Todos los Downties estamos familiarizados con esas
listas de Google tituladas “películas para llenar la ausencia de Downton
Abbey”; “miniseries que se parecen a Downton Abbey”; “si te gustó Downton Abbey
ve…” etc. A la par de aprovecharse de nuestra necesidad y añoranza, estas
listas chantas nos ofrecen cosas que ni se parecen a DA. Por eso me propongo
remediar ese yerro, dando una lista que sea representativa de lo que
necesitamos. Pero antes, hay que
identificar los atributos que nos hicieron amar la creación de Lord Julián
Fellowes.
Revisar esas
listas da pereza. “Los Tudor” y “Call the Midwife” son excelentes series, ¿pero
¿qué tienen que ver con “Downton Abbey”? La Saga de los Forsyte, muy buena, pero,
aunque se trate de la vida de una familia desde el periodo victoriano hasta los
locos 20s, no es lo que estamos buscando los Downties urgidos.
Lo que hace a “Downton
Abbey” tan singular, es la dinámica de arriba y debajo de las escaleras: la
relación entre amos y criados. Es una relación que solo puede darse en un
contexto anglosajón, por lo que “Las Reglas del Juego”, esa joya de Jean Renoir
se parece, pero no es. A pesar de mostrarnos a una familia aristocrática, de la Francia
(y sus sirvientes) en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, que ofrece a sus invitados
un fin de semana de cacería en su casa solariega.
Sucede que aun en
ese tiempo la conexión entre patrón y sirviente en Francia era distinta a la del
Reino Unido. La sociedad inglesa estaba dividida en castas definidas lo que
gobernaba la sinergia entre miembros de clases diferentes. Incluso un filme
como “Sabrina” que tiene lugar en una mansión de Long Island en donde los hijos
de una familia acaban enamorados de la hija del chofer, tampoco corresponde a
la realidad "downtoniana”.
Precisamente
porque la relación amo-criado era tan particular en el mundo anglo es que no puede
compararse ni siquiera a la de la clase patronal y sus obreros y empleados. Por
lo que series como “Mr. Selfridge” o la ibera “Grand Hotel (que ha sido vendida
al extranjero como la Downton española) tampoco califican como parecidas al
mundo de la Abadía.
La primera regla
entonces es que la historia debe ser vista no solo desde la óptica de la clase
dominante sino también desde la de un staff doméstico. Todos ellos deben habitar una
mansión, de preferencia lejos del mundanal ruido. Puede ser un castillo una
casa de campo, un lugar grande con connotaciones históricas y con nombre propio
como las Abadías de Northanger y Downton, Thornfield Hall, o Manderley, donde
la sombra de Rebecca sigue persiguiendo a su sucesora.
Los puntos de
vista de amo y criado coexisten con los de los extraños que se relacionan con
ellos y que nos ayudan a entender cómo se maneja ese tipo de casa y la familia
que la posee. Ahí es donde entran en juego las famosas visitas de fin de
semana. Las house parties sin la cuales
no sobrevive este tipo de ficción que alguien ha llamado Horse &Manor. A
propósito,” house party” es una combinación bisemántica que se aplica tanto al
evento que agrupa invitados y anfitriones, como a los mismos invitados (y sus
criados) que asisten al evento.
Las propiedades
familiares (los Stately Homes of England
a los que les cantaría Sir Noel Coward) eran el sello de una familia
aristocrática, las sucesoras del castillo feudal. Para el Siglo XVIII, una
propiedad en el campo se había convertido en un símbolo del linaje de un
aristócrata y la característica obligatoria del nuevo rico. A medida que las
clases altas gravitaron hacia Londres y la Corte, la casa de campo se volvió un
espacio para descansar en familia, pero también para recibir amigos y
deslumbrar extraños con el boato de los cien sirvientes, las cenas opíparas y
las fastuosas cacerías.
Para el siglo
XIX, hasta la Reina Victoria gustaba de visitar a sus súbditos lo que representaba
un gasto desmesurado y una tremenda incomodidad para sus anfitriones. Una vez
tuvieron que correr al Duque de Wellington de Walmer Castle porque Vicky les
cayó de improviso y necesitaban de la mejor pieza de invitados. Para
entretenerla, los omnipresentes Cecil tuvieron que gastar mas de 70 mil libras
esterlinas em ocasión de la visita real a su casa familiar, Hatfield House en Hertfordshire.
Para finales de
la era victoriana y comienzos del Siglo XX, la Edad de Oro del country house, las visitas podrían esperar
entretenimientos mas variados. A la cacería se les unirían deportes como tenis,
golf y cricquet. Para dentro de la casa habría recreaciones como billar, bridge,
charadas y otros juegos de salón que encantaban a la aristocracia.
Equipo Downton de criquet (ITV) |
Las visitas
también eran mas cortas. Ya nadie se la pasaría once semanas como Katherine Morland
en la Abadía de Northanger. Ahora no se esperaba que los invitados pernoctasen
mas de dos noches en las propiedades rurales, y a pesar de que Lady Violet
fingiese no saber lo que era un weekend,
las country house parties tenían
lugar de viernes a domingo.
Para el siglo XX,
los country house weekends no solo
servían para evidenciar la alcurnia y fortuna de los terratenientes sino
también eran centros donde se hacían negocios y se tomaban decisiones políticas
Chequers, la casa solariega de Winston Churchill estaba llena de invitados los
fines de semana con gran desperacion de Lady Clemmie que tenia que hacer
malabares con los escasos recursos económicos de los que disponía.
En “These Foolish
Things” vemos uno de esos fines de semana ser utilizado por un novel dramaturgo
para poder conseguir la subvención económica de una millonaria americana. Pero
lo que será un lugar común de todas estas ficciones, es como las visitas a casas señoriales y las
invitaciones de los dueños de estas corresponden a un mismo propósito, conseguirles
maridos a las hijas casaderas. Como supimos por “Downton Abbey”, romance y
matrimonio eran preocupaciones primordiales tanto arriba como debajo de las
escaleras.
Desde el cierre
de la abadía muchas series, (“Victoria” “The Halcyon” “Parade’s End”, “Mercy
Street” y “The Crown”) han sido mercadeadas como la nueva “Downton” Solo una de
ella amerita ese título. Aunque inferior a su análoga, en muchos aspectos
“Victoria” es la más cercana al esquema downtoniano. Eso es algo que voy a
explorar en una entrada futura con la que comenzaríamos a ver, en orden
cronológico, las series, películas y libros que se asemejen a “Downton Abbey”.
Primero vendrían
las que corresponden a la Belle Epoque
o Edwardian Era que son las que se
emparejan a la primera temporada de DA, que comienza con el hundimiento del
Titanic y acaba con la declaración de la Gran Guerra. Seguiríamos por los Años
20, con los cambios sociales impuestos por la Primera Guerra Mundial, el
enfrentamiento entre lo antiguo y lo moderno que vimos como tantas veces afectó
la vida de Robert Crowley, y como la modernidad liberó a las mujeres en muchos aspectos.
Para el final viene el declive, con la década que siguió a la Gran Depresión
con sus miedos, su debacle económica, la necesidad de ir reduciendo el personal
de las grandes casas, y también la inseguridad política que culminaría en la segunda
Guerra Mundial.
Antes de comenzar,
quiero dar una explicación a los” Austenianos” que me leen. A pesar de que la
obra de Jane Austen esta abarrotada de casas con nombres (Northanger Abbey,
Mansfield Park, Pemberly, etc.) y que sus personajes dividen su tempo entre
visitar y ser visitados, la ausencia de servicio marca la diferencia.
Jane Austen no se caracteriza por incluir
sirvientes y sus puntos de vista. El conjunto de fuerzas que gobierna “Downton
Abbe” no solo se apoya en el servicio doméstico sino también en la visión que
sus miembros tienen de sus amos. La mirada sardónica y honesta del criado es
necesaria (incluso cuando se equivocan como ocurre a veces con Daisy) para ayudarnos
a comprender a la clase dominante.
Para variar, Daisy protestando |
Debido a eso, elegí
para mi primera recomendación un ejemplo de la picaresca inglesa del Siglo
XVIII. Tom Jones, la historia de un expósito
de Henry Fielding trascurre en lo que hoy llamaríamos “Era Outlander” ósea
contemporánea al alzamiento jacobita en Escocia, tema que da para mucha
conversación en la novela. Hablamos entonces de un siglo antes del apogeo de
las casas de campo, de las house parties,
y de todas las reglas asociadas con el género “Horse &Manor”. Sin embargo,
hay elementos en Tom Jones que la
vinculan a “Downton Abbey.
Primero tenemos
la casa señorial que no es heredada como la Abadía de Downton, pero que si
refleja la importancia de quien la habita. Tenemos criados que expresan puntos
de vista y se involucran en la vida de sus amos, y encontramos ese distintivo
hobby, la cacería como punto de reunión social, pero también como generador de
romance. Sophia Western y Tom Jones se enamoran durante una cacería, tal como
Lady Mary Crawley encontrará tres amantes (Pamuk, Lord Illingham y Henry, su
segundo marido) en el ejercicio de ese pasatiempo.
Recomiendo la novela, que, aunque antigua, es
muy fácil de leer. Pero si son más de audiovisuales, entonces hay varias
adaptaciones para pantallas chicas y grandes Acabo de enterarme que hubo una
silente de 1917; la BBC está planeando otra para el próximo año, pero para mí
la definitiva es la fílmica de 1963. A pesar de que su director Tony Richardson
nunca estuvo satisfecho con ella, y el protagonista Albert Finney la odia, esta
película se ganó merecidamente cuatro Oscares, un BAFTA y un Globo de Oro.
Tanto la novela
como el filme se centran en el nacimiento de Tom que tiene lugar en Paradise Hall,
la casa señorial de Mr. Allworthy, un burgués millonario, viudo y sin hijos,
que vive en compañía de su hermana solterona Bridget. A pesar de que Allworthy
es un buen anglicano, dotado de virtudes de clase media, su fortuna lo está
subiendo de nivel lo que lo obliga a comprar una casona que reafirme su nueva
posición económica. Allworthy es ahora miembro de la pequeña nobleza rural, de
la clase de los Squires. La
diferencia con su vecino el bullicioso y zafio Squire Western es que este
último ha heredado propiedad y titulo y Allworthy es todavía nuevo en su clase.
Una noche, Mr.
Allworthy encuentra en su lecho a un recién nacido. Las investigaciones de su
ama de llaves, la Señora Wilkins, determinan que la madre del expósito es Jenny
Jones, una criada del pueblo. La gente mira con sospecha a Jenny porque le
gusta leer y está aprendiendo latín con la ayuda de Mr. Partridge, el maestro
rural. Hacen las sumas y deciden que la intelectual Jenny y el maestro son los
padres de Tom. Ambos son expulsados de la comarca. Allworthy adopta al pequeño
al que le da su nombre, Thomas.
Los Allsworthy y el misterioso bebé |
Pasa el tiempo y
Bridget se casa con el Capitán Bilfil, y tienen un hijo. Bilfil Jr. odia a Tom
al que ve como un intruso. Tras la muerte de sus padres, Bilfil se siente ya dueño
de la fortuna de su tío. Solo le faltan
dos cosas, la esposa adecuada y sacar de en medio a Tom Jones. Bilfil mata dos pájaros
de un tiro cuando descubre que, la que ya considera su prometida, Sophia
Western tiene amores con Tom. Al enterarse, el Señor Alworthy expulsa a Tom de
su casa.
A pesar de ser
una obra de tono picaresco, y de que el protagonista no es un dechado de
virtudes, Fielding impone ciertas generalizaciones maniqueas a su narrativa.
Allworthy, y tal como su nombre lo indica, es un hombre digno y meritorio que
ha seguido las reglas de su iglesia y por eso ha sido bendecido con riqueza. No
como la otra aristocracia representada por Western, y los corruptos nobles a
los que Sophia y Tom conocerán en su huida a Londres.
La infame Lady Bellaston |
La aristocracia
londinense, según Fielding, es depravada y desmesurada. Otro grupo que el
actor hace blanco de sus críticas es el servicio doméstico. A pesar de que, por
su posición social ambigua, Tom hace amistad con gente de abajo como el
guardabosques Black George, el servicio doméstico de Paradise Hall no es leal ni muy honrado.
Black George y Tom |
La Señora Wilkins
se revela como descontentadiza y soberbia cuando, creyendo a su amo a las
puertas de la muerte, le reprocha mentalmente que le vaya a dejar la misma
cantidad de dinero que a los otros sirvientes. Un pensamiento tan mercenario no se esperaría
de los criados de Downton, aunque tal vez si de una Miss O’Brien.
Las doncellas son
las peores en Tom Jones. Una de las
mucamas es quien delata los amores de Tom y Sophia; la doncella de Lady
Bellaston es tan maliciosa e inmoral como su ama, y Honor, la criada de Sophia,
tiene todo menos ídem. Está dispuesta a vender a su ama, pero cuando la
despiden elige huir con Sophia.
Los criados se despiden de Tom Jones |
Escogí el filme
de Richardson porque ahí se describe con más caridad a los de debajo de la
escalera. Al partir Tom de Paradise Hall, hay una escena en que se despide de
todos los criados y ahí se nota el grado de afecto que existe entre ellos.
Honor, aunque charlatana y atolondrada, es adicta a Sophia y acepta acompañarla
en su fuga a pesar de los riesgos que correrán ambas.
Sophia y Honor |
El mayor cambio
del filme es convertir a Jenny Jones en doncella de Miss Bridget Alworthy. Así
se explica mejor que Tom haya nacido en Paradise Hall y que se le haya
escondido en el lecho del amo. Cuando es interrogada, Jenny admite ambos
cargos, pero omite decir que no fue ella quien trajo al mundo al expósito. Jenny
acepta una vida de humillaciones y pobreza, y sacrifica su buen nombre a cambio
de proteger la reputación de su señorita, quien resulta ser la verdadera madre
de Tom Jones.
Cranborne Manor, alias Paradise Hall |
El filme hace uso
de la cámara para exponer la cúspide de la nobleza campesina con sus nuevos
integrantes, con sus casonas llenas de criados. Para encarnar a Paradise Hall,
se eligió a Cranborne, hogar ancestral de los vizcondes que portan ese título.
Pero la mayor muestra de lo que espera en el futuro a la aristocracia rural es
la escena de la cacería. Alerta: incluye
escenas violentas.
En “Downton Abbey” hemos visto los dos tipos
de cacería que el británico bien nacido practica hasta hoy: la inútil cacería
de zorros (hunting) y la caza menor (shooting) Tal como en Downton, Tom Jones muestra como la cacería sirve
de tertulia de la gente importante de la localidad; de ejercicio (esas carreras
locas ayudan a la transpiración de jinete y caballo) y de romance. El caballo
de Sophia se desboca, Tom logra
rescatarla y acaba con un brazo roto. El agradecido Squire Western se lleva a Tom
a convalecer a su casa propiciando así un espacio para que surja el amor entere
su invitado y su hija.
La cacería
ilustra la evolución de la nobleza sirviendo de puente entre el pasado
incivilizado y el futuro refinado. Lo vemos en la diferencia de comportamiento entre
sexos. Las mujeres van ataviadas con elegantes trajes de montar, sonríen,
saludan, se mueven con propiedad incluso en sus monturas, en comparación a la frenética actividad de sus
hombres que andan todos desastrados y se comportan como salvajes.
Traje de montar del Siglo XVIII |
Richardson no oculta su percepción de la
cacería como un deporte sanguinario. Vemos
a un jinete enterrar sus espuelas en los ijares de su caballo hasta hacer
sangrar al animal; a un campesino recoger un ganso que la batida de caza ha aplastado;
y lo peor es la ejecución por parte de un eufórico Squire Western del pobre
ciervo. Si no me opusiera a la cacería como deporte (y no solo porque mi
religión lo prohíbe) ver estas escenas me convencería. Y sin embargo serán las cacerías
las que definirán este género del Horse &
Manor que tanto apreciamos y que nos ha brindado “Downton Abbey”.
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