Acabado el primer
capítulo, me he quedado con la impresión de que estaba leyendo The Little
Drummer Girl de John Le Carré. Así de políticamente ingenuas me parecían
historia y heroína. Llegado el final, sigo con la misma sensación. Tranquilos que,
recomiendo la serie, porque trata de tiempos interesantes y tiene buena estética.
Sin contar con el buen elenco capitaneado por una Irene Escolari que—tal
como en su retrato de Juana, La Loca— no inspira ni empatía ni simpatía, solo
lastima e irritación.
“Dime quien soy” está
basada en un superventas de Julia Navarro.
El libro (que no he leído) inicia la historia de la incorregible Amelia Garayoa,
gracias a su diario. Así la conoce el lector desde su adolescencia, su
experiencia con la tétrica tuberculosis, su primer amor y su viaje del País
Vasco a Madrid donde su madre le busca novio con quien acaba casándose.
Lola, la
Anarquista
La serie es
diferente, comenzamos en Madrid, es 1934. la Republica ha cumplido dos años y se espera
que un triunfo del Frente Popular permita que España sea de izquierda. Amelia
Garayoa (Irene Escolari), tiene veinte años, es hija de un hombre adinerado,
pero republicano. También lo es el novio de Amelia, Santiago (Pablo Derqui),
con el que asiste a una mitin de Manuel Azaña.
Me voy a detener
en la charla del “Monstruo” porque si tanto rebuznaba con razón le tenían tanta
tirria. Dice que para salir adelante España debe “enterrar a sus muertos” que
‘la historia solo sirve para ser olvidada”. ¡Y que “La Republica es más
importante que La Constitución” ¡Guau! que diría de esta España que vive de
memorias histéricas y que no solo no entierra muertos, sino que va y los
desentierra.
Esa noche, al
regresar a casa, Amelia encuentra a su padre muy alterado. Su fábrica
berlinesa, su mayor patrimonio, ha sido incautada por los nazis aprovechando
que quien la dirigía era un judío. Don Juan solo tiene una salida para no caer
en bancarrota, comenzar un nuevo negocio con un préstamo de Los Garzas, la
familia de Santiago. Amelia acelera ese préstamo dándole el sí a Santiaguillo.
En el libro ella
se casa por complacer a la madre, aquí para salvar a la familia de la
bancarrota, pero la impresión es que le agrada Santiago y lo quiere un poco. El
día de la boda, Amelia llega atrasada a la iglesia puesto que una protesta callejera
impide al auto avanzar. Vemos una turba enloquecida y rabiosa.
Tres meses más
tarde, Amelia y su prima Laura pasean por Madrid. Amelia parece feliz, acaba de
regresar de su luna de mil en París. Otra protesta callejera. Esta vez, Amelia
rescata a una tal Lola (Carolina Yuste) y la lleva a su casa donde la deja al cuidado
de Edurne (Itsaso Arana), su criada y amiga.
A solas, Lola se
revela como anarquista, se burla de Edurne por trabajar con “burgueses” que la
explotan. Edurne, que la mira con mucha sospecha, le dice que nadie la explota
y cuando Lola invita a Edurne a ir a la Casa del Pueblo a aprender a leer, la
criada le explica que ya sabe leer y escribir y gracias a Amelia.
Esa noche, Santiago
se escandaliza ante el ultimo capricho de su esposa. Le recuerda que participar
en una protesta no te hace buena persona, pero su mujer que parece tener un
nido de pájaros en la cabeza ya está obsesionada con Lola.
Al día siguiente
parte con Edurne a la Casa del Pueblo, a buscar a su ídolo. Lola las recibe
pésimo, pero al saber que “la burguesa” estudio magisterio decide tenderle una
trampa. Saca a una maestra del aula y pone a Amelia en su lugar. Las alumnas,
mujeres de la clase obrera, se molestan y se burlan de Amelia. Lola tras la
puerta se desternilla como El Perro Patán, pero Amelia logra conmover a su
alumnado con un llamado a la unidad femenil por sobre clases sociales. Ahí
justo le da un vahído, porque la muy lista ni se enteraba que estaba de tres
meses. Las obreras reconocen los síntomas y la atienden solicitas. Mi escena
favorita del primer episodio.
Santiago, que en
la serie es un esposo atento y muy devoto, está feliz. Amelia no, más porque un
semi desprendimiento de placenta la obliga a guardar reposo. Apenas pare a Javier
y apenas la suegra le manda un ama de cría, Amelia le planta al niño en los
brazos y coge calle, seguida por su fiel Sancha Panza, mejor conocida como Edurne.
Esperaríamos que
Amelia se fuese a la Casa del Pueblo a alfabetizar proletarias, pero no es así.
No se le ha quitado la obsesión y se va a casa de Lola. Ahí descubre que esta
vive amancebada con un anarquista italiano y tiene un hijo. Al enterarse que Amelia tambien tiene uno, Lola añade “Que comerá mejor que el mío”. Amelia anuncia que quiere “ayudar” y eso suena a “ayudar-te”,
o sea quiere estar cerca de Lola quien pone a la burguesa a servir vino a la peña
de revolucionarios que tiene en la cocina.
El Camarada
Pierre
Mientras Amelia
le hace a la moza de taberna, atrae el interés de Pierre Comte (Oriol Pla muy parecido
a Gael Garria Bernal en su juventud), quien lidera la tertulia. La astuta Lola
nota el interés y despide a sus visitas. Pierre sigue a Amelia y la invita a
tomarse algo. Edurne insiste en que Amelia debe atender a su hijo y ella su
puchero, pero su ama le contesta con tanta insolencia que ya parece la Marquesa
de Llanzol.
La pareja se la
pasa toda la tarde en una tasca con Amelia poniéndole ojos de borrego degollado
al Camarada Pierre. Este le cuenta que es francés, hijo de rusa y español, y
que ha venido a España por órdenes del Partido. “¿Qué partido?” pregunta nuestra
lumbrera. Esa noche, cuando Amelia llega a casa, Edurne le dice que ha tenido
que explicar su ausencia con una mentira. Amelia no entiende. “No he hecho nada
malo”. ¿De qué árbol se cayó esta
pendeja?
Amelia se pone a escribirle
los discursos de Pierre. Pasa menos tiempo en casa. Su familia se queja que
Javier pasa tanto tiempo con Águeda su nodriza y que va a creer que ella es su
madre. Amelia como si oyera llover. Lo único bueno es que se le pasó la calentura
con Lola que desaparece de este cuento.
Gana las
elecciones El Frente Popular. Santiago teme que la Derecha no lo acepte y
quiere que toda su familia se vaya a Bilbao. Amelia no quiere. Está desolada,
hace dos semanas que conoce a Pierre, lo ama con locura, y él se va a Argentina. La solución de Pierre es que Amelia se vaya
con él “a vivir nuestros sueños”. Amelia abandona todo y se embarca rumbo a
Buenos Aires. Como le dice la prima Laura “esto no es por la Revolución sino
por él”. Su prima le responde que es para vivir la vida que siempre soñó.
¿Cuál vida es
esa? ¿La de lujo, fiestas, vestidos bonitos? ¿La de hacer nada, aparte de entretener a los
amigos disfrazándose de Chaplin? Porque eso es lo que hará Amelia por más de un
año. Ponerse vestidos bonitos y joyas caras, ir a la Opera y a fiestas de
embajadas. Hacer amistad con gente importante como la diva Carla (Maria Pía
Calzone) quien la presenta con un matrimonio judío los Hertz.
Lo extraordinario
es que Amelia no pregunta de donde sale el dinero para sus gastos. Parte de la
base que él Partido paga. Efectivamente, el Partido paga para que Pierre
mantenga un harem de “topos” o espías ciegas. La boquifloja Amelia escucha
datos importante de sus nuevos amigos y se los pasa a su pareja, sin sospechar que
con eso alimenta las células de espionaje rojo en Buenos Aires. ¡Pobre
Argentina! en “El Secreto Bien Guardado” es un nido de nazi; en “La Guerra e Finita”
es un santuario de fascistas y en “Dime Quien Soy” es un hervidero de espías
comunistas.
Lo triste es que
Amelia no sabe que es un topo. Lo que ella hace es llevar chismes a Pierre. El
mismo le cuenta a Krisov, el jefe de su célula, que Amelia es la “perfecta
espía idiota”. Sin embargo, Amelia no es suficiente. En casa de los Hertz,
Pierre conoce a Natalia, comunista, madura, empleada del Ministerio de Relaciones
Exteriores, por sus manos pasan papeles importantes. Pierre seduce a Natalia
quien a sabiendas de lo que hace, le suministra los documentos que parten
derechito a Moscú.
Para que la gente
no sospeche de dónde saca tanto billete, Pierre pone una librería. Proyecto que
entusiasma a Amelia. El primer cliente es Tovarich Krisov. Viene huyendo de las
purgas estalinistas. Advierte a Pierre que todo su equipo está en peligro y que
por ningún motivo debe retornar a Moscú, aunque el partido lo convoque. “Propaganda
fascista!” chilla Pierre. Llega Amelia y se entera que ha sido “una espía
idiota”. Se enoja un poquito con Pierre, pero acepta servirle de tapadera para
que los agentes de la NKVD (lo que después fue KGB) no sospechen que esta
advertido.
En casa de los
Hertz, Amelia conoce al Barón Max von Schumann (Pierre Kiwitt), un médico
militar alemán. Amelia se comporta agresiva con él y lo acusa de ser un nazi. ¿Oye,
nazi en mesa de judíos? ¿Hasta dónde llega tu poca mollera? Eso le dice su anfitriona, pero como es
novela, Max se enamora de Amelia y tienen varios encuentros. Los comunistas se
enteran y le chismean a Pierre quién miente diciendo que su mujer está
sacándole información al alemán.
El Paraíso
Moscovita
Invitan a Pierre
a ir al Congreso de Intelectuales en Moscú. Pierre Bobo acepta y Amelia Boba va
con él. Se instalan en la alfombra del living del minidepartamento del tío de
Pierre donde ya viven cuatro personas. Amelia consigue un empleo cortando
noticias de periódicos españoles. Pierre desaparece. Un compañero le avisa
secretamente a Amelia que Pierre ha sido arrestado, pero que no haga nada
porque empeorará las cosas. La Familia de Pierre está de acuerdo.
A Pierre entretanto
lo están haciendo literalmente pedazos. No he visto torturas tan graficas desde
la telenovela venezolana “Estefanía” (1980). Al principio quieren que les diga
donde se oculta él traidor Krisov. Al final solo quieren que firme una
confesión de sus actividades antirrevolucionarias. Es como un circo para todos
menos para el pobre Pierre. Cualquier rabia que le tenía antes se me desaparece
ante tanto calvario.
En este episodio
Amelia comenzó a caerme bien porque hay un viraje en su personaje. Tras tomar
conciencia que vive en un estado policía, bajo estrecha vigilancia y rodeada de
enemigos, Amelia comienza a actuar de manera más contenida. Se vuelve lacónica,
no sonríe, adopta un estilo de vestir y peinarse muy severo. Tanto impresiona
su actitud de robot que la contratan para ser guía del Congreso de
Intelectuales.
Allí, Amelia contacta a antiguos amigos de
Pierre entre ellos al periodista Albert James (Will Keen) quien hace un escándalo
que motiva a la, NKVD a devolverles lo que queda del prisionero. Antes lo
aplastan con una grúa e inventan la calumnia de que estaba con una amante. Ni
Albert ni Amelia les creen. Tras el entierro de Pierre, Amelia y el periodista
parten a España donde la esperan mayores tragedias.
El Fiel Albert
y El Pobre Max
La guerra ha acabado,
Amelia llega en 1939 en plena era de represalias franquistas. Descubre que su
piso y fábrica han sido requisadas, que, su madre ha muerto, que su padre, tío
y marido están presos. Se instala en casa de su prima Laura y trata de salvar a
sus presos. Entremedio tiene una entrevista con su hijito que, obvio, no la
reconoce. Santiago es excarcelado, pero ni quiere ver a Amelia ni deja que vea
al niño
Laura y Amelia
conocen a un abogado corrupto que ofrece sacar a los presos previo pago de 50
mil pesetas por cabeza. Es el fiel Albert quien consigue el dinero. Entremedio fusilan
al padre de Amelia porque hay tanto preso que hay que hacer espacio en la
cárcel. El tío sale libre, pero el abogado abusa de Amelia como un pago extra.
Albert le dice a Amelia
que nada tiene que hacer en España y que se vaya con él a Berlín donde lo ha mandado
su periódico. En Alemania se encuentran con Carla y con Max quien, aunque es parte
de la Wehrmacht, también colabora con la resistencia alemana. Amelia asiste a
alguna de sus reuniones, y se la ve aburrida, más interesada en Max a pesar de
que él está ahora casado con Ludowika, la perfecta esposa nazi. Además, aunque
no lo expliquen bien en la serie, la española es amante de Albert.
El periodista se
la lleva a Inglaterra. Amelia está harta de Albert y ya quiere volver con Max.
Resulta que Albert es de familia aristocrática. A sus parientes no les gusta
que se haya liado con una mujer casada. El tío de Albert, que tiene que ver con
el Servicio Secreto, encuentra la solución. Le ofrece a Amelia un empleo de
espía. A Albert le parece mal, lo encuentra peligroso, pero Amelia feliz de
tener una excusa, lo empaca a Nueva York y ella se marcha feliz al Tercer
Reich.
Alla se lía con
Max y se prepara a espiar hasta que los ingleses le avisan que sus órdenes son
espiar a…Max y al grupo de resistentes. Que tarea tan perezosa y fútil, pero Amelia—recordemos
las palabras del difunto Pierre— es la “perfecta espía ciega idiota y que
obedece”. Ahora ni tiene la excusa de la ignorancia para cometer idioteces.
En los próximos capítulos,
Amelia se las arregla para atraer a atención indeseada de gente peligrosa como Jürgen,
el jefe de la Gestapo en Varsovia, de meter la nariz donde no debe (el Ghetto
de Varsovia) y de poner en peligro a todo el mundo incluyéndose ella misma.
Aunque la torturan a cada rato, no escarmienta. No sigue ordenes, más bien se inventa
nuevas, pareciera que se manda sola.
Una Adaptación
Desafortunada
No he leído más
que criticas desilusionadas por parte de lectores por el desaguisado
que han hecho con el libro. Siendo el primero la desaparición de la estructura narrativa
creada por Julia Navarro. La trama original es la obsesión de una Amelia
anciana que está perdiendo la memoria y que manda al bisnieto (que no la conoce)
en un viaje trasatlántico y laberintico por ciudades de todo el mundo donde
Guillermo se encontrara con testigos de las aventuras de la bisabuela. Así se
podrá armar un esquema de lo que fue vida y milagros de Amelia Garayoa.
En la serie hay
tres minutos iniciales que Guillermo (Francis Lorenzo que solo está ahí porque
su hermano es productor de la serie) recibe un manuscrito de parte de un tal
Albert James. Sin mayor explicación, Javier desaparece. De ahí se narra todo de
forma lineal y cronológica desde 1934 hasta 1998. Amelia es el único hilo
narrativo y es un hilo muy débil.
Me dicen que en
el libro hay toda una evolución en Amelia desde su ingenuo idealismo hasta una
desilusión total con la política. En la serie Amelia parece boba, abraza una
ideal social basado en abstractos y no ve ni a las personas ni a sus circunstancias
como realidades. Eso le permite atropellarlo todo y a todos.
Aunque no es la
primera protagonista antipática que hemos conocido en mis ultimas reseñas, la
diferencia entre “Dime quien soy”, “Lo que escondían sus ojos” e incluso con “Vientos de guerra” es que en la primera no hay personajes
secundarios que atrapen. La diva de la ópera que prohíja a Amelia hace unas
apariciones fugaces que nunca nos la hacen memorable. Cuándo Carla y otros
personajes salen de la nada nos brota de los labios un ‘” ¿y estos quiénes son?”.
Todo es muy acelerado y no se gasta un minuto ni en explicar el contexto
histórico (hay unos enredos cronológicos inconcebibles) ni las circunstancias
de personajes que aparecen y desaparecen sin ton ni son.
El único
personaje que llega a interesarme un poco es Max. Quizá porque me da lástima
ver como la Mata Hari vasca lo trae de la nariz. O debe ser porque ya me he
acostumbrado a ver a Pierre Kiwitt en ese rol de alemán que puede ser un nazi
brutal como en “Lobos Sucios” o heroico como su interpretación de Claus von Stauffenberg
en “Charite at War” o pesadísimo como en “Das Boot”.
Parte de la poca enjundia de los personajes—tal
vez mejor desarrollados en el libro—es lo poco que inspiran en la antiheroica
serie. Los hombres están ahí para impedir esa libertad nihilista con la que sueña
vivir Amelia o para rescatarla, lo que la aleja de ser un icono feminista.
Amelia suele necesitar que la salven sea de la ruina como su marido, del tedio
conyugal como Pierre, o de problemas más graves como tendrán que hacerlo Albert
y Max.
El caso es que,
con excepción de Pierre, a los otros Amelia paga con la moneda de la
ingratitud. Sus únicas relaciones viables son las que abarcan un elemento de
engaño, o es ella la engañada como con Pierre, o engaña a la pareja como hace
con Max.
La serie se nota
que ha sido hecha con cuidado, se ha gastado dinero, se ha filmado en todas las
ciudades donde se supone que tiene lugar. Hay buen vestuario, escenarios o muy
lujosos o miserables e incluso espeluznantes como las salas de tortura de la Lubianka
en Moscú o Pawiak en Varsovia. Tal vez
para evitarnos más escenas de tortura se han saltado la estadía de Amelia en el
campo de concentración de Ravensbruck.
Sin embargo, “Dime
quien soy” ha fallado en lo más importante. Su libreto suena fragmentado e
incoherente, y sus personajes son maquetas que o golpean o aman a Amelia que
deambula entre ellos tal como al final ante un Muro de Berlín a medio
construir, sin conectarse emocionalmente con nadie.
Haber visto “Dome
quien soy” simultáneamente con “The Winds of War” me ha hecho caer en la
importancia de adaptar un gran (en méritos y en tamaño) libro. Con todas sus
fallas, “Lo que el viento se llevó” supo capturar al esencia de la obra de
Margaret Mitchell quien nunca se quejó de la adaptación. Herman Wouk encontró
un modo de conservar todo lo importante de su “Vientos de Guerra” en una
adaptación televisiva. En “Dime quien soy” se ha atropellado tanto la obra como
sus fans. Pero no se puede decir mucho porque Jula Navarro ha quedado
encantada. Sera la única.
En España “Dime quien soy” puede verse en
MoviStar, en America Latina la tiene la plataforma de HBO, y en USA se la puede
ver (gratis) en Peacock.
Desde FB de Ana Estelwen
ResponderEliminarNo he visto la serie, pero el libro no me gustó demasiado y fue porque no lo vi verosímil: era mucha casualidad que Amelia, que tampoco era ninguna lumbrera, estuviera metida en TODOS los fregados importantes de la época. Me pareció bastante Mary Sue.
Ana Estelwen Es la razon por la que no me nace leerlo. He leido otros libros de Navarro y no me han gustado. Se puede tener testigos presenciales de diversos sucesos historicos, pero incluso Wouk en Winds of War tuvo varios personajes-testigos. Aun asi, no es eso lo que mata la serie, es la ausencia de explicaciones, de contextos, hasta de fechas lo que la hace confusa y la Amelia no ayuda.
Eliminar"Amelia Garayoa" es simplemente IN-SO-POR-TA-BLE. La serie en general es un lujo de producción, es lo único salvable. El guion es pésimo, son tantos malos ratos. No sé si es culpa del elenco o del guion, pero no hay ningún tipo de conexión con el televidente. NADA. No haces click con ninguno. Ninguno causa nada de nada. Ver a "Amelia" viajar de país en país era algo así como estar viendo "Where in the World is Carmen Sandiego", un programa de juegos clásico de PBS, también hicieron caricaturas y creo que Netflix hasta hizo un remake recientemente. Otra cosa que me pareció tan y tan y tan estúpido fue que la "Amelia" es espía PERO aunque la gente "NO lo sabe", todos conocen su nombe. En "El tiempo entre costuras" la protagonista cambió su nombre cuando se hizo espía, aquí no, todos la llamaban por su nombre "Amerlia Garayoa". ¡MMR!!! La producción es excelente, no se escatimaron gastos, se nota que hay mucho bi$$ete, pero ¿para qué? La serie ha decepcionado a los fans del libro (yo no lo conozco ni se me antoja). NADIE habla de la serie, y es triste, porque los escenarios naturales son excelentes. NO la recomendaría, a pesar de que me la vi completa y me costó, porque no me pude identificar con ninguno de los personajes. ¡Saludos! RAFA
ResponderEliminarJajá Carmen Sandiego. Así es. En una época en que cada viaje por Europa necesitaba no se cuantos pases y permisos y ella dándose la vuelta por todos lados. Si era insoportable y los demás personajes anodinos. El que mejor me caía era Max (y eso que no ponen todo lo que hizo por ella). Si era una espía muy conocida y como que todo le salía bien (en el libro sufre más. Por ejemplo, la arrestan varias veces. Incluso sospechan que ella mató a Jürgen). Luego, cuando Jürgen recién la conoce le pregunta que de qué lado estuvo durante la Guerra Civil, y ella muda. Obvio que el investigó y supo que ella estuvo ese tiempo en Moscú y eso a hacia sospechosa. Pero ella era tan Wonder Woman que no toma precauciones, no se cambiaba el nombre, lo más fue esa peluca tan ordi que uso para matar a Jürgen. Es la serie mas cara que han hecho en España y va a pasar sin pena ni gloria.
EliminarLa novela La Chica del Tambor no me parece "políticamente ingenua".
ResponderEliminarPerdón si me expliqué mal e hice que me interpretaras mal. No hice un comentario sobre La Chica del Tambor. Lo de la ingenuidad politica se refería a la serie "Dime quien soy"y a su protagonista Amalia Garayoa que ciertamente me recordó a Charlie, pero obvio, la novela de Le Carre no me parece ingenua para nada.
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