Un error del Reboot de” Gossip Girl “es insistir en que es una secuela de la
otra. La original tenía muchas fallas, muchas locuras escandalosas, pero le
sobraba lo que le falta a esta: glamur. Y nunca fue sórdida que es el
calificativo que mejor le cuadra a la nueva. Sobre todo, nunca aburrió con una chabacanería
que ofende al público (el pensante). Ni
con sus alardes de wokeness, esta “Gossip Girl” puede disimular una historia de
mal sabor y mal olor que de pronto, a partir del capítulo cinco, vira de rumbo,
retrocede y los personajes dejan de ser quienes creíamos que eran.
A medida que llegaba al final del capítulo mencionado, yo me preguntaba qué
estaba viendo. Comprendo que el maestro acosado de pronto se vuelva un villano
(y argentino, más encima) ¿pero que su acosador, un pansexual drogadicto y depravado,
se convierta en la inocente presa de un pedófilo? ¿Que la idiota de Audrey se
pase cuarenta minutos ninguneando egoístamente a su madre y de pronto en medio
de una borrachera caiga que es ella es la culpable de sus desavenencias? ¿Justo cuando empujó a Kiki al suicidio? ¿Y
desde cuando Gossip Girl quiere “ayudar” a sus víctimas?
¿Acaso Joshua Safran y su equipo presentían la lluvia de reproches que les
caerían de parte de críticos y espectadores y trató de hacer un pequeño
experimento social con el público? ¿Una
especie de sueño como en “Dallas”? ¿Y se
supone que debamos olvidarnos de los cuatro episodios anteriores donde
denigraron a los maestros, a los latinos, y expusieron las falencias de ser criados en
un matrimonio gay? “
La Fórmula Wharton-Fitzgerald
Todo comenzó con la inepta campaña del mercadeo que precedió a la serie. “Gossip
Girl” resucitaba, pero más diversa, mas woke, más actual. Ya con eso sabíamos—los
verdaderos fans— que esto no iba a resultar. La esencia de “Gossip
Girl”, el secreto de su éxito fue hacernos creer en una fantasía antigua que
aparentemente ocurría al final de la primera década del siglo XXI, pero que
bien pudo tener lugar un siglo antes.
A pesar de estar inspirados por la serie de novelitas juveniles de Ceciliy von Ziegesar, la verdadera madre de GG fue Edith Wharton. Originalmente se pretendía que el triángulo Olenka-Archer-Welland fuese recreado por Serena- Nate-Blair. A medida que los personajes se le escapaban a Joshua Safran de las manos, Blair pasaba a ser propiedad de Chuck Bass y Dan Humphrey adquiría poder, la serie tomaba otro rumbo.
Blair y Dan en una adaptación teatral de "The Age of Innocence"de Edith WhartonSerena dejó de ser la damisela inocente, pero calumniada de la Nueva York
de fin de siecle, para ser una jazz baby a lo Daisy Buchanan con
Dan convirtiéndose en la quintaesencia del Gran Gatsby. Eso hacía que GG se sintiese nostálgica de un
mundo que sus espectadores solo conocían de sus clases de literatura.
Tal como la telenovela alcanzó su cúspide promoviendo valores ya obsoletos
en el mundo real, GG nos hizo creer que aun en la Era de Internet existía una
clase social en el Upper East Side de Manhattan que vivía de acuerdo con
códigos antiguos. Otra gran influencia en la serie fue la “Metropolitan” de
Whit Stillmann, que, aunque tiene lugar en 1990, huele a baúl antiguo. Stillman
siempre ha dicho que el filme fue una búsqueda proustiana de su pasado de la Era
Kennedy cuando las fiestas de debutantes y el poder del “Old Money” todavía
pesaban.
Hoy, Old Money en Nueva York es la Tribu Trump, que en Gossip Girl estaba
representada por los buitres ambiciosos, los nuevos ricos Bass. En esta versión
del 2021 ya ni se puede hablar de esa clase ni de valores vetustos. Los nuevos
protagonistas son siete chicos muy privilegiados que aun siendo (tres de ellos)
de piel oscura reflejan la superioridad que da un poder comprador. Esto es evidente
cuando Obie (¿ben Kenobi?), el único del grupo dotado de conciencia social
parte a “hacer el bien” con su cómplice Zoya, la chica pobre pero ultra progre
que tiene el letrero de BLM como wallpaper de su celular.
Su obra de caridad es hacer abrir a medianoche una tienda de útiles de
oficina tipo Staples y comprar kilos de útiles escolares para donar a una
escuela pobre. Obvio que tal empresa sería imposible si Obie no poseyera una
tarjeta con crédito de múltiples ceros. Y ahí está la primera falla de la tan
pregonada wokeness. La caridad es fácil cuando se puede y no duele.
El Nuevo Brat Pack de Constance Billiard
Vamos a pasar revista a los nuevos integrantes del Brat Pack de Constance
Billiard que intentan apegarse a los modelos dejados por la anterior e
inimitable GG. Tenemos a la Abeja Reina, Julien Calloway; a su novio oficial el
Nate Archibald del futuro, el tal Obie; y a sus minions, Luna y Monet. Agreguémosle
a Max, el chico malo millonario que quiere ponerse los zapatos de Chuck Bass, y
una pareja que a ratos parecen Blair y Nate y otros Polo y la Marquesa Carla de
“Elite”.
¿Y dónde dejamos a Dan Humphrey? Bueno,
a veces el Obie cae en sermones Humphrey. Y Zoya es a ratos tan ingenua como Little
J, su hermanita modista y a otros nos recuerda a lo más cercano a una woke de
color de la GG original, Vanessa Abrams. Zoya aes la medio hermana de Julien. Como Dan,
se siente pez fuera del agua en medio de esta sofisticación ordinaria y adulta
a pesar de que el grupo oscila entre los 16 y 17 años. Zoya, como Jenny, solo tiene catorce. A pesar
de su corta edad es súper militante y dada a expresar sus ideas tal como lo hacía
Vanessa.
Sin embargo, el dúo Julien-Zoya se aleja de las series juveniles para caer
en el modelo de “The Parent Trap”. Julien es hija de padre rico blanco y madre
negra. Su madre los abandonó para irse con Nick un negro pobre (ok es un abogado
muy decente, pero no es millonario). Zoya y Julien han vivido marcadas por la
amargura paterna y la ausencia de una madre que murió prematuramente. Como sus
padres se odian, han crecido separadas, pero en su adolescencia y aprovechando
las redes sociales, llegan a comunicarse.
Julien tiene una idea para estar más unidas, traerse a la hermanita desde
Buffalo hasta Constance Biliard. Para eso la hace aplicar (todo a espalda de
los padres) para una beca que Zoya gana. Ya trasladada a Nueva York e ingresada
en la escuela, la pequeña descubre que fue su hermana mayor quien arregló todo
para que ella obtuviese la beca. Esto enfurece a Zoya que siente que le ha
quitado la beca a alguien que la merecer más que ella. A ver, Cielito, eres negra, de bajos recursos y muy
talentosa. Nadie merece esa beca más que tú.
La cosa se complica cuando Zoya descubre que entre los superficiales
compinches de la hermana hay un ‘Woke”. Esto la lleva a iniciar una relación
con Obie que rompe el corazón de Julien y afecta su imagen de influencer.
Julien es antes que todo la reina de Instagram (Twitter es para viejos y para
Lin-Manuel Miranda) donde ofrece tips para maquillarse, también es modelo y a
ratos va a la escuela. Como dice una maestra “¿Quién quiere ir a la universidad
si te pagan por maquillarte en línea?”. Eso aleja más a Julien de la imagen de
Blair Waldorf, quien vivía obsesionada con encontrar su lugar en el sol y cuya
vida estaba dividida entre su futuro escolástico, su futuro laboral y su futuro
matrimonial.
Julián ya tiene un presente exitoso que está a punto de desbaratarse por la
llegada de su propia hermana. Zoya es demasiado joven para entender la
repercusión de sus actos. Para entender que se ha convertido en una It Girl a
una edad en que debería todavía jugar a las muñecas. Se crea un triángulo sosísimo,
aunque casto.
Algo que no podemos decir del triángulo Audrey-Max y Aki que más que soso
es indigesto. Y si es el tipo de triángulo bisexual que hizo famosa a “Elite”,
pero son insoportables. Audrey es esnob, y habla como si le apretasen la nazi. Aki
quiere ser sensato, pero está— como Polo—confuso sobre su
identidad sexual. Y Max quiere comérselos a ambos, aunque también tiene una
obsesión con el maestro Rafa Caparro, que es parte de la moraleja Gossip Girl:
nunca seas maestro de nenes privilegiados.
Mas Diversa, Mas Actual, Mas Woke
Parte de la wokeness tan cacareada de este mediocre refrito es su
diversidad sexual y racial. Para comenzar es dirigida por una canadiense de 25 años
llamada Karena Evans y que es negra. De los ocho protagonistas, tres son de
origen africano (y Aki es de ascendencia asiática), una de las minions es latina
como lo es Rafa Caparro, el objeto de deseo de Max que es blanco, pero bisexual
tirando más hacia el lado gay. Aki también quiere explorar su lado homosexual y
Julien, la protagonista (interpretada por Jordan Parker, una actriz queer) luce
un corte de cabello no-binario, aunque está en una relación hetero y se pasa el
primer episodio usando faldas.
Para redondear el cuadro diverso, Rafa Caparro es un maestro gay, y una
empleada de administración que sale a menudo es lesbiana, como lo es la minion
Monet. Sin embargo, tanta variedad no contenta a muchos. Junto con el Forward nos preguntamos que ha hecho el productor Joshua Safran
con todos los judíos del Upper East Side. No aparece ninguno. ¿Y dónde están los asiáticos? Para colmo, en Refinery29 ha habido
un dramón porque ninguno de los actores negros es de piel oscura. Estas medidas
de pigmentación ya me recuerdan las paletas de los nazis para revisar cual era
el color azul propio de los ojos de un ario.
Mi mayor ira contra el show es su
ataque frontal contra los educadores. A pesar de que Zoya- la única vez que me
ha caído bien- intenta explicar a Julien y a su corte que nadie es más mal
pagado o ninguneado que un maestro de escuela privada (Lo sabré yo) el cuerpo
docente de la Constance Billard está lleno de indeseables. En tres palabras, ellos
son Gossip Girl ¡En serio!
Los Maestros Vengativos
En la GG original, con la excepción de Chuck, los alumnos le tenían terror
a la administración, a las malas notas, a los reportes negativos que les impidiera
ingresar a una Ivy League, de preferencia, a la que habían ido padres y
abuelos. Los únicos maestros vulnerables eran los muy jóvenes e inexpertos,
como Rachel que se atrevió a enfrentarse a Blair y termino acostándose con Dan.
¡Tremendas metidas de pata!
Eso no ocurre en esta versión woke. Ahora a nadie le interesa ir a la
universidad. No se sabe para qué están los maestros. En realidad, son los
bufones del alumnado que los mantienen a rayas amenazando con despedirlos. Los
padres parecen hacerles caso a sus hijos en eso de darle la bota a los profesores
y los despedidos no vuelven a encontrar empleo.
Hace treinta años yo también enseñé en una escuela privada donde la directora
cambiaba las notas que yo le asignaba a mis alumnas, y las nenas, cuando se ponían malcriadas, me amenazaban con
sus padres. Presenté mi renuncia, me
largué, una semana más tarde estaba trabajando en un plantel universitario. En
esta versión, los docentes no creen tener opciones. La más aterrorizada es Kate
Keller, una maestra de inglés, con
ínfulas de escritora, que llega el primer día de clases disfrazada de Serena el
día en que regresó a Nueva York. Mas allá de cualquier referencia al original, Kate
está faltando al código de vestuario y provoca la bura del estudiantado.
Harta de tanta burla y amenaza, Kate consigue que dos colegas (uno blanco y
una hindú) más una empleada de administración (lesbiana) la ayuden a resucitar
a Gossip Girl, el único hombre del saco al que los chicos de antaño temían. El problema es que por muy hartos que estén
del estudiantado, esto de acosar alumnos vía medios anónimos, es poco ético y
bastante infantil.
Sacarle fotografías, sin permiso, a una nena de catorce años en paños
menores es ilegal. Aparte de perder la licencia, pueden ir presos. Por último,
Kate se concentra en atacar a Julien y a Zoya que son las únicas alumnas que la
estiman. Como pedagogos, Kate y su corte son unas bestias.
Si nos creemos el cuento de que Dan Humphrey era Gossip Girl, hay cosas que
no cualquiera puede hacer para manipular desde las redes sociales. Dan estaba
motivado por una relación amor-odio por ese mundo al que sometía con sus blasts
y sus fotos indiscretas. Los maestros no saben realmente lo que quieren y acaban
creando un Monstruo de Frankenstein.
Dan, como adolescente que era, conocía a sus víctimas y su cultura. Era un
experto en tecnología, algo en lo que supera a los docentes. Por último, las
redes sociales han evolucionado mucho. Pronto Kate es bloqueada, tras ser acusada de postear mensajes
inapropiados. Y hasta es chantajeada por Julien. Agreguémosle que a Kate le
gusta Nick, el padre de Zoya, y ya presumimos el lio gordo en que se ha metido.
La Venganza de los Críticos
Es un triste consuelo que este refrito no haya gustado a nadie, ni a los
fans del show original ni a los críticos que están divididos entre los que notan
como palidece este refrito en comparación a su despampanante fuente de inspiración,
y los que simplemente lo consideran un cuento mediocre. Si la serie demuestra
que ha fracasado en su wokeness. ¿En qué descuella? Porque de los 219
comentarios de IMDB solo un cuarto son positivos. En popularidad tienen un 5.2.
compárenla con el 7.5 de “Elite”
En Rotten Tomatoes solo tiene un 36% de la crítica a su favor. Los
críticos de grandes publicaciones han mencionado lo aburrida que es o se han
burlado de su “wokeness” como en New York Magazine donde Katheryn van Arendok ha dicho “cree que tiene y que debe haber
una revolución, solo que no sabe lo que es una revolución ni contra quien’” Robert Lloyd de Los Ángeles Times ha sido más burlesco reconociendo que
cada vez que los personajes rugen en
contra del “patriarcado” es un reflejo de que los escritores saben que es una
palabra que les gusta usar a los adolescentes aunque no sepan lo que significa.
En Salón.com donde son agresivamente pro-diversidad, han notado que meter personajes de color no los hace interesantes, que Obie sufre de sentimientos de culpa propios de ricachones y que, en su afán de demostrar conciencia social, cae en el complejo de Salvador Blanco. Pero mi favorita es Sophie Gilbert en The Atlantic que ha comparado el show a un ‘rodeo de chivos” (glossy goat rodeo) y dice algo que suena a verdad “los verdaderos adolescentes no se reconocerán en estos personajes”.
El público es más duro con frases como “aburrida, no es ingeniosa” y “una
tortura ver los dos primeros capítulos”. Y algo que los críticos no han visto,
pero nosotros los espectadores sí, es que no es una imitación de “Reina Cotilla”
sino de “Elite”, y como dijo un comentarista “Básicamente es Elite con gente
fea”. Esa es la mayor de las quejas. No es que no sea GG, es que los actores
son feos, trabajan mal, se visten mal. La serie es oscura, mal dirigida, mal
editada y, lo peor para mí, los personajes no inspiran nada positivo.
Es triste cuando lo woke se reduce a profesores blancos traicionando a
alguien de color, una mocosa de catorce años quejándose de lo “blanco” que es Broadway,
y Julien diciéndole a su hermana “la gente como tú no se gana las cosas, las
roba”. Aunque era una alusión al padre de Zoya que le robó la esposa al padre
de Julien, sonó como el tipo de cosas que los privilegiados dicen de los negros
sin recursos.
Peor aún que de los personajes gay, el único que inspira simpatía y respeto
sea Rafa Caparro que tiene que aguantar el acoso sexual de un alumno, que el
susodicho lo meta en un buen lio cibernético, y más encima tiene que consolarlo
y prestarle su sofá como si Max no tuviera dinero para comprarse un hotel donde
pasar la noche. Ni saber, casi al final de la serie, que Rafa es un “groomer” ayuda
a reinterpretar estas imágenes y eso se debe a la torpeza del libreto.
Es el Tercer Episodio donde uno puede ver claramente las grietas de esta
historia. Los maestros son los villanos. En “Gossip Girl” y Elite” eran los
padres. ¿Cuándo habrá una serie juvenil donde sean los jóvenes que acepten
responsabilidad por sus actos? Eso si
quieren hacer cosas de adultos y ser tratados como tales.
Zoya, la Feminista
Zoya es una Greta de piel oscura, solo que su militancia abarca a Broadway
y su feminismo es mitutero. En el capítulo tres, la minion Luna, que es estilista,
decide darle un make over a Zoya. La chica la detiene, un make over es
antifeminismo. Luna le explica que lo es si el propósito es atraer a un hombre “çis”.
O sea si lo haces para sentirte bien tú, no hay problema. Yo también caí en ese
cuento una vez.
Zoya convertida en el último grito de la moda 2021 acompaña a Obie a una
obra de teatro indie (no voy a sentarme a discutir el motivo por el cual
no creo apropiado llevar una niñita a ver una pieza de Jeremy O. Harris que
incluye desnudos frontales masculinos). Zoya está tratando de seguir las reglas
de Luna, no hablar mucho, no comer nada (a mí también me enseñaron que no debía
comer delante de un hombre sino hasta estar casados), pero también está
incomoda porque Obie la ha admirado.
¿A cual de estas influencers prefieren?
De ahí viene una deducción jalada por los pelos de que la razón por la cual
Julien es una influencer es para estar a la altura de Obie, “El Príncipe
de Nueva York”. Como el actor que interpreta a dicho “príncipe’ parece tener
once años (aunque sus entradas en la frente pronostican pronta calvicie), una
se pregunta porque estas hermanas se lo pelean. ¿Por qué Julien ha sacrificado
vida e integridad par ser digna compañera de un individuo que tiene más de
perro faldero que playboy? Realmente
debieron poner un actor más llamativo.
Cuando pienso en todas las cosas
terribles que Blair hizo por Chuck, y para estar a la altura de Chuck, el
supuesto ‘Sacrificio” de Julien es grotesco. Al final, si Blair y Serena y querían
ser influencers era por ellas mismas, no por ningún hombre blanco, negro
o verde.
Sinceramente, el triángulo Julien-Obie-Zoya me tiene chata y me gustaría
hacerles unos pases mágicos para que desaparecieran. Es algo que comparto con
la teleaudiencia. Para bien o para mal, lo que da que hablar de esta serie es
todo lo que rodea al sleazeball, Max (intraducible pero el epíteto
perfecto. Gracias Decider por enchufárselo).
Max, el Favorito del Profesor
Dese el primer día sabemos que Max tiene solo un propósito, vivir su pansexualidad.
Eso se traduce en acosar sexualmente a lo que se le cruce por delante, sea su
amigo de la infancia Aki, la novia de este, o su maestro de Clásicos, Rafa Caparro.
Si se tratase de un acoso heterosexual, ya oiríamos el griterío de la galería
progre. Como no lo es, los críticos le echan la culpa a Caparro.
¿Eso fue lo que Audrey aprendió con Max? Disculpen si peco de anticuada, no soy quién
para meterme en donde otros eligen meter su hocico, ¿pero anilingulo como
solución a problemas de alcoba? ¡Guacala!
Ya llegamos a un límite innecesario y que sobrepasa al soft porn. O sea,
no he visto la última temporada de “Elite”, pero no recuerdo que hayan llegado
a ese nivel de sexo gráfico.
Hablando de “Elite” recordarán mi malestar cuando se implicó que todos los
problemas del pobre Polo eran producto de haber sido criado por una pareja de
lesbianas. Ahora descubrimos que Max es hijo de un matrimonio gay compuesto por
“Pops” Roy, que lleva su homosexualidad de manera discreta y “Dad” Gideon, un
empresario teatral cuyos looks (Inspirados en Jordan Roth) oscilan entre Liberace
y Walter Mercado. Aparentemente Gideon no era tan flaming cuando se casó
y Roy está un poco incomodo con la “evolución” de su consorte.
Max descubre que su padre anda navegando por sitios de citas gay. En vez de
preguntarle que pasa o alertar discretamente a Gideon, decide hacer una de sus
mugrosas trampas. Utilizando la foto de Rafa Caparro, Max contacta a su padre
quien parece interesado en el profesor. Esa noche, en la puesta en escena de “Aaron”
de Jeremy O. Harris, Max pone en marcha
un retorcido plan.
Hace que todos se sienten juntos. Gideon, reconoce a Rafa de las reuniones de
padres y apoderados. Roy también lo reconoce…El único que está en babia es el
pobre maestro. Y entonces Max suelta la bomba, sin importarle como humilla y
hace daño a su Dad Gideon o que Rafa pueda demandarlo por usurpación de
identidad.
Rafa y Gideon se van cada uno por su lado y Roy reprocha a su hijo lo que ha
hecho y ahí viene la guinda del pastel. Max cae en un estereotipo de (sorry,
pero es el apelativo que merece) de mariquita de comedia barata y añeja. se echa
a llorar, cubre a su padre de reproches” ¿Que nos has hecho?”. ¿Se imaginan a
Chuck haciendo eso?
No contento con la cagadita que se ha mandado, Max va a encontrarse con Aki
y Audrey y hace público sus escarceos
con ambos. Realmente no entendemos cómo puede Rafa Caparros, aguantarlo,
tenderle la mano, preocuparse por él, cuando el tipejo es una alimaña.
Mal Actuada, Poco Estética, Mal Narrada
Aparte de un argumento ilógico e irritante, en sus pobres intentos de
parecer moderno, el Reboot de Gossip Girl no ofrece méritos artísticos. Las
actuaciones son pobres. No sé quién es peor si Thomas Doherty (Max) que parece
siempre estar bailando dentro de una pecera o Emily Alyn Lind (Audrey), una marioneta
inexpresiva que solo mueve la boca.
El vestuario no ayuda. Ya sé que las
modas cambian. ¿Pero realmente los adolescentes andan con calcetines y
sandalias? Ayyy. Yo sé que los jóvenes a veces tienen desastres de guardarropa.
Recuerdo a Blair yendo a la escuela con hot pants y pantimedias color rojo
bombero, pero un error lo comete cualquiera. Aquí chicos y chicas parecen haber
encontrado prendas en un basurero y se las ponen una encima de la otra sin ton
ni son.
¿pero esto?
¿Sandalias con calcetines?
La serie es muy oscura. No solo en las filmaciones nocturnas. Aunque hemos visto,
mínimo, una fiesta por capitulo, no he sentido el deseo de entrar a esos
antros, soirees de recaudación de fondos y ciertamente ni loca iría a ver una
pieza de O. Harris. Es un mundo tan sin glamur, tan sin.. todo. Son minimalistas hasta para contar cuentos.
En seis capítulos hemos visto todo tipo de situaciones sexuales, tres
involucrando a Audrey y a Aki, en dos de ellas los hemos visto totalmente desnudos. Hemos visto varias escenas de Max acosando a
Rafa, en dos Rafa está desnudo, en una Max también lo está y hemos visto a Max
y Aki (ambos desnudos) besándose. Lo interesante es que cuando Max pasa la
noche con Audrey no se molestan en mostrárnoslo. Lo entiendo. La idea es que
Max— a pesar de su pansexualidad— va a ser un icono gay por lo que sus
aventuras en la heterosexualidad son nada más que incidentes marginales.
Sin embargo, hay otra escena importante que también ocultan. Cuando Max,
drogado y lloroso, se arrastra hasta la puerta de Rafa a contarle que su Pops
Roy lo rechazó, nos sentimos frustrados. ¿Una escena tan trascendente y no se
molestan en filmarla? Además, Rafa arregló un encuentro con ambos padres. ¿Qué
paso con Gideon? ¿También rechazó a su hijo biológico? Estoy casi por coincidir
con The AV Club, que todo es un despreciable truco de Max para provocar
la lástima y derribar los escrúpulos de su maestro, pero si no lo fuera
tendríamos un grave problema de exposición indeseada. Los personajes se
encargan de “contarnos’ sucesos que cambian la vida de estos.
Los Falsos Mensajes Woke
Como muchos, considere el capítulo 4 como la mejor entrega hasta la fecha.
Aunque lleno de controversia, fue la primera vez que vinos a los personajes preocuparse
por el bienestar de terceros y el mensaje final de Julien fue emotivo. Yo
siempre voy a apoyar a quien declare la guerra al bullying, una enfermedad que
se ha vuelto pandemia y que afecta a todos los géneros, edades y colores.
Pero precisamente porque las promesas de Julien son tan frágiles (tal como
‘No volveré a maquillarme”) y que esa fragilidad nace de la contradictoria y endeble
ideología que gobierna esta serie, que el mensaje no tiene valor. No se puede batallar contra el bullying si
todos los personajes de la serie lo son desde la esnob Audrey hasta Max, el
depredador sexual “depredado”.
Lo son Luna y Monet, lo son sus padres que acosan y aplastan a la
administración. Los maestros cansados del bullying de padres y alumnos se
convirtieron en una gran bully llamada Gossip Girl. Si Zoya se uniera a Milo
Sparks pueden poner una compañía de asesoría de bulíes. “Gossip Girl”, la única
e inimitable, fue fundada en el concepto más puro del bullying. Con ese mensaje
de Julien, Joshua Safran parece burlarse de nuestra credulidad, pero no es la
única vez que lo hace.
El cuarto capítulo es cuando se consuma la relación de Max y Rafa. El
público está dividido entre los que los shipean y los que acusan a Rafa de pedófilo.
No estoy en ninguno de esos extremos. Para mi esta relación es otro ejemplo de
lo peligroso que es ser maestro en estos tugurios que pasan por escuelas élite.
En el penúltimo capítulo Rafa es expuesto: ya antes ha tenido sexo con
otros estudiantes. Eso no quita que Max sea un Stalker que no deja al Profesor
Caparros ni ir tranquilo al sauna. lo persigue, lo manosea, le grita ‘fuck me”
de una manera que si fuera mujer me daría vergüenza ajena. En el último capítulo, Rafa comenta que Max es
su “fellow Conquistador”. En inglés eso no pasa de una comparación histórica.
En castellano (idioma de Rafa), adquiere otro significado. Max es una variación
moderna del mujeriego que acumula “conquistas”. Es, al final, un legado
patriarcal.
Si Rafa no hubiese sido un “Conquistador” qué pudo hacer para defenderse de
los intentos de Max de conquistarlo. ¿Golpearlo? Iría a la cárcel. ¿Acusarlo con sus papás? Ya
vimos que Roy se ha desentendido de su hijo y Gideon está encantado con el monstruito
que ha creado. ¿Quejarse con las autoridades del colegio? No me hagan reír. Su
única salida, y ya la perdió fue haberlo denunciado por haber usurpado su identidad
para crear un perfil en un sitio de citas gay.
Sin embargo, Joshua Safran hace leña con su profe caído defendiéndose de
cualquier acusación de que glorifica este tipo de relación. “No debemos
sentirnos mal por Rafa” dice agregando que lo ocurrido, desde el punto de vista
del profesor fue “morally wrong”. ¿Desde cuándo los titiriteros van
adjudicándoles culpas a sus marionetas? ¿Quien
es él para hablar de moralidad si ha creado un retablo de personajes amorales,
de la edad, color y orientación que sean. donde los únicos que merecen el calificativo
de seres humanos , y un mínimo de respeto, son los pobres padres de Julien y Zoya?
Inclusive, aunque me encantó ver cuánto ha crecido el bebé Milo (el hijo de
Georgina Sparks), su aparición, que en
una comedia negra como lo fue la” Gossip Girl” original seria jocosa, en una
serie que se precia de su ‘conciencia social” equivale a abuso infantil. Realmente
siento lastima por los promotores de la “wokeness” si sus embajadores son Joshua
Safran y la HBO. (Abajo, videos que muestran como ha crecido Milo en 10 años)
En el quinto y muy estrambótico capitulo, dos chicas ganan un concurso de
Halloween disfrazadas de Blair y Serena. No solo no se parecen físicamente,
sino que el look es totalmente diferente a comoe Blair y Serena lucirían. Esa en
capsula es la verdad sobre este desafortunado Reboot. De “Gossip Girl” solo
tiene el nombre y milieu, y su interpretación de la esencia de la original,
woke o no, es totalmente errada.
No, no se parecen
El capítulo final es tan insufrible como el resto de la historia. Descubrimos
que Max sabe cocinar, que la mamá de Aki es de origen asiático, que Luna es la
única de ese grupo que merece un empleo (hagan un spinoff de sus aventuras como
asesora de influencers) y que tanto Gossip Girl como sus víctimas son
iguales de inútiles, pesados y poco interesantes. Admiro a quien quiera ver la
segunda parte y espero que no haya segunda temporada.
Desde FB de Rafael Ochoteco
ResponderEliminarDe todo lo que he leíido y me has comentado sobre esta serie, lo más peligroso que veo, como maestro, es que se nos ponga como los villanos. Quien se dedica a la educación sabe que hay muchos estudios y licencias, que lograr para pararte frente a un grupo, y que a principios de la pandemia fuimos héroes pero en el otoño pasado ya éramos "los malos" y "los vagos" del cuento... Esta serie NO le hace ningún favor al profesorado. Yo trabajé en una escuela élite en México, y nada que ver con lo que explicas aquí. A veces algunos estudiantes eran pesados y en especial los padres, pero la administración nunca llegaba a cambiar notas (al menos). De verdad NO me llama la atención, ni siquiera por el morbo que pudiera causar. Ni eso. Simplemente me parece un invento ridículo, y sobre todo, peligroso, poner a los maestros/as como los villanos, poner a los padres como blandengues y estúpidos, y poner a la muchachería privilegiada como las vícticas de la sociedad y "el patriarcado". Palabra muy dominguera en la boca de la juventud hoy día. Buen artículo. ¡BESOTES!
Para Rafael Ochoteco Hola, gracias por responder. ¿Te fijaste que no puse ninguno de los videos cochinones? Me contaron que en Europa te cierran el blog si pones cosas atrevidas”.
ResponderEliminarAchh, que puedo decir. El insulto al profesorado es anormal, pero que hay escuelas donde mandan los padres y que hay alumnos que consiguen que expulsen a maestros con calumnias, eso es de ayer y hoy. Lo he visto aquí y en Chile, en escuelas privadas, elite o no. Y ya vimos como Danna Paola chantajeo hasta que expulsaron al (único) maestro en la primera temporada de Elite.
Lo que no entiendo es porque los maestros no se van, no me creo el “nadie nos va a dar empleo”, por eso esa excusa para armar ese tremendo lio que en la vida real les costaría cárcel y licencia es inexplicable.
Yo los he visto a ustedes trabajar como burros en pandemia y que una serie (que por suerte no ven los chicos) ls de una mala imagen no hace ese empleo mas fácil. Y al final son los maestros los que les quitan de las manos a los padres a los molestos hijos.
No sé por que SAfran y su equipo le tienen tanto odio a los docentes. Al menos, lo de Rafa y Max, Safran dijo que era el “único tabú” que no se hubiese incluido en la anterior. Olvidadizo. Además de la relación Rachel-Dan, Serena tuvo amores con dos maestros, uno fue a la cárcel, el otro tuvo que renunciar a su puesto en Columbia. Pero convertir a maestros enojados en stalkers, bullies anónimos, y gente solapada. Solo porque son blancos. A lo mejor Safran se refería a una relación homosexual entre alumno y profe, pero le quedó peor. El villano es latino y ponen mal a los gays.
·
Dsde FB de Alfonso Velasco Sendra
ResponderEliminarMaría Elena Venant Es que mi padre ya me previene contra los profesores que se acuestan con sus alumnos lo digo por una de las subtramas de la serie. En cuanto el Safray ese hablando de moralidad es como el zorro poniéndose a vigilar a las gallinas.
ParaAlfonso Velasco Sendra Tu papá tiene razón. En estos tiempos ese tipo de relación es muy peligrosa y desubicada. Pero si uno mira el siglo XIX, en areas rurales, el maestro de escuela siempre acababa (hablo de la Frontera de USA) casado con una ex alumna. Y no muy antaño, en un programa de posgrado, de siete catedraticos varones que teniamos, cuatro estaban casados con ex alumnas. Como se explica ese tipo de relacion?
EliminarDesde FB de Alfonso Velasco Sendra
EliminarMaría Elena Venant Bueno mi padre se casó con mi madre que era secretaria del negociado
Para Alfonso Velasco Sendra Y el presidente de Francia está casado con su maestra de secundaria. Pero mas en serio, si la escuela , y mas la universidad, es un espacio cerrado donde se pasa casi todo el tiempo es normal encontrar pareja alli, los maestros se cssan con colegas o con gente que trabaja en la escuela, hasta con las madres de alumnos. Y hay casos de matrimonios con ex alumnas. El enfasis deberia er en "ex"pero hasta eso se ve mal aqui ahora.
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