Aunque ya hace rato
que, por cursilona, telenovelera y mal escrita, le tiré la cadena a “Las Chicas
del Cable” se me antojó ver esta última temporada. Aparte que quería ver como
acababa la primera colaboración ibero-Netflix, el ver a las telefonistas
metidas en la Guerra Civil me resultaba curioso. Quise ver si buscaban un
enfoque diferente, como lo ha hecho “Vidago Palace”.
¿En Dónde Quedamos
y Adónde Vamos?
La Cuarta
Temporada terminó en una trágica estampida. Lidia (Blanca Suarez) y su
pandilla, acompañada de hombres fieles como Francisco (Yon González) y Cristóbal Cuevas, fabrican un motín en la
cárcel para rescatar a Oscar-Sara (Ana Polvorosa) que va camino al cadalso. El
plan resulta, pero cobra una víctima, Ángeles (Maggie Civantos), que se
desangra lentamente, tiempo que le permite hacer una arenga, revelar que ella
es El Mirlo, y rogarles a todos que velen por su hija.
Angeles muere haciendo tetulia |
Tras esto, Lidia
y Eva emprenden la huida a America, para poner tierra de por medio entre la
niña y su débil padre y manipuladora abuela. Nos imaginamos que Sara y Carlota (Ana
Fernández) también emprenderán el vuelo y el resto …bueno, ya lo veremos en la
próxima temporada
La Temporada 5 abrió,
con solo cinco capítulos, el día de San Valentín. Una ironía puesto que, aparte de Oscar y Carlota, aquí no hay romances que valgan. ¿Pero qué
vale en “Las Chicas del Cable”? La
historia inicia en Nueva York a comienzos del ’39, el último año de la guerra.
Al final, Lidia se fue con Francisco. Viven juntos (ni sabemos si están
casados) con Eva y con Sofia (Denisse Peña), porque en algún momento falleció
la abuela de la niña y esta ha sido adoptada por Lidia.
Al final de la guerra,
a Miss Sofia le apetece ir a unirse a las milicianas y huye a España. Lidia
recluta las Chicas del Cable y se reúne con ellas en Madrid. Carlota y Oscar
acaban de llegar de Paris y dicen ser periodistas. La gestoría de Pablo y Marga
ha sido tragada por la guerra y ahora ellos trabajan en la oficina de Censura y
Prensa que está instalada en lo que queda del edificio de la Telefónica.
Reunión de telefonistas |
Las chicas se
ponen a buscar a Sofia. Cuentan con la ayuda de Victoria que se ha convertido
en la dueña de un bar de postín y jefa de una red de estraperlo que opera desde
Portugal (¡Viva Victoria!) y un periodista yanqui, llamado James Lancaster
(Alex Hefner). Pero le sale al camino el coronel Carlos Cifuentes (Martiño
Rivera) lleno de rencor contra Lidia porque se fue con Francisco. Se las
arregla para alejarla de Sofia y la chantajea exigiéndole que le devuelva a Eva.
“Las Chicas del Cable”
sigue en un limbo histórico y continúa cometiendo los errores estilísticos y
argumentales que la han convertido en un entretenimiento barato. Sus fans
pueden esperarse su dosis de situaciones inverosímiles (Lidia va donde quiere, atropella
vallas del ejército republicano, e interrumpe reuniones de alto mando) y de diálogos
clichés.
Lo bueno se puede
resumir en que las chicas siguen guapísimas, muy bien vestidas— y eso
que estamos en medio de una guerra— y Francisco por fin se cortó el cabello.
Fuera bromas, los bombardeos de Madrid también están bien hechos, aparte de
eso…
¿Hubiera costado
mucho crear un mínimo de trasfondo y backstory? ¿A qué se dedican Lydia
y Francisco en Nueva York? ¿De qué viven? Lidia llora y aúlla que le devuelvan a Sofia,
pero no tenemos ni un flashback de su relación que debería ser muy
intensa puesto que esta mujer ha cruzado el Atlántico y se ha adentrado en zona
de peligro para buscar a alguien que ve como hija. El problema es que la Perséfone
no está al nivel de su Deméter. Sofia no parece extrañar a su madre adoptiva y está
muy cómoda en su nuevo entorno miliciano.
Sofía en unas milicias que ya no existían |
La Meteorología
y Otros Disparates
Luego tenemos un
problema cronológico y estacional. La serie comienza con Lidia caminando por una
calle neoyorquina vestida con un traje de material ligero con blusa con escote
en V. Como neoyorquina les puedo decir que eso puede usarse solo en otoño o
primavera. Pero estamos en 1939, en vísperas de la Caída de Madrid lo que ocurrirá
el 28 de marzo.
Eso, desde un punto de vista estacional, tuvo lugar
siete días de iniciada la primavera. Entonces deducimos que la acción tiene
lugar un par de semanas antes de ese punto. Conclusión, la acción tiene lugar
en invierno. No sé cómo será en España, pero en Nueva York el clima invernal
dura hasta mediados de abril. Suelen haber grandes nevadas al comienzo de marzo
a las que siguen fuertes lluvias y un viento gélido, los famosos “Winds of
March”. Pero la serie nos enseña una Nuevo York soleada, seca y a Lidia muy despechugada
en un traje de media estación.
¿Calentamiento global en el 39? |
La descripción meteorológica
sigue errando al otro lado del Atlántico. Un constante en las narrativas de la
Guerra Civil era el frio que se sufría en los inviernos madrileños a causa de
la falta de leña y ropa de abrigo, pero ahí tenemos a todas paseándose sin gabardina
ni sombrero y a Marga (Nadia de Santiago) de manga corta y quejándose del calor.
Madrid y su caluroso invierno |
No digo más porque el vestuario sigue siendo
uno de los fuertes de la serie tal como el maquillaje de Blanca Suarez a la que
no se le corre el pintalabios ni cuando se manda esos discursos moralistas tan
fuera de lugar en una mujer que es una delincuente de cabo a rabo, casi tan
manipuladora, y usa-gente como su suegrita. ¿Además, si fuera tan fantástica
Lidia porque su hija adoptiva ha preferido abandonar Nueva York (que era muy
entretenido para los jóvenes de ese año) para irse de miliciana?
No me digan que
una quinceañera neoyorquina (más encima con problemas cardiacos) iba a tener
conciencia política. La misma Marga se sorprende al ver que Sofia tenía en su
poder un panfleto para unirse a las milicias. “¿Como llegó esto a sus manos? “pregunta
Marga. Pues posiblemente en el bolsillo de algún brigadista. ¿Y cómo es que (algo que se pregunta hasta esta bloguera fan de la serie) una adolescente iba a viajar sin
pasaporte ni permiso de los padres?
Además, que…
ejem, tal como Las Brigadas Internacionales (que habían sido desmanteladas el
verano del 38) las milicias ya no existían en 1939. Otra cosa, la serie no nos
muestra ni a los moros en el bando rebelde ni a los rusos cuyo dominio sobre el
gobierno había sido causa de enfrentamientos entre políticos republicanos.
Incluso a nivel
periodístico, quedaban pocos corresponsales extranjeros en Madrid. Martha
Gellhorn había seguido a Hemingway a China. Virginia Cowles se había ido a
cubrir la crisis de Checoslovaquia. De hecho, la mayoría de los periodistas ese
invierno del 39 ya estaban en otros frentes. Tal vez Robert Capa todavía estaba
en el Hotel Florida en la Calle Callao. Ciertamente el fotógrafo James
Lancaster no se parece en nada a Capa, ni a los otros periodistas que Alida
Vaill nos presentase en su fantástico Hotel Florida A pesar de que el Hotel Pacifico donde paran James
y las Chicas del cable se supone que es el Florida.
Haber elegido un
momento tan significativo como ese último invierno del conflicto hace más
evidente la falta de atmósfera, ¡qué digo atmósfera! La ignorancia de los
productores es evidente. Madrid estaba a un paso de caer. Todas esas faramallas
de “mandar gente al frente” en camiones es grotesca. El frente ya estaba casi
dentro de la zona urbana de la capital.
En marzo, unas
semanas antes de rendirse, en Madrid, estalló una mini guerra civil entre
comunistas y moderados, ganando estos últimos. No solo no se menciona este
importante episodio, pero esa sensación de derrotismo, angustia y división está
ausente de una serie que sería considerada apolítica sino fuera tan
feminoradical.
Ni Política Ni
Feminista
Y eso lo confirma
la productora de Bambú, Teresa Fernández
Valdés, que dice que no busca hacer política ni tampoco es “oportunista” en lo de su
mensaje feminista. ¡Ay no me hagas reír, Teresa, que tengo los labios partidos!
Si no pierden oportunidad de embutir sus discursos mituteros, y no meterse en
política no significa parodiar un evento trágico que costó vidas en ambos
bandos. O como ha dicho Raquel Hernández Lujan en el sitio HobbyConsolas:
Está claro que
se trata de una ficción, pero quizás por esa razón habría sido más respetuoso
no internarse en el terreno de la Guerra
Civil para
desarrollar un culebrón tan ridículo, frívolo y pretencioso con la cargante voz
en off del personaje de Lidia (Blanca Suárez) como hilo conductor.
Tal vez tenga
razón Laura García Higueras que dice que la serie no es feminista. Cierto, que haya mujeres en sus papeles
principales no la hace feminista, tampoco el que las telefonistas cifren todos
sus actos en sus parejas o familias. Lidia que no necesita del amor, pero sí de
los hombres para encontrar a Sofia; Marga que vive preocupada por su Pablo (que
le importa más que el hijo que espera) y hasta Carlota parece estar más
deslumbrada por el tal James que por el pobre Oscar.
No es que me moleste
que una serie no sea feminista (si, si fuese misógina). Yo también creo que el amor,
la amistad y la familia son factores determinantes en nuestras acciones en
tiempos de crisis, pero me resulta graciosa una serie donde las mujeres se la
pasan chillando “¡no te necesito!” “¡me las puedo sola!” “¡lárgate!” y luego corren donde los hombres
para exigirles que las saquen de apuros y sin un mero “Gracias”.
¡Por eso me meto en cada lío! |
A pesar de todos
los aullidos de que los fascistas son malos, ninguna de las Chicas del Cable es
realmente republicana. Ni siquiera
Carlota que era la metida en política. Hay que reconocer que esa falta de
ideología permite presentar el lado feo de la Republica.
Al descender del
avión, Lidia ve como un miliciano golpea prepotentemente a un pasajero; Sofia
es testigo del asesinato, sin mediar juicio, de un prisionero nacionalista; James
es torturado en la Checa de Bellas Artes (la misma donde estuvo prisionera la Duquesa de la Victoria), Marga anda auxiliando seminaristas que
se salvaron del “paseo” y llevan años ocultos en ruinas, y con oficiales como Carlos
bien se entiende que los republicanos hayan perdido la guerra.
Aparte de los
errores históricos graves (el road movie de Carlos y Lydia por zona
enemiga sin que nadie los detenga, tan campantes como Messi en la cancha de futbol,
es para desternillarse de la risa), la serie abraza una postura de “yo primero,
y que la ideología se vaya a la porra”. Como dice Carlos “lo importante es sobrevivir”.
A pesar de que Lidia le ponga cara de fuchi ni ella ni su pandilla
demuestran lealtad por ninguna causa.
Y Nacen las
Fake News
Luego tenemos al pobre Oscar clamando en el
desierto por la ética periodística, pero James la deja callada con una
extraordinaria explicación de por qué las fake news son justas y
necesarias. Ejem. Eso ha indignado hasta una bloguera gringa, pero lo que más
tristeza me ha dado de su post ¡es que se ha creído que las chekas las manejaba
Franco! Ahí caes que la serie esta tan mal narrada que ya ni sabes de que bando
se trata ni cual es culpable de tal y tal disparate (ya lo corrigieron). O como
dijo Maria Alba en Espinoff.
Y todo,
envuelto en un atrezo de cartón piedra que simula una contienda bélica y que
resulta bastante naíf si se compara con otras recreaciones televisivas y cinematográficas de la Guerra Civil. Hacen falta algo más que polvo, unos
cristales rotos y unos sacos de arena a los lados de la calle para recrear el
avance y la victoria del bando nacional en Madrid, en 1939.
El nivel del ejército
republicano no solo tiene su peor exponente en Carlos. La arrojada miliciana
Sofia y el soldado a regañadientes Pablo (Nico Romero) caen prisioneros en su
primer día en batalla. A Pablo le toca en suerte que quien lo coge prisionero
es su gemelo Julio. Háblenme del cliché de “guerra fratricida”.
¿Pero qué vamos a
decir de una serie sobre la Guerra Civil donde los párrocos de pueblo ocultan
Rojos y los Franquistas matan curas? Parece que los escritores se leyeron el
manual de historia al revés. Y aun así no he oído reclamos. Los abogados de la
Memoria Histérica no dicen ni pio sobre esta guerra que parece película de
Abbot y Costello. Les dejo esta video-reseña que les explicara mejor la masacre
que se ha hecho con el pasado.
¿Y por qué van a
quejarse si la serie ahora rinde culto al nuevo dios de la progresía, el Faux Feminismo
Mitutero?. Y ahí tenemos a Lydia, la Suma Sacerdotisa, siempre dando sermones y
discursos incluso como narradora off camera. Ella la que pasa por encima de los
ejércitos Republicanos y “Sublevados” como les llama la serie y no se le arruga
el vestido. SPOILER: al final cae en manos de Doña Carmen (Concha Velasco),
otra irrompible, y espero que reciba algún sopapo de la suegra antes que venga a
rescatarla la Mujer Maravilla
¿Y las demás?
Pues típicas MeToo egoístas, enojonas, atolondradas. Lo que le dice Oscar a
Carlota “últimamente solo piensas en ti” se podría aplicar a todo el Team de la
Telefónicas. Eso si cuando necesitan ayuda lo más bien que recurren a los
hombres, sea el pobre Isidro, James y hasta Carlos. Pero ellas siguen siendo
ingratas con sus salvadores.
Hasta el pobre
Oscar, como viste pantalones y es
“racional”, ha caído en desgracia.
Carlota siente que se sofoca menos y es mejor periodista con James que con su
pareja. ¿O sea, Carlotita tu desde el capítulo uno que ni te has interesado por
las noticias y de pronto te baja el antojo de irte a cubrir el frente con el
gringo? ¿No será porque lo viste encuerado?
Sin querer dar spoilers,
pero el capítulo 5 es el más despelotado. Ya raya en caricatura de
Hannah-Barbera. Francisco llega en vísperas de la caída de Madrid en un vuelo
trasantlatico (¿de Lufthansa? Porque LAPE, hoy Iberia, ya tenía cortada todas
sus vías) y en dos segundos está en Valladolid en tremendo automóvil, comprando soldados y arreglando fugas.
Por un par de
décadas el bando vencedor se ha quejado de lo que cineastas progres han hecho
con sus soldados retratándolos como violadores, asesinos y torturadores. Bueno,
en “Las Chicas del Cable” son unos mamertos a los que cualquiera les arrebata
el arma. Una cría como Sofia desarma y mata a su guardia; Pablo, que ni sabia
disparar mata a un alférez, y Marga le arrebata el revolver a un oficial en un
cuarto lleno de militares franquistas.
Y bien dice el coronel
Salgado que es misericorde porque fue realmente generoso dejar ir tan tranquila
a una histérica que, tras robar el arma, dispara, se manda un discurso faccioso
y lo apunta con intención de matarlo. Y también Salgado pudo violar, matar o
incluso humillar públicamente a Oscar-Sara, pero lo único que hizo fue obligarla
a ponerse un vestido.
Oscar obligado a volver a ser Sara |
Ustedes dirán “pero
Malena como eres de dura si tu amas “Gossip Girl” que es la irrealidad en
tacones chinos”. Cierto, pero GG nunca ha pretendido ser una serie “histórica”
ni fue hecha en un país donde la historia de la Guerra Civil es tan importante
que se profanan tumbas en su nombre.
Desde que abrí mi
primer blog, dedicado a la política y frecuentado por muchos españoles, que he
oído de la importancia (incluso como materia escolar) de la Memoria Histórica y
como el tema es parte de la españolidad de este milenio. Por eso duele leer lo
que Raquel Hernández Lujan ha dicho sobre la serie: “roza en lo sonrojante que
sea esta la serie que sirva de bandera fuera de nuestro país”.
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