Este 18 de
noviembre debuta en las pantallas españolas la segunda parte de “The Terror”. Ya la hemos visto en USA y en America Latina. Me imagino que la propaganda española se las venderá- igual que aquí-como una manera de
hacer a muchos conocer la infame historia del internamiento de
japoneses-americanos durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Se trata de un relato
fidedigno, bien contado e informador? Solo podemos constatarlo comparándolo con
películas series y miniseries que anteriormente han tocado el tema.
Un par de alertas
antes de comenzar. Este texto está lleno de spoilers. Si desean saber de qué se
trata sin enterarse en exceso los animo a leer mi reseña en Reinos de Fabula.
Para abreviar voy
a referirme a la serie con las siglas “TT: I”.
Un curso rápido
sobre nomenclatura: Nikkei (todo japones fuera del territorio del Japón); Issei
(nacidos em Japón, pero residentes en USA); Nisei (primera generación de
japoneses nacidos en suelo americano); Kibei (Nisei criados en Japón); Sensei
(hijos de Nisei). También usaré intermitentemente los términos japoneses
-americanos, asiáticos, nipones y orientales. Para quien se haya contagiado de
gringuismos y encuentre que “oriental” este término peyorativo los invito a
leer este artículo de la Wikipedia sobre el buen uso de ese adjetivo en nuestro
idioma.
Un brevísimo
resumen de “The Terror: Infamy”. Es 1941 y en la comunidad de pescadores
japoneses de Terminal Island (California) el Nisei Chester Nakayama (Derek Mio)
sueña con terminar la universidad y convertirse en fotógrafo profesional, pero
se le aparecen un par de problemas. Su novia mexicana, Luz Ojeda (Christina
Rodlo), está embarazada y ni su familia ni la de Chester aprueban esa relación;
Mrs. Furuya la vecina y amiga de la familia se suicida inexplicablemente, y
Henry (Shingo Usami), padre de Chester, es acosado por un racista supervisor
que también muere en circunstancias extrañas.
Tras el ataque a
Pearl Harbor, Henry es arrestado por el FBI y llevado a una prisión en Dakota
del Sur. Chester y su familia son encarcelados en el campo de Colinas de Oro,
en Oregón. Luz lo sigue hasta allá. Se suceden los hechos sobrenaturales y una
estela de muertos. A Chester le cuentan que él es blanco de los ataques de un
bakemono o yurei, un espíritu vengativo que lo seguirá a todas partes. Efectivamente,
la letal Yuko (Kike Sukesane) lo seguirá hasta Guadalcanal adonde Chester,
ahora en los servicios de inteligencia estadounidenses, ha huido.
El gran problema
de “The Terror” se encuentra en su libreto. Alexander Woo cometió un error muy
común de los libretistas: tratar de abarcar mucho y dar en el gusto a muchos
grupos. Al final el cuento de terror patinó, y la adorable, pero letal,
fantasmita se convirtió en un a tonta, cobarde y más encima mala gente.
Si se va a hablar
sobre un tema con gente que lo desconoce, hay que comenzar exponiéndolo desde
un punto objetivo, primero relatando los hechos y luego mostrando ambos
extremos y los que quedaron atrapados en el medio. La serie adopta un punto de
vista muy siglo XXI, en que el protagonista tanto rechaza la cultura de sus
padres, como la de sus opresores. Las
razones que lo llevan a enlistarse son oportunistas, su comportamiento durante
su servicio es no solo poco patriótico, demuestra un total desprecio por sus compañeros.
¿Qué tal si, en vez de suicidarse, el prisionero hubiese usado el cuchillo que
Chester le pasó para matar a sus captores?
Soldados
Valientes y Romances Birraciales
Puedo hablar con
propiedad sobre el tema porque a los doce años, en el otro extremo del mundo,
yo sabía que los Nisei habían sido valientes recibido muchas condecoraciones a
pesar del racismo de los oficiales blancos que los comandaban. Eso gracias a “Go for Broke” (1950) que mostraba como Van Johnson superaba
sus prejuicios y aprendía a respetar a los soldados Nisei bajo su mando.
Yo también sabia a
esa edad de los campos como Manzanar y del injusto racismo que habían sufrido
los japoneses americanos eso gracias a la excelente “Hell to Eternity” (1959) basada
en la historia real de Guy Gabaldon (Jeffrey Hunter), un huérfano chicano que
fue criado por japoneses en Los Ángeles. El filme describía positivamente a la
comunidad nipona y lo fácil que le había sido a Guy adaptarse a ella.
Guy y su mama-san |
La llegada de
Pearl Harbor cambiaba las cosas. Sus padres adoptivos, los Unes, eran llevados
a los “relocation camps” su hermano japonés (interpretado por un jovencísimo
George Takei) se cubría de gloria en la campaña italiana.
El verdadero GG y su familia adoptiva en Manzanar |
George Takei jovencito |
Sirviendo en el Pacifico,
y tras la muerte de su amigo (David Jansen), Guy sufre de un breve periodo de
odio por los japoneses al que se sobrepone al encontrarse con la población
civil. En la Batalla de Saipán, Guy consigue, gracias a su conocimiento del idioma,
que más de mil prisioneros japoneses depongan las armas y así salva vidas de
ambos bandos. Lo que el filme no nos cuenta es que, aunque Guy recibió varias condecoraciones,
se le negó la Medalla de Honor por ser de origen mexicano.
A pesar de mi
apreciación por la ordalía sufrida por los japoneses en la Unión Americana yo tenía
claro que el Japón había sido un letal y peligroso enemigo de los Aliados y que
su tratamiento de los prisioneros había sido particularmente cruel. Me lo demostraban dejándome viuda de Bill
Holden en “El puente sobre el Rio Kwai” y crucificando a Sir Peter Finch en “A Town like Alice”.
Las excelentes
memorias de su cautiverio narradas por la escritora Agnes Newton Keith en Three
Came Home me convencían de que las atrocidades se habían extendido hacia las mujeres y los niños
prisioneros y en “La Estirpe de; Dragon” descubrí que la mayor crueldad estaba
reservada por los japoneses para su tratamiento de la población china .En “Mas
allá del Sol Naciente” descubrí que aun un japones “americanizado” como el
protagonista, al integrarse a la cultura totalitaria y nacionalista del Japón, podía convertirse en un monstruo despiadado.
Nada de eso es mostrado en “The Terror: Infamy”.
Para el final de
la guerra, ya había muchos americanos que consideraban que se había cometido
una vergonzosa injusticia en contra de los Nisei— incluso de los Issei— pero
pasarían un par de décadas antes que el groso publico tomase conciencia de esto.
El tema de los japoneses internados o del racismo que experimentaron comenzó
incluso durante la guerra.
El gobierno envió
a Ansel Addams y a Dorothea Lange a fotografiar a los prisioneros y estas
fotografías se volvieron un arma de denuncia. Los internados no tenían acceso a
maquinas fotográficas ni permiso para usar cámaras u otro instrumento de
filmación. Aun así, se hizo el primer documental sobre los campos de manera clandestina.
“Topaz” se acabó de filmar en 1945 aunque tomaría años antes de ofrecerse al público.
Entretanto el
tema del racismo era parte de la cultura cinemática y no solo en filmes que
exaltaban el sacrificio de las tropas Nisei. Recientemente vi un drama
romántico llamado “Daisy Kenyon”. Interpretada por Joan Crawford, Daisy es una
mujer independiente del Manhattan de los 40. Lleva años en una relación
clandestina con Dan O ‘Mara (Dana Andrews), un abogado casado.
Cuando Daisy
decide acabar la relación, Dan, para mostrar sus propósitos de enmienda, acepta
pro-bono un caso perdido: defender a un veterano Nisei al que se le
arrebataron las tierras mientras servía a su país. El caso debe ser juzgado en
un estado sureño (No recuerdo si Missouri o Mississippi). No solo pierde el
caso, además Dan recibe una golpiza por parte de los racistas lugareños.
Otro ejemplo del
racismo en contra de los japoneses apareció en el excelente Western-Noir de John Sturges “Bad Day at Black Rock”. McCready (Spencer Tracy quien ganó un Oscar
y el premio de Cannes por este filme) un manco veterano de guerra, llega al
pueblo perdido de Black Rock, en el Suroeste.
Pronto descubre
que en ese pueblo no gustan de los extraños. Peor se ponen las cosas cuando
comienza a indagar sobre Komoko, un granjero issei de la región. Todos le
inventan que Kokomo fue enviado a un campo, pero McCready descubre que la
granja del japones fue quemada. Ahí la actitud de los lugareños cambia, ya no
quieren que se vaya, ahora lo quieren muerto.
Al final se
descubre que los hombres del pueblo, por odio racista y para quedarse con las tierras,
quemaron la granja y a su dueño. Mcready revela que Joe Komoko, hijo del granjero,
fue su subalterno y murió para salvarle la vida. Mcready ha hecho este viaje
para traerle la medalla de Joe a su padre.
Para los 50, el
anticomunismo había puesto a China en la lista negra. Japón era el gran aliado
de Estados Unidos en la zona. Los soldados de La Guerra de Corea gozaban sus permisos
en Tokio, una ciudad cada vez más cosmopolita. Pronto, e incluso antes que la
industria automotriz nipona invadiese el mercado estadounidense, los soldados
americanos volvían a su país elogiando la cultura de su enemigo de ayer, su
comida, y, sobre todo, la belleza de sus mujeres.
El cine
hollywoodense saludó esta nueva cordialidad con una ristra de filmes famosos
como “Sayonara”, “La casa de té de la luna de agosto” y “El Bárbaro y la
Geisha”. Pronto comenzaron a ser conocidas actrices de origen japones como Nobu
McCarthy, quien había vuelto al Japón durante la guerra y emigró a USA como
esposa de un sargento estadounidense; la francesa Yoko Tani; la japonesa Myoshi
Umeki, primera actriz asiática en ganar un Oscar; y actrices estadounidenses de
origen japones como Miko Tana y Pat Suzuki.
Miyoshi Umeki y su Oscar |
Incluso el
japones hawaiano James Shigeta se convirtió en el primer galán asiático desde
Sessue Hayakawa que lo fue en el cine silente. A diferencia de actores como
Miko Tana, Pat Suzuki, Pat Morita y George Takei, el sensei Shigeta nunca
sufrió internamiento. A pesar de que Hawái es el único territorio
estadounidense donde la población Nikkei ayudó al enemigo (el incidente Niihau) ningún japones fue internado.
Una
particularidad de la carrera de Shigeta es que se lo emparejaba con bellezas
caucásicas como Carol Baker con quien protagonizó “Un puente hacia el sol”, la
historia real de una jovencita de Tennessee que se casa con un diplomático
japones y opta viajar con él al Japón al estallar la Segunda Guerra Mundial.
Aunque la carrera
de James Shigeta fue breve, ayudó a crear un curioso cliché en la descripción
de la ordalía de los japoneses-americanos, el romance interracial que hoy se
perpetua en la sosa relación entre Derek, el protagonista de “The Terror” y la
mexicana Luz. Precisamente sería un romance de ese tipo el que traería el tema
de los japoneses americanos y la Segunda Guerra Mundial a la televisión.
En 1971, la
popularísima estrella de cine y televisión Patty Duke estelariza “El martillo
de vidrio” (también conocida como If Tomorrow Comes). Duke interpreta a Eileen, una colegiala de un
pueblo costeño californiano en 1941. Eileen comete la audacia de enamorarse de
David Tayaneka (Frank Liu) un Nisei y de fugarse con él en vísperas del ataque
a Pearl Harbor.
Como el horno no está
para bollos, la pareja decide ocultar su boda. David y su familia son objeto de
ataques racistas y él acaba matando a su cuñado. En su desesperación, Eileen
concibe un plan. Amparada por el curita que la casó, huye dejando una carta a
sus padres contándoles la verdad, pero jurando que va a suicidarse ya que sabe
que nunca aceptarán su matrimonio.
Por supuesto
(obviamente esto es Romeo y Julieta) nadie le cuenta la verdad a David quien
creyendoe viudo se suicida. El filme acaba con Eileen y su suegra amortajando a
David. Hoy le llueven críticas al filme desde que era cursi hasta que era
inverosímil. Básteme decir que yo lloré a moco tendido cuando la vi el ‘72.
De Pearl Buck
a Manzanar
En 1974, nos
mudamos a Nueva York. En septiembre de ese año ingresé a la Escuela de las Naciones
Unidas, en mi primer día de clases hace amistad con una chica japonesa, llamada
Minako, que resultó vivir cerca de mi casa. Luego llego otra japonesa, Rika, a
mi clase de ESL. Gracias a ellas aprendí a apreciar y conocer la cultura
japonesa y a entender algunas idiosincrasias, como por ejemplo cierta
desconfianza por los Nikkei a los que consideraban muy americanizados e
irrespetuosos con sus tradiciones.
Aun así, fue
gracias a mis amigas japonesas que yo leí dos libros que me abrieron los ojos
al racismo que enfrentaron los japoneses-americanos por parte de sus
conciudadanos. Uno es una novela de Pearl S. Buck The Hidden Flower que trata
la historia de Josiu, una joven japonesa que se enamora de un soldado
estadounidense. El padre de Josiu, quien hubo de abandonar su práctica médica
en USA al estallar la guerra, le advierte a su hija del racismo que encontrará
en su nuevo país.
Aun así, Josiu y
Allen se casan y parten para los Estados Unidos. Allen viene de Virginia, un
estado que no reconoce los matrimonios interraciales. En vez de trasladarse a
otro lugar más liberal, Allen insiste en quedarse en Virginia y renunciar a su
esposa. Josiu, embarazada, deberá buscar otro espacio donde ella y su hijo
puedan vivir sin trabas.
El otro libro es
el hoy famoso Farewell to Manzanar, las memorias de Jeanne Wakatsuki
Houston basadas en lo vivido por ella y su familia en el mayor campo de
internamiento de japoneses-americanos. En 1976, la NBC sacó al aire una versión
fílmica de este libro. En retrospectiva hay dos cosas que me impresionan del
caso. La primera, la cantidad de críticas negativas que cayeron sobre filme,
libro y autora. La segunda, lo mucho que “The Terror: Infamy” ha plagiado de
este relato.
Debido a su importancia voy a dejar “Adiós a Manzanar” para ser comentada en otra entrada.
Debido a su importancia voy a dejar “Adiós a Manzanar” para ser comentada en otra entrada.
Uno esperaría que
en los 70 cuando las minorías étnicas tomaron por asalto el cine y la
televisión, más material sobre el tema hubiese seguido a “Adiós a Manzanar”. Pero
aparte de un par de documentales olvidados, los japoneses americanos solo
reaparecerían envueltos en el cliché del romance birracial.
El mismo año de “Adiós
a Manzanar” estrenaba en el cine “Midway”. En medio de escenas de batallas, se
insertaba una subtrama sentimental. Charlton Heston interpretaba al Capitán
Garth que antes de entrar en combate tiene que solucionar un problema familiar
cuando su hijo Thomas (Edward Albert) le anuncia que va a casarse con una
japonesa-hawaiana.
Un error del filme fue mostrar a Haruko (Christine Kokobo) y a su familia en prisión. En Hawái, a pesar de que se impusieron ley marcial y toque de queda, no se encarceló a los japoneses puesto que estos constituían la fuerza laboral de las islas. Sin ellos Hawái se hubiera paralizado.
Un error del filme fue mostrar a Haruko (Christine Kokobo) y a su familia en prisión. En Hawái, a pesar de que se impusieron ley marcial y toque de queda, no se encarceló a los japoneses puesto que estos constituían la fuerza laboral de las islas. Sin ellos Hawái se hubiera paralizado.
El próximo
romance birracial seria en la miniserie “Pearl” (1978). Ahí la actriz
vietnamita Tiana Alexandra encarna Holly Nagata una joven periodista Nisei en Hawái.
Holly inicia un romance controversial con Doug North (Greg Henry).
Además de ser
teniente de la Marina estadounidense, Doug es hijo de un comandante que no aprueba
para nada el romance, pero los mayores opositores son los padres de Holly. Como
en “Midway” la solución del problema es la muerte del chico en batalla.
Pat Morita y
El Karate Kid
Sin embargo, a
fines de los 70 y comienzos de los 80, los Nikkei tendrían su puesto en la
televisión y gracias a un actor llamado Noriyuki Morita al que mi generación
conoció como “Pat” Morita. Su historia personal es casi tan fascinante como su
carrera.
Nacido en
California y de padres NIseis, Morita contrajo tuberculosis a los dos años, se pasó
la mayor parte de su infancia en hospitales y se creyó que nunca podría
caminar. La gran ironía es que, tras una operación que le permitió caminar, fue
enviado junto a sus padres a un campo de internamiento en Arizona. Al acabar la
guerra, La Familia Morita puso un restaurante y ahí Pat comenzó su carrera como
comediante.
En los 50 y 60 apareció
en roles menores en cine y televisión hasta que en 1973 consiguió un papel
permanente en “M.A.S. H” donde por dos temporadas interpretó a un oficial
coreano. También tuvo un rol recurrente en “Sanford and Son”, pero donde se
haría reconocible para nuestra generación de adolescentes Baby Boomers sería
como Matsuo Takahishi, alias Arnold, el dueño de la cafetería donde se la pasan
Richie (Ron Howard) el protagonista de “Happy Days” y sus amigos.
En 1976, Pat
Morita tuvo un año ajetreado. Participó en el cine en “Midway”, en la
televisión en “Adiós a Manzanar” y apareció como personaje invitado en “Welcome
Back Kotter” como un banquero japonés que le ofrece un gran empleo al
protagonista. A pesar de que Gabriel Kotter prefiere seguir siendo maestro y
rechaza la oferta, el Señor Takahashi permaneció en la televisión.
Ese otoño
estrenaba en la NBC “Mr. T. and Tina”, la primera serie de televisión con un
actor japones de protagonista. Mr. Takahashi acaba de trasladarse desde Tokio
con su familia a Nueva York y ha contratado como ama de llaves a una alocada caucásica
llamada Tina (Susan Blanchard). Esta comedia, que apoyaba su humor en el choque
entre dos culturas, tuvo tristes críticos y salió del aire después de cinco
episodios.
Par ser francos
las series con protagonistas asiáticos (con la excepción de “Kung Fu” y a Caine
lo interpretaba un caucásico) nunca han tenido éxito. Pat Morita, en los 80,
tendría el consuelo de estelarizar la más longeva de esas series, “Ohará”,
donde por dos temporadas interpretó a un detective japones. Eso sería en 1987.
Entretanto,
Morita había regresado a “Happy Days” donde permaneció hasta el final de la
serie en 1983. Ese mismo año, Pat Morita entraba a la imaginación popular
estadounidense (y universal) con su rol más icónico que curiosamente es la encapsulación
del drama Nisei.
En 1983, Ralph
Macchio encarna a Daniel en la primera parte de la saga del “Karate Kid”.
Daniel es un chico de la Costa Este trasplantado a Los Angeles donde es objeto
de bullying por parte de Johnny, un experto karateca. En una ocasión en que
Johnny y sus amigos están golpeando a Daniel este es rescatado por el señor Miyagi,
el super de su edificio, que resulta ser un capo de karate.
Aun así, el Señor
Miyagi se rehúsa a convertirse en el sensai (maestro) de Daniel. Intenta
primero encontrar un medio pacifico para acabar con el bullying. Cuando este
paso fracasa, acepta adiestrar a Daniel en su arte, pero más como un medio para
aprender autocontrol antes que una forma de defensa personal.
A través de la
larga relación entre el discípulo y su maestro llegamos a conocer a Mr. Miyagi,
sus razones para emigrar desde su nativa Okinawa a California y como la Segunda
Guerra Mundial los empujan a él y a su mujer a uno de esos nefastos campos.
Como muchos de su generación, Miyagi abandona el campo para unirse al
legendario Regimiento de Infantería 442 pero debe dejar atrás a su esposa embarazada.
Cuando vuelve
cubierto de condecoraciones descubre que ha quedado huérfano de esposa e hijo,
ambos muertos gracias a los malos servicios médicos de los campos. Es
extraordinario como en un solo personaje se puede encerrar toda la tragedia de
una minoría abusada.
Aun en este siglo
se sabe que “The Karate Kid” fue el inicio de una franquicia fenómeno que incitó
a la creación de secuelas, de una serie de televisión, hasta de otra versión en
el 2010. Pat Morita quien hasta su muerte apareció en las secuelas se volvió
una estrella y hasta fue nominado para un Oscar. Se puede decir entonces que el
personaje de Miyagi se convertía en parte de la imaginación colectiva juvenil
de fines del siglo XX y con él iba una lección de historia rápidamente
asimilada por los fans del “Karate Kid.
Es mi opinión de
que el personaje de Mr. Miyagi es una de las mejores herramientas de la cultura
popular para enseñar la triste historia de los Nisei y para erradicar
estereotipos raciales. Ciertamente ha sido un mejor trabajo que lo mal hecho en
“The Terror: Infamy”. Una lástima que
tanto Millenials como Generación Z crean que el Karate Kid era un nene afroamericano
que se vuelve un experto en Kung Fu gracias a su maestro chino interpretado por
Jackie Chan.
En los años en
que Pat Morita fue parte del “Karate Kid (1984-1994) él fue la antorcha de la memoria
de lo ocurrido con su gente. Recordemos
que la última película de la franquicia lo tiene asistiendo a una reunión del
442 y encontrando a su nueva discípula, la nieta (Hilary Swank) de su excomandante.
Tan fuerte era la vinculación de Miyagi-Morita con ese legendario regimiento
que los veteranos lo convirtieron en miembro honorario.
Salvadores
Blancos
A fines del Siglo
XX, y gracias al Karate Kid y su Sensei, los Baby Boomers y nuestros
descendientes la Generación X, sabíamos que un manchón en el honor de los
Estados Unidos fue su tratamiento de los japoneses-americanos. El cine se hacía
eco de esta campaña. Primero fue “Come See the Paradise” que ya he comentado en
otro post. Tamlyn Tomita (cuyos padres habían sido encarcelados en Manzanar)
hacía el papel de una Nisei casada con un soldado Anglo que es llevada a Manzanar
junto con su hijita. Como el filme se enfocaba en Dennis Quaid que era su
marido, la experiencia de Lily-Yuriko (Tomita) no tenía toda la relevancia que
merecía.
Diferente fue el
caso de la poco valorada “La nieve cae sobre los cedros” basada en el
bestseller de David Guterson. Filmada cinco años después de la publicación de
la novela, el filme es bastante apegado al original con solo mínimos cambios
(la acción tiene lugar en 1950 en vez del ’54; Kabuo Miyamoto se convierte en
Kazuo en el filme).
El filme conserva
la estructura de flashbacks de la novela y le añade el magnífico espectáculo de
la Costa Oeste del Canadá y el estado de Washington para recrear la ficticia
isla de San Piedro (en las costas de Washington) donde está situada la acción.
La belleza del paisaje marino y las zonas boscosas ameritaron una nominación al
Oscar por mejor cinematografía.
La historia comienza
en el presente (1950) cuando la tranquila comunidad de San Piedro se ve
perturbada por el asesinato de Carl Heine, uno de sus habitantes. Kazuo
Miyamoto (Rick Yune) un pescador de la isla y veterano condecorado (del 442,
por supuesto) es acusado del crimen. El motivo es una riña de negocios que
Miyamoto ha tenido con los Heine.
Cubriendo la
noticia del juicio se encuentra Ishmael Chambers (Ethan Hawke), dueño del único
periódico de la isla. Chambers es también un veterano que perdió un brazo en la
Batalla de Tarawa. Está lleno de odio en contra de los japoneses que lo dejaron
lisiado y le rompieron el corazón.
A través de
flashback retrocedemos hasta los años 30. Ishmael (ahora interpretado por Reeve
Carney, el Dorian Gray de “Penny Dreaful”) era amigo y compañero de escuela de
Kazuo y de Hatsue Imada (Ann Suzuki más tarde interpretada por Yuki Kudoh). Las
familias japonesas no tienen permiso para comprar sus propias tierras así que
se ganan la vida recolectando fruta ajena. Sin embargo, Carl Heine ofrece
venderle su frutillar al padre de Kazuo. Los Miyamoto comienzan a pagárselo en
cuotas.
Entretanto Ishmael
se ha enamorado de Hatsue que eventualmente se convierte en su amante. Ambos
planean casarse, pero la guerra interrumpe sus planes. Ishamel se enrola en los
Marines, Los Miyamoto y los Imada son enviados a Manzanar. Heine vende el
frutillar a Olaf Gustaffson sin importarle su trato con la familia de Kazuo.En
Manzanar, Hatsue decide casarse con Kazuo antes de él partir al frente.
Acabada la guerra
todos vuelven a encontrarse en San Piedro, pero las heridas no han cicatrizado
y no hay perdón posible. Gustafson agoniza y le hace saber a Kazuo que le venderá
el frutillar, pero antes que Miyamoto llegue, Heine ha vuelto a comprar la
propiedad. Ese es el motivo por el cual se acusa a Kazuo de su asesinato.
Ishmael tiene pruebas de la inocencia de su rival, pero no sabe si callar y
recuperar a Hatsue, vengarse por todo el dolor sufrido, o actuar como se lo
inculcó su padre, un periodista modelo que creía en la rectitud de su
profesión.
“Snow Falling on
the Cedars” más que una historia de amor es un documento sobre el racismo norteamericano.
Los extras del filme incluyeron a muchos japoneses-canadienses que también
fueron internados. Aparte del infamante internamiento de los Nisei, hay otras
manifestaciones del sentimiento antijaponés en suelo norteamericano.
Descubrimos que
los japoneses no podían poseer tierras antes de la guerra, y que años de
acabado el conflicto todavía existía un odio-anti nipón que se evidencia en la
facilidad con la que la ley y población de San Piedro acusan, juzgan y condenan
a Kazuo antes que lo haga un jurado. Aun
así, libro y filme demuestran que hubo y hay voces blancas que se alzan en
contra de esa injusticia.
Arthur Chambers (Sam
Shepperd), padre de Ishmael, durante la guerra escribió editoriales condenando
el internamiento de los Nisei aun cuando los japoneses dejaron manco a su hijo.
Este personaje está basado en Walt Woodward, un editor de un periódico de la
Isla Bainbridge (en la que está inspirada San Piedro). Max von Sydow también destaca
como el abogado imparcial y compasivo de Kazuo y por supuesto el gran redentor
de este cuento es Ishmael lo que ha ameritado que este soberbio filme caiga en
el listado de películas con “un salvador blanco”. Por eso “Snow Falling on the Cedars”
ha pasado al olvido.
En este siglo, la
misma exigencia de corrección política ha conseguido que el tema Nikkei y su
maltrato por parte de Estados Unidos solo aparezca en filmes de bajo perfil como
“Only the Brave” un romance de ex veteranos del 442 que contaría con una de las
últimas apariciones de Pat Morita, y algunos fácilmente olvidables homenajes al
amor de los Nisei internados por el baseball. Esto también se incluye en “TT:
I”. Unos niñitos jugadores de baseball descubren el cadáver de Furuya y en el Limbo,
Chester y su gemelo Jiru también le dan al bate.
Los muchos
documentales sobre el tema son difíciles o imposibles de encontrar y uno de los
últimos filmes “Little Boy”, producida por Eduardo Verastegui, solo es conocido
por el público católico. Ya el hecho de ser “un filme cristiano” le impone un
estigma que alerta al público “progre” de no verla.
Debido a esa situación
se esperaba más de “The Terror” que un argumento dislocado y descabellado donde
no se sabe que es más malo: estar en un campo como Colinas de Oro o a merced de
un bakemoto vengativo. “TT: I” es una víctima
además de la ola de malos libretos que aflige al cine y televisión y del
revisionismo histórico que quería desvincularla de los errores que se percibieron
en otras obras que anteriormente trataron el tema.
Se vendió la
serie como eso, un cuento de terror dentro de un marco histórico. Para quienes
no estaban interesados con la historia, George Takei (que apenas aparece en “TT:
I) ofreció paralelos con las crisis de inmigrantes que aquejan a todo el mundo,
y con los niños latinos encerrados en campos de la frontera. Pero lo que muchos
no sabemos (y ningún dramatizado ha tocado) es que la saga de los japoneses-americanos
también abarcó nuestro mundo latino.
Los Nikkei
Latinos
Seguramente ustedes
no sabían que muchos países de la costa del Pacifico tanto de Centro como
Sudamérica deportaron a los campos en suelo estadounidense a sus ciudadanos de
origen japones. Solo Chile, y a pesar de las presiones de Estados Unidos, se
negó a deportar o a internar a los mil japoneses que vivían en nuestro
territorio. México, y a pesar de que había células de espionaje japones en su
territorio, tampoco deportó ni internó a sus más de 5,000 japoneses, se limitó
a exigir que los japoneses-mexicanos en zonas costeras se trasladasen al
interior del país.
Brasil, el país
latinoamericano más involucrado en la Segunda Guerra Mundial y el único en
enviar tropas a Europa, nunca internó ni deportó a su población de 250.000
nipo-brasileiros. El presidente Getulio Vargas se contentó con imponerles una
casi brutal campaña de asimilación (parecida la que impuso sobre la comunidad
judía).
El peor caso fue
el de Perú. Desde 1939, que la población de origen nipón, que contaba más de veinte
mil japoneses fue acosada y abusada por las autoridades, muchos japoneses
fueron golpeados por la policía y las escuelas japonesas fueron cerradas. Finalmente,
en 1942, a cambio de armamento, el presidente Manuel Prado aceptó enviar a USA
a 1,800 de sus 26.000 ciudadanos de origen japones, muchos nacidos en Perú.
Tienda japonesa de El Callao, 1931 |
Primero fue un
grupo de 140 varones que fueron llevados a la Zona del Canal donde se les unió
un contingente de 250 japoneses panameños. Todos creían que se les repatriaba
al Japón. En realidad, fueron secuestrados y llevado a campos en Texas. Cuando
sus esposas e hijos supieron dónde estaban pidieron ir a reunirse con ellos. ¡El
gobierno estadounidense entonces los envió al Crystal City un campo en Texas que no vino a liberar a sus
internados sino hasta 1948!
Equipo de baseball del campo de Crystal City. Excepto uno, todos son peruanos |
Lo más horrible
de este encierro es que muchos de los internados no solo no hablaban japones,
tampoco eran angloparlante por lo que su angustia e incertidumbre eran mayores
que las de otros Nisei. Acabada la guerra, solo 80 peruanos aceptaron volver al
Sudamérica.
Japoneses procedentes de America Latina llegan a Crystal City |
Otros prefirieron
irse a Japón y 400 permanecieron en suelo estadounidense donde fueron
catalogados como “ilegales”. En las últimas décadas, el gobierno estadounidense
ha hecho reparaciones económicas a los internados en su suelo, pero se niega a
reconocer los reclamos de los japoneses latinoamericanos que en su día fueron
raptados de sus países.
En mi próximo
blog haré una comparación entre “Farewell to Manzanar” y “The Terror” para ver
como lo criticado en la primera es replicado en la segunda y como en un intento
de retratar la tragedia Nisei, Alexander Woo cayó en falsedades y racismo en
reversa.
NOTA: Aunque he
consultado muchos artículos y enciclopedias, he sacado y cotejado la mayor
parte de mis datos de la Enciclopedia Densho, una completísima fuente en línea sobre
toda la experiencia de los japoneses americanos durante la Segunda Guerra
Mundial. Debido a que es hecha, mantenida y subvencionada por
japoneses-americanos, lo considero un proyecto veraz, objetivo y mas confiable
que otras fuentes.
Desde FB
ResponderEliminarAlfonso Velasco Sendra Muy buen reportaje María Elena Venant hay otro momento en que empieza a haber otra oleada racista contra Japón. Esta vez se debe a su poderío industrial en los 80 pienso en la novela de Michael Chrichton Rising Sun que fue adaptada al cine por Kauffman y está protagonizada por Sean Connery y Waesley Snipes dónde dos policías americanos investigan el asesinato de una call girl en un Estados Unidos comprado por empresarios japoneses. La película es menos racista y cambia el final echándole la culpa del crimen a un occidental. De Pearl S. Buck yo leí un libro sobre Japón de no ficción que me fue muy útil. Si no sé cómo se olvidó hablarte de conspiración de Spencer Tracy ☹️. La película "Snow in the cedar" me gustó mucho más que la novela y me recordó la película a las novelas de Graham Greene.
María Elena Venant Alfonso Velasco Sendra Gracias por mencionar esa ola racista. Otro ejemplo lo tuvo nuestro amigo Sir Ridley con "Black Rain", pero estos filmes que se enfocan en el mundo del hampa japones (Piensa en Kill Bill) son anti-Japon, pero no afectaron para nada a la poblacion japonesa de USA. De hecho es la menos discriminada, aunque ahora se ha inventado el concepto de discriminacion en reversa. Por ejemplo los afro-americanos dicen que las becas se las llevan los asiaticos, lo que es cierto, pero es porque son mas aplicados y disciplinados. Pero los japoneses y chinos ahora reaccionan con enojo ante lo que consideran 'racismo". Osea el racismo es asignarles virtudes. Eso se ve en "The Terror" tambien. Te quiero pedir un favor. Como se que nuestras conversaciones van para largo si podemos seguirlas en el blog. Mi amiga Lorena Abedrabbo-Hughes me comenta que ya no puede postear en mis blogs y no sabemos si es un problema que tiene que ver o con su firewall o con su Mac, o es algo que otros seguidores tambien estan pasando. Gracias. PD: Tal vez lo que me has comentado en Messenger lo puedes postear alla para ver si te lo impide Blogger.
EliminarLo miré estaba muy bien. Si se me olvidó la maravillosa El imperio del Sol naciente de Spielberg con Christian Bale y John Malkovich que recoge la infancia de Ballard y como siendo niño fue prisionero de un campo de concentración japonés. Esta una película de Colín Firth, Nicole Kidman, Hiroyuki Sanada en la que el antiguo prisionero termina perdonando a su verdugo , aquí esa peli se tituló un largo viaje. La maravillosa unbroken de Angelina Jolie y luego la de Mel Gibson Hacksaw Ridge y luego tienes las películas de Clint Eastwood contando la batalla de Iwo Jima desde dos perspectivas la japonesa y la americana Cartas de Iwo Jima y Banderas de nuestros padres, el problema es que no toca lo de los japoneses internados en Campos de Concentración. En la película Die Hard de Bruce Willis se menciona que el presidente de la empresa Takagi fue internado en un campo de concentración.
ResponderEliminarMe acordaba de la película era sayonara protagonizada por Marlon Brando. Estaba basada en una novela de James Michener que escribió una novela sobre Polonia.
ResponderEliminarMuy buen reportaje María Elena Venant hay otro momento en que empieza a haber otra oleada racista contra Japón. Esta vez se debe a su poderío industrial en los 80 pienso en la novela de Michael Chrichton Rising Sun que fue adaptada al cine por Kauffman y está protagonizada por Sean Connery y Waesley Snipes dónde dos policías americanos investigan el asesinato de una call girl en un Estados Unidos comprado por empresarios japoneses. La película es menos racista y cambia el final echándole la culpa del crimen a un occidental. De Pearl S. Buck yo leí un libro sobre Japón de no ficción que me fue muy útil. Si no sé cómo se olvidó hablarte de conspiración de Spencer Tracy ☹️. La película "Snow in the cedar" me gustó mucho más que la novela y me recordó la película a las novelas de Graham Greene.
No me pareció la peli Black Rain, simplemente hablaba de la racista. Es una Buddy movie de policías occidentales y japoneses. Me gusta mucho cómo Douglas interacciona con el policía japonés. Lastima que mi adorado Andy García lo matasen tan pronto 😭
Hay una película que me gustó mucho, pero es de ninjas prisionera de la secta con Christopher Lambert y Joan Chen con esa frase mítica de "zorra con cara de diosa". Un ejemplo opuesto es el de Last Samurái dónde Edward Zwick idealiza el Japón Pre-Meiji de Katsumoto/Takamori Saigo contra occidente y el imperialismo occidental. Pese a eso es una gran película 🤔
Si Andy era el alma de la película. Era el mejor 😭. Pero claro Douglas era el hijo de Kirk y el flamante ganador del Óscar por Wall Street.
Es cierto, pero el objetivo es atacar la política. Sólo hay que ver la imagen de Townsend el embajador americano. Además es que es falsa. Pintó mucho y a él se debe el aperturismo del Japón en ciertos temas como la libertad religiosa por ejemplo. A partir de ese momento se pudo volver a ser cristiano en Japón. Saigo fue un hijo de perra traicionó al Shogun. www.quaterni.es/producto/el-ultimo-shogun/
En eso tienes razón. Es mejor actor y mejor persona, pero Douglas es hijo de Kirk y tuvo más oportunidades que el pobre Andy García, que mereció tener una carrera mejor que la que ha tenido.
Ha sido un grato placer participar en este blog, y perdón postear este mensaje a una hora tan tardía.
Aquí se puede votar a cualquier hora, incluso se puede postear en mensajes antiguos, Gatito Fonch mas que bienvenido. Por eso me preocupaba que el problema de la Gatita Lorena fuera endémico.
EliminarEl racismo anti-asiatico de los estadounidenses siempre estuvo basado en un recelo de que el carácter “inescrutable” de los orientales, en realidad ocultaba brutalidad, violencia, sadismo (el otro día me mencionaste a Fu Manchú). Y esa fue parte de la histeria masiva que llevaría a la creación de los campos de relocalización, porque ya se sabía de lo que era capaz el ejercito japones. Ya habían llegado noticias de la masacre de Nankín, de los horrores tras la ocupación de Hong Kong, y la resistencia filipina ya había mandado informes sobre lo ocurrido con los sobrevivientes de Bataan y Corregidor.
Es por eso por lo que para ver con distancia objetiva los campos de relocalización también hay que ver como trataban a los prisioneros en los campos japoneses. Por eso yo me voy al tratamiento de las mujeres y eso lo cubrió muy bien Lavinia Warner en “Tenko”. Tras la serie, Warner recopiló toda la información de fuentes literarias, memorias, etc. de prisioneras tanto enfermeras como civiles y la organizó de una manera todavía no superada en Women Beyond the Barbed Wire. Cuando Bruce Beresford filmó Paradise Road, se basó casi totalmente en ese libro.
Pero hablando de campos de prisioneros de guerra, mi favorita es “Merry Christmas, Mr. Lawrence” que fue hecha por un japones, Nagisa Oshima.
En los campos de relocalización no hubo torturas ni atrocidades. Lo peor fue la suciedad, el estado precario de las viviendas, la mala calidad de comida y atención medica que provocó mas muertes que las balas de los guardias. Sobre las condiciones de los campos y las falsedades y omisiones de ‘the Terror espero hablar la próxima semana.
Shusaku Endo en sus novelas "Mar y veneno" y "Escándalo" en la primera Endo cuenta como los japoneses diseccionaban a un prisionero americano vivo y en la segunda que le costó el Nobel a Endo por describir los ambientes eróticos de Tokyo Naruse que es sadomasoquista sólo podía tener orgasmos cuando su marido le hablaba de las atrocidades que cometió el ejército japonés con los chinos. También iba a hablar de una novela china las rosas de la guerra que cuentan cómo se cogieron chicas chinas como prostitutas la adaptó Zhang Yimou pero cambió mucho el libro. También iba a decir, que en un principio el racismo no se hizo contra los japoneses sino contra los chinos, hay una escritora Si Siun Far, que trato de presentar a los miembros de la comunidad china en Estados Unidos de forma favorable que esto lo denunció Mark Twain, y no fue hasta la década de los 20 cuando empezó a haber hostilidades contra Japón. Respecto al terror amarillo es famoso Fu Manchú, pero quién parece que empezó fue M.P. Shiel creando al Dr. Yueh en un relato de Zaleski también creado por M.P. Shiel defendió el tema de la eugenesia.
ResponderEliminarAntes de comenzar, no tengo nada en contra de los japoneses. De hecho, admiro su cultura, su literatura, su cine, etc. He tenido muy buenos amigos japoneses. Pero es necesario y nadie lo dice dejar claro que durante la guerra y antes, Japón tenía un gobierno dictatorial y tan totalitario y gansteril como los de sus aliados europeos. eso marcaria todas las atrocidades que su ejército (bajo órdenes de su dios-emperador) cometería en los países ocupados. Hay que agregar que, aunque los mismos Aliados buscaron ocultar estos horrores porque Japón rápidamente se convirtió en un fantástico aliado, los crímenes de guerra han sido expuestos, tras apertura y exploración de archivos, por los mismos historiadores japoneses y en este siglo.
EliminarLa atrocidad menos conocida es la de los experimentos médicos que se practicaron con prisioneros chinos y caucásicos en la Unidad 731 en Manchuria. También se ha descubierto que se practicaron experimentos en facilidades medicas de Las Filipinas y en un instituto en Tokio. Los ocho aviadores estadounidenses que sobrevivieron la caída de un B-29, fueron diseccionados en vida en ese instituto. En Manchuria también se practicaban vivisecciones, amputaciones sin anestesia y muchos experimentos concernientes con guerra bacteriológica. Uno de sus planes era exportar epidemias de peste bubónica a California. Como desde el 44, habían estado mandando bombas en globo (los famosos Fu-Go) a la Costa Oeste, se planeó mandar submarinos portando globos que ahora esparcirían plagas en San Diego. Este plan llamado Operación Capullos de Cerezo, iba a ser implementado en septiembre, pero las bombas atómicas y la rendición de Japón lo evitaron
Después de la guerra, los médicos de esta unidad recibieron inmunidad por parte del gobierno estadounidense a cambio 9lo mismo que ocurrió con los médicos Nazis) de información sobre los experimentos y sus resultados. Recién el público occidental vino a enterarse en los 90s y eso gracias a los X-Files.
Obviamente, antes víctimas y testigos habían hablado de los hechos, pero se silenciaban sus testimonios argumentando ue era ‘Propaganda comunista” (la mayoría venia la China). Curioso, porque yo vi “5 Gates toHell” (basada en un script de James Clavell) a los 10 a ‘nos y ahí Patricia Owen contaba que durante la guerra había sido capturada en Malasia y obligada servir como prostituta. Este es un filme de 1959, pero por décadas Japón se negó a aceptar la existencia de Comfort Women o de prostitución forzada de prisioneras, arguyendo que todas las prostitutas en burdeles militares eran japonesas. Cuando se hizo pública la existencia de las Comfort Women en los 90, las victimas ahora ancianas se atrevieron a contar su historia. Los testimonios vinieron de mujeres chinas, coreanas, vietnamitas, filipinas, birmanas y malayas, además de declaraciones de mujeres caucásicas de Holanda y Australia (que aparentemente eran reservadas para los oficiales japoneses)
Los chinos llegaron primero a Usa y colaboraron con la construcción del ferrocarril (había una serie muy famosa Kung Fu sobre eso). Los japoneses comenzaron a llegar después de la Guerra de Secesión y de la apertura de Japón. A los chinos no se les quería porque a) eran “diferentes) se creía que robaban empleos a los blancos c) habían importado con ellos sociedades secretas criminales como los Tong” Tristemente los japoneses que no importaron nada (el Yakuza es un fenómeno postguerra en USA) eran vistos tan amarillos como los chinos y eran discriminados. DE acuerdo con una antiquísima ley de Usa solo los blancos podían ser ciudadanos. Eso hacia que tanto Isseis como chinos fuesen siempre vistos como extranjeros. No así Niseis e hijos de chinos, pero nacidos em USA. Ellos si eran considerados estadounidenses. En 1882 se prohibió la inmigración de la china. En 1924 la de ciudadanos japoneses. Eran exceptuados hombres de negocios y gente que venia con visa de estudiantes.
EliminarEn 1877 se formo un movimiento anti-chin en San Francisco, en 1886 hubo una masacre de mineros chinos en Wyoming al año siguiente otra en Oregón.
Una ironía es que Hawái que fue un reino independiente hasta 1898 tuvo una gran inmigración de chinos y japoneses. Cuando se convirtió en otro estado de USA, esos asiáticos se convirtieron ipso facto en ciudadanos estadounidenses. Por eso la experiencia en Hawái es diferente de la del resto del país.
Como los japoneses eran una población menor que la china, y eran mas que nada habitantes urbanos, no sufrieron ataques, solo casos aislados. El gran ataque contra la población japonesa fue el internamiento en 1942.
Amiga, a ver si funciona mi cuenta en blogger ahora. Al menos me dejo hacer log in.
ResponderEliminarMuy interesante tema. Hasta me hiciste tener ganas de ver The Terror (el setting me interesa) pero mas que nada para criticarla contigo, ja ja! No sabia lo de los japoneses latino americanos que mandaron a USA! Me sorprende que no hayan novelas al respecto.
Amiguis. Hurrah, pudiste entrar. Si porfa, ve The Terror, ya sabes qe vamos a hacer mas que criticar. No hay novelas. Yo vine a saberlo en los 90 por un programa en Telemundo. De acuerdo a la Enciclopedia Densho tambien mandaron de Ecuador. Los unicos paises sudamericanos con comunidades grandes que no los expulsamos fuimos Chile, Argentina y Brasil. Hay una memoria en ingl'es Adios to Tears. El Marqués de Vargas Llosa hace mención al "Peligro japones" en La Casa Verde, pero no a las expulsiones. Oye has podido ver "Gossip Girl"?
EliminarAmiga, déjame que termine The Affair antes de comenzar Gossip Girl. Ya estoy en la cuarta temporada (de cinco). En Ecuador hay bastantes chinos (incluyendo mi bisabuelo!) pero como dices, no se ve mucho japonés.
Eliminarya pero no te esperes mucho. En la primavera se va Gossip Girl a la nueva plataforma de streaming HBO/Max.Al menos ve la primera temporada. La segunda y la tercera son flojas, ya para la cuarta remonta de nuevo.
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