Aunque me ha caído
bien Clara Belmonte en la serie, su
historia me ha parecido una parodia de lo
que pasa para los productores por la
vida aristocrática en la corte del primer monarca Borbón, Felipe V. Mas que supuestamente tiene lugar en
1720, pero todos, nobles y plebeyos, se comportan como si estuvieran en la Abadía
de Downton; le han metido sexo extraído de las picardías del Marqués de Sade,
de Choderlos de Laclos y de Restif de la Bretonne; y el nivel de discurso imperante es una
combinación del idioma del “Gran Hotel” y la jerga de “ Elite” . Pero eso sí,
es muy diversa. El problema es que si querían diversidad y soft porn en un
marco dieciochesco debieron haberlo copiado de “Xica da Silva”.
“La Cocinera de Castamar”
está inspirada en la novela homónima de Fernando Muñes que no he leído. La
Reina Estelwen y otros lectores me detallan que son 700 páginas de impecable
investigación histórica. Tremendo el mérito, teniendo en cuenta que hay poca
información sobre la sociedad española de 1720. Por eso, en la serie, pueden
poner lo que quieran. total, parten de la base que los espectadores somos una
pila de indoctos, pero este pechito al menos ha notado poderosos anacronismos.
Cocina y Agorafobia
Comencemos con la
trama. Desde la ejecución de su padre, Clara Belmonte (Michelle Jenner) sufre
de paralizantes ataques de agorafobia y vive medio sepultada en una ermita. De
ahí la saca su tío fraile quien le consigue una plaza en las cocinas del
Palacio de Castamar. Llegada ahí, Clara recibe una agria bienvenida por parte
de la gobernanta Doña Úrsula. Al parecer, el mayordomo aceptó a Clara sin
consultar a Úrsula quien cree manejarlo a punta de chantajes.
Úrsula le toma
inquina a Carla y después le tendrá envidia. En realidad, nadie es amable con
la nueva oficial de cocina con la excepción de Elisa, la mucama, y de una
muchachita débil mental a quien Clara va a proteger. A cambio la pequeña Rosalía
es quien se encarga de tareas fuera de la cocina que, debido a su mal, Clara no
puede ejecutar como ir por huevos al gallinero o cortar flores para una salsa.
Los patrones de
Clara, a los que ni siquiera les es presentada, son la Duquesa Viuda de
Castamar, su hijo adoptivo Gabriel (que es negro) y su hijo biológico Diego,
Duque de Castamar. Desde la muerte de Alba, su esposa embarazada, Diego vive en
un duelo completo, arrastrándose por el palacio en calcetines y bebiendo cuanta
botella encuentra.
Al Rey Felipe no le
parece esto. Le tiene estima al Duque que le salvó la vida en batalla, y lo
necesita cerca. A Don Diego no le parece esto de ser Mano del Rey, pero no
puede convencerlo. Don Felipe decreta que se acaba el luto en Castamar y quiere
fiestas, y de paso, que Diego se vuelva a casar. Sus tierras y propiedades
necesitan de un heredero.
La cocinera de
planta es despedida debido a las intrigas de una pinche que es la villana de la
cocina, la que contrabandea tabaco, saca copias de llaves, y es amiga de
bandoleros. Justo coincide la ausencia
de cocinera con órdenes de preparar un festejo mayor con el que se dará por
terminado el luto.
Doña Úrsula le
encaja la magna tarea a la pobre Carmen que de cocina sabe lo que yo de física nuclear.
Se le acerca Clara que resulta ser una Julia Child dieciochesca. Es Clara quien
prepara un festín versallesco que impresiona tanto a los comensales que los
Castamar contratan a Clara de cocinera de planta. Entretanto ocurren varias
cosas.
Clara se ha
traído en su equipaje un grimorio gastronómico (yo tuve uno también) donde
anota sus experimentos culinarios con dibujos y todo. Ya para el tercer capítulo
sabemos que Clara era de familia burguesa adinerada, que es muy erudita, mujer
que sabe latín y de yerbas, pero lo que la hace única es su arte en la cocina.
Para hacer una
salsa, Clara necesita de una flor particular. En camisón tiene la audacia de entrar
al Palacete (los fogones y los aposentos del servicio están en un edificio conectado,
pero a la vez separado de donde viven los aristócratas) y dirigirse a la
biblioteca donde consulta un tratado de botánica. Por supuesto, aparece el Duque.
Clara finge haber subido a avivar el fuego de la chimenea (Si claro y en neglige).
Diego nota el libro que la criada leía y se intriga. Él es también un
apasionado de la herbología y hasta tiene campos de lavanda en Castamar..
Lo otro es que Doña
Mercedes quiere cumplir con las órdenes del rey, de que Diego debe casarse,
pero sabe que su hijo es muy cabeza dura así es que busca la ayuda de un amigo
de la familia, el Marques Enrique de Soto. Apenas vemos entrar a este individuo
en el salón sabemos que es un bergante y que los Castamar son tan ingenuos que no
saben que es su peor enemigo.
El Marques
siempre estuvo enamorado de Alba, nunca le perdonó a Diego habérsela robado y
no descansará hasta destruir al Duque de Castamar. Para eso se trae a Castamar
a Amelia Castro, supuestamente una heredera huérfana gaditana. Aunque Amelia se
ríe y habla como boba, es rica solo en deudas y hasta está deshonrada. Sin
embargo, Doña Mercedes la cree la nuera ideal.
El momento cumbre
de la serie es en el segundo episodio cuando la crema y nata de la sociedad
madrileña se reúne en Castamar para una cena con la que el Duque pretende
agasajar a Sus Majestades, Felipe V e Isabel de Farnesio. En el camino, al rey
le viene un ataque de locura e insiste en apearse de la carroza real para rezar
en soledad. Cuando van a buscarlo, ha desaparecido.
Entretanto, en el
palacio, a Clara se le ha encargado cuidar de los asados al aire libre puesto
que se trata de una velada al fresco. A Clara la acomete un ataque de
agorafobia. Lo nota, Melquiades el mayordomo. Como viejo soldado reconoce ese
pánico y la ayuda. Pero la desaparición del rey pone a la casa de cabeza. Será
Clara quien encuentre a Su Majestad escondido en la cava y de aviso a Diego.
La discreción de
la cocinera, su compasión y sabiduría al tratar al rey como un enfermo,
impresionan y conmueven al Duque de Castamar quien se encuentra hablando de tú
a tú con una inferior que no parece serlo. No les sigo contando para que puedan
apreciar ustedes mismos la trama, pero voy a señalar lo que más me ha gustado a
la par que enumero los efectos que afean la serie.
LO MEJOR
El personaje
de Clara: Un alivio ver a
Michelle Jenner en forma nuevamente después del despropósito de “El
Continental”. El personaje de Clara, aunque nazca de estereotipos de cuentos de
hadas y de telenovela, es original y bien dibujado. Para ser mujer de clase
acomodada no se amilana ante la pobreza, es sobreviviente nata y puede ser muy
practica como cuando recurre al láudano para dominar su agorafobia. Aunque
docta en muchas disciplinas, trata la cocina con respeto como si fuese un arte.
Me gusta que no se deje chantajear y que sin ser irrespetuosa no caiga en
sumisiones humildes.
Su relación
con los enfermos mentales. “La Cocinera de Castamar” es un ramillete de
trastornos mentales y emocionales, la depresión del Duque, la agorafobia de
Clara, la locura aun no diagnosticada del rey Felipe y la deficiencia mental de
Rosalía. A pesar, o tal vez por su misma trastorno, Clara es muy abierta y
comprensiva con otros personajes afligidos por males que entonces la ciencia no
podía ni entender ni curar.
Toma bajo su
protección a Rosalía, la salva del hospicio y la alfabetiza. Consigue con su
delicada comida y presencia disolver el trauma que tiene al Duque alejado de la
sociedad y sabe atender a Su Majestad dándole incluso una tisana de toronjil
que lo tranquiliza. Sin embargo, también debe enfrentar el sentimiento de culpa
que la hace reconocer que, si no puede controlarse a sí misma, tampoco puede
ayudar a los demás y esa culpabilidad la tendrá incapaz de cocinar por un tiempo
privándola de su mayor poder.
Su relación
con el Duque: Me ha
gustado ese romance porque no está basado en atracción física. Ni siquiera la escena
de camisón tuvo connotaciones eróticas. Clara anda con cabello cubierto, cara
lavada y siempre con el mismo vestuario. Se ve tan sexi como una esposa
jasídica y el Duque está acostumbrado a ver curvas y escotes a su alrededor.
La idea es que se
trata de una relación intelectual, el atractivo está en que Clara es diferente
a todas, no solo por su cocina mágica. Vemos como conmueve a Diego la compasión
que la cocinera despliega por Rosalía y por el rey Felipe. En una telenovela
tan carnal como es “La Cocinera de Castamar”, es importante que se haga
hincapié que, si un grande de España desciende a los fogones para amar, el
objeto de su amor tiene que estar a su altura y aquí el interés en las hierbas
de Clara, sus opiniones sobre igualdad social y hasta su agorafobia la hacen más
fascinante que las risitas sosas de Amelia de Castro.
La parte
histórica. Cuando estaba a
mitad del primer capítulo y ya me dolía el dedo hacer fast forward a las
escenas de sexo kinky, pensé “¿por qué situar una novela tan “moderna” en 1720?
Mejor quedaba en el reinado de Fernando
VII o la Restauración Alfonsina, pero ya para el segundo episodio, era evidente
que solo podía ocurrir en el reinado del primer rey Borbón.
La serie
reflejaba un momento histórico y un monarca especifico. Mas allá de
historiadores que insisten que Felipe sufría de depresión crónica, hay
testimonios de contemporáneos que indican que Su Majestad sufría de episodios
en los que se comportaba como orate. En la serie ven como base de su locura los
remordimientos, por considerarse él es un usurpador y por la sangre que se ha derramado
para ponerlo en el trono.
Yo hubiera
consolado al rey diciéndole que España ya no daba más del yugo Habsburgo y que
mal que mal los Borbones representaban una familia más liberal y moderna. Habrán
metido la pata y la seguirán metiendo, pero el mejor rey de los últimos
trecientos años en España fue Carlos III, hijo de Felipe y de Isabel de
Farnesio. Hora es de hablar de esta singular reina.
Me encantó que el
mayordomo Melquiades (uno de mis personajes favoritos) fuese espía de la reina
porque yo siempre he sido Team Farnesio. Me parece que la historia la ha
calumniado convirtiéndola en la madrastra mala del cuento cuando solo ambicionó
que sus seis hijos tuviesen un buen futuro. Muy loco estaría el rey, pero cada año
le hacía muchachitos a la parmesana.
Lo de la carta de
abdicación también tiene fundamento. El Rey quería abdicar no se sabe si por
saberse loco como cabra o porque quería ser rey de Francia (Luis XV, todavía niño,
no gozaba de buena salud). El Rey abdicaría de facto en la persona de su primogénito
Luis, cuatro años después de los hechos narrados en la serie.
El problema con
lo histórico es que a partir del capítulo 3 deja de ser importante. Las escasas
apariciones de los reyes no son significativas, pero si son negativas Es que a partir del capítulo 4, todo lo que
hay de admirar en “La Cocinera de Castamar” pasa a perdida convirtiéndose en
una trama cliché, melodramática hasta el punto de la falsedad y llena de
situaciones archiconocidas y de escenas sin ton ni son y eso es…
Lo Feo de la Cocinera
de Castamar
El Idioma: Antes de comenzar a ver la serie, y solo
por el tráiler, me tropecé con un defecto mayúsculo. Sabido es que “usted”
entró en el idioma castellano en el siglo XIX (es una forma contraída de “usarced”
que a su vez es una contracción de Vuestra Merced). En España el uso normal
para la segunda persona singular, a través del Siglo XVIII, fue el “Vos”
reverencial.
¿Entonces por qué
ese empeño de tratarse todos con el anacrónico “usted”? Incluso mezclar las formas.
Melquiades en una ocasión trata a Clara de “señorita” para luego tutearla. ¿No
es más confusa esta mezcolanza que recurrir al idioma real de la época?
Otra cosa, aunque
se sabe que, en comparación con los ingleses y franceses, los españoles— por
nobles que fuesen— eran muy democráticos con sus criados, en Castamar
el servicio anda muy desubicado incluso para el trato de las visitas. Así anuncian a la camarera de la reina: “Angela
Foch, Camarera de la Reina”. “Se dice “Doña
Angela Foch, Condesa Viuda de Altamira, Camarera Mayor de Su Majestad, La
Reina” y la boca te queda donde mismo, ¡mequetrefe!
El exceso de
sexo: No soy puritana,
pero me molestan las escenas de sexo innecesarias. En el caso de “La Cocinera
de Castamar” entiendo que van dirigidas a un público gringo que tras
atiborrarse de sexo gratuito y kinky en “Elite” ahora espera que los españoles
satisfagan su antojo de soft porn.
Mi sorpresa no ha
sido en el exceso de escenas graficas que, aparte de innecesarias, no son sexys
tal como ha dicho Decider. Mi interrogante nace de la variedad de actos
reflejados en pantalla. Y practicados por tres personajes Sol Montijos, su
marido el Marques de Villamar y su amante Francisco, Conde de Armiño. Actos
difíciles de conocer y practicar en una sociedad tan cerrada y moralista como
lo era la España del 1720.
No es que España
fuese ajena al libertinaje sexual. El género picaresco nos describe la lascivia
del pueblo, La Celestina y los cuentos de Doña Maria de Zayas nos
muestran los pecados de la carne y el adulterio a nivel de clases altas. La sodomía
era más que conocida y más que castigada en 1720, siendo perseguida tanto por
el Santo Oficio como por la ley civil. No tengo reparos en la presencia del Barón
de Aguasdulces, gay en residencia de esta serie. Mi sorpresa es ante la
variedad de actos sexuales que Sol y sus parejas comparten: tríos poliamorosos,
besos lésbicos y la práctica de las dos formas de sexo oral.
Sol dándose su agasajo
¿Dónde ha
aprendido eso esta dama? Hoy en día nacemos así sabiendo de las “perversiones” cómo
se las llamo antaño por nuestras lecturas, por cine, televisión, por internet.
Son tema de conversación de mesa, nuestro lenguaje está salpicado de vocablos
que hablan de nuestros genitales y de actividades sexuales. Somos seres sexualizados.
Algo que no ocurría en la España dieciochesca.
En El español
y los 7 Pecados Capitales, Fernando Diaz Plaja comenta que hasta ese
entonces no existe la pornografía española y lo más parecido es La Lozana
Andaluza de Francisco Delicado, novela del Siglo XVI. Por lo que recuerdo
del libro, lo más cercano a una descripción de acto sexual es que Lozana—una
cortesana conversa— tiene sexo con un chico de trece años con el que mete “la iglesia sobre el campanario” (invierten la postura misionera).
Ya me saldrán que
si en España no había textos porno que sirviesen de manual, los había en
Francia e Inglaterra. Si, pero ahora debemos recordar cómo eran las lecturas
durante esa etapa. Las mujeres, aun de la clase de Sol Montijos, casi ni sabían
leer, los; libros eran escasos y su importación era muy vigilada
Un desacierto
histórico de la serie es obviar la presencia de la Inquisición que no fue una invención
de La Leyenda Negra. Si bien es cierto que las reformas borbónicas habían
reducido el poder del Santo Oficio llegándose solo a ejecutar siete autos de fe
durante el reinado de Felipe V, los inquisidores buscaron otras vías para
ejercer su autoridad.
Una de ellas fie
la censura y prohibición de la importación de libros. Por ejemplo, en el Siglo
XVIII se prohibió la reproducción y lectura de la obra de María de Zayas por
considerársela pecaminosa. No solo se vigilaba lo que leían los españoles
además se regulaba que materiales de lectura entraban a la península ibérica.
Esto implicaba severa vigilancia de fronteras y puertos. De hecho, en 1720, Felipe
había sellado las fronteras debido a un brote de bubónica en Marsella.
Esta vigilancia
retrasaría la llegada de la Ilustración que comienza oficialmente en España en
1726—seis años después de los hechos acontecidos en Castamar-—con la
publicación del Teatro crítico del mundo del Padre Feijoo. La Ilustración española y el consabido contrabando
de textos franceses es algo propio del reinado de Carlos III y se caracterizará
por la ausencia de narrativa de ficción. Mucho ensayo y teatro, pero no hay
novela hasta el Siglo XIX.
Aun si se
hubiesen podido traer libros y manualitos para entretener e ilustrar a
libertinos como Sol Montijos y sus hombres, las grandes obras “porno” del siglo
como la inglesa Fanny Hill y la francesa Teresa Filosofa no serán
escritas sino hasta 1748. Muñes ha hablado de la deuda que su cuento de cocineras
tiene con Les Liaisons Dangereuses, un texto que Choderlos de Laclos escribirá
casi en vísperas de la Revolución Francesa. Y el comportamiento de los
“exploradores sexuales” de “La Cocinera de Castamar” más se asemeja a los
habitantes de la parodia de Las relaciones peligrosas , La filosofía en el boudoir
que el incorregible Marqués de Sade escribe en 1792.
Realmente sería
muy extraño que tal comportamiento fuera casi público en esos días en que el
Santo Oficio andaba entrometiéndose en la moral pública y decidiendo cosas como
vestuario y quien, cuando donde y como debía tener sexo. Hasta la serie habla
de los castigos a los sodomitas, pero se abstiene de revelar que la inquisición
estaba muy vigilante de lo que se llamaban crímenes Contra naturam. Vale
recordar los estudios del Padre Ludovico Sinistrati donde el franciscano habla
de sodomía y de “sodomía femenina” o sea lesbianismo, asociándolos con fuerzas demoniacas.
Debido a esa
vigilancia, quienes practicaban actos “en contra de la naturaleza” debían
hacerlo con la mayor discreción y con parejas de total confianza. Por eso me
dejó boquiabierta esa escena en que, para castigar a los adúlteros, el Marqués
obliga a su esposa a felarlo ante el amante de esta. En un caso así, tanto Sol
como Francisco pudieron haberlo acusado con las autoridades de un crimen que
merecía pena capital.
Recordemos que al
Barón de Aguasdulces lo delata un amante. A propósito, estas leyes no solo
existían en España. A fines de siglo el Marqués de Sade es condenado a muerte
en ausencia por practicar la sodomía con hombres y mujeres y un siglo después
de los hechos de “La Cocinera de Castamar”, Lord Byron debió exiliarse de Inglaterra,
cuando su esposa lo acusó públicamente de haberla sodomizado.
Si querían combinar
novela histórica con pornografía, debieron ver el modelo que dejó “Xica”, la
telenovela brasileña que a la par de contarnos una historia real ocurrida en el
Brasil colonial la salpicaba de detalles picantes y escenas bien graficas de
sexo, pero cundo llegamos a actos contra naturam se detenía. Ese era el
suplicio del simpático Don José Maria que debía ocultar de ley, familia y
sociedad su condición de homosexual.
Recordarán os
“xiqueros” que las damas se bañaban vestidas, que ni las prostitutas practicaban
su oficio desnudas, que cuando al sofisticado Comendador se le antojó probar el
sexo anal, su Xica lo mando a freír monos y tuvo el que consolarse con una
cortesana veneciana que si sabía de esas cosas. Y que la única experta en sexo
oral en el TIjuco era la bruja Fausta y por eso Xica mandó que le cortasen los
labios.
Clichés de Telenovela
Si me impresionó
tanto el sexo desmedido y el lenguaje poco arcaico, fue porque a partir del
cuarto episodio la trama decayó totalmente, apoyándose en clichés de la
telenovela más barata. Soy muy respetuosa de y admiro esquemas y arquetipos
creados por la telenovela, pero desprecio el abuso de lugares comunes cuando se
convierten en comodines.
¿De qué otra
manera he de calificar estos villanos acartonados, omnipotentes y omnipresentes
que todo lo escuchan o a sus víctimas que se van de boca y exponen flancos? Y, Por favor, ¿hasta cuándo tendremos zorras
ladinas que se meten en la cama de héroes borrachos para luego acusarlos de
preñarlas? Si ya en “Bridgerton” el cliché
ha causado furor.
Estos clichés también
se aplican a la protagonista que al comienzo era muy “badass” y al final
parecía esas ‘buenistas” del más viejo culebrón cubano metiéndose en todo y
sacando discursetes sermoneadores que tenían un leve tufillo a la marxista
lucha de clases.
El Síndrome de
Downton Abbey
Un error absurdo
de la crítica hispano parante es que desde hace diez años cada vez que quieren
vender un drama de época, o lo comparan con “Juego de Tronos” o con “Downton
Abbey” Da risa porque GOT era fantasía épica y Downton solo puede compararse a
cosas cercanas en tiempo y cultura. Tal como no se puede comparar la obra de Martin
con “The Crown”, aunque traten de conflictos dinásticos, es risible vender “La cocinera
de Castamar” como si fuera la obra de Lord Julien Fellowes.
Cuando en La Vanguardia se refieren a la serie de Atresplayer como
“Downton Abbey” a la española" solo hace eco de como la serie ha
creado y vendido el producto. La comparación
es imposible porque los quehaceres de la Familia Crowley tienen lugar en las
primeras décadas del siglo XX, en una era post Revolución Industrial, post
victoriana, que vivirá un tremendo y traumático conflicto bélico que dará paso
a toda un cambio social que sacudirá la escala de valores y el esquema
de clases del Reino Unido.
La Cocinera está a
caballo entre el oscurantismo barroco y el liberalismo ilustrado, aun así, su
esquema social por etiquetero que sea, es menos cerrado que el británico. Sin embargo,
como ocurriera con “La Otra Mirada”, los productores están tan preocupados de
hacerla relevante o crear paralelos con nuestro mundo que termina en una
parodia inteligible de lo que es un drama histórico.
Por ejemplo, se
entiende que, por sus circunstancias, Clara no piense que pueda encontrar un
marido que la comprenda y pretenda quedar solterona, pero que Elisa quiera ser
como ella y “hacer carrera” en el servicio doméstico es inaudito. Demuestra que
los españoles nunca han entendido el mensaje detrás de relatos famosos de este género
desde “Upstairs, Downstairs” hasta “Gosford Park”, desde “Lo que queda del día”
hasta “Downton Abbey”. Efectivamente, lo más que podía aspirar un buen criado inglés
era acabar como mayordomo o ama de llaves, pero ese era el límite de su
estrecha vida.
En el siglo XIX,
el servicio doméstico en grandes casas del Reino Unido se volvió mejor opción
que la muerte lenta de trabajar en fábricas o el deshonor de la prostitución y
la vagancia. Sin embargo, ser criado no era nada de que sentirse orgullosos.
Era un trabajo indigno, agotador, que acababa con la vida personal de las
personas a cambio de techo y comida. Muchos patrones no contrataban criados
casados o no le permitían seguir a su servicio si se casaban, que es lo que
desea Elisa creyéndose ya que ella será como Anna de “Downton Abbey” casada con
el ayuda de cámara de Lord Grantham.
Mas grave aún, no
había seguros ni pensiones para criados y el estigma era tan grande que hasta
la Segunda Guerra Mundial los que alguna vez habían estado en servicio doméstico
no podían aspirar a cargos públicos, ni siquiera entrar en el servicio de
misioneros. Recordaremos los fans de ‘’ Upstairs’ que, durante la Gran Guerra,
la doncella Rose es despreciada por los amigos de su novio australiano por ser
sirvienta. Es por eso por lo que Sarah, en la misma serie, prefiere ser actriz
y que en Downton una mucama opte por aprender secretariado, y un lacayo suba de
rango siendo maestro rural. No vemos a nadie soñando con ser mayordomo o ama de
llaves.
Entonces es
absurdo que doscientos años antes, una mucama diga que quiere seguir trabajando
luego de casada. En la España de 1720, la única carrera de la mujer, aparte de
prostituta o monja, era esposa y las labores desempeñadas por estas estaban
subordinadas a lo que hacía el marido. Si este era labriego, ella trabajaba en sus
campos; si era artesano lo ayudaba en su taller. Si el esposo moría y no había
hijos adultos para encargarse de la artesanía, a la viuda se ocupaba del
negocio. Lo mismo ocurría con tabernas y pequeño comercio. Por eso la ilusión
de una mujer y de sus padres era que se casara con el dueño de algún negocio o
propiedad que ella pudiese administrar y heredar.
Otro toque
grotesco de la serie es cuando se habla de las “opciones” laborales y
educacionales de las mujeres. Cuando se investigan los orígenes de Beatriz, la
criada villana, se descubre que antes de servir iba la escuela. ¿Queeee? Ni que
fuera viajera del tiempo. Aunque existían en España órdenes religiosas como Nuestra
Señora de Loreto donde se educaba la aristocracia—y por educación nos
referimos a leer escribir y un rudimento de historia, geografía y aritmética—no
existía tal equivalente para las clases humildes.
Si aparecerían a
fines de siglo puesto que un punto de debate de la Ilustración fue la educación
femenina alzándose voces a favor de ella incluso de la primera feminista
española Josefa Amor. Pero en un censo de fines de siglo, de la era de Floridablanca,
señala que en España solo había 25 escuelas para niñas pobres y ninguna creada
antes del reinado de Carlos III. {NOTA: Información sacada del ensayo de María
Dolores Gimeno Puyol “Educación de la mujer (Siglo XVIII)” y de Mujer y
trabajo de Ángeles y Braulio López de Ayala}
Pero el colmo de
lo grotesco es presentar a Adela, hija del sicario Hernaldo de La Marca, como
maestra egresada y ya con planta en una escuelita de Córdoba. ¿Egresada de
dónde? Si en su artículo “La maestra española tradición y modernidad” Sonsoles
San Román Gago titula el primer capítulo “Maestras Analfabetas” porque las
primeras docentes ni sabían leer ni escribir. Esto ya supera cualquier
suspensión de credibilidad y demuestra lo absurdo de aplicar el modelo Downton
Abbey a una historia dieciochesca.
Vestuario,
Final y otros Disparates
No voy a acabar
mis lista de despropósitos sin una mención al vestuario. Ya la Gatita Francisca
Lis comentó sobre el desorden de estilos que a ratos recuerda telenovelas de Carla
Estrada. Estoy esperando que en Frock Flicks la hagan pedazos. En lo que espero
solo comentaré que Doña Úrsula anda disfrazada de Maria Antonieta rumbo a la guillotina,
que Sol Montijos sigue la moda barroca de la Marquesa de Rambouillet, y que Amelia
se vestirá con la prohibida indiana, pero que el diseño de su robe francaise
es más adecuado para a corte de Luis XV que para la de Felipe V..
La moda de Castamar
Mas que decir de una serie tan descuidada en todos los aspectos históricos que tienen a Elisa
haciéndole bucles a Amelia ¡con un ondulador eléctrico! Abajo les dejo una foto
de las tenacillas y rizados del Silgo XVIII. Y los rizos se los hacían a las pelucas,
no al cabello natural.
Ni hablar de los steam
trunks de Louis Vuitton en los que empaca Sol Montijos. En el siglo XVIII el
equipaje se llevaba en arcones no en estos armarios-baúles que se crearon para
los viajes trasatlánticos. Por eso me da un poco de pena cuando veo
espectadores que, por alabar la serie, hablan del cuidado al detalle histórico.
Señores si no saben cómo era España en el siglo XVIII, no hablen.
En España esta
adaptación ha gustado mucho a los críticos, no así a los lectores. En IDBM hay
18 criticas en inglés, nueve son positivas, aunque se nota que no vienen ni de
lectores ni de conocedores de historia. Aun así, la mayoría tiene reparos con
el atropellado final de “La Cociera de Castamar”. Y es que además de falsear la
historia, la trama es descabellada y con un final sin sentido y lleno de cabos
sueltos. ¿Qué ocurrió con el Barón de Aguas Dulces? ¿Como murió Sol Montijo? ¿Quién le quitó el hijo a Amelia? ¿De que
vivían Clara y su padre después de ella abandonar el servicio en Castamar? ¿De
los ingresos de su libro?
Los Lectores se
quejan de los muchos cambios que han hecho en el argumento original. El mayor
es que se recortó mucho por razones de tiempo y espacio. Sin embargo, se han
incluido personajes que llenan la serie y son inconcebibles en el argumento
original. Si les digo que en el relato de Muñez el padre de Clara nunca fue
traidor ni resucitó, ni necesito de indultos, que Amelia nunca se embarazó de
Enrique, que Farinelli ni el Rey Felipe visitaron Castamar y que ni siquiera
existieron subtramas como la del esposo fumigador de Doña Úrsula, ¿qué
pensarían?
Ya no es cuestión
de “versión libre” sino de un relato mal conformado que supera cualquier torpeza
cometida en un pasado cercano por Weiss&Benioff. Voy a darles un ejemplo
nada más. En el cuarto capítulo, en los fogones de Castamar, aparece un gato blanco,
Carmen lo llena de mimos. Poco después aparece Beatriz cargando el micho y se
lo pone cerca de Clara. Esta no le presta atención. Poco después vemos a Beatriz
expulsar con violencia al gato de la cocina. Escena final, Clara mira por la
ventana y ve al pobre felino ahorcado. WTF? ¿Que propósito cumplió el gato? ¿Cuál
fue su significado?
Mi mayor pregunta
es qué pretendían hacer los adaptadores con esta enredo de tramas que solo
producen en cabos sueltos. Obviamente querían éxito y atraer al público, ¿pero ¿qué
publico era ese? Ciertamente no eran los millones que han amado la novela en
diferentes idiomas. No es un público joven. En España tuvo un alto rating al comienzo,
obvio los lectores se aglomeraron a verla para luego dejarla desalentados.
He leído
comentarios de esos lectores desalentados, pero muy poca crítica especializada.
Y la poca encontrada aparte de enfocarse en ambientación y vestuario (que ya
los expertos saben es una mezcolanza ininteligible) tratan de dejar caer por
aquí o allá algún atisbo sobre las fallas de la serie desde actuaciones
sobreactuadas hasta mal desarrollo de personajes y subtramas.
En USA donde se
la ha visto vía Netflix la reacción es diferente. Los críticos especializados la
ignoran totalmente. En Rotten Tomato solo tiene un rating positivo de audiencia
gracias a meros 12 comentarios de espectadores. En IMDB tiene un alto rating
basándose en 300 votos, y de las 18 reseñas, nueve son positivas, aunque
también hay quejas del final apurado, del principio lento y del exceso de personajes.
Las reseñas negativas (casi la mitad) se enfocan en casi lo mismo, malas actuaciones,
malos diálogos, simplezas argumentales (una mala soap opera la llama una).
La mejor critica
española la he encontrado en Cuatro Bastardos donde han dado la clave sobre porque el
presentismo arruina los period pieces:
…arropan un drama que podría suceder en la
actualidad sin roce alguno. Y entonces el drama de época pierde sentido, porque
lo atractivo es vivenciar sus modos, reglas y costumbres. La idiosincrasia de
la corte española en transición del viejo y desgastado Habsburgo hacia la
brillante y moderna era Borbón.
Pero la
respuesta del motivo para transformar una exitosa novela histórica en un cuento
erótico-presentista la dice Leisurebyte con
una frase sucinta “The series is mostly about sex”. Con eso ya podemos resumir que, aunque
conservaron el título, Tatiana Rodríguez se sacó de la manga un cuentico
erótico para los que gustan de cosas que representan el pensamiento actual woke
(racismo, homofobia, malos dirigentes políticos) pero que trae personajes con
ropa chistosa.
El otro público
es el internacional que goza con “Elite” y se cree que todo lo español trae
mucho sexo. Con eso acabo mi reseña y dejo una sola pregunta ¿es lo que desea
la televisión española hoy? ¿Ser reconocida por series mediocres y con mucho
sexo?
Desde FB de Ana Estelwen
ResponderEliminarPensaba que harías un serie vs libro, jejeje. De todo lo que has comentado, me ha venido a la cabeza una frase que leí en cierta ocasión: "si puedes sacar a los personajes de una novela histórica, meterlos en una nave espacial, y que tanto la trama como los diálogos no se vean fuera de lugar, entonces no tienes a personajes históricos, tienes a gente del siglo XXI disfrazada".
Desde FB de George llerena Torrico
ResponderEliminarPero que buena frase, Miss Ana. ¿Me la presta? Es perfecta para describir estos cuentitos presentistas que hacen pasar por ficción histórica
Ana Estelwen , No. A pesar de tu fantástico resumen, no puedo hacer serie vs libro a menos de yo haberla leido. Mas que nada, quise que Lectores y Niños de Verano viesen esa diferencia y se preguntasen a que nació ea masacre de un libro tan popular en todas partes. Por otro lado queria , como siempre, dar un enfoque histórico,y finalmente mostrar lo mediocrilla que les quedo la serie, cuando se pudo hacer algo de mucha calidad.
EliminarDEsde FB de Maggie Sendra
ResponderEliminarNo la he visto, y en parte gracias a los trailers ( que casi te cuentan toda la historia) . 5 minutos de trailer, de verdad???? En dos minutos y medio, sexo a lo bestia. No soy puritana, pero lo poco agrada y lo mucho ahoga. Me paso con GOT, solo pude ver dos temporadas y media. Soy de ese 1% que no me gusto la serie. Ya se que tiene poco que ver, pero respecto a la Inquisicion española, fijate tu como estaba el asunto que en la época del "decadente" Austria, Felipe IV, una noble acuso a su marido de pecado nefando contra ella, y la Inquisicion anulo el matrimonio y encerró al noble en un convento. Con la Iglesia hemos topado. Supongo que con los borbones se relajo un poco, pero no creo para esas fiestas que se montan en la serie. No puedo decir nada del vestuario, pero existe una gran ignorancia, en general. Y se basan en el desconocimiento del personal. Ponen un vestido estilo Maria Antonieta y no se dan cuenta la evolución del vestuario en un siglo. Vestimos igual en 1900 que en 1999? No. A saber como acabaremos vestidos a finales del 2090 ( yo no veré eso, afortunadamente o no). No puedo decir nada de la serie, no la he visto y por lo dicho por las expertas, me la voy a ahorrar.
A Maggie Sendra Hola, gracias por contribuir. No te etiquete porque no sabía si habías leído el libro o visto la serie. El sexo estuvo un poco bestial, ya solo faltaba que subieran al gato al Boudoir. Pero no había desnudos frontales, lo que me chocó fue lo fuera de lugar de tanto acto sofisticado. En GOT al menos, casi todo el sexo fuerte era en el burdel de Meñique donde y esperan esa coas, pero mirando la adaptación de la canción con distancia objetiva. ¿En que mejoró la serie, tanto sexo? Inventaron un personaje, Ros, para esas escenas, un día la mataron, creo que fui la única que la lloré, nadie nunca as la recordó. Solo en HBO y en Netflix creen que pueden satisfacer al público con sexo exagerado.
EliminarClaro que sí, era la única salía de un mal matrimonio parra la mujer, o quejarse que el marido no le hacia hijos o que la sometia a practicas aberrantes, y como digo no solo la Santa Inquisición, así Arabella Banks consiguió librarse de su esposo Lord Byron. Como digo, aunque Felipe V detuvo eso de andar quemando gente, La Inquisición se consoló vigilando lecturas, modas y moral pública. Algo que parecen no saber en Castamar.
Muy bien dicho, ahí explico yo la importancia de la evolución de la moda. Lo que nos ponemos hoy ni e parece a la ropa de los 70 (aunque trate de imitársela). pero como explicar a productores que dicen “Ohhh es una serie de amos y criados, ya hagámosla como Downton Abbey” o peor” es sobre el siglo XVIII, entonces tiene que ser como las Relaciones Peligrosas”. Al final lo único que importa es que hayan gays, negros, y mucho discurso sobre igualdad social y feminismo.
Desde FB de Alfonso Velasco Senda
EliminarMaría Elena Venant No sabía que la serie estaba ambientada en el siglo XVIII. Lo cierto es que la inquisición si perdió poder. Ya prácticamente de lo único que se ocupaba era de falsificación de moneda, censura de libros, y alguna cosa menor. La monarquía se impulsó y se llegó a proceder contra un inquisidor que fue crítico con la política del Rey. Con todo tuvo un canto de cisne con el proceso a Olavide, que fue el que tiene instaló colonos alemanes en las Carolinas, y la Sierra Morena. De hecho Pablo de Olavide fue denunciado por uno de esos colonos por Romualado de Friburgo. Con juego de Tronos yo no pasé del segundo capítulo. No era para mí.
ParaAlfonso Velasco Sendra Me equivoqué, no fueron 7 los autos de fe sino 728 en días de Felipe V y en la primera mitad del siglo, o sea en su reino, el de Luis I, y Fernando VI y se quemaron 111 personas por judaizantes. En cambio, solo 4 autos de fe se celebraron en días de Carlos III. La Inquisición entonces seguía preocupada del cuento de la herejía, pero ni a Olavide, ni a Jovellanos, ni al fabulista Iriarte llevaron al cadalso. Y por el siglo que quedaba como institución se abocaron mas a moral pública, censura y lo que se conocía como ‘leyes suntuarias” o sea vestuario. Nosotros en Chile estábamos sujetos al Tribunal de Lima, pero igual hubo un momento que por recato se prohibía las damas a ir escotadas a misa, y por humildad tampoco ir con pelucas empolvadas. En México, la Inquisición fue más dura (se vería durante la insurgencia) pero llevaban a la horca por razones pueriles como a un tipo que estando borracho se le ocurrió celebrar una boda en la que casó a dos perros.
EliminarDesde FB de Rafael Ochoteco
ResponderEliminar¿Por dónde comienzo? Voy a empezar a decir que no sé la gran cosa de historia española deciochesca. NO soy erudito en el tema. Obviamente, hay cosas que se entienden a primera vista que están muy fuera de lugar, y en mi caso fue el asunto de lenguaje. La forma en que hablaban en la serie NO es la forma en que se hablaba en esa época. Eso es fácil de cachar. También sabía que la Santa Inquisición tenía poder, obviamente, pero también entiendo (o pienso) que siempre había que haber un chota (delator) que acusara a alguien, o sea, por más sexo que se practicara en Castamar si nadie decía nada, nadie lo tenía que saber. ¿O la Santa Inquisición estaba metida en todas partes viendo qué hacía la gente? Bueno, fuera de eso, a mi me gustó mucho la "novelita", sí, más que una serie es una novelita estilo las de Arquimides Rivero hacía en Venevisión en los 80. Aquí vemos un montón de situaciones, hasta cierto punto absurdas, pero que se me hicieron divertidas. La serie, a pesar de todos sus errores (como dije, no soy erudito de la época histórica) es entretenida. Hasta "Amelia", a pesar de toda su bobería, su voz aniñada y chillona, a pesar de la mala actuación, me encantó, no solo por su belleza, pero su personaje más que rabia daba pena. En mi caso, me causaba lástima su estupidez. En mi opinión las escenas de sexo estuvieron ok, hubo una que en realidad no me asustó mas no me gustó, se me hizo desagradable, pero fuera de eso, estuvieron bien. Los asuntos de escolaridad de la época, tampoco los conozco. La relación entre "Clara" y "Diego" me gustó mucho. "Gabriel", el hijo negro, me gustó mucho su subtrama. La bellacona de "Sol" me encantó, no por ligera sino porque su villana era de total telenovela barata pero entretenida. De esas que quieres dejar por malas pero son divertidas y te la gozas. Yo llegué a verme 3 capítulos por sentada, porque a pesar de todo es ágil y entretenida. Como mencionas, el problema mayor fue el final, muchos cabos sueltos. Además, todo pasó sin mucha explicación. Se acaba el capítulo 12 y ya. Se casaron y fueron felices, una vez más, estilo novela. Los villanos recibieron su castigo aunque me hubiea gustado ver mucho más castigo, o sea, la forma en que pagaron sus villanías fue sumamente débil y sencilla. Hubo un muerte que no entendí el porqué de ella. La muerte de este personaje NO cambió en absolutamente la trama, ni era un personaje principal. Posiblemente hicieron falta un par de capítulos especialmente para terminarla más dignamente. ¡BESOTES!
Rafael Ochoteco Ceo que lo bueno de ser telenoveleros veteranos es que conocimos las buenas telenovelas de época y sabemos que hubo una evolución del idioma. Algo, por ejemplo, que Carla Estrada nunca entendió, pero esperaba mas de una serie española Nunca me voy a olvidar del “Vuesarced” de los esclavos de Xica o del cuidado del idioma dieciochesco en “La Antorcha Encendida”.
EliminarNo, nadie aquí ha dicho que la inquisición tenia ojos por todo lado, pero como cualquier organismo represivo de estado policial, se apoyaba en delatores. ¿Como descubren la sodomía del Barón? Porque Ignacio, su amante, lo delata (No sé si Ignacio existe en el libro). Si Sol estaba tan disgustada con el marido, bien pudo acusarlo con la inquisición. Francisco pudo acusarlo. Hubo un caso en el siglo XVIII que una mujer fue condenada a garrote vil por haberse acostado con varios curas, y uno de ellos la delató.
La mujer con la que Francisco y Sol hacen trio…no sabemos nada de ella. ¿Qué tal si fuese espía del Santo Oficio? La iglesia castigaba el adulterio, y aquí todos parecen saber que Sol y Francisco son amantes, hasta los sirvientes. Eso es lo chocante. No es que me haya asustado (a los catorce años yo estaba leyendo Fanny Hill y La filosofía en el boudoir) con las escenas de sexo, es su desubicación. Al final, todas eran trucadas. TU mismo notaste que casi no había desnudos
Otra cosa, la creación de personajes que desaparecen es agotadora, desde el pobre gato hasta la señorita Eugenia que se la traen a Diego para novia y desplaza a Amelia, y luego desaparece y nunca más sabemos de ella. También cuando Diego descubre la traición de Enrique dice que es el culpable de lo ocurrido con el padre de Clara. ¿Como así? Tampoco se explica. Besotes
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Desde FB de Norah Frias-Muñoz
ResponderEliminarNo parece ambientada en España, creímos que podía ser francesa.
Muchos disparates.
Novelista de tercera o cuarta.
Nada de importancia a mi entender.
Norah Frías-Muñoz De acuerdo en todo menos en el novelista (aunque como funge de co-productor alguna culpa tendrá) La novela aparentemente es excelente, pero la hicieron pedazos y todavía no se entiende el motivo. Una buena serie francesa ambientada en la Fancia dieciochesca que te recomiendo es "Nicholas Le Floch". Debieron echarle una mirada.
EliminarDesde FB de Sandra Arredondo
ResponderEliminarA mi me gustó la ambientación, no he leído el libro pero el final si me pareció apresurado. Aún así con todo me entretuvo y la vi casi en maratón, a esta altura mi capacidad de crítica anda x los suelos y me entretengo con poco...es un placer culpable verla
Sandhra Arredondo Tu y Rafael Ochoteco tienen esos placeres culpables. No te creas, yo tambien los tengo, pero mi optica historica me supera. Aunque me acuerdo hace unos a~nos, uno de esos rollos que hicieron para el Bicentenario que Ines de Suarez le decia a Pedro de Valdivia "Qu'e queris? " , a ese no le gana nadie. Aqui, me chorearon tantas preguntas sin respuesta.
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