jueves, 12 de marzo de 2020

Las Telefonistas se Van a la Guerra: Como Netflix y Bambú Defecaron sobre la Memoria Histórica



Aunque ya hace rato que, por cursilona, telenovelera y mal escrita, le tiré la cadena a “Las Chicas del Cable” se me antojó ver esta última temporada. Aparte que quería ver como acababa la primera colaboración ibero-Netflix, el ver a las telefonistas metidas en la Guerra Civil me resultaba curioso. Quise ver si buscaban un enfoque diferente,  como lo ha hecho “Vidago Palace”.

¿En Dónde Quedamos y Adónde Vamos?
La Cuarta Temporada terminó en una trágica estampida. Lidia (Blanca Suarez) y su pandilla, acompañada de hombres fieles como Francisco (Yon González)  y Cristóbal Cuevas, fabrican un motín en la cárcel para rescatar a Oscar-Sara (Ana Polvorosa) que va camino al cadalso. El plan resulta, pero cobra una víctima, Ángeles (Maggie Civantos), que se desangra lentamente, tiempo que le permite hacer una arenga, revelar que ella es El Mirlo, y rogarles a todos que velen por su hija.
Angeles muere haciendo tetulia

Tras esto, Lidia y Eva emprenden la huida a America, para poner tierra de por medio entre la niña y su débil padre y manipuladora abuela. Nos imaginamos que Sara y Carlota (Ana Fernández) también emprenderán el vuelo y el resto …bueno, ya lo veremos en la próxima temporada

La Temporada 5 abrió, con solo cinco capítulos, el día de San Valentín. Una ironía puesto que,  aparte de Oscar y Carlota,  aquí no hay romances que valgan. ¿Pero qué vale en “Las Chicas del Cable”?  La historia inicia en Nueva York a comienzos del ’39, el último año de la guerra. Al final, Lidia se fue con Francisco. Viven juntos (ni sabemos si están casados) con Eva y con Sofia (Denisse Peña), porque en algún momento falleció la abuela de la niña y esta ha sido adoptada por Lidia.

Al final de la guerra, a Miss Sofia le apetece ir a unirse a las milicianas y huye a España. Lidia recluta las Chicas del Cable y se reúne con ellas en Madrid. Carlota y Oscar acaban de llegar de Paris y dicen ser periodistas. La gestoría de Pablo y Marga ha sido tragada por la guerra y ahora ellos trabajan en la oficina de Censura y Prensa que está instalada en lo que queda del edificio de la Telefónica.
Reunión de telefonistas

Las chicas se ponen a buscar a Sofia. Cuentan con la ayuda de Victoria que se ha convertido en la dueña de un bar de postín y jefa de una red de estraperlo que opera desde Portugal (¡Viva Victoria!) y un periodista yanqui, llamado James Lancaster (Alex Hefner). Pero le sale al camino el coronel Carlos Cifuentes (Martiño Rivera) lleno de rencor contra Lidia porque se fue con Francisco. Se las arregla para alejarla de Sofia y la chantajea exigiéndole que le devuelva a Eva.

“Las Chicas del Cable” sigue en un limbo histórico y continúa cometiendo los errores estilísticos y argumentales que la han convertido en un entretenimiento barato. Sus fans pueden esperarse su dosis de situaciones inverosímiles (Lidia va donde quiere, atropella vallas del ejército republicano, e interrumpe reuniones de alto mando) y de diálogos clichés.

Lo bueno se puede resumir en que las chicas siguen guapísimas, muy bien vestidas y eso que estamos en medio de una guerra y Francisco por fin se cortó el cabello. Fuera bromas, los bombardeos de Madrid también están bien hechos, aparte de eso…

¿Hubiera costado mucho crear un mínimo de trasfondo y backstory? ¿A qué se dedican Lydia y Francisco en Nueva York? ¿De qué viven?  Lidia llora y aúlla que le devuelvan a Sofia, pero no tenemos ni un flashback de su relación que debería ser muy intensa puesto que esta mujer ha cruzado el Atlántico y se ha adentrado en zona de peligro para buscar a alguien que ve como hija. El problema es que la Perséfone no está al nivel de su Deméter. Sofia no parece extrañar a su madre adoptiva y está muy cómoda en su nuevo entorno miliciano.
Sofía en unas milicias que ya no existían

La Meteorología y Otros Disparates
Luego tenemos un problema cronológico y estacional. La serie comienza con Lidia caminando por una calle neoyorquina vestida con un traje de material ligero con blusa con escote en V. Como neoyorquina les puedo decir que eso puede usarse solo en otoño o primavera. Pero estamos en 1939, en vísperas de la Caída de Madrid lo que ocurrirá el 28 de marzo.

Eso,  desde un punto de vista estacional, tuvo lugar siete días de iniciada la primavera. Entonces deducimos que la acción tiene lugar un par de semanas antes de ese punto. Conclusión, la acción tiene lugar en invierno. No sé cómo será en España, pero en Nueva York el clima invernal dura hasta mediados de abril. Suelen haber grandes nevadas al comienzo de marzo a las que siguen fuertes lluvias y un viento gélido, los famosos “Winds of March”. Pero la serie nos enseña una Nuevo York soleada, seca y a Lidia muy despechugada en un traje de media estación.
¿Calentamiento global en el 39?

La descripción meteorológica sigue errando al otro lado del Atlántico. Un constante en las narrativas de la Guerra Civil era el frio que se sufría en los inviernos madrileños a causa de la falta de leña y ropa de abrigo, pero ahí tenemos a todas paseándose sin gabardina ni sombrero y a Marga (Nadia de Santiago) de manga corta y quejándose del calor.
Madrid y su caluroso invierno

 No digo más porque el vestuario sigue siendo uno de los fuertes de la serie tal como el maquillaje de Blanca Suarez a la que no se le corre el pintalabios ni cuando se manda esos discursos moralistas tan fuera de lugar en una mujer que es una delincuente de cabo a rabo, casi tan manipuladora, y usa-gente como su suegrita. ¿Además, si fuera tan fantástica Lidia porque su hija adoptiva ha preferido abandonar Nueva York (que era muy entretenido para los jóvenes de ese año) para irse de miliciana?

No me digan que una quinceañera neoyorquina (más encima con problemas cardiacos) iba a tener conciencia política. La misma Marga se sorprende al ver que Sofia tenía en su poder un panfleto para unirse a las milicias. “¿Como llegó esto a sus manos? “pregunta Marga. Pues posiblemente en el bolsillo de algún brigadista.  ¿Y cómo es que (algo que se pregunta hasta esta bloguera fan de la serie) una adolescente iba a viajar sin pasaporte ni permiso de los padres?

Además, que… ejem, tal como Las Brigadas Internacionales (que habían sido desmanteladas el verano del 38) las milicias ya no existían en 1939. Otra cosa, la serie no nos muestra ni a los moros en el bando rebelde ni a los rusos cuyo dominio sobre el gobierno había sido causa de enfrentamientos entre políticos republicanos.

Incluso a nivel periodístico, quedaban pocos corresponsales extranjeros en Madrid. Martha Gellhorn había seguido a Hemingway a China. Virginia Cowles se había ido a cubrir la crisis de Checoslovaquia. De hecho, la mayoría de los periodistas ese invierno del 39 ya estaban en otros frentes. Tal vez Robert Capa todavía estaba en el Hotel Florida en la Calle Callao. Ciertamente el fotógrafo James Lancaster no se parece en nada a Capa, ni a los otros periodistas que Alida Vaill nos presentase en su fantástico Hotel Florida A pesar de que el Hotel Pacifico donde paran James y las Chicas del cable se supone que es el Florida.

Haber elegido un momento tan significativo como ese último invierno del conflicto hace más evidente la falta de atmósfera, ¡qué digo atmósfera! La ignorancia de los productores es evidente. Madrid estaba a un paso de caer. Todas esas faramallas de “mandar gente al frente” en camiones es grotesca. El frente ya estaba casi dentro de la zona urbana de la capital.

En marzo, unas semanas antes de rendirse, en Madrid, estalló una mini guerra civil entre comunistas y moderados, ganando estos últimos. No solo no se menciona este importante episodio, pero esa sensación de derrotismo, angustia y división está ausente de una serie que sería considerada apolítica sino fuera tan feminoradical.

Ni Política Ni Feminista
Y eso lo confirma la productora de Bambú,  Teresa Fernández Valdés,   que dice que no busca hacer política ni tampoco es “oportunista” en lo de su mensaje feminista. ¡Ay no me hagas reír, Teresa, que tengo los labios partidos! Si no pierden oportunidad de embutir sus discursos mituteros, y no meterse en política no significa parodiar un evento trágico que costó vidas en ambos bandos. O como ha dicho Raquel Hernández Lujan en el sitio HobbyConsolas:

Está claro que se trata de una ficción, pero quizás por esa razón habría sido más respetuoso no internarse en el terreno de la Guerra Civil para desarrollar un culebrón tan ridículo, frívolo y pretencioso con la cargante voz en off del personaje de Lidia (Blanca Suárez) como hilo conductor.

Tal vez tenga razón Laura García Higueras que dice que la serie no es feminista. Cierto, que haya mujeres en sus papeles principales no la hace feminista, tampoco el que las telefonistas cifren todos sus actos en sus parejas o familias. Lidia que no necesita del amor, pero sí de los hombres para encontrar a Sofia; Marga que vive preocupada por su Pablo (que le importa más que el hijo que espera) y hasta Carlota parece estar más deslumbrada por el tal James que por el pobre Oscar.

No es que me moleste que una serie no sea feminista (si, si fuese misógina). Yo también creo que el amor, la amistad y la familia son factores determinantes en nuestras acciones en tiempos de crisis, pero me resulta graciosa una serie donde las mujeres se la pasan chillando “¡no te necesito!” “¡me las puedo sola!”  “¡lárgate!” y luego corren donde los hombres para exigirles que las saquen de apuros y sin un mero “Gracias”.
¡Por eso me meto en cada lío!

A pesar de todos los aullidos de que los fascistas son malos, ninguna de las Chicas del Cable es realmente republicana.  Ni siquiera Carlota que era la metida en política. Hay que reconocer que esa falta de ideología permite presentar el lado feo de la Republica.

Al descender del avión, Lidia ve como un miliciano golpea prepotentemente a un pasajero; Sofia es testigo del asesinato, sin mediar juicio, de un prisionero nacionalista; James es torturado en la Checa de Bellas Artes (la misma donde estuvo prisionera la Duquesa de la Victoria), Marga anda auxiliando seminaristas que se salvaron del “paseo” y llevan años ocultos en ruinas, y con oficiales como Carlos bien se entiende que los republicanos hayan perdido la guerra.

Aparte de los errores históricos graves (el road movie de Carlos y Lydia por zona enemiga sin que nadie los detenga, tan campantes como Messi en la cancha de futbol, es para desternillarse de la risa), la serie abraza una postura de “yo primero, y que la ideología se vaya a la porra”. Como dice Carlos “lo importante es sobrevivir”. A pesar de que Lidia le ponga cara de fuchi ni ella ni su pandilla demuestran  lealtad por ninguna causa.

Y Nacen las Fake News
 Luego tenemos al pobre Oscar clamando en el desierto por la ética periodística, pero James la deja callada con una extraordinaria explicación de por qué las fake news son justas y necesarias. Ejem. Eso ha indignado hasta una bloguera gringa, pero lo que más tristeza me ha dado de su post ¡es que se ha creído que las chekas las manejaba Franco! Ahí caes que la serie esta tan mal narrada que ya ni sabes de que bando se trata ni cual es culpable de tal y tal disparate (ya lo corrigieron). O como dijo Maria Alba en Espinoff.

Y todo, envuelto en un atrezo de cartón piedra que simula una contienda bélica y que resulta bastante naíf si se compara con otras recreaciones televisivas y cinematográficas de la Guerra Civil. Hacen falta algo más que polvo, unos cristales rotos y unos sacos de arena a los lados de la calle para recrear el avance y la victoria del bando nacional en Madrid, en 1939.

El nivel del ejército republicano no solo tiene su peor exponente en Carlos. La arrojada miliciana Sofia y el soldado a regañadientes Pablo (Nico Romero) caen prisioneros en su primer día en batalla. A Pablo le toca en suerte que quien lo coge prisionero es su gemelo Julio. Háblenme del cliché de “guerra fratricida”.

¿Pero qué vamos a decir de una serie sobre la Guerra Civil donde los párrocos de pueblo ocultan Rojos y los Franquistas matan curas? Parece que los escritores se leyeron el manual de historia al revés. Y aun así no he oído reclamos. Los abogados de la Memoria Histérica no dicen ni pio sobre esta guerra que parece película de Abbot y Costello. Les dejo esta video-reseña que les explicara mejor la masacre que se ha hecho con el pasado.

¿Y por qué van a quejarse si la serie ahora rinde culto al nuevo dios de la progresía, el Faux Feminismo Mitutero?. Y ahí tenemos a Lydia, la Suma Sacerdotisa, siempre dando sermones y discursos incluso como narradora off camera. Ella la que pasa por encima de los ejércitos Republicanos y “Sublevados” como les llama la serie y no se le arruga el vestido. SPOILER: al final cae en manos de Doña Carmen (Concha Velasco), otra irrompible, y espero que reciba algún sopapo de la suegra antes que venga a rescatarla la Mujer Maravilla

¿Y las demás? Pues típicas MeToo egoístas, enojonas, atolondradas. Lo que le dice Oscar a Carlota “últimamente solo piensas en ti” se podría aplicar a todo el Team de la Telefónicas. Eso si cuando necesitan ayuda lo más bien que recurren a los hombres, sea el pobre Isidro, James y hasta Carlos. Pero ellas siguen siendo ingratas con sus salvadores.

Hasta el pobre Oscar,  como viste pantalones y es “racional”,  ha caído en desgracia. Carlota siente que se sofoca menos y es mejor periodista con James que con su pareja. ¿O sea, Carlotita tu desde el capítulo uno que ni te has interesado por las noticias y de pronto te baja el antojo de irte a cubrir el frente con el gringo? ¿No será porque lo viste encuerado?

Sin querer dar spoilers, pero el capítulo 5 es el más despelotado. Ya raya en caricatura de Hannah-Barbera. Francisco llega en vísperas de la caída de Madrid en un vuelo trasantlatico (¿de Lufthansa? Porque LAPE, hoy Iberia, ya tenía cortada todas sus vías) y en dos segundos está en Valladolid en tremendo automóvil,  comprando soldados y arreglando fugas.

Por un par de décadas el bando vencedor se ha quejado de lo que cineastas progres han hecho con sus soldados retratándolos como violadores, asesinos y torturadores. Bueno, en “Las Chicas del Cable” son unos mamertos a los que cualquiera les arrebata el arma. Una cría como Sofia desarma y mata a su guardia; Pablo, que ni sabia disparar mata a un alférez, y Marga le arrebata el revolver a un oficial en un cuarto lleno de militares franquistas.



Y bien dice el coronel Salgado que es misericorde porque fue realmente generoso dejar ir tan tranquila a una histérica que, tras robar el arma, dispara, se manda un discurso faccioso y lo apunta con intención de matarlo. Y también Salgado pudo violar, matar o incluso humillar públicamente a Oscar-Sara, pero lo único que hizo fue obligarla a ponerse un vestido.
Oscar obligado a volver a ser Sara

Ustedes dirán “pero Malena como eres de dura si tu amas “Gossip Girl” que es la irrealidad en tacones chinos”. Cierto, pero GG nunca ha pretendido ser una serie “histórica” ni fue hecha en un país donde la historia de la Guerra Civil es tan importante que se profanan tumbas en su nombre.

Desde que abrí mi primer blog, dedicado a la política y frecuentado por muchos españoles, que he oído de la importancia (incluso como materia escolar) de la Memoria Histórica y como el tema es parte de la españolidad de este milenio. Por eso duele leer lo que Raquel Hernández Lujan ha dicho sobre la serie: “roza en lo sonrojante que sea esta la serie que sirva de bandera fuera de nuestro país”.

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