jueves, 28 de marzo de 2024

Schadenfreude y el deber del escritor: Capote vs The Swans

 


 Truman Capote fue un gran narrador de cuentos , pero cometió un error: pobló sus relatos con personas cercanas y al hacerlo reveló sus confidencias. ¿Hasta dónde puede llegar un escritor para plasmar en su obra las vivencias y secretos de otros? ¿Cuánto pueden los amigos de un escritor esperar de su discreción? ¿Por qué los amigos del chisme nos sentimos inmunes a caer en la trampa del chismoso? Todos estos temas son genialmente explorados por Ryan Murphy en la segunda entrega de su celebre antología Feud.

El Wunderkind se convierte en Gran Bufón

A pesar de lo que diga el personaje de Tom Hollander en la serie, Truman Capote no era un genio literario. Era un buen cuentista , no al nivel de un Chejov o de un Borges, pero si el segundo mejor cuentista de los Estados Unidos, solo por debajo del gran O’Henry. Debido a una infancia disfuncional (su apellido García Capote era el de su padrastro,  un coronel español)  y su homosexualidad,  siempre se consideró un paria. Eso lo convirtió en un neurótico tóxico y alimentó un rencor social que se manifiesta en su celebre duelo con “The Swans”.

                 Capote en la época en que se convirtió en bufón del Jet set

Antes de los 40 años, Capote ya era un literato reconocido, había publicado colecciones de cuentos y una novela, ganado algunos premios importantes,  y hasta puesto una obra en Broadway. Haber escrito un par de libretos de cine lo hizo codearse con personalidades de Hollywood que lo llevaron al círculo del magnate mediático Bill Paley (el Rupert Murdoch de su tiempo) y de ahí a la alta sociedad neoyorquina. Esta recibió encantada a este “niño maravilla” que amenizaba sus reuniones con comidillas muy bien cocinadas.

A pesar del rencor social que anidaba en su subconsciente, Truman era un tremendo esnob que se visualizaba como un mimado de una elite,  como ocurría con homosexuales ingleses tales como Sir Cecil Beaton y Sir Noel Coward. Eso lo empujó a cultivar amistades de la “realeza” estadounidense como Gloria Vanderbilt y Las Hermanas Bouvier (Jackie Kennedy Onassis y la Princesa Lee Radziwill) aunque su favorita era Barbara “Babe” Cushing, la segunda esposa de Bill Paley.

                                       Capote y Babe Paley

Alrededor de Truman Capote se congregó una coterie de mujeres. Todas ricas, famosas y ansiosas de contar con la amistad de un individuo tan entretenido. El las llamó The Swans (los cisnes) . El error de Las Cisnes fue no notar que si Truman Capote era el alma de las fiestas de Long Island y Palm Beach era por describir intrigas y secretos de otras personas de su mismo círculo. En algunos casos los rumores se tornaban peligrosos como lo fue crearle un aura de autoviuda a Ann Woodward.

Capote era muy mentiroso. Entre sus grandes mentiras estaba el conocer a Greta Garbo y haber tenido amores con Errol Flynn. En otras ocasiones embellecía con detalles hablillas que habría escuchado en alguna parte o magnificaba murmuraciones. Nunca sabremos si Ann Woodward le contó que había matado a su marido o fue que en  “La Alta” de Long Island se susurraba que la muerte accidental había sido un crimen pasional que la suegra tapó con sus millones.

 Los Woodward en tiempos felices y Capote, su verdugo

De todos modos, Las Swans podían burlarse de la tragedia de Ann en un alarde de schadefreunde ya que era una plebeya forastera. Pero nunca debieron considerarse inmunes al humor vitriólico del Gran Bufón. Quizás pecaron de arrogantes o quizá realmente creyeron en la leal amistad de quien era su protegido, paño de lágrimas y hasta fixer.



Los Peligros de Ser Escritor-Testigo

Desde Los 60, que Capote había dado pistas de una novela en la que trabajaba que sería su opus magna , que seguiría los pasos de Proust al retratar a esta alta sociedad que le había dado cobijo. Nadie le prestó atención hasta que un capítulo llegó al Esquire en 1975. Ahí la sociedad neoyorquina lanzó un coro de alaridos, porque el Jet Set podría ahora incluir californianas como Lady Keith y judíos como Bill Paley, pero sus reglas de discreción y lealtad eran tan cerradas como en The Gilded Age, la real y la de Julián Fellowes.

¿Se acuerdan de cuando Armstrong, doncella de Agnes van Rhijn, advierte a su ama del peligro de meter en casa a una escritora/periodista como Peggy Scott? Es que Peggy va a ser testigo de secretos familiares que luego puede ventilar como lo hizo Truman Capote.

                  Agnes contrata como secretaria a una periodista
      Armstrong advierte el peligro de tener a una periodista metida en casa

El cuento del Esquire titulado “La Cote Basque 1965” narra una cita entre Jonesy (el alter-ego de Capote) y Lady Ina, en la que todos reconocieron a Slim Keith ,entonces  casada con un noble inglés, para cenar en el famoso restaurante. Ahí se reúnen con Gloria Vanderbilt y Carole Mathau, la actriz, esposa de Walter Mathau, y que se cree fue una inspiración para Holly Golighty. Ambas están chismeando sobre la Princesa Margarita. Cercanas a las mesas están sentadas Las Hermanas Bouvier.

Para animar el almuerzo, Lady Ina cuenta un mega chisme sobre Sídney Dillon, el magnate de farmacéuticos casado con Cleo, “la esposa perfecta”. Aparentemente el hombre tuvo un affaire con la esposa del gobernador de Nueva York en la cama del Matrimonio Dillon. La amante dejó una mancha de sangre menstrual (del “tamaño de Brasil”) en las sábanas para avergonzar a Cleo. Pero el momento culminante de la comida es la presencia de Anne Harding, de quien se dice asesinó a su esposo para luego fingir que lo había confundido con un ladrón. Fue fácil para los Paley reconocerse en Los Dillon y todos supieron que Anne Harding era la infamosa Ann Woodward.



Marella Agnelli, la swan italiana, se había alejado de Capote hacia un tiempo precisamente porque había leído el cuento antes de su publicación. En esa ocasión le había preguntado al cuentista si no le temía a la reacción de sus amigos cuando leyesen el libroque Capote ya había vendido a Random-House y se reconociesen en esos personajes tan viles. En típico humor displicente, Capote había dicho algo como que sus Cisnes eran demasiado tontas para darse cuenta.



                    Marella y su esposo Gianni Agnelli llegan al Black and White Ball

No eran tontas, se reconocieron y su reacción fue horrible. No es que se haya cancelado al autor como se haría hoy. Nadie hizo como Ronan Farrow con su padrastro, chantajear a las editoriales para que no lo publicaran. Nadie demandó a Capote por difamación. Las Cisnes se limitaron a cerrar filas, no le volvieron a dirigir la palabra al escritor y, lo que más le dolió a Capote, no lo volvieron a invitar a sus antros de ricos y famosos.

La Gran Traición

Capote era incapaz de pedir disculpas. Primero lo tomó a broma. Le envió una tarjeta a Slim con este mensaje “Big Mama (su apodo para Lady Keith), ya te perdoné”. Como no obtuvo respuesta, llamó a Bill Paley, este le respondió de manera distante, le dijo que no había querido leer el cuento y le reveló que Babe estaba muriendo de cáncer. La serie miente al decir que Slim iba a demandar a Capote o que Bill lo insultó por teléfono.

Este fue un duro golpe para Truman porque Babe había sido su mecenas, protectora,  amiga del alma. Sin embargo, él nunca entendió la humillación que la hizo pasar justo cuando la vida de su Cisne se apagaba. (La reconciliación enfrente de Sack’s que muestra la serie también es falsa, pero qué bonita les quedó).



Para colmo, Anne Woodward se suicidó tras leer el cuento (sus hijos también se quitarían la vida). Como dijo su suegra “ella mató a mi hijo, pero Capote la asesinó”. Truman Capote fue incapaz de asumir su responsabilidad. Tal como en la serie,  se amparó en la excusa de “es solo ficción”. Imposible puesto que hasta conservó los nombres de sus Cisnes como fue el caso de Gloria Vanderbilt a la que dejó como tarada (no reconoce a su ex marido que está en el mismo restaurante). “La próxima vez que lo vea (a Capote), dijo la diseñadora  “lo escupiré en la cara”. Años más tarde,  Anderson Cooper diría “Capote le hizo mucho daño a mi madre”.

Hora es de pasar a la serie en sí. Se han escrito muchas biografías y hecho muchos filmes sobre Truman Capote, no todos cubren estos veinte últimos años, los peores en términos de salud y laborales del escritor . La serie da crédito al libro de Lawrence Leamer,  Capote’s Women, pero se trata de un texto de historia que cubre las vidas de los involucrados sin diálogos ni escenas puntuales que puedan llevarse a la pantalla.

Le quedó a Ryan Murphy y al ganador del Pulitzer Jon Robin Baitz, convertir esos datos históricos en un libreto. El primer episodio mantiene un juego cronológico que no corresponde a la realidad indicándonos que nos hallamos ante una interpretación que,  tal como el protagonista,  puede tomarse licencias y meter fantasía propia. Comenzamos en 1984, un poco antes de la muerte de Truman Capote (Tom Hollander). Lo vemos observando cisnes en una laguna.



Retrocedamos en el tiempo a 1965.  Truman ha sido convocado urgente al pent-house de Los Paley en el St. Regis . Ha surgido una crisis. Lo vemos en sus funciones de fixer dando órdenes a criados a los que llama por su nombre. Lo vemos darle dinero a la cocinera para que se lleve a los pequeños Paley al cine y a tomar helados en Serendipity.

El escritor encuentra a la Señora Paley (Naomi Watts)hecha un mar de lágrimas. Su marido (Treat Williams) ha reanudado su relación adúltera con Mary “Happy” Rockefeller, esposa del Gobernador de Nueva York. La humillación es que la ha traído a su casa familiar y han tenido sexo en la cama matrimonial donde Happy se ha vengado manchando sabanas y suelo con sangre menstrual. “Y ella sabe que tu entraste en la menopausia” le dice Capote con voz consternada. Ahí nos damos cuenta de lo toxico que puede ser, revolviendo el cuchillo en la herida.



Aun así, su consejo es pragmático. Babe Paley tiene derecho a patalear, pero no a divorciarse. Como pago de esa humillación debe exigir un van Gogh al que le ha echado el ojo. Le recuerda que no ama a Bill, es su orgullo herido el que la hace llorar. Medio dormida por el Valium, Babe admite que la peor traición seria la recibida por alguien que quiere como Truman.



De Jamaica a La Cote Basque

Otro retroceso a 1955. Tras escribir dos guiones (Beat the Devil e Indiscreción de una Esposa Americana), Capote entró en la órbita de Hollywood siendo amigo de la protagonista de ambos filmes, Jennifer Jones,  y de su esposo, el poderoso David O. Selznick. Es David quien convence a Bill de llevar a “Truman “ a su mansión en Jamaica. El pobre Paley cree que se trata del “Presidente Truman”. Es un alivio saber que es un escritor.

Capote deleita a Los Paley y a sus invitados contándoles el chisme de la auto viuda Ann Woodward. Mas tarde tiene un encuentro a solas con su anfitriona y le confirma que vio a su marido con otra mujer. “Soy un poco brujo” dice Truman, pero añade que Babe “es un hada” que hasta su manera de caminar es musical. En este trocito que editaron de la versión de FX (la encontré en el “Director’s Cut”), Babe le revela su primer secreto. Hace coser campanitas al borde de sus vestidos de noche, para que hasta su andar tenga un sonido cristalino.



De 1955 avanzamos veinte años. En 1975,  Truman Capote está pasando una mala racha. Hace casi un década que no publica nada importante. Las drogas y el alcohol están bloqueado su imaginación. Random House quiere demandarlo por incumplimiento de contrato,  y Jack Dunphy (Joe Mantello), que ha sido el compañero de su vida adulta,  está harto de verlo autodestruirse.

Capote va a un sauna donde tiene sexo con un individuo muy peculiar. John O’ Shea (Russell Tovey) lleva una doble vida. Es un alto ejecutivo de un banco de Long Island, casado y con hijos, pero gusta buscar aventurillas en los baños trucos. No se define ni como homosexual ni como bisexual. Según su psiquiatra es un psicópata sexual.

                            El verdadero John O'Shea y su interpréte

Fascinado, Truman hará a O’ Shea parte de su vida le encargará su finanzas y hasta lo presenta con sus Cisnes. Durante un almuerzo en La Cote Basque, O ’Shea se revela como un alcohólico, pedante y aburrido, lo que es un crimen para la alta sociedad. Aprovechando que ha ido al baño, Las Cisnes (Babe, Slim y C.Z. Guest) le dicen a su protegido que se acueste con quien quiera, pero que no le de poder sobre su dinero. Petulante, el escritor, les recuerda la infidelidades de sus maridos.

En eso, nota que Anne Woodward está en una mesa cercana. Ann se acerca y lo acusa de calumniarla públicamente. Truman la acusa de haberlo llamado “fag”(marica). La mujer lo corrige, “te llamé un  mariconcito venenoso” y le avienta una copa de vino a la cara. Las Cisnes los separan, Capote se ríe. El y John se marchan totalmente borrachos. En el metro, O’ Shea le aconseja escribir sobre estas mujeres.



Una mañana, las horrorizadas Cisnes ven sus secretos plasmados en las páginas del Esquire. Bill intenta convencer a su esposa que ningún lector los va a reconocer. La débil excusa provoca un aluvión de reproches por parte de Babe que revela (esto solo aparece en el Director’s Cut) que sufre de cáncer terminal.

El Castigo de Las Swans

Sinceramente, sería una ofensa a nuestra inteligencia creer que Las Cisnes no iban a actuar como cualquier plebeya con un mal amigo, que no iban a dejar de verlo y de invitarlo a sus fiestas. Aun así, la serie nos hace sentir que Slim es cruel y vengativa,  que domina a Babe quien quiere reconciliarse con el autor y que al final lo hace en un encuentro imposible en la Quinta Avenida.



Algunas Cisnes lo siguen apoyando como C.Z. Guest (porque no aparece en el cuento) y La Princesa Radziwill porque Capote habla bien de ella en “La Cote Basque”. Aunque el autor se burló de Joanne Carson en ese capítulo, ella era un alma de D-s, y su cariño por Truman superó sus pullas por la cornamenta que Johnny Carson le ponía.

Sin embargo, llegado el Dia de Acción de Gracias, C.Z. desinvita a Truman Capote . Se siente que ha sido presión de Slim, pero el sentido común dicta que si quiero pasar un día especial con una amiga moribunda no le voy a traer gente que le haya hecho daño. Indignado y desolado, Truman parte, cargando con John O ‘Shea, a la casa de Joanne en Los Angeles.

             El Thanksgiving distinguido al que Truman no fue y...

  donde acabó. Phyllis Diller en la mesa ya quita toda aura de refinamiento

Se trata de una fiesta con motivos mexicanos y New Age. Acostumbrado a espacios más refinados, Truman bebe y comienza a decir pesadeces. John , que quería pasar la fiesta con su familia, bebe de más y ataca el pavo. Cuando Truman comienza a burlarse de la familia de su amante, este le da una paliza delante de los invitados.

                          Truman desafía a  O'Shea hasta que este lo golpea

Esa en suma será la vida de Truman Capote desde entonces. Hay cosas que la serie captura magistralmente. La relación masoquista con John O ’Shea. La lealtad de Jack Dunphy y Joanne Carson. Efectivamente, Truman Capote intentó rehabilitarse sin éxito. Las drogas le comieron las neuronas y el alcohol el hígado. Se pasó los últimos años dando entrevistas y hablando de un libro que nunca llegó a materializarse.

Otras cosas son falsas. Slim no fue amante de Bill Paley; Babe y Truman no se dieron el beso de la paz en la calle; Anne Woodward nunca fue una Cisne y la traición de Truman Capote no se debió a un deseo de vengar a su madre, pero de eso hablaré en otra entrega. Ahora quiero hablar de los logros técnicos de la serie.

Lo Bueno y Lo Bello de Capote vs The Swans

Este ha sido el más bellodesde un punto de vista estético trabajo de Ryan Murphy. Los interiores, la recreación de la Manhattan de Los 70, la iluminación, el vestuario, etc. Todo es exquisito, como lo es el tercer capítulo dedicado al “Black and White Ball”,  famoso baile de máscaras que fue el pináculo de la carrera de Truman Capote en la alta sociedad neoyorquina.



Hasta la música les ha quedado de premio. El uso en la banda sonora de temas de moda que se vuelven conmovedores como el “It’s Imposible” de Perry Como (gracias, Gato Rafa,  por recordarnos que es la versión en inglés del “Somos Novios” de Manzanero) que es el último baile que comparten Los Paley hasta las versiones Big Band que toca la orquesta en el Black and White Ball.  Mención especial a la maravillosa música incidental de Julia Newman con sus venias al impresionismo francés de Debussy y Ravel con el toque reaccionario de Saint-Saens, lo que ya le da un aire proustiano al relato.



Hemos visto tantos Capotes en los últimos veinte años, pero Tom Hollander le ha dado una dimensión que supera la parodia. Siempre he sentido debilidad por Hollander, un actor que se ha encasillado en roles de homosexual pero que transmite una calidez que atrapa aun en sus pocos roles de hetero como en Gosford Park, Taboo y en su protagonismo del Dr. Thorne. Aquí hay dejos de ternura aun en las inflexiones que agrega a la famosa voz chillona de su personaje.



Me ha sorprendido Diane Lane tan alejada de sus días del Brat Pack de la mano de Coppola. Tan alejada de la etapa Streets of Fire o Under the Sun of Tuscany. Aquí se ve implacable,  fiera, de facciones leoninas que recuerdan a Lauren Bacall que inició una carrera interpretando precisamente a Slim (más de eso cuando hable de las verdaderas Cisnes). Una delicia ver a la reina del Brat Pack ochentero, Molly Ringwald como la amiga fiel,  Joanne Carson.


                               Joanne Carson y Molly Ringwald

Aunque Demi Moore no se parece a Ann Woodwardni se parece a Demi en esta actuaciónlogra un retrato conmovedor de una mujer que,  a lo mejor,  fue víctima de rumores, y calumnias nacidas del Schadenfreude de los ricos y envidiosos. Sin embargo, no me ha gustado Callista Flockhard, no ha sabido capturar la esencia de Lee Radziwill. La “no-Jackie” era una presencia semanal en mi casa en 1975. Me asaltaba desde las páginas de Vanidades, Cosmopolitan y Buenhogar. No se parecía en nada a esta maqueta que ha construido Mrs. Harrison Ford.


                             Callista no se parece a La Princesa Radziwill

He dejado para el final a los mejores actores. Esa escena del tercer episodio con Los Paley bailando será más falsa que la BBC, pero me conmovió hasta las lágrimas porque Treat Williams falleció en un trágico accidente de motocicleta, un poco después de acabada la filmación. No lo había visto hacia años. Se veía tan viejito aquí. No que yo lo quisiese eternamente joven y sexy como cuando nos deslumbrara en Prince of the City o en el noir Smooth Talk donde se veía tan exquisito que me costó aceptar que era el villano.



Creo que Gato Rafael ha visto esta serie de FX porque admira/adora a Naomi Watts y quedó un poco en shock al ver su transformación física. En vano yo trataba de explicarle que Babe Paley fue considerada la mujer más bella de su generación y que a pesar del cambio de look , Naomi (bellísima también) no se le parece. Lo que la australiana ha logrado es capturar la elegancia, la armonía, la perfección física de Mrs. Paley, lo que Capote llamaría “su único defecto”. Incluso Naomi logra domina el modo refinado de hablar de la clase alta que no consiguió Natalie Portman en Jackie.

             El baile que nunca existió

Prefiero dejar para otra nota la verdadera historia de Babe y su círculo. Entretanto, espero haberles abierto el apetito para ver esta excepcional serie que supera incluso a la primera temporada de Feud. Para los habitantes de la Unión Americana Capote vs The Swans está disponible en Hulu y en FX on Demand. Los españoles pueden verla por HBO/Max y a América Latina se la tiene prometida Star+, pero no sé para cuándo.

Contenido Violento o Gory: Las palizas de Thanksgiving que John le atiza a Capote. Lo más Gory es la exagerada hemorragia de Happy Rockefeller. Oh, y el pobre cisne sacrificado.


                                         Cuando Thanksgiving se tornó violento

Contenido Sexual y Desnudos: Increíble como Ryan Murphy puede cambiar de la obscena sordidez de su trabajo de Netflix y hacer una obra tan sobria donde se habla de sexo, pero no se ve. Lo más fuerte es el primer encuentro de Capote y John en un baño turco.

Factor Feminista: Interesante como Jon y Ryan han convertido lo que debió ser un cuento de hadas en fábula feminista con moralejas que advierte lo que no debe hacer una mujer que busca ser empoderada,  desde casarse con un millonario hasta confiar en un volátil BGF. De paso habla de los peligros y la soledad de ser esposas trofeos.



Factor Diversidad: Es cierto que el mundo de Las Swans era blanco, privilegiado, clasista y un cachito homófobo (para nuestros estándares contemporáneos). Aparte del mundo bohemio, toda la sociedad estadounidense era homófoba y racista (aun en reversa). Entonces es como redundante que el capítulo 5el más discordante de la serie saque a relucir estas ‘”verdades”. Que sea James Baldwin  (Chris Chalk de Perry Mason) quien enfrente a Truman con esa realidad es un poco absurdo. No eran amigos, de hecho, Capote lo consideraba aburrido. Algo que debemos decir es que Truman Capote nunca militó en ninguna de las causas de su tiempo: ni los derechos gay, ni el feminismo, ni los derechos civiles ni fue radical chic.





Mas absurdo es tener al gran Baldwin como un Magic Negro diciéndole a Trumancito que viene a consolarlo porque es hora de que los gays creen sus propios grupos de apoyo. Recordemos que Capote no tenía amigos negros, ni gays tampoco. Detestaba a Gore Vidal; a Tennessee Williams lo despedaza en un capítulo de Plegarias atendidas, y apenas toleraba a Andy Warhol. Para los que vieron Capote recordaran como el difunto Philip Seymour Hoffman se burla de la novela de Baldwin:



De pronto nos damos cuenta de que hay un propósito más oscuro para que Baldwin se vuelva babysitter del alcohólico toxico. En la mesa de La Cote Basque, en MOMA, y en el piso de Capoteentre beso y beso le da una lección sobre la fragilidad blanca, sobre como todos los blancos son racistas y como Capote es también cómplice de este racismo/clasismo. Su única solución es hacer como Montalvo, matar a esta casta privilegiada con su pluma. Capote debe ser el pelotón de fusilamiento que acabó con los Romanov; la guillotina que decapitó a María Antonieta, la bomba de Oppenheimer (que esa bomba no haya matado blancos sino japoneses parece que no importa)

Aunque este preámbulo haya ido un sueño, Capote se levanta dispuesto a destruir a sus viejas amigas y por empezar se devora un pobre cine. Es todo tan ridículo, tan forzado. Casi tanto como oír a Slim decir que no quiere invitar a Bianca Jagger a sus fiestas porque es de piel oscura. ¿En serio? ¿No les gustaban los latinos?  ¿Y Porfirio Rubirosa? ¿Y cómo la Swan más querida por Capote, después de Babe, era la celebradísima tapatía Gloria Guinness?



Me resulta muy desagradable esta exposición del racismo de las Swans cuando no se ha mencionado en la serie un factor importantísimo en la historia de Los Paley, y una de las razones para Bill casarse con la WASP Barbara Cushing. No se ha hablado de como las puertas se le cerraron a Babe cuando se casó con un judío y como eso llevó a Los Paley a crear una micro sociedad menos inclusiva que la que los repudiaba.

En la próxima entrada intentaré contar la verdadera historia de Truman Capote y sus Cisnes.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

Graham, Sheila, How to Marry a Millionaire

Keith, Slim: Slim: Memoirs of a Rich and Imperfect Life

Leamer, Laurence: Capote’s Women

Montillo, Roseanne. Deliberate Cruelty

 

2 comentarios:

  1. Desde FB de Rafael Ochoteco
    ¡Excelente!!! Yo solo he sabido de Capote por el film "Capote" (2005) del maravilloso y fallecido gran actor Philip Seymour Hoffman (QEPD), y luego vi "Infamous" (2006) con Toby Jones, ambas muy buenas. El ver un nuevo Capote, no un escritor famoso que "resuelve" casos crimimales, en esta serie lo vemos como un bochinchero tercermundista, un ser abominable, desleal y sumamente arrogante y odidoso. Obviamente, el trabajo de Hollander es excelente: un Capote que es insoportable. ÉL no interpreta a Capote. Él es Capote. Naommi Watts me encanta desde que la vi en "The Ring" (2002), "21 Grams" (2003) y luego en "The Impossible" (2012), preciosa y talentosa como siempre, hace poco la vi en "The Watcher" (serie de Netflix). En "Feud" se lució muchísimo, muchas veces me costaba creer que fuera ella. Hermosamente elegante, pausada, con un excelente libreto (diálogos) que la elevan muy alto. Ella fungió como productora ejectiva de esta serie también. Todo estuvo excelente. Lo único que se te olvidó mencionar fue la entrada. Muy pocas veces veo las entradas una vez que las he visto, con esta serie no se puede. La entrada es excelente, bien lograda, es como un pequeño resumen de toda la serie. Se me hizo muy bien lograda. Aunque no me la esperaba así, me gustó mucho. Supe de la primera temporada de esta serie, pero NO me llamó la atención. ¡Besos y abrazos!!!

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    1. Para Rafael Ochoteco Gracias por comentar y verla conmigo. Quise dejarte lo de la entrada. Es que me han salido tres notas, mas una sobre Gloria Guinness. El tema da para mucho. Ayer viéndola de nuevo me fije que la entrada tiene esa música de Noir, medio de suspenso, con caricatura de Capote dándole miguitas a los cisnes, pero al final Julia Newman cae en su estilo elegiaco y ahí te das cuenta de que no es una crónica de chismes, sino de una tragedia para todos los involucrados.
      Jeje, Ryan Murphy no te convenció de tenerle lástima a Capote, es que es un individuo tan errático (como lo son los adictos) hace algo bueno y lo sigue con dos cosas malas. Maravilloso actor, pero de Naomi, yo diría que es el mejor papel que ha hecho. Babe Paley (eso para el lunes, D-s mediante) no fue perita en dulce, pro Naomi nos la hace tan conmovedora.
      Capote e Infamous cubren otros aspectos de la vida de Capote. En cambio, esta etapa tan importante de su vida nadie la había explorado. Aunque te sigo recomendando ver el documental “The Capote Tapes” está en Hulu, para cuando te subscribas. Ahí si te cuentan cómo fueron las cosas en los últimos 30 años de la vida de Truman.
      Entre nos, esta temporada supera la anterior. Aunque bien hecha y bien actuada, el primer Feud tuvo un error, se fueron a favor de Joan Crawford, que si fue mala madre y mala persona.
      Qué pena que Disney esté tan remolón y no la de todavía en América Latina. Besotes

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