Aunque sabemos que
la verdadera Nonnatus House cerró en 1978 y que le quedan muchas temporadas a Call
the Midwife, hay momentos en que desearía que hubiera terminado. Con todo
el cariño que le tengo a la serie, las últimas tres temporadas han oscilado
entre sosas y mediocres y cada reemplazo de personajes desaparecidos hace
sentir que se está haciendo un esfuerzo innecesario para prolongarle la vida a
un relato que merecía un cierre más digno.
Las Señales de
Decadencia
¡Once Temporadas! ¡Todo un récord! ¿Quién se imaginaria
que el debut de esta historia de comadronas y monjas del East End tuviese tanto
fans que con el cierre de cada temporada surgiese una súplica de renovación? Solo que eso ha provocado una decadencia
tanto en personajes como trama.
Ya en el pasado
me he deshecho en elogios sobre la magnífica producción de Heidi Thomas. Tanto
así que esta historia es vista como el gobierno inglés como un ejemplo de lo
que debe ser una producción británica, una que resalte los valores nacionales
sin abandonar una campaña pro diversidad y feminismo.
Me estoy echando
una maratón del cuento de la comadronas
(está casi completa en Netflix) para poder compararla con esta temporada
final, a la que también me estoy remitiendo vía Thirteenth Passport. Me doy
cuenta de una baja de calidad extraordinaria en los últimos tres años. En las
iniciales—de seis capítulos cada una— todos los episodios eran impactantes y
educativos.
A partir de la
séptima, las temporadas se hicieron más largas y no todos los capítulos eran
tan fascinantes, pero desde la octava que cada temporada apenas trae media
docena de relatos que pueden compararse al nivel de excelencia de los primeros
años. Este 2022 comenzó con tres episodios que me sacaron bostezos, algo inimaginable
en ese programa.
Mi incomodidad
con el sesgo que tomaba Call the Midwife, nació al notar que incluso sus
especiales navideños (el viaje al convento matriz y a Las Hébridas) dejaban que
desear. Sin embargo, el ultimo especial que culminó en la boda de Lucille, me hizo pensar que se había retomado el rumbo
original.
Comencé la onceava
temporada con renovadas esperanzas. Aun así, fue al final del cuarto episodio (mind you, era sobre un sobreviviente
del Holocausto, mi tema favorito) que me di cuenta de que definitivamente había
un problema con el libretista.
En esta
temporada, Heidi Thomas ha alternado su labor con otros guionistas. Sin embargo,
Heidi escribió el primer episodio en el cual me quedé dormía y colaboró con Jonathan
Hervey para el episodio de los vagabundos alcohólicos que, más que inspirarme lástima, me disgustó. Algo
que no me había ocurrido con episodios antiguos de temas sórdidos y fuerte,
como cuando conocimos a la desdichada (y muy sucia) Mrs. Jenkins en el primer
especial navideño.
Bañando a Mrs. Jenkins
Heidi ha sido
instrumental en el buen desarrollo de la serie, creando especiales navideños
que me sacan lagrimones, presentándonos maravillosos personajes como Barbara
Gilbert, Lucille y Phyllis Crane. Ahora,
sin embargo, parece estar cansada y los nuevos guionistas no logran comprender
el sentido de esta fábula de partos y parteras.
Personajes
Olvidados
Algo que siempre
admiré en la obra de Heidi, es su respeto por la Tercera Edad, representada por
la incomparable Hermana Monica Joan, y la creación de personajes como la
Hermana Evangelina y más recientemente la solterona Miss Higgins. Sister
Evangeline falleció y fue reemplazada por la maravillosa Phyllis . Me encanta
la amistad entre La Enfermera Crane y la secretaria Higgins y eso que en un momento
fueron rivales de amores, pero me ha desazonado la postergación de la Hermana
Monica Joan.
Recuerdo cuando
la intrépida anciana era la protagonista de su propia historia, cuando fue a
juicio por cleptómana o el especial navideño donde desapareció y todos creyeron
que se había suicidado. Me encantaba como en sus libros encontraba soluciones
para males recónditos porque nos hacía ver que no todo lo antiguo era malo.
Entiendo que Judy
Parfitt está mayor, delicada de salud, y
que en Era Covid se haya intentado protegerla, pero después de su soberbia
aparición en ultimo especial cuando rescató con sanguijuelas a Lucille, esperaba una revivificación del
personaje. En cambio, si aparece es para
quejarse de la comida o sale por cincuenta segundos dando un consejo redundante.
Su problema
aparece de otras formas en muchos personajes. Jenny Lee fue aptamente substituida
por Barbara . No voy a decir que Valerie iba a ser un relevo de la Nurse
Gilbert, pero parecía ir por el camino correcto. ¿Y qué sucede? Sale Valerie y es reemplazada por ese
esperpento llamado Nancy Corrigan.
La Hermana Julien
se ve apagadita, apantallada por la Hermana Hilda. Me encanta esta monjita que
tuvo vida y pasado antes de tomar sus votos, ¿pero es necesario, que , con su
mente abierta y moderna empuje a su superiora a un rincón?
Nunca me
simpatizó la Hermana Winifred, así que di la bienvenida a la Hermana Frances,
pero como con Sister Hilda, solo parece existir para dar sermones a los que se
quedaron en el pasado. Ninguna de estas monjas enfrenta los conflictos que
afligieron a Cynthia o a la Hermana Bernadette. Hablando de esta última, ya su
personaje se ha vuelto tan rutinario que no es un gusto verla. Es como Violet
que ahora solo funciona en su rol de concejal. Shelag Turner solo funciona en su rol de
militante de causas domésticas.
En resumen, los
personajes han declinado horriblemente, Lucille, Phyllis y la Hermana Hilda no
han podido mantener el ritmo de interés al que estábamos acostumbradas, y el
reemplazo de Jenny-Barbara-Valerie (tres grandes personajes) es atroz. Pude
aceptar a Nancy Corrigan como un caso más que las mentes abiertas de Nonnatus
House apadrinaron, pero la idea de integrar a una madre soltera de la Era Hippie
al equipo de parteras no acaba de convencerme.
No sé qué me
disgusta más de la Enfermera Corrigan, si su vestuario psicodélico o sus imprudencias.
La acabose fue cuando arremetió contra Matthew (ni siquiera sé si los había
presentado) en plena calle para darle consejos románticos. La diferencia de edad,
de estatus, y el hecho de que prácticamente son extraños ya hacia la escena absurda.
El que Matthew aceptase los reproches y consejos, muy mal dados y jamás solicitados, es una
muestra de irrealidad total.
Hablar de Matthew
es hablar de Trixie. Helen George es la actriz (junto con Judy Parfitt y Jenny Agutter)
que lleva en el programa más tiempo, y la única de las enfermeras originales.
Su evolución ha sido fantástica, desde la rubia platinada que solo vivía para
modas y parrandas, a la coqueta damita que descubre no puede ser feliz como la esposa
de un párroco. Once temporadas nos han dado la oportunidad de quererla y
odiarla, y conmovernos al conocer su lucha contra el alcoholismo que la convirtió
en una mujer madura y responsable, sin dejar de ser el icono de la elegancia de
Poplar.
A mí me pareció
muy romántica su relación con Matthew. Como se conocieron, como evolucionó de
ser enfermera, nodriza, paño de lágrimas de un viudo millonario, y finalmente
amante de este, pero hay algo en esa relación que no me cuadra. Son los diálogos. A mí me simpatiza Matthew, Olly Nix fue lo
único soportable en The Spanish Princess, pero incluso en la cama parece
estar en un escenario. George es una gran actriz, pero sus diálogos suenan a
charlas o sermones. Mucha preocupación en pronunciar bien, pero ningún
sentimiento.
La baja calidad
de los diálogos afecta a todos los personajes. Esta temporada no parece haber
ningún parlamento memorable, los consejos parecen mensajes de galletitas
chinas. ¿Será eso lo que impide que las tramas nos lleguen al corazón? Creo que este abril he llorado más con Tokyo
Vice que con la serie de Heidi Thomas.
El Mejor
Episodio
La gran excepción
fue la quinta entrega, tan completa que creí que era el fínale. Se sintió así
porque dos personas importantes se despidieron. Trixie se fue a la Riviera
Italiana a cuidar a su madrina desahuciada. Si, la misma que le asignaba una
mesada para vestidos. Phyllis Crane se ganó una lotería que le permitió
participar en un tour automovilístico por la Europa Occidental que acababa en su
amada España. Yo entiendo que Helen George estaba en estado y que ya no podían
ocultar su embarazo, ¿pero porque retirar a la Enfermera Crane? ¿Acaso tuvo COVID?
Interrumpo esta
nota a mediares porque ocurrió algo extraordinario. Yo la comencé al acabar el
quinto episodio . ¡Por alguna razón creí que la serie había terminado y
ameritaba una nota…ya! Se sentía tan consumado con las mencionadas despedidas;
el término del no muy deseado embarazo de Lucille aunado además a uno de esos
estándares de Llamen a la Comadrona: un pánico generado por explosivos
reliquias de la Segunda Guerra Mundial. Agréguenle la primera historia poderosa
de la temporada, un abuso infantil y domestico que tiene como víctimas de una madre
golpeadora, a sus hijos escolares y (toque novedoso) a su esposo invalido.
Mas tarde descubrí
que a la serie le faltaban tres episodios más. ¡Lo extraordinario es que en el
sexto parecieron haber escuchado mis quejas! En un solo episodio vimos a la Hermana Mónica
Joan y a Shelag Turner retornar a roles protagónicos y retomar las riendas de sus
carreras. La anciana monjita, intuyendo que la aparición de un cuervo en el
hall del convento presagia males, va en busca de una médium, a la que haya
reclusa, alcohólica, y preparándose para morir..
No solo la religiosa
le diagnostica correctamente un curable cáncer cutáneo y la recomienda las
hábiles manos del Dr. Turner. También contacta al hijo de médium para que venga
a acompañar a la madre. ¿Quién dijo que los viejos no sirven?
El caso de Shelag
es aún más impresionante. Debe atender el parto de una adolescente hippie que
no ha recibido ninguna asistencia o vigilancia médica porque quiere hacerlo
todo “natural”. Mrs. Turner debe ayudar a la pequeña Clover a dar a luz en una
sucia y oscura bodega y enfrentar un extraño caso de la naturaleza, una bebé
que nació con los intestinos fuera del cuerpo. Todo esto lleva a renacer el
espíritu de comadrona de la ex Hermana Bernadette.
Nada de eso
hubiese sucedido sin Matthew Aylward. La ausencia de su prometida ha convertido
al millonario padre soltero en un personaje más. Olly Nix se ha ganado mi
corazón y espero dure por el par de temporadas que le queda a la serie.
En este episodio,
Matthew va a visitar una de sus bodegas que queda en un lugar tan recóndito de Poplar
(nos enteramos más adelante) no llegan las ambulancias. Matthew descubre que
una pandilla de Flower Children se ha tomado el sitio. En vez de llamar a la
policía para que los desaloje, Mr. Aylwrad intenta dialogar con ellos, Es
entonces que nota la presencia de la embarazada Clover. Apiadado de ella,
decide darles un periodo de gracia que los irresponsables agradecen con sorna y
pullas.
Matthew contacta
a las monjitas que a su vez envían a la Hermana Frances a visitar a la
preñadita, pero Clover es una mocosa malcriado. Rechaza el interés de la monja-comadrona
tal como la intervención de su padre que ha venido a buscarla. Tal como insiste
en que su nombre no es Susan, Clover insiste en creer en el apoyo de “sus amigos”
incluyendo al muralista Jojo que parece ser el padre del bebé.
Como era de
esperarse, tal apoyo no existe. Clover
rompe fuentes cuando sus amigos están en medio de un happening lleno de drogas,
pero de poca caridad. Llega super Matthew cargando un generador eléctrico, y
unas estufas, y encuentra a la muchacha con dolores de parto. Llama a una
ambulancia y a la Casa Nonnatus. La ambulancia se pierde y Shelag llega a
atender un parto que nos enfrenta con una condición que ni partera ni nosotros
habíamos visto nunca.
Voy a detenerme
aquí, para no dar spoilers sobre los dos episodios finales. Basta decir que
tanto la médium como la Hermana Monica-Joan tenían razones para preocuparse. Un
grave peligro amenaza a la orden de parteras, pero será extramuros y tendrá que
ver con un accidente ferroviario. No sigo.
Los últimos tres
episodios de la onceava temporada nos ofrecen la calidad acostumbrada y eso
porque Heidi Thomas vuelve a estar a cargo del timón, ¿pero será esa una promesa de que la
doceava entrega nos devolverá una Call the Midwife que sigue los rumbos
que estableció desde su inicio?
Un Aura
Mortuoria
Hay un detalle que,
aunque considero totalmente accidental , es como un reflejo de la perdida de
norte de la serie. Desde su primera temporada que vemos al Ángel de la Muerte
visitar a la orden de parteras. Hemos visto a madres perder la vida en el parto
y a otras perder a sus bebes.
Hemos visto a
Trixie practicar su primera cesárea en un punto perdido del kraal sudafricano y
a un bebé renacer en la mochila de la enfermera Valerie. Hemos visto una niña
de catorce años parir solita en un almacén abandonado, y a una ex prostituta
dar a luz sin asistencia en la alfombra de su casa. Ya en el primer capítulo
vemos a Conchita y a Jenny luchar en conjunto para salvar a un niño seismesino
(y sin incubadora). Hemos asistido a los entierros de la Hermana Evangelina y
de la Enfermera Barbara, pero siempre ha existido un equilibrio entre luto y alegría
en la trama.
Esta temporada es diferente. En comparación con la décima temporada donde la muerte más grave fue la de Fiona Aylward (que dejó libre a su viudo para enamorarse de Trixie) , en esta tenemos una serie de muertes de adultos, y la muerte pasa rozando a la Nonnatus House. Pero son las muertes infantiles las más graves. Aparte de ver las marcas en cuerpos de niños impresas por su propia madre con una cadena de perro, tenemos a una madre adolescente que, recuperándose del nacimiento de un primer hijo, pierde al segundo;
Lucille sufre de un aborto espontáneo; no llegamos a saber si la bebé de Clover
sobrevivirá; y la temporada inició de
manera siniestra con el hallazgo de un bebé enterrado en un muro. La
investigación demostró que había más de un bebe emparedado y que ambos eran
hijos de una solterona reprimida que no les había dado cristiana sepultura para
ocultar sus embarazos adolescentes.
Tantas
defunciones infantiles no pueden ser un accidente y menos en un serie famosa
por celebrar la vida. ¿Será parte del
guerra en contra de la maternidad que es, a su vez, parte del credo mitutero o acaso un presagio
de la cercana defunción de Call the Midwife?
Contenido Violento
o Gory: Aunque no vemos las
palizas maternas solo ver marcas de golpe en el cuerpo de un niño es perturbador.
Aplausos al equipo de utilería por representar de manera tan fidedigna y horrible
la deformidad de la hijita de Clover.
Contenido Sexual: Matthew y Trixie en la cama, más
vestidos que esquimales en el Polo Norte.
Contenido
Feminista: Toda la serie
siempre ha sido sobre mujeres y a favor del sexo mal llamado débil. En esta
temporada lo vemos en el modo en que toda la Casa Nonnatus apoya a Lucille en
su momento de perdida. Algo que me gustó fue como el pobre maestro primario
solicitó la ayuda de las monjitas para ayudar a sus alumnas a las que la pubertad
des está llegando temprano y sin que entiendan lo que les ocurre. Hubiese
deseado saber más de esas clases que impartieron Nancy y la Hermana Frances.
Factor
Diversidad: Si por algo se
ha apreciado la serie de Heidi Tomas es de ser diversa sin ser tokenista. En
esta temporada hemos tenido señoras hindúes y judías de parto y por supuesto
Los Robinson nos han mostrado lo difícil que es ser un matrimonio afrocaribeño
en el complejo y todavía racista Londres de 1968. Seguimos viendo crecer a May
, la nena hongkonesa que adoptaron los Turner, pero no hemos visto mucho de Reggie,
el hijo adoptivo de los Buckley, que tiene Down,. Aunque no hemos tenido
representantes de la comunidad LGTB este año, el Dr. Turner nos anunció que por
fin se abolieron las leyes en contra de la sodomía en el Reino Unido
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