lunes, 18 de diciembre de 2017

La Princesa Está Triste. O como Margarita labró su propia infelicidad


La primera aparición de la Princesa Margarita en la Segunda Temporada de “The Crown” es a la hora del desayuno,  adonde llega borracha y desaliñada. A los reproches de la hermana responde que “es infeliz” por no haberse casado con el hombre que amaba. Por supuesto, todo esto es culpa de Lilibet. Ya basta, Margarita. Ya basta, Peter Morgan. Hasta El Mercurio de Antofagasta sabe que eso no es cierto.

En el 2015, y luego que el Príncipe de Gales contrajera nuevas nupcias con una divorciada, el Acta de Matrimonios Reales de 1772 dejó de existir. Sin embargo, pudo habérsela anulado en 1955, pero fue precisamente la Princesa Margarita quien lo impidió. Eso lleva a una pregunta: ¿Estaba Margarita realmente segura de que Peter Townsend era el hombre de su vida? Y, en caso de haberse casado, ¿hubiesen sido felices?

Los documentos extraídos de los Archivos Nacionales en el 2004 nos dan una versión de los acaecido en 1955 muy diferente a la que nos muestra “The Crown”.  Desde el momento en que la Reina Isabel se entera de la cláusula (oculta) del Acta, en la que se exige el permiso de otros poderes para que el enlace Windsor-Townsend se realice, se pone las pilas. Primero le da un buen sacudón a Anthony Edén que lo despierta de su sueño guajiro provocado por extrañas drogas. Y luego se ponen en campaña.

 El primer ministro está más que dispuesto a ayudar a los enamorados. El mismo es un divorciado y casado en segundas nupcias con Clarissa Churchill, sobrina de sir Winston. Lord Avon envía cartas a los ministros de la Mancomunidad (Commonwealth), a los que la princesa tendrá que apelar, especificando que el deseo de Isabel es este: “Su Majestad no desearía interponerse en el camino hacia la felicidad de su hermana". Con eso ya les está diciendo que deben votar a favor de Margarita.

Aunque hay ministros de la vieja escuela que se oponen vehementemente a la unión (el Marqués de Salisbury amenaza con resignar a su puesto) no todos los políticos están en contra. El laborista Michael Foote escribe en The Trbune que es intolerable interferir en “la vida privada de una jovencita”. Cuando la reina se dispone a abolir la infame Acta de Matrimonios Reales, Lord Kilmuir (otro ministro) le escribe a Eden aplaudiendo la solución de la soberana puesto que la tal ley es confusa y está mal redactada.

Isabel y Eden planean presentar un proyecto de ley al parlamento que reducirá el riguroso castigo que espera a la princesa si llega a casarse. Aunque Margarita deberá renunciar al trono y también renunciar a que sus hijos y descendientes puedan aspirar a la corona, el nuevo proyecto solicita que la Princesa siga recibiendo trato de “Alteza Real” (incluso se habla de otorgarle algún titulo nobiliario).

Según lo estipulado, Margarita vería su pensión anual de 16,000 libras esterlinas reducida a 6,000. Isabel decide que, al casarse, la pensión de su hermana se eleve a 9,000 libras anuales. Incluso el exilio forzoso de cinco años que esperaba a los futuros esposos Townsend se vería recortado de cinco a solo dos años Todo esto parece tan acomodable y justo.  ¿Por que no se llevó a cabo?

Entre los papeles de Lord Avon que salieron a la luz en el 2004 hay una decidora carta que Margarita le escribe a Anthony Eden, unas semanas antes que Peter Townsend regrese a Inglaterra. En la carta, Margarita le solicita que no hagan nada, que no cambien nada, sino hasta que ella haya tomado una decisión. “Y solo cuando lo vea (a Townsend) podré saber con propiedad si deseo casarme con ‘el o no” dice la princesa. Ahí tenemos claro que ya había dudas graves por parte de Margarita. Dudas que no se disiparon al reencontrarse con su amante,  en Clarence House, en octubre de 1955.

Las especulaciones han sido muchas y yo le apuesto a varias. Primero, la misma fe de la princesa ha sido puesta a prueba. No hay manera que ella contraiga matrimonio religioso en la Inglaterra anglicana. El arzobispo la ha amenazado incluso con excomulgarla y privarla de la comunión. Margarita no solo no quiere caer en pecado mortal, además con lo orgullosa que es, no soporta vivir como una paria impedida de entrar a un templo junto a su familia.

En su autobiografía Time and Cirscunstances (1978), escrita casi dos décadas después de su rompimiento, Peter Townsend culpa este en el miedo de Margarita de perder su “prestigio” y su dinero, termina diciendo que el no era “suficiente” para reemplazar la perdida de esos privilegios. Es cierto, nueve mil libras suenan como una gran suma, pero la princesa era gastadora. Esa suma no le iba a bastar.

En cuanto a prestigio, de toda la Familia Real, Margarita era la mas soberbia, la mas déspota, la que obligaba hasta a sus amigos a decirle “Señora” o “Alteza”. Ser princesa, y vivir como tal, era su identidad. Fueron las inseguridades de Margarita, y la conciencia de su propia incompetencia lo que motivó esa famosa declaración pública (leída por la princesa, pero redactada por Townsend) en la cual Margarita renunciaba a ser feliz junto al hombre que amaba.

No entiendo porque en la serie han hecho que sea Townsend quien hable con la prensa cuando la realidad, una princesa confesando públicamente que anteponía su fe religiosa y su deber antes que su amor era mucho más dramática y conmovedora. Martin Charteris diría de Margarita que con ese paso “se sacrificaba a sí misma”. Esa es la imagen que vimos y heredamos de Margaret Rose, pero a juzgar por la carta a Eden, y por lo dicho por el propio Townsend em su biografía, Margarita no quiso sacrificar sus privilegios. Tuvo miedo y es disculpable.

Margarita sin rango y sin dinero valía hongo, muy guapa, pero nada más. Ese barniz de mundanidad, esos excesos de frivolidad que la hacían tan famosa y popular solo se conseguían gracias su estatus de realeza y al hecho de ser costeados por su pensión de princesa. Aunque nueve mil libras suenan bien en papel, no eran suficientes para mantener el tren de vida de Margarita. Ella ya se veía, como el tío David, mendigando anualidades, regateando con modistos. Aun peor,  viéndose obligada a llevar una existencia burguesa y reducida en el extranjero, casada con (y parafraseando a Felipe) una “planta aburrida”. 

Townsend era hogareño, Margarita era de francachelas. El quería vivir en el campo y ella añoraba el bullicio de la vida nocturna, bares, restaurantes, teatros. A diferencia de la Queen Mum, Margarita odiaba la pesca y la cacería, los consideraba deportes “poco femeninos”.  La serie dice que Isabel envidiaba a su hermana. Lo cierto, y esto dicho por Marion “Crawfie” Crawford, la nana de las princesas en su controversial libro sobre sus encargadas, Margarita siempre quiso lo que tenia Isabel, pero sin las responsabilidades del cargo.

Se ha dicho que Margarita quería ser actriz o cantante, que amaba el mundo de la farándula. Casarse con Peter la liberaría de las ataduras de princesa. ¿Por qué no intentar entonces una carrera en las tablas? La verdad es que a la princesa le gustaba cantar y hacer pantomimas delante de una audiencia cautiva. No estaba ella para criticas desfavorables ni para caprichos de espectadores. En 1955, Margarita codirigió una pieza teatral de Edgard Wallace que fue un fracaso total. Sir Noel Coward cuenta como él casi lloraba ante el fracaso, mientras la real directora bebía campaña tras bambalinas y hacia comentarios ofensivos sobre el público.

Para Margarita, el mundo de la farándula era como Peter, gente que estaba ahí para servirla y adorarla. Ella podía acostarse con Peter Sellers, David Niven y Warren Beatty o probar el LSD con los Beatles, pero ellos debían hacerle reverencias y mantener las distancias. Cuando Sir Derek Jacobi intentó prenderle un cigarrillo con su encendedor, la princesa le recordó que ella estaba demasiado alta para el encendedor de un actor.
Margarita y  Peter Sellers

 Leslie Carroll en Royal Pains, describe una cena en Los Ángeles, a mediados de los 70s, con el entonces (y actualmente,) gobernador de California, Jerry Brown. En un momento, la gran Linda Ronstadnovia oficial del gobernadoraccidentalmente ¡tocó a la princesa! La cara de Margarita era la de alguien a punto de vomitar y el sacudón que le pegó al hombro donde se posaba la mano de la cantante casi derribó a Linda.

Es comprensible que la princesa temiera entonces vivir en un mundo de igualdad. Nunca se llevó bien con la gente, la veía por debajo de ella. No sabia ni le interesaba ser como “todo el mundo.” A diferencia de su hermana, Margarita tuvo pocas oportunidades de llevar una vida igualitaria. Nunca sirvió en el ejército, nunca obtuvo un título de mecánico. Durante su año en Malta, la reina supo lo que era ser simplemente la “Señora Mountbatten”, ir de compras en su auto (Margarita nunca aprendió a conducir), ir a la peluquería del pueblo, bajar a nadar a la playa cuando se le antojara. Margarita nunca tuvo esa experiencia. Incluso su vida loca la llevó en la isla privada de Mustique que le regaló su otro pretendiente, Colin Tennant.
La Princesa Margarita en su villa de Mustique

Con eso podemos aventurar que Margarita renunció a tener al hombre de su vida ya que no podía tenerlo bajo las condiciones idóneas. La pregunta persiste ¿entonces por qué permitió que los medios la retrataran como una víctima?  Ella misma se vio siempre como tal. Culpaba al reino y a las reglas que lo regulaban de haberle impedido seguir siendo princesa malcriada y mantenida, pero con el consorte que a ella le placiera.

Ante sus amigos siempre culpó a Tommy Lascelles por su infelicidad. Juró no perdonarlo jamás. Por esas vueltas de la vida, Margarita y Sir Alan terminaron siendo vecinos en el Palacio de Kensington. Margarita contaba que cuando lo veía cruzando la calleviejito y con bastónazuzaba a su chofer “¡Atropéllalo! ¡Atropéllalo!”. (Por suerte el chofer nunca le hizo caso).


Hay otras inconsistencias, o fallas de memoria, en el relato de Margarita de su separación de Peter Townsend. Por ejemplo, sabido era, que Peter y ella no volverían a verse sino hasta los 90s. No es cierto. A pesar de que el Coronel Townsend se reintegró a la embajada británica en Bruselas, él seguía viajando periódicamente a Inglaterra a ver a sus hijos. En esas ocasiones volvió a ver a la princesa. La ultima fue en 1958, cuando la Reina Madre lo invitó a tomar él te con ella. Dicen sus amistades, que Margarita quedó hecha pedazos luego de esa última entrevista.

Otro mito propagado por Margarita es que Peter y ella hicieron un pacto de amarse hasta la muerte y nunca casarse con otros. Eso lo han incluido en “the Crown”.  A Jonathan Aiken, Margarita confesaría que ella había decidido aceptar la propuesta matrimonial de Tony Armstrong-Jones solo tras recibir una carta de Peter en la que le comunicaba que rompía el pacto. Otra vez, la princesa se contradice.  Poco después de su rompimiento con el aviador, Margarita había retomado su romance con el millonario Billy Wallace. Para 1956, estaban semi comprometidos, pero Billy cometió el error de contarle a la princesa que le había sido infiel. Margarita entonces le dio la bota. Esto lo vimos en “The Crown”, pero hay más.


Entre las cartas a Sharman Douglas, hay una de la hermana de la reina con fecha de mayo de 1966. Entonces, ya Margarita casada con Tony Armstrong-Jones comenta un reencuentro con su antiguo pretendiente, el político canadiense John Turner (más tarde Primer Ministro de Canadá). Turner y la princesa habían tenido un romance durante el tour a Canadá de Margarita en 1958. La prensa había argumentado que un matrimonio sería imposible siendo Turner católico. Pero en su carta, Margarita dice lo siguiente “Va a ser divertido encontrarnos (con Turner) ya que no nos veíamos desde que casi me casé con él…”
Margarita y John Turner

El famoso pacto parece no haber sido tan importante, puesto que en 1959 cuando Margarita recibió la carta en que Peter Townsend le contaba que iba a casarse con una jovencita de 19 años, Margarita ya era amante de Tony, el fotógrafo bohemio. Que la prensa no se hubiera enterado es porque todos (incluyendo Margarita) creían que a Tony le gustaban mas los nenes que las nenas, o como dice Vanessa Kirby en la serie: “yo creí que eras queer (marica)”. Margarita aceptó casarse con el fotógrafo para evitar que la prensa se burlase de ella al saber del compromiso de Peter con Marie Luce-Jamange una adolescente de quien todos comentaban que se parecía al gran amor de su novio.

La Familia Real tuvo que aceptar a Armstrong-Jones a pesar de las irregularidades en su pedigrí (bohemio, posiblemente bisexual, fotógrafo, hijo de divorciados y con mamá judía). O como lo puso, en la vida real, Tommy Lascelles (que parece que nunca se pudo jubilar del servicio a la Corona) “El niño Armstrong Jones ha llevado una vida diversa y a ratos, loca. Los peligros de escándalo y difamación no están muy lejos.”  Y Sir Alan sabía que, hasta la boda, Tony seguía teniendo relaciones con la modelo Jaqui Chan, la actriz Gina Ward y que había embarazado a Camilla, novia del mejor amigo (y posible amante) del fotógrafo, Jeremy Fry. Jeremy iba ser padrino de bodas, pero se le negó el permiso por haber sido convicto de actos homosexuales, en ese tiempo ilegales en el Reino Unido.

Sin embargo, Margarita ya iba para los treinta, seguía soltera, siempre había el peligro de que el próximo novio fuera peor. Al menos la madre de Tony era, por matrimonio (s) parte de la nobleza, el había ido a Eton y a Cambridge y era soltero y protestante. Margarita y el ahora Conde Snowdon, se casaron en 1960. Voy a dejar que “The Crown” les cuente el resto de la historia de la princesa, pero no creo que sea spoiler decir que ese matrimonio fue un desastre. Lo único bueno fueron los hijos de la pareja, Margarita tuvo amantes de todos los colores, credos, edades, nacionalidades y clases sociales posible, pero nunca fue feliz.
Margarita y sus hijos

Por el contrario, Peter Townsend si logró encontrar la estabilidad. Para su suerte su novia venia de familia millonaria porque como Marie Luce declararía tiempo después, su marido no tenía cabeza para los negocios. Peter intentó ganarse la vida haciendo documentales y cultivando viñedos sin mucha suerte. La pareja viajaba incesantemente y eran perseguidos por paparazis. Finalmente, las cosas se aquietaron. Los Townsend se establecieron en una villa en la campiña francesa llamada “el Molino” y que había pertenecido a los duques de Windsor. A pesar de todos los vaivenes, Peter encontró seguridad en su joven esposa quien le dio tres hijos.

Peter Townsend, Marie-Luce y sus hijos.

Con el tiempo, el Coronel Townsend hizo carrera basándose en lo que había sido. Fungió como asesor del filme “La Batalla de Inglaterra” y narró sus experiencias militares en un libro Duelo de Águilas, también escribió una biografía sobre su ex patrón, el rey Jorge, titulado El último emperador. En 1978, a más de dos décadas de los hechos, pudo por fin hablar de Margarita en su autobiografía Time and Circunstances (Tiempo y suerte).

En 1993, Margarita y Peter se entrevistaron por ultima vez. Ella lo invitó a almorzar, pero les pidió a algunos amigos que asistieran al almuerzo. Aparentemente no quería estar a solas con su antiguo amor. Quienes asistieron dicen que ambos se portaron normalmente, que fueron cordiales, pero que nada hubiese indicado que todavía existía algo entre ellos. Dos años mas tarde, Peter sucumbiría al cáncer pancreático. Margarita lo sobrevivió siete años más.

Es irónico que una mujer que le temía tanto al dolor físico que exigió que  sus partos fueran vía cesárea, sufriese tanto dolor emocional y que el final de sus días estuviera rodeado de achaques y males. Sufrió dos infartos, graves quemaduras en la tina de baño y, como su padre y su abuela batalló contra el cáncer pulmonar. Por suerte, hasta el final de su vida estuvo rodeada del cariño de sus hijos y de la familia de la que tanto se quejó.

3 comentarios:

  1. Guau.

    Ahora sí que me sorprendiste, nunca hubiera pensado que había sido la misma Margarita la que había renunciado, sus razones me parecen bastante lógicas y prácticas. Hubiera quedado muy bien en la serie, pero prefirieron el conflicto entre hermanas (lo que es algo mucho más cliché) antes de contar la verdad. Una pena.

    Me sorprende también porque la prensa siempre la ha mostrado como víctima, pero como tú dices, no es de extrañar que ella lo haya permitido, considerando su personalidad..

    Ha sido muy interesante toda esta historia.
    ¿Qué seguirá ahora?
    ¿Terminaste la segunda temporada? Yo aún no.

    Saludos

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    1. Además de lógica y práctica, Gatita Any, también madura y responsable porque permitió que Peter Townsend encontrara la felicidad con otra. Una lástima que la princesa no fuera igual de responsable en su elección de marido. Tanta investigación me ha dejado pensando en quien hubiera sido la pareja ideal de Margarita. Ciertamente ninguno de los amantes que tuvo. Creo que lo mas cercano fue el último, Sir Roderic Llewellyn. Lamentablemente el romance de ellos fue un destiempo, se conocieron cuando ella ya no podía darle los hijos que Roddy quería, ni él tenía la madurez y prestigio que alcanzó tras romper su romance. Margarita quería un marido como su papá y, aparte que un papa no es un marido (ósea son relaciones diferentes) para eso tendría que haberse casado con alguien de la generación del Rey Jorge
      Margarita si cultivó esa imagen de princesa triste porque le convenía, pero también porque ella se sentía víctima, no de su hermana, pero si de su iglesia, de los convencionalismos del grupo de poder, y de “los Mostachos” sobre todo el de Tommy Lascelles, por algo quería atropellarlo. Yo creo que la misma reina no lo perdonó por ese engañó. Significativo para mi es que tu Martin y el inútil de Michael Adeane recibieran títulos nobiliarios al retirarse, y Sir Alan ni un mísero baronazgo de consuelo (si hasta la Reina le estaba ratoneando el auto en el tercer episodio). Yo creo que las chicas Windsor son vengativas. Por algo también a la pobre Pat Kirkwood tampoco le dieron el codiciado rango de “dame”, pero de eso hablaré más adelante cuando comente las posibles infidelidades del Duque de Edimburgo.
      No, Peter Morgan no le va a lo dramático a pesar de que a veces cae en el melodrama, aunque creo que eso es influencia de Amy Jenkins quien lo ayudó a escribir “Beryl” (ese episodio que te gustó en donde Margaret conoce a Tony). Parafraseando al historiador Hugo Vickers, Morgan le va a una combinación de lo sensacionalista y de lo vulgar cuando quiere desacreditar a la reina o a la monarquía. Yo no se de donde le nace ese fastidio, si hasta lo hicieron comandante del Imperio el año pasado (el primer paso para nombrarlo Sir). A lo mejor es porque su ex mujer era una princesa de verdad (no de sangre real, pero si princesa del Sacro Imperio Romano y portadora de uno de los títulos más antiguos del Imperio Austrohúngaro).
      En la temporada pasada, Morgan se esmeró en mostrarnos a la reina como una amateur, fragmentada entre sus propios deseos e intereses y sus deberes. Como todo en la serie es muy ambiguo, veíamos a Isabel chantajear a Churchill, coscachear a los ministros y educarse clandestinamente, pero también poner en peligro su felicidad, ser incapaz de elegir a su propio secretario, y anteponer su deber de cabeza de una iglesia que es un producto de la monarquía, por lo tanto, parte de ella, y traicionar a la hermana. Ahí Morgan busca explicaciones vulgares y sensacionalistas. Primero la reina es ignorante, ni sabe que rey creo el Acta de Matrimonios, después peca de ingenua, deja que Tommy la haga weona, y termina toda toxica y mafiosa, mandando a sir Alan a neutralizar a Peter. “¡Haz lo que sea necesario, Tommy!) Capaz que el otro le hubiera servido a Townsend de almuerzo a esos hermosos perrazos que tiene.
      Y en esta temporada es peor, nos muestra una reina rencorosa, con cara de fiera, esnob, hipócrita, tonta (a cada rato tienen que explicarle cosas) y más encima mama mamá. Voy a tener harto que comentar, pero más adelante.

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    2. Sobre tu pregunta de si terminé la Temporada 2. No, la estoy viendo paulatinamente, saltándome episodios. A veces ni los termino porque me da rabia lo tendencioso que puede ser Morgan, a ratos ya parece Weiss& Benioff (mm, el verdadero apellido de Peter es Morgenthau. Oh no, otro fabricante de antisemitas). Por ejemplo, no quiero ver todavía el de Jackie Kennedy o el ultimo, con todas esas conexiones (falsas) del Duque con el Caso Profumo. Pero si vi Paterfamilias y casi vomité. Tampoco quiero ver todavía el del matrimonio de Margarita, ni el del Duque de Windsor que me han dicho (tu misma) que es el mejor de esta temporada.
      Lo que pasa es que todavía hay muchos fans que no la han visto, por las fiestas y todo eso. LO noto porque ni hay recaps hechos todavía por sitios que en el ano pasado cotizaron los mejores comentarios. Tambien estoy monitoreando Twitter. Cuando yo vi la primera temporada, en noviembre, había mucha gente que recién se había unido al fandom. por eso voy a esperar a febrero, me da tiempo de investigar mas. Eso sí, prometí una sobre la posible infidelidad de la reina, y D-s mediante va después de Navidad.

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