengas cuando hablo de “The Crown” aunque obvio que espero que encontremos otras cosas de las que copuchar.
      No tengo costumbre de incluir biografías, ni notas de pie de página o parentéticas porque esto no es una monografía académica. Si cito pongo de donde saque la info, si es un artículo, pongo el enlace, si es un video, lo incluyo, pero trato de mantener la información bibliográfica al mínimo para no hacer mas pesado el descargue de página o su lectura. Eso sí, trato de conservar un listado de todo lo leído en mi notebook por si alguien lo necesita o si necesito defender algún punto. En este caso, como solo he consultado dos libros, si escribí un párrafo sobre ellos, pero como tuve que dividir el mamotreto, quedó al final y aparecerá mañana.
      De la princesa Alicia solo existe una biografía, oficial u de otro tipo. En el 2000 Hugo Vickers, publicó Princess Alice of Greece. Para su biografía entrevistó sobrevivientes, consultó archivos públicos, documentos clasificados, correspondencia privada y los dossiers médicos de Alicia.
      El segundo libro es del 2011. Para escribir su Prince Philip o Young Prince Philip (el libro es publicado bajo esos dos títulos) Philip Eade también se apoyó en las fuentes de Vickers, aun así, es una buena guía sobre la infancia y juventud del Duque de Edimburgo.
      Una pena que ninguno de los libros esté traducido puesto que en el mundo hispanoparlante no somos las únicas en tener un interés “morboso “por la realeza.
      Ya mañana, Primero D-s, y tenemos la segunda parte.

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  2. amiga gata, Freud estuvo el verano de 1930 en la Clínica de Berlín y allí coincidió con Alicia, así que sin duda le consultarían y él mismo se interesaría por un personaje tan importante, pariente de su discípula.

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    1. Hola, Gracias por pasar. Ojala Freud nunca se hubiera interesado en la Princesa Alicia.

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