martes, 10 de marzo de 2020

Hoteles, espías y brasileños: Vidago Palace



Si les cuento que “Vidago Palace” tiene lugar en un hotel, me dirán “eso ya está trillado”. Si les digo que trata del amor entre una ‘Niña Bien” que se enamora de un camarero, pero que debe casarse con un millonario para salvar a la familia de la ruina, me dirán “eso está muy visto”. Pero si les cuento que el hotel existe y es muy famoso; que la acción transcurre en 1936; que el héroe, para olvidar su mal amor, se va a pelear a la Guerra de España y que el hotel está lleno de gente de todos los bandos, entonces la cosa cambia ¿No? Pues esa es la premisa del “Vidago Palace” producción portuguesa que me ha traído AcornTv.

Cuando leí en el menú de AcornTv el resumen de “Vidago Palce” me sonó obviamente a “Gran Hotel”, y de ahí a alguno de sus calcos como la mexicana “el Hotel de los Secretos” o la egipcia “El secreto del Nilo”. En realidad, esta coproducción de RTP y TV Galiza, se asemeja más al esquema que instituyera Vicky Baum en su célebre novela Gran Hotel. Me refiero a la coralidad de su trama y al toque histórico-cosmopolita.

El Hotel Palace em Vidago (su nombre en portugués) está situado en Chaves, en Tras-os-Montes, en la frontera con Galicia. Tras-os-Montes es tierra de lobisomens y zona famosa por sus aguas termales. La afluencia de gente adinerada y de la realeza de varios puntos de Europa a buscar curas en las aguas fue lo que motivó la construcción del Palace Hotel en 1910 y que pronto se convirtiese en un sitio de reunión para aristócratas, nobles y hasta espías.

En el 2007, todo el hermoso edificio fue reconstruido para su centenario y para la filmación de esta exquisita miniserie de 6 episodios. Aparte de algunos momentos en los bosques gallegos, toda la acción tiene lugar en este espacio esplendoroso que no solo nos lleva por los lujosos interiores, las terrazas a la luz de la luna donde el villano Cesar Augusto (Pedro Barroso) busca aprovecharse de su prometida Carlota (Mikaela Lupu) y el comedor con su orquesta de jazz donde el hotel recibe al presidente de Portugal Mariscal Carmona. También paseamos por los exteriores, la iglesia, la casa del protagonista, la cárcel, el rio donde Carlota y Pedro (el gallego David Seijo de “Dalia, la modista”) se encuentran por primera vez y el campo de golf diseñado por Mackenzie Ross.

Este campo también fue renovado para el centenario del hotel y su inauguración en 1936 es recreada en el tercer capítulo de la serie. Es que en agosto de 1936 están pasando muchas cosas, y no solo la apertura de un campo de golf. Tenemos la Guerra de España la que se ha unido Pedro para huir del dolor de ver a su Carlota casada con otro y tenemos la inauguración de las Olimpiadas de Berlín que los caballeros escuchan en un aparato de radio (alemán, por supuesto) de Herr Klotz (Bruno Schiappa), el vulgar comerciante germano que pasa una temporada en el hotel.

Klotz parece estar ocupado en otro tipo de labores, ¿tal vez el espionaje? Al menos eso es lo que atrae la atención de Mr. Taylor (Jacob Jan de Graaf), un escritor de novelas de misterio, que vacaciona con su familia en Portugal. Pero para conocer vida y milagro de los huéspedes del Vidago basta preguntarles a las Hermanas Mendonca de Alburquerque. Solteronas, poseedoras de un gran nombre y de cierta fortuna, Gertrudes (Maria Henrique) y Cremilde (Custodia Gallego), vienen a tomar las aguas y a enterarse de vidas y milagros de quienes comparten su mismo hospedaje.

Son ellas las que informan a Xenoveva (Eva Fernández de “Fariña”) , la viuda gallega que ha venido huyendo de la guerra,  que los aristocráticos Condes de Vimeiro, Livia (¡Como ha crecido Anabela Texeira desde sus días de “Xica”!) y Martim (Marc Antonio del Carlo), están tan arruinados que  se han rebajado a casar a su única hija con un brasileño hijo del millonario Bonifacio Da Silva (Joao Didelet) , el “Barón del Cacao”.
Los Condes de Vimieiro

También le cuentan que Samuel Cohen (Pedro Mendonca), un joyero judío de Oporto viene todos los años a recordar los tiempos felices que pasó en el hotel junto a su difunta esposa; y aunque les cuesta descubrirlo, pronto averiguan la identidad de una estrambótica pareja:  El Príncipe Félix (Hugo Mestre Amaro), modisto ruso emigrado, y su musa-modelo Natacha (Susana Mendes). A pesar de que se escandalizan las “Manas Periquiteles” al saber que Félix y Natasha ocupan el mismo cuarto, no hay peligro porque el ruso es gay y Natacha se la pasa en la cama de…

Gertrudes y Cremilde desean ser invitadas a la boda de Carlota y llegan hasta chantajear a Livia sabiendo hasta donde la Condesa ha podido llegar para separar a su hija de Pedro. Cuando la extorsión no les resulta, tornan su atención a Bienvenida, la esposa de Bonifacio.

Margarida Marinho es Bienvenida, el personaje más divertido de la serie. Ardiente, exuberante y estridente es un muestrario de estereotipos asociados con la mujer carioca. Habla a gritos, tiene sexo a cada rato con el marido, se ondula más al caminar que una anaconda y hasta le da por cantar en público como su admirada Carmen Miranda. Pero Bienvenidatal como Livia está empeñada en que su hijo se case con la “Condesadinha” y hará lo imposible para conseguirlo.
Bienvenida y su familia

La pobre Carlota se siente atrapada entre su deber de hija y el amor de Pedro. No entiende porque la ha abandonado sin luchar por ella y la ha dejado en manos de un hombre por el que Carlota siente repulsión. Y eso que no sabe que César está tapado de deudas de juego y que aparte de querer aprovecharse de la novia, vive corriendo tras camareras y otro tipo de hembras. Lo que, si Carlota sabe, y repudia, es la admiración que su prometido siente por los Nazis.

Entretanto, Pedro ha cruzado la frontera con su amigo Xoan (David Novas). Su deseo es llegar a Asturias y unirse al Ejército Republicano, pero le salen al paso dos fugitivos: Xerardo Troncoso, un miembro del Parlamento Galego que acaba de huir de prisión; y la revolucionaria Dolores Cancio (Sheyla Fariña). Quieren llegar a Portugal y de ahí a Cuba. En el proceso de ayudarlos, Pedro es abatido por las balas de unos falangistas.

Creyéndolo muerto, los fugitivos llegan a Vidago donde dan la triste noticia a los padres de Pedro. Todos están destrozados, incluyendo a Carlota, pero Pedro ha sobrevivido. Herido y casi arrastrándose cruza la frontera y se refugia en la cabañita donde él y Carlota vivieran su amor.

La Condezadinha lo encuentra, pero la situación es precaria. Faltan solo un par de semanas para la boda. Se aparece en el hotel un corrupto comisario de policía en busca de Pedro y Dolores. Esta última decide quedarse en España porque le gusta el camarero. ¿Como podrá Carlota solucionarlo todo y ser feliz?




Con tanto personaje interesante y tanta subtrama no bastan seis episodios para desarrollarlos. Es una lástima que a pesar de la popularidad que tuvo la serie en Portugal, no se haya planeado otra temporada. Me ha dejado con apetito para ver más series portuguesas y agradezco a Acorn traérmela.

Un detalle, las actuaciones son muy profesionales, pero yo le temía un poco a la televisión lusitana por el acento. Siempre me ha sido más fácil entender a un brasileño que a un portugués. Sin embargo, los actores de “Vidago Palace” tienen tan buena dicción que, a ratos, ni me molesto en leer los subtítulos y puedo seguirla en el original.

Sin caer en revisionismos ni en pesadas tesis ideológicas como “Close to the Enemy”, otro drama situado en un hotel en un punto crítico de la historia del Siglo XX, “Vidago Palace” nos muestra la urgencia del momento histórico. Lo tenemos en Mr. Taylor y Samuel Cohen descubriendo que Herr Klotz anda detrás de esa obsesión Nazi con la Península Ibérica, las minas de wolframio (también las había en Tras-os-Montes). Lo tenemos en la contraposición de Carlota, hija de familia subordinada a los planes de su madre y sin intereses políticos, con Dolores Cancio, revolucionaria, luchadora por una causa, una mujer que traza su propio destino.
Mr. Taylor espiando a Klotz

La serie ha sabido dar el sabor histórico colocando estas últimas semanas de soltería de la Condesadinha a pasos de una España violenta y sangrienta a la que separa del paraíso del Vidago Palace solo una tenue frontera que a cada rato cruzan los personajes. Por otro lado, contrasta ese clima pastoral y elegiaco del hotel con la brutalidad de la escena de tortura y muerte de Pepe, el primo español de Pedro, a manos el siniestro inspector Lopes (Sergio Praia).

 Da un poco de vergüenza que una serie limitada y portuguesa pueda darnos una imagen más auténtica de la Guerra de España que todo ese circo plagado de clichés y falsedades que nos ha ofrecido la quinta temporada de “las Chicas del Cable”. “Vidago Palace” demuestra que se puede crear un momento histórico, por violento y triste que sea, sin caer en tremendismos. 

La serie portuguesa también nos prueba que el amor romántico puede ser representado sin un exceso de sexo gráfico. En el primer episodio vemos a Carlota ser sorprendida dándose un baño en el rio y en traje de Eva por un Pedro que tampoco viste traje de baño, pero se muestra lo mínimo. En su primera vez, Mikaela Lupu muestra fugazmente su busto sin sujetador y esas serían las únicas escenas sugerentes de una serie que recomiendo con mucho placer.

Aunque el capitulo final es un poco rocambolesco e inverosímil, la serie consigue casi lo imposible, mantener un equilibrio entre realidad y ficción. Pero para entenderlo hay que saber un poco de la historia de Portugal en los Años 30. Lo primero, a pesar de que el presidente es ese Mariscal Fonseca, quien manda en la nación lusitana es el Dr. Antonio de Oliveira Salazar. Desde 1932 es el hombre fuerte de Portugal y lo será hasta su muerte en 1969.

Un economista brillante, ascético y discreto, Salazar no tiene mucho en común con Hitler o Mussolini. Buen católico, considera que el fascismo es una corriente “pagana”. Lo único que lo une a Hitler y a Mussolini (y al Generalísimo) es su temor a la izquierda. Por eso Salazar ha estado vigilando con recelo las maniobras de la Segunda República. Su miedo es que una España Comunista invada Portugal. Ha solicitado ayuda a Gran Bretaña que, desde la boda de Carlos II y Catalina de Braganza, tiene solida alianza con la nación lusitana.

El alzamiento es recibido con alivio por Salazar quien hace cerrar las fronteras para que no les llegue ayuda a los Republicanos. Su pedido de que se trate con mano dura los agentes republicanos y a los comunistas permite las maniobras de policías corruptos y ambiciosos como Lópes. Pero como vemos al final, no toda la policía portuguesa es así. Tampoco todos los refugiados españoles son tratados de la misma manera. Lo vemos en el caso de Madame Xenoveva, tan antifranquista como Dolores, pero que es recibida con cariño en el Vidago Palace donde encuentra nuevamente el amor.
Madame Xenoveva y su "judeo danzarino".

El gran problema de Salazar no son los comunistas sino una derecha extrema fascistoides que lo ve como “blando”. De esa corriente saldrán armas y hombres para apoyar a los Nacionales, los famosos “Viriatos”, casi 8.000 portugueses pelearon por Franco. En cambio, los portugueses que, como Pedro, van a apoyar la República no cuentan mas de 2000 y no se unen a las Brigadas Internacionales, prefiriendo enrolarse en el ejercito regular o en los Carabineros Republicanos.  Al final del conflicto, 300 soldados de origen portugués cruzarán la frontera y acabarán en campos en Francia. El ejército franquista arrestará a un centenar más, en Cataluña.

No es que Salazar no ayudase a los sublevados. Es primordial para él que España no sea Roja y eso   lo acercaría al Caudillo que le tenia mucha simpatía. Pero Salazar nunca se inclinará a ayudar al Eje y en general el país será pro Aliados, a pesar de agentes alemanes como Klotz y de rufianes oportunistas como el Manoel Da Silva de “El Tiempo entre Costuras”.

El wolframio será una piedrecita en el zapato de Salazar quien, aunque ha declarado la neutralidad portuguesa, desea el triunfo de los Aliados. Como la mayoría de las minas son privadas, teme que todas terminen en manos alemanas.. Ya verán lo difícil que le será al joyero Coen conseguir la mina que desea Klotz. Finalmente, en 1942, Salazar impone límites para la exportación del wolframio y con eso acaba con ese acaparamiento nazi.
Coen y Taylor tratan de convencer a Cerdeira que les venda la mina.

Otra cosa que me sorprende de la serie es lo bien que se trata a Cohen. Hasta en la pista de baile se pelean a este “Judeo Danzarino” como lo apodan Las Manas. En el Estado Novo de Salazar no había distingos de razas, los judíos gozaban de los mismos derechos que los demás portugueses. Salazar había escrito un libro criticando el racismo nazi, tenia buenos amigos en la comunidad judía y abrió las puertas a los refugiados.

Es por eso por lo que la serie no hace comentarios políticos en contra del régimen, por lo que muestra una alta sociedad sin prejuicios raciales ni xenofobia. Tal vez sea una visión idealizada, pero no se siente falsa sobre todo si se la compara con los tremendos prejuicios de clase que casi separan a Pedro y Carlota.

Otro detalle que, a mí, amiga del swing, me ha gustado mucho. La música, incluyendo las piezas que toca la orquesta del hotel, fue escrita para la serie por Xavi Font y Marcos Mato y es una recreación estupenda del jazz de los 30. ¡Qué diferencia con esa banda sonora anacrónica y estridente de “Las Chicas del Cable” que jamás tocan algo realmente de la época!

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