jueves, 8 de agosto de 2019

The Last Czars: ¿Una Nueva Masacre de la Familia Imperial?



Cuando hice mi semblanza de Sissi, El Comendador Ray Badilla me solicitó algo parecido sobre Alejandra, la última Emperatriz de Rusia. Con eso me colocó en una situación difícil. Cien años después de la tragedia de Ekaterimburgo, todavía los historiadores no exoneran al último zar y a su consorte de culpa en los hechos que precipitaron su caída, la Revolución Rusa y su muerte. “The Last Czars” de Netflix nos da la impresión de que Nicolás y Alejandra merecían el castigo recibido.  Pero como “el docudrama” presenta una sarta de datos falsos o contradictorios, ya no sabemos quiénes realmente merecen castigo.

Nota: Para variar me referiré a Nicolás algunas veces como “Nicky” y a su consorte como Alejandra o Alix. También usaré intermitentemente los títulos de “emperador” y “zar”.

Un Docudrama Chanta
Cuando supe que iban a hacer un docudrama sobre el reinado del ‘último zar, esperé algún tipo de revisionismo histórico o algún dato descubierto recientemente. Por algo tenían un equipo de historiadores, tres varones y tres hembras (la importancia de la paridad), liderados por Simon Sebag Montefiore dándonos catedra como si el elenco del dramatizado fuese incapaz de hacerlo.

Nos la han vendido como “The Crown con contexto” y como el primer caso de combinación de dramatizado y documental. Esto último no es novedad, recordemos maravillas como “Band of Brothers” o todas esas charlas académicas de David Starkey interrumpidas por escenas de actores dando vida al harem de El Gordo y sus mujeres en “Henry VIII: Mind of a Tyrant”. Aquí, en cambio, tenemos un enredo confuso de actores y catedráticos cuyo propósito común parece ser el de clavar la tapa del féretro de los últimos gobernantes de la monarquía rusa, exhibiéndolos como tan antipáticos que al lado de ellos Hitler y Eva Braun son hermanitos de la caridad.



 Nicolás II (Robert Jack) es representado como un tirano chambón y su mujer como una controladora histérica. Al final uno siente que, como ocurrió con los Ceausescu, su destino era el paredón. ¿Entonces cuál es el propósito de este programa?  No exoneran a Nicky ni a su mujer, y sus hijos son personajes tan vagos (en los dos sentidos de la palabra: indefinidos y flojos) que no nos duele su muerte.

La serie es un bochorno tras otro y no hablo de ese primer plano de la Plaza Roja de Moscú donde, a pesar de que nos cuelgan un cartelito que dice “1905”, lo primero que vemos es el Mausoleo de Lenin.  ¡Señores, Ivan Ilich en esas fechas gozaba de buena salud! Tampoco me refiero a los torpes intentos de usar el alfabeto cirílico o el mal uso de uniformes, condecoraciones, títulos y fechas. Todo eso es perdonable.

Lo inexcusable es que en un documental tengan que poner un dsiclaimer de “algunos hechos fueron falseados”.  Hello?  Se trata de un documental= realidad, verdad. El Dr. Pablo de Orellana será muy sexy, pero los datos que se saca de la manga tienen a los historiadores de extramuros confusos.  ¿De dónde sacó que, en el Domingo Sangriento de 1905, los guardias del Zar descolgaban, a tiros, a los niños en los árboles?  Y esa imagen del pequeño “crucificado a balazos” en la reja del Kremlin (n 1918) es potente, pero no muy veraz. E injustificable es que cuando muestren filmes de la época de la Revolución, hayan insertado imágenes de los Años 30.

Pero lo incalificable es que las explicaciones del coro griego de historiadores se contradigan con lo mostrado en pantalla. Un profesor nos asegura que la relación de la Emperatriz con Rasputín fue puramente espiritual. Sin embargo, Susana Herbert en sus escenas con Ben Cartwright (el intérprete de Rasputín, no el dueño de la Ponderosa) casi repta a los pies del monje, se le cuelga del brazo, pone su cabeza en su hombro. Se sabe que Alexandra no era demostrativa ni con sus hijas.

Para ser una serie “histórica” se apoyan en dos mitos que han acompañado a Nicky y Alix desde su muerte: Rasputín y Anna Anderson. No se puede tomar en serio un relato que pretende ser verídico y es enmarcado con la telenovela de una niña que puede ser la Gran Duquesa Anastasia y a la que su antiguo preceptor, Pierre Gilliard (Oliver Dimsdale), debe reconocer.

No voy a hablar mucho aquí de este icono mediático que fue la Falsa Anastasia, porque planeo hacer algo por separado, pero es ofensivo que se juegue con los neófitos (léase quienes saben cero de historia rusa) haciéndoles creer esa patraña cuando ya hace treinta años que las pruebas de ADN nos certificaron que Anna Anderson era un fraude. Lo que pasa es que no se podía desperdiciar tan sabrosos mitos. Lo mismo ocurre con Rasputín que, aunque sea lo más cercano a personajes simpático en este cuento, sigue siendo un ente ambiguo y misterioso.

Rasputín es a ratos relleno cómico, en otros parece ser la voz de la razón que expone la hipocresía de los altos prelados de la Iglesia Ortodoxa Rusa o el histerismo sexual que parece afectar a ricas y pobres en esta serie. También me conmovió que se apiadase de un anciano campesino olvidado. 

Pareciera como qué serie e historiadores quisieran exonerar al monje-no-tan-loco. Nos dicen que el “Padre Grigorii” (quien nunca fue ni pope ni monje ordenado) poseía una genuina fe religiosa, que era un gran psicólogo y la serie nos lo muestra a cargo de algunas curas milagrosas (el campesino, la mujer atormentada por la muerte de su hija y, por supuesto, el zarévich).

Pero luego el coro griego se contradice chismeándonos que Rasputín era un charlatán, maquiavélico y hambriento de poder. Cartwright lo interpreta como un individuo violento, arrogante y dotado de un voraz apetito sexual, pero también como un hombre de fe que cree estar haciendo el bien y ser un instrumento divino. Aparte que nunca llegamos a saber cómo Rasputín podía calmar el dolor del zarevich y detener sus hemorragias, lo que reafirma sus poderes mágicos. Según los historiadores lo hacía “calmando a la Emperatriz”. ¿Ósea eran los nervios de Alejandra los que provocaban la hemofilia de su hijo?  ¿Como se puede decir algo tan absurdo e irresponsable?

La Sombra de Juego de Tronos
Aparte de este Rasputín tan simpático que nos preguntamos si no fue la también víctima de las locuras y el hubris de la Familia Imperial, tenemos un escenario donde los soberanos meten la pata a cada rato y es un milagro que no los hubieran sacado a patadas del trono antes de 1917.

Si esta serie hubiera deseado seguir el esquema GOT nos hubieran contado que, entre su parentela, Nicky tenía varios que querían su trono de papel maché (es que todas las joyas, decorados y elementos representativo del lujo de la Rusia Imperial en esta serie parecen fabricados en Taiwán). Nos podrían haber contado de la conspiración (apoyada por su propia madre) que en vísperas de la Revolución pretendía derrocar al zar y reemplazarlo con su hermano Miguel.

Pero es que la serie no sabe a dónde va y se bambolea borracha entre “The Crown” y “Juego de Tronos” porque la ley no escrita es que todo drama histórico debe seguir las pautas de la serie de HBO.

Tenemos un Rasputín en el que se combinan Varys, Melisandre y el Maestre Qyburn. Tenemos un Yakov Yurovsky (Duncan Pow) que podría ser Ned Stark, obtuso en su búsqueda de justicia, si es que Ned hubiese sobrepasado su miedo a matar niños. Tenemos una Falsa Anastasia tal como la Falsa Arya de la saga de Martin. Y tenemos a la princesita boba que corre detrás del hombre equivocado y precipita una tragedia. Solo que ni la Gran Duquesa María era tan mamerta como Sansa ni calzón-suelto como la muestran en la serie.

Tenemos un Zarevich (Ozkar Mowdy) malcriado que se queja por la comida. Sin ser perverso como Joffrey, Alexei es igualmente inútil y antipático. Una sorpresa de la serie ha sido no explicar lo terrible que es la hemofilia y lo difícil que era para un niño vivir con ese mal. No nos dicen que Alexei tuvo un amigo, un pinche de cocina, el único que sobrevivió de los sirvientes del zar (otra cosa que no nos muestra la serie) que no fue fusilado con sus amos.

En la vida real, la camarera de Alejandra y el valet del Zar murieron con ellos, otras damas y el fiel marinero Nagorni que cuidaba de Alexei fueron ejecutados en secreto. Si hasta el perrito de Anastasia fue masacrado, casi como Viento Gris en la Masacre de La Mansión Inatiev que no tuvo mucho que envidiarle a La Boda Roja. El único que se salvó fue Joy, el spaniel, del Zarevich, quien acabó sus días en una prospera propiedad inglesa.

Pero sigamos con el esquema de Juego de Tronos.  Tenemos una reina lúbrica, intrigante, torpe para gobernar y cuyo único objetivo es proteger a su hijo. La Zarina no será borracha como Cersei, pero no se saca el pucho de la boca. Alejandra solo vino a fumar, abrumada por los nervios, después de la Revolución. Curioso porque su marido y todos sus hijos (hasta Alexei) eran fumadores.  Lo que fumaban si no eran cigarrillos normales sino cilindros de papel llenos de tabaco sin nicotina. La serie no solo nos la muestra fumando cigarrillos modernos ¡también la Emperatriz aparece jalando cocaína!
Anastasia fumando la pipa de su padre

La verdadera Zarina puede haber sido adicta al somnífero Veronal., pero no sé de dónde sacaron que era cocainómana. Es cierto que la cocaína entonces (un producto más puro y menos dañino que la de hoy) era usada como medicamento. Nicky la usaba para curarse el resfriado y su señora para los dolores menstruales, pero de ahí a andar haciendo líneas….

Algo que la serie apenas toca es que la Zarina era casi una invalida. Sus embarazos fueron difíciles y muy seguidos. Tuvo un aborto espontaneo y un embarazo fantasma. Era aquejada por tremendas jaquecas y ciática, y es posible que sufriese de hipertiroidismo; (como servidora) no podía bajar de peso, aun comiendo poco, se le hinchaban las piernas y los pies de manera horrible.

Mucho se ha hablado de lo que Susana Herbert se parece a Alejandra. La Herbert es huesuda, de pómulos y nariz afilados y tiene una mirada entre beoda y demente, además es más baja que Jack quien da vida al Zar. Alejandra era gordita, más alta que su marido, curvilínea y aunque su mirada podía ser altanera, no era desagradable.

Lo de la cocaína es tan grotesco como un episodio donde Rasputín envía a Alejandra al frente a “seducir” al zar y obligarlo a acatar las decisiones de su mujer. La idea de una señora cuarentona y gordita comportándose como una odalisca me dio risa. Y es que en esta serie han convertido a Alix en una libidinosa, intrigante, drogadicta y que más encima anda echando palabrotas a cada rato. Ya podría hacerse cargo de los burdeles de Meñique.

En lo que si han seguido las enseñanzas de GOT es en otra novedad de la serie; el sexo gratuito. Tenemos escenas de Rasputín desnudo sacudiendo sus colgantes en una orgia. Lo tenemos metiéndole mano (literalmente) a campesinas y grandes damas, y nos imaginamos que algo parecido le haría a la Emperatriz. Irónicamente los únicos en acariciar la vagina real real, aparte de Nicky, fueron los asesinos de los Romanov. Yacov Yurovski, en su reporte, cuenta como tuvo que detener esa profanación del cadáver de la pobre señora.

Pero los grandes representantes del sexo improcedente son El Zar y la Zarina cuyas escenas de cópula ya bordean en el soft-porn. La excusa es que Nicky y Alix “estaban enamorados”. Obvio que para los simplones productores mostrar gente follando es la única manera de representar el amor de pareja. Si en “The Crown” nos mostraron las nalgas del Duque de Edimburgo, aquí nos muestran las te…y el cu…de la Zarina. Ahh y también su marido encuerado y lleno de tatuajes. A propósito, Nicolas tenía tatuado un dragón en el brazo. Se lo hizo en un tour en Japón antes de ascender al trono.




Por supuesto que es un hecho histórico que Nicolas y Alejandra se amaban, y por su correspondencia privada sabemos que gozaban de una sana vida sexual, pero mostrarnos al Zar en su noche de bodas corriendo por el pasillo, como Forrest Gump, quitándose la ropa y entrando como bisonte en la recamara donde lo espera su ingenua novia es doble WTF.

 Triple WTF que una virginal, pudorosa y religiosa jovencita victoriana esté más que dispuesta a mostrarle sus partes al marido y que lo cabalgue tan presurosa, gimiendo cosas como “Eres el Zar de todas las Rusias”,” El más poderoso”, “El Príncipe Elegido” “Naciste del humo y de la sal” (no eso último, no, pero de veras que a ratos se ve con cara de bruja y parece Melisandre).

Según las mucamas de la Zarina, ella jamás mostraba su cuerpo desnudo. Hasta el punto de que se bañaba sola y que cuando ellas llegaban, ya Alejandra estaba aseada y envuelta en un kimono. Como han dicho muchos reseñadores y críticos el sexo en la serie parece servir más para degradar a la pareja real que para hacerla simpática. O como han dicho en Rusia (donde la serie es el nuevo hazmerreir) “habrá quien quiera ver a la Zarina desnuda”.

La Verdadera Alix de Hesse
En mi segundo año de secundaria, en la clase de historia, cubrimos extensamente el reinado de Nicolás y la revolución que lo derrocó. Una tarea que nos asignaron fue escoger un actor de ese drama y escribir una carta abierta, desde su perspectiva, explicando sus motivos. A pesar de saber lo antisemita y mala gobernante que era, escogí a la Zarina y me enfoqué en su tragedia como madre.

Para hacer esa tarea me apoyé en un libro muy antiguo que heredé de mi abuela (y que cometí el descuido de abandonar bajo un árbol en Central Park). Se trata de las hoy despreciadas memorias de Anna Vyrubova, dama y amiga de Alejandra. Virubova recuerda con cariño, pero con objetividad, a su emperatriz una mujer de mal carácter, que podía ser tan generosa como injusta, muy celosa, que siempre conservaba distancias incluso con sus hijas y que vivía obsesionada por la enfermedad de su hijo.

La serie desnuda físicamente a Alejandra, pero esconde mucho de su personalidad.  Nunca nos cuentan que Rasputín fue el último de la lista de místicos de la Emperatriz consultó para curar a su hijo. Nos dicen que Alix era una fanática religiosa pero no nos cuentan que su fe fue su refugio cuando muy niña perdió un hermano por hemofilia, y simultáneamente a su madre y hermana favorita durante una epidemia de difteria. No nos dicen que rechazó dos veces casarse con Nicolás porque no deseaba convertirse.

La serie nos dice que el gran error del Emperador y su mujer fue en abocarse totalmente en su hijo (“Tu primer deber es tu familia” le gruñe Alix en una escena en que él quiere ir al frente), en ocultarle a su familia, a la Corte y al mundo la hemofilia de Alexei.  Lo destacan tanto que parece ser el mayor crimen de Nicolás y Alejandra. Nos llega a irritar el Zarevich por ser manzana de la discordia y ni siquiera sabemos porque es tan importante cuando tiene cuatro hermanas.

Curiosamente “The Last of the Czars” que pretende tener una visión moderna de lo ocurrido, no menciona un factor fundamental en toda la intriga domestica que aleja al matrimonio real de su pueblo y de los sucesos que los afectan. Nos hacen saber que todo comienza cuando Alejandra solo es capaz de parir hijas. La Corte (al pueblo lo tienen marginado de tan importantes decisiones) culpa a Alix de no tener un heredero.

La Zarina llega a ir en peregrinación, como una campesina cualquiera, en busca de ese hijo. La vemos deambulando casi desnuda por los caminos y luego revolcándose con el marido en el campo (otra falsedad). Nace Alexei, pero su alegría se trueca en lágrimas ya que el pequeño es hemofílico.

Cualquiera medianamente enterado de la historia rusa sabe que este imperio tuvo dos emperatrices y muy útiles, en el siglo XVIII: Isabel Petrovna y Catalina la Grande (y no fueron las únicas mujeres en gobernar las estepas). ¿Entonces si Nicolás y Alejandra tienen cuatro hijas sanas y bonitas por que no les dejan el trono a ellas? Olga, la mayor, era inteligente y sensible. A juzgar por su comportamiento durante la Gran Guerra, era capaz de alternar con todo tipo de gente, hubiese sido una gran emperatriz.

Lo que no se molestan en contarnos en el cacareado documental, y tuve que averiguar por mi cuenta, fue que Pablo I odiaba tanto a su madre, Catalina la Grande, que impuso la Ley Sálica en Rusia. Igualmente, Nicolás pudo derogarla cuando vio que tenía tres hijas. Su error fue imponerle a un niño enfermo una tarea imposible, e imponérselo a un imperio. ¿Pero realmente fue ese el único error que detonó el fin de una dinastía?

La serie nos ofrece algunos factores que ejemplarizan el mal gobierno de Nicolas y Alejandra. El empeño de Nicky de seguir siendo un tirano autócrata; su fobia por las reformas; su desastrosa guerra con Japón, y su poco interés por las desdichas del pueblo ruso. Pero ahí de nuevo caemos en las noticias falsas. Por ejemplo, nos muestran la Tragedia de Jodinka como otro ejemplo del mal de ojo que rodea a la pareja imperial (casarse cuando están de luto, la aparatosa caída del collar de Alejandra en su boda)
Muertos en Jodinka

Es cierto que en Jodinka, y a raíz de los festejos de la boda del Zar, se hundió una empalizada provocando la muerte de un gran número de personas. En la serie dicen “cientos de miles”.  Wrong! Fueron doscientas víctimas. Luego dicen que ocurrió el mismo día del enlace y nos muestran a Nicolás y Alejandra desentendiéndose de la tragedia y bailando felices en una lujosa soirée.

a)       Alejandra tenía un problema de ciática, no era una figura grácil en la pista como nos muestran las películas. No le gustaba bailar y rehuía las fiestas. Si fueron a ese baile en la embajada francesa fue para no ofender a Francia
b)      La estampida de Jodinka ocurrió cuatro días después de la boda. Aunque es cierto que ese mismo día, la Pareja Imperial hizo una aparición en un balcón, eso fue por malas comunicaciones puesto que todavía no se había enterado del accidente
c)       Nicolás envió 80.000 rublos de su fortuna personal para asistir a las familias de los muertos más mil botellas de vino de Madeira (considerado entonces un reconstituyente medicinal) para los 1,300 heridos.
d)      El coro de historiadores miente descaradamente cuando dicen que Nicolás y Alejandra debieron visitar a los heridos. El Zar y la Zarina hicieron un tour por al menos dos hospitales donde estaban los heridos.

Lamentablemente en Rusia, fue la primera impresión la que quedó y a Nicky le pusieron el apodo de” El Sanguinario”.  El Zar cometió muchos y gravísimos errores, concentrarse en este episodio demuestra que la serie ya tiene esa intención de ennegrecer más su reputación a costa de mentiras.

Mas Fake News
Nicolas se nos manifiesta como un gobernante altivo, torpe y casi un orate. Por supuesto que nos dicen que gran culpa la tiene el siniestro Tío Sergei (Gavin Mitchell) que funge, hasta que lo vuela una bomba, de consejero del Zar. Al pobre Sergei, que ciertamente era un conservador cerrado, nos lo han puesto más grueso y tosco que en la vida real.

 No entiendo ese empeño en las series de época de tener a gente aristocrática usando lenguaje grosero, sobre todo delante de las damas.  Algo totalmente alejado de la realidad. Se olvidan de que, hasta nuestra era, la erudición y la clase se demostraban con un buen manejo de la retórica y la dialéctica en las cuales no hay cabida para interjecciones vulgares que al final solo demuestran carencia de vocabulario.

En la vida real, Tío Sergei no tenía tanta influencia en los asuntos del Zar (aunque él fue un gran culpable de la estampida de Jodinka). Por ejemplo, él no se metía en asuntos militares. El verdadero Sergei era un erudito, un amigo de las artes, un hombre de gustos tan delicados que se rumoraba que era homosexual.

Por otro lado, por nefasta que fuese la gestión gubernamental de Nicolas o la influencia de su zarina, una dinastía no cae sino ha habido varios gobiernos funestos que la precedan. Nicolás pudo haber sido un zar más moderno, más sensato, más firme e igual su dinastía estaba condenada. Si miramos la lista de emperadores de Rusia desde 1801 hasta 1918; tres fueron asesinados, uno pudo haberse suicidado, dos murieron agotados y enfermos. El denominador común es que eran odiados por sus súbditos y que el odio no era gratuito.
Asesinato del Zar Alejandro II

Luis XVI fue un rey reformista, mucho más que sus ancestros, e igual perdió la cabeza. Se puede decir lo mismo de Francisco Fernando, el heredero al trono austrohúngaro, conocido por sus tendencias liberales. ¿Cuál fue su premio? Que un nacionalista serbio los matase a él y a su esposa.

 La Iglesia Ortodoxa Rusa ha canonizado al Zar y a la Zarina, una acción que me parece discutible, no así la beatificación, por parte de la Iglesia Católica, de Carlos el último emperador de Austria-Hungría. Era un hombre honorable, un pacifista que buscó reducir la duración de la Gran Guerra, nada de eso les importó a sus súbditos que lo expulsaron a él, a su esposa encinta y a sus siete hijos. No podemos acusar a Constantino de Grecia de ser un tirano autócrata y aun así fue derrocado en 1967.

Este preámbulo es para indicar que, aunque Nicolás hubiese sido más abierto a reformas y su mujer menos paranoica y centrada en su familia que en su deber de emperatriz, igual hubiese habido una revolución porque el pueblo ruso ya no daba más.

El coro de historiadores se esmera en contarnos que el pueblo ruso estaba oprimido, que no había libertades individuales. Nos habla de hambruna, de huelgas, pero la serie nunca nos acerca a la verdadera tragedia que propicia un alzamiento armado. ¿Contra qué se levantan los revolucionarios? ¿Quiénes son? Gracias a Rasputín tenemos un atisbo del campesinado, pero nunca se nos muestra la plebe urbana, a menos que sea aplastada en una turba o baleada.

No conocemos a la clase media de las grandes ciudades. Cuando nos hablan de Ivan Kalyaev (Leonardas Pobedonocebas) el asesino de Tío Sergei, nos lo presentan como un miembro de una clase educada y un poeta publicado. Aunque si bien Kalyaev venia de clase media y era universitario, estaba más dedicado a poner bombas que a escribir poemas y su poesía solo fue publicada tras su ejecución.

Mujeres Odiadas, Mujeres Odiosas
Hablando del pueblo ruso, junto con escondérnoslo, nos ocultan a sus mujeres y cuando las destapan es siempre a una luz negativa. Tanto campesinas como damas de alta sociedad están más que dispuestas a dejarse masturbar por Rasputín. Nos muestran a un grupo de mujeres marchando hacia el Kremlin, pero podrían ser Caminantes Blancos, son una masa, no podemos contextuarlas ni identificarlas.

Nunca vemos a las mujeres de la clase media, las profesionales, las revolucionarias, las universitarias que nos presenta Pasternak en Dr. Zhivago y Alexey Tolstoi en su trilogía Peregrinación por los caminos del dolor. Incluso había mujeres educadas en la aristocracia como la princesa Lydia Viazimskeya que tenía un título del Conservatorio de Moscú y estudió en Oxford. Pero tanto plebe como aristocracia son turbas difíciles de clasificar.

La nobleza que rodea al Zar tampoco es descrita específicamente. En el primer episodio vemos un tal Sandro (Samuel Collings) que parece más juicioso que el Tío Sergei. Los confundidos recappers se refieren a  el como “el amigo de; Zar”. Sandro era el cuñado del Zar, estaba casado con Olga (Sarah Bail) la fumadora, la que en la serie le cree el cuento a la Falsa Anastasia.

Félix Yusupov (Gerard Miller) y su mujer aparecen nada más que para matar a Rasputín. Félix es retratado como un afeminado llorón e inútil y Xenia, su mujer, es una tarada borracha. Esa interpretación deja la impresión de que el asesinato de Rasputín fue cruel, innecesario y perpetrado por locos irresponsables. Oh, pero si Rasputín es el malo del cuento. En Disney, esto es Netflix

Siguiendo con la realeza, desde Siberia hasta Londres se preguntan quiénes son “Los Cuervos Negros” título que el coro de historiadores les planta a dos mujeres no identificadas. Se trata de las Princesas Anastasia y Miliza de Montenegro. Casadas con príncipes rusos, fueron de las pocas amigas de Alejandra en la Corte Romanov y hoy se cree que la presentaron con Rasputín, puesto que las montenegrinas eran devotas del ocultismo.

Injusto ha sido el retrato de la emperatriz Maria Feodorovna (Bernice Stegers) a la que la serie presenta como la típica suegra metiche. Hubiese sido necesario hablar un poco de ella, contrastarla con su nuera. Eso ayudaría a explicar por qué Alejandra fue odiada por el pueblo aun antes de Rasputín, aun antes de nacido Alexei. A la Zarina se la retrata casi caricaturescamente como una mujer dominada por las drogas, la paranoia y su calentura por un monje hediondo, pero sucede que esa es Alejandra en 1914. ¿Por qué ni la Corte ni el país confiaban en ella antes?


Nunca nos cuentan que Alejandra siempre fue una extranjera en el país donde reinaba, que nunca le interesó aprender ruso bien, nunca le interesaron ni la Madre Rusia ni su cultura. Es fácil entonces pensar en ella como la alemana, la espía, la que chapurrea ruso con acento no necesariamente teutónico.

Alix de Hesse era una típica niña de la aristocracia victoriana, su primer idioma era el inglés. Su abuela, la Reina Victoria, la había criado a su hechura, pero había una diferencia. Victoria reinó en un país donde el Parlamento gobernaba, ella fue lo suficientemente pragmática de dejar que sus ministros gobernasen. Alejandra estaba casada con un autócrata dueño de todo el poder, y ella tenía todo el poder sobre ese autócrata.

La Reina Victoria temía (y con razón) que su nieta, descontrolada, de carácter fuerte y terca, fuese una mala zarina. Muy diferente del caso Emperatriz Maria Feodorovna, que fue una soberana amada por su pueblo, una princesa danesa que se enamoró de Rusia y de su gente, que se esmeró en aprender su idioma y en vivir dentro de su cultura.

Pero el peor y más injusto retrato de una mujer de la realeza en “The Last Czars” queda reservado para Elizabeth “Ella “de Hesse, la hermana de Alix y esposa del Tío Sergei. Elsie Bennet la interpreta como una boba sumisa que por imbecilidad se convierte en cómplice del marido. Hasta los historiadores se ríen de ella por su deseo de perdonar al asesino de Sergei. Lo hacen ver como ejemplo de ignorancia ya que no entiende lo odiado que era su esposo.

La verdadera “Santa” Elizabeta no solo sabía que su marido era odiado, incluso desde que Sergei expulsase a 20.000 familias de judíos de Moscú que esperaba algún tipo de represalia. Aun así, perdonó al asesino e intentó evitar su ahorcamiento. Kalyaev no fue fusilado como muestra la serie, sino colgado. Ni eso saben

Casi ni me nacen ganas de hablar de las pobres hijas del Zar. Al comienzo nos las muestran como muñecas de cuerda, todas iguales, todas anodinas y perpetuamente infantiles. Hasta nos las muestran adictas a las gemas (por consejo del Padre Grigorii). Una lástima, porque las cuatro tenían personalidades muy diferentes, porque Olga (Karolina Elzbieta Mikolajunaite) y Tatiana (Aina Norgilaite) trabajaron tan arduamente como enfermeras que la mayor colapsó y se la obligó a cumplir solo tareas administrativas.

Es mentira que no tuvieran mundo, que no hubiesen trabajado, ni conocido el valor del dinero. Sus sueldos de enfermeras se los gastaban o en obras de caridad o en perfumes que ellas mismas compraban. Las tres mayores vivieron romances, castos e intrascendentes, pero que demuestra que no eran los parásitos retrasados que Netflix ha confeccionado. Incluso ese grotesco episodio en que Maria (Digna Kylyonite), tan lujuriosa como su madre, se baja los calzones con un guardia es una bochornosa mentira.

Hubo si un incidente de confraternización, pero la preocupación de los bolcheviques no era que las princesas sedujesen a los guardias, sino que estos ya estaban más que dispuestos a rescatarlas. De hecho, tres miembros del pelotón de fusilamiento se negaron a disparar sobre las niñas. Sobre el fusilamiento y las razones para este se han tejido todo tipo de conjeturas. La más grotesca, pero que perdura (incluso la apoya la Iglesia Ortodoxa Rusa) es que fue un “crimen ritual judío”.

Los Judíos Lanzabombas y el Crimen Ritual
En un momento casi in passim, algún historiador (debe ser Sebag Montefiore) habla de los abusos que sufrían los judíos bajo Nicolás. Luego Stolypin (Brian McCardle), La Mano del Zar, recrimina a su señor por el maltrato que sufre el pueblo hebreo. Este le responde airado que los judíos son terroristas y su ministro ruge que él haría lo mismo si viviera bajo tamaña opresión. Poco después unos terroristas le lanzan una bomba a Stolypin. Es cuestión de trazar una raya entre los inconexos puntos. Los terroristas son malos, los terroristas son judíos, todos los judíos son terroristas.

La gran población de súbditos hebreos del zar eran practicantes de un judaísmo ortodoxo y vivían hacinados (desde que ahí los metió Catalina la Grande) en la Zona de Asentamiento o Palizada que ocupa lo que hoy es Ucrania, Polonia, Lituania y parte de Rumania. Los que han visto filmes como “El violinista sobre el tejado” y “Yentl” sabe que los judíos vivían en pueblecitos conocidos como shtetls en zonas rurales (aun vivir en grandes ciudades de la Palizada como Kiev y Sebastopol les estaba prohibido) ganándose la vida como artesanos y en gran pobreza. Estos shtetls existieron hasta la Segunda Guerra Mundial donde a los nazis le fue fácil encontrar a sus habitantes para masacrarlos.
La visión de Marc Chagall de un shtetl

Los rusos habían encontrado que los judíos eran un blanco fácil y practicaban periódicos y sangrientos pogromos en estas poblaciones de gente incapaz de defenderse. Los peores tuvieron lugar a comienzos del Siglo XX, precisamente durante el reinado de Nicky y con su bendición. Extraordinariamente el odio hacia los judíos no nacía ni de racismo ni era provocado por razones económicas. El antisemitismo del Zar, la Zarina, la Corte, la Iglesia Ortodoxa y el campesinado nacía de la razón más antigua del mundo: la religión.

La ira iba descargada en contra de quienes practicaban el judaísmo. Si se convertían no había problema, pero estos judíos tan porfiados… (para ser justa, Bolcheviques, comunistas y El Camarada Stalin desconfiaron de los judíos ortodoxos, hubo persecuciones religiosas, etc. Así que como decía mi amiga Ilana, una fugitiva de Kiev, “a los rusos no les gustamos los judíos”).

Como los judíos no querían convertirse, los Romanov buscaron otras medidas.  A partir de la Guerra de Crimea, se obligó a los judíos a servir en el ejército ruso donde se les forzaba a comer cerdo y a bautizarse. Como muchos jóvenes huían, se comenzó a secuestrar niños judíos hasta de ocho años para convertirlos en estos llamados “cantonistas”. Curiosamente, no hubo rebeliones de parte de la población judía contra tan injusta medida. Como suele ocurrir en épocas y masacres, los judíos se volcaron hacia la religión creándose el sistema de yeshivás o escuelas rabínicas.

A pesar de lo que digan los antisemitas, más judíos se adhirieron a ideales sionistas y se fueron a Palestina (otros emigraron a Estados Unidos o Argentina) que a los bolcheviques. Había partidos socialistas totalmente judíos como el Bund, pero en 1917 había menos de mil miembros judíos en el Partido Bolchevique. Miles se unirían después de la Revolución de Octubre y sobre todo tras las atrocidades cometidas por el Ejercito Blanco en contra de su gente.

En tiempos del Zar Nicolas, los judíos ricos “compraban” el privilegio de vivir fuera de la Palizada. Esos eran los casos de las 20.000 familias que el tío Sergei expulsó de Moscú. Esos eran los casos de los acaudalados Bronstein y Apfelbaum de cuyas filas saldrían Trotsky y Zinoniev. Yakov Yurovsky, asesino del Zar, era judío, pero había vivido en Alemania donde, antes de ser marxista, se había convertido a la fe luterana.

Es difícil para el antisemita comprender que el comunismo es incompatible con otras religiones. Por eso desde que el médico Solokov, unos meses después de la masacre de Ekaterinburgo, encontrase “marcas cabalísticas” en el área donde se creía habían fusilado a la Familia Imperial, que se ha corrido el rumor de que Yurovski y sus secuaces (y por órdenes del Politburó) practicaron un asesinato ritual, ¡incluso que las cabezas de las víctimas fueron enviadas a Moscú para otra ceremonia judeo-satánica!

¿Y cuál sería el propósito de tanta barbarie?  ¡Elemental Watson! Destruir a la Madre Rusia derramando la sangre del ungido de D-s. Como Rusia hoy es sana y robusta, y bajo la zarpa de otro autócrata bonitillo, fue bien chapucera esa magia, pero la Iglesia Ortodoxa Rusa no lo cree así. Se niegan a entregar los restos de la Gran Duquesa Maria y el Zarévich (encontrados en el 2007) porque deben revisarlos para ver que señales indican los ritos de cuales fueron parte. Por supuesto que nada de eso aparece en “The Last Czars”.

Me devano los sesos para encontrar una razón para este docudrama. ¿Degradar al Zar y a su familia?  ¿Alabar la Revolución?  Si le creo a los historiadores (y no solo a los que aparecen en el documental hibrido) no hay deconstruccionismo que demuestre que la Revolución Rusa era evitable. Por lo tanto, entiendo que hubiese que ejecutar a Nicolás y a su esposa. Pero no había razón para asesinar a cuatro jovencitas que no podían ascender al trono o a un niño enfermo que iba a morir antes que reinar. 
Masacrar también a los criados y al médico de la familia denota que fue una acción vengativa más que justiciera o justificada. Tanto así que Lenin ocultó la masacre de Ekaterimburgo hasta 1922.

En mi próxima entrada hablaremos de como la Familia Imperial ha sido retratada en cine y televisión, y de cómo Rasputín y la Falsa Anastasia se convirtieron en iconos culturales.

16 comentarios:

  1. Desde FBRay Badilla Excelente y oportuno análisis. Concuerdo. Lo que vi no me gustó para nada. Una absurda caricatura de la familia imperial rusa. Lo que hicieron fue un destrozo. Pésima elección de actores, mala caracterización de los personajes y una producción muy descuidada. Tiene muchas imprecisiones históricas y todo trata de los clichés usuales de heroes y villanos de Hollywood. Está dirigida a un público que no tiene idea la más mínima de quiénes fueron realmente los Romanov, la Rusia de la primera guerra mundial y su revolución, ni nada que ha pasado hace 100 años.
    Cada vez está peor, conseguir algo serio para ver. Netflix ya no es lo que era. Es una pena 😒

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    1. María Elena Venant Ray Badilla Bien dicho, Comendador, una caricatura y tan baratieri, actores desconocidos, situaciones cliches. me hacia gracia que a cada rato dijeran que los Zares vivian en lujo, y uno solo veia joyas de plastico y pieles de ratón. Lo de la Falsa Anastasia era realmente paar gente que ni ve Disney. Netflix esta experimentando un fuerte bajon en calidad, pero no se si viste por ahi la miniserie "trotsky"otra bazofia descabellada y esa fue hecha por rusos y en Rusia.

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    2. Desde FB
      Ray Badilla María Elena Venant Últimamente me ha dado por leer mucho sobre los Romanov y su caída. Esta familia siempre me ha encantado y ahora sigue fascinándome. Me encuentro miles de fotos, cartas y vídeos inéditos de todos los miembros familia imperial rusa que se publican diariamente en Instagram. Pero me parece sumamente triste e injusto cómo terminaron las cosas. Por muchos errores que cometiesen Alix y Nicky, no se merecían este final y menos su familia. Pensar lo que tuvieron que pasar los niños, los pelos de punta, qué horror, no me puedo imaginar. En fin, esto ya es historia. Que descansen en paz. Espero tu próxima entrada con ansías.

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    3. María Elena Venant Ray Badilla Yo también he estado leyendo mucho precisamente porque la serie deja tantos cabos sueltos. Desde mucho antes de su retorno a Rusia (1917) Lenin había hablado de lo necesario que era matar al Zar. Ya se las tenía juradas. Ahora, lo normal hubiese sido que Nicolas tuviese un juicio, tal como se lo dio Cromwell a Carlos II, y los revolucionarios a Louis XIV, pero Lenin pensaba que ellos habían cometido un error. Temía que, en un juicio público, el zar se ganase al jurado y a la opinión publica. Algo que he descubierto es lo inseguros que se sentían los bolcheviques.
      Las razones para matar a toda; a familia son diversas y frágiles. Todos odiaban a Alejandra. Sin embargo, para la época de los hechos, Lenin había conseguido firmar una tregua con Alemania, pero el Kaiser había exigido que no se les hiciese daño ni a su prima ni a las hijas que eran “princesas alemanas”. Por eso la masacre se hizo en secreto. Se dice que Lenin y el Politburó planeaban un gran baño de sangre, calcado de la Revolución Francesa, que no quedase ningún miembro de la familia real vivo, ningún símbolo del Ancien Regime.
      Se dice que el Ejercito Blanco (en realidad La Legión Checa) se acercaba y podía liberarlos. Reitero, ¿y? Matar al Zar y ya ¿que importaba el resto? las niñas nunca reinarían, Alexei se estaba muriendo. El idiota de Trotsky entre las muchas babosadas que escribió dijo que el asesinato de los hijos del zar tenía justificación política porque representaba la abolición del poder del hombre (El Zar y su dinastía) sobre otro hombre (el proletariado). Pero cuando Stalin mandó a asesinar a los hijos de Trotsky ya este no le pareció tan justificable.
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    4. Desde FB
      Ray Badilla María Elena Venant Interesante leerte, gracias. No me extraña que Lenin no se conmoviese, era muy rencoroso, vengativo y cruel, el papá de Nicky se negó a salvar la vida del hermano mayor de Lenin que fue ahorcado. En una de las cartas del kaiser Wilheim a su primo el rey George V que ha colgado en Instagram, hay una carta en la que dice que si su abuela aun estuviera viva la Primera Guerra Mundial tal vez nunca hubiera sucedido, ya que ella no habría permitido que sus familiares fueran a la guerra entre si.

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    5. María Elena Venant Ray Badilla Me había olvidado de ese detalle sobre el hermano de Lenin, entonces esa fue una venganza personal. La Primera Guerra mUndial fue una guerra absurda, pero hay quien dice que debio suceder, porque fue una continuacion de la guerra Franco-Prusiana. Eso entre Francia y Alemania, el problema es que Inglaterra se metio y arrastro al mundo angloparlante con ella. La Revolucion Rusa tarde o temprano iba a estallar. perosucedio entonces por a) los sufrimientos que impuso sobre el pueblo ruso fueron la ultima gota y el Kaiser empacó a Lenin en un tren blindado de regreso a Rusia y Lenin es el gran detonador, no Kerensky. No creo que la Reina Victoria pudiese detener nada porque esta no fue una guerra entre dinastias sino un conflicto provocado por interes politicos y vaya ironia los intereses de la burguesia no de los reyes

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  2. Desde FB
    Ray Badilla María Elena Venant Por qué el Káiser envió a Lenin a Rusia? Qué hay de cierto en la leyenda de que la Reina Mary, con la ayuda del primer ministro David Lloyd, convenció a su esposo el rey George de no traer a Nicky, Alix y sus cinco hijos a Inglaterra?

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    1. María Elena Venant Ray Badilla El Kaiser era muy listo y sabia que lo peor es una guerra en dos frentes. Había que sacar al Zar y a Rusia de el medio, y lo mejor era una revolución, pero Willy también tenía conocimiento de que en Rusia se peleaban varias facciones lo que las hacia débiles y podía permitir el triunfo de los Rusos Blanco. Se necesitaba de una mano fuerte que las uniera, ese era Lenin que entonces estaba exiliado en Suiza. El Kaiser le mando un tren privado a Zúrich que lo llevó directamente a San Petersburgo. El resto es historia.
      No sé qué pito tocaría la Reina Maria, pero efectivamente el Mago Gales le hizo ver al Rey Jorge varias cosas, la inteligentzia, el socialismo y los medios británicos estaban totalmente de parte de la revolución rusa; los ingleses estaban tan hartos de la guerra como los rusos un empujoncito, y se levantaban en armas contra la monarquía; esto parecerá ridículo, pero tenía mucho peso, Nicky y su primo Jorge eran físicamente muy parecidos. Traerlo a Inglaterra iba a crear una asociación en la imaginación colectiva e iba a hacer al rey odioso con sus súbditos y más fácil seria sacarlo del trono. Por eso nunca hubo un plan de rescatar a la Familia Real. Lo mas que se le permitió al Rey fue enviar el Yate Real a la Crimea a rescatar a su tía Maria Feodorovna. De acuerdo con lo que cuenta Tatiana Vassiltchikoff (después Princesa Metternich) en sus memorias, la Emperatriz se negó a partir si no la acompañaban otros refugiados. Por eso el yate llegó colmado no solo de Romanov sino también de familias aristocráticas como los príncipes Yusupov y Vassiltchikoff. Ya me dio pena, porque esas memorias que adoro parece que están entre los libros que me robaron en Chile, al menos no los han encontrado.
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  3. I've seen trailers for this one, too bad it's documentary, we much prefer scripted programmes :) We quite loved Russia's last tzar here in my country, he was very nice towards us in WW1 even when our allies England and France were bastards towards us. He even has a monument, a massive one, in our capital. Some of our princesses were members of his court. I know that Montenegrin princesses, who lived at his court, actually brought Rasputin to them.

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    1. The horrible part is that it’s not even a documentary. It’s a dramatization, poorly acted, poorly researched, pitted with dramatic licenses. And then when you are getting the hang of it you are interrupted by this talking head chorus of pseudo historians who babble nonsense, contradicts what the screen shows or tells you more fake news. They call it a docudrama, “Band of Brothers” was docudrama, this is an embarrassment. Nicholas was a lousy emperor, but he was just one more of a long chain of bad tsars. I’m happy to hear he’s got statues in Serbia. The one honorable thing he did was to uphold his vow to aid Slavs. Yes, Serbia’s history in the Great War is heartbreaking yet heroic.
      In the series they call the Montenegrin sisters ‘the Black Crows” apparently nobody called them such. According to the series, they introduced Rasputin to the tsarina. They were close to Alexandra who didn’t like people in the court but made an exception with the Petrovic sisters. Anastasia and Militza were (it was fashionable among the upper classes in Russia) into occultism and they knew Rasputin. One thing that I owe to the series is that it got me to do research, I knew more about the Montenegrina Princess Elena who became Queen of Italy.

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    2. Yes, famous Jelena of Savoy, I remember I read quite a few books about her when I was a teen exploring history.
      These Western programmes always take terrible liberties with history and facts. I've recently watched a series in which they call Tesla, the most famous Serb ever, a Croat. Even his urn is here in Serbia LOL

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    3. I've seen this oddity of Tesla becoming a Croat. I find these licenses of Anglo Saxon fiction rather contemptous. It's not laziness, it's plain lack of care about other European cultures that borders in racism. Italian Jews were crazy about the House of Savoy and named their daughters after their queens (or just plain "Regina") My mother belonged to that last generation of royal worshipping so she was called "Elena"(The Italian spelling of the Queen's name) and so, I'm also named after the Regina Elena.

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  4. Estoy muy de acuerdo contigo y eso que solo vimos el primer capítulo (maridín y yo).
    Cuando vi la escena de la noche nupcial arrugué la nariz y no por pacata, no cuestiono este tipo de escenas en ficción pero en personajes históricos me parece como fuera de lugar, no viene al tema tampoco. Esto entre otros detalles que muy bien tú señalas aquí. Maridín (que es profe de Historia aunque no ejerce) no le gustó esa mezcla de semi documental y bueno creo que a mí tampoco, o es serie o es documental, pero esa mezcla quita emoción a la trama... y bueno como que el entusiasmo llegó hasta ahí no más.
    Leyendo tu post aprendí mucho, siempre me ha llamado la atención este pasaje de la historia y el triste final de los Romanov. Tú estás muy bien documentada y creo en todo lo que dices en esta entrada (XD).
    En cuanto pueda buscaré algún libro para leer mas sobre esta familia, y sobre la serie por ahora paso de largo.
    Saludos

    Saludos.

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    1. Hola Gatita Solita,
      Gracias por pasar. Este es el programa mas chanta y rasca que he visto en los últimos años. Ni siquiera como pornografía barata pasa. Dicen “Ay somos como The Crown” En the Crown, las escenas de sexo (al menos de la Reina) no son gráficas. Al Duque lo mostraron pilucho porque así durmió, hasta creo sus 70 años (costumbre de marino). Aquí, no sé qué pretendían.
      No es docudrama. No sé si tu y tu marido vieron “Band of Brothers”, eso es docudrama. Aquí te interrumpen estos gallos que dizque son historiadores para robar cámara (el Pablo de Orellana es narcisismo total) y decir pavadas que no concuerdan con lo que nos cuenta la serie.
      Sobre documentación. De lola cuando me pasaron esta época en el colegio, yo me leí varias memorias de damas de la Emperatriz y el libro de Robert K. Massie, Nicholas and Alexandra, que por mucho tiempo fue considerado lo máximo. Ahora hay mucha más información y nuevas biografías. En castellano la mejor es Las Hermanas Romanov de Helen Rappaport, te la recomiendo. Hay un documental sobre ese libro, está en inglés en YouTube. Pero, te sorprenderás, la mayor parte de los datos recabados (y cotejados luego en otras fuentes de Internet) los encontré en artículos/reseñas escritos por historiadores y periodistas rusos escandalizados de la sarta de cabezas de pescao que pusieron en la serie.

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  5. Hola Malena, dos cosas la primera que te has equivocado de Luis, creo que el Luis que perdió la cabeza fue Luis XVI. La segunda cosa es para decirte que como siempre ha sido una buena entrada y que a ver si en breves tengo listo el primer análisis que prometí hace mas de un mes xd. Bueno eso es todo me alegro de volver a tener tiempo para leerte y espero que todo te vaya bien en estos días.

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    1. Y como diria el Chapulin Colorado "Y yo qué dije?"Ups decapité al Rey Sol. Alla voy a arreglarlo. Si, pues, estoy esperando mas entradas en tu blog. Gracias por pasar y corregirme.

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