Fue un capítulo dedicado a Cupido. Rose y Ross han iniciado
un romance; Los Bates intentan revivir su matrimonio; Isobel, Tom y Mary
recuerdan la felicidad que trae el verdadero amor e Edith enfrenta los
resultados negativos de la pasión. También fue un capitulo de prejuicios. Mr. Carson e Isobel descubrieron lo tonto que
es prejuzgar y los Grantham dejan atrás ideas caducas para darle la bienvenida
al jazz en la Abadía.
Isobel aprende una
lección
Por fin se zanja el asunto del jardinero. Cuando se pierde
una porcelana japonesa, Lady Violet cansada de tanta sospecha, despide a Pegg.
La porcelana es encontrada en la basura e Isobel descube el abrecartas pedido
en un sillón. Va a ver a La Condesa Viuda (acompañada de refuerzos, ósea El Dr.
Clarkson) a exigirle una explicación. Pero al llegar descubre que Pegg ha sido
reinstalado en su puesto, y de su boca, Mrs. Crawley oye que la mismísima patrona
le ha pedido disculpas al chico.
Ahora Isobel tiene que aguantarse un sermón “violetiano”
sobre lo peligroso que es prejuzgar (a las condesas viudas sobre todo). Isobel
lo recibe con cortesía y más tarde demostrará haber aprendido su lección.
Durante una visita a Downton Abbey, La Señora Crawley
comenta con Branson la decisión de este último de abandonar Inglaterra. Con su serenidad
y sensatez acostumbradas, Isobel intenta disuadirlo. Su mayor argumento se
reduce en “¿qué harás allá que no puedas hacer aquí?”. Un poco en broma, el ex
chofer le pregunta si cree posible que otra hija de conde se enamore de él. Muy
seria, Isobel le responde que esa posibilidad puede suceder Yo también. A pesar de que (SPOILER) sé que
Branson conocerá pronto a una maestrita que lo atraerá, me gustaría que volviera
a casarse con otro miembro de la aristocracia para que abandone sus prejuicios
y vea que en la clase alta hay mujeres que comparten sus ideales.
Romances de cocina
Alfred recibe una grata noticia. Se retiró el ganador y la
plaza del Ritz ha quedado abierta para el lacayo. Alfred se despide del
servicio, agradece a los patrones y honra a Mr. Carson delante de los Grantham.
Hace un último intento por ganarse el corazón de Ivey. Cuando fracasa, Alfred
se despide de Daisy: “Harás feliz a un hombre, pero ése no seré yo”.
(downtonabbeyaddicts.com) |
Esa noche, Jimmy invita a Ivey a ver a Rodolfo Valentino. De
regreso del “biógrafo” (como lo llamaba mi abuela) Jimmy trata de propasarse
con su cita. La mucama le acepta un beso, pero lo detiene cuando Jimmy le mete
la mano bajo la falda. Jimmy está indignado. Después de tanto gastar en
llevarla al cine ¿Y ella no quiere pagarle? Así no se juega. Ivey indignada le
dice que no quiere “jugar”.
De vuelta a la cocina, hay una escena enternecedora en la que
Ivey, ante sus colegas, llora por lo patán que le salió el pretendiente. Las
mayores la consuelan, pero Daisy es implacable, sobre todo cuando Ivey reconoce
tardíamente las virtudes de Alfred. Airada, Daisy la acusa de haber empujado a
Alfred a irse a la Gran Ciudad, y de paso le ha roto el corazón a ella. Mrs.
Hughes le dice a Ivey que se merece el regaño de su rival.
(enpaperblog.com) |
Para reavivar su amor, Mr. Bates lleva a Anna al mejor
restaurante de la región, pero si es tan fino el local de seguro no atenderán a
míseros criados. El pomposo maître
les avisa que no hay espacio, Lady Grantham está ahí con invitados ya no cabe un alfiler. Sin ninguna presunción,
Anna dice conocer a tan gran dama. El maître pone cara de incredulidad que
desaparece apenas se acerca Cora. Demostrando su refinamiento y nobleza, la
Condesa saluda cordialmente a Los Bates y solicita la mejor atención para ellos
(sin decir que son sus criados).
El maître se deshace en servilismos y los pone en la mejor
mesa. A pesar de la atención, buena comida y atmosfera hospitalaria, el matrimonio
no puede deja atrás sus problemas. Anna le suplica a Bates que no la vea como
victima. Su marido confiesa sentirse culpable por no haberla protegido. Cora,
que viene a llevarlos a casa, alcanza a oír as últimas palabras.
Las intrigas de
Barrow
Thomas sigue hostigando a la pobre Baxter para que espíe por
el. La doncella oye a Rose y Lady Cora hablar sobre “una sorpresa”. A pesar de
que hablan de la contratación de una orquesta para el cumpleaños de Milord,
Barrow se pone paranoico al no saber de que se trata.
Más peligroso es cuando Baxter escucha a Lady Mary y a su
ama hablando de lo que le ocurrió a Anna. Ahora, Barrow sabe que Anna fue
atacada y que Bates se siente responsable por ello.
El regreso del Sr.
Moseley
A pesar de la partida
de Alfred, el Señor Carson se niega a emplear a Moseley. El quiere alguien que
sea agradecido como Alfred. Moseley cae en una depresión de la que lo sacan
Mrs. Patmore y Mrs. Hughes que inventan un plan para su retorno a la Abadía.
Esa tarde, Carson se encuentra con Moseley, envuelto en un mandil
y sirviendo té en la cocina. La cocinera y el ama de llaves le explican al mayordomo
que estando tan atareados, necesitaban de un par de manos para “atender a los
sirvientes”. Así Moseley demuestra humildad y flexibilidad laboral. Carson se rinde
y lo instala en el puesto de Alfred.
Amores pasados y futuros
Isobel, todavía bajo a impresión de la generosidad de la
Dowager, visita a su nieto antes de la cena de cumpleaños de Robert. En la nursery se encuentra con Tom y Mary. El
espíritu generoso de Isobel la lleva a ofrecerle “condolencias” a su nuera por
el compromiso de Tony Illingham. Triste, Mary admite desear ser feliz, “pero todavía
no estoy preparada”.
(fanforum.com) |
Isobel se pone nostálgica y rememora sus días mozos cuando
se comprometió con el padre de Matthew. Esto motiva a Branson a repasar sus
primeros momentos de amor por Lady Sibyl. Ambos expresan casi lo mismo: la sorpresa
de enfrentar una intensa pasión y la sensación de vivir en un sueño. Mary los
mira extrañada y a su vez recuerda como estuvo parada, sin abrigo, en la nieve,
suspensa ante la feliz perspectiva de que Matthew la pediría en matrimonio.
(hypable.com) |
Hay un breve silencio, están impresionados ante haber vivido
tanto amor y descubrir que otros han
experimentad lo mismo. Finalmente, Isobel rompe el silencio y dice que han sido
muy afortunados. Son escenas como ésta que me hacen esclava de “Downton Abbey”.
El amor presente sigue rondando a Mary. Esa noche vuelve Napier
a la Abadía en compañía de Mr. Blake, su misterioso jefe. Blake choca
inmediatamente con la hija de su anfitrión. Viene a inspeccionar las granjas
del lugar. Sirve los intereses socialistas de Lloyd George y poco le importan
las sentimentales tradiciones aristocráticas que rigen la agricultura en la región.
Lo único que le interesa es que se produzca mayor cantidad de productos para
alimentar a la población. Los mordaces comentarios intercambiados entre Lady Mary
y Blake son (para los conocedores de clichés románticos) preludio para romance.
Le Jazz Hot
Jack Ross y sus músicos llegan a la Abadía y se los esconde
en la cocina. Aunque al comienzo Mr. Carson está escandalizado, pronto entabla cordial conversación con Jack
Ross y termina la velada diciéndole a Sir Robert que Ross “es un tipo decente”.
Downton Abbey y el festejado reciben con buen humor la música de jazz, y hasta
Lady Violet salta a la pista a mover el esqueleto. La sorpresa de Rose ha sido todo
un éxito.
Antes de retirase esa noche, Robert comparte una
preocupación con su hija mayor. Quiere pagar los servicios de la orquesta. Le
parece que es un gasto excesivo para que lo cargue Rose. Mary baja a la cocina
y sorprende a Rose y Ross en apasionado beso. Haciendo gala de discreción y
buenos modales, Mary finge no haberlos visto y
es muy cortés con el músico. Pero la pareja sabe que los han
descubierto.
A nuestros ojos modernos y cuasi tolerantes, los prejuicios
de entonces nos parecen absurdos y anticuados, pero viéndolo en el contexto de
la época, Mary se comportó muy bien y tiene motivos de más para preocuparse por
su prima. Aun antes de ser presentada en sociedad, Rose carga un aura de
escándalo: tuvo un affaire con un hombre
casado, flirteó con un criado y ahora se besuquea con un músico afroamericano.
Si estos pecadillos se conocieran en sociedad, Rose estaría
arruinada. Nadie como Mary para saber lo doloroso que es ser una paria, la comidilla
de todo el mundo. Aun fuera del círculo aristocrático de Rose, su venialidad y
el estar con un hombre de raza diferente la convertirían en alguien reprobable.
Y perder la respetabilidad para una mujer de cualquier clase social de
entonces, equivalía a perderlo todo. Ya vimos las desdichas de la criada-madre soltera-prostituta
Ethel.
Es cierto que hubo aristócratas como Emerald Cunard que lo
arriesgaron todo para vivir un amor interracial, pero Rose es una loquilla
atolondrada que vive el momento irreflexivamente. No mide las consecuencias de
sus actos. Carece de as convicciones de Sybil para enfrentar al mundo, por eso Rose puede pagar caro su inconsciencia. Casi tanto como las pagará
Edith.
Edith y la cigüeña
Michael Gregson ha desaparecido en Alemania, pero ha dejado
asuntos inconclusos en Inglaterra. Antes de la cena, Edith recibe el resultado
de sus exámenes médicos: está embarazada. Lord Grantham nota la congoja de su
hija y trata de ayudarla. Pero Edith lo rechaza, atreviéndose a decir la
verdad: ella nunca ha sido la favorita de sus padres.
Esa noche la atribulada futura madre es la única en criticar
la llegada de los músicos a Downton Abbey. Su abuela la regaña diciendo que debería
modernizase más ahora que pasa tanto tiempo en Londres. Por primera vez, siento
que Lady Violet ha dicho una tontería. Es el modernismo londinense el que
convertirá a Edith en la vergüenza de su familia.
(downtonabbeyonline.com) |
El modelito de la noche
Fue un capítulo de desfile de modas. Me resulta difícil
escoger. Tenemos esta creación preciosa que lució Cora donde la belleza reside
en la tela que parece ser de un material oriental, tal vez shantung.
Pero también está lo que llevó puesto Rose para el
cumpleaños de Robert. Eligió un color oscuro, azul marino, poco común en una
jovencita, pero la falda de tres volantes y las lentejuelas, ya le dan un toque travieso y juvenil.
(youknowyoulovefashion.com) |
Sin embargo, mi elección recae en el vestido de Mary que
sigue apegada a los tonos oscuros. Del violeta ha pasado al vino, con este
vestido de noche cuyo detalle más llamativo es esa túnica asimétrica de encaje que cubre
un falso del mismo color. Mary lo lleva con medias negas, los infaltables MaryJane ¡y tiara!
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