jueves, 12 de noviembre de 2020

Franceses vs Estadounidenses: Emily in Paris

 


Desde el año pasado que ando buscando algo con glamur y donde la moda sea importante. Esperaba encontrarlo en “Emily in Paris”, la nueva comedia de Netflix. En sitios franceses la han comparado con el final de “El diablo viste a la moda” y con el viaje de Blair y Serena a Paris en la tercera temporada de “Gossip Girl”. Pero “Emily” es algo más, es una sátira sobre ese trope del americano en París, de las diferencias culturales entre franceses y americanos y como ambos pueblos son buenos para ver pajas en ojos ajenos sin notar las vigas en los propios.

Ni Audrey Hepburn ni Jean Seberg

Tanto Forbes como el New York Times han alabado la serie a pesar de criticar la cantidad de clichés que acompañan las aventuras de Emily Cooper de Chicago (Lily Collins) que a su llegada la Ciudad  Luz comete tantos gafes y se mete en tantos líos como el Senador Jefferson Smith en “Mr. Smith Goes to Washington” . Muchos franceses se han quejado de que la serie ofrece una imagen falsa y negativa de su ciudad, cultura y habitantes. No más que cualquier película que Jean Seberg hiciese en los 60 o Audrey Hepburn en los 50, solo que los personajes interpretados por esas actrices eran más sofisticados o menos impulsivos que Emily, una chica de veintitantos cuya especialidad es el marketing de productos farmacéuticos.

Cuando el embarazo de su jefa le impide viajar a Paris, es a Emily a quien envían a Francia a integrarse a la firma Savoir para ayudarlos en el mercadeo de un nuevo perfume. Como se dan cuenta en Savoir, Emily es la peor candidata al empleo: nunca ha estado en Europa, no usa perfume, no sabe nada del negocio de la perfumería y no habla francés.



Pronto la pobre Emily se convierte en repositorio de las burlas de sus compañeros. Su departamento, que en realidad es un cuarto buhardilla en un edificio sin elevador, tendrá una vista espectacular, pero también cinco escaleras que negociar. En realidad, seis porque, tal como en mi edificio el primer piso es el sótano, los europeos cuentan como primer piso el segundo. Esto tiene a la americanita constantemente intentando entrar en el departamento de Gabriel (Lucas Bravo), un guapísimo chef.

Una tarde, Luc, el más amable de los compañeros, le pide disculpas y le explica a Emily que la razón del bullying laboral es porque todos temen lo que ella planea: cambiar sus modos y volverlos americanos. Emily no entiende. Luc le explica que los americanos viven para trabajar, en cambios los franceses trabajan para vivir.



Emily queda anonadada. Ella ama su trabajo, toda satisfacción personal deriva del mismo. La entiendo, a su edad yo era igual, pero con los años una descubre que ser trabajólico no es atractivo ni prudente.

Un Pequeño Problema de Lenguaje

Emily, sin embargo, reconoce que ha sido arrogante (e ignorante) al haber venido a Paris sin saber hablar una palabra de francés. Desde que tengo uso de razón sé que si algo detestan los franceses de un extranjero es a) que no hable francés y b) que lo hable mal. De ahí que hasta la panadera se esmere en corregir el acento de la forastera.

Igual me parece curioso que los americanos vean esto como algo negativo cuando el pronunciar mal el nombre de la Vicepresidenta Harris es calificado como una ofensa a ella y a la gente de color. Como llegué a USA sabiendo casi tan poco inglés como Emily francés, puedo decir con propiedad que los americanos no son pacientes ni simpáticos con quien no habla su idioma. Aparte que en cada capítulo Emily se tropieza con gente que habla inglés. ¿A ver cuántos en reuniones de negocio en USA son francoparlantes?



Au Revoir Buenos Modales

Es una realidad que los francesesinventores de reglas de urbanidad y asociados con refinamiento social pueden ser increíblemente descorteses y que su franqueza, a ratos alcanza el límite de la rudeza. Yo lo vi en mi padre, que era hijo de francesa, pero en “Emily in Paris” parece convertirse en una característica nacional omnipresente, hasta los niños son maleducados.

Dicho esto, me rio un poco, Emily es irrespetuosa en su manera de imponer ideas y presencia en gente que no las solicita. ¿No es descortés sacar al pobre Gabriel de su casa para que le sirva de interprete con la conserje y luego el plomero? Y su comportamiento en el Chateau de su amiga Camille es indescriptible. Ciertamente no es alguien para invitar de nuevo.



¿Pero, alguien les otorgó a los estadounidenses un galardón por amabilidad y gentileza?  ¡Una de las excusas del pueblo galo para su descortesía con los turistas es que los gringos y sus malos modos los empujan a imitarlos! (Sure!). Lo cierto es que cada día veo ejemplos de lenguaje grosero, incultura y brusquedad en este el que es mi país, que se han exacerbado en este siglo.

 Antes de lanzar piedras que rebotarán en mi tejado de vidrio, vuelvo mis ojos a Chile, un país donde en mi infancia se esperaba que todo niño se convirtiese en un caballero comedido y toda niña en una dama fina. ¡Ay que tiempos señor Don Simón! Hoy el chileno profesional y de clase media acomodada es menos diplomático y considerado que un basurero.

 Tenemos que enfrentar una realidad, la cultura occidental se ha convertido en una cloaca de antisociales carente de todo sentido cívico.  Los malos modos son signo de libertad de expresión, y los buenos modales son señal de represión y de culturas oligarcas. Así que no lapidemos a Francia por la falta de urbanidad de sus habitantes.

¿Son los Franceses Gordofobos?

Aun así, los franceses tienen una forma de irritar a la pobre americanita que hasta a mí me subleva. Aparte de ofender a la pizza de sartén (Deep Dish Pizza la mayor contribución de Chicago a la gastronomía mundial la pregunta inmediata de un coro griego de compañeros de trabajo (y su jefa) es “¿Por qué los americanos son tan gordos?” Aparte que es absurdo preguntarle eso a un pedacito de mujer como es Emily, es una generalización ofensiva que apesta a gordofobia.







La respuesta de Emily es peligrosa ya que cepta que en USA hay una pandemia de obesidad y deja que Sylvie la adjudique a "la asquerosa" comida americana. En cambio, la serie  la relaciona torpemente con haber dejado de fumar. Me gustaría creer que el pueblo galo mantiene su peso porque sus dietas son más equilibradas, sus porciones no son gigantes, sus alimentos no contienen preservativos y químicos que añaden calorías, y sus vidas menos sedentarias que las de los estadounidenses, pero mi hermano me dice que no es así. USA no tuvo un problema de gordura sino hasta que dejó de fumar (en casa lo vivimos, cuando mis padres y yo dejamos de fumar simultáneamente en 1978 y nos inflamos).



El tema se convierte en un leitmotiv enarbolado por Sylvie, jefa y principal antagonista de Emily. Esta rivalidad me resulta absurda puesto que Philipine Leroy-Beaulieu es el doble de Lily Collins (en altura y peso) y aun así está constantemente recordándole a su empleada lo feo que es comer, sea quitándole una bandeja de hors d’ouvres de las manos o negándose a almorzar porque prefiere fumarse un pucho antes que adquirir más calorías. A Sylvie la exaspera el sano apetito de Emily, el que admita que tiene hambre o que la mitad de sus selfies que son parte de su trabajo (supuestamente Emily es una experta en redes sociales), tengan que ver con comida.






¿Como conjugamos el que Francia sea la capital de la gastronomía con el desprecio que parecen demostrar los franceses por el habito de comer?  Desprecio que desaparece cuando Emily lleva a toda la plana mayor de Savoir a probar las delicias que prepara Gabriel, su vecino mágico, y que todos devoran y paladean.

 Aunque no comparto la curiosidad de este artículo de Vogue donde Emma Specter se pregunta como seria Emily in Paris con una protagonista rolliza, me parece de mal gusto toda esta obsesión con el sobrepeso de los estadounidenses representados por una actriz que parece una sílfide. Más si recordamos la lucha de Lily Collins para vencer su desorden alimenticio.



Emily, La Insufrible

Eso no significa que esté de acuerdo con la visión de la serie sobre la sociedad francesa, o con las metidas de patas de Emily que es un personaje insufrible. Como la serie es de Darren Starr el creador de “Sex and the City”se ha querido ver a Emily como una Carrie Bradshaw más joven y menos sofisticada. A mí no me gustaban ni la serie ni sus protagonistas y lo que veo en Emily es diferente, aunque como Carrie tiene ese estilo de moda ecléctico y estridente que a ratos parece Lolita Gothic. Pero ya hablaremos de la moda, uno de los hitos de la serie.

Al comienzo percibí a Emily como la Andy Sachs de “The Devil Wears Prada”, alguien que se ha metido en un empleo para el cual no está calificada. La diferencia es que Andy aprende, evoluciona, se mimetiza con su empleo y empresa, lo que le ocasiona graves dilemas morales y problemas personales. Para cuando Andy toma la decisión de abandonar la revista Runaway lo hace siendo más sabia y madura que cuando entró.



No vemos eso en Emily que no oye consejos, que se niega a aprender (hey después de un mes de lecciones de francés deberías saber que si quieres algo en un restaurantes usas el verbo “vouloir” =querer no el verbo “aimer” =amar) y en su egolatría pasa por encimas de todos. Sus únicos dilemas morales nacen de estar enamorada de Gabriel que es novio de Camille, la única francesa que se atreve a ser amiga de la excéntrica Emily.

Mas que excéntrica, Emily es egocéntrica. ¿Como es que nunca se le ocurrió preguntarle a Gabriel (antes de besarlo) si tenía novia?  ¿Me van a decir que un tipo tan guapo y generoso como ese iba a estar soltero?  pero como Emily no piensa mucho…

El otro dilema de Emily aparece cuando atrae la atención romántica de Antoine, cliente de su empresa y amante de Sylvie. A pesar de saberlo, Emily se entromete en sus peleas de enamorados, no sabe rechazar los avances de Antoine e incurre en los celos de Sylvie. Solo que como esta serie es una fantasía para Millenials perezoso (como la calificaron en Vox) Emily siempre cae parada. Eso la hace más agresiva, más tozuda, menos real. Ni mencionar que es chueca con la única gente que la trata bien (Camille) y que es más mal educada que toda la población gala junta.



Otro problema de Emily es la excesiva confianza en la tecnología y en las redes sociales, única área en la que destaca. Comencemos por el vibrador con el que corta la luz de todo su edificio. Aparentemente no sabía que fuera de USA hay que usar un adaptador de corriente si se lleva algún aparato eléctrico local. Bueno, eso parece ser costumbre norteamericana puesto que, en plena Guerra Civil, Martha Gellhorn dejo al Hotel Florida sin luz al enchufar un tostador eléctrico.

Se ha hecho mucha befa del manejo de Emily de Instagram que consiste en sacarse innumerables selfies (Mashable se ha burlado de su falta de experiencia en ese arte) y sacar instantáneas de perfectos desconocidos a los que ni se le ocurre pedirles permiso. Sin embargo, es en las redes sociales donde Emily haya solución a los innumerables líos en los que se mete.



Sátiros Galos

Vale decir que esta serie que es entretenida, pero no muy graciosa, ha caído muy mal en Francia con todos esos clichés de película vieja sobre los franceses y con todo ese discurso semi racista de que en Estados Unidos se vive mejor y con más moralidad que en…París. En la serie la nación francesa queda reducida a su capital y a la lejana e ignota Normandía de donde es oriundo el bello Gabriel y que según la ignorante Emily todavía debe estar recuperándose del Desembarco del 44.

En la serie, los franceses son unos sátiros que viven para hacer el amor, pero se vuelven perezosos a la hora de bañarse o trabajar. Cuando son gays son prepotentes como el modisto Cadault, cuando son poderosos son adúlteros y traicioneros como Antoine, y a nivel de compañeros de trabajo son burlones desconsiderados y dados a bromas machistas y del mal gusto. Ni mencionar los fracasados romances de Emily con uno tan grosero que cree tumbarla en la cama con un “Me gusta el coño americano”, o el profesor de semiótica que se revela un esnob intelectual.

Sin embargo, para el auditorio masculino el París de Emily es un paraíso de libertad masculina. Ahí los varones pueden tener sexo cuando quieran, trabajar cuando quieran, orinar donde quieran y en público. Mejor aún, no son presas de la policía de la corrección política. Pueden ser ordinarios con una mujer y nadie les reprocha nada, pueden mandar dibujos obscenos y contar chistes chabacanos delante de una compañera sin esperar regaños ni sanciones.



El Diablo Viste a Emily

Después de una semana que me tomó ver la serie completa se la comente a mi hermano que, cansado de tanta critica, me preguntó por qué la había visto.  No supe que contestar y salí con un “la moda”. Como todo elogio de Emily el atractivo de su moda es relativo. (enfrentémonos a la verdad, lo más estético de la serie es Lucas Bravo quien da vida a Gabriel).

Yo esperaba que la serie fueseen términos de ropa un cruce entre “Devil Wears Prada” y “Gossip Girl”.  Digamos que en Emily no hay mucha evolución a lo Anne Hathaway en el filme mencionado ni un desfile de grandes diseñadores como la serie de Warner Brothers. Emily viste probablemente como en Chicago y su vestuario tiene tantos fashion disasters como pocos aciertos.

Su única evolución parisina es plantarse una boina lo que me recordó lo que decía mi difunto padre que “cuando los gringos quieren parecer franceses, se plantan una boina y gritan “¡Oh laLa’!”



La lista de sombreros de Emily abarca desde un puntiagudo sombrero de coolie chino hasta los famosos cloche de balde que impusiera Blair Waldorf pero que pasaron de moda tras el final de “Gossip Girl”. Tan fuera de estilo están esos tocados que una estrella de cine, a la que Emily, debe asistir la apoda “bucket head”.



Aunque de vez en cuando Emily saca algún modelo apropiado como este maxi vestido (aunque tacos de aguja y la acera empedrada parisina no se llevan), siempre comete algún faux pas. El mejor ejemplo es con el traje de noche con el que asiste a la ópera. Muy Audrey Hepburn, pero “Sabrina” jamás se hubiese olvidado de un fondo con una falda de encaje. Emily no tiene 19 años como la Princesa Diana cuando cometió esa metida de pata y si era tan fan de” Gossip Girl” debió recordar la humillación de Vanessa al ser fotografiada con un vestido transparente sin forro.




En general la moda de Emily es una combinación de nena en edad escolar con toques sesenteros de Twiggy con microminis,  calcetines hasta la rodilla y botas de Nancy Sinatra. Se la puede imitar si se es joven, bajita y muy esbelta.



Culpemos al Shock Cultural

Yo entiendo a Emily porque he pasado por tres choque culturales en mi vida, cuando a los catorce años desembarqué en la Nueva York de los 70 donde ni el idioma yo hablaba; a los 17 años cuando me interné en el mundo del judaísmo ortodoxo; y a los 36 cuando regresé a Chile. El último fue el más traumático.

 Como a Emily me afectó mayormente en el mundo laboral y romántico, incluso en el idioma. Mi español neutro salpicado de mexicanismos provocaba risotadas en mi cara casi tanto como mi vestuario y mi individualismo” (termino negativo en idioma chileno).  Ni hablar de mi horrible costumbre de (como Emily) sonreír constantemente. Muchos creían que yo era deficiente mental.



Si algo aprendí de esas experiencias es que los prejuicios nacen de la ignorancia y que son doble vía. Tanto yo como mis interlocutores (fuesen estadounidenses, viñamarinos o Haredi) nos aferrábamos a ideas preconcebidas que son difíciles de descartar.

Por ejemplo, los chilenos (y otros países también) creen que las estadounidenses son promiscuas. Shows como “Emily in París” lo confirma. La protagonista que a ratos actúa como si fuera una puritana de Salem, y se la pasa criticando el sexismo y el comportamiento sexual de los franceses, en cinco horas, tiene sexo cibernético con su novio, intenta usar un vibrador, se acuesta con tres hombres (uno de ellos de 17 años) y se prepara a ir a la Costa Azul a pasar un fin de semana con el cuarto. Yo ya solo esperaba que se acostara con Sylvie.



La única manera de vencer prejuicios es acercarte a gente que los representa y juntos buscar un modus vivendi. También rodearte de gente dispuesta a escuchar, aprender, conocer. Ya he visto que educación, propaganda y estigmatización no acaban con la discriminación. Esta debe comenzar de a poco y por pequeños grupos. Por eso Emily tiene mucha suerte de encontrar amigos en Paris como Gabriel, Camille y Mindi, la millonaria china convertida en au-pair.

Pero, lo más triste de la serie, es que Emily es pésima amiga. Abusa de la generosidad de Mindy y de Gabriel,  y codicia el novio de Camille. Como una persona que ha tenido el privilegio de tener amigos en USA de todos los colores, credos y orientación sexual, puedo confirmarles: la ingratitud y la mala amistad no son características nacionales de USA, aunque las esboce Emily in Paris.

¿Has visto Emily en Paris? ¿Te gustó? ¿Eras fan de “Sex in the City”? ¿Copiarías la moda de Emily? ¿Has pasado una experiencia como la de ella de vivir un choque cultural?

21 comentarios:

  1. Desde FB de Ray Badilla
    Aún no la he visto pero a mis amigos franceses no le ha caído nada de bien y la destruyen con comentarios fuertes en Facebook. He tenido la oportunidad de estar en Paris varias veces y no recuerdo que fuera muy diferente a las grandes capitales. El secreto es conocer gente y sus costumbres. Igual que en cualquier lugar. Lo que pasa es que los estadounidenses en su mayoría saben poco de geografía, historia y cultura internacional.

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    1. Ray, hombre, los franceses son muy suyos y anti-americanos culturalmente hablando. Tienen sus propuas referencias y referentes al margen de la cultura americana internacionalizada que tenemos gracias al cine fundamentalmente.
      Yo no "sintonizo" cin Paris y los parisinos, aunque le reconozco a la ciudad una mobumentalidad digna de ver y disfrutar.

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    2. Francisca Lis Pero es Francia el unico lugar de Europa con esos prejuicios nacidos de visiones hollywoodenses? Por que en Chile es igual, gente que ni ha pisado USA es categorica en sus generalizaciones sobre Gringolandia.

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    3. Francisca Lis Pero es Francia el unico lugar de Europa con esos prejuicios nacidos de visiones hollywoodenses? Por que en Chile es igual, gente que ni ha pisado USA es categorica en sus generalizaciones sobre Gringolandia.

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  2. Desde FB de Francisca Lis
    Empecé a verla y no duré ni medio capitulo. No sé si es por no haber continado pero me parecia plagado de clichés y con la misma visión d eeuropa de los telefilmes americanos que inventan paises imaginarios europeos tipo "Moldorovia" con sus príncipes azules y sus castillos, con una americana inculta como protagonista.
    Igual si veo más, me hago una opinión más formada. O no. Igual acabo pensando lo mismo pero más fuerte.

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    1. Francisca Lis No creas, yo también me irrité, sobre todo (eso te lo perdiste) cuando Emily comienza a dar catedra , lo que suena totalmente como imperialismo cultural, y cuando se hace la moralista, pero también me hizo pensar en muchas cosas que hemos perdido como los modales, el aprecio por a comida, ect. Me hizo revisar mis dos paises para ver no como se trata al extranjero (al final Emily tiene mucha ayuda) sino como creamos prejuicios sin saber realmente como son las personas de otras culturas.

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  3. Desde FB de Ana Estelwen
    Yo he estado un par de veces en París y recuerdo que los parisinos me parecieron bordes, secos, antipáticos y nada hospitalarios. La cosa cambió, sin embargo, en otras partes de Francia; hace nueve años estuve en Normandía y Bretaña y por allí la gente es encantadora.

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    1. Ana Estelwen Cuando yo estaba en la universidad, los americanos me decian "no vayas a Paris, tratan mal al extranjero y se burlan de tu acento". Por otro lado, mis amigos franceses me contaban que en verano los parisinos escapan de Paris para no tropezarse con turistas groseros. Una queja en contra de la serie ha sido precisamente decir que toda Francia es Paris, y curioso los franceses mas amables con Emily son Gabriel que es normando y Camille que es de Champagne. Pero eso se dice de todos lados. A mi me han dicho de ESpaña, en Madrid (Barcelona es otra) son insoportables, pero en Andalucia o Galicia la gente es de lo mas hospitalaria. En Chile tambien todos los turistas se quejan de la capital y dicen que en regiones si saben tratar al viajero. Yo siempre he pensado que N. York es la ciudad mas civilizada y cosmopolita de USA, pero cuando fui a Nueva Orleans (sur racista) quedé adsombrada de lo amables y simpaticos que eran con los extranjeros, sobre todo los latinos. Claro esto fue antes de Katrina.

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  4. Desde FB de Valentina del Rosario Parraga
    Insoportable y lleno de pre conceptos pajudisimos. Si voy a ver lugares comunes de la visión “americana” de Paris Me quedo mil veces con “un americano en paris” al menos la música y las coreografías son espectacularmente buenas. De resto: prefiero a los franceses del resto de “las galias. “

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    1. Valentina Del Rosario Parraga Por supuesto, pero yo me quedo con Sabrina. Como se explica que una quinceañera, hija de chofer, vaya a Paris a estudiar cocina y vuelva convetirda en una dama elegantisima que habla perfecto frances y Emily, una profesional con estudios haga puras burradas?

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  5. Desde FB Oscar Reyes Matute
    Yo estoy con Jean-Francoise Revel, en su maravilloso libro La Obsesión Antiamericana... Y antes de él, el elogio a los norteamericanos por Alexis de Tocqueville en La Democracia en América. No sé por qué tengo la impresión de que si no fuera por los norteamericanos, en este momento los franceses estarían hablando alemán... Así que si la embajadora se burla, algo habrán hecho los yankees por los galos para ganarse ese privilegio...

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    1. Oscar Reyes Matute Gracias por pasar Oscar, justamente las señoras arriba hablaban sobre Un Americano en Paris. El personaje de Gene Kelly era uno de los soldados que liberó Paris y le gustó tanto que se quedó alla. Por eso es que el cuento de Emily es rebuscado y tendencioso. Si pensamos que toda la Lost Generation de literatos estadounidenses se instaló a vivir en Paris en los Años 20. Acaso Hemingway no aprendió a hablar francés? Acaso Scott Fitzgerald tuvo que lavarse el pelo en un bidet (como Emily) porque no funcionaban las tuberías?

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    2. María Elena Venant La estoy viendo, es un producto muy ligero, me recuerda la NY de El Diablo se Viste de Prada... Para vender, necesitan sus clichés, pero se deja colar, como una limonadita en una tarde calurosa...

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    3. Oscar Reyes Matute No me creo escribiendo esto, pero El Diablo era como mas profunda. El personaje de Meryl Streep era mas grandioso que esta Sylvie y la Andy, al final se enfrentaba a un verdadero dilema moral.

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  6. No sé si sea que no soy el target audience pero me quedé dormida con el primer capitulo, luego vi un poco del segundo. Al final creo que el problema principal es que no hay mucho plot, es más las vivencias de una chica guapa en Paris, pero me pareció que le faltaba más trama, mas emoción. Por ejemplo, cuando Emily le dice a su novio en Chicago que se va, a los dos les vale. Luego, cuando terminan a ella poco le importa, sigue con su vida como si nada. No sé, se me hizo superficial y como alguien dijo arriba llena de estereotipos de tanto americanos como franceses. También se me hizo de muy mal gusto eso de que porque hay tantos obesos en EU y como dices irónico y ridículo que se lo dijeran a Emily que está en huesitos (Lily Collins esta tan delgada como cuando hizo la película de la chica con anorexia, hasta distrae). A mi su moda se me hace cute, pero no es suficiente para mantenerme interesada. Creo que aparte de la falta de plot es que no me gusta ningún personaje y Emily es boba y superficial. Me cansé de verla tomándose selfies en casi cada escena!

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    1. ¡Cuál será la target audiencia? Tal vez Lazy Millenials como dijo Vox. Superficial es el calificativo perfecto para serie y personaje. Es como si fuera un leftover de Chick Lit cuando ya esta pasada de moda. Lily sufre de bulimia así que hablar de problemas de peso delante de ella, me pareció de pésimo gusto.
      Lo chistoso es que Lily es mas europea que americana. Phil Collins es inglés, a ella la presentaron en sociedad en Paris en Le Bal des Debutantes (y en un Chanel), ha sido modelo en España. Es más Blair Waldorf que Emily Cooper. Pero como es una productora de la serie, culpa tiene en su s metidas de pata. Ya en una entrevista en Vogue, prometió que para la segunda temporada tomaría en cuenta los errores de la primera.
      A mí me gustan algunos de sus trajes, pero otros son muy 60s, una era pedófila porque niñas y adultas nos vestíamos iguales y yo usé esas medias (aunque no en Shocking Pink) tuve se abriguito verde y esos bucket hats. UUuh los odio
      Una cosa que notamos con Rafa, todo ese discurso de que es trabajólica y el trabajo es su vida y a cada rato está afuera Emily cenando, o en una disco, o un coctel, o la Opera comprando ropa porque ni modo que haya traído ese vestuario en una maleta y dos duffel bags, o en la cama con alguien o a punto de meterse en la cama con alguien. Y su trabajo consiste en sacarse selfies y postearlos en Instagram

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  7. Uh, la verdad me dan lata un poco este tipo de series jajajaja. Quizá porque las minas son muy "gringas", como dices, en Chile las consideramos promiscuas, o eso es lo que nos muestra la tele. Al menos, en lo personal, nunca entendía cómo la gente podía abrir las patas con cualquiera sin engancharse. Y si se enganchaban, era un enamoramiento superficial. Igual es algo que ahora como que está cambiando, pero creo que el que hayan tantas funas igual es en parte porque todavía tanto chicos como chicas no saben lo que es la responsabilidad afectiva, negociar dentro de una relación o establecer límites. Al menos entre mis compañeras de colegio y ex universidad hay una tremenda confusión, y de ese desencanto se están nutriendo los movimientos feministas separatistas que la verdad no estoy muy a favor porque finalmente caen por idealizar las relaciones de cualquier tipo entre mujeres (te lo digo yo, que me crié y estudié con puras mujeres). Por otro lado, no sé qué dirás tú, pero hace poco vi un tiktoker chileno que contaba su vida universitaria en Estados Unidos y hablaba que le chocó un montón que la gente actuaba como si estuviese en una película de American Pie. Entonces viene la pregunta, o los estadounidenses se creen dentro de una película o las películas se basan en lo que les pasa? Por ahí son las dos cosas.

    Eso de que los chilenos somos como medio amargados es verdad jajaja. Al menos por mucho tiempo, y más cuando me vine a Argentina donde la gente es mucho más expresiva y comunica lo que siente (de mala o buena manera), empecé a notar un aire medio raro en el ambiente. Era como si pudieses cortar el aire con un cuchillo de la tensión que había. Si los estadounidenses viven para trabajar, y los franceses trabajan para vivir, el chileno trabaja para sobrevivir. Mi pololo al llegar a Chile me dice que allá sentía que se quería agarrar a palos con todos de la mala vibra que había, y no porque sea argentino, porque de hecho por lo mismo le decía que ni abriera la boca para evitarse problemas.

    En fin... en otras noticias, me vi ya toda la temporada de The Crown en tiempo record aprovechando que es domingo. No sé tú, si ya la empezaste, para mí es la mejor temporada, tanto en guión, como porque se dieron la paja de investigar un poquito más y por fotografía, lo que da rabia que la temporada anterior haya sido tan fome, porque significa que podían y les importó un pepino, cuek.

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  8. Uff que me dejaste harta tarea. Saquemos a la Emily del camino primero. Yo la vi porque estaban hablando mucho de ella, porque me la vendieron como una serie de moda y perfumes (temas que me fascinan) en marco parisino. Obviamente no lo es, como la describió la Gatita Lore es muy superficial y con una heroína caricaturesca. ¿Como puede ser trabajólica si nunca la vemos trabajando? y no vamos a llamar trabajo sacarse esos selfies tan chantas. Aparte que los seguidores de Emily no son de los que van a comprar los perfumes de Savoir.
    Sobre Chile y el trabajo, ese fue un problema cuando llegué. Y en un lugar cuyo nombre no revelaré, me hicieron la cama porque era tan trabajólica que estaba elevando los estándares, pero los mamertos no se daban cuenta que a mi me pagaban por producir, y ellos protegidos por contrato y por sindicato se podían pasar el día copuchando y les pagaban un sueldo igual.
    De todos modos, ojalá nunca se perdiera ese habito del almuerzo largo, de la siesta, de la sobremesa, el jefe buena gente que te deja salir a recoger los niños del colegio, a pagar cuentas, a hablar con el pololo por teléfono.
    Sobre la moral sexual de Emily es otra contradicción. Primero que le es fiel al novio, y luego está coqueteando con medio mundo y acostándose muy rápido con gente que ni sabe si tienen compromiso, si son menores de edad, si tienen alguna enfermedad venérea, etc.. Y aun así hace discursos moralistas, la escandalizan los chistes picantes y casi se desmaya al ver a un hombre orinando. creo que fue lo más desagradable e incomprensible de su personaje.
    Sobre la sexualidad aquí, en Chile y en la Quebrada del Ají, como soy vieja me acuerdo de un mundo pre-pidora donde solo las nanas eran madre solteras. Las niñas ‘decentes” o abortaban en clínicas privadas donde se decía que fueron por “apendicitis”, o se iban al campo y dejaban las guaguas con las monjas o se casaban apuradas. La sexualidad femenina cambió drásticamente en los 60 con la Píldora, la liberación Sexual pregonada por los Hippies, y la legalización del aborto en el primer mundo.
    Esta liberalización sexual se manifestó en Chile durante la UP sobre todo a nivel universitario (por suerte era entre jóvenes, no entre cabros chicos como ahora) con el cuento del compañero y la compañera y el repudio a ideas burguesas y patriarcales e imperialistas sobre el matrimonio y la familia.
    Lo que pasó después nos lo han contado a las dos porque tú no habías nacido y yo estaba en el extranjero, pero mucha de esa promiscuidad que vemos en Chile y Argentina fue una reacción a la represión sexual de los gobiernos militares.
    En USA vivimos otro tipo de cambio. El auge de las enfermedades sexuales modificó la vida íntima. La gente comenzó a reflexionar mas sobre eso de abrirse de patas con cualquiera, se detuvo el desenfreno de cambios de pareja, los jóvenes comenzaron a posponer el inicio de sus relaciones sexuales, se buscó ser más monógamo, conocer más a las parejas etc..
    Pero como todo eso se acabo con este siglo, y otro efecto de la globalización es un fenómeno bien fome: que te crees una identidad alrededor de tu actividad sexual. No solo en lo que respecta a orientación sexual sino también a tu experiencias, a tus aventuras. El sexo se ha convertido en un tema de conversación aun entre hombres, entonces no se vale ser “asexual”, es un retroceso al que se la pasaba alardeando de su reputación de macho casanova. En cambio, las mujeres (es una ironía) o nos ufanamos de nuestras parejas, o nos quejamos de ellas y su comportamiento entre las sabanas. Porque una ironía de la liberación sexual es que las más promiscuas son las más insatisfechas. Al menos si tu quieres a una persona y estas en pareja puedes superar esa insatisfacción, pero si te acostaste con Pedro, Juan y Diego y no sentiste nada, ya el problema se te hace mas complicado.

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    1. Bueno todo ese chorizo fue para explicar que en USA (y en otras partes) se vive la vida como si estuviéramos dentro de un spot publicitario, vivimos de eslóganes y eso se aplica al comportamiento sexual. Pero como notas, el MeToo quiere acabar con eso. Volvernos más victorianas, más anti sexo (ojo, sexo hetero porque el otro se sigue celebrando).
      Me duele lo que dices de la amargura de nuestra patria, éramos tan alegres, tan dicharacheros. Pero siempre ha habido mucha envidia y eso se ha vuelto rencor social, por eso entiendo de la rabia con la que se han ensañado con la propiedad privada, con los medios de trabajo ajeno, con el patrimonio cultural. es como si quisieran (Y no creas que este verano lo tuvimos calcado aquí) que fuéramos todos iguales sin plata, sin negocios, sin cultura, sin pasado. Y no se dan cuenta los b…s locas que si eso pasa van a llegar un comando de los que si son sabios, ricos, poderosos y nos van a dominar y vamos a ser más esclavos que el Tío Tom, que es lo que pasa en la China, en Cuba, en Venezuela, donde hay una elite que lo pasa chancho y los demás que se jodan.
      Mira he intentado ver ‘The Crown” y me da tanta risa, si parecen títeres, como una parodia de los personajes. Gillian y Corrin parece que no tienen cuello, y Josh es como si creyera que Carlos es un chimpancé que sufre de Parkinson. Son gente que todos conocemos y sabemos que no son así. Sobre todo, las Diana frikis nos da vergüenza que Corrin no sepa retratar la evolución de ella que de cabra sin idea de a moda que se sacaba foto sin enagua y con las tetas cayéndose del vestido se convirtió en un icono de la elegancia mundial. Bueno ya hablaremos de ella, pero en diciembre que ni te imaginas vi tantas series en octubre que me falta tiempo de reseñarlas. Así que vas a tener que quedarte con nosotros. Besos

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  9. Desde FB de Any Dominguez
    Me acordaba que habías hablado de esta serie...la estoy viendo ahora y entiendo si los franceses están molestos porque los muestran como que son insoportables.
    Me toca ver recién el capítulo 5 y aunque Emily comete muchos errores, aún así me choca lo asqueroso de su ambiente laboral.
    Y frustra un poco que nada parece salirle bien 😂 Bueno, al parecer eso cambia (en cuanto a posibles parejas, al menos), igual la serie es livianita y entretenida, de capítulos cortos. Me gusta también porque es muy moderna y también he sido (ahora ya no tanto) "chica Instagram" 😆
    A mí me gusta su vestuario! jajajj

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    1. Any Dominguez Como ves en mi nota, hay prendas que me gustan, pero otras...es que Any, asi nos vestian a las cabras chicas (me refiero entre 8 y 10 años) en los 60. Le contaba ahora a mi hermano de cuando, para castigar a los companeros, les manda hacer un queque en forma de pene con testiculos y todo, y ellos encantados. Pero es cierto, en el resto del mundo (y en Chile tambien) no existe ese tipo de respeto pra tratar a las companeras de trabajo. todavia hay hombres que creen que la mujer no debe ocupar su espacio laboral y si lo hace que se atenga a las consecuencias. Pero tambien es un poco insultante que venga una chiquilla que ni habla el idioma y quiera darles lecciones y cambiar la empresa y hasta el pais.

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