Cuando el period
piece va decayendo en Europa y el mundo angloparlante, el streaming ha vuelto
los ojos a Hispanoamérica. Este otoño hemos tenido varios period pieces que nos
llevan de mi natal Santiago en Los 50 hasta La Frontera donde cabalgan Los
Dorados de Villa.
Pancho Villa,
El Centauro del Norte (Hulu/Disney)
Uno ha visto tantas versiones de la vida de Doroteo Arango, Alias “Pancho Villa”, tantos rostros ha tenido (Wallace Beery, Pedro Armendáriz hasta Antonio Banderas)que ya no brinda sorpresas esta biopia. Bastante apegada a la verdad, la versión Disney comienza con el asesinato del líder en Hidalgo del Parral, Chihuahua, en 1923. De ahí sigue un flashback hasta el año en que, tras balear al hijo del patrón que intentaba abusar de su hermana, Doroteo se echó al monte y se convirtió en Pancho Villa.
A través de diez
episodios se suceden viñetas de la vida de Villa como bandolero, empleado de
las mineras gringas ,y como le entra a la política apoyando la causa de
Francisco Madero. Como luego de la Decena
Trágica se erige en un líder rural con su ejército de Dorados y como encoleriza
a otros lideres de la lucha armada, principalmente a Venustiano Carrazana.
Los diez
episodios cubren de manera completa la vida y tiempos del Robin Hood Mexicano y
nos presentan gente que yo ni conocía como Félix Sommerfeld, el gran espía del Kaiser;
la feminista Elena Arizmendi; y Elisa Griengsen, una maestra rural que, junto a
sus alumnos, enfrentó a la Expedición Pershing. El problema es que parece
docuserie. Muy informativa, semi objetiva, pero son anécdotas narradas de
manera tal que más sirven para una clase de historia que para entretener.
Pedro Paramo
(Netflix)
Dicen que es la
gran novela mexicana, yo prefiero La muerte de Artemio Cruz de Carlos
Fuentes. Esta no es la única versión de la obra de Rulfo, existe una muy decente
que el cine mexicano hizo en 1967 con John Gavin (mas tarde embajador de USA en México)como Pedro Paramo, pero este
filme me sorprendió gratamente. No es para menos, ya que es la primera vez que
Rodrigo Prieto (uno de los mejores
directores de fotografía que han existido) dirige un largometraje.
Le tengo un poco
de pavor a estirar la trama de un relato corto . Le tengo más pavor a Netflix
cuya agenda es destruir a los clásicos. Me esperaba que le quitasen su
combinación de fantasía y simbolismo, que metiesen personajes diversos para
poblar Comala, un pueblo de muertos donde llega Juan Preciado en busca de su padre,
el temido cacique Pedro Paramo.
Pues lo que he
visto me ha gustado. Como Rulfo prescindió de un hilo cronológico, se puede
comenzar por cualquier punto. Aquí, Juan Preciado (Tenoch Huera) llega de día a
una región desértica camino a Comala. Tenemos su encuentro con Eduviges (Dolores
Heredia) que le da hospedaje y le cuenta su amistad con la madre de Juan
Preciado y como se habían prometido irse juntas (léase morirse). Eso, más la afirmación
de Eduviges de que se puede apurar el propio fin, debería darle una pista al protagonista de que
está en un pueblo fantasma y dialogando con espectros.
Fascinante el
flashback de Eduviges de la noche en que el hijo legítimo de Paramo vino a su
puerta y ella tuvo que explicarle que la razón por la cual estaba sin
cabalgadura es porque ya había muerto. Muy buen uso de claros oscuros, de
tintes azulados para la noche y de mucha luz para el día. Realmente, Rodrigo
Prieto no tiene desperdicio.
Pedro Paramo no es un cuento de terror, no más que Cumbres
Borrascosas o Beloved de Toni Morrison, pero tiene un aire
sobrecogedor. Deja la idea de que Comala es un símbolo de México, del culto a
La Muerte que viene de tiempos prehispánicos y que, por ende, es un culto a la
violencia, que ha teñido su historia.
Muy buena
adaptación y mucho ayuda un buen reparto. Mi primera vez en ver al mentado Tenoch
Huerta y no me ha desilusionado, pero lo equilibra Manuel García Rulfo. Yo ni sabía
que el Lincoln Lawyer era mexicano. Está excelente como Pedro Paramo porque no
es una caricatura del cacique, se sale del estereotipo. Un placer ver que los años
no han pasado por Dolores Heredia, guapa y talentosa como siempre.
En el Lugar de
la Otra
Para quienes
recién me conocen, sepan que rara vez elogio el producto chileno, a menos que
lo merezca y esas han sido contadas ocasiones. Este filme de Maite Alberdi
tiene méritos para regalar, tantos que es increíble que la haya pasado Netflix
y eso solo porque llega con protección de los Hermanos Larraín que la han
producido.
Alberdi es reconocida
por sus docudramas, entre los que se destaca El Agente Topo, nominada al
Oscar por Mejor Documental. Ahora le ha
entrado a la ficción dramática con un suceso real, un crimen pasional que, en
1956, sacudió a los chilenos de todas las clases y a la crónica roja de mi
país. Una tarde, en el salón de té del Hotel Carillón (donde pasábamos nuestras
vacaciones de invierno cuando chicos), la escritora y crítica literaria María Carolina
Geel (Francisca Lewin) mató a su amante Roberto Pumarino. Acto seguido se
arrepintió de su acto y no opuso resistencia a su arresto.
Hasta el día de
su muerte la asesina no pudo explicar su móvil para matar a un hombre que decía
amar. Hubo muchas conjeturas: problemas mentales, celos, incluso busca de
notoriedad al imitar a María Luisa Bombal (la mejor escritora chilena) quien
había herido a su amante un par de años antes en el mismo Hotel Crillón. La
diferencia estuvo en que Bombal solo hirió a su pareja en un brazo. El herido
no presentó cargos y la fama de la escritora ayudó a que no fuese enjuiciada. El
caso de María Carolina (o Georgina Rivas) era más complejo.
Los psiquiatras
determinaron que no mostraba señales de desequilibrio metal. Curioso, cuando en
esa época, la escritora evidenciaba cierta misantropía y deseos de quitarse la
vida. Así explicó el haber comprado―justamente la mañana del
crimen― el revolver. También planeaba un viaje a Mendoza y aseguró nunca haber
contemplado matar a Pumarino. Tampoco pudo explicar las razones de su encuentro
cuando ambos estaban separados.
Sucede que Roberto
Pumarino, seis años menor que su amante, estaba casado en una época en que no existía
el divorcio en Chile. Había un recurso, la anulación, pero la señora de
Roberto se negó a dársela. Fue solo
después de fallecida que Roberto le pidió a la escritora que formalizarían su unión.
María Carolina, que llevaba dos fracasos matrimoniales a cuestas, entró en
pánico. Diría, en su momento, que le aterrorizaba el matrimonio que mataría su
amor. Molesto, Pumarino la dejó y al tiempo conoció otra joven con la que
planearía casarse.
Lo extraño es que
la homicida no conocía ese detalle. ¿Vino a saberlo en el salón de te? ¿Los
celos y el despecho la llevaron a usar un arma que recién había adquirido? Tal
vez. El caso es que ni la defensa ni la fiscalía apelaron a ese argumento.
María Carolina fue llevada al Buen Pastor donde tuvo su propio cuarto. Ahí
escribió Cárcel de Mujeres, un libro
curioso dividido en dos partes. Una se refiere a la autora, a su soledad, a su desazón,
pero alega que no se siente realmente criminal. La otra es sobre las presas que
están ahí bajo el cuidado de monjas carceleras. El libro eventualmente causaría
escandalo ya que Geel se atreve a abordar un tema tabú, el lesbianismo en el
espacio carcelario.
Los medios y la
sociedad chilena consideraron a la escritora
una asesina impenitente,
escandalosa, que buscaba publicidad a toda costa. Se culpó a su modo de vida
bohemio e inmoral de llevarla al crimen. El juez la condenó a tres años de
cárcel, pero nunca los sirvió. El General Carlos Ibáñez del Campo, presidente
de Chile, la indultó tras recibir una
carta de Gabriela Mistral.
Sin conocer a Geel,
la Premio Nobel de Literatura, argumentaba que la escritora merecía el perdón porque
eso haría feliz a muchas mujeres hispanoamericanas. O sea, un crimen pasional y
la culpabilidad de la rea importaban poco ante el hecho de ser mujer ya que las
feministas de entonces creían que eran prejuicios machistas los que la condenaban.
Ese sería el primer ejemplo de la agenda feminista en el filme.
El lugar de la
otra no está dedicado a
examinar los móviles del asesinato o la vida de la asesina. Ella no pasa de ser
un trasfondo de la verdadera protagonista. Mercedes (Elisa Zulueta) es una actuaria
del juzgado. Treintona, casada, madre de dos adolescentes, es una mujer de
clase media, que vive en condiciones estrechas con una familia que no la toma
en serio y la ningunea sin ellos darse cuenta. Mercedes no tiene historia, pero
desde el momento en que acompaña al juez al Hotel Crillón a ver el sitio de los
hechos, desarrolla una fijación con Geel y su estilo de vida.
El juez le asigna
varias maneras de acercarse a Geel , desde acompañarla a citas médicas hasta
visitarla en el Buen Pastor para fotografiarla. Lo más importante es que le dan
la llave del apartamento de la acusada para que le traiga ropa a la cárcel. Es
ahí que Mercedes descube un mundo nuevo el verdadero rostro de María Carolina Geel.
Incluso conoce a su otro amante (Néstor Cantillana que en un par de escenas
hace un papelazo, como siempre).
Mercedes no
quiere investigar a la asesina ni los móviles de su crimen. Entre lo que
descubre en el departamento y los testimonios de parientes y amigos tanto de la
víctima como de quien le quitó la vida, Mercedes deja de sentir lástima
por Geel. Incluso dirá de ella que no está loca, “se hace la loca”. A pesar de
las similitudes entre este film y la excelente comedia de Madonna y Roseanne
Arquette, Desperately Seeking Susan,
Mercedes no quiere ser María Carolina.
Aunque baile el Merecumbé
(Jeje, Mi Ma lo bailaba con mi hermano cuando era chiquitito) con el amante de Geel,
no anda buscando un affaire; no es lo que desea de la escritora. Lo que ella
busca, y mi hermano lo dijo “esta quiere “A Room of Her Own”
Es cierto, tal
como lo describe Virginia Woolf, Mercedes necesita de un espacio propio y de un
sitio donde pueda respirar tranquila. El mundo de Carolina (sin ella) es sereno
y privado. Ahí es donde la actuaria puede cocinarse y comer sin preocuparse de
si le han dejado una tostada para desayunarse, donde puede dormir lejos de los
ronquidos del marido., donde puede circular sin tropezarse con la aspiradora.
Sin oir los ronquidos del marido
Es divertido ver
como este aparato eléctrico―un lujo para la chilena de Los 50-
adquiere diferentes significados para ambas mujeres. Para Mercedes es la única ayuda
en su interminable labor doméstica. El artefacto está malo, el marido nunca
recuerda repararlo, a pesar de las suplicas de su mujer. Para colmo, la deja al pie de la escalera para que ella se
tropiece.
Antes de su
muerte, Roberto Pumarino le regala a María Carolina una aspiradora que ella
arroja al Rio Mapocho. Para María Carolina el artefacto es un símbolo de esclavitud,
una manera de Roberto de domesticarla, de convertirla en una mujer de su casa. Esa no
es ella que se adhiere a un feminismo tradicional, muy diferente al de
Mercedes.
La actuaria no
teme que la hagan cambiar, ella quiere cambiar. No exige libertad puesto que el
marido le da permiso para trabajar. Lo que quiere es respeto y ayuda. La aspiradora
es una ayuda, que no la reparen y que se la pongan en el camino, demuestra desprecio por ella, tal como
desprecian su trabajo con burlas incomodas. El querer su espacio y un poco de silencio
es un feminismo que entiendo.
En su visita al Buen Pastor, Maite conoce a una viejita que está ahí por
haber matado a su yerno que golpeaba a su hija. No tiene abogado, probablemente
nunca salga de ahí. La tienen haciendo la limpieza, pero no le importa. “Aquí puedo
dormir tranquila” dice porque sabe que su hija y nietos no están en peligro.
Por esta mujer no abogará Gabriela Mistral, no tendrá los privilegios de
los que goza la escritora asesina, no representará al feminismo imperante.
Esa es la razón por la que toda mi vida de feminista he abogado por estas
olvidadas marginales cuyas tragedias son despreciadas por las agendas políticas.
En todo sentido,
esta película es un agasajo visual, desde la metamorfosis de Mercedes , mental
(tiene tiempo de leer y pensar) y física gracias al guardarropa de María Carolina,
sus perfumes y sus maquillajes. Es fascinante el retrato que emerge de las
declaraciones de testigos sobre La Geel, una mujer camaleónica que para unos
era una aprovechada que le sacaba plata a Pumarino, en cambio para sus
allegados es una mujer cuyo único pecado era ser independiente. Reitero esta no
es la historia de María Carolina Geel, sino de mujeres como Mercedes cuya
oscuridad, cuya existencia monótona, son postergadas por las militantes, pero pueden,
en manos de Maite Alberdi, convertirse en heroínas de su propia historia.
De las tres obras
latinas que vi este otoño, me quedo y recomiendo El lugar de la otra. Más
allá de su trama, es preciosa. Desde la visión de un Santiago de Los 50 que un
espectador gringo de IMDB confundió con París, hasta la elegante recreación del
Crillón. Otro detalle son los contrastes: el contraste entre la misera caja de fósforos
donde mal viven Mercedes y los suyos y el amplio, sencillo, pero personalizado,
departamento de María Carolina Geel.
Reconstruccion del Hotel Crillon
Interesantes las escenas del tribunal donde vemos cuan diferente es un juicio a la chilena de la versión estadounidense, también los sobrios pasillos del Buen Pastor con sus monjas discretas y las bulliciosas reas. Todo el filme es un constante desfile de imágenes y sonidos o la ausencia de esos últimos.
También es un homenaje a la
mujer chilena desde la más humilde hasta las grandes damas que tomaban su te a
la inglesa en elegantes hoteles, y el complejo retrato de una escritora que
quiere ser independiente, pero a la que la vida le impone las trabas de su género
y también las del amor.
Excelente reseña! Para mi "El Lugar de la Otra" ha sido de lo mejorcito que he visto este año (junto a "Big Love") Me encanta todo: el marco histórico y geográfico, la trama, las actuaciones, los personajes. Lo único que me dejó un poco insatisfecha fue no saber porque la escritora mató al amante. Entiendo que en la vida real, jamás se esclareció pero siendo ficción, me hubiera gustado alguna teoría. O al menos que la prota lo hable con el amante de Geel y él dé su teoría de lo que pasó. Eso me hubiera dado cierta resolución.
ResponderEliminarNo me interesa la de Pancho Villa pero si la de Pedro Páramo. A Manuel García Rulfo lo he visto en un par de películas de Manolo Caro, que cuenta buenas historias siguiendo más o menos la escuela de Pedro Almodóvar con el colorido de su fotografía pero tambien (lamentablemente) con el sexo gráfico y en mi opinión, innecesario, porque sus historias son excelentes al igual que sus personajes. En todo caso, Rulfo hizo un buen papel en ambas películas que te menciono así que si me interesaría verlo en Pedro Páramo. Sabes que viendo su historia cinematográfica ha hecho varias cosas en inglés? Incluyendo Cake con Jennifer Aniston (la cual dejé de ver a la mitad, cuando salió el fantasma de una muerta a hablar con ella. Detesto cuando pasa eso en películas o series!)
Hola, Gracias por pasar.
EliminarYo sabía de la existencia del Lincoln Lawyer, pero no sabía que lo interpretaba un latino.
Mi teoría sobre el asesinato del Crillón, es que fue resultado de una locura momentánea. Me baso en datos que no aparecen en la serie. Georgina Rivas estaba pasando por un mal momento. Su único hijo se iba a la Argentina, estaba deprimida, se alejaba de la gente, quería suicidarse. Me imagino que durante la “once”, Pumarino le comunicó que iba a casarse y ese fue el detonante. Se sintió abandonada, tenía un arma y la usó sin pensarlo. El que los médicos la diagnosticaran como cuerda, no significa nada. Hasta hoy la psiquiatría en Chile no es una ciencia muy desarrollada.
La serie nos da dos posibilidades. escuchando los testimonios, emerge de ellos, una mujer calculadora y una user (no lo era en la vida real) que veía en Pumarino un banco privado. Estaba pasando apuros económicos y que el la dejase, la dejaba también desprovista de fondos. Dispararle puede haber sido una advertencia. No creo que Geel (la verdadera y la de la serie) quisiera matarlo. Solo que a quemarropa era imposible fallar.
Rene (Néstor Cantillana) nos ofrece otra teoría, la del copycat. María Carolina quiere imitar a María Luisa Bombal. Por eso resulta risible y anacrónico decir que a su “Marita” la están castigando por ser mujer y escritora, cuando precisamente Gabriela Mistral la salva por ser mujer y escritora. Es posible que Geel, cuyos libros no estaban vendiendo tanto, quisiese dar un golpe publicitario que la asociase con una gran escritora y no esperaba convertirse en asesina y rea.
Lo que deduzco del filme es que Maite Alberdi no quiere a Geel y desprecia el modo en que fue rescatada, cuando hay otras mujeres en situaciones de riesgo que pueden superarlas, empujándolas al crimen como la viejita del Buen Pastor.