lunes, 8 de julio de 2024

Errores y Horrores de El Secuestro del Vuelo 601 (Netflix)

 


Me había prometido no ver nada mas de Netflix, cuando mi Beta Lorena me convenció de ver El secuestro del Vuelo 601. Aparte de la vergüenza, rabia y tedio de ver como Netflix se aprovecha de las agendas políticas de determinados países latinos para esparcir su wokismo y su infame pobreza cinemática, sentí una gran lástima por todas las personas que en el globo terráqueo siguen pagándole a esta infernal plataforma. No reparan en que aparte de adoctrinarlos y desinformarlos, les ofrecen la misma  “ olla de mier..” que en la serie el Ministro Esquerra ofrece a Pirateque.

Cuando Los Secuestros Eran Aventuras

Tengo un vago recuerdo de lo ocurrido con este vuelo,  a pesar de que, en mayo de 1973, los chilenos teníamos otras preocupaciones. Lo que recuerdo es que fue un poco bochornoso. Lo primero que se supo fue que un par de guerrilleros armados habían secuestrado, en Colombia,  un vuelo de una aerolínea local.



El suceso no causaba mucha sorpresa porque ocurría cada rato y lo más que se perdía era tiempo y dinero. En mi anterior nota hablé de las peculiaridades del famoso viaje forzado a Cuba y que, aunque en Chile había ocurrido un incidente de sangre en 1970, la gente todavía lo veía como un circo y una oportunidad imperdible.

Aquí les coloco un recuento de un capitán de la LAN (Amaro Bamón) que nos narra de sus experiencias con piratería aérea y especialmente un caso jocoso. Una mamá chilena secuestrada recibió la oferta de bajar en Coquimbo antes del vuelo forzado al Caribe. La señora preguntó si podía encargarle a su bebé a su madre y volver al avión. ¡No quería perderse la experiencia de vivir la aventura del secuestro!

No todo era diversión. Leí también comentarios en YT de una secuestrada en un avión de Panam que,  debido  al susto,  perdió él bebé que esperaba. Sin embargo, en comparación con los secuestrados por terroristas islámicos, el viaje a Cuba no parecía muy peligroso.

Un Secuestro Sui Generis

Desde el comienzo,  este viaje del 601 presentó aspectos muy raros. Los piratas que se robaron el vuelo que iba rumbo a Cali, abordaron el avión en una parada en Pereira. El avión llevaba casi un centenar de pasajeros que incluían hombres, mujeres, niños, un equipo de ciclistas y hasta monjitas. Lo que no había era una embarazada de verdad o falsa. Esa fue una invención de la serie.

Los aeropiratas exigieron la liberación de una cierta cantidad de estudiantes prisioneros en El Socorro,  arrestados durante los disturbios universitarios de ’72. Luego pidieron una fuerte cantidad ($200.000) y en vez de Cuba,  querían pasaje gratis a Aruba, en Las Antillas Holandesas. Antes hubo que descender en Medellín para cargar gasolina.



Una vez en Aruba, la situación se complicó. Aunque durante todo el secuestro los piratas estuvieron encapuchados, había algo en ellos que no cuadraba. El destino del viaje y la fuerte suma de dinero no eran ingredientes de los vuelos raptados a Cuba. El modo de hablar de los individuos no era colombiano,  no parecían ser miembros de ninguna militancia, y,  a pesar de decir que eran miembros del ELN (Ejército de Liberación Nacional),  esta entidad no los reconocía.

En vista de esos factores, el gobierno de Misael Pastrana se desvinculó del asunto anunciando que no negociaban con terroristas. Ahora quedaba en manos de la aerolínea SAM (Sociedad Aérea de Medellín)  la libertad de 84 pasajeros más siete miembros de la tripulación que incluían una auxiliar de vuelo llamada Nancy Ramírez (que no era “nuevona” ni histérica como la Marisol de la serie).



En Aruba comenzaron a soltar gente: una mamá con un bebé, unas monjitas y unas viejitas. Un vivo se colgó del brazo de una abuelita diciendo “Es mi mamá y no puedo dejarla sola”. Lo dejaron bajar sin problemas.  Los ciclistas les lloraron a los secuestradores que si no bajaban no iban a poder participar en una importante carrera. Al parecer un secuestrador reconoció al portavoz del grupo y los dejó libres. Entre tanto desbarajuste, más de una docena de pasajeros se fugaron por una escotilla del avión.



La situación dentro de la nave era caótica. El calor era insoportable. No habían comido más que unos bocadillos enviados por las autoridades de Aruba que ahora exigían que se largaran porque necesitaban el aeropuerto para sus propios aviones.

Obligado por los secuestradores, el Capitán Lucena enfiló rumbo a varios países centroamericanos, ninguno de los cuales les dio venia para aterriza. Debido a un desperfecto, el avión volvió a Aruba. Para entonces el abogado de SAM, Dr. Ignacio Mustafá se había apersonado em el aeropuerto Princesa Beatriz y comenzaron las negociaciones.

                          Los ciclistas liberados (y no hubo beso gay en el aeropuerto)

Llevaban 32 horas desde su salida de Colombia y todos, incluyendo a los secuestradores, estaban agotados. Mustafá consiguió que los piratas aceptasen dos condiciones: una rebaja en el rescate y que la tripulación fuese cambiada por otra refrescada y sin tensiones que los llevase a cometer algún error en la navegación.

Relevo y Rescate

A 38 horas del secuestro, se relevó a la tripulación , soltaron a nueve pasajeros más y subieron a bordo el Capitán Hugo Molina, su copiloto Pedro Ramírez, el ingeniero de vuelo Alfredo Shaffer y tres azafatas. El Capitán Molina cargaba un bolsón con $50.000 que procedieron los secuestradores a repartirse. Las nuevas azafatas eran Edilma “Edi”  Pérez, Maria Eugenia (que en la serie se llama Bárbara)  Gallo y Magola González.

                      La verdadera Edilma Pérez

Edi era madre soltera de cinco hijos y solo aceptó ir a un avión secuestrado porque le prometieron un aumento de sueldo. Dejó a sus hijos en manos de su hermana. El caso de María Eugenia refleja el poco temor que había hacia estos actos de piratería aérea. El año anterior otro avión de la SAM había sido desviado a Cuba sin grandes percances y la joven aeromoza quería vivir esa experiencia.

                          La verdadera María Eugenia Gallo

Finalmente, el avión dejó Aruba y partió hacia Sudamérica. Primero aterrizaron en Guayaquil, donde se aprovisionaron de comida y fuselaje, pero las autoridades ecuatorianas exigieron que siguieran vuelo. Para entonces la idea de liberar presos políticos se había disipado. Con dinero, los piratas estaban más relajados, aunque le enfadó leer en un periódico que los acusaban de ser violentos con los rehenes. Nunca lo fueron ni usaron el lenguaje soez que los caracteriza en la serie.

Tampoco nunca se les pasó por la cabeza regresar a Colombia. Su intención era acabar en algún país Sudamericano. Querían aterrizar en Antofagasta, pero la pista era muy pequeña por lo que optaron irse al Perú. En Lima se le dejó aterrizar. Ahí se bajaron catorce pasajeros, los peruanos recibieron amigablemente el vuelo, les permitieron abastecerse de combustible y les llevaron comida, la primera cena formal que tuvieron, pero acabado el postre les solicitaron las autoridades peruanas que se marcharan.

 Se fueron a Argentina. En Mendoza desembarcaron los últimos pasajeros. De ahí el avión llegó al aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires. Entonces hubo tamaña sorpresa. Del avión desembarcó solo la tripulación, completa e ilesa; ¡los piratas aéreos habían desaparecido! Tras varias horas de interrogatorio se supo que un secuestrador había desembarcado un secuestrador en el aeropuerto de Resistencia y al otro lo desembarcaron en Asunción.



Según el Capitán Molina hubo un acuerdo “entre caballeros” con los secuestradores quienes querían llevarse a las auxiliares de vuelo como rehenes. A cambio,  Molina ofreció desembarcarlos clandestinamente en ciudades distintas (Borja en Resistencia y Toro en su natal Asunción) y guardar silencio por un par de día sobre sus destinos y así darles la oportunidad de evadir captura.

En el caso de las azafatas, el silencio fue más complicado. A pesar de las presiones de la policía y los medios, ni Edie ni Maria Eugenia contarían nada sobre el secuestro sino hasta este siglo donde relatarían que juraron callar a los secuestradores luego que estos amenazaran con matar a sus familias.   Entretanto la colaboración de un periodista (ni parecido al Flaco Marulanda) la policía colombiana y la misma comunidad paraguaya de Pereira,  había dado con la identidad de los secuestradores. Así fue más fácil encontrar a Francisco Solano.



A Toro lo encontraron rapidito en Paraguay. No regalando dinero como dice la serie,  sino comprando propiedades con billetes grandes de dólar. Se le extraditó a Colombia, sirvió seis años de prisión y tras salir siguió delinquiendo muriendo en un asalto a un banco en Argentina. Eusebio Borja, su compañero, nunca más ha sido encontrado.

                                Unica foto de Toro y Borja

Lo Condenados del Aire

Por décadas,  este secuestro fue parte de los anales de la piratería aérea por dos razones: el haber sido uno de los más largos que se recuerde (60 horas) y por lo sui generis, incluyendo el que uno de los piratas huyese y jamás hubiese sido encontrado. En eso se asemeja al legendario D.B. Cooper, el primer asaltante aéreo quien se lanzó en paracaídas cargando el dinero del rescate y nunca fue capturado. Como esto ocurrió en 1971, se puede pensar que la operación de los paraguayos, dos años más tarde,  es un copycat del asalto de Cooper.

En este siglo, el periodista italiano Massimo Di Ricco publicó su libro Los condenados del aire.  Di Ricco,  que enseña en la Universidad de Barranquilla, estaba haciendo una investigación sobre la piratería aérea cundo descubrió que nadie había hecho un trabajo exhaustivo sobre el Vuelo 601. Tras entrevistar a los sobrevivientes, Di Ricco escribió un libro que atraería el interés de Netflix.



Yo leí el primer capítulo (está en-línea) y es una crónica novelada contada desde diferentes perspectivas, pero que se atiene a los hechos reales. En cambio, Netflix ha hecho un fanfiction en el que deforma los sucesos, deja afuera toda veracidad,  ofende tanto a la verdadera tripulación como a los pasajeros y de paso,  propaga calumnias infames sobre el gobierno de Misael Pastrana y hasta de la hermana nación de Perú. Todo para satisfacer la agenda política de la plataforma y la del gobierno de Gustavo Petro.

Netflix ha encontrado una gran salida creando material original en América Latina. Por eso vive produciendo allá con historias y talento local. Es más barato y como está la política en el continente, más fácil incluir en los guiones los cuasi valores que abrazan tanto la nueva izquierda como Netflix. Di Ricco vendió los derechos de una novela de la cual solo sobrevive el título.

Más Machista que Woke

Netflix ha creado un guion anárquico en el cual ni el tono se entiende. A ratos es comedia, a ratos es drama, a ratos es teatro del absurdo. Lo único claro es una denuncia casi incoherente al clasismo, racismo y sexismo de la sociedad colombiana de entonces. No niego que tales lacras existieron y siguen existiendo en el mundo hispano parlante, pero la manera de presentarlas parece a ratos burlesca. La mofa no va en contra del perpetrador sino de la víctima, sobre todo cuando esta es mujer, porque hasta los secuestradores son machistas.

Sucesivamente vemos a los aeropiratas insultar verbalmente a las sobrecargos, gritarlas, ofenderlas , sacudirlas, y amenazarlas con sus armas. Eusebio casi le rompe la mano a Edi y Toro, en Perú pone un cuchillo en el cuello a Barbara (Maria Eugenia) y amenaza con degollarla. Eso es violencia de genero casi tanto como cuando Pirateque (el gerente ficticio de la línea aérea) le dice a Edi que no discute “con mujeres que están menstruando” está agrediéndola verbalmente.




La historia sin embargo finge ser feminista y enfocarse,  al menos en los primeros tres episodios en Edilma Ëdi” Pérez . A mí me sorprende que la verdadera Edi no haya demandado a Netflix por usar su nombre para crear un personaje tan diferente al ella.

Interpretada por Mónica Lopera—una actriz guapa y capaz— Edi es una madre soltera de tres,  desbordada por sus obligaciones familiares que le impiden cumplir con su trabajo, donde le pagan poco. Lleva una carga de violencia adentro que la hermana con la frustración brutal de los secuestradores.  Lo único consistente en la serie es la violencia que aflora en los personajes más tranquilos y en los momentos más inesperados.

En Edi la violencia inicia en el primer cuarto de hora cuando accidentalmente le rompe un diente a su hijo menor y sigue hasta que apuñala la pierna de su superior, acto irresponsable puesto que es el único que puede pilotear el avión, pero ya para ese episodio (cinco) el capitán Wilches es malo, los secuestradores son buenos y Edi es la heroína que a todos salva. No solo no corresponde a hechos reales, sino que es imposible que hubiesen sobrevivido a tantas metidas de pata sobre todo las de la auxiliar de vuelo.



La primera entelequia de la serie es tener a la tripulación encerrada en ese avión durante las sesenta horas del secuestro. Hubiesen enloquecido. Si todo salió sin víctimas fue por el cambio de la tripulación que retirados los agotados  (tras 38 horas de ordalía) fueron reemplazados por refuerzos frescos y descansados. Vale decir que no hubo jamás quejas del comportamiento de ninguno y menos de los capitanes Jorge Lucena y Hugo Molina.

En la serie solo hay un capitán,  Richard Wilkes, un copiloto Lequerica y debido al retraso de Edi solo hay una azafata, en su primer vuelo. Marisol , apodada la “nuevona” (que es una contracción entre “nueva” y “huevona”, que pretende ser jocosa)  se desmaya de susto y los pasajeros quedan sin atención. Otra vez se trata esta crisis como algo cómico. No sé ustedes, pero a mí no me da risa. Es debido a eso que, en Medellín,  a pedido de Wilches,  suben Edi y Barbara cuando el secuestro solo lleva unas horas.



La “nuevona” sigue causando estragos en el vuelo hasta que la bajan en Aruba con la única liberación de rehenes que ocurre en la serie. En la vida real hubo varias liberaciones, más una fuga. Estos cambios alivianaban la tensión. En Vuelo 601, han escogido convertir al avión en una camisa de fuerza gigante, una prisión invariable donde todos van enloqueciendo.

Escatología, Los Ricos y un Falso Retrato del Gobierno de Misael Pastrana

Es comprensible que la tensión, el cansancio el calor y el hambre provoquen una situación límite en la que aflore lo peor de todos. Aun así, las que retrata Vuelo 601, no ocurrieron en ningún vuelo. Son el colmo del absurdo. La escena más grotesca de una serie ya grotesca ocurre por los baños. Solo hay dos en el avión y uno está ocupado por una histérica que (por consejo irracional de Edi) finge estar embarazada.

 Los ciclista se comieron un tamal que les ha sentado mal. Uno de ellos tiene diarrea e intenta ir al baño de Primera Clase. La ricachona (¡que vieja está Patricia Ercole!) en un alarde de clasismo,  se lo impide. Se arma una pelea entre ricos y pobres, el ciclista defeca en los pantalones y Bárbara aprovecha de cachetear a la ricachona. Hasta los secuestradores están asombrados. ¿Quién escribió esta burrada? ¿Emilio Larrossa?





De nuevo entra el juego la confusión de tonos de la historia. En una escena tenemos denuncia al clasismo combinada con violencia entre mujeres y escatología. Estos son recursos chuscos. Es como el discurso del Ministro Esquerra (que nunca existió) salpicado de amenazantes alusiones a violaciones anales. ¿Quieren dar a entender que la psiquis imperante se equilibra entre la homofobia y el homoerotismo?  ¿O que los sectores de poder usan la violencia sexual para amedrentar al pueblo?

Es inconcebible que intenten vendernos a los piratas aéreos como víctimas del sistema y que para lograrlo culpen al gobierno de Misael Pastrana Borrero. Pastrana (cuyo hijo también seria presidente) no fue un gran mandatario, pero tampoco fue malo. Ciertamente fue mejor que su contrincante en las elecciones, el General Rojas Pinilla, uno de los dictadores más sanguinarios de Colombia. Por eso, cuando Pirateque y el secuestrador Ulises acusan a Pastrana de haberse robado las elecciones, están usando un argumento de la clase conservadora.

Si bien es cierto que el gobierno de Pastrana tuvo problemas con revueltas estudiantiles y que las castigó con mano fuerte, no fue dictatorial ni corrupto. En el caso del Vuelo 601 se lavó las manos porque ya estaba hartos de negociar con revolucionarios y porque era obvio que esta pareja de aeropiratas no lo era. El hecho de pedir dinero, de identificarse como miembros de un grupo de guerrilleros (algo que la verdadera guerrilla jamás hacia) y esos acentos que denotaban no ser colombianos ya olían a gato encerrado que el gobierno no planeaba soltar.



El gobierno nunca prohibió que SAM negociara con los secuestradores. por eso Pirateque encarcelado es una incongruencia. Nunca envió a un ministro para ejercer presiones gansteriles sobre la gerencia de SAM y la tripulación. Esta fue interrogada hasta el agotamiento, pero por la policía, no por autoridades mayores. Y nunca el ejército colombiano preparó un operativo que pretendía llevarse por delante a todo el que viniera en el avión. Todos esos embustes provienen del odio de Gustavo Petro, actual presidente de Colombia, por las fuerza armadas que lo torturaron en sus días de guerrillero.

Ese odio abarca hasta el pobre Capitán Wilches (muy bien interpretado por Christian Tappan de Ël Patrón del Mal”)quien al principio es un hombre muy entero, muy responsable y muy deseoso de proteger a su tripulación y al que los secuestradores desean humillar para que no se convierta en una figura de autoridad . Esto vira en el tercer episodio cuando Wilches, en un alarde de arrogancia,  agrede a Ulises desbaratando un intento de negociación.



De ahí lo retratarán como un individuo machista, clasista (sobre todo en su trato con el copiloto que es costeño y de color) y todo porque el pobre Wilches dijo que antes de trabajar para SAM estuvo en la fuerza aérea colombiana. ¡Anatema! Pero la peor parte la tiene la Guardia Civil peruana.

¿Y Qué les Hizo El Perú?

Resulta que uno de los pocos países que recibió al Vuelo 601 fue Perú. En Lima se les proporcionó gasolina, comida y permiso para que se bajaran nueve rehenes junto con la basura que se había acumulado y que incluía los cadáveres de los pollitos (si, esa parte es verdad).

En cambio, Netflix describe un recibimiento violento en que un grupo de uniformados dementes, feroces y nacionalistas (“Lo hice por el Perú” es la excusa de Quispe quien inicia la balacera) comienzan a dispararles a los secuestradores —que valerosamente se escudan con las azafatas— y hieren a Toro.  ¿De dónde nace esta infame calumnia? Pues de que hoy el Perú—-uno de los pocos países conservadores de America Latina— no se lleva con el gobierno de Gustavo Petro.




Si solo fuera la política la que rige este desastre, pero ni el guion tiene pies ni cabeza. Las críticas recibidas se deben a que el espectador no entiende si es comedia o drama, a que los personajes actúan como si fueran bipolares,  y a que hasta los subtítulos sufren. En el blog EscribiendoCine, Juan Pablo Russo  ha hablado de como este “desafortunado intento de fusionar el thriller con la telenovela” desconcierta al espectador . Agreguémosle que como se les ocurrió la brillante idea de que el dialogo lo conformase un 90% de groserías (muchos localismos colombianos) no hay manera de traducirlo.

La mayor queja es por el capítulo cuatro, un flashback donde se intenta “limpiar” la imagen de los aeropiratas y acaba en un caldo de sordidez casi tan escatológico como toda la serie. Ahí descubrimos detalles que demuestran que los secuestradores tocan fondo cuando acaban sus sueños de ser estrellas de futbol y caen en manos de Pacho,  dueño de un equipo de quinta en Pereira que solo los explota.



Pacho ofrece encontrarle un lugar a Toro (el mejor futbolista del par) en un equipo de primera, pero exige dinero. Para ayudar a su amigo, Eusebio “Ulises” Borja se prostituye y cae en la cama de un tal Checho, apodado El Profe, otro maleante que abusa de él, y le mete drogas e ideas revolucionarias en la cabeza.



El flashback fracasa en su intento de hacernos a los piratas más cercanos o queribles. Asombran su ignorancia, su falta de visión y su incapacidad de tomar buenas decisiones. En eso son muy parecidos a Edi.  Eso explicaría el que,  a partir del quinto episodio,  la “Çabinera” se vuelva cómplice de los delincuentes y totalmente en contra de Wilches al que no solo hiere, sino que entrega a los secuestradores para que hagan con el capitán lo que quieran.

La ironía es que al final es Wilches quien la salva, pero debemos creer que él es el villano,  esbirro de los mecanismos de poder,  y que ella es una valerosa guerrillera. Ese es el mensaje de Netflix para bobos. La verdadera moraleja de esa fabula maloliente es que el rencor social y la falta de criterio te empujan a delinquir, a cometer errores,  y a ponerte en peligro a la vez que te vuelves un peligro para los demás.



Al final,  estas series de Netflix solo denotan deprecio por America Latina donde ricos y pobres son igualmente malos y brutales, donde no hay nada rescatable. Yo diría que Netflix nos está explotando, tal vez “colonizando”,  con este material tan poco elevado y esta imagen de sociedades inútiles que necesitan de la mano fuerte del Hemisferio Norte. ¿Qué opinan?

NOTA: He leído y visto docenas de artículos y videos sobre este hecho. Las discordancias son demasiado grandes para poder crear una bibliografía fidedigna y útil. El mismo Massimo Di Ricco ha dicho que los periódicos de la época se contradecían o daban información que no era verídica. Sin embargo, he encontrado la mayor y mejor cantidad de datos en esta transcripción de un programa radial colombiano.

4 comentarios:

  1. Amiga, gracias por ver esta serie para poder comentarla conmigo (a pesar de lo frustrante que fue la experiencia para ambas). Como te dije en privado, a mi me gustaron mas o menos los tres primeros capítulos, básicamente porque tenía ganas de ver algo de azafatas en Latinoamérica en esos años, pero cual sería mi decepción al notar los grandes errores que comentas tan elocuentemente. Primero, tengo un GRAN problema con esa moda de las series actuales de usar los nombres reales de las personas y cambiar sus historias (por algo, yo cambio los nombres cuando quiero tomarme una licencia creativa). Segundo, lo que ya comentaste: el tono. Empieza como una especie de telenovela o comedia romántica (esa primera escena de Edi volviéndose loca con sus niños, el piloto que termina con Barbara, la escena donde pesan a las azafatas y se aseguran que su uniforme, maquillaje y pelo esté perfecto). De primerazo me recordó a "Coffee, Tea or Me?" y creo que por eso me emocioné antes de hora. Luego viene lo de el secuestro, donde entramos al terreno de la acción. Esto es aceptable porque le añadió interés a la historia, excepto que empiezan a suceder cosas raras. Como dices, los personajes parecen bipolares: la pasajera clasista que en medio de un secuestro se preocupa de quien va a usar "su" baño, la azafata embobada con uno de los secuestradores, las extrañas negociaciones entre la aerolínea y los secuestradores sin pies ni cabeza. Es decir, no se entiende porque el gobierno colombiano no haya negociado directamente. Tu aquí explicas las razones, pero hayan sido o no guerrilleros, se trata un secuestro con rehenes (un crimen) por lo que se vuelve inverosímil que el gobierno/la policía se desentienda del tema o que los directores de la aerolínea solo se preocupen de su reputación/dinero y dejen que semejante personaje inexperto dirija las negociaciones.

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  2. Pero lo PEOR (SPOILERS) fue cuando llegamos al cuarto capítulo y entramos en el territorio Narcos o "drama crudo latinoamericano" donde los futbolistas/secuestradores son maltratados y viven en la más inmunda miseria por cumplir su sueño. Además nos muestran crudamente el uso de drogas y la prostitución homosexual de uno de los secuestradores. Es decir, cambiamos completamente del género ligero con el que comenzamos. Más que nada, todo ese capítulo me dio la sensación de querer manipular a la audiencia para que simpaticemos con los secuestradores. (No funcionó conmigo.) Cómo dices, todos los valores tradicionales se han revertido. Ahora el piloto y ex-militar que iba a salvar a todos los tripulantes se convierte en un clasista maldito que sólo piensa en salvar su propio pellejo, y lo más inexplicable y estúpido es que el par de azafatas tengan más compasión por los secuestradores que las insultaron y maltrataron (a ellas y a todos los pasajeros) al punto de querer curarlos en lugar de llegar a un acuerdo con el piloto. (MAS SPOILERS!) Yo le estaba gritando a Edi cuando dispara al piloto en lugar de disparar a los secuestradores. Por lógica no disparas al piloto cuando es el único que puede aterrizar el avión y salvarles la vida a todos! (Del copiloto nunca supimos sus calificaciones, se veía siempre nervioso y más encima, estaba herido). Por lo menos podría haber apuntado a los secuestradores y los amarraban entre todos ya que ELLA TENIA EL ARMA! Tampoco tuvo ninguna lógica las amenazas sexuales del ministro hacia el director de la aerolínea ni el "plan" de matar a todos en el avión "por publicidad" (???). El final tampoco no tuvo ni pies ni cabeza cuando las azafatas cubren a los secuestradores por lo que parece ser una lealtad malentendida (mucha más lógica tiene la historia original donde cuentas que los secuestradores amenazaron a las azafatas con atacar a su familia), pero no, aquí uno de los "heroes" cual Robin Hood comparte su dinero mal habido con los pobres, mientras que el "muchacho de los ojos tristes" se encuentra con la azafata a quien maltrato para obviamente comenzar un enfermizo idilio amoroso. Ya para el punto en que los cicilistas se besaron en el aeropuerto y frente a las cámaras yo ya estaba a punto de romper mi tele ante tanto anacronismo y forzada agenda política.

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    1. hola Amiguis, gracias. No es sarcasmo, pero fue bueno ver esta bazofia porque debajo de tanta mi---a hay mucho que decir sobre Netflix y sus producciones latinas.
      Desde que Dame Olivia de Havilland perdió su juicio por difamación, que se creen los productores que pueden esparcir todo tipo de mentiras sobre gente muerta o viva (Edi está viva).
      A propósito de personaje de Patricia Ercole, existió, viajaba con su marido que era dueño de un gran periódico de Cali. Por supuesto que no peleó por el baño, y para que veas las infamias que inventó la serie. Ella y su esposo huyeron por la escotilla, juntos. Borja y Toro estaban enojados porque eran sus rehenes más valiosos.
      Nunca hubo beso gay público ni Marulanda (aunque me hizo reír) ni existió el ministro Esquerra con su vulgaridad. La serie jugó mucho con el tema de la homosexualidad, y no sé qué quieren conseguir, pero no lo consiguieron.
      Estoy de acuerdo que el gobierno no debió lavarse las manos cuando había 84 vidas, más la tripulación, en juego, tal vez creían que la aerolínea podría salir de paso y lo hizo. A diferencia del slob farsante de Pirateque, el Dr. Mustafá consiguió relevos, rebajo el rescate y consiguió la liberación de muchos rehenes. El problema es que una vez con dinero en mano, los piratas no sabían dónde ir. Eso ya no se podía arreglar ni por vía de gobierno ni por la de la aerolínea, pero nunca se habló de regresar a Bogotá. Toda esa patraña es para ensuciar a Pastrana, al ejército y al pobre Wilches.
      Mi recuerdo es que ser azafata era una profesión distinguida y bien pagada porque exigía mucho. El caso aquí es que se trataba de una aerolínea local, no se exigía peso ni medidas perfectas, ni idiomas, etc.. Si ves PANAM veras que en una gran aerolinea el asunto era diferente, pero incluso en Ana del Aire”, Angelica María tenía estudios y hablaba tres idiomas.

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  3. PD. Aun no he leído la transcripción de Radio Ambulante sobre este caso, pero me pareció chévere que encontrarás la info ahí ya que ellos también tienen un episodio sobre el caso de la emisora que transmitió La Guerra de los Mundos en Ecuador (y yo lo usé como investigación para mi novela). Es un excelente podcast sobre historias latinoamericanas pero con base en EU y distribuido por NPR.

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