Las dos
temporadas de “The Crown” comparten un factor común, la inferencia de que el
duque de Edimburgo es un marido infiel. Tal como en la vida real no existen
pruebas para enjuiciarlo en ese aspecto, la serie se queda en ambigüedades.
Pero, para confundir más al espectador, en el noveno capitulo de la temporada
pasada, Peter Morgan embute la hipótesis de que la reina también se cobró con
la misma moneda las infidelidades del marido. ¿Hay algo de cierto en eso?
Una de las muchas
dudas que quedaron flotando a partir del final de temporada de “The Crown” fue
la relación de Isabel II con su palafrenero Lord Porchester (más tarde Conde de
Carnarvon). Al menos los celos del Príncipe Consorte parecieran indicar que la
amistad entre reina y súbdito iba más allá de lo que exige el decoro. Ahora que
ha comenzado una nueva temporada (y Porchey parece ser cosa del pasado) podemos
hablar de lo que hay de verdadero, de falso y de exagerado en ese romance.
Se ha hablado que
la Reina Isabel está molesta con “The Crown” por sus muchas falencias en lo que
se refiere a sucesos reales que han exagerado, o simplemente falseado. No solo
ella está enojada con esos errores que afectan su imagen. Y aunque Su Majestad
no haga declaraciones públicas, me imagino que las implicaciones sobre su
amistad con Lord Carnarvon están arriba de su lista de quejas. Yo creo que el
episodio 9 de la Primera Temporada estuvo dedicado a satisfacer chismes que la
prensa amarillista regó a fines de los 50s y, tal como esas crónicas
escandalosas, lo que vemos en pantalla tiene poco o cero de fundamentos.
¿Qué es lo
que se sabe a ciencia cierta? El
matrimonio de Isabel y Felipe atravesó muchos escollos, los peores en la época
entre su coronación y el nacimiento del príncipe Andrés (1960). En algún
momento, los rumores llegaron a la calle, y las noticias fueron tan
estruendosas que la propia reina se vio obligada a hacer declaraciones públicas
de que todo iba bien en su casa. Al parecer, y algo Su Majestad le confesó a Harold
Macmillan, la fuente de todos sus problemas maritales había sido la negativa a
que los hijos del duque llevasen el apellido del padre. De esa confesión surgirían
cambios tales como el título de “Príncipe” para Felipe y el permiso para sus
hijos apellidarse “Windsor-Mountbatten”.
Poco después, y
tras diez años desde el nacimiento de la Princesa Ana, Isabel y Felipe
anunciaron que esperaban un tercer bebé. Sabido es que Andrés es el hijo favorito
de la reina. Incluso ese cariño abarca a sus hijas a quienes Isabel ha llamado
“las mas bonitas de mis nietos” y hasta la madre de las niñas, la incorregible Sarah
Ferguson, que, aunque divorciada, sigue gozando del apoyo de su real suegra.
Los Duques de York y sus hijas |
El problema es que,
en su día, los infaltables difamadores inventaron todo un cuento sórdido
alrededor de este embarazo. Se dijo que Felipe no era el padre, inclusive que Andrés
había sido concebido antes del Duque regresar de su itinerario de viajes
oficiales. Todo totalmente falso. Luego nos sacan fotos del Duque de York y que
dizque no se parece en nada a los padres, ni a sus hermanos. En cambio, le
encuentran gran parecido con el Conde de Carnarvon. Yo digo que, si quieres encontrarle
parecido con alguien, se lo vas a encontrar.
Yo, por ejemplo,
si le encuentro a Andrés rasgos Windsor y un parecido con la familia. Pero
luego nos salen que Andrés, es bajo, que es gordo, que no se ha quedado calvo
como los Mountbatten. Yo creo que el chico “ha abueleado”. No saldría
Mountbatten, pero salió Windsor. La fundadora de la casa Saxe-Coburgo-Gotha era
una enanita rolliza. Su hijo, el Rey Eduardo VI, tatarabuelo de Andrés, recibía
el apodo de “Tum-Tum” por tener un vientre prominente. Y si nos vamos a los
Bowes-Lyon, la Queen Mum era bajita (vivía cayéndose por los tacazos que usaba)
y gordita. Y vamos que Isabel II no es Brienne de Tarth, siempre se la ha considerado
menuda. Pero echándole un ojito al Duque de York yo le veo parecido con la abuela
paterna, la Princesa Alicia de Battenberg y sus despreciadas tías Nazis.
El Príncipe Felipe (vestido de marinero) sus padres y sus hermanas |
Yo encuentro que Andres se parece a su abuela paterna, Alicia de Grecia. |
Si descartamos
los parecidos físicos y las posibilidades de que Andrés sea un “hijo del amor”,
¿qué otros factores podrían ligar a la reina y a Lord Porchester en una
relación ilícita? The Crown” nos cuenta que la dependencia emocional de Isabel
del hombre que manejaba sus caballos de carrera era tal que provocó iracundos
celos en el Príncipe Consorte. Mas
encima el libreto de Peter Morgan nos hace creer que Isabel y Porchey tuvieron
un romance antes de casarse, que Carnarvon era el prospecto de yerno favorito
de la Reina Madre e incluso hacen que la novia oficial y futura Lady Porchester
cuestione a su prometido preguntándole si ya la ha superado a “ella”.
Molesta e innecesaria
es la escena en que mientras su futura esposa se baña en el cuarto contiguo, Porchey
hace una llamada subrepticia a su reina, patrona y amiga. Molesta porque es
anacrónica. En esa época, las novias no se bañaban en presencia de los futuros
maridos. Todo lo que consigue hacer la escena es presentarnos a Porchey como un
ente sexual, lo que lo hace candidato al tálamo real.
Absurdo. En la
extensa y bien documentada biografía de la Queen Mum, The Queen Mother, William Shawcross menciona a todos los involucrados
en la vida de Elizabeth Bowes-Lyon y su familia. Lord Porchester no aparece ni
en una nota al pie de la página. Entonces no podemos hablar de una relación tan
intensa con la princesa ni la de ser el yerno soñado de la madre de Isabel.
La Reina y el verdadero Porchey |
Es cierto que la
reina madre hubiese preferido que sus hijas se casasen con aristócratas del
reino, preferiblemente escoceses. Es cierto que Isabel y Porchey se conocieron
o en su adolescencia o infancia, pero no pasó de ser otro mas de los pocos
conocidos de la futura reina. En una de esas ridículas páginas que busca
destruir a la Familia Real tildándolos desde pedófilos hasta satánicos, una “ex
dama “de Isabel, por supuesto anónima, describe la relación entre la princesa y
Porchey datándola desde su juventud. Dice que Isabel sentía “una fuerte
atracción sexual” por Porchey y que ambos solían ir a bailar al Café de Paris
antes de ser este local bombardeado durante el Blitz.
A ver, Café de París
fue bombardeado en marzo de1941. Para haber ido a bailar ahí, la reina tendría
que haber ido al menos el año anterior, cuando ella tenía catorce años y
Porchey dieciséis. No los hubieran admitido, y la verdad es que entonces (ojalá
ahora) las chicas de catorce, y menos las princesas, no andaban recorriendo
antros nocturnos. Porchey en ese tiempo estaba enterrado en una de esas famosas
publicó schools inglesas donde era más
fácil besarse con el compañero de pupitre que con una chica.
Por otro lado,
“The Crown” se esmera en contarnos como los Windsor detestaban la idea de
Felipe Mountbatten como yerno debido a su escandalosa familia. No tan
escandalosa si la comparamos con la del pobre Porchey. Los Condes de Carnarvon
tienen un pedigrí que se remonta al siglo XVIII, pero el más renombrado de sus
hijos fue el abuelo de Porchey, el famoso arqueólogo que descubrió la tumba de Tutankamón
y murió supuestamente debido a una maldición del joven faraón.
El Conde Carnarvon en Egipto |
Cuando no andaba
profanando tumbas, Lord Carnarvon se la pasaba en su mansión ancestral el Castillo
de Highclere, más conocido por nosotros los “Downties” como la Abadía de Downton.
Tal como Lord Grantham, Carrnarvon reparó su castillo con la dote de su mujer,
hija (como Cora) de un judío millonario. Aunque el padre de Lady Almina no era
estadounidense, si era muy adinerado. Ella era la hija ilegítima de Lord Alfred
Rotchild. Con ese apellido sabemos que había para pagar servicio y
mantenimiento y hasta comida de perros en el castillo.
El actual Lord Carnarvon, hijo de Porchey, y su esposa frente a Highclere |
Sin embargo, a
pesar de no tener carencias económicas, de cosechar fama en el mundo de la
arqueología, y tener una esposa millonaria, Carnarvon era un individuo muy desagradable,
un aficionado a coleccionar fotografías de chicas desnudas, que desahogaba sus instintos
mas brutales en su heredero. Eran tales las palizas que le administraba a
Henry, padre de Porchey que este fantaseaba constantemente con cometer
parricidio. A pesar de que la maldición faraónica eventualmente le proporcionó
la deseada orfandad, el pobre Henry quedaría psicológicamente marcado hasta el
punto de convertirlo en otro tipo de monstruo.
Aunque Henry se casó
con la estadounidense Catherine Terdick, madre de Porchey, pronto se divorciaron
debido a las infidelidades del conde. Este volvió a casarse con la actriz
alemana , de origen judío, Tilly Losch, pero su pasión era el adulterio. Mas allá
de ser un mujeriego, Henry parecía sufrir de satiriasis, o lo que hoy se conoce
como “adicción al sexo”. Necesitaba tener relaciones constantemente con diferentes
compañeras, fueran matronas de sociedad o criadas. Lo peor, es que, si se le
resistían, Henry las violaba. A una pobre victima que llegó a desmayarse la despertó
brutalmente lanzándole una jofaina de agua. Digamos que el pobre Porchey no venía
de una familia muy sana.
Uff y se me olvidó
hablar de Almina, la condesa millonaria. Se consoló de tener un marido que
nunca la quiso, con una ristra de amantes, antes y después de enviudar. Hay
fuertes rumores de que el padre de Porchey en realidad era hijo del legendario
Sir Victor Singh, hijo del Maharajá de Lahore. Se dice que el que no haya
facciones exóticas en los descendientes de Almina se debe a que, el abuelo
materno de Víctor era alemán.
Para coronar la
lista de escándalos, a Almina, quien durante la Primera Guerra Mundial
convirtió Highclere en un hospital, le quedaron gustando los asuntos médicos, y
por un largo tiempo regentó una clínica de abortos clandestinos. Ósea, la
familia Nazi y la mama esquizofrénica de Felipe eran la nada misma comparada
con estos bochornos.
Es cierto que Porchey
fue el gran amigo y confidente de la reina Isabel. Su muerte coincidió con 9/11.
En su discurso sobre las víctimas, la reina mencionó con voz quebrada de llanto
que “el precio del amor es el dolor”. Todos supieron que esas palabras eran en
referencia Lord Carnarvon cuyo funeral es uno de los pocos sepelios privados a
los que su Majestad ha asistido en su vida. ¿Pero vamos a confundir el cariño
que se le tiene al mejor amigo con una confesión de infidelidad?
Uno de los
detalles mas conmovedores que emergen de una inspección de la vida de Isabel es
que (y a diferencia de otras reinas) no tiene amigas. Margarita dejó de ser su confidente tras la crisis
Townsend. A pesar de que la reina siempre ha confiado (por eso no hay que
creerse todo lo de la ‘Crown’) en su madre y en su marido, en muchas ocasiones
hay cosas que no les puede contar. Entonces es totalmente normal y sano que
haya tenido como confidentes a amigos con los que compartía su gran pasión por
los caballos como Porchey y Lord Plunkett.
Es cierto que la
reina mantenía una línea privada de teléfono con Porchey que los comunicaba
directamente . Es cierto que la reina se escapaba al cine sola, en esos años en
que su matrimonio estuvo en la cuerda floja, con su caballerizo, pero también
es cierto que Lord Porchester era muy unido a la Familia Real y que no apareció
de la nada como nos cuenta “The Crown”.
Porchey era parte
del Margaret Set. Tenía el joven vizconde
una pasión por las tablas y colaboró en varias de las obras que la diligente,
pero muy amateur, Princesa Margarita montó en escena, incluyendo la desastrosa adaptación
La Rana de Edgard Wallace.
Porchey si pasó
un tiempo en América donde conoció a la que sería su esposa, Jean Wallop. La
reina fue amiga de la familia y hasta madrina del primogénito. En 1969, Porchey
se convirtió en el administrador de las cuadras de Isabel, las dedicadas a los
caballos de carera que posee la reina. A pesar de los supuestos celos del Duque
de Edimburgo y los rumores, Porchey siguió siendo el confidente de la reina y
su familia se llevaba bien con los Windsor.
Los Porchester, y su comadre Isabel II |
Lady Carolyn
Herbert, única hija mujer de Porchey, fue buena amiga de la Princesa Diana. Entre
Koo Stark y Sarah Ferguson, Carolyn se hizo un espacio en la vida del Príncipe Andrés,
Hasta se habló de “noviazgo oficial”. ¿Qué
mayor prueba que Andrés no era hijo de Porchey el que ambas familias viesen con
buenos ojos su noviazgo con Carolyn?
Voy a detenerme
aquí, antes de comenzar a destripar la segunda Temporada de “The Crown”. Como a
muchos reseñadores y fans, nos ha dejado con la boca abierta y muy mal sabor, voy a dejar pasar unas semanas antes de volver a enfocarme en la serie
del desubicado Peter Morgan. Hasta entonces trataré de entretenerlos con
otras impresiones del Period Drama 2017. ¡Feliz Navidad a todos!
Andres es demasiado Windsor, se parece mucho a su abela Isabel (Reina Madre) a aparte que en su juventud era el mas guapo seguido de Eduardo, y eso es de familia Windsor :)
ResponderEliminarEra guapisimo, de caracter es bien Windsor y en looks yo le encuentro un toque Mountbatten, se parece a su abuela Alicia. Miro la foto de Porchey y no veo ningun parecido. Este Morgan tan calumniador.
EliminarAlgunos dicen que los ultimos hijos del matrimonio no son de felipe.
ResponderEliminarBah te respondí y no salió. Se dicen tamtas cosas. Se le adjudicó la paternidad de Eduardo a Lord Plunkett que era gay. Se ha dicho que Felipe es Nazi y su mujer reptiliana. Yo prefiero creer lo que tiene bases sólidas, y todos los hijos de la pareja o se parecen a los Mountbatten o a los Windsor.
Eliminar