“Tu nunca ves
nada moderno. ¡Solo period pieces!” es una acusación que escucho a menudo y que
a veces me hace sentir un poco injusta y limitada. Por eso aproveché de hincarle
el diente a un par de series inglesas que tienen lugar en espacios contemporáneos.
La primera ha sido “McMafia’’ que ya ha sido acusada de antisemita y de
presentar una pésima imagen de Israel. Producida por un iraní, la serie también
aprovecha de echarle un zarpazo a los gays y a los mexicanos. Los rusos, a su vez,
se han quejado de que les da una mala imagen; otras razas de colores tampoco
están bien representadas; solo aparecen dos africanos, y uno tiene un mínimo de
líneas; y, el 80% de las mujeres de la serie carecen de influencia y son
relativamente tontas.
Igual me daría un
poco de pena que no tuviera segunda temporada puesto que no es una mala
historia y entretiene. Sus detractores la acusan de ser es un poco lenta (solo
tenemos un asesinato por capitulo). Dicen es demasiado global y ofrece demasiados
escenarios. Cierto, de Mumbai vamos a Praga, de Antibes a Moscú, de Londres a
Tel Aviv (aunque ya Haaretz descubrió
que las escenas israelíes son filmadas en Croacia. Ahora la Tierra Santa es
Desembarco del Rey). No hay tiempo para entender lo que pasa, o para interesarse
en los personajes. Sin embargo, yo creo que el gran problema, es como dijeron
en Digitalspy, que uno siente cero empatía por los personajes. No es porque sean
judíos o hindúes, es que simplemente no te atrapan.
Hay ratos que
siento cierta afinidad con Alex, el protagonista, y eso porque lo interpreta
James Norton que me causó buena impresión como el vicario-detective de “Grantchester”
y Andrei Bolkonski en “La Guerra y la Paz”. Tampoco puedo cerrar mi corazón
ante la tragedia de Ludmila (Sofia Lebedeva) , la maquillista rusa secuestrada por tratantes de blancas
y vendida a un mafioso/magnate israelí, pero la mayoría de los personajes me provocan
hastío, rabia o incomprensión.
“McMafia” está basada en McMafia:
A Journey through the Global Criminal Underworld de Misha Glenny. A pesar de ser una investigación periodística,
los guionistas Hossein Amini (“The Alienist”) y James Watkins (“Woman in Black”)
lucharon por conseguir los derechos desarrollando una historia de ficción para la BBC que tendría como marco los sucesos documentados por Glenny.
Alex es el nene
que lo tiene todo. Graduado de elegantes internados y de Harvard, dueño de una
fundación bancaria exitosa, con novia trofeo, y guapachoso más encima. ¿La
falla trágica de Alex? Se apellida Godman y nació en Rusia. Dimitri (Alexei Serebryakov), su padre fue un
capo de mafia que, para salvar el pellejo de su familia, se mudó a Londres
donde vive no sé de qué. Porque no creo que el welfare le esté pagando el departamento, las drogas que consume su
hija, o las capas de armiño de su mujer.
Alex quiere ser
el perfecto caballero londinense—solo le faltan el bombín y el paraguas— y
ganarse la vida honestamente. Nene, el mundo de las finanzas es un nido de
cocodrilos. Pero ahí está el tío Boris (David Dencik) que parece vivir de juerga y que tiene
mano larga con las mujeres sea su criada filipina o una azafata de El-Al. Tío
Boris que, por alguna inexplicable razón es la persona favorita de Alex, desea
que el chico se le una porque ‘él si que es mafioso con mayúscula. Para
obligarlo esparce el rumor de que Alex anda en tratos con dudosos financistas
rusos.
Desprestigiado,
Alex acepta una reunión (bajo un simulacro de bombardeo en Tel Aviv) con el
político y magnate israelí Semyon Kleinman (David Strathairn) . Semyon solo necesita del apoyo y
sapiencia bancaria de Alex para una lavadita de dinero en Mumbai y a cambio le ofrece,
invertir en su decaída firma. Alex se niega, pero todo cambia cuando Vadim, el
rival de negocios de Semyon y Boris, hace que degüellen a este ultimo enfrente
del sobrino.
Un poco por
venganza, un poco por proteger a su familia a la que Vadim corrió de la Unión Soviética,
Alex acepta convertirse en el socio de Semyon lo que lo llevará cuesta abajo por
una pendiente de crimen y corrupción que a todos los que conocemos la historia
del Padrino nos sonará familiar. Y a este Michael Corleone ni siquiera le
consiguen por esposa una virgen siciliana.
Vamos a ser
francos, lo que nos gusta del Padrino son los gánsteres pintorescos, la cálida
y unida Familia Corleone, los conflictos morales de Michael y ese milieu de un
crimen organizado que se convierte casi en una parodia del sueño americano.
Nada de eso existe en “McMafia” y todo lo que muestran me hace bostezar. porque
nos pasamos minuto tras minuto con las cuitas de los Godman que están muy lejos
de ser Los Soprano, y entremedio no hay suficiente suspenso ni violencia que
nos compense.
Antiguamente se
acusaba a este tipo de series de glamorizar el crimen. Aquí hay otra sensación,
la de que el crimen organizado es un Kraken cuyos tentáculos están en todos
lados, que es imparable e inevitable. En cada capítulo vemos como personas
inocentes (y no tan inocentes) son secuestradas, violadas, obligadas a delinquir,
y asesinadas. Y nadie hace nada. Los políticos son corruptos, la policía es
corrupta y esto es un fenómeno mundial. Creo que eso es peor que glamurizar el
crimen.
Sin embargo, hay
algo excitante en todos esos tejes y manejes que se pueden hacer ahora en casa
desde tu ordenador; en el modo en que la tecnología está al servicio del crimen;
y por supuesto, está el placer de tener tanto dinero. Un mafioso ruso retirado tiene un
departamentazo en Londres. Su rival,
mafioso activo, contrata Versalles para dar una fiesta. Un narco mexicano tiene
una villa en la Riviera, y un criminal israelí se asolea en una mega piscina
propia en Tel-Aviv.
Lo triste es que
nadie es feliz, nadie está contento. Los personajes son tan miserables y
disfuncionales como cualquier hijo de vecinos. No saben entretenerse, aparte de
consumir drogas y alcohol y pasársela en fiestecitas que se ven la mar de
aburridas. Yo creo que eso es lo que nos irrita de los personajes, su falta de
imaginación, su inercia emocional. Uno no puede creer que se venda el alma al
Diablo por nada y que esa falta de visón afecte a bandidos de todas las razas y
colores. Lo que nos lleva a una investigación de como esta fábula sin moraleja presenta
la diversidad.
Gente de color
Hindues maleantes |
Egipcio secuestrador |
Pues no hay mucha. Los hindúes son brutos y
brutales, se visten y actúan como maleantes de barrio y hablan con acentos
caricaturescos. Los árabes son una masa de delincuentes, secuestradores,
violadores, asesinos y traficantes de drogas. Los africanos…a ver. En cinco
capítulos solo hemos visto dos. Un negrito que vende carteras por las calles de
Praga (¿no pudo emigrar a un sitio más cool?)
y que dice tres palabras, y la asistente de Alex (Kemi Bo-Jacobs), una mujer guapísima que
obedece al escandinavo nombre de Karen Olsen, y que es como la única mujer
inteligente de la serie. Lástima que sea un personaje secundario.
Karen Olsen |
Orientales
La criada filipina del Tío Boris es muda
quizás porque le tiene miedo a ese patrón tan bullicioso e imprevisible o tal
vez no sepa hablar inglés. Terminan matándola los mismos sicarios que degüellan
a Boris. Uno de ellos, el asesino del tío de Alex tiene ojitos achinados por lo
que debe venir de alguna de las repúblicas asiáticas de la ex Unión Soviética.
Si le creemos a
la serie, los habitantes de Checoeslovaquia (tan vapuleada pero también rica en
historia y en contribuciones a la civilización occidental) son ciudadanos de
tercera, todavía dominados por los rusos. Los que aparecen en la serie se dividn
en obesos brutos, niñas tontas y drogadictas, y policías corruptos metidos a
criminales que terminan de traidores delatores.
Vengo de México Lindo y Querido
Como no hay otros latinos en la serie, tenemos
que tomar a Antonio Méndez como el que nos representa a todo el continente. Es interpretado
por un brasileño, Caio Blat cuyo español es deplorable. Méndez aparece en la
vida de Alex como un misterioso Señor Ripley que jura que fueron cuates en Harvard.
A pesar de los abrazos de oso que le propina Méndez, Alex no se acuerda de él
para nada. La foto de Méndez en el anuario no corresponde al físico del Méndez
presente (a menos que se haya sometido a severas cirugías plásticas).
Méndez es urbano,
sofisticado, viste de Armani y sabe hacer negocios. Conquista primero a la
impresionable Rebecca, novia de Alex, para luego deslumbrar a la pareja con su yate y su villa en la Costa Azul. Antonio representa al Cartel Mexicano (como si hubiera
uno solo) y necesita que Alex convenza a Semyon Kleinman, su mafioso socio israelí,
que les proporcione sus barcos para traer droga a Europa. Nyet dice Semyon. Con esa gente todo lo que uno consigue es acabar
sin cabeza en una fosa común en el Desierto de Sonora.
Tiene razón, pero sentí como que había ahí un
prejuicio. ¿Por qué, en esta serie, los cartelistas son peores que los rusos
que violan niñitos judíos gays, o los hindúes que matan inocentes contadores, o
los egipcios que dejan niñas malheridas en medio del desierto o los checos que
lanzan gente por las terrazas? Si, ya sé,
Praga es la capital mundial de la defenestración.
En su fin de
semana en Antibes, Antonio asombra a Rebeca contándole como llegó a California
en una panga. Que le tomó cinco años conseguir la tarjeta verde y una vez
legal, pudo asistir a Harvard junto a Alex, cuya familia nunca vivió ese tipo
de problemas. Suena como una sucess story.
Antonio representa la capacidad de alcanzar el American Dream, pero también la
peor pesadilla de la Era de Trump. Es el ilegal que viene a perpetrar crímenes
y delitos en la Unión Americana. Cuidado con darles documentos a los mexicanos
o permitirles asistir a buenas universidades, siempre terminarán mordiendo la mano
que se les extiende.
Una gran queja en
contra de “McMafia” es la indolencia de sus personajes femeninos. En estos
tiempos, esa es una queja grave. Primero, no hay protagonista femenina. La que
pasa por tal, Rebecca Harper (Juliet Rylance) es todo un ejercicio en deficiencia mental
y eso que se supone que es la asistente de uno de los banqueros más importantes
del mundo.
Me dicen que Sir
Mark Rylance ha criado y las ve, a sus hijastras como hijas, pero Juliet no ha
heredado ni un gramo del talento de su padrastro. No me impresionó en “The
Knick”, no la encuentro guapa ni interesante, ni buena actriz. A ratos parece
querer imitar el estilo de hablar de Rosamund Pike, lo que es un poco patético.
La pobre Rebecca
es tan insignificante que su suegra se queja de que, a pesar del sueldo millonario,
“Becky” todavía se viste como colegiala. Nos quieren hacer creer que Rebecca es
un personaje dotado de código moral y ética, que funge como la Pepe Grillo de
Alex-Pinocho, pero es imposible ser la voz de la conciencia de alguien a quien
no se conoce.
Rebecca vive con
Alex, duerme en su cama y no sabe nada de él. Se supone que es como la Kate del Padrino,
pero el personaje de Diane Keaton vivía en los 40s, una época en que las
mujeres se caracterizaban por ser pasivas, ignorantes o fingir serlo. Aparte
que Kate no compartía casa, techo ni vida con Michael Corleone. Rebecca es tan incauta
y corta de vista que se entera de los viajes mafiosos del novio a través del
globo terráqueo, solo porque revisa el servicio meteorológico en línea que
contrata Alex. Ósea, Alex desaparece por una semana y ni siquiera pregunta la
novia ‘” ¿Dónde vas, Darling?
La audiencia
rugió cuando, a mitad de la serie, Alex le pidió matrimonio a Rebecca. Primero,
que no se entiende por qué querer casarse con una mujer que no le ofrece ni
apoyo, ni misterio, y no ejerce influencia sobre él. Ni siquiera los vemos
haciendo el amor, parecen una pareja que lleva mucho, tal vez, demasiado tiempo
juntos.
Segundo, Rebeca
es demasiado poquita cosa para ser la matriarca de una familia mafiosa. Por mas
que nos disguste la pendiente por la que rueda Alex, lo queremos junto a una
mujer fuerte, controlada, dotada de voluntad propia. Si algo hemos aprendido de
“Los Soprano” y “El Imperio del Contrabando” es que, en el mundo de la mafia,
la mujer no sobrevive si no sabe encontrar su lugar.
Tampoco es como
que las mujeres de la Familia Godman tengan mucho que decir. Oksana, la
matriarca, en su juventud fue una obediente miembro del Partido y ahora para compensar
se la pasa en fiestas o de compras. Le
gusta quejarse del marido, menospreciar las parejas de sus hijos y controlar el
vestuario ajeno hasta el de su guardaespaldas.
Su hija vive borracha, se droga
con la amante del padre, va mariguanada al entierro del tío, y pelea con su devoto
novio Femi (Clifford Samuel) . Ohhh se me olvidó! Femi
también es negro. Es que el pobre es tan discreto y sumiso que los televidentes
se olvidan de que existe.
El fiel Femi |
A pesar de que,
en la vida real, muchas mujeres se involucran en el crimen organizado e incluso
son jefas de familias mafiosas como la Donna Imma de “Gomorra”, aquí las que lo
hacen están en posiciones muy subordinadas y tampoco hacen buen papel. Pensemos
en la fría e insensible Tanya (Yuval Scharf) , la mano derecha de Kleinman en su negocio de
trata de blancas/escuelita de espías, o la pobre y humillada guarura de Oksana
Godman. La que mas nos impresiona es la vecina-sicaria de Rebecca que finge ser
la dulce mamá soltera de una bebé llorona, pero como fracasa en matar a la
novia de Alex, tampoco es para darle un premio en competencia.
Las únicas mujeres
en esta historia que valen algo, que no consumen ni viven de compras, que no
tratan de matar ni de robarle el marido a nadie, son rusas y es que en esta
historia la nacionalidad que sale mejor parada es la de los súbditos de Putin.
Son los unicos que inspiran algún tipo de admiración por su inteligencia o
compasión por su inocencia vulnerada. Incluso el peligroso Vadim no hubiera
atacado a Boris, si éste no le hubiera mandado pegar una bomba en la puerta del
auto.
Los hijos de Madre Rusia
Vadim Kalyagin (Merab Ninidze) es
el personaje más peligroso de la historia, pero también el mas inteligente. Un
veterano de Afganistán y de la KGB que sabe dónde duele más la tortura; un
excelente investigador, el único en creer que el cuento del suicidio del socio es
mentira: un hombre centrado, sereno, pero que es capaz de matar con sus propias
manos a un enemigo y a palos, como De Niro en “Los Intocables”.
Vadim, sin
embargo, en dos ocasiones está dispuesto a deponer las armas, a fumar la pipa
de la paz con los Godman, y en ambas ocasiones es traicionado por ellos. Lo que
marca la diferencia entre los judíos rusos y los rusos. Pero del antisemitismo de
“McMafia” hablaré en otra ocasión.
La Embajada Rusa en Londres también ha
protestado por el retrato de sus conciudadanos y ha dicho que es falso ese
retrato de mafia rusa dominando el bajo mundo londinense. No les han hecho
mucho caso, pero quisiera que repararan que, aun mostrándolos como criminales,
Hossein y Watkins se han esmerado en darles un rostro humano a los rusos. Vadim
es reflexivo, escucha las exhortaciones de su compadre y ex colega de la KGB,
Ilya (Kyril Pirogov). Lo vemos descansar en familia, jugar con su perro, llevarle flores a la
tumba de una esposa a la que todavía llora, preocuparse porque su madre coma bien,
prenderles velas a los iconos y, sobre todo, lo que define a Vadim es su tremendo
y corleonico amor por su única hija.
Vadim y su perro "El Pequeño Vadim" |
Eso es algo que
no vemos en los Godman, a pesar de los constantes lamentos de Alex de que “todo
lo hago por mi familia”. No lo vemos en el único representante del mundo latino
que más encima es tan ladino que le anda haciendo al Latín Lover con la mujer de su nuevo socio. Para colmo, nos muestran al mexicano como tacaño.
Cuando visita a Rebecca en el hospital, en vez de ser precedido de canastos de
flores, le trae un cactus. ¡Que codo!
En cambio, los
rusos pueden argüir que las dos únicas personas realmente buenas del cuento
vienen de la ex Unión Soviética. La primera es Ludmila, la maquillista que cae
en manos de los traficantes árabes y luego es reclutada a la fuerza para la escuelita
de zorras-espías de Semyon Kleinman. La única razón por la que Ludmila abandonó
su país fue para ganar más dinero para costearle una operación a su madre.
A pesar del
trauma vivido durante su secuestro, Ludmila es inteligente, aprende rápido, se
da cuenta de las cosas e inspira confianza e incluso cariño en quien la rodea.
Es ella quien salva a Semyon quien la traiciona, porque su personaje ha sido
creado para ser una máquina de duplicidad. En cambio, Ludmila es agradecida y
eventualmente le devolverá el favor a quienes realmente la ayudaron.
Ludmila, sin embargo,
cae en el cliché de la mujer-víctima, tan despreciado por una rama del
feminismo, pero tan utilizado por esta nueva y discordante generación de mituteras.
Diferente es el caso de Natasha, la única hija de Vadim que es tan ingenua, tan
perfecta que ya parece princesa de cuentos de hada ruso y que no tiene cabida
en este cuento de terror.
Interpretada por la actriz de 31 años Ana
Levanova, Natasha representa perfectamente a una adolescente ilusa y soñadora.
En ella no hay esas falsas miradas de cándida sorpresa con las que Rebecca
intenta escudar su estupidez. Natacha es genuinamente ingenua.
A través de la
serie vemos a Natasha jugar con niños y perros, cuidar de la abuela, invitar al
papá a compartir con sus amigos, rezarle a la Madona, comer pastel sin miedo a
engordar y, a diferencia de las sopaholicas Godman, la única vez que la vemos
gastando dinero es para comprarle un bolso de mano a un vendedor ambulante en
las calles de Praga. Si nos hubieran dicho que era virgen lo hubiéramos creído.
Es una extraña sorpresa cuando Vadim, en el sexto episodio, menciona que
Natasha tiene un pretendiente. ¡Y yo que ya estaba planeando una fanfiction de Alex y Natasha! El mafioso insta a su hija hacer una vida
aparte, en pensar en ella, no en los otros. Pero ya sabemos que Natasha vive
por su padre.
“Mira ese rostro”
le advierte Ilya a Vadim en el cumpleaños de la niña, “recuérdalo antes de
hacer alguna tontería”. Pero Vadim para
hacer tonterías, tiene que cerrar los ojos. Esa cerrada de puerta en las narices
de Natasha (otro eco del Padrino) es una metáfora para que Vadim olvide a su
hija y se lance a castigar a los Godman.
Y aun así está dispuesto a negociar
con ellos, hasta que la duplicidad de Semyon Kleinman y de los Godman lo hacen
perder lo que más ama. SPOILER Por culpa de Vadim, Alex Godman pierde un hijo que no
buscó, no deseaba y del que ni siquiera sabia que existía. Por culpa de los Godman,
Vadim perderá a una hija que no solo era su vida, además era lo único puro en
un mundo infecto.
Este episodio es
para mí la mayor señal de que McMafia es capaz de representar criminales con
cierto honor, cierta humanidad, algo que no hace cuando tiene que representar a
los judíos, sean honestos o mafiosos. De eso hablaremos en mi próxima entrada.
Yo era consciente de que en esta serie las diferentes nacionalidades estaban representadas de forma negativa, pero yo lo achaqué al tema que se trata en ella. Es decir, si van a hablar de las organizaciones criminales que se han apuntado a la globalización, me parecía lógico que te enseñaran lo peor de cada casa, por lo que en ningún momento tomé la parte por el todo, interpreté que esas personas no representaban a todos sus compatriotas, sino que representaban a las distintas mafias de cada país y como estaban formando lazos criminales por todo el mundo con la avaricia como el único nexo de unión entre ellas.
ResponderEliminarPor todo esto no me desagradó que la serie sea cliché tras cliché, porque creo que todo lo que cuenta pasa en la realidad: que delincuentes hay de todos los colores y utilizan las nuevas tecnologías y herramientas financieras aparentemente legales para lavar dinero y seguir con sus trapicheos a gran escala; no sé qué grado de veracidad hay en los datos aportados por la serie ni las fuentes que dadas por el escritor del libro en que se basa, pero lo que cuenta me parece verosímil y, como tú señalas, pensar que el crimen organizado extiende sus tentáculos por doquier es lo más escalofriante de Mcmafia.
Respecto a las mujeres de la serie y en particular Rebecca: completamente de acuerdo contigo, todos son personajes muy mal dibujados (algunos apenas perfilados a brochazo gordo) y la que se supone protagonista me produce sopor e irritación a partes iguales, me daban ganas e cogerla de las solapas y decirle: chica, que tu maromo es hijo de mafioso, no hay que ser Einstein para sumar dos y dos y adivinar el percal en el que anda metido. Como bien dices no tiene madera de matriarca mafiosa, que es lo que tendría que ser en el futuro si Alex sigue por este camino, lo mejor sería que se vaya y deje de ser un peso muerto en la serie, porque en esta serie es lo que les pasa a los personajes femeninos: no aportan, son un lastre para los hombres, lo cual me parece de un machismo descarado por parte de los guionistas, porque no es una ni dos, son todas (Hasta la hija de Vadim es tratada así: él no puede actuar como desea hasta que no le arrebatan lo que más quiere y entonces, ya sin cortapisas, puede hacer lo que quiera sin miedo a las consecuencias porque no tiene nada que perder). Y tal como va la temporada no creo que mejore mucho en este aspecto.
Lo de la lentitud de la trama y la falta de empatía con los personajes me parece lo más grave de la serie, y diría que la falta de empatar o conexión con los personajes es lo peor. A Alex quieres que las cosas le vayan bien porque el actor es solvente y capaz de transmitir emociones a pesar de que creo que las indicaciones interpretativas que le han dado han sido algo así: "estás interpretando a un ruso y los rusos son fríos y, como todo el mundo sabe, no expresan emociones, así que pon cara de póker la mayor parte del tiempo y arruga el ceño de vez en cuando", incluso así, James Norton logra que veas que la procesión va por dentro, todo lo contrario que Rebecca que tranmi te la misma profundidad que un charco en el asfalto (siento el haterismo, pero es un personaje tan insulso que me enerva, estoy todo el rato diciéndole: "déjale y huye, ¿no ves que no estas echa para esa vida?").
Los demás personajes son todos desagradables así que no empatía o con ellos, pero no porque para que me guste un personaje tenga que ser agradable, sino porque no entiendo sus motivaciones, están poco explicados, a ver si est mejora con el paso de los capítulos.
Un beso Male
P.D.: Yo a Alex lo shipeo con Karen, es poco probable porque Karen parece demasiado íntegra para aceptar los negocios sucios de Alex, además es amiga también de Rebecca y estaría feo que se liara con él y lo más seguro es que nos sigan mareando con los vaivenes de su relación con Rebecca, que para mí no lleva a ninguna parte, pero yo por ahora los shipeo porque me transmiten más química hablando de finanzas que Rebeca y Alex en la cama.
Uff, Fátima, gracias por venir. Estoy con los nervios de punta a la espera de una solución de una crisis doméstica en Chile y con unas alcachofas que se llevan cociendo mas de una hora y todavía están duras como rocas, así que bienvenida seas para distraerme.
EliminarCuando yo era chica, que los malos fueran congoleses o noruegos no tenía importancia, eran villanos. Pero en esta época de diversidad, de corrección política y de preocupación de no ofender a minorías, las nacionalidades y orígenes étnicos importan. Por algo en McMafia no se ofenden grupos que puedan armar un escándalo (no hay ningún villano de origen africano y los gays son estrictamente judíos, el grupo más desprestigiado de la serie).
En los 90s cuando me especialicé en servicios a minorías, en la Facultad de Bibliotecología me enseñaron a estar alerta a ciertos clichés negativos en el material con el que trabajaba. No debería haber personajes étnicos totalmente malos o buenos. Y si los había, siempre debía existir un balance, la inclusión de personajes positivos de la misma nacionalidad. Eso no lo vemos en la serie no hay mexicanos buenos, ni checos buenos, hasta el hacker hindú parece entusiasmarse ayudando a sus secuestradores. De los judíos ya tengo cinco páginas escritas, así que los vamos a dejar aparte.
Bien dices que el libro de Glenny puede exagerar el algún aspecto. Es un ex periodista de la BBC, su señora es una presentadora de la BBC, cada día confió menos en la BBC que está llena de prejuicios. Lo cierto es que el publicó un informe investigativo, el rostro humano, los personajes se los inventaron Amini y Watkins. Ni siquiera están basados en personajes reales. Ludmila esta basada en una chica moldava que fue secuestrada y acabo en un burdel israelí. Semyon Kleinman se dice esta basado en el gran mafioso israelí Zeev Rosenstein, ahora en prisión, pero hay diferencias atroces. Rosenstein no era ruso (su padre era rumano), pero zeev nació en Jaffa, nunca fue dueño de astilleros, ni magnate. Hizo su fortuna en el tráfico de éxtasis y nunca fue miembro del Knesset.
Pero vamos a dejar a Israel y a los judíos para mas adelante. Como dices el problema de McMafia es que los personajes no caen bien. Y eso que Misha Glenny dice que los Goodman son representados con mucha simpatía y David Strathaim insiste en que su personaje “no está exento de compasión” (¿WTF? ) Como dices James Norton nos hace a Alex atractivo. Tal vez porque siempre hace de bueno (me lo recomiendan en “Happy Valley” donde dicen que interpreta un villanesco delincuente). Pero su familia es repelente, y tan consumista. Por eso es por lo que los comparo con la familia de Vadim tan sencilla y hogareña.
Hay muchas exageraciones y falsos datos en la serie. En Israel, la mafia más poderosa no es la rusa sino la magrebí. En Inglaterra, la mafia rusa opera dentro de un circulo de clase media, de criminales menores, no de multimillonarios como los Godman. Son como la gente de “Eastern Promises” dueños de restaurantes, de barberías, etc.
Rebecca parece vivir en una nube, y es tan bruta que después de llamar a Alex “incivilizado” se va a ir con el “civilizado” Antonio. Yo no creo que haya segunda parte. Creo que Amini consiguió lo que quería, y los ratings son bajísimos. Dicen que otra queja son los subtítulos. Ahora parece que los televidentes son analfabetos.
Para ser sincera, al final yo estaba totalmente del lado de Vadim. Nunca creí en el sufrimiento de Alex, yo creo que Rebecca sobrevivió para dar las gracias de librarse de ese novio y de esa familia, y Dimitri es el mafioso más chambón que he visto en mi vida. Ya parecía el papá de Ray Donovan.
Si buscas en mi lista de etiquetas por el rotulo “gánsteres” veras que me encanta el género, me encanta el filme noir, así que no son las actividades criminales de estos personajes lo que me hace despreciarlos. Muchas gracias, me alegro mucho de que hayas visto “McMafia” y más de que vengas a compartir tus opiniones con nosotros.