En entradas anteriores
hemos conocido el trasfondo histórico de “Tiempos de Guerra”, primera serie televisiva
en cubrir la Guerra de Rif. Pero como suele ocurrir con este género, mezcla de
historia y romance, los personajes ficticios trascienden tanto los hechos
reales como a los personajes que realmente existieron. Aun así, es de admirar (en
lo mucho de admirable de este dramatizado) la importancia que se le ha otorgado
a Carmen Angoloti, Duquesa de la Victoria, jefa de las “damas enfermeras” y de
su hospital en Melilla.
Hace unos días,
mi mejor amigo me preguntaba en Facebook si esta serie de Antena 3 presentaba a
Francisco Franco y su famosa gestión en la guerra de Marruecos que labraría su
prestigio militar. Le respondí que una de las sutilezas de “Tiempos de Guerra”
es evitar mencionar al Caudillo y a los otros generales “africanistas” que
luego formarían parte de su estado mayor durante la Guerra Civil. Sin embargo,
la serie si nos trae personajes históricos que juegan un rol sobresaliente en
este cuento como lo son La Reina de España, Victoria Eugenia de Battenberg, y
su amiga, colaboradora y devota dama, La Duquesa de la Victoria.
Doña Carmen ha sido,
desde el primer episodio, el pegamento que une a esta serie. Ha sido la pastora
del rebaño de enfermeras que las ha arreado hasta otro continente, un escenario
de guerra, y un país extraño y de extrañas costumbres. Es quien las ha adiestrado
y ha sido su guía en el difícil arte de atender heridos. También ha sido la
mentora y figura materna del trio protagónico involucrándose en sus problemas y
acudiendo en ayuda de cada una de ellas, sacándolas de líos y atendiendo a los
nuevos personajes (Pedro, Larbi) que forman parte del entorno de sus ‘damas
enfermeras” predilectas.
En una época en
que cualquier marimacho agresivo recibe el título de “badass” resulta
refrescante poder aplicarle ese calificativo a una mujer luchadora, que superó
los prejuicios de su casta, para ir en ayuda de los más necesitados. En este
caso los soldados heridos de la despreciada Guerra de Marruecos. Lo fantástico
es que Carmen Angoloti existió y en la vida real fue tan badass como en la serie. Por ejemplo, todos esos enfrentamientos
con el Coronel Marquez están basados en las luchas de poder que tuvo la Duquesa
de la Victoria con el coronel Treviño, Jefe de Sanidad Militar en Melilla.
Es verdad que Doña
Carmen usaba sin empacho el nombre de su reina para abrirse paso entre
burocracias y prejuicios de militares que no veían con buenos ojos que damas de
sociedad viniesen a disputarles el don de mando. Su frase “con la reina o sin
la reina “era un “Ábrete Sésamo”, la
única manera para contrarrestar su condición de mujer y la de sus ayudantes. Su
intención no era hacerle al juego de tronos, solo establecer mejoras en un
servicio médico ya en si deplorable.
Como si esto no
fuese suficiente material para melodrama, los libretos aplican más recursos dramáticos.
La Duquesa de la serie sufre de un mal todavía no identificado que le provoca
mareos, hemorragias nasales y zumbidos en los oídos. Esto la debilita y por supuesto,
cuando se descubre, da una excusa a Márquez para quitarle el mando, algo que
Doña Carmen no consiente. Ni siquiera consiente en que su reina se la lleve de
regreso a España. Todo un ejemplo de
empuje femenino cuando Doña Carmen convence a Doña Ena de que enferma o no,
ella se la puede y que es la más indicada para llevar a cabo los planes de Su Majestad
en el Protectorado.
En el entorno de
La Duquesa y sus enfermeras, los hombres están matándose unos a otros. Incluso
los del mismo bando pueden traicionarse como lo ejemplariza el repulsivo comandante
Silva. Doña Carmen ofrece una lección sobre como la verdadera autoridad reside
en el poder de convencimiento, del dialogo, de la caridad, y de la razón.
Otro recurso dramático
al que han echado mano los libretistas es hacer que una bala de un
francotirador alcance a la Duquesa. Aunque hasta donde sabemos, Carmen Angoloti
ni sufrió de enfermedades exóticas ni fue herida, lo cierto es que tanto ella
como sus enfermeras estuvieron expuestas a todo tipo de trastornos. Como
no-combatientes no tenían derecho a portar armas, y sus únicos métodos de
defensa eran su buena voluntad, vocación y sentido del deber. Pero para conocer
los peligros que vivieron las damas enfermeras y su líder, tenemos que ver
primero quien realmente fue Carmen Angoloti y Meza.
Hasta ver “Tiempos
de Guerra”, yo no había oído nunca nombrar a La Duquesa de la Vitoria. Así que
me fui a buscarla en la Wikipedia. En septiembre había apenas un puñado de
datos. Ayer vi que la entrada había cambiado, estaba organizada y cubría casi
una página entera. Eso demuestra el interés por el personaje, interés suscitado
por “Tiempos de Guerra”. Aun así, todavía hay mucho que explorar en la vida de
esta mujer extraordinaria.
Maria del Carmen
Angoloti y Mesa nació el 17 de septiembre de 1875. Era hija de Joaquín Angoloti,
que fue diputado en las Cortes por San Juan, Puerto Rico, senador por Orense y
llegó a ser presidente de la Cámara de Comercio de Madrid. A los 17 años,
Carmen contrajo matrimonio con Pablo Montesinos, sobrino nieto del General
Espartero. El matrimonio dio la oportunidad a la novia adolescente de ostentar
dos títulos, Duquesa de la Victoria y Condesa de Luchana.
Sabemos poco de
las primeras décadas de esa unión. Pablo que servía en la Caballería y alcanzó
el rango de coronel, era también dueño de grandes hectáreas en Extremadura. No
sabemos si su esposa pasaría sus primeros años en su latifundio extremeño o en
Madrid. No tuvieron hijos. En 1905, el Duque fue nombrado agregado militar de
la embajada española en Berlín. Allí residiría la pareja por varios años. En
1911, Doña Carmen, cercana a sus cuarenta años, fue nombrada dama de la reina
Victoria Eugenia. Como dijera en mi semblanza de La Reina Enfermera, Doña Ena no cultivó amistades entre sus
cortesanos. El que haya sido tan unida a La Duquesa, habla muy bien del
carácter de esta última.
Cuando la reina
se aboca a la reorganización de la Cruz Roja, Carmen la secunda en el proyecto
con gran voluntad. Ella misma sigue los estudios de enfermería impuestos por
los nuevos reglamentos, recibiendo su diploma en 1920. Comienza sus labores en
el Hospital de San José y Santa Adela, en Madrid y será presidenta de la junta
de esta misma institución. En 1921, veraneando en San Sebastián junto a su
soberana, reciben ambas la noticia del Desastre de Annual. Ahí la reina le
encarga llevar un destacamento de enfermeras de la Cruz Roja a Marruecos. “Vete
allí y verás lo que puedes hacer” serán las ordenes que la Duquesa recibirá de
Doña Ena.
En agosto de 1921,
Doña Carmen desembarca en Melilla. No viene con Julia, Pilar y Magdalena. La
acompañan tres Hermanas de la Caridad y dos diplomadas de la Cruz Roja. Ellas
son Maria Benavente, sobrina del Premio Nobel, Jacinto Benavente; y Carmen “Mimi”
Merry del Val. A ellas se les agregará liego, Conchita Heredia, joven dama de
la reina que deberá abandonar Marruecos por motivos de salud. Uno de los mayores
peligros que enfrentan las damas enfermeras son las enfermedades de la región.
Ya vimos en “Tiempos de Guerra” una epidemia de meningitis. A Mimi Merry del
Val la picó un mosquito y hasta el fin de sus días sufrió ataques de paludismo.
¿Se ha contagiado Magdalena de meningitis? |
Aparte de los
males que atraían la mala condición de los alimentos, el clima ardiente y una
multitud de gérmenes que flotaban sobre una ciudad que no se preciaba por su
limpieza, las damas enfermeras eran blanco fácil para francotiradores. La
costumbre en los hospitales militares durante la Guerra del Rif era que, si
había un ataque o tiroteos, toda actividad se suspendía, se cortaba la energía
eléctrica hasta que pasara el peligro lo que dejaba a docenas de heridos en riesgo
de muerte. La Duquesa proscribió esa costumbre. Bajo su mando, se mantenían las
luces encendidas y continuaban las cirugías y otras actividades hospitalarias sin
importar el peligro que el personal médico sufriera. Por eso, no estuvo
desubicada la escena en que Carmen es baleada al atender un soldado herido.
La Duquesa impuso
nuevas reglas. La más importante fue que el rango militar no debía pesar como
prioridad para recibir cuidados médicos. Parece mentira, pero hasta la llegada
de Doña Carmen si un oficial sufría de un sangrado de narices era atendido
antes que soldados rasos que presentaban heridas más graves. Con ellas las damas
enfermeras trajeron sanas costumbres de higiene, muy necesarias en el Protectorado;
métodos antisépticos modernos; mejor nutrición y mayor seguimiento postoperatorio.
No se miente al decir que salvaron más vidas que la Sanidad Militar. Sus
labores iban mas allá de la curación. En su famoso discurso de elogio a La
Duquesa, el diputado socialista Indalecio Prieto habla de haberla visto a ella
y a sus enfermeras amortajando cadáveres y martillando clavos en los ataúdes.
La Duquesa era
incansable. Se dividía entre España y el protectorado, viajaba a Madrid a
conferenciar con la reina o a vigilar que los soldados heridos repatriados
siguieran recibiendo atención medica de calidad. Para 1922, había establecido
dos hospitales en Melilla. En 1924 abría otro en Larache y en 1924 inauguraba
otro en Tetuán. Ese mismo año fue nombrada Inspectora de Hospitales de la Cruz
Roja en Marruecos.
Si Santa Teresa construía
conventos, La Duquesa de la Victoria hacía lo propio con hospitales. En esta
labor la secundaba su marido. En “Tiempos de Guerra” Carmen le dice a Julia que
su esposo es oficial de caballería y que pronto lo trasladarán a África. Efectivamente,
el coronel Montesinos aparece en las crónicas de las labores de su mujer,
ayudándola en tareas como la construcción de sistemas de alcantarillado y de
instalaciones eléctricas en los nuevos hospitales. Se sabe poco del Duque de la
Victoria, pero a juzgar por su trabajo en Marruecos, apoyaba los proyectos de
la esposa y trabajaban en equipo, señal de matrimonio bien avenido.
Lamentablemente,
el Duque de la Victoria ha pasado a la historia por un defecto que sufría y que
aquejó a muchos hombres cultos de su época. Fue un gran antisemita y fomentador
del antisemitismo en la España moderna. Tradujo al castellano Los Protocolos de los Sabios de Sion y
en 1935 publicó Israel manda donde promueve
la idea de una conspiración judeo-masónica que pretende dominar Occidente.
Entre tanto
trabajo, Doña Carmen comenzaba a cosechar reconocimientos a su labor. La más
importante la recibiría de boca de Indalecio Prieto que la calificaría de ser
“la única heroína” de la Guerra del Rif. En 1921 se le concede la Cruz de la
Orden Civil de Beneficencia y se la nombra hija Predilecta de Madrid. En 1922 una calle de Melilla recibirá su
nombre. Después de la Guerra Civil (y con cierta falta de galantería) se cambia
el nombre por el del General Mola, pero en 1991 el Ayuntamiento de Melilla
exige que se restaure el nombre de esta dama a la que la ciudad tanto debe.
En 1925 por
primera vez se le concede a una mujer la Gran Cruz del Mérito Militar y la
receptora será Doña Carmen. Ese mismo año el Comité de la Cruz Roja le hace entrega
de la Medalla Florence Nightingale. Como si fuera poco ese año se le elevan dos
monumentos, uno en Cádiz y otro en Madrid. En el de Madrid aparece rodeada de
representantes de las tres ramas militares cuyos heridos curó: Policía
Indígena, Ejercito Peninsular y la Legión Española.
Mucho se ha vinculado
a La Duquesa con La Legión, que como viéramos en otra entrada nació en la
Guerra del Rif. Se ha dicho desde que fue su madrina, hasta que uno de sus
fundadores, El General Francisco Franco, ¡la pretendía! Lo que si es cierto es
una anécdota un poco chocante que Ignacio Angoloti de Cárdenas, sobrino y biógrafo
de Doña Carmen, recoge en su libro del 1958
La Duquesa de la Victoria.
Un día, unos
legionarios que mucho querían a quien apodaban “La Madre Carmen”, se lamentan
de no tener flores con que obsequiarla. Doña Carmen, siempre enemiga de homenajes,
les responde ásperamente que no necesita flores: “cabezas de moro son lo que hacen falta”. Era un decir, pero no se le dice eso a un
Caballero Legionario. Días más tarde, la Duquesa recibiría un cesto de rosas
entre las que habían clavado dos cabezas de moros. Como había de esperarse La
Duquesa se desmayó de horror, pero no armó escándalo. Siempre tan discreta,
mandó enterrar las cabezas.
Una anécdota más
agradable es la que asocia a Doña Carmen con uno de los himnos más conocidos de
La Legión Española. Estando de visita en Málaga, la Duquesa asistió a un
espectáculo en el que escuchó a Lola Montes interpretar el cuplé “El Novio
de la Muerte”. Doña Carmen invitó a la cupletista a viajar a Melilla para entretener
y levantar la moral de la población militar y civil. En Marruecos, Lola entonó el
cuplé y lo hizo vestida de enfermera, detalle significativo que la asociaba con
la Cruz Roja y por ende con la Duquesa. Impresionado, Millán Astray decidió
incorporar al Novio de la Muerte al repertorio de himnos de la Legión que
acababa de fundar.
La Duquesa de la
Victoria se la pasó entre España y el Protectorado hasta el fin de la Guerra
del Rif, participando activamente en el Desembarco de Alhucemas que daría
término al conflicto. Acabada la guerra, Doña Carmen regresó a Madrid
reintegrándose a sus labores en el Hospital de Santa Adela del cual era
presidenta. En 1931, tras la caída de la monarquía, Los Duques de la Victoria
acompañarían a sus soberanos al exilio. Tras dejar instalada a la familia real
en Roma, los Duques regresaron a España.
El Alzamiento de
julio de 1936, que da inicio a la Guerra Civil, coloca a los Duques de la
Victoria en la lista de desafectos a la Republica. Sus tierras extremeñas son
expropiadas, y la pareja es arrestada. El Duque, coronel de la reserva, recibe
una oferta de incorporarse al ejército de la Republica. Anciano, retirado y
monárquico, obviamente el Duque se niega. Será fusilado en las tapias del
cementerio de Aravaca donde también caerían Ramiro de Maeztu, Ramiro Ledesma Ramos,
y varios miembros de la familia real española.
La Duquesa tiene más
suerte. Es llevada a la pavorosa Checa de Bellas Artes donde hace lo que sabe
hacer. Se dedica a cuidar a sus compañeras reclusas, aunque eso signifique
tener que chocar con sus carceleras inclusive llegando a enfrentarse a “La
Nuncia”, la más brutal de ellas. Cuando los milicianos vienen a buscarla a ella
y a otras prisioneras para fusilarlas, Doña Carmen los convence de no hacerlo.
Ex Checa de Bellas Artes (tambi'en llamada de Fomento) |
Entretanto La
Cruz Roja Internacional y la comunidad diplomática extranjera en Madrid se han
interesado en su caso. El gobierno de la Republica cede ante las presiones y
decide su liberación, pero eso no garantiza la seguridad de la Duquesa. Será
Edgardo Pérez Quesada, valeroso Encargado de Negocios de la Embajada Argentina,
quien gestione el rescate de Doña Carmen.
Edgardo Perez Quesada |
Carmen Angoloti se convierte en una más de los
cientos de refugiados cuyas vidas salvaría la diplomacia argentina en ese “Madrid
de milicianos” como cantaba Celia Gámez. A pesar del estado caótico en que
viven los asilados, se la recibe con muestras de júbilo en la Embajada. Doña Carmen
vivirá unos meses ahí sujeta a todo tipo de privaciones, más el terror de las
visitas de milicianos que exigen se les haga entrega de los asilados. Finalmente,
Pérez Quesada consigue que el gobierno de la Republica permita que sus protegidos
salgan del país. Con otros compañeros, y con escolta diplomática, Doña Carmen
viaja a Alicante donde embarca la comitiva en un buque argentino, el Tucumán, que parte a Marsella.
Asilados en la Embajada Argentina (Foto de Pepe Campua que tambi'en estuvo refugiado en ese edificio) |
Esta mujer
indomable pronto cruza la frontera en Irún y se establece en Burgos. El
Ministerio de Guerra le otorga una pensión de viuda, en enero de 1938, pero ya
la Duquesa está embarcada en lo que sabe hacer en tiempos de guerra: curar
heridos. En 1939, es nombrada presidenta de los Hospitales de la Cruz Roja. Ocupará
ese cargo hasta fines de los 50.
En 1959 fallecía
Carmen Angoloti y Mesa en su Madrid natal. Sus últimos años los pasó
trabajando. Siempre fue discreta, enemiga de honores o de hablar de sus
experiencias tristes o alegres. En 1958, su sobrino Ignacio la entrevista y
consigue de su boca oír la verdad de muchos hechos de la prodigiosa vida de su tía.
Aunque se trate de una biografía La
Duquesa de la Victoria, hoy un libro difícil de conseguir está escrito en
primera persona, por lo que es como oír de labios de Doña Carmen su aporte a la
historia española.
Queda una última
anécdota sobre esta mujer tan fascinante. En Los Años del Miedo, Juan Eslava Galán la coloca en Roma recibiendo
el último aliento de Alfonso XIII. Aparentemente, si se trasladó a la Ciudad
Eterna para ser cuidadora de los últimos días de su rey. Como narra Eslava Galán,
Alfonso se rehúsa a recibir a su esposa, por lo que quien lo atenderá será la
Duquesa de la Victoria, quien además se encargará de amortajar al soberano tal
como la atestigua esta carta de su puño y letra que envía desde el Grand Hotel
de Roma.
Hacer esta
semblanza ha sido un placer, aunque he tenido que hacer una larga investigación
entre documentos en línea y libros de mi biblioteca. Pero todavía tengo la
impresión de que hay más cosas que no sabemos de esta mujer generosa, adelantada
a su época y semi fabulosa. Hay que agradecer a “Tiempos de Guerra” que nos
haga, como público, buscar datos e interesarnos sobre la ahora mítica Duquesa
de la Victoria.
Soy nieta de Mimi Merry del Val. Muy interesante su post.
ResponderEliminarEs un honor tenerla de visita y me alegro que le haya gustado el post, pero tambien porque la Familia Merry del Val está tan asociada a la historia de España del Siglo XX. Aun asi he podido encontrar poca información de la vida de su abuela (lo del paludismo lo encontré en la hemeroteca de ABC) si pudiera compartir un poco mas, le agradecería. Puede también escribirme a exviuda2003@yahoo.com.
EliminarHola buenas, estoy realizando un trabajo de investigación sobre Carmen Angoloti, sabría usted como conseguir el libro de la duquesa de la victoria que refiere en su post.
ResponderEliminarGracias
Acabo de leer su post y me imagino que sabrá que ese libro está colgado en el centro de documentación de la Cruz Roja Española
Eliminarmuchas gracias. Estará el Centro de la Cruz Roja en linea?
EliminarSi. Yo lo leí ahí. muy interesante. No se si estoy escribiendo a la autora del Post. Tengo una edad que ya no hago la pelota a nadie. Me ha encantado y demuestra que se puede escribir de televisión siendo entretenido y escribiendo de historia. Yo estoy embarcado ahora en una aventura relacionada con el Desastre de Annual (donde he viajado ya en cinco ocasiones). Quiero escribir sobre las tres enfermeras que acompañaban a la Duquesa de la Victoria. Me puedes mandar a pericoblasco@hotmail.com el correo de la persona que dice que es la nieta de Mimi Merry del Val? muchas gracias.
EliminarHola, es un libro dificil de conseguir, pero lo tienen aqui:
ResponderEliminarhttps://www.uniliber.com/ficha/la-duquesa-de-la-victoria-angoloti-de-cardenas-ignacio_34884403/
Buen blog. Que gente ha existido verdad?
ResponderEliminarHola Javier, bienvenido. Si gente extraordinaria y que habla nuestro idioma. Es bueno cuando las series españolas rescatan personajes olvidados.
EliminarLa Duquesa fue compañera de Prisión de mi tía y firmó en un cuaderno que conservo, el día 19 de agosto de 1936.El citado cuaderno tiene 240 firmas de compañeras de prisión
ResponderEliminarpero es maravilloso. Conservas un documento historico (sobre todo para los que alegan que no hubo terror rojo). A guardarlo como hueso santo y asegurarte que, si llegas a faltar, quede en buenas manos. Muchas gracias por compartir.
EliminarMadre mia, y terror franquista no hubo acaso? Cuantos muertos Republicanos hay en las cuentas a lo largo de España, los fascistas se levantaron en armas contra, un Gobierno elegido democráticamente por el pueblo español, porque no habláis un poquito sobre esto y lo nefasto que fue el franquismo para España, a y por cierto es Ourense no Orense
ResponderEliminarPerdi mi virginidad con un gallego (en otro siglo) eso no significa qque tenga que hablar gallego. Tal como admitir que hubo terror rojo no significa que uno niegue que hubo represion franquista. Dejame informarte que el mundo no es blanco y negro y que hay un continente poblado por gente que habla castellano y decimos "Orense"
EliminarBuenas tardes: mi nombre es Pedro Blasco y llevo años estudiando y viajando a Annual para conocer aquella tragedia. Junto a una amiga estamos intentando escribir sobre las mujeres de Annual. Sin duda la más importante es la Duquesa de la que cuentas cosas muy interesantes. Y también de su marido. Mi abuelo estuvo en la Checa del Bellas Artes antes de 'desaparecer' (tengo documentación). Querría saber si me puedes contar algo más de la vida de la Duquesa y la Guerra Civil, pues aunque se escapa del objetivo de lo que escribimos queremos contar lo que sufrió esta mujer. Por otra parte en lo que escribimos queremos contar algo de las otras mujeres que acompañaron a Carmen Angoloti como Mimi Mery del Val, Lola Montes y Marie Banavente, así como de las hermanas de la caridad. Podrías facilitarme el coreo de la niña de Merry del Val. Mi dirección es pericoblasco@hotmail.com. MUCHAS GRACIAS
ResponderEliminarHola Pedro, gracias por pasar. Que fascinante trabajo estas hacienda. Lamentablemente, no puedo aportar más de lo que hay en mis entradas. La nieta de Mimi nunca me escribió, no poseo mas datos sobre La Duquesa que lo que incluyo y que conseguí googleando. Siento mucho lo de tu abuelo y la Checa de Bellas Artes merece un libro sobre sus habitantes, carceleros y prisioneros, los que sobrevivieron y los que no. Vamos a dejar tu correo por si alguien puede aportar mas información. Buena suerte en tu proyecto.
EliminarTe volví a escribir porque no había visto tu respuesta. GRACIAS¡¡¡ un beso
ResponderEliminarGracias a ti por tus hermosas palabras. Si, yo soy Maria Elena Venant, la autora de estas entradas. Aunque mi campo on las Letras, la historia siempre me ha apasionado y mientras sigan haciendo series históricas, voy a tener algo que decir sobre ellas. Besos y suerte en tu proyecto
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