En El tiempo entre costuras, Maria Dueñas
retrata a Juan Luís Beigbeder como totalmente anglófilo y a su Rosalinda Fox
como espía total. Incluso los convierte en suministradores de agentes españoles
para el SOE (Special Operation Services). La principal, será Sira Quiroga. La historia real
nos cuenta que, en su exilio en Ronda, Beigbeder comenzaría a complotar contra
el Eje e incluso en contra de su Caudillo, y que, desde Lisboa, Rosalinda seguiría
ayudando a la causa aliada. ¿Pero volverían a encontrarse?
En Portugal, Rosalinda Fox abre un garito
llamado “El Galgo” donde acudirá el quien es quien lisboeta. Además, tomará en
esa capital un piso de cuarenta habitaciones en la que se refugiará el que lo
necesite. Ahí la encontrará Sira cuando llegue a Lisboa en pos de Manuel Da
Silva. Allí la encontrará Tom Burns, el protagonista de Papa Espía (de su hijo Jimmy Burns). Para los Burns está claro que Mrs.
Fox está al servicio de los ingleses. En otros lados dicen que Rosalinda
espiaba para las agencias de inteligencia estadounidenses.
El hecho es que
espiaba. Su mayor misión consistía en observar a las masas de refugiados que se
aglomeraban en Lisboa en espera de pasaportes para huir de Europa. Un miedo de los
Aliados era que entre los refugiados se ocultasen agentes nazis. Ese trabajo de
Rosalinda fue fundamental y a él se referiría Winston Churchill quien diría que,
sin la ayuda de Rosalinda Fox, la guerra hubiese tomado otro cariz.
Es necesario
volver a la novela de Maria Dueñas para ver la evolución de la labor de
inteligencia de la mancuerna Fox-Beigbeder, puesto que la autora los cree
confabulados para ayudar a la causa aliada. Tras el traslado de Beigbeder y su
amante a Madrid, Rosalinda bombardea a Sira con cartas sobre su nueva situación.
Unos meses más tarde, la costurera recibe una carta de su amiga invitándola una
fiesta en Tánger. Sira llega tarde y solo alcanza a tener una breve entrevista
con Rosalinda quien le cuenta que tanto ella como Beigbeder están desalentados
con el régimen Franquista y asustados de que España sea arrastrada a pelear por
el Eje.
Para evitarlo
ellos están reclutando agentes españoles que puedan recaudar y suministrar información
a los ingleses. Rosalinda conecta a Sira con el misterioso Mr. Jason que
resulta ser Alan Hilgarth, agregado naval en la Embajada Británica en Madrid y
maestro de espías (Ian Fleming se inspiró en Hillgarth para crear a James
Bond).
Hillgatth le dice
a la modista que en Madrid no deberá contactar ni a Beigbeder ni a Rosalinda.
Sin embargo, cuando (esto en la serie) Sira llega al piso que le han preparado
reconoce un tapete oriental que ella admirara en casa de su amiga en Tetuán.
Mas adelante, su exnovio Ignacio acusará a Sira de ser amante del Ministro de
Asuntos Exteriores revelándole que la policía sabe que Beigbeder le ha puesto
ese piso.
No he encontrado
en mis lecturas ninguna vinculación entre Mrs. Fox y Hillgarth. Ella en Marruecos
si tuvo contactos con el coronel inglés Henry “Hal” Durand de Tánger quien era
su enlace con Lord Halifax, en esa época (1938-1940) Ministro de Asuntos
Exteriores del Reino Unido. Rosalinda
era muy buena para los contactos. Cuando huyó de España en el otoño del 40, los
únicos en acompañarla al aeropuerto fueron Beigbeder y Benjamín Harrison Wyatt,
agregado naval de la Embajada de Estados Unidos en Madrid.
Respecto a una
participación de Beigbeder en el espionaje pro-inglés, no me parece tan
factible. A pesar de que, en una carta de Sir Samuel Hoare a Winston Churchill,
cuando Beigbeder todavía tenía la cartera de ministro, el embajador, a la par
de asegurar su anglofilia, lo describe como un “romántico emocional” y “un
español de la tradición de Don Quijote” Eso también podría explicar las
conspiraciones en las que se vería involucrado Beigbeder tras su caída de la Corte
Franquista.
A cada
rato me tropiezo con las palabras “Beigbeder” y “monarquía” en la misma página.
Es cierto que, en los 40s, se puso a conspirar a favor de la restauración de
los Borbones, pero todos los oficiales insatisfechos con Franco lo hicieron,
hasta Queipo de Llano. Sin embargo, este artículo de Berta González para El Mundo dice que Beigbeder planeaba instalar un gobierno
monárquico provisional en Tánger. ¿Cuándo? ¿De dónde sacan estos datos? Reitero, hay mucho que decir y saber de esta
pareja.
En sus memorias,
Rosalinda cuenta que, veraneando en San Sebastián, en 1940, ayudó a escapar a
tres aviadores escoses cuyos aviones
habían caído en Francia. Esto fue un esfuerzo conjunto con un agente de la SOE,
Peter Kemp (otro tipazo injustamente acusado de “fascista”). Beigbeder no solo
supo de esta hazaña prohibida por el gobierno franquista (que usualmente encarcelaba
los soldados aliados que caían en sus manos), sino que además les prestó un
automóvil oficial para que llevaran a los aviadores hasta Bilbao.
Mientras
Rosalinda seguía con su labor de espionaje en Lisboa, su amante se la pasó casi
tres años bajo arresto domiciliario en Ronda. Tiempo para pensar y decidir cuáles
serían sus lealtades. En 1943, viendo que los Aliados parecían ser el bando
ganador en la guerra, Franco levantó el arresto a Beigbeder, lo nombró general
de brigada y lo empacó en una misión diplomática a Washington.
Hasta hoy no se
sabe en que consistió esa misión que lo tendría en USA hasta el final de la
guerra. Maria Dueñas habla de un intento de crear puentes entre estados Unidos
y España, de cambiar la imagen del régimen franquista y de discutir el futuro
del África del Norte tras una victoria aliada.
Para entonces Beigbeder ya
estaba involucrado en conspiraciones monárquicas y no le interesaba servir a Franco.
Se dice que proyectaba una “España Libre” que sería una alternativa al régimen
franquista y que probablemente se instalaría en Marruecos con el Conde de Barcelona
de cabeza de gobierno.
Camino a Estados Unidos, Beigbeder hizo escala
en Lisboa lo que propició un reencuentro con Rosalía. Ella lo seguiría tiempo
después a Estados Unidos. Se dice que Rosalinda no se quedaría mucho tiempo en
la Unión Americana ya que encontró a su Juan Luis muy ocupado en otros devaneos.
Beigbeder realmente
estaba ocupado, muchos hablan de que llevaba una intensa vida social. incluso
se tomó un descanso en Las Bahamas donde visitó a los gobernadores del archipiélago,
los famosos Duques de Winsor con los que había hecho amistad cuando Edward y
Wallis habían recalado en Madrid después de la Invasión de Francia (si interesa
saber más de esta visita española y del papel jugado por Beigbeder, recomiendo Operation Willi: The Nazi Plot to Kidnap
the Duke of Windsor de Michael Bloch y la novela Te prometo un Imperio de Juan Vilches).
Encontré un artículo
de Allan Chase, contemporáneo a la estadía de Beigbeder en los Estados Unidos.
Escrito en ese estilo tongue-in-cheek
del periodismo liberal izquierdista de la prensa americana independiente de
entonces, el artículo está colmado de errores (desde que la Republica nombró a
Beigbeder agregado militar en Berlín, siendo que ya estaba ahí antes del 31, a
que después de haber perdido la cartera de ministro se fue a Marruecos). Lo que
si le creo es que Beigbeder era ya abiertamente monárquico, que no ocultaba su
antipatía por el régimen franquista, y que su labor en Washington mas que
ayudar a Franco buscaba seguidores para su causa, la de restaurar en el poder
“a la decrepita dinastía de los Borbones” como la llama Chase.
La cruzada
monárquica no llegó a ninguna parte. En febrero de 1945, Beigbeder estaba de
regreso en España y de brazos cruzados porque nunca más se le volvió a dar cargo
alguno. Para cuando su Rosalinda regresó a suelo español, en 1950, estaba
desolado, defraudado y acabado. Tal como ella lo describe en sus memorias era
un hombre “roto y enfermo”.
Aun así, Rosalinda
se empeña en un último proyecto en conjunto. Construir una casa en Guadarranque
en la Bahía de Algeciras, para que Juan Luis pase ahí sus últimos días mirando
hacia su amado Marruecos. Irónico que Rosalinda la desahuciada no solo sobreviva
a su amante, sino que también a sus cuarenta años, esté llena de energías.
El final de la
guerra la había dejado nostálgica de su patria. Tras vender “El Galgo” a su
socio Dimitri se estableció en Inglaterra donde se reencontró con Peter Fox. No
se sabe que mal espíritu la aconsejó, pero Rosalinda decidió regresar con su
marido. Medio año más tarde, los malos modos de Peter la enviaron al hospital
del que salió decidida a alejarse de un marido que seguía negándole el
divorcio.
Posiblemente, Peter
le quitaría su mesada. Aun así, Rosalinda hace una entrada triunfal en Andalucía
donde llega cargada de equipaje, con su hijo y un chofer hindú que conduce su Rolls
Royce. Tras conseguir permiso del gobierno y adquirir el terreno se puso a
construir una casa con su estilo, con la cabeza de galgo, el sello de
Rosalinda, por todos lados, y azulejos que le recordasen a Tetuán.
Tan llena de energía
estaba Mrs. Fox, que los vecinos recuerdan que se trajo también a un tal
Richard que a decir de quienes lo conocieron “estaba de bueno como para mojar
el pan.” Más tarde, en la edad en que las señoras entran en la senectud,
Rosalinda tendría otro amante, no tan guapo y más obviamente un toyboy, lo que entonces se llamaba un
gigolo. Pero a pesar de los Richards en su vida, Rosalinda seguía recibiendo a
su Juan Luis o iba a visitarlo a Madrid, pero el pobre caballero ya estaba en las
ultimas.
El General
Beigbeder vivió sus últimos días en una pensión de mala muerte, trabajando, casi por caridad, en la inmobiliaria de un amigo marroquí. Murió
en 1957 “ejemplarmente pobre” como lo describiría Dionisio Ridruejo. Su legado
fueron unas ropas y sus archivos entre los que se cuentan un amago de memorias.
La mitad del archivo la tiene el periodista José Mario Armero, la otra alcanzó
tierras marroquíes y la tiene el historiador Mohamed Ibn Azzuz Hakim.
Rosalinda siguió
su vida glamorosa. Hizo amistad con los ingleses de la zona con los que jugaba
bridge y también con algunos españoles como el diplomático Luis Cuervo quien le
escribiría un prólogo a las memorias de Mrs. Fox que se publicaron en una
edición muy limitada en 1999. Hoy, un
ejemplar en Amazon te cuesta arriba de setecientos dólares.
Hasta el final,
un final casi de indigente en el que tuvo que solicitar ayuda del ayuntamiento,
Rosalinda vivió su glamur, coqueta, elegante, vestida de Chanel siempre bien
peinada y maquillada, siempre generosa. Hay gente que recuerda que tenía unos
impulsos maravillosos. De pronto mandaba al Rolls Royce a la escuela local para
traer a los niños de merienda a su casa, o regalaba muñecas para Reyes, o
prestaba su autazo para llevar algún enfermo al hospital más cercano. Hay quien
dice que era altiva y que sus accesos de mal humor eran memorables.
Foto de Rosalinda con su grupo de Guaarranque y otra de ella anciana. |
Después construyó
unos apartamentos, luego una quinta, Quinta Rosalinda, donde falleció. Vendió todo
lo que tenía de valor. Aun así, no murió sola, tuvo una pareja de cuidadores
incluso cuando ya solo se la pasaba sin salir, viendo televisión. Murió a los 96 años,
demostrando que los diagnósticos médicos valen hongo, que el deseo de vivir y
el amor superan toda enfermedad. Y Rosalinda Fox tenia amor por la vida para
regalar.
María Dueñas con un retrato de Rosalinda |
Hay mucho que
criticar en la vida de Beigbeder y Rosalinda, pero mucho más que admirar. Le
agradezco a Maria Dueñas presentarnos a esta pareja de fábulas. Para mí, la
serie (el libro lo leí después) tiene un significado muy emotivo. Fue la última serie que vi y gocé con mi madre, por
lo que fue un parteaguas entre la persona que ya presentaba señales de
enfermedad mental y la que vino posteriormente, tan desequilibrada que no podía ni seguir una
serie y tampoco soportaba mi presencia a menos que fuera para zaherirme o
humillarme. Entonces El tiempo entre
costuras y sus personajes (Mi Ma adoró a Rosalinda y a Beigbeder) fueron el
ultimo nexo cariñoso que mi madre y yo compartimos.
Que increíble que Rosalinda haya vivido tantos años después de recibir ese diagnóstico! Me recuerda a una película que vi en el avión (Breathe) también basada en la vida real, que narra la historia del papá del productor Jonathan Cavendish quien se contagió de polio en Kenia y estaba destinado a una vida corta y deprimente en un hospital. No te cuento más para que la veas.
ResponderEliminar"Entonces El tiempo entre costuras y sus personajes (Mi Ma adoró a Rosalinda y a Beigbeder) fueron el ultimo nexo cariñoso que mi madre y yo compartimos."
Me alegro que al menos hayan compartido eso. A mi mama también le encantó esta serie.
Ja, me conoces hace 19 a`nos y todavia no sabes que yo vivo de spoilers? Si se de esa pelicula con Andrew Garfield y Claire Foy. Rodalinda era un personaje mágico. Isabel y El Tiempo son lo mejor que se ha hecho en España en este siglo.
Eliminar¡Excelente! Muy bonito el recuerdo y vínculo afectuoso que tuvieron tu mamá y tú por medio de esta serie.
ResponderEliminarMe agrada saber que a pesar de padecer una enfermedad y todo el stress que esto puede cuasarle a una persona, Rosalinda Fox, siempre tuvo un corazón generoso, siempre estuvo a la disposición de los demás y aunque sufriera de malhumor, y se entiende, fue un gran ser humano. RAFA
Eso es importante, lo generosa que era. Lo vemos aun en su vejez
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